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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(019), 1 de agosto de 2003

LA VIVIENDA BURGUESA EN LA CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO SOCIAL. ALCANTARILLA (MURCIA) EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

Mónica López Sánchez
María Griñán Montealegre
Universidad de Murcia


La vivienda burguesa en la configuración del espacio social.  Alcantarilla (Murcia) en la primera mitad del siglo XX (Resumen)

En el pequeño municipio de Alcantarilla, situado a 7 km de la capital regional, confluyeron desde la segunda mitad del siglo XIX una serie de factores geográficos, económicos y coyunturales que tuvieron como una de sus consecuencias más evidentes el mayor crecimiento urbano de su historia y especialmente la transformación de su espacio central. A la función económica, tradicional desde la fundación de la villa en el siglo XVI, se unió el protagonismo social que su Calle Mayor fue adquiriendo en fechas tan tardías como los primeros años del siglo XX, al asentarse en ella una importante burguesía atraída a la villa por una fuerte industria de transformación y sus excelentes condiciones de comunicación. Éstas familias encargaron los proyectos para sus  viviendas a los principales arquitectos que trabajaban en Murcia durante estos años, como Joaquín Dicenta, quien ensayó en Alcantarilla una arquitectura que partiendo de la influencia modernista fue incorporando elementos apegados a la tradición regional y que, debido al éxito alcanzado, trasladó más tarde a algunos encargos en la capital.

Palabras clave: vivienda,  Alcantarilla, urbanismo siglo XX.


Middle-class housing as social spatial formation.  Alcantarilla (Murcia) at the first half of 20th Century (Abstract)

Geographically, Alcantarilla is a little town seven Kilometers away from Murcia city, the capital of the Region. During the second half of the XIXth century many geographic, economical and structural issues made possible a great development of Alcantarilla. Thus, the once small village saw its biggest growth ever. Indeed, Main Street and Alcantarilla centre were completely transformed into a new space. These changes, beginning in the XVIth century, were obvious when an important burgeors class settle down along Main Street attracted by its strong industry and excellent communications. It was these prosperous families that ordered the projects for their dwellings to the main architects who worked in Murcia at that time. Among them, there was Joaquín Dicenta, who conceived an original eclectic architecture in Alcantarilla. So, he was able to develop a personal style starting from modernist concepts and adding elements from the regional tradition of Murcia. Later on, due to his success, he continued his trend in some of his works in Murcia.

Key words dwelling,  Alcantarilla, city planning XXth century.

Alcantarilla, localidad de apenas 5 km², está situada en el centro de la huerta de Murcia. Su cercanía a la capital fue desde su fundación tras la Reconquista, uno de los motivos de su consolidación urbana independiente, aunque paralelamente fue causa tradicional de largos e importantes pleitos contra ésta por su autonomía y sus aspiraciones de ampliar su término municipal lo que definitivamente logrará en 1987, alcanzando los 15,7 km² actuales.

Su favorable situación geográfica en el nudo del camino Real entre Murcia y Granada y la abundancia de agua como consecuencia de la proximidad a las dos principales vías fluviales de la Región, explica el importante papel que la villa jugó tradicionalmente en la producción y comercialización de los productos derivados de la huerta. Sin embargo, la amenaza de ser absorbida por Murcia y el peligro que suponían las constantes avenidas de agua, que destruían de forma casi periódica Alcantarilla, repercutió en el lento crecimiento urbano que no logrará superar hasta que el boom constructivo desde 1960 transforme su fisonomía urbana tradicional y la convierta en una ciudad dormitorio.

 

Entre los siglos XVI al XVIII se producen una serie de cambios fundamentales para la estructura urbana actual de Alcantarilla. El primero llegó con la riada de 1545 que provocó la inundación y graves daños en gran parte de la villa[1], debiéndose reconstruir ex novo a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI[2], aunque no en el mismo lugar sino unos metros más al suroeste (figura 1), en la zona que hoy constituye el centro de la población, en torno a la iglesia de San Pedro. Será a lo largo del XVIII, con la recuperación demográfica, cuando la villa comience a crecer en barrios, el más importante fue el Barrio Raso, en el centro de la población, que se consolida en torno a la calle Mayor desde la entrada del Camino Real de Murcia hasta los alrededores de la plaza del mercado, ligado ya a la idea de eje principal de comercio y vivienda. Y otro el que se llamó Barrio Norte, ensanche natural de la villa, en la zona alta protegida de las fuertes riadas e inundaciones. (figura 2).

