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Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(016), 1 de agosto de 2003

CASAS Y VIVIENDAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO. ESPEJOS DE LAS TRANSFORMACIONES URBANAS 1848-1882

María Dolores Morales
María Gayón Córdova
Instituto Nacional de Antropología e Historia

Casas y viviendas de la Ciudad de México: espejos de las transformaciones urbanas 1848-1882 (Resumen)

Durante el tercer cuarto del siglo XIX la venta de los bienes del clero y las tierras de las parcialidades indígenas tuvo un fuerte impacto sobre la estructura física de la ciudad de México, que se reflejó en el centro de la ciudad en la subdivisión interna de las casas y en la perifería en la construcción de casas de vecindad de múltiples viviendas para renta. Procesos que analizamos a través del estudio comparativo de las casas y viviendas, especialmente del promedio de viviendas por casa apoyados en la información de dos padrones de población levantados en 1848 y 1882.

Palabras Clave: ciudad de México, vivienda y sociedad, desamortización.

Houses and housing in México City: reflects of urban trasformations 1848-1882 (Abstract)

During the third quarter of the 19th century the sale of Church properties and of indigenous groups"rsquo; lands had a strong impact on the physical structure of Mexico City reflected in the way houses were subdivided in the central distrit and in the building of community houses containing numerous dwellings for rent in the periphery of the city. We analyze this processes through a comparative study of the houses and dwellings, specially of the average of dwellings per house based in two population censuses taken in 1848 and 1882.

Key words: Mexico city, housing and society, disentailment.

El objetivo de esta ponencia es realizar un estudio comparativo de los cambios y permanencias registrados en las casas y viviendas de la ciudad de México en el período comprendido entre 1848 y 1882.[1]Nos centramos especialmente en el análisis del importante incremento que tuvieron las viviendas con respecto al número de casas.

En el lapso que abarca este estudio la ciudad registró un aumento significativo del número de casas y viviendas, siendo el de las viviendas muy superior al de las casas, lo que dio origen a que se incrementara el promedio de viviendas por casa. En 1848 se empadronaron 5,597 casas con 30,616 viviendas, un promedio de 5.4 viviendas por casa, y en 1882 se censaron 7,778 casas y 52,283 viviendas, que corresponde a un promedio de 6.7 viviendas por casa.

Cuadro 1
 
Número de
casas censadas
Número de 
viviendas censadas
Promedio de 
viviendas por casa
 
1848
1882
1848
1882
1848
1882
Area Central
2758
2978
14350
18866
5.20
6.34
Perifería
2839
4800
16266
33417
5.73
6.96
Conjunto 
5597
7778
30616
52283
5.47
6.72
Fuente:Padrones de población de la Ciudad de México 1848 y 1882

Estos aumentos diferenciados de casas y viviendas muestran una ciudad que experimentó dos fenómenos. El primero es un interesante proceso de densificación de las casas existentes, lo que significa una subdivisión interna de las fincas, que se da principalmente en el centro de la ciudad,[2] y el segundo es la construcción de nuevas casas con múltiples viviendas, proceso más generalizado en las zonas no céntricas  de la urbe.

El aumento de poco más de 2,100 casas y de casi 22,000 viviendas muestra que ya sea por construcciones nuevas o por subdivisión de las existentes, hubo un incremento  del promedio de viviendas por casa que, sin embargo, no fue uniforme en toda la ciudad. En el centro  las casas aumentaron  8 por ciento y las viviendas  31 por ciento con respecto a las censadas  en 1848. En el resto de la ciudad las casas aumentaron  69 por ciento y 105 por ciento las viviendas. Así tenemos que la gran mayoría de las casas y viviendas nuevas se ubicaron en la periferia. El promedio de viviendas por  casa siguió siendo, como en 1848, más alto en la periferia que en la zona central (figuras 1 y 2).

En 1848 había en la ciudad de México 58 casas formadas por más de 30 viviendas, 19 de ellas  se localizaban en el cuadro central y las 39 restantes estaban en la periferia. La finca con mayor número de viviendas era la del mercado de Santa Catarina, en  la zona de la Lagunilla,  con 101 cajones habitados.  Seguía una casa con  75 viviendas en el barrio de Nuevo México compuesta por  34 cuartos, 25 jacales, 15 accesorias y 1 vivienda.[3] En el centro de la ciudad  la casa con más viviendas tenía 55, se componía de 27 cuartos, 25 viviendas y 3 accesorias.

Figuras 1 y 2

Para 1882 el número de casas con más de treinta viviendas se incrementó  de manera importante al pasar de 58 a 213.  De ellas 50  estaban en el centro y 163 en la periferia. La casa con mayor número de viviendas en 1882 era una finca con 105 viviendas por el rumbo de San Salvador el Seco compuesta por  104 cuartos y 1 vivienda.  Seguían  dos casas de 96 y 94  viviendas cada una, la primera formada por 95 cuartos y 1 vivienda y la otra compuesta de 81 cuartos, 11 viviendas y 2 accesorias. En tanto que la casa con mayor número de viviendas de la zona central tenía 66 viviendas: 50 cuartos, 12 viviendas y 4 accesorias.

Algunos de los factores que explican este incremento de casas y viviendas son por una parte el aumento en  la demanda de vivienda, originado por el notable incremento  de la población de la ciudad de México que  pasó  de 120,000  a 193,000 habitantes,[4] y que se integraba principalmente por inmigrantes en busca de trabajo. Esto explica también que hayan aumentado las casas de vecindad de muchas viviendas, principalmente cuartos, cuyo costo promedio de dos pesos era más asequible para el trabajador y representaba para los propietarios  un negocio más rentable.

Por otra parte, la aplicación de las leyes de desamortización y nacionalización  permitió liberar terrenos de propiedad corporativa de la Iglesia y de las comunidades indígenas tanto en el centro de la ciudad como en la periferia y construir nuevas casas y viviendas para alojar a la creciente población. Asimismo, la aplicación de las políticas económicas de los gobiernos liberales, el incremento del gasto público en obras de infraestructura para la ciudad y el respaldo del Estado para fomentar la inversión de capitales particulares en el mercado del suelo urbano se combinaron con el aumento de la población e incidieron en una mayor polarización económica y social de los habitantes de la ciudad y en una creciente demanda de vivienda para los trabajadores.

