CONTINUAR Y SUPERAR A MILTON SANTOS

Horacio Capel
Universidad de Barcelona


Quiero unirme al homenaje que desde Scripta Nova rendimos al profesor Milton Santos, una de las grandes figuras de la geografía brasileña y mundial. Los textos que Wagner Ribeiro ha podido reunir para este homenaje, y las obras que recientemente se han dedicado a su figura y a sus trabajos, permiten tener una idea completa de la trayectoria de un geógrafo comprometido con su tiempo, que ha ido construyendo lenta e incansablemente un cuerpo teórico de gran importancia para comprender el mundo contemporáneo y los problemas de los países iberoamericanos, y especialmente Brasil. El impacto de su obra ha sido inmenso y se ha extendido a los científicos sociales de diversos países, siendo hoy reconocido como uno de los maestros de la geografía contemporánea. A partir de su obra los geógrafos disponen de teorías, ideas y materiales que pueden servir de punto de partida para nuevas investigaciones, las cuales deben realizarse prescindiendo de cualquier actitud de reverencia beata hacia él, revisando y reformulando una y otra vez sus ideas, tal como él haría si viviese, para lograr una mejor compresión de la realidad. El objetivo debe ser seguir su obra, interpretarla, completarla y superarla.

Mi contacto con Milton Santos

Mi primer contacto con la obra de Milton Santos se realizó cuando yo realizaba mis estudios de geografía en la Universidad de Murcia. Puede ser de interés aludir a ello como un dato más que contribuya a mostrar la difusión de la obra del gran geógrafo brasileño.

Tres temas me hicieron conocer su obra, y la de otros geógrafos y pensadores brasileños; en el orden cronológico de su conocimiento fueron: los problemas de la aridez, el del subdesarrollo, y el de las redes urbanas.

Cuando yo empecé a estudiar en la Universidad de Murcia, en octubre de 1958, el tema de la aridez interesaba mucho en esa región de escasas lluvias. Se estaban realizando en aquel momento estudios sobre el aumento de dotación de aguas a la región, y en concreto sobre la viabilidad del trasvase Tajo-Segura, y se había creado un organismo el SEMZASE (Servicio de Experimentación y Mejora de las Zonas Áridas del Sureste) que trataba de abordar de forma integrada los problemas del desarrollo de una región de fuerte emigración. En ese contexto los estudios del profesor Juan Vilá Valentí, que llegó a la cátedra de Geografía de Murcia en 1958, delimitaron una región del Sureste con unas claros rasgos de aridez, a la vez que permitían tener un panorama de conjunto de los problemas que planteaban las políticas de desarrollo en medios áridos.

Las experiencias de las políticas de desarrollo regional que se intentaban aplicar en el Mezzogiorno italiano y la actuación de SUDENE a partir de 1955 en el Nordeste de Brasil eran ejemplos que se esgrimían a comienzos de los sesenta en Murcia, ya que se trataba de regiones que tenían rasgos que se consideraban semejantes a esa región española y, de forma más general, a lo que entonces se consideraba el Sureste. No ha de extrañar que en ese contexto tuviéramos conocimiento de las experiencias de SUDENE y, en relación con ello, de la obra de algunos geógrafos brasileños, entre los cuales Milton Santos que desde mediados de los años 1950 se dedicaba a estudiar los problemas agrarios de Bahia y al Reconcavo. Vilá Valentí había asistido al XVIIIº Congreso Internacional de Geografía celebrado en Rio de Janeiro, y eso nos permitió tener información de primera mano de los trabajos que allí se realizaban.

En todo caso, recuerdo bien que las iniciativas de SUDENE eran conocidas, y a través de ellas nos pusimos en contacto con las investigaciones geográficas económicas y sociales sobre Brasil y el Nordeste de Brasil (por ejemplo, el libro de Josué de Castro sobre Una zona explosiva, el Nordeste de Brasil, que sería publicado también en español en 1965, y el de Celso Furtado sobre La formación económica del Brasil). De hecho también en España estuvo a punto de ocurrir algo parecido a lo que luego escribió Milton sobre el Nordeste, donde gracias a SUDENE el Nordeste de ser una región-programa se había convertido "en una región para los habitantes" (Santos 1968, cit. en Capel 1969). También en el Sureste de España el programa de SEMZASE y de la Confederación Hidrográfica del Segura -así como la actividad de una caja de ahorros interprovincial con sede en Alicante (la Caja de Ahorros del Sureste de España)- estuvo a punto de crear una región del Sureste. Casi treinta años más tarde, cuando en 1988 tuve ocasión de tratar a Milton Santos más ampliamente -con ocasión de su visita a Barcelona invitado por Lía Osorio Machado, que estaba realizando su doctorado en esta universidad-, y luego durante visitas mías a São Paulo, volví a hablar con él de esas experiencias de desarrollo y sobre algunos parecidos que encontrábamos entre el Nordeste de Brasil y Murcia y esas conversaciones nos hicieron coincidir en muchas cosas; el Nordeste y el Sureste casi nos hicieron paisanos y, desde luego, facilitaron mucho nuestra relación personal

A través de Annales de Géographie, de L'Information Géographique y de Cahiers d'Outre Mer conocí también algunos trabajos de Milton Santos, sobre otros dos temas que asimismo me interesaron cuando yo realizaba los años de la especialidad de Geografía e Historia en la Universidad de Murcia, entre 1960 y 1963, y durante los dos años siguientes en que, acabada la licenciatura, fui nombrado profesor ayudante y encargado de curso en dicha universidad –esencialmente debido al hecho de que el número de estudiantes empezaba a crecer y se necesitaban nuevos profesores. Me refiero a los temas del subdesarrollo y el de las redes urbanas.