 
Figura 1

 

Figura 2

Es en estos momentos cuando se consolidan las distintas tipologías de viviendas que se mantendrán hasta las reformas del siglo XX destacando, por una parte, el escaso número de palacios y viviendas señoriales, que se diferenciaban simplemente por el uso de materiales sólidos, y por otra, el desarrollo de un tipo de vivienda que se extiende en una sola planta, con amplios espacios para el ganado y el cultivo de frutales, unido a los lugares dedicados al cultivo y manufactura de la seda ya que esta actividad conllevaba la necesidad de grandes patios donde situar las instalaciones para el proceso de transformación. Aún hoy es posible ver algunas moreras dentro de los patios de las casas situadas mayoritariamente en la zona sureste de la población, donde la toponimia nos ha dejado también la calle Moreras.

El principio del XIX supone para Alcantarilla sufrir las consecuencias negativas de su emplazamiento, que siempre la ha hecho ser lugar de paso de productos, viajeros y tropas, cuando en 1812 los franceses quemen y saqueen la villa como castigo por el apoyo que los alcantarilleros habían dado al general Freire, quien había fijado su cuartel allí el año anterior[3]. Además, en 1879 tiene lugar la peor inundación del siglo, la riada de Santa Teresa, que causó graves daños y acabó con la vida de cientos de murcianos y que en Alcantarilla fue desastrosa al inundar parte del pueblo, incluida la calle Mayor, la cual hubo de reconstruir casi en su totalidad[4]; pero, aún se sucederán otras cuatro riadas en lo que queda de siglo que supondrán nuevos cambios y reconstrucciones. Esto determinó en gran medida la escasa conservación de la mayor parte de las edificaciones anteriores al siglo XX, momento en que se experimenta una mejora considerable tanto en las cuestiones de salubridad como en los materiales empleados en las construcciones privadas de la villa.

Otro elemento fundamental para entender la configuración de su espacio urbano contemporáneo será la llegada, en 1862, del ferrocarril que la unirá con Madrid, y desde los ochenta con Granada y Alicante, y que vino a consolidar uno de los factores protagonistas de la villa como lugar de encrucijada, convirtiéndola en paso obligado de pasajeros y mercancías, evidenciando una vez más la importancia de los caminos y su situación en el nudo de las rutas que ponían en contacto el Sur y Levante con el centro de la Península. Es interesante comprobar que el primitivo núcleo se centró ya  en torno a la zona comprendida entre las calles Mayor, Cartagena, San Sebastián y Santa Ana[5], situadas en los bordes de dos vías romanas, la que iba de Cartagena a Archena y la Vía Augusta que unía Roma con Cádiz. La influencia del tren en Alcantarilla será crucial a nivel socioeconómico, al ser el factor desencadenante del desarrollo demográfico y económico que vive desde entonces Alcantarilla, y cuyas consecuencias siguen patentes actualmente. A partir de aquel momento, como ocurrió en la mayoría de los lugares, las vías van a convertirse en un elemento determinante de su morfología; primero supone el crecimiento de la población fundamentalmente hacia ellas, llegando a sobrepasarlas desde los años veinte, cuando se empieza la urbanización del Campo de Campoamor (situado al oeste de las vías del tren) como prolongación del propio núcleo urbano, y más tarde la instalación de las industrias también en sus inmediaciones con el consecuente beneficio para la economía del lugar. Pero con el tiempo acabarán siendo absorbidas por las edificaciones, convirtiéndose en un elemento de conflicto, al quedar en el centro de la población y suponer un peligro constante para sus habitantes y, desde luego, una barrera física y psicológica que dificulta el crecimiento urbano hacia aquella zona.

