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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(001), 1 de agosto de 2003

LA VIVIENDA RURAL EN EL PREPIRINEO Y PIRINEO CATALÁN (SIGLOS XI AL XVI)

Manuel Riu
Universidad de Barcelona

La vivienda rural en el Prepirineo y Pirineo catalán (siglos XI al XVI) (Resumen)

Desde la Antigüedad, el ámbito del Prepirineo y Pirineo catalán estuvo permanentemente habitado.

La vivienda rural en esa zona experimentó sucesivas evoluciones a lo largo del tiempo, desde la forma más antigua, la cueva o "espluga" (en latín spelunca) se pasó a otras formas de viviendas, primero aisladas, cuyo prototipo es el "manso" o "mas", y más tarde de manera agrupada en villorrios.

Esta evolución centrará nuestra comunicación que adopta el punto de vista de la arqueología medieval; finalizaremos nuestra intervención con la presentación de un ejemplo de vivienda del siglo XVI, la Casa-Torre o Casa Nova de Clarà, en la comarca del Solsonès, de cuya construcción se conservan los planos.
 

Palabras clave: vivienda rural, Pirineo catalán, Edad Media.

The rural housing in the Catalan Pre Pyrenees and Pyrenees (11th - 16th Centuries) (Abstract)

From the Antiquity, the Catalan Pre Pyrenean and Pyrenean zone was permanently inhabited.  The rural home experienced there succesive evolutions throughhout the time.  From the oldest form, the cave or "espluga" (from the Latin spelunca) the rural housing evolved to other forms.  In a first period, as isolated rural houses, whose prototype is the "manso" or the "mas"; later, by grouping toghether as little villages.

This evolution will centre the subject of our communication where we adopt the Medieval Archeology viewpoint; we finalize our intervention with the presentation of an example of the 16th Century house, the Casa- Torre or Casa Nova of Clarà, in the Solsonès country, whose drafts are conserved until today.

Key words: rural housing, Catalan Pyrenees, Middle Age.

Para realizar el estudio de la vivienda rural en el ámbito del Prepirineo y Pirineo Catalán, de los siglos XI al XV, disponemos de los materiales procedentes  de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo a partir del año 1958 en las comarcas de Berga, Vic y Solsona. A estos testimonios arqueológicos hay que añadir varios tipos de documentos escritos, tales como los establiments y los capbreus a los cuales habrá que sumar otros textos complementarios como los referentes a obras, herencias, compraventas, hipotecas, censales, censos, rentas, etc.

Dividiremos el conjunto de viviendas en dos grandes grupos: 1) viviendas rurales aisladas, cuyo prototipo es el manso o mas, y 2) vivienda rural agrupada o villorrio, a sabiendas que, en ambos grupos, se hallan formas divergentes y se establece una clara evolución a lo largo del periodo.
 

La cueva rural o espluga

La forma rural mas antigua se pone de manifiesto en la cueva o "espluga" (spelunca, en latín) que aprovecha la roca horizontal para trazar el suelo, y la peña vertical para la pared de fondo, y aunque a menudo ha sido considerada tan solo como habitación-refugio circunstancial o temporal, y no permanente, en el Pirineo ha dejado vestigios importantes.

A  menudo a esta cueva se la ha añadido una pared delantera o fachada, ya hecha con piedra sin apenas labrar y dispuesta en seco o con barro, ya con bloques de tapial, con menor frecuencia, pero con techo natural que suele aprovechar la concavidad de la cueva. Esta cueva suele estar dotada de agua, que rezuma de la parte posterior y se almacena en pilas o depósitos de piedra. En algunos casos, como en el ejemplo de Canalda (Roc dels Moros, municipio de Odén), una gran cueva alberga en su interior: la era para la trilla, el huerto con árboles frutales, para las hortalizas y verduras; y el horno para cocer el pan, además de una casa de dos pisos. La restauración reciente de la via de acceso que, partiendo de la carretera de Sant Llorenç de Morunys a Organyà, sube hasta el pie del acantilado de la Sierra de Odén, donde se abren varias cuevas, permite la visita con facilidad.

En este ejemplo las cuevas-viviendas están separadas unas de otras. A veces las covachas forman una hilera o calle, como en El Verger, bajo el Santuario de Nuestra Señora de Lord, habitadas desde la Antigüedad. O como en la Sierra de Santa María de Les Garrigues (Vilosiu, Cercs, Berguedà) habitadas en los siglos XII y XIII. Si bien con el tiempo estas cuevas tan solo se utilizaron para guardar los rebaños de ovicápridos (1).
 