Las redes urbanas, como entonces se denominaba a la jerarquía de las ciudades, sus áreas de influencia y el papel de ellas en la organización regional, fue el tema elegido por mí para mi Tesis Doctoral cuando acabé la licenciatura en Murcia. Además del libro de Dickinson sobre Ciudad, región y regionalismo(del que había una edición española de 1961) la bibliografía que utilicé en un primer momento estuvo constituida esencialmente por trabajos dirigidos por Pierre George, y en especial los que realizaba Michel Rochefort, que publicó su Tesis sobre L'organisation urbaine de l'Alsace (1960), y luego la Tesis de Raymond Dugrand sobre Villes et Campagnes dans le Bas-Languedoc (1963). Milton Santos, que había pasado a trabajar sobre cuestiones urbanas conocía muy bien esa línea de investigación desde sus años de estancia en Estrasburgo, donde coincidió con Rochefort. Recuerdo bien que algunos de los artículos que Santos publicó en revistas francesas sobre el papel de Salvador en la red urbana de Bahia fueron leídos en aquellos años por mi, aunque soy ahora incapaz de decir en qué año y en qué orden exactamente.

De todas formas el problema del subdesarrollo fue el fundamental, tanto para mi dedicación a la geografía como para el conocimiento de Milton Santos. He hablado ya de ello en un artículo sobre el magisterio del profesor Vilá Valentí en aquellos años en la Universidad de Murcia (Capel 1999). Mi aproximación al tema tiene que ver esencialmente con un seminario del profesor Vilá Valentí en el año 1961, cuando yo realizaba la especialidad de Historia y Geografía. Para ese seminario y las conferencias que impartió en un Colegio Mayor, Vilá nos pidió a tres estudiantes de su curso de Geografía (Francisco Calvo, Francisco Lara y yo mismo) que elaboráramos unos datos estadísticos y documentales. En lo que a mí respecta recuerdo que preparé unos sobre la pobreza en España y en otros países, y leí en aquel momento el libro que Yves Lacoste había publicado en 1960 con el título Les pays sous-développés así como los de Josué de Castro sobre La alimentación en los trópicos (de la que existía una edición mexicana en español de 1946) y Géopolitique de la faim (ed. francesa 1952), la Geografía del hambre (ed. francesa de Hachette 1949), El libro negro del hambre (1957, con traducción en España 1962).

En el campo de las ciencias sociales el tema del subdesarrollo fue uno de los realmente innovadores en la década de 1950 y 1960. Un buen número de libros de economistas, antropólogos y sociólogos fueron traducidos en aquellos años en España y estaban disponibles. Recuerdo los de Ragnar Nurske, Gunnar Myrdal, Pierre Moussa, Paul A. Baran y otros -todos ellos traducidos al castellano por el Fondo de Cultura Económica o Editorial Aguilar- que yo leí con pasión y que abordaban un problema intelectual apasionante y de gran trascendencia social. En lo que se refiere a la geografía, el tema del subdesarrollo fue introducido en Estados Unidos por Norton Ginsburg y en Francia por Yves Lacoste en el libro citado y, sobre todo, en un artículo especialmente importante publicado en Annales de Géographie (1961) en el que presentaba de manera general la bibliografía básica existente sobre el subdesarrollo y que fue una utilísima guía de lectura para mí y otros estudiantes de mi generación.

Por aquellos mismos años Milton Santos empezó a interesarse por los problemas del subdesarrollo. Examinado ahora su bibliografía he visto que el primer trabajo en que habla explícitamente de desarrollo económico es de 1960. Hasta ese momento él había tenido la formación típica de un geógrafo que, influido por la concepción francesa –dominante en Brasil desde la estancia de Pierre Mombeig y Pierre Deffontaines, y reafirmada durante su estancia en Estrasburgo-, y se preparaba para hacer una Tesis doctoral sobre su región de origen, la cual se convirtió –como también ocurrió a otros geógrafos de la época- en un estudio más especializado. Como ya he dicho, había ido publicando trabajos sobre la estructura agraria de algunos municipios bahianos, sobre el hábitat rural, el cultivo del cacao, la geografía urbana, el puerto ferroviario de Nazaré, la población, las características de la Baixa dos Sapateiros, la industria, los climas del estado de Bahía, los cambios en el centro de Salvador...; estaba adquiriendo y practicando, en fin, toda esa amplia formación que se exigía a un geógrafo de la época que debía prepararse para realizar una buena Tesis regional, que era la capacitación esencial que debía mostrar el especialista en esta ciencia.