A partir de los primeros años del siglo XX se experimenta un aumento progresivo de la población que la sitúa dentro de los municipios que superan la media provincial[6]. Las causas han sido además de lo analizado, es decir, el peso de la industria y su situación en las vías de comunicación, la cercanía a la capital que la ha convertido en barrio dormitorio, a lo que tendríamos que unir la ampliación de las instalaciones de la Escuela Militar de Paracaidismo con el consiguiente aumento de la afluencia de población permanente y de paso a la misma. También las mejoras económicas e higiénicas que, tras la Guerra Civil experimentó esta localidad influyeron en el aumento del volumen constructivo, llegando a alcanzar su apogeo en los años sesenta y setenta, momentos de máxima especulación, cuando prácticamente todo el centro urbano se vea afectado por el comienzo de las grandes transformaciones del casco antiguo y la pérdida del patrimonio inmueble que ese ciclo expansivo provocó por la urgencia de edificación de viviendas masivas para alojar a la población atraída por el éxodo, no sólo del campo, sino también de población joven procedente de la capital.

La consolidación de un espacio social urbano en las primeras décadas del siglo XX: la Calle Mayor

Desde finales del  XIX la ciudad comienza a configurarse pues como uno de los centros industriales más importantes de la Región con una especialización determinada, la industria conservera, derivada de la manipulación de los productos de la rica huerta que la rodeaba (industria que desaparece hacia las décadas de los setenta y ochenta del siglo siguiente). Esto, además de influir en el paisaje urbano general, en razón a las numerosas industrias situadas en el centro, o próximas al centro de la ciudad (altas chimeneas y espacios industriales que derivarían posteriormente en lugares de nueva construcción), fue fundamental para explicar la edificación de numerosas viviendas que la nueva burguesía adinerada encargó a los principales arquitectos que estaban trabajando en la cercana capital, llevando a cabo edificaciones similares allí. Estas viviendas se fueron situando en su mayoría a lo largo de la calle Mayor configurando y engrandeciendo lo que hasta entonces era, fundamentalmente, la vía de comunicación más importante que atravesaba la villa (figura 3).

 

Figura 3 a y b

 

Figura 3c

La secuencia cronológica del crecimiento de la calle, como puede observarse en la figura 2, siguió la dirección NE-SW heredera en líneas generales del trazado originario de la ciudad en torno a los caminos. Especialmente en la formación de su eje estructurador, la calle Mayor, la nueva ciudad sufrió un progresivo avance siguiendo el camino Real, en cuyos extremos se han localizado hasta hace apenas unas décadas posadas y mesones con una utilización funcional, más que social, del espacio (figura 4).

Características de la calle Mayor

Hasta mediados del siglo XX en el perfil de la calle predominan, como es habitual, la plaza con  la iglesia parroquial como centro religioso que preside, en este caso, la Plaza de San Pedro en cuyo lateral se construirá desde 1945 el nuevo edificio del Ayuntamiento, obra del arquitecto Joaquín Dicenta Vilaplana, en el mismo lugar donde estaba el anterior; y la Plaza de Abastos, realizada en el bienio 1924-26 sobre el antiguo mercado al aire libre, que venía a cerrar el núcleo de edificios de uso público ubicados en el antiguo centro de la localidad.

El resto de la calle se fue constituyendo por la unión de viviendas privadas de las cuales sólo destacan social y arquitectónicamente un reducido número de casas señoriales de las que apenas tenemos noticias documentales que nos permitan suponer su uso y mucho menos saber quienes fueron sus patronos. La tradicional ausencia en Alcantarilla de una hidalguía fuerte que prefería vivir y construir sus casas en la capital podría explicar esta situación, agravada por las constantes destrucciones a las que hemos visto que estuvo sometida la villa. Destacaba artísticamente la llamada casa de las columnas (figura 3.a.) por la existencia de dos de orden toscano que sostenían el balcón central del plano noble como portada de acceso. Estaba situada en uno de los espacios de mayor importancia social, frente a la Plaza, lo que nos  ha llevado a pensar que podría tratarse de un pequeño palacete perteneciente a una de las escasas familias hidalgas instaladas en la villa desde mediados del siglo XVIII, los Castillo, como demostraba el escudo de su fachada y que incluso pudo ser utilizado en algún momento del siglo siguiente como casa del concejo municipal. Sin embargo, primero la modificación de su fachada en los años 50, al eliminar las columnas y otros elementos decorativos, y su definitiva destrucción en 1977 para construir en su solar un bloque de viviendas nuevas, nos priva de cualquier documento directo para su análisis o conocimiento mayor. En el extremo opuesto, situadas en el  límite del crecimiento de la Calle Mayor del siglo XVIII, estaban las llamadas popularmente casas blasonadas (figura 3.b.) por la existencia de otro escudo en sus fachadas perteneciente a otro miembro de la misma familia, los Castillo Tovar, que siguen los parámetros de la arquitectura tradicional de bajo y planta noble con grandes balcones y ventanales, y con una decoración organizada a partir de un zócalo sobresaliente, recercos blancos y molduras en los vanos.