El "mas" primitivo

Vivienda de una sola planta, formada por dos superficies de planta rectangular, contiguas pero incomunicadas, y destinada una de ellas a las personas y la otra a los animales. El suelo lo constituye la roca puesta horizontal, y la pared de fondo es también la peña puesta vertical y en la cual se ha situado una hilera de agujeros en los cuales se empotraron las vigas de la cubierta, distantes entre sí unos 40 cms. La fachada discurre paralela al muro de fondo y en ella se abre la puerta, frente al camino de acceso. A veces se ha labrado un banco de piedra seguido ante el muro posterior y frente al fuego del hogar, que ardía en el suelo. Un agujero en la cubierta permitió la evacuación de humos. En el ámbito contiguo, bóvidos, équidos, cerdos, ovejas y cabras se encierran juntos. La altura útil del interior de la vivienda suele oscilar entre los 2 y los 2,30 metros, y a menudo un tercer ámbito, a cielo abierto, se destina a las gallináceas y patos.

Desde el siglo IX cabe rastrear este tipo de mas, próximo a una fuente o corriente de agua y rodeado por unos pocos campos, y uno o dos huertos. Este mas pasa a ser una subdivisión de la villa o fundus de la Antigüedad y, con el tiempo, fue evolucionando. Al principio, fue el asentamiento de un grupo familiar y su base económica, agrícola y ganadera. Con el tiempo se integrarían en él dos o tres familias. Y aumentó el número de cuadras y corrales, y el de habitaciones.

El muro de fachada, cuyo grosor podía alcanzar los 1,20 metros, solía alzarse frente al prado  o zona de pastos, y distaba unos cuatro metros del muro de fondo. Los muros laterales, perpendiculares a la fachada podían tener un grosor de 80 a 90 cms. Cuando, en el  siglo XI, el ámbito de las personas se ha distribuido en dos espacios, no suelen faltar en el posterior, que sirve de almacén, ni los silos para almacenar los cereales, abiertos en el suelo rocoso, ni la alacena abierta en el grueso del muro, o las grandes tinajas empotradas en el suelo.

Los dos mansos de Vilosiu (A y B), excavados entre 1960 y 1985, muestran dos etapas distintas en la evolución del mas horizontal, en el cual se han empezado a subdividir los ámbitos destinados a las personas y a los animales, con el horno de cocer el pan en  medio, en el manso B de Vilosiu. El manso A de Vilosiu, habitado hasta mediados del siglo XIV y mucho más evolucionado, contaba ya con nueve ámbitos y una ampliación en un nivel superior con corral y horno de cocer el pan familiar. Situado a unos 1.200 metros de altitud contaba con una superficie edificada de unos 200 m2 (2).
 

El manso torre

En el entorno de los siglos XII-XIII, mientras el manso horizontal evoluciona y experimenta las transformaciones apuntadas, surge un tipo de vivienda rural aislada nuevo: el manso o mas vertical. La vivienda rural tiende a edificarse superponiendo a la planta baja una o dos plantas encima. Este manso-torre, construido por picapedreros y maestros albañiles, con piedra bien labrada e hiladas regulares, era de planta cuadrada o ligeramente rectangular, constando de un cuerpo. La planta baja, en la cual se abría la puerta adovelada, estaba destinada a los animales: équidos y bóvidos, con los correspondientes pesebres y aspilleras para la ventilación.

 La escalera, generalmente de madera, situada en el ángulo contiguo a la puerta, conducía al primer piso; éste hecho de tablones asimismo de madera, permitía que pasara el calor a los pisos superiores. El primer piso destinado a la vida familiar contaba con la cocina-comedor y una habitación dormitorio. El segundo piso contenía el resto de las habitaciones y graneros, pudiendo haber sido añadido en el siglo XIII. Ventanucos pequeños iluminaban algunos pisos. Los suelos de los pisos acostumbran a ser de recias tablas de madera hasta el siglo XV, en que los espacios  entre vigas se cubren con yeso, o con piezas de barro cocido (socarrats). Si al principio la cubierta a una sola vertiente solía ser de lajas de pizarra o piedra caliza, desde el siglo XIII empezó a sustituirlas la teja curva o teja árabe, en tanto que la cubierta de tejas pasaba a ser de dos vertientes.