De todas maneras, Milton Santos empezó a tener desde mediados de la década de 1950 una creciente inclinación hacia los temas urbanos y, especialmente, hacia el estudio de Salvador, que sería el tema de su Tesis Doctoral, presentada en Estrasburgo en 1958. Su artículo "Geografia e desenvolvimento económico" publicado en 1960 fue seguido poco después por el que dedicó a "Quelquesproblèmes des grandes villes dans les payssous-developpés" (1961). Sin duda buscaba un marco teórico que le permitiera dar nuevos vuelos al estudio de la ciudad de Salvador. Esa evolución explica que su primera obra de importancia fuera A cidade nos países subdesenvolvidos (1965), al que seguirían otras varias aportaciones sobre el mismo tema, cada vez más amplias. En 1973 por iniciativa de Enric Lluch fue traducido al castellano su libro Geografía y economía urbana de los países subdesarrollados, una obra en la que muestra las amplias lecturas geográficas, económicas y sociológicas que había ido realizando.

Las teorías sobre el subdesarrollo y luego sobre el intercambio desigual y el imperialismo fueron en los años 1960 profundamente renovadoras en el campo de las ciencias sociales. Permitían disponer de un marco general que explicaba los problemas del desarrollo y subdesarrollo, los desequilibros a escala internacional e incluso en el interior de un mismo Estado. Es cierto que desde la perspectiva de un país como España y en cierto número de países iberoamericanos (como Argentina o Chile) no todos los rasgos del subdesarrollo encajaban. Otros países eran mucho más subdesarrollados o más pobres. Pero había un rasgo - el que se refiere a la existencia de una economía dual-

que se incluía siempre en las caracterizaciones del subdesarrollo y era especialmente oportuno, ya que hacía aplicable ese marco teórico también en nuestros países.

Yo mismo utilicé la expresión región subdesarrollada con referencia a la región de Murcia cuando realicé mi Tesis de Licenciatura sobre "La población y los movimientos migratorios en el municipio de Lorca, Murcia", presentada en la Universidad de Murcia en 1964, y luego en algún artículo que aprovechaba los materiales de esa Tesina. El término economía dual, que fue utilizado también por determinados historiadores, me parecía entonces apropiado para caracterizar a la economía española que se fue desarrollando en el siglo XIX, y parecía dar argumentos para afirmar que España, y mucho más ciertas regiones como las del sur de España, eran subdesarrolladas.

Con referencia al estudio de los países, el marco teórico del subdesarrollo permitía también una interpretación de las diferencias a escala mundial y de los desequilibrios regionales en un momento en que el mismo concepto regional estaba en crisis y se trataba de complementar añadiendo al estudio geográfico de la región un hilo argumental con la incorporación de una "dominante" que permitía organizar el estudio (Reynaud 1976). Recuerdo bien que cuando ya en la Universidad de Barcelona tuve que dar un curso sobre "Geografía de los países iberoamericanos", utilicé ese marco teórico como hilo conductor y titulé el curso "Iberoamérica, un continente subdesarrollado"; se ha referido a ello un alumno de aquel curso y hoy profesor en la Universidad de Barcelona, Joan Mateu, en un artículo en el que alude al programa del mismo durante sus estudios en la licenciatura de Geografía.

El subdesarrollo proporcionaba en aquel momento un marco general explicativo de gran eficacia. Facilitaba, además, una denominación muy expresiva para designar a los países que no estaban desarrollados, a la que se unieron luego otras, como la de Tercer Mundo, que muchos países no alineados habían adoptado como suyo poco después de la conferencia de Bandung para significar que no formaban parte ni del bloque capitalista occidental ni del bloque comunista. A todo ello se unieron luego cronológicamente (al menos en el caso español) las teorías sobre el intercambio desigual, el imperialismo y la dependencia. Obras como las de A. Gunder Frank, Samir Amin y otros fueron de gran importancia en la formación de muchos estudiantes de mi generación. Y entre ellas las obras de Milton Santos ocupaban también un lugar destacado.

Pero el subdesarrollo tuvo también a la larga consecuencias negativas, de las que sólo fui consciente algo más tarde. Simplificaba situaciones que eran muy diversas y muy complejas: todos los países de África, de Asia y de América del Sur se unificaban en esas teorías, fueran cuales fueran sus características específicas. Lo cual tuvo implicaciones políticas muy negativas, ya que precisamente por esa unificación que se hacía de los países subdesarrollados algunos llegaron a pensar que las soluciones políticas debían ser las mismas en todos ellos; y eso en el contexto de la guerra fría dio lugar a movimientos revolucionarios que, en el caso de los países iberoamericanos, contribuyeron a crear un enfrentamiento radical y una grave fractura social, cuyas negativas consecuencias todavía se sufren.