A partir de este punto, el crecimiento demográfico y urbano de Alcantarilla en los primeros años del siglo XX dará lugar a un ritmo de construcción en general, y en particular en esta calle, mucho más rápido donde el auge industrial conllevó la aparición de viviendas para la nueva burguesía tanto dentro del núcleo urbano, donde la calle Mayor es la elegida, como en las afueras de éste con la edificación de villas y chalets.

Cuadro 1
Las viviendas de 1900 a 1940
Años Vvivienda Dueño Ubicación Autor
¿1910-1916? Bajo + 2 plantas Juan Antonio López Martínez c/ Mayor, 109  Atrib. a J. A. Rodríguez
¿1900-1915? Bajo + planta José Caride c/ Mayor, 13 Atrib. a Pedro Cerdán
?-1926 Bajo + planta Familia Cobarro c/ Mayor, 83 ¿?
1944 Bajo + 2 plantas Juan Lorenzo Bastida c/ Mayor, 81 Joaquín Dicenta
1944 Bajo + 2 Alonso Lorente Yufera c/ Mayor, 90 Joaquín Dicenta
¿1950? Bajo + 2 Alonso Lorente Yufera c/ Nona, 1 ¿?

Entre las dos primeras décadas del siglo XX (figura 5) son edificadas la casa de la familia Caride y la de J. A. López atribuidas a los dos arquitectos más importantes de la capital en ese momento, J. A. Rodríguez y Pedro Cerdán, ambas partiendo de la influencia modernista pero con un resultado muy diferente.

La conocida como casa Caride muy próxima  a la Iglesia de San Pedro desde el camino de Murcia, es ejemplo de arquitectura ecléctica en la Región, en la que se integran elementos decorativos de distinta procedencia como la utilización de motivos vegetales y florales en los remates de la cornisa tomados del modernismo, con una disposición tradicional en la organización de la fachada que muestra la estructuración de la vivienda en planta baja, piso principal y cámara, mediante la superposición de ventana, balconada y ventanuco que se repetirá en los cinco cuerpos de la fachada. Además, la decoración sirve al arquitecto para remarcar las diferencias dando, como es habitual, un especial protagonismo al eje de acceso, con una estructura en la línea de otras obras de Pedro Cerdán donde la portada queda delimitada por franjas verticales imitando sillares, rematadas por sendos motivos vegetales a manera de acróteras. Así mismo, la profusión de molduras y la diferencia en el trabajo de rejería señala el acceso a la vivienda que, por motivos del solar, queda desviado hacia su derecha. A su vez se emplean diversos materiales que además de diferenciar la vivienda de las construcciones vecinas, originariamente viviendas de mampuesto con revoco sin apenas concesiones a la decoración, hacen que la casa Caride presente una distinción en altura a base de un zócalo inferior de terrazo imitando piedra gris, el piso bajo a base de cemento blanco imitando sillares en el bajo y, ladrillo visto blanco en el superior.