En 1848 la iglesia era propietaria del 50 por ciento de todas las casas ubicadas en la zona central, además de los conventos e iglesias, y  del 13 por ciento de las  fincas situadas en el resto de la ciudad. Así, cuatro quintas partes de sus propiedades  estaban en el centro y sólo una quinta parte en la periferia. Por ello al aplicarse las leyes de desamortización y nacionalización no sólo se liberó el espacio de los conventos, iglesias y colegios sino también significó que  la mitad de las casas del centro pasaran a manos de particulares, lo que originó un cambio en las políticas de arrendamiento.

Un caso  que ejemplifica la subdivisión de fincas es el de los conventos que al dividirse en lotes, como consecuencia de las leyes de desamortización, cambiaron de uso y se convirtieron en varias casas y numerosas viviendas, ya sea aprovechando fragmentos de la misma construcción como celdas, partes de claustros, patios, etc., o siendo sustituidos por nuevas edificaciones.

Veamos dos ejemplos,  los conventos de la Concepción y de Santo Domingo. Al formarse lotes para su venta  el convento de la Concepción quedó dividido por la calle del Progreso (hoy Cuba) y el callejón del Cincuenta y Siete.  Era el más extenso y suntuoso de los monasterios femeninos habitado en 1848 por 47 religiosas, 13 niñas de convento y 50 sirvientas; para 1882 había sido sustituido por 45 casas divididas en 181 viviendas, un colegio católico y un templo protestante. La mayoría de las viviendas se destinaron exclusivamente a habitación, el resto, un 20 por ciento,  se acondicionó  como comercios, lugares para prestación de servicios o talleres de artesanos. Solo se conservó la iglesia del convento.

El  convento de Santo Domingo fue dividido en su eje norte-sur por la calle de Leandro Valle.  En 1848 no fue censado debido a que se encontraba ocupado por las tropas norteamericanas; para 1882 el antiguo convento se había convertido en 17 casas y 132 viviendas, se conservaron la iglesia y el cementerio. Más del setenta por ciento de las viviendas se destinó sólo a habitación, el resto se dedicó principalmente a talleres de artesanos o fábricas,  dos de ellas de sombreros, una de cigarros con 400 trabajadores  y otra de cerveza, así como a varios comercios y lugares para prestación de servicios.

En la ciudad de México el incremento de la demanda de vivienda hacía rentable la construcción de casas de viviendas para alquiler, sobre todo aquellas de bajo valor compuestas por numerosas viviendas, cuartos y accesorias, fincas que al tiempo que representaban una menor inversión, tenían un mayor rendimiento. En la época,  la renta anual de una casa constituía aproximadamente el 6 por ciento de su valor, sin embargo la información del padrón de 1848 nos muestra que había casas de múltiples viviendas cuya renta anual superaba de manera notable ese porcentaje. El señor Antonio María Cardona,  por ejemplo,  tenía dos casas la número 2 y la  3 de la calle del Aguila con un valor de 5,000  pesos cada una.  La primera era una casa con accesoria que rentaba 27.50 pesos mensuales (25 la casa y  2.50 pesos la accesoria).  La segunda finca se componía de 2 viviendas, 13 cuartos y 1 accesoria. Las viviendas rentaban 10 y 16 pesos mensuales; los cuartos de dos a tres pesos, uno de ellos no pagaba renta  por ocuparlo el  portero y su familia y el alquiler de  la accesoria era de 2.50  al mes. Las rentas anuales de la primera casa sumaban 330 pesos y  las de la segunda 708 pesos, esto es 7 por ciento y 14 por ciento respectivamente del valor anual de las casas.

También en el  centro,  la casa 12 de la primera  calle de Santo Domingo, propiedad de  Estaquio Orduña,  tenía un  valor de 45,000 pesos y se componía de una vivienda alta, dos viviendas bajas, un entresuelo y cuatro accesorias. Su renta anual era de 3,108 pesos que equivalían  al 7 por ciento  de su valor.  En la periferia  norte, en la calle  Lagunilla una casa con valor de 2,000 pesos estaba compuesta por 8 cuartos, una vivienda y tres accesorias y su  renta  era  de  318 pesos anuales, esto es el 16 por ciento del valor de la casa. Los ejemplos muestran que generalmente la  ganancia obtenida en las casas de muchas viviendas era  mucho más alta que la  que producían  las  de una o dos viviendas.

El  proceso de subdivisión interna de las casas con fines de arrendamiento es claro en el caso de tres fincas, las números 2 y 3 de la tercera calle de Santa Catarina Mártir y la de su esquina, la número 1 del callejón del Organo. Las tres propiedades pertenecían al comerciante Francisco Escudero. En 1848 la primera estaba formada por una casa con dos accesorias donde se alojaban una tocinería y una tienda; la segunda era una casa con cochera en la que había una jarciería, y la última de las casas estaba compuesta por una vivienda y cuatro cuartos.  En 1882 estas tres fincas aparecen como una solo casa de dos pisos formada por cincuenta y dos viviendas, que en su mayoría eran cuartos. Permanecieron de manera notable los giros comerciales y las familias que los administraban. Después de treinta y cuatro años se conservaban en la accesoria la tocinería y en la cochera la jarciería, en manos de los hijos de los comerciantes Sotres y Luna censados en 1848. La tienda había cambiado su giro por el de casa de empeño.

Un ejemplo de construcción de nuevas casas con múltiples viviendas es el de la casa  número 5 de la plazuela de Tepito. En 1848 en la zona donde se construyó esta casa solamente había unos cuantos jacales dispersos habitados por las familias de  albañiles, alfareros y de algunos tejedores.  Para 1882 la nueva casa estaba compuesta por 81 cuartos y 7 accesorias en donde habitaban mayoritariamente familias de artesanos dedicados a la producción textil y albañiles.

Como ya mencionamos este proceso de densificación de viviendas en la ciudad de México no se dio de manera homogénea en el centro y en la periferia, por ello consideramos importante realizar un análisis de cómo se dio el proceso en el centro y en algunas zonas de la periferia.
 