La región y la ciudad de los países subdesarrollados

En 1968 e invitado por el profesor Pierre Deffontaines tuve ocasión de asistir al coloquio sobre la regionalización del espacio en Brasil, que se organizó en Burdeos con motivo de la inauguración del Centro de Estudios de Geografía Tropical. El Coloquio fue dirigido por los profesores Guy Laserre y Milton Santos y constituyó un encuentro de gran importancia para la discusión del concepto de región en los países desarrollados y subdesarrollados, en un momento en que este concepto estaba siendo ya claramente impugnado. Regiones históricas, regiones homogéneas, regiones polarizadas, y regiones operacionales se enfrentaban como posibilidades de definición y sistematización del estudio regional. La imposibilidad de definir regiones homogéneas que lo fueran a la vez desde los puntos de vista físico y humano representaba una dificultad apreciable que había intentado ser superada con el concepto de región funcional o polarizada. Trabajos sobre las redes urbanas, como los que antes he citado, ofrecían una alternativa muy sugestiva, y podían apoyarse en los que había realizado Etienne Juillard en Estrasburgo sobre el tema. Se discutía también la validez de estos conceptos en países como Brasil, con espacios geográficos tan diferenciados como los de la Amazonia y el área centro sur polarizada por SãoPaulo. El tema de las ciudades en la organización de la región era en aquel momento de gran actualidad y Milton Santos tenía ya una larga experiencia investigadora sobre ello, por lo que no extraña el protagonismo que tuvo en el Coloquio de Burdeos.

El libro Geografía y economía urbana en los países subdesarrollados fue, sin duda, un hito importante en la bibliografía sobre el tema. Un científico de un "país subdesarrollado" abordaba sin complejos un tema de interés general, apoyado en sus propios trabajos sobre ciudades de esos países y en una bibliografía general amplia y relevante. Los trabajos que años más tarde realizó Milton Santos sobre otras metrópolis, y especialmente sobre São Paulo le permitirían matizar y profundizar todo lo que entonces decía en aquel libro.

Milton Santos nunca ha abandonado la idea de que Brasil es un país subdesarrollado y que las metrópolis de ese país son características de esa situación de subdesarrollo. Es indudable que eso, y su decisión de contribuir a cambiar las situaciones injustas, le ha permitido encontrar vías interesantes de reflexión, de gran influencia entre los científicos brasileños y de otros países.

De todas maneras, es posible que la utilización sistemática de ese marco conceptual, si por un lado permite descubrir rasgos interesantes, por otro impida ver otros también significativos. Creo que a partir de cierto momento la insistencia en que las ciudades brasileñas son ciudades subdesarrolladas impide entender la realidad de las mismas. Discutiendo una y otra vez en Buenos Aires, en México o en SãoPaulo con geógrafos de esos países he tenido muchas veces la impresión de que la aceptación del concepto de subdesarrollo les lleva a ver sesgadamente su propia realidad desde esa perspectiva, lo que tal vez les vela la comprensión de otros rasgos muy importantes. Muchas veces he pensado que sería más útil la utilización de otros marcos conceptuales, y en concreto la aproximación a su realidad con los mismos presupuestos que se utilizan para estudiar las ciudades de los países llamados desarrollados.

Tengo la impresión de que muchos rasgos que Milton Santos y otros geógrafos iberoamericanos consideran típicos de las metrópolis brasileñas, o del llamado Tercer Mundo en general, se dan también en las de los países desarrollados. La "modernización incompleta y selectiva", la "yuxtaposición de trazos de opulencia y carencias profundas" la segregación o la exclusión social, y otros muchos rasgos se dan también de una u otra forma en las grandes ciudades de los países desarrollados. No hay más que leer las descripciones de Engels sobre las ciudades británicas del siglo XIX o las que hoy se realizan sobre la situación social de Atlanta, Nueva York o Chicago para darse cuenta de que la pobreza, la infravivienda, la exclusión social y la fragmentación han estado y siguen estando también presentes en ellas. Estoy firmemente convencido de que la comprensión de la realidad urbana y no urbana de Brasil sería más profunda si en el estadio actual se abandonaran los esquemas tradicionales del subdesarrollo y se adoptaran otros, semejantes a los que se emplean para estudiar las ciudades de los países desarrollados.

De la misma manera, estimo que la aplicación de los esquemas centro-periferia parece insostenible y ha de modificarse. Creo que una perspectiva diferente, la de considerar a Brasil como un territorio y una sociedad que va formando progresivamente parte de la nueva Europa ultramarina desde el siglo XVI y lo es plenamente desde el siglo XVIII o XIX , permitiría entender mucho mejor aspectos esenciales de la evolución de este país así como de otros países iberoamericanos. Es un verdadero contrasentido aceptar ese carácter europeo y occidental en el caso de Estados Unidos (que también conoció la esclavitud hasta el siglo XIX) y negárselo a Brasil y a los países hispanoamericanos.

Una obra ambiciosa y coherente

Lo que más impresiona de la obra de Milton Santos es su búsqueda continuada y sistemática de una teoría coherente de la geografía, una teoría que trata de utilizar categorías generales pero que se construye a partir del conocimiento directo de la realidad de los países llamados subdesarrollados. Muchos conceptos han sido elaborados por el autor lentamente, en un itinerario intelectual seguido desde los años 1950 hasta al momento de su muerte, en un proceso incansable de enriquecimiento continuado y una fértil integración de numerosas aportaciones intelectuales, tratando siempre de intervenir en la realidad brasileña con vistas a su transformación. La convicción que ha dado fuerza a su trabajo intelectual es la de que la ciencia geográfica puede servir para transformar Brasil y para transformar el mundo.