Otra de las viviendas arquitectónicamente destacadas es la llamada ahora de Vicent, por el último propietario, que era descendiente de la familia de J. A. López Martínez que fue el promotor del edificio. En este caso, ésta estaba situada en el límite de la calle, próxima a las vías del ferrocarril. De nuevo un ejemplo de arquitectura ecléctica que presenta una organización de planta baja con dos pisos donde la decoración marca las diferencias entre las alturas. Su fachada está organizada en tres cuerpos verticales, sobresaliendo el central que acoge el vano de acceso flanqueado por dos pequeñas ventanas alargadas protegido todo por dos miradores sobre cuatro canes. A ambos lados del cuerpo central dos ejes verticales marcados por ventana-balcón-ventana separadas de nuevo por canes que sujetan los balcones y las líneas de impostas. Los abundantes motivos decorativos extraídos del modernismo vienés y del neomedievalismo, utilizados por J. A. Rodríguez en otros edificios de la capital murciana, ha hecho pensar que puede tratarse del autor del proyecto.

Ya en la década de los veinte la familia Cobarro se hace edificar una vivienda mucho más cercana aún a los presupuestos modernistas, con el afán de superar tanto a las grandes construcciones anteriores como a la que, esta misma familia, se había hecho construir años antes en la calle Nona, cercana a la Mayor, siguiendo los esquemas de la casa de los Caride. El inmueble, a dos calles, presenta la disposición de sótano y dos plantas, pero sin una significación destacada de la esquina como ocurrirá en la década de los cuarenta en las obras de Dicenta, con la excepción de la balconada de unión entre ambas fachadas. En este caso, el arquitecto opta por concentrar la decoración en la fachada principal a la calle Mayor mediante el juego de vanos propio del modernismo, así como en el remate del edificio, a través de la continuidad de la balaustrada sólo alterada por el remate decorativo de la portada.

Contemplando estos edificios se comprueba la pugna entre estas familias de nuevos industriales por demostrar a la sociedad de Alcantarilla su poder mediante la utilización del mismo lenguaje arquitectónico e incluso de los mismos arquitectos, a los que recurre la burguesía de otros pueblos, y de la misma capital. Además, podemos considerar estos ejemplos como los primeros intentos de dotar a la villa de una vía monumental donde quede patente la dignificación social de la misma, diferenciándola así de otros puntos de la Región, donde la presencia de una nobleza latifundista mucho más conservadora creó desde fechas anteriores importantes palacios y casas solariegas que pervivieron en los perfiles de las ciudades hasta hace apenas unas décadas, y donde la burguesía y los encargos arquitectónicos dejaron una huella mucho menos evidente en el tejido urbano.

Además de las casas que hemos nombrado, se construirán en estos años una serie de viviendas que intentan sumarse a la misma idea pero optando por otras vías formales. Por un lado, encontramos edificios que, siguiendo la organización tradicional de las viviendas, utilizan el neomudéjar para presentar sus fachadas, de igual modo que ocurre en la capital, muchas de las cuales sólo conocemos por fotos e imágenes antiguas ya que han sido derribadas sistemáticamente en las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX. Y por otro, las viviendas que mantienen los patrones tradicionales de la vivienda popular con grandes vanos verticales y balcones, incorporando molduras en sus recercos o recurriendo a los revocos de colores.

Los encargos entre 1940 y 1960

Hay que esperar a la década de los cuarenta para que la aspiración de convertir en una gran vía al eje estructurador del pueblo, la calle Mayor, se configure definitivamente gracias a Joaquín Dicenta Vilaplana. Este arquitecto nacido en Castellón y formado en Barcelona[7], comenzó trabajando en Valencia y Castellón donde colaborará con Demetrio Ribes en la Casa de Correos y Telégrafos de aquella ciudad[8]. Pero pronto se traslada a Murcia donde prácticamente deja de lado sus influencias neomedievales para adoptar las neobarrocas siguiendo las tradiciones más cercanas a esta zona. En la década de los cuarenta, Dicenta está realizando obras por toda Murcia incorporando básicamente las ideas del racionalismo con reminiscencias neobarrocas en los detalles decorativos, sirva como ejemplo el edificio de la Plaza de Santo Domingo esquina con calle Santa Ana, casi contemporáneo a las construcciones de Alcantarilla (1946), donde destacan los balcones de líneas curvas y se acentúa la esquina gracias a  detalles de inspiración barroca como el jarrón de la hornacina y los canes que apoyan los balcones. También aquí comparte con los de Alcantarilla el uso como vivienda privada y la significación de la zona de la ciudad donde está edificado, pero sin olvidar la funcionalidad del edificio al destinar el bajo a comercio.