Los contrastes entre el  centro y la periferia

A través de los cambios en el promedio de viviendas por casa en el área central y en las zonas periféricas seleccionadas de la ciudad y apoyándonos en la información sobre los tipos de vivienda, el uso de suelo al que se destinaban y las principales ocupaciones de su población, caracterizamos cada una de esas zonas con objeto de descubrir como se reflejaron las grandes transformaciones que registró el país durante el  tercer cuarto del siglo XIX en la estructura física de la ciudad, y en especial en la vivienda. Nos referimos primero al centro y a la periferia en su conjunto, y después a algunas  zonas que seleccionamos de la periferia en las que nos interesa averiguar como incidieron los cambios de la estructura física en el norte y en el sur; en los lugares más próximos o más apartados del cuadro central; en zonas en las que se pusieron en marcha reformas urbanas o aquellas en las que los grandes cambios llegaron más tarde.
 

Centro

El centro de la ciudad, caracterizado por su perfecta traza en forma de tablero de ajedrez con sus calles orientadas conforme a los puntos cardinales, registró en el período 1848-1882 cambios físicos importantes originados por la aplicación de las leyes de desamortización y nacionalización como la apertura de 15 nuevas calles y la afectación de 42 edificios: conventos, iglesias, colegios y hospitales con sus patios, grandes huertas y cementerios. La ruptura de estos núcleos que habían constituido los puntos neurálgicos de la ciudad colonial amplió el espacio habitacional y el dedicado a servicios y dio origen a un uso de suelo más intensivo. Muchos de estos edificios se dividieron en lotes para su venta y otros se conservaron destinados a albergar instituciones públicas.[5]

Durante el período 1848-1882 la zona central tuvo un incremento en el número de sus casas, de 2,758 a 2,978 y un aumento mucho mayor en las viviendas que pasaron de 14,350 a 18,866 (véase el cuadro 1). El aumento de estas casas no siempre fue por construcciones  nuevas, ya que fue común que al dividirse los conventos en lotes, quedaran fragmentos de ellos como fincas aparte con un número de predio distinto. Cuando la construcción original no se demolió completamente, la población habitó las celdas conventuales, la parte de un claustro, de un patio o hasta de una capilla. Los conventos que se demolieron en su totalidad fueron substituidos por casas nuevas.

La subdivisión tan marcada de las casas y el que el cuarto fuera el tipo de vivienda más numeroso, tanto en el centro como en la periferia, nos muestra la gran polarización de la riqueza social, concentrada en pocas manos, y el bajo nivel de vida de la mayoría de la población citadina, que solo les permitía pagar una renta de dos pesos mensuales en promedio. En 1848 en la zona central seguían al cuarto por su número la accesoria y la vivienda. Para 1882 aunque el cuarto siguió siendo el más numeroso, el tipo que más creció, en términos relativos, fue la vivienda, que rentaba un promedio de ocho pesos mensuales y tuvo un incremento del 70 por ciento al pasar de 2,753 a 4,686, ello originó que el número de viviendas superara al de las accesorias. En 1848 en la zona central todavía se conservaban algunos jacales, en tanto que para 1882 sólo se empadronó uno.

Tanto en 1848 como en 1882 había un predominio en la ciudad de viviendas dedicadas exclusivamente a habitación, que eran poco más del 80 por ciento. En la zona central las que compartían el uso habitacional o no estaban habitadas y se destinaban a alguna actividad económica, eran el 19 por ciento en 1848 y el 26 por ciento en 1882, lo que muestra un proceso de crecimiento de las viviendas con otro uso o mixtas al concentrarse aun más en el centro el comercio, la producción y los servicios de la ciudad.

Considerando sólo a estas viviendas mixtas o con otro uso diferente al de habitación de la zona central, observamos que en 1848 predominaban las dedicadas al uso comercial, que tuvieron un incremento del 20 por ciento al pasar de 1,206 a 1,452, entre ellas destacaban las de la venta de alimentos y bebidas, sobre todo tiendas y pulquerías. Este aumento fue menor al de los sectores, productivos y de servicios, lo que no significó que se haya dado un estancamiento de las actividades comerciales en la zona central, sino una mayor concentración, tamaño y especialización de los negocios al crearse grandes almacenes, cajones de ropa y modas, venta de importaciones, abarrotes y agencias de comisiones.

Las viviendas dedicadas a la producción aumentaron 55 por ciento, de 1,051 a 1,629, eran en su mayoría de elaboración de alimentos y bebidas, seguidas de las dedicadas a la producción textil sobre todo sastrerías. Las viviendas ocupadas para la prestación de servicios fueron las que más crecieron y casi se quintuplicaron al pasar de 389 a 1,745, aunado a ello se registró un cambio en el tipo de servicios que se diversificaron, lo que muestra que la ciudad empezaba a modernizarse. Merece la pena destacar el notable incremento de los lugares especializados en el hospedaje por la construcción de varios hoteles, así como el establecimiento de un número importante de instituciones educativas tanto gubernamentales como particulares que pasaron de 26 a 219. Hubo también un significativo crecimiento de algunos servicios que en 1848 eran incipientes como los de transporte y los servicios financieros. Se crearon las oficinas y estaciones de ferrocarriles, las agencias de carga, las oficinas de compañías telegráficas, un buen número de sucursales del Monte de Piedad y varios bancos.

En el centro de la ciudad en el período 1848-1882 el grupo que congregaba un mayor número de trabajadores era el de los sirvientes, que aumentaron de 6,252 a 9,966, la mayor parte de ellos habitaban y trabajaban en la vivienda de su patrón. Los artesanos y productores registraron un ligero incremento de 5,851 a 6,197, sin embargo para 1848 representaban el 32 por ciento de la población ocupada, mientras que en 1882 eran solamente el 23 por ciento. Destacaban los dedicados a la producción textil, principalmente sastres y costureras. Los comerciantes aumentaron de 3,507 a 5,327 y mantuvieron una representación igual a la de 1848. Fue notable el descenso en el número de miembros del clero y el incremento de los empleados.
 

Periferia

La periferia de la ciudad era el territorio que en el siglo XVI se había destinado a los barrios y pueblos de indios de las parcialidades de San Juan Tenochtitlan y Santiago Tlatelolco, terrenos cortados por el paso de las acequias y caminos en donde se localizaban casitas y jacales que no seguían ningún orden ni alineamiento y un buen número de capillas construidas por los indígenas.