Su gran conocimiento de la realidad brasileña y su paso por instituciones educativas, académicas y de desarrollo de diversos países de Europa, América y África, le permitió ser consciente de la gran cantidad de estereotipos e ideas equivocadas que existían sobre la realidad iberoamericana. Por eso insistió tanto en la necesidad de partir de la propia realidad, sobre la necesidad de construir (o reconstruir) marcos teóricos específicamente latinoamericanos para estudiar la realidad de esos países, un aspecto esencial en el que siempre coincidí con él.

Su trayectoria intelectual fue enriqueciéndose continuamente e incorporando nuevas ideas de procedencias diversas, integradas en un todo coherente, con énfasis siempre en el espacio. En los años 1970 y 80 -paralelamente y de forma independiente a lo que hacían en Estados Unidos David Harvey y otros- Milton Santos realizó un gran esfuerzo para incorporar a la geografía la concepción marxista (modo de producción, formación social, etc.) con el fin de fundamentar una nueva teoría de la geografía. Armado con ello abordó el estudio del proceso de globalización, y de las transformaciones del mundo contemporáneo en las dos últimas décadas del siglo XX y su impacto en Brasil.

Mostró siempre también un gran interés por las herencias del pasado, por las permanencias históricas de las formas pasadas y su influencia en la acción humana. Esas formas pasadas incorporan la dimensión temporal al espacio y le dan su especificidad y sus 'rugosidades'. Sin duda en ello han influido rasgos básicos de su formación intelectual inicial, los cuales han persistido durante toda su vida. Las relecturas que continuamente fue haciendo de obras clásicas, como la de Max Sorre y otras le han permitido obtener ideas válidas en su intento de fundamentación de la geografía.

Al mismo tiempo, realizó un enorme esfuerzo por conocer lo que se hacía en otras disciplinas. Sus lecturas en este sentido fueron muy amplias, y aparecen bien reflejadas en la bibliografía que utilizó y citó en sus trabajos científicos, en sus conferencias e incluso en sus artículos periodísticos publicados en Folha de São Paulo. De todas maneras, no dejó de criticar, cuando hizo falta, las exageraciones de un cierto sociologismo barato o de un ecologismo bisoño que utiliza caminos fáciles favorecidos por la moda" (en 'Relações do territorio globalizado', incluido en O país distorcido, p. 99). Conociendo su talante abierto y comprensivo, es posible que haya que cargar dichas llamadas de atención no sólo al miedo de los excesos que denunciaba, sino también al temor de que los geógrafos perdieran sus propias señas de identidad.

La globalización

Milton Santos tuvo siempre una visión negativa de ciertos rasgos de la evolución contemporánea y en especial del proceso de globalización, al que se refirió en numerosas ocasiones. Tengo la impresión, de todas maneras, que en los últimos años había ido matizando sus propias posiciones. Así de unas iniciales en las que la globalización aparecía como la expresión de todos los males pasó a otra más suave en la que reconocía aspectos positivos de este proceso y se concentraba en denunciar ciertas formas de globalización al tiempo que abogaba por "otra globalización".

No estoy seguro de que todos sus juicios pesimistas hayan sido siempre correctos. Por ejemplo, los que se refieren al papel de la información en esta fase científico-técnica-informacional. No cabe duda de que tiene razón al insistir en la manipulación y la violencia de la información que se difunde. Es cierto que en el momento actual no sabemos con mucha frecuencia si la información que se nos presenta está manipulada o no. El ejemplo de aquellas imágenes de la fauna afectada por la Guerra del Golfo y que luego supimos que correspondían al vertido del Exon Valdes es una prueba de ello, particularmente impactante y significativa. Y desde los sucesos del 11 de septiembre la manipulación se ha convertido en una estrategia sistemática cada vez más conscientemente utilizada. A ello podríamos añadir otros muchos datos sobre la manipulación informativa y de las conciencias, de lo que la propaganda religiosa, tan influyente en el Brasil antiguo y contemporáneo, facilita muchos ejemplos.

Pero existe otra dimensión que nos permite complementar lo anterior, y que es necesario dar también. Nunca ha habido tanta población absoluta y relativa de personas alfabetizadas, nunca tantas personas con estudios secundarios y universitarios como hoy. Ni tampoco nunca ha habido tantas fuentes de información. A lo largo de los siglos XIX y XX la prensa se diversificó y los lectores han tenido numerosas opciones para elegir. Luego, la radio supuso una nueva fuente de información, que llegaba a cualquier rincón del mundo, y a las sociedades iletradas, permitiendo también elegir entre numerosas emisoras con un simple movimiento del dial. A partir de los años 1950 se fue difundiendo la televisión. Es cierto que al principio cada país tenía sólo un canal, pero a partir de los años 1970 éstos se han ido diversificando de forma asombrosa. Hoy en cualquier país existe al menos media docena de canales de acceso gratuito, a lo que hay que añadir los canales de pago, que pueden ser de todo el mundo, y los canales locales que se van multiplicando. Finalmente Internet ha supuesto otro aumento de la posibilidad de acceso a la información todavía más revolucionario.