Desde 1940 están documentadas actuaciones de Joaquín Dicenta en Alcantarilla, donde se alternan obras de nueva construcción, como el Ayuntamiento y la del Nuevo Rico, con numerosas ampliaciones y modificaciones de otras ya existentes, elevando pisos o la edificación de almacenes y modestas viviendas, como venía haciendo en Murcia, Espinardo, Torreagüera, Puente Tocinos, y otras localidades de la Región. Una de las principales diferencias con las viviendas burguesas construidas en este lugar en el primer cuarto del siglo XX, es la disposición de sus alzados donde en todas se opta por situar en su planta baja una zona comercial trasladando los usos privados a la primera planta con cámara sobre ella, como adaptación de la burguesía a las nuevas tendencias económicas en la España de la posguerra.

En julio de 1944 Dicenta recibe el encargo de construir un edificio de planta baja y dos pisos[9] en un solar a dos calles, hoy C/ Mayor nº 90 (figura 6.a.), donde tiene la oportunidad de hacer una obra en clave racionalista, con un eje vertical marcado en la esquina que da al inmueble un aspecto monumental dentro de la calle Mayor. Unos días después presenta el proyecto de otro edificio para Juan Lorenzo Bastida (figura 6.b.), esta vez se trata de una reforma interior y elevación de segundo piso[10], situado también en el chaflán de la calle Mayor (nº 81) con la calle Eras (muy próximo al anterior), donde de nuevo parte de los mismos presupuestos pero ahora emplea más decoración en torno a los vanos (aunque hay que decir que las columnas que los miradores presentan hoy no formaban parte del proyecto original) y vuelve a resaltar la esquina con elementos ornamentales. Con estas viviendas Dicenta crea un núcleo destacado de edificaciones privadas (estas dos casas y las de los Cobarro) y logra que éstas presidan la avenida cuando se entra a ella desde las vías, siendo capaz de sacar partido a los inconvenientes del carácter de paso de toda calle al potenciar la visión lateral de sus edificios.

El reconocimiento por estas dos obras le llega a Dicenta a modo de encargo por parte de la agrupación municipal del nuevo edificio del Ayuntamiento (figura 6.c.) que debía sustituir al anterior en estado de ruina, cerrando el lateral de la Plaza de San Pedro frente a la Iglesia. En su proyecto[11] Dicenta vuelve a plantear un edificio esquinado, aunque en este caso la decoración, de inspiración barroca, llega a todo el inmueble (finalmente toda esa profusión ornamental no aparece en el alzado actual) y la esquina está resaltada con una torre con reloj rematada con cúpula y chapitel. Con esta obra concluye también el núcleo público de la calle Mayor (Iglesia, Ayuntamiento y Plaza de Abastos) y vuelve a conseguir que su edificio presida la vía cuando se accede a ella desde Murcia.

Dicenta inaugura en Alcantarilla la utilización de la vivienda en esquina que cumple una doble finalidad ya que permite aprovechar el solar a dos calles y contribuye a potenciar el valor visual de la perspectiva de la vía. Por tanto, estas viviendas tienen un valor óptico añadido al arquitectónico puesto que sirven como puntos focales que vienen a remarcar su ubicación en el conjunto de la calle. Esta idea volverá a ser utilizada por otros arquitectos, fundamentalmente en dos casos, el edificio nº 1 de la calle Princesa (figura 7) en donde se opta por colocar un cuerpo a modo de torre sobre la esquina pero donde no se emplean otros elementos para potenciarla; y el edificio conocido expresivamente como "del nuevo rico" (figura 8), situado en la calle Nona nº 1, del que tampoco se conoce el autor ni la fecha, pero sí al promotor, que es Alonso Lorente Yufera, el mismo del edificio en esquina a c/ Mayor y c/ Nona. En el edificio "del nuevo rico" el arquitecto recoge el modelo de Dicenta y cierra la idea de las casas de la burguesía de principios de siglo retomada por éste culminando así la consideración de la calle Mayor como un telón de presentación del municipio, a la vez que demuestra que Joaquín Dicenta entendió a la perfección el doble carácter de eje de la vida social del municipio y de vía de paso que tiene esta calle de Alcantarilla.