En el período 1848-1882 se dio en la periferia un incremento importante del número de casas que pasaron de 2,839 a 4,800 y un aumento aún mayor de sus viviendas que se duplicaron de 16,266 a 33,417 (véase el cuadro 1). El cuarto representa en los dos momentos estudiados más de la mitad de las viviendas de la periferia y fue el tipo que más creció en números absolutos al pasar de 10,044 a 17,380. Sin embargo en términos relativos fue la vivienda la que registró un mayor incremento ya que casi se quintuplicó (1,265 a 5,747). Las accesorias aumentaron 69 por ciento al pasar de 2,824 a 4,772, en tanto que el número de jacales se redujo a la mitad, de 974 a 426.

En la periferia las viviendas ocupadas en alguna actividad económica compartida con la habitación o sin habitar se incrementaron del 10 por ciento en 1848 al 12 por ciento en 1882 (1,573 a 3,987). En ambos momentos predominaban las viviendas dedicadas al comercio que tuvieron un incremento del 80 por ciento, al pasar de 852 a 1,531, eran en su mayoría tiendas y pulquerías.

Las viviendas destinadas a la producción aumentaron dos veces y media de 450 a 1,208, la mayoría estaban ocupadas en la fabricación de alimentos y bebidas, seguidas de las dedicadas a la producción de textiles, principalmente telares. Las viviendas ocupadas para la prestación de servicios casi se quintuplicaron, de 204 pasaron a 952 dándose un incremento mayor en los servicios educativos y de las bodegas.

En la periferia el sector de actividad con mayor número de trabajadores era el de los artesanos y productores, que representaban tanto en 1848 como en 1882 más de la mitad de la población ocupada, y aumentaron de 7,855 a 19,462 personas. Se dedicaban principalmente a la producción de cuero y piel, con un importante número de zapateros. Los comerciantes se incrementaron de 2,317 a 5,794. Los sirvientes crecieron de 2,277 a 5,408. Los empleados de los que en 1848 se empadronaron solo 93, ascendieron a 1,624 lo cual significó un notable aumento, más alto aún que el que registraron en la zona central.
 

Por los rumbos de la periferia

La periferia a que nos hemos referido era muy amplia y comprendía realidades muy diversas, por ello consideramos importante analizar la información de seis zonas que seleccionamos, algunas que registraron cambios en su estructura física y otras que se mantuvieron semejantes. Estas zonas son: Tlatelolco y Tepito al norte y noreste, Santa María la Redonda al noroeste, San Pablo al sureste y Tlaxcoaque y Nuevo México al sur y suroeste. Todas ellas comprenden un territorio más amplio que el que lleva su nombre, con objeto de ubicarlas con mayor rapidez (figura 3).

Figura 3

Tlatelolco

Esta zona estuvo formada por los barrios de indios de Tlatelolco y Santa Ana Atenantitech pertenecientes a la parcialidad de Santiago Tlatelolco y los terrenos de la Viña hasta llegar a la acequia de Tezontlale. En 1848 las manzanas que colindaban al oriente de la calle de Santa Ana y las que se localizaban al norte de la acequia estaban bien trazadas y en el resto del área se esparcían casitas y jacales. Destacaban la iglesia y el convento de Santiago Tlatelolco destinado a presidio, el Tecpan de Santiago, varias capillas, entre ellas, la de San Antonio el Pobre y el tiradero de basura de la Viña. En 1848 esta zona presentaba un panorama desolador, su población era muy pobre y estaba formada por una gran cantidad de sirvientes y de limosneros que diariamente se desplazaban al centro de la ciudad. La zona se había venido despoblando desde el siglo XVIII por la escasez de agua y por la alta mortalidad causada allí por las epidemias.

Entre los años 1848 y 1882 el área registró un importante cambio por diversas razones: la venta de tierras de la parcialidad y del Ayuntamiento a particulares; la instalación de pozos artesianos que resolvieron en parte el problema del agua; el establecimiento del depósito de la estación del Ferrocarril de Veracruz y de la estación de Sullivan; la construcción del hipódromo de Peralvillo y la apertura de varias calles.

Las casas de la zona registraron un aumento del 15 por ciento, mientras las viviendas se incrementaron a más del triple, de 786 a 2,623. Así. el promedio de viviendas por casa ascendió de manera importante de 3 a 8.

En 1848 el tipo de vivienda que predominaba era el cuarto, seguido de la accesoria  y el jacal. Para 1882 los cuartos siguen siendo los más numerosos y son los que además tienen un aumento mayor números absolutos, de 403 a 1.135. Se observa también un incremento significativo de las viviendas que aumentan ocho veces y de las accesorias que se duplican. De los 78 jacales que había en 1848, se censaron  sólo dos para 1882.

Las viviendas ocupadas en alguna actividad económica registraron un incremento: las destinadas al comercio se triplicaron, pasando de 36 a 117, principalmente las ocupadas en la venta de alimentos y bebidas (tiendas y pulquerías); las viviendas dedicadas a la  producción se duplicaron, de 22 a 57, gran parte de ellas estaban ocupadas en la elaboración de alimentos y bebidas; las ocupadas en la prestación de  servicios se quintuplicaron al pasar de 9 a 50, para 1882 en su mayoría tenían giros relacionados con la educación, el almacenaje y el transporte.

La mitad de la población ocupada se dedicaba a la producción y en el periodo creció de 274 a 1,674 trabajadores, siendo una gran parte de ellos, albañiles y carpinteros; el número de comerciantes casi se triplicó, de  113 a 408 personas, la mayoría de ellos se dedicaban a la venta de alimentos y bebidas; el número de sirvientes se triplicó (de 52 a 224) incrementandose más los sirvientes que vivían y trabajan en las viviendas o negocios de sus patrones que de los sirvientes que tenían allí su vivienda. Los trabajadores dedicados a la prestación de servicios  particulares, entre los que había un gran número de arrieros en 1848 y de cargadores en 1882, se duplicaron de 61 a 151.
 