El hogar de la primera planta solía adosarse a uno de los ángulos interiores, colocando en el suelo gruesas lajas de piedra y abriendo las primeras chimeneas. En el triángulo que dejaban libre las jácenas solía almacenarse la paja y la hierba seca para alimentar el ganado durante los meses de invierno. Ya en el siglo XIII empieza a distinguirse la domus forta, que es a la vez un manso fortificado y un punto de vigilancia en el paisaje, del mas de tradición antigua con el cual subsiste. Se ha afirmado que cada diez mansi se construye una domus-forta, y que en la Baja Edad Media los mansi distan entre sí de 200 a 300 metros, cuando forman parte de una misma villa.

El manso-torre de los siglos XII-XIII, habitable por una familia y situado en un punto estratégico del paisaje que a la vez proteja el hábitat agrupado próximo y vigile sus vías de acceso, representa -como ha indicado Jeroni Moner- el inicio de un largo proceso de creación de una tipología arquitectónica que pasando por el manso de dos tramos o cuerpos, se consolida definitivamente con el de tres cuerpos y sala central en el siglo XVII y que perdura de forma inalterada hasta en las últimas construcciones de masos en el siglo XIX (3).
 

Los siglos XI-XII, una época de cambios

Se ha indicado también que esa domus forta o ese manso-torre constituyeron la unidad fiscal en la Baja Edad Media, debiendo recaudar los impuestos de la decena de mansi desperdigados en su entorno, cuando correspondían a un mismo señorío. En este caso, no obstante, podían ser a la vez el centro de la batllia y el lugar de habitación del batlle y su familia. Mas este papel con respecto al señor del lugar parece ser que, en varias comarcas del Pirineo, correspondería a la sala. Con este topónimo vemos designadas, en la Baja Edad Media, a varias masías situadas entre los masos propiamente dichos, e integrando una cierta unidad económica con ellos.
Como observa Lluís Tó, en las familias campesinas, durante los siglos XI y XII los cambios que se producen son espectaculares (4). Un nuevo tipo de pacto permitió al campesino, rusticus todavía libre, que cediera a un hijo o hija (hereu o pubilla) lo esencial del patrimonio familiar, a la vez que se pactaba la residencia conjunta con los padres. De este modo se establecía un nuevo tipo de familia troncal que aparece con claridad en los textos del periodo, basado en la boda patrilocal del hijo heredero o de la hija heredera. Así se consolidaba a lo largo del siglo XII el "campesinado del manso". Si bien los mismos grupos sociales, afincados en el manso, tendieron a quedar inmobilizados en él, cayendo al fin en un nuevo estatus servil del cual deberían redimirse (pagesos de remença).

El mas es, desde entonces, una de las estructuras fundamentales (5) de la sociedad rural. Compuesto por una casa-residencia, acompañada de otros edificios destinados a los distintos elementos propios de la explotación agropecuaria. Con los campos que le pertenecen, situados a su alrededor o dispersos entre los de otras fincas. Además de campos para la explotación de tierras de cultivos de secano, el manso suele poseer viñas y huertos con frutales. El conjunto de dependencias se llama masada (término del primer tercio del siglo XII). El mas, pues, se corresponde con una explotación agrícola de tipo familiar, suficiente para mantener una familia. Puede comprender varios capmasos.  Un caput mansum puede servir de residencia al señor.

Desde el siglo XI el mas se tiende a convertir en la unidad básica del señoriu. Y debe rentas en dinero y en especies, y servicios o prestaciones de trabajo, a sus señores. Desde mediados del siglo XI los censos y servicios tienden a unificarse en torno del mas como unidad económica, en los contratos agrarios, con censos, usajes y servicios, y los inventarios de censos o capbreus, se organizan a partir de los mansos. Desde 1100 muchos dominios laicos y eclesiásticos aparecen reestructurados en mansi. A partir de los bosques próximos se crearán muy pronto los nuevos mansi o bordas, que tenderán  a subdividir los mansi existentes. Un matrimonio puede establecer a su hijo en una tinença  y convertirla en mas, añadiéndole unas piezas de tierra de labor. Estos nuevos mansi son de hecho tenencias feudales que pagan rentas, censos fijos y partes de frutos (del tercio al quinto o la mitad).