No puede decirse que no haya información disponible. Todo eso es una diferencia esencial respecto al pasado y no puede desconocerse y desvalorarizarse. Podría argumentarse que el exceso de información también es una estrategia de dominación, pero no estoy de acuerdo con esa interpretación. En este campo siempre es preferible el exceso que la falta.

Es indudable que en numerosos aspectos está justificada la imagen negativa que a veces se tiene de la industria de los medios de comunicación y de la industria cultural actual. La dictadura del consumo, la fusión entre publicidad y diversión industrializada producida por las grandes empresas, la manipulación de la información es una realidad bastante evidente. Es desde luego útil la crítica que autores como Habermas han hecho a las dificultades de elección racional de los consumidores a partir de la publicidad, y la denuncia de la alienación que todo ello produce.

Pero dicho eso, confieso que muchas veces tengo dificultades para aceptar ciertas visiones negativas de la modernidad que insisten en la incapacidad de las personas para elegir y discriminar, y que me cuesta admitir las tesis que presentan a los ciudadanos actuales como totalmente sometidos a la insidiosa y ubicua acción del poder disciplinario. Eso es así porque tengo confianza en la capacidad de los ciudadanos para elegir y discriminar. Creo que la gente discrimina más de lo que piensan los políticos y los intelectuales. Incluso los que ven programas basura de la televisión saben bien lo que ven y eligen verlo por razones diversas (distracción, curiosidad, necesidad de evasión...).

En relación con todo ello resulta muy útil una adecuada perspectiva histórica de lo que ha ocurrido en otras épocas anteriores, donde la opresión, el disciplinamiento y el peso del poder eran más inmediatos, opresivos y determinantes, donde la segregación y la exclusión tenían unos rasgos mucho más decisivos y sin posibilidad alguna de mejora social, de aumento del bienestar, de emancipación y libertad individual. La perspectiva histórica corta, la incorporación de una dimensión temporal que tiene en cuenta lo que ha sido el mundo no ya desde hace tres o cuatro mil años o desde la misma fundación histórica del Brasil sino incluso desde el siglo XIX, permite tener una visión menos negativa

Es cierto que los espíritus sensibles y que poseen conciencia ética se inquietan y desearían acelerar dichos cambios. Pero a veces hay que evaluar el coste social que eso representa y las posibilidades de éxito para conseguirlo. En todo caso, la idea de que el pasado fue mejor, de que el tiempo ha ido decayendo desde una edad de oro anterior, impiden ver los cambios positivos que se están produciendo y dificulta disponer del optimismo y la prudencia necesarios para acometer los cambios que se necesitan.

Criticar a Milton Santos

La influencia de Milton Santos ha sido sin duda extraordinariamente positiva. En numerosas disciplinas sociales, y especialmente en el mundo iberoamericano su obra ha permitido el desarrollo y consolidación de una poderosa corriente de geografía crítica. Y también para otros especialistas su voz ha sido muy influyente, como muestran las distinciones y los premios que le han otorgado diversos grupos de científicos sociales, los arquitectos y algunos movimientos comprometidos con la lucha contra la injusticia. No hace falta insistir en ello, y en este número se dan muchos ejemplos. Milton ha tenido la enorme fortuna de ver también como se le reconocía su esfuerzo por conseguir una geografía brasileña autónoma de las escuelas de los países dominantes. En suma ha contribuido de forma destacada a popularizar la geografía en los ambientes intelectuales y entre el gran público.

Pero tan importante como valorar su figura y su obra es huir de una actitud beata y reverencial hacia ella. A él que tanto le gustaba la irreverencia y la búsqueda de nuevos caminos, que estaba dispuesto a discutir con pasión sus puntos de vista, estoy seguro de que no le gustarían las citas reverenciales y acríticas que a veces se hacen de su pensamiento, especialmente por intelectuales de origen marxista que parecen haber sustituido las citas canónicas de los clásicos del marxismo (los que tocaban en cada momento, según la fracción y las tendencias) por la cita reverencial del pensamiento del maestro. Creo que es fácil ponerse de acuerdo en que es probable que no todo lo que ha escrito una persona que ha vivido largo tiempo y en circunstancias tan diversas ha de ser necesariamente bueno.

Tal como decía al principio, la obra de Milton Santos ha de ser seguida, interpretada, completada y superada. Seguida porque tenemos en él un ejemplo de vida y de compromiso intelectual y social que debe ser imitado; y porque hay en su obra ideas muy valiosas que nos ayudan a entender los cambios del mundo contemporáneo. Interpretada, porque en una obra que se ha desarrollado durante medio siglo es posible que existan contradicciones, incoherencias y oscuridades. Completada, porque su pensamiento puede ser el punto de partida para nuevas interpretaciones. Y superada, porque es una ley esencial de la ciencia el que las teorías cambien y las obras, incluso de los grandes maestros, sean superadas y den lugar a nuevos desarrollos.