Tepito

Esta zona estuvo formada por los barrios de indios de San Francisco Tepito, la Concepción Tequipeuhca y parte del de Santa Ana, pertenecientes a la parcialidad de Santiago Tlatelolco. En 1848  las manzanas que colindaban con la calle Real de Santa Ana eran las únicas bien trazadas y el resto estaba constituida por caseríos irregulares. Destacaban la parroquia de Santa Ana y las capillas de indios de  la Concepción Tequipehucan y Tepito. Debido a la escasez de agua la zona se había ido despoblando y muchas de sus casas y terrenos estaban abandonados.

A raíz de la aplicación  de las leyes de desamortización, los terrenos pertenecientes a los barrios de Tepito y la Concepción Tequipeuhca se habían fraccionado y vendido como propiedad particular, y esto junto con la apertura de pozos artesianos para la extracción de agua, originó cambios importantes en la zona. El Ayuntamiento trazó calles regulares en la Concepción Tequipehucan,[6] se estableció la estación del Ferrocarril de Irolo y el Gral. Manuel González edificó su residencia al oriente de la calle Real de Santa Ana durante su gestión como presidente de la República.

En el período 1848-1882 en la zona de Tepito el número de casas se incrementó ligeramente al pasar de 203 a 230 en tanto que las viviendas casi se triplicaron, de 653 a 1,871 (véase el cuadro 2). El promedio de viviendas por casa tuvo por ello un incremento notable al pasar de 3 a 8.  Es aquí donde el aumento de las viviendas respecto de las casas es el más alto de toda la ciudad, tuvo un incremento de 27 casas y 1,218 viviendas que corresponde a  45 viviendas por cada casa.

Cuadro 2
Zonas periféricas
seleccionadas
Número de
casas censadas
Número de 
viviendas censadas
Promedio de 
viviendas por casa
 
1848
1882
1848
1882
1848
1882
Nuevo México
462
648
3197
3994
6.92
6.16
San Pablo
287
472
954
2099
3.32
4.45
Tepito
203
230
653
1871
3.22
8.13
Tlatelolco
296
341
786
2623
2.66
7.69
Tlaxcoaque
361
385
3072
3981
8.51
10.34
La Redonda
277
276
1792
2759
6.47
10.00
Fuente:Padrones de población de la Ciudad de México 1848 y 1882.

Los tipos de vivienda principales en esta zona eran el cuarto, la accesoria y la  vivienda. De ellos el cuarto creció más en números absolutos, pasó de 520 a 1,350; la accesoria  aumentóde 77 a 262  y la vivienda  se incrementó siete veces de 19 a 169. En tanto que el número de jacales  se conservó.

En la zona de Tepito, las viviendas dedicadas a alguna actividad económica constituían el 8 por ciento en los dos momentos: entre ellas predominaban los pequeños comercios de alimentos y bebidas. Para 1882 el mayor incremento se había registrado en las viviendas que se ocupaban en la producción.

El mayor número de trabajadores en 1848 eran salineros y albañiles; en 1882 ya no encontramos salineros, pero sí un importante número de albañiles, además de reboceros, tejedores,  comerciantes, cargadores,  arrieros y sirvientes.
 

Santa María la Redonda

Esta zona estaba formada en 1848 por algunas manzanas bien trazadas con calles rectas muy integradas al entro de la ciudad y otras compuestas por callejones y grupos de casitas esparcidas. Destacaban entre sus construcciones la parroquia de Santa María y el colegio de San Fernando con su amplia huerta y potrero, así como las plazuelas de Villamil y Juan Carbonero. En el período estudiado la zona sufrió transformaciones importantes por la apertura de varias calles, algunas comunicaron al centro con la estación de Buenavista, y la alineación de otras que formaron manzanas regulares en la parte no estaba urbanizada en 1848. Para 1882 el colegio de San Fernando desapareció, se vendió junto con la huerta y el potrero a particulares, que crearon en sus terrenos parte de la colonia Guerrero.[7] Se formó la plaza de Santa Clarita y en la plazuela de Juan Carbonero se construyó el mercado Dos de Abril.

En el período 1848-1882 la zona de Santa María la Redonda fue la única en donde el número de casas en lugar de aumentar, disminuyó (de 277 a 276), las viviendas en cambio, aumentaron de 1,792 a 2,759 lo que representó un incremento del 54 por ciento que originó un aumento importante del promedio de viviendas por casa que pasó de 6 a 10 (véase el cuadro 2).

El cuarto era el tipo de vivienda más numeroso y tuvieron un incremento del 13 por ciento, al pasar de 1,172 a 1,329. Sin embargo las viviendas fueron las que más se incrementaron al quintuplicarse, pasando de 140 a 875, seguidas de las accesorias que aumentaron de 210 a 375; en cambio los jacales diminuyeron de 120 a 72.

En Santa María la Redonda, las viviendas dedicadas a alguna actividad económica se incrementaron del 8 por ciento al 9 por ciento. Entre ellas las destinadas al comercio tuvieron un incremento, pasaron de 82 a 131, destacando las de la venta de alimentos y bebidas, en especial pulquerías y tiendas; las destinadas a la producción se duplicaron de 37 a 76, contándose entre ellas varias tortillerías; las viviendas ocupadas para la prestación de servicios también se duplicaron de 23 a 46, buena parte de ellas eran figones, baños y barberías.

El sector de actividad con mayor número de trabajadores y al que se dedicaba más de la mitad de la población ocupada fue el de los artesanos y productores que se duplicó, de 742 a 1,853. Destacaban allí por su número los carpinteros y los albañiles. El número de sirvientes en la zona decreció de 389 a 305, la mitad de ellos vivía y trabajaba en la casa de su patrón y la otra mitad habitaba en su vivienda. Los comerciantes registraron un incremento del 75 por ciento (de 224 a 393), muchos de ellos eran tenderos y carniceros.
 

