Menú principal

Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 146(137), 1 de agosto de 2003

¿DEL MANCHESTER CATALÁN AL SOHO BARCELONÉS? LA RENOVACIÓN DEL BARRIO DEL POBLENOU EN BARCELONA Y LA CUESTIÓN DE LA VIVIENDA.

Isaac Marrero Guillamón
Universidad de Barcelona

¿Del Manchester catalán al Soho Barcelonés? La renovación del barrio del Poble Nou en Barcelona y la cuestión de la vivienda (Resumen)

El barrio del Poblenou en Barcelona, importante área industrial de la región catalana hasta mediados de los años sesenta, se enfrenta actualmente a un ambicioso proyecto de renovación, el Plan 22@. Este proyecto es el documento marco para la reconversión de la zona en un nuevo distrito de actividades relacionadas con las tecnologías de la información y la cultura. Trata además de pasar de un modelo de especialización de usos a un barrio articulado a partir de la mezcla de usos y actividades. La