En los contratos, desde el siglo XI suele figurar el derecho de entrada (una cantidad de dinero expresada en sueldos de moneda de terno barcelonesa, en general), con porcentajes para el batlle o administrador local. Asimismo figura en los contratos el pago de toltes, forces, usos y usatges, acaptes, albergues, agrers, joves, emprius y, desde el siglo XIII, los malos usos y servicios como arar, trillar, segar, traginar, y otras exacciones que se consideran justas e injustas. La tinença incluye a los hombres y mujeres que viven en el manso sujetas al dominio banal, si bien se pueden redimir previo pago de un rescate o redención (remença) de unos 5 a 25 sueldos. Por el contrato de establecimiento de un manso el campesino, desde el siglo XIII pasa a ser solidus semper (homo proprio et solido) pero desde el siglo XIV puede redimirse pagando un rescate, si bien desde 1348 éste se ve sensiblemente incrementado (dos y tres veces).

La reducción del número de mansos habitados, después del ciclo de pestes iniciado en el primer tercio del siglo XIV, permitiría que los subsistentes vieran ampliadas sus tierras y pudieran aumentar sus ingresos y con ellos iniciar obras en sus construcciones, que continuarían después de la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1487). A partir de entonces el tipo de manso de tres cuerpos con puerta en la parte central de la fachada y con sala en el primer piso, se hizo habitual. Consta, por ejemplo, en un capbreu de 1516 que el manso de Montraveta, del lugar de Perecamps, tenía un cup cerca de la puerta de la casa para "bullir la verema i fer vi", y un perxe para alimacenar las garbas, un corral de bueyes, una era, dos huertos, seis jornales de viña, 16 feixes para el cultivo de secano, una balsa y un horno para cocer el pan.
 

Tipos de población agrupada

Al lado de estos tipos de población dispersa, desde el siglo XI se desarrollan varios tipos de población agrupada, en particular en las zonas de población fronterizas con el Islam. Veamos algunas características de estos tipos, y en particular de tres de ellos que se desarrollan entre los siglos XI y XIII.

1) En primer lugar cabe señalar  el núcleo formado aprovechando una cueva o abrigo rocoso. Lo integran una serie de construcciones rectangulares dispuestas en línea unas junto a otras, al lado de un camino o calle, a la cual se abren otras puertas. Se trata de edificios de una sola planta, construidos con piedra de regular tamaño, sin pulir ni trabajar apenas, y sin otra argamasa que el barro arcilloso. Las paredes laterales, perpendiculares a la fachada y a la roca de fondo, son asimismo de piedra de regular tamaño, sin apenas labrar y dispuesta en seco o solo con barro, teniendo un grosor que suele oscilar entre los 60 y los 80 centímetros. Las viviendas, muy sencillas y con una superficie de 20 a 30 m2, carecen de chimenea. El fuego del hogar arde en el suelo, separado de los muros. Los humos salían por algún agujero abierto en el techo, estableciéndose una corriente de aire entre las lajas del techo y la puerta de la vivienda para la circulación de humos. La techumbre, hasta avanzado el siglo XIII, continuó siendo sostenida por un recio envigado perpendicular al muro de fondo y algo inclinado en dirección a la fachada. Sobre dicho envigado con separación de unos 40 centímetros, se colocarían ramajes, losas y acaso una capa de arcilla, que debería ser renovada periódicamente. A juzgar por el poblado de La Jassa (municipio de Cercs, Berguedà), típico pueblecillo de pastores, con una sola línea de viviendas adosadas a la roca, el número de casas no sobrepasaría la media docena.

2) El segundo grupo lo constituyeron los núcleos construidos en la cima de un peñasco de acceso único o difícil., por una senda en zig-zag.  Situados en puntos estratégicos del paisaje, fácilmente fortificados, una sola calle asciende entre las viviendas cuya pared de fondo constituye la muralla que los rodea. Las puertas se abren a esta calle con paredes de unos 80 cms. de grosor. La planta de las casas es rectangular y el fuego del hogar estuvo situado sobre el suelo de la roca. No parece que estos poblados, documentados en el siglo XI, tuvieran castillo ni tampoco iglesia, siendo su economía agrícola y ganadera. Los campos se hallaban escalonados en una pendiente contigua y el ganado se escondía en cuevas situadas al pie del poblado.

Como en el ejemplo anterior, las casas eran de una sola planta, con paredes construidas directamente sobre la roca, por los propios campesinos, sin apenas argamasa de cal y tierra, y con piedra sin pulir de tamaño mediano. Las casas podían constar de una, dos o tres habitaciones, y el número de viviendas no sobrepasaría la docena. Su cubierta fue de losas hasta época avanzada. Este tipo de poblados, fechable entre los siglos XI y XIV, se iría abandonando, de los siglos XIV al XVI, yendo la población a vivir a los llanos o valles próximos. Ejemplo típico lo tenemos en el poblado de Roc de Palomera, en el término municipal de Saldes, Berguedà.