La obra de Milton Santos, con sus grandezas y sus carencias, ha de ser interpretada históricamente. Y es urgente pasar de la hagiografía a las investigaciones rigurosas sobre su pensamiento y su evolución, ahora que quedan muchos testigos que lo han conocido y que pueden facilitar testimonios de primera mano. Se han de tener en cuenta sus estudios iniciales de derecho, las razones de su conversión a la geografía, su formación geográfica en el marco del paradigma regional e historicista dominante en la geografía francesa cuando él estudió, su conocimiento de los nuevos caminos que emprendían los geógrafos franceses a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, cuando se elaboraban nuevos marcos de estudio regional y se realizaban las investigaciones sobre redes urbanas y sobre su papel en la organización regional. Su vinculación a la geografía francesa le hizo tener las mismas reticencias que otros geógrafos de esa nacionalidad respecto a la revolución cuantititativa que se desarrollaba desde los años 1950 en el mundo anglosajón. Hemos de recordar que en Francia, a pesar del sentimiento creciente de crisis de la concepción regional, durante toda la década de 1960 -y por tanto cuando Milton Santos permaneció en las universidades de Toulouse, Burdeos y París después de 1964- la geografía historicista y antipositivista dominó con gran fuerza y que solamente después de mayo de 1968 y en relación con la crisis de la universidad algunos se atrevieron a introducir decididamente las ideas de la geografía teorética y cuantitativa.

Sin duda el espectacular desarrollo de la geografía cuantitativa en un país como Estados Unidos, que había apoyado la Dictadura militar, y la utilización del utillaje técnico y pretendidamente objetivo y neutro de estas técnicas por los gobiernos de dicho periodo hizo a Milton Santos reticente a esa corriente. Luego en los años 1970 la crítica de la geografía neopositivista por los geógrafos radicales, y el desarrollo de la geografía crítica le afirmó en una vía que seguían también otros geógrafos anglosajones en su cuestionamiento del paradigma anterior cuantitativo. En esa geografía marxista encontró conceptos válidos para interpretar la situación de Brasil y otros países del llamado Tercer Mundo, y no cabe duda de que el resultado de su esfuerzo ha sido muy rico y fructífero.

Pero es evidente que su evolución podría haber sido otra en un contexto diferente. Una obra como la de Milton Santos debe ser interpretada y situada históricamente. Estuvo sometido a muchas influencias, y su historia personal explica ciertas reticencias y ciertas actitudes. A partir de ahí se entiende, por ejemplo, su posición contra la geografía cuantitativa en el contexto del debate antipositivista de los años 1970, sus denuncias contra las pretensiones de neutralidad de los cuantitativos.

Pero no hay que olvidar que no todos los cuantitativos eran reaccionarios, y que algunos señalaron –como hizo Morril en las páginas iniciales de Antipode- que los métodos cuantitativos se convierten en radicales cuando se aplican a problemas radicales. No es seguro que en ese sentido la influencia de Milton Santos en la geografía brasileña haya sido totalmente positiva, aunque resulte explicable. El rechazo de todo lo que suponga cuantificación o aproximaciones teoréticas en la actual geografía brasileña, tal como he podido ver, por ejemplo en el XIII Encontro de Geografía de la AGB, celebrado en Joâo Pessoa, y la reducción del aparato matemático simplemente a los aspectos técnicos del uso de SIG, creo que es algo claramente negativo. Una buena formación teorética y cuantitativa sería de gran utilidad a los estudiantes de geografía para abordar los problemas a que han de enfrentarse profesionalmente.

Es posible que otro aspecto negativo de la influencia de Milton haya sido su insistencia en la teoría geográfica, que puede dar a los geógrafos un carácter aislado y solipsista. Sin duda tiene que ver con su voluntad de prestigiar la geografía brasileña, y es indudable que ese esfuerzo ha tenido resultados notables. Pero tal vez los jóvenes deberían tener con Milton Santos la misma actitud que los hijos tienen con los padres. Lo importante muchas veces no es lo que éstos dicen, sino lo que hacen. Y es indudable que Milton siempre tuvo una actitud abierta hacia otras ciencias, lo que hizo que su trabajo intelectual resultara particularmente fructífero.

Finalmente, tampoco estoy de acuerdo con la visión un tanto pesimista sobre Brasil, que Milton comparte con tantos geógrafos brasileños. Aunque en este sentido es posible que, si se leen bien sus textos, es posible que el maestro tenga una visión menos pesimista que muchos de sus lectores e intérpretes. Milton ha mostrado muchas veces su confianza en las grandes metrópolis, en las posibilidades de Brasil. En todo caso, la visión un tanto pesimista que encuentra a veces uno en Brasil creo que tiene que ver, ante todo, con un talante ético de lucha contra la injusticia, y en ese sentido es admirable. Pero también tiene que ver con el hipernacionalismo y la conciencia de ser una superpotencia incompleta, con la falta de una visión verdaderamente mundial de los problemas, con la aceptación de marcos conceptuales como el del subdesarrollo, que impiden ver la propia realidad.