San Pablo

Esta zona ubicada al sureste de la ciudad, estuvo formada originalmente por barrios indígenas de la parcialidad de San Juan, se componía en 1848 de una parte urbanizada con manzanas regulares y otra localizada a ambos lados del canal de la Viga con casitas dispersas. Allí se encontraban el colegio de San Pablo, la parroquia de San Pablo y la iglesia de San Pablo el Nuevo. Había también varias capillas de indios: San Antonio Abad, Santa Cruz Acatlán, San Lucas, la Concepción Ixnahualtongo, San Agustín Zoquipa y San Dieguito. Otro edificio importante de esta zona y que la caracterizaba era el rastro de San Lucas. El canal de la Viga daba vida al rumbo y era fundamental para el abastecimiento de la ciudad; por allí ingresaban en canoas las legumbres, frutas, cereales, azúcar, aguardiente y otros productos de tierra caliente. Para 1882 la zona se conservaba muy semejante.

En el período 1848-1882 el área tuvo un incremento del número de casas (de 287 a 472) y de viviendas (de 954 a 2,099), con lo que el promedio de viviendas por casa se incrementó ligeramente de 3 a 4. El aumento registrado de 185 casas y 1,145 viviendas corresponde a 6 viviendas por cada casa, sin embargo, a pesar de este incremento San Pablo mantuvo el promedio de viviendas por casa más bajo para 1882 (véase cuadro 2).

El tipo de vivienda predominante en los dos momentos era el cuarto que representaba más de la mitad del total de viviendas. En estos años los cuartos se duplicaron al pasar de 520 a 1,193, al igual que las accesorias que pasaron de 167 a 345. Los jacales tuvieron un incremento del 36 por ciento, siendo la única zona de las estudiadas en donde los jacales aumentaron. Las pocas viviendas, registraron un incremento muy importante, de 17 a 183).

Esta zona tenía el porcentaje de viviendas dedicadas a alguna actividad económica más alto de la periferia, 11 por ciento en 1848 y 14.5 por ciento en 1882. Las viviendas destinadas al comercio se incrementaron de 60 a 99, entre ellas destacaban las tiendas y las pulquerías. Las viviendas dedicadas a la producción casi se cuadruplicaron al pasar de 25 a 98, resaltaba entre ellas una fábrica de pólvora y salitre con 24 cuartos y 1 accesoria. Los servicios tuvieron un incremento importante, de 7 a 58 viviendas, destacando las dedicadas a los servicios educativos, entre las que se encontraban dos escuelas sostenidas por los introductores de reses y de carneros.

La actividad con mayor número de trabajadores en la zona era la de los artesanos y productores a la que se dedicaban en los dos momentos la mitad de la población ocupada, y que para 1882 se duplicaron (de 597 a 1,203), eran en su mayoría zapateros, curtidores y albañiles. Los comerciantes también se duplicaron, destacaban por su cercanía al rastro los dedicados a la venta de carne (matanceros y carniceros). La zona de San Pablo es la única en que se censó a un alto número de agricultores (113 en 1848 y 320 en 1882), entre ellos había numerosos hortelanos y jornaleros.
 

Tlaxcoaque

La zona de Tlaxcoaque estuvo formada por barrios indígenas que pertenecieron a la parcialidad de San Juan Tenochtitlan. En 1848 había unas cuantas manzanas regulares y una amplia zona de casitas y jacales. Cada barrio tenía una o varias capillas que constituían centros en torno a los cuales se agrupaban las casitas. Allí estaban las capillas de Concepción Tlaxcoaque, San Salvador el Verde, San Salvador el Seco y Niño Perdido, establecidas durante la colonia. Destacaban también la parroquia de la Purísima (Salto del Agua) y la iglesia del Priorato de Monserrate. En el período 1848-1882 la zona registró cambios importantes al continuarse y trazarse calles en donde antes había conjuntos desordenados de jacales y formarse algunas manzanas regulares.

En los años 1848-1882 en Tlaxcoaque las casas aumentaron ligeramente de 361 a 385, en tanto que las viviendas tuvieron un crecimiento de 3,072 a 3,981. El promedio de viviendas por casa, que ya era alto en esta zona, creció aún más, al pasar de 8.5 a 10 (véase el cuadro 2). Hubo un incremento de 24 casas y 909 viviendas que corresponde a 38 viviendas por cada casa.

El tipo de vivienda predominante era el cuarto, seguido por la accesoria, el jacal en 1848 y la vivienda en 1882. Aunque el cuarto fue el tipo que más creció en números absolutos, de 2,123 a 2,229; las viviendas se incrementaron a más del doble (de 107 a 269). En contraste, las accesorias y los jacales registraron decrecimientos, las primeras pasaron de 468 a 428 y los jacales de los 256 que había en 1848 a sólo 21 en 1882.

En Tlaxcoaque las viviendas dedicadas a alguna actividad económica eran el 6.5 por ciento en 1848 y el 8.5 por ciento en 1882. En ambos momentos predominaban las dedicadas al comercio (122 y 137), entre ellas destacaban las destinadas a la venta de alimentos y bebidas; las viviendas dedicadas a la producción se duplicaron (de 55 a 112), principalmente las dedicadas a la elaboración de alimentos. Las viviendas ocupadas para la prestación de servicios casi se triplicaron de 19 a 75, para 1882 eran en su mayoría bodegas o albergaban servicios públicos, entre ellas sobresalían las viviendas en donde estaban establecidas oficinas de la limpia y mantenimiento de la ciudad.

El sector de actividad con mayor número de trabajadores era el de los artesanos y productores, al que se dedicaba más de la mitad de la población ocupada y que registraron en el período 1848-1882 un incremento de casi el 50 por ciento, al pasar de 1,638 a 2,418, entre ellos había un buen número de zapateros y carpinteros; los comerciantes que en Tlaxcoaque estaban dedicados mayoritariamente a la venta de alimentos y bebidas aumentaron de 388 a 683, por su cercanía al rastro de la ciudad encontramos entre ellos a muchos matanceros, carniceros y tablajeros. Los 306 sirvientes registraron un incremento del 26 por ciento, y en su mayoría habitaban en su vivienda.
 

Nuevo México

Esta zona estuvo constituida por alrededor de trece barrios indígenas de la parcialidad de San Juan, para 1848 la mayoría de sus manzanas y calles estaban perfectamente trazadas ya que desde fines del siglo XVIII se inició su regularización. Allí se ubicaban los conventos de Corpus Christi, Santa Brígida y San Juan de la Penitencia, la parroquia de San José, las capillas de San Antonio el Pobre y la Candelaria, el Hospital Real, el Tecpan de San Juan, el Hospicio de Pobres, la cárcel de la Acordada y el edificio de la Ciudadela. En 1882 se perciben cambios originados por las leyes de nacionalización: entre éstos la regularización de varios callejones realizada al prolongarse la calle de Independencia y la apertura de la calle de Ayuntamiento, que dividió el convento de San Juan de la Penitencia. A mediados del siglo XIX se construyó mercado de San Juan.