3) El tercer grupo de pueblecillos de frontera, probablemente el mas extendido por sus características, situado en un altozano o en un medio de fácil defensa, tenía en uno de sus extremos el castillo o torre de defensa de planta cuadrada o rectangular, y el edificio de la iglesia en el extremo contrario, con las viviendas en medio, en torno de los dos lados de la calle principal. La pared de fondo de las viviendas era a la vez el elemento básico de la fortificación o muralla propiamente dicha, de unos 90 a 80 cms. de grosor. En ocasiones el castillo y la iglesia se hallaban juntos en la parte mas elevada, e incluso una muralla interior separaba la parte de las viviendas, situadas al pie. Si bien el tipo antes citado parece haber sido el mas frecuente, con muralla y foso de 4 a 6 metros de anchura y profundidad. El paramento se hizo mas regular, con hiladas bien trazadas, propio de los siglos XI y XII, y la argamasa de cal reforzaba los muros.

El castillo solía ser sencillo, de planta elíptica con torre cilíndrica o troncoconica , y patio interior a cielo abierto. Si se trata de una simple torre de planta cuadrada o rectangular, de unos 4 x 4 x 4 x 6 metros, el grosor de los muros no suele sobrepasar el 1,20 m. La iglesia, de paramento regular, suele estar formada por una sola nave, con ábside diferenciado de planta rectangular, unido a la nave por arco de herradura, con un banco de piedra adosado a la parte interior de los muros y con capacidad para unas 45 personas sentadas. Cubría la nave un enlosado a doble vertiente, y el ábside una bóveda semicilíndrica. La calle principal en pendiente, estrecha y sinuosa, arrancaba de la puerta del templo y avanzaba entre tumbas excavadas en la roca o de lajas, de distintos tipos. Las casas eran de planta rectangular, con el fuego del hogar descentrado para evitar los humos, de planta circular y rodeado por un círculo de piedras, sobre una capa de ceniza. Un banquillo de piedra, adosado a un muro lateral, facilitaba el manejo para la cocción de los alimentos en ollas de cerámica grises. Varias viviendas disponían de horno para el pan y en algunas el grosor de las paredes alcazaba  entre 1,40 y 1,60 metros para dar cabida al horno angular. El número de familias que vivía en estas casas podía alcanzar la veintena, con unos 150 habitantes. No solía faltar tampoco la plaza, junto a la iglesia cuyo suelo servía de cementerio. El ejemplo de Sant Esteve de Caulers o el de Sant Miquel de la Vall son, por ahora, los mas representativos.

Estos tres tipos de poblados rurales, completados con la construcción en sus cercanías de varias torres de defensa o mansos-torres, situados en altozanos próximos al poblado, junto a los caminos de acceso, completaban el paisaje, con el molino-herrería situado al pie de la corriente de agua que le proporcionaba la fuerza hidraúlica.
 

La vivienda rural del siglo XVI

A partir del siglo XVI el manso típico o "consolidado" es un edificio de tres cuerpos (trams) de igual anchura (5 por 3 metros de fachada), que consta de planta baja, un piso con gran sala, en medio, y el desván (perxe, con cubierta de tejas a doble vertiente). Sus precedentes, como hemos podido ver, cabe rastrearlos en el siglo XIV, aunque en éste suelen edificarse tan solo dos cuerpos; Jeroni Moner ha observado con acierto el proceso (6). La planta baja está cubierta con bóveda de lajas o de ladrillos. Una escalera de piedra, centrada, conduce a la gran sala del primer piso. Contigua a ésta suele hallarse la cocina, que también puede situarse en la planta baja, junto a las cuadras del ganado.
 