Junto a estas nuevas construcciones se producen muchas reformas de antiguas viviendas para ampliarlas, modificando sus vanos o introduciendo elementos decorativos en sus fachadas. También persiste, con un peso específico, la edificación de viviendas de tipo popular que ahora suelen tener un bajo y dos plantas y que incorporan elementos de la arquitectura del momento como los miradores curvos, las terminaciones en terraza o el lenguaje racionalista.

Posteriormente, durante la década de los cincuenta el volumen constructivo descenderá considerablemente hasta que, a principios de los sesenta, se produzca un hecho que abra un nuevo período para Alcantarilla: la demolición de la antigua iglesia de San Pedro, construida y reformada desde el siglo XVI, para reedificarla de nuevo, posiblemente como consecuencia de una absurda rivalidad entre la vieja parroquia de San Pedro y la nueva del barrio de reciente formación de Campoamor que acababa de construir la iglesia de la Asunción. Este hecho recoge las dos tendencias fundamentales que se producen en la localidad desde ese momento, por un lado el crecimiento del pueblo más allá de las vías hasta llegar a tener una superficie mayor que la del primitivo núcleo urbano, anterior al XX, y por otro, la destrucción continuada hasta hoy de la fisonomía tradicional de la calle Mayor para edificar grandes bloques de viviendas que acojan a la creciente población y que vayan convirtiendo a esta calle en una “gran vía” al estilo de otras abiertas en España, que hace de pantalla impidiendo ver el casco antiguo de la población que queda oculto tras ella.

Conclusión

En definitiva, queremos destacar una serie de aspectos en los que hemos centrado nuestras investigaciones, las cuales se encuentran con una serie de dificultades derivadas de la destrucción del patrimonio de Alcantarilla y de la desaparición del Archivo Municipal con toda la documentación anterior prácticamente al siglo XX, lo que nos obliga a trabajar en la atribución de obras y características arquitectónicas, e incluso urbanas, para estas fechas.

A su vez, esta destrucción se hace evidente en la transformación sufrida por la villa a partir de la segunda mitad del siglo XX cuando, de forma sistemática, se destruye cualquier arquitectura a pesar de su valor artístico y patrimonial, con un claro sentido especulativo, dando lugar a la imagen actual de la calle Mayor. A pesar de ello, queremos destacar que la estructura urbana de Alcantarilla en los comienzos del siglo XX es el resultado de un largo y lento proceso de crecimiento desde el siglo XVI, teniendo como eje estructurador fundamental el camino Real, que muy pronto une a la función económica y de paso, la residencial.

Sin embargo, arquitectónicamente la calle Mayor sólo adquiere cierta significación formal y de representación cuando sus construcciones sirven de vehículo de propaganda social a una burguesía instalada en la villa, atraída a ella por una serie de factores económicos en los primeros años del XX, lo que explicaría en gran medida su tardía configuración como espacio artística y socialmente destacado. Finalmente, distinguir hasta tres momentos fundamentales en esa evolución a lo largo del siglo XX:

1º) Hasta 1940 los encargos de estas viviendas burguesas tienen una función sobre todo residencial, dando como resultado una tipología de vivienda donde, más que la riqueza de materiales o la complejidad estructural, son los elementos decorativos procedentes de las corrientes modernistas y eclécticas los que definen el carácter destacado de estos edificios, diferenciándolos del resto, y el poder de sus propietarios en la villa.

2º) A partir de esta fecha, y hasta los años sesenta, se levantan en ella arquitecturas privadas que, acorde con las nuevas tendencias económicas de la posguerra y, sobre todo, el fortalecimiento de una serie de familias burguesas cuya riqueza no llega a alcanzar el nivel de otras zonas de España, encargan a arquitectos formados fuera de la Región. Éstos, proyectan casas estructuradas ya con piso bajo destinado a la instalación de comercios y vivienda en la planta superior. Estos encargos abren las puertas de la villa a arquitectos como Joaquín Dicenta para que intervengan en los proyectos más importantes que otorguen una imagen definitiva a la calle Mayor, especialmente con la edificación de su Ayuntamiento.