Siempre que voy a Brasil me hablan de la pobreza y de los numerosos problemas que, evidentemente, existen. No me hablan tanto de la segregación racial, que también existe, como el mismo Milton comentó muchas veces y señaló en alguno de sus escritos en Folha deSâo Paulo, o se observa simplemente utilizando los aeropuertos. Y no se habla casi nunca de la riqueza, del dinamismo de la vitalidad y la creatividad de ese nuevo Brasil que puede superar crisis coyunturales como la que está en estos momentos padeciendo.

Desde hace veinte años vengo oyendo a muchos amigos brasileños repetir que las cosas van cada vez peor en su país. Lo que es manifiestamente falso y tal vez refleja la incapacidad que a veces tenemos los intelectuales para juzgar correctamente la realidad. Yo creo que en estos últimos veinte años Brasil ha mejorado de forma clara, y he sido testigo de esas mejoras. Lo impresionante es darse cuenta de que existen intelectuales que vienen repitiendo la misma cantinela desde los años 1930, aunque algunos de ellos más tarde se den cuenta de su error y hayan reconocido que se equivocaron, como hizo Rangel en una entrevista memorable que le hicieron en la revista Geo Sul hace ya unos años.

Lo que yo creo que ocurre es que entre las clases medias y altas, a las que pertenecen en general los profesores universitarios, son cada vez mayores las aspiraciones y las expectativas de mejora, y cada vez mayores también las desviaciones entre ellas y las posibilidades reales de conseguirlas. De ahí nace una frustración que produce esa visión negativa de la realidad.

Un verdadero maestro

Sin duda Milton Santos fue un ciudadano y un científico ejemplar. Preocupado por los problemas de su tiempo, interviniendo activamente en la sociedad, en un intento de transformarla. Es eso esencialmente lo que nos ha de quedar de él.

Como escribió Jorge Luis Borges, "maestro es quien enseña con el ejemplo a tratar con las cosas, un estilo genérico de enfrentarse con el incesante y vario universo". Sin duda Milton fue en toda su acepción un verdadero maestro y es ese ejemplo el que hemos de seguir. Sus teorías, sus libros, sus conceptos y sus datos servirán mientras sirvan, mientras podamos utilizarlos para entender mejor la realidad. Cuando eso no ocurra deberán ser superados, y esa es la tarea que tienen los jóvenes geógrafos y científicos sociales brasileños. Estoy convencido de que el mejor homenaje que debemos hacer a la obra de Milton Santos es partir de ella, leerla desde posiciones no dogmáticas, cuestionarla y superarla. Sólo de esa manera su trabajo será fructífero y tendrá incidencia en el futuro de Brasil.



Bibliografía

BORGES, Jorge Luis. Pedro Henríquez Ureña. In Prólogos con un prólogo de prólogos(1975).Obras completas. Vol. IV 1975-1988. Barcelona: Emecé Editores, 1997.

CAPEL, Horacio. La regionalización de los países en vías de desarrollo: el caso de Brasil. Revista de Geografía, Universidad de Barcelona, vol. III, nº 1-2, 1969, p. 108-129. Reproducido en CAPEL, H. Estudios sobre el sistema urbano. Barcelona: Ediciones de la Universidad de Barcelona, Col. Pensamiento y Método Geográficos nº 3, 1974; 2ª edición, 1982, p. 99-120.

CAPEL, Horacio. Los años murcianos de Juan Vilá Valentí. In Professor Joan Vilá Valentí. El seu Mestratge en la Geografía Universitaria, Barcelona: Universidad de Barcelona (Col.lecció Homenatges), 1999, p. 89-102.

CARLOS, Ana Fani Alessandri. Ensaios de Geografía Contemporánea. Milton Santos. Obra revisitada. Sâo Paulo: Editora Universidade de Sâo Paulo/Editora Hucitec, 2001. 333 p.

REYNAUD, Alain. El mito de la unidad de la geografía. Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, Universidad de Barcelona, nº 2, marzo 1976. 40 p.

SANTOS, Milton. Geografía y economía urbana en los países subdesarrollados. Traducción de Rosa Ascón. Barcelona: Oikos-Tau, 1973. 281 p.

SANTOS, Milton. Espacio y método. Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana, Universidad de Barcelona, nº 65, septiembre 1986. 57 p.

SANTOS, Milton. O país distorcido. O Brasil, a globalizaçâo e a cidadanía. Organizaçâo, apresentaçâo e notas de Wagner Costa Ribeiro. Ensaio de Carlos Walter Porto Gonçalves. Sâo Paulo: Publifolha, 2001. 223 p.



© Copyright Horacio Capel, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002

Ficha bibliográfica:

CAPEL, H. "Continuar y superar a Milton Santos". In: El ciudadano, la globalización y la geografía. Homenaje a Milton Santos.Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, núm. 124, 30 de septiembre de 2002.http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-124.htm [ISSN: 1138-9788]


Índice número

Menú principal