La casa-torre o Casa Nova de Clarà

Vamos a terminar con un ejemplo del siglo XVI, el de la "Casa Nova" de Clarà, en la comarca del Solsonès. Esta casa fue construida por los priores de la Cofradía de Nuestra Señora dels Colls, de la villa de Sant Llorenç de Morunys, en la parte central del término del castillo de Clarà, uno de los tres castillos que integraban el dominio de la Cofradía. El Museo del Patronato Valldelord ha conservado los planos de la misma. Según dichos planos, el 9 de enero de 1558 los priores de la cofradía, actuando como señores del castillo, concertaron con el picapedrero Francesc Borés la construcción de la casa mediante los planos que le entregarían (7). Debería construir de piedra las paredes, puertas, ventanas y esquinas. Borés tenía que labrar la piedra y transportarla, procurándose toda la madera para los encimbrajes, clavos, cuerdas y el resto de materiales que precisara. Las vigas se las proporcionaría la Cofradía. La casa debería medir 120 canas de anchura calculadas desde la fachada exterior por 72 canas de destre de altura. Las paredes probablemente serían de un grosor de cinco palmos hasta el primer piso, cuatro palmos del primero al segundo techo, y lo que le pareciera adecuado hasta la cubierta. La planta baja se dividiría en seis estancias y tres cuerpos. La escalera, situada en medio, tendría puertas a ambos lados, y había de ser construida con piedra labrada, como la bóveda de la cárcel, situada en la planta baja y dotada de un ventanuco con barrotes de hierro. Podía realizarse un banco de piedra frente a la casa, y una garita. Y una chimenea vaciada en la pared de la cámara. Probablemente se efectuaría también un pórtico de piedra y el alero bajo el tejado. La arena y la cal debería procurárselas el constructor, y las tejas y azulejos los cofrades. Se anticiparían 100 libras a Burés para que éste pudiese empezar las obras.

El plano principal muestra la puerta adovelada en medio de la fachada, con dos ventanas a ambos lados y con los agujeros para la viga destinada a cerrar la puerta. Tres ventanas en la planta noble y una línea de siete ventanucos en la planta superior formaban la galería. El 12 de mayo de 1569, diez años y medio después, es muy posible que el carpintero de Solsona, Geroni Nogués concluyera la obra de madera: el suelo de la sala principal,  el de la sala de fuego y la baranda. El carpintero iba a percibir la madera necesaria, el hospedaje y 12 ducados por su trabajo.

Esta Casa Nova, todavía hoy existente, la destinaba la Cofradía a ser el centro de la batllia y cárcel del castillo de Clarà. Dicho castillo se hallaba ya entonces en ruinas y su piedra fue ampliamente aprovechada en el nuevo edificio.
 

Notas

1)- M. RIU. L´arqueologia medieval a Catalunya. Els Llibres de la Frontera, 28. Barcelona, 1989, p. 39-41.

2)- Id. idl, pp. 44-54.

3)-   J. MONER. L´estructura tipològica. p. 137-139.

4)-   Ll. TO.  Familia i hereu. p. 351.

5)-   Ll. TO. Familia i hereu. p. 194-208.

6)- L´estructura tipològica del mas: els precedents medievals. Actes del Col.loqui. El mas medieval de Catalunya. Quaderns del Centre d´Estudis Comarcals de Banyoles, nº 19, Banyoles, 1998, p. 127-140.

7)-  Arxiu de la Confraria dels Colls (Museu del Patronat Valldelord), Lligall 11, núm. 7.
 

Bibliografía

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BOLÓS, J. Els masos a l´Edat Mitjana. Història i arqueologia. In Actas El mas medieval a Catalunya, Banyoles: 1998, p. 95-111.

BOLÓS, J. L´habitat dispers a la Catalunya medieval.  Catalunya i Francia meridional a l´entorn de l´any mil. Actas del Coloquio Internacional Hug Capet, Barcelona, 1991, p. 261-268.

BOLÓS, J. El mas medieval a Catalunya. Quaderns del Centre d´Estudis Comarcals de Banyoles, nº 19, Banyoles, 1998. 140 p. con ils.

FERRER, Mª TERESA; MUTGÉ, JOSEFINA; RIU, MANUEL (Eds.). El mas català  durant l´Edat Mitjana i la Moderna (segles IX-XVIII). Barcelona: C.S.I.C. Institució Milà y Fontanals, 2001. 655 p. Actas del Coloquio celebrado en Barcelona del 3 al 5 de noviembre de 1999.

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RIU, M. Algunos modelos de población dispersa y agrupada en la Cataluña medieval. Boletín de Arqueología Medieval, Madrid, nº 7, 1993), p. 89-93.

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RIU, M.: Notes sobre l´aportació de l´arqueologia a l´urbanisme medieval català. Fonaments nº 5, Barcelona, 1985, p. 141-154.

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© Copyright Manuel Riu, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

Ficha bibliográfica:
RIU, M. La vivienda rural en el Prepirineo y Pirineo catalán. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(001). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(001).htm> [ISSN: 1138-9788]

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