En el período 1848-1882 las casas aumentaron de 462 a 648 y las viviendas de 3,197 a 3,994. A diferencia de las demás zonas, en Nuevo México, el promedio de viviendas por casa decreció (de 7 a 6) en lugar de incrementarse (véase el cuadro 2).

Nuevo México, también a diferencia de las demás zonas, registró una disminución importante de los cuartos, que pasaron de 1,941 a 1,255, y de las accesorias que disminuyeron, de 610 a 505; de los 123 Jacales que había en 1848 se censó sólo uno para 1882. En contraste la vivienda aumentó a más del doble, de 312 a 722.

Las viviendas dedicadas a alguna actividad económica eran 359 y se incrementaron a 538, que correspondían a porcentajes altos para la periferia: 11.2 por ciento en 1848 y 13.5 por ciento en 1882. Las viviendas destinadas al comercio tuvieron un ligero incremento, de 175 a 200, entre las más numerosas estaban las destinadas a la venta de alimentos; las viviendas dedicadas a la producción pasaron de 133 a 201, con un buen número de tortillerías, bizcocherías y panaderías. Las viviendas que alojaban servicios casi se triplicaron, de 48 a 133 y entre ellas sobresalían las destinadas a servicios educativos.

La actividad con mayor número de trabajadores en Nuevo México era los artesanos y productores: a ella se dedicaba la mitad de la población ocupada en 1848 y el 38 por ciento en 1882 y aumentó de 1,820 a 1,880 trabajadores, entre ellos encontramos a muchos carpinteros y herreros. Los sirvientes pasaron de 724 a 1,165, de ellos, los que vivían y trabajaban en la casa de su patrón se incrementaron del 43 al 74 por ciento. Los comerciantes aumentaron 75 por ciento se dedicaban principalmente a la venta de alimentos y bebidas. Los profesionistas que habitaban en esta zona se cuadruplicaron, de 22 a 108 y los empleados tuvieron un incremento de 24 a 340.
 

Conclusiones

El análisis de las casas y viviendas que se incrementaron en el período 1848-1882 mostró que en su mayoría se situaron en la perifería, a pesar de que en la zona central el número de casas y viviendas construidas sobre las antiguas propiedades del clero fueron considerables.

El aumento de las viviendas fue muy superior al de las casas, lo que provocó un incremento en el promedio de viviendas por casa notablemente mayor en las zonas de la perifería que en el centro.

Las modificaciones registradas en el promedio de viviendas por casa y en el tipo de vivienda, en el centro y en la perifería, reflejan el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de la población y muestran los cambios ocurridos en la estructura física de la ciudad de México.

En la periferia, amplios espacios ocupados por los potreros y tierras de los indígenas, que les habían permitido subsistir como comunidades, fueron destinados a la construcción de casas de vecindad con viviendas, cuartos y accesorias para renta.

El cuarto siguió siendo el tipo de vivienda más numeroso en la ciudad, tanto en el centro como en la periferia, sin embargo la vivienda creció con mayor dinamismo y los jacales disminuyeron drásticamente.

En la zona central aumentaron más las viviendas con uso económico al concentrarse allí el comercio, la producción y los servicios de la ciudad. Las viviendas dedicadas a la prestación de servicios crecieron de manera impresionante, especialmente las ocupadas en los servicios de hospedaje en el centro y las de almacenaje de mercancias en la perifería; en ambas zonas se estableció un importante número de instituciones educativas. Las viviendas dedicadas a la producción y al comercio se incrementaron en menor medida, sin embargo en ambos sectores se dio una mayor concentración, tamaño y especialización de los negocios. En la producción la mayoría eran pequeños y estaban destinados a la elaboración de alimentos y bebidas, seguidos de los dedicados a la producción textil, que en el centro eran sobre todo sastrerías y en la perifería telares. El comercio del centro, además de los pequeños negocios, se componía de grandes almacenes de ropa y agencias de importaciones, en tanto que en la perifería eran básicamente tienditas y tendajones.

Las actividades a la que se dedicaba la población se comportaban de manera distinta en el centro y en la periferia: en la zona central se concentraron grandes comerciantes, profesionistas, artistas, funcionarios públicos de alto nivel, propietarios y el alto clero, que aunque no eran numerosos, imprimían características especiales a las principales calles. En la zona el mayor número de trabajadores lo constituían los sirvientes que vivían y trabajaban en la casas o negocios de sus patrones, seguidos de los artesanos y productores, destacando sastres y costureras. En cambio en la perifería la mayoría de los trabajadores eran artesanos y productores seguidos de los comerciantes que tenían negocios más modestos que los del centro.

Las zonas que analizamos muestran la diversidad de la perifería: Tlaxcoaque, Tepito y Tlatelolco registraron un ligero aumento de sus casas, mientras que en Santa María la Redonda disminuyó una casa; Nuevo México y San Pablo tuvieron un aumento considerable de casas. Tlaxcoaque, Nuevo México y Santa María la Redonda incrementaron poco sus viviendas, mientras que en San Pablo se duplicaron y en Tepito y Tlatelolco se triplicaron. Tlaxcoaque y Santa María alcanzaron el mayor promedio de viviendas por casa, en tanto que Tepito y Tlatelolco, que tenían un promedio muy bajo, lo incrementaron de manera importante. San Pablo y Nuevo México fueron las zonas con promedios más bajos.

El cuarto era el más numeroso en todas las zonas, su aumento fue mayor en Tlatelolco, Tepito y San Pablo y menor en Tlaxcoaque y Santa María la Redonda; en contraste en Nuevo México disminuyó el número de cuartos. La vivienda se incrementó en todas las zonas, San Pablo fue la única zona en que aumentó el número de jacales.