3º) Finalmente, desde los años sesenta y setenta hasta hoy, cuando se produce una nueva sustitución de la mayoría de las casas antiguas por altos bloques de viviendas que vacían de cualquier significado histórico-artístico a su centro, pero por quedar fuera del período cronológico elegido, sólo queremos señalarlo, por ser esencial para entender la imagen actual de la villa.
 
 

Notas

[1] FRUTOS BAEZA, J., 1934, p. 94.

[2] ESPINALT Y GARCÍA, B., 1981 (reproducción facsímil de la edición de Madrid, 1778), p. 47.
 
[3] MADOZ, P., 1989 (reprod. facs. de la ed. de: Madrid, 1845), p. 51.
 
[4] "Tuve noticia de Alcantarilla cuyas casas de la huerta se habían hundido casi todas, quedando sólo algunas casas y la Iglesia en donde penetró la inundación", DÍAZ CASSOU. La inundación. La Paz de Murcia, el 17 de octubre de 1879; citado en GIL ALMELA, M. R., 2002, pp. 6-7.
 
[5] SERRANO VÁREZ, D., 1991, p. 18.
 
[6] BEL ADELL, C., 1980. pp. 154-155.
 
[7] NICOLÁS GÓMEZ, D., 1993, p. 167.
 
[8] BENITO GOERLICH, D., 1983, p. 287.
 
[9] A. M. Alc. Proyecto de construcción de un piso, 1944. Caja 915, exp. 1.
 
[10] A. M. Alc. Proyecto de reforma interior y elevación de un piso, 1944. Caja 915, exp. 2.
 
[11] A. M. Alc. Proyecto de la Casa Consistorial de Alcantarilla, 1945-1946. Caja 502, exp. 1.

 

Bibliografía

BEL ADELL, C.Demografía. Historia de la Región Murciana, tomo IX. Murcia: ed. Mediterráneo, 1980. pp. 152-215.

BENITO GOERLICH, D., La arquitectura del eclecticismo en Valencia. Vertientes de la arquitectura valenciana entre 1875 y 1925, Valencia: Excmo. Ayuntamiento, 1983.

CASCALES LÓPEZ, P., Topografía y evolución urbana de Alcantarilla, Alcantarilla: P. Cascales López, 2000.

ESPINALT Y GARCÍA, B., Atlante español, o descripción general de todo el Reyno de España. Reyno de Murcia. Murcia: Academia Alfonso X el Sabio, 1981 (reproducción facsímil de la edición de Madrid, 1778).

FRUTOS BAEZA, J., Bosquejo histórico de Murcia y su concejo. Murcia: Imp. editorial La Verdad, 1934.

GIL ALMELA, M. R.Visita de Alfonso XII a Alcantarilla. La Riada de Santa Teresa (1879). La Gaceta de Alcantarilla, nº 6, Alcantarilla: Caride O., 2002, pp. 6-8.

MADOZ, P., Diccionario geográfico - estadístico  - histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Murcia: Consejería de Economía, Industria y Comercio, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, 1989 (reprod. facs. de la ed. de: Madrid, 1845).

NICOLÁS GÓMEZ, D., Arquitectura y arquitectos del siglo XIX  en Murcia, Murcia: Excmo. Ayuntamiento y COAMU, 1993.

SERRANO VÁREZ, D.El valle del Guadalentín y la cultura ibérica. Qantariella (Actas de las Jornadas de Historia Local). Alcantarilla: Universidad Popular de Alcantarilla, Ayuntamiento de Alcantarilla, 1991. pp. 97-110.
 

Fuentes

Archivo Municipal de Alcantarilla (A. M. Alc.).

© Copyright Mónica López y María Griñan, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

Ficha bibliográfica:
LÓPEZ, M. y GRIÑÁN, M. La vivienda burguesa en la configuración del espacio social.  Alcantarilla (Murcia) en la primera mitad del siglo XX. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(019). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(019).htm> [ISSN: 1138-9788]


 
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