Las viviendas dedicadas a actividades económicas tenían un porcentaje más alto en San Pablo y Nuevo México; en Santa María la Redonda y Tlatelolco el porcentaje disminuía, en tanto que Tepito y Tlaxcoaque tenían los porcentajes más bajos de estas viviendas. En todas las zonas predominaban las viviendas dedicadas al comercio que eran pequeños negocios de venta de alimentos y bebidas. En la perifería las destinadas a la producción eran también pequeños establecimientos dedicados a la elaboración de alimentos y bebidas, para 1882 hay algunos que concentraban un número importante de trabajadores.

En las seis zonas estudiadas el sector de actividad con mayor número de trabajadores era el de los artesanos y productores que constituían más de la mitad de la población ocupada con excepción de Nuevo México, que en cambio tenía un alto porcentaje de sirvientes que vivían y trabajaban en la casa de su patrón. En las demás zonas el número de sirvientes era menor y se caracterizaban porque en su mayoría eran sirvientes que vivían en la perifería y trabajaban en las casas del centro. En Tepito encontramos un buen número de cargadores, trabajadores que eran también numerosos en Tlatelolco y San Pablo, en tanto que en Santa María la Redonda, Tlaxcoaque y Nuevo México había un considerable número de empleados; San Pablo se caracterizaba por su alto número de hortelanos y jornaleros.

Como hemos podido percibir las zonas analizadas son muy distintas tanto en su estructura física como en su población. Tlatelolco y Tepito, despoblados durante mucho tiempo, contaban con amplios terrenos para nuevas construcciones. En estas áreas observamos un interesante proceso de llegada de artesanos, comerciantes, empleados y algunos profesionistas y maestros, que contrastaron con el nivel socioeconómico de la antigua población residente.

Santa María la Redonda y Tlaxcoaque eran zonas más integradas a la ciudad de México desde mucho tiempo atrás, que permanecieron como zonas medias con oficios tradicionales; mientras que San Pablo se mantuvo sin grandes cambios como un área semirural, contrastando con Nuevo México en donde se observa la culminación de un interesante proceso de reurbanización iniciado desde fines del siglo XVIII por el cual se integró un barrio indígena a la ciudad para atraer a una población con un nivel socioeconómico más alto.
 

Notas
 

[1]  Este estudio se realizó con base en  la información de  dos  padrones de población de la ciudad de México: "Padrón de los habitantes de las casas de esta ciudad"; AHDF, vols. 3408 y 3409 levantado en  1848 y  el "Padrón de la Municipalidad de México" de 1882, AHDF, vols. 3424 a 3430. Por tanto los análisis estadísticos de este trabajo están sustentados en estas fuentes.
 
[2] Consideramos como centro de la ciudad la antigua traza española limitada al norte por las calles de Espalda de la Misericordia, Puerta Falsa de Santo Domingo, Pulquería de Celaya y Apartado (actual Perú), al oriente por la  línea de calles  formada por Muguiro, Armado,  Santa Teresa, Santísima, Alhóndiga, Roldán y  Embarcadero (actuales Santísima, Alhóndiga, Talavera), al sur Higuera, San Pablo,  Buenamuerte, San Miguel, Verde, Don Toribio y Salto del Agua  (actuales  San Pablo e Izazaga)  y  al poniente por San Juan,  Santa Isabel, Mariscala, Rejas de la Concepción y Puente del Zacate (actual Eje Central Lázaro Cárdenas). Las manzanas y calles de esta área se conservaron en el período 1848-1882 casi idénticas,  salvo algunos cambios  como las calles abiertas como resultado de las leyes de desamortización y nacionalización.
 
[3] En este trabajo utilizamos el término  vivienda en dos sentidos. Por una parte el vocablo vivienda identifica  un espacio interno cualquiera que forma parte de una finca y es ocupado de manera independiente. En un segundo sentido, consideramos el término vivienda como un tipo específico de construcción  cuando analizamos la tipología de las viviendas en los padrones de población. En el texto se usan cursivas cuando se trata del segundo sentido.
 
[4] Ma. Dolores Morales y María Gayón, "Viviendas, casas y usos de suelo en la ciudad de México. 1848-1882", Casas, viviendas y hogares en la historia de México, El Colegio de México, 2001, (Rosalva Loreto López, coord.), pp. 342 y 343.
 
[5] Ma. Dolores Morales "La nacionalización de los conventos y los cambios en los usos de suelo. Ciudad de México 1861-1882", Continuidades y rupturas urbanas en los siglos XVIII y XIX. Un ensayo comparativo entre México y España,   México, Consejo del Centro Histórico de la ciudad de México, 2000, pp. 151-184.

[6] AHDF, Calles, Apertura 453, Exp. 110

[7] En el padrón de 1882 la colonia Guerrero  no se censo,  por ello  los resultados del análisis de esta zona no  reflejan los cambios originados por la creación de este fraccionamiento.
 

Bibliografia

GAYON CORDOVA, María. Base de datos del padrón de la ciudad de México de 1848. En LOMBARDO, Sonia (Coord.).  Censos históricos de la ciudad de México 1753-1882. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia (publicación en preparación).

MORALES, Ma. Dolores. La nacionalización de los conventos y los cambios en los usos de suelo. Ciudad de México 1861-1882. En MORALES, Ma. Dolores;   MAS, Rafael  (Coords). Continuidades y rupturas urbanas en los siglos XVIII y XIX. Un ensayo comparativo entre México y España,  México: Consejo del Centro Histórico  de la ciudad de México 2000, pp. 151-184.

MORALES, Ma. Dolores y María GAYON. Viviendas, casas y usos de suelo en la ciudad de México. 1848-1882. En LORETO LOPEZ, Rosalva (Coord).  Casas, viviendas y hogares en la historia de México México: El Colegio de México,  2001, pp. 339-377.

MORALES, Ma. Dolores. Base de datos del  padrón de 1882. En LOMBARDO, Sonia (Coord.).  Censos históricos de la ciudad de México 1753-1882. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia (publicación en preparación).
 

© Copyright Ma. Dolores Morales y María Gayón Córdova, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

Ficha bibliográfica:
MORALES M. D. y GAYÓN, M. Casas y viviendas de la Ciudad de México: espejos de las transformaciones urbanas 1848-1882. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(016). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(016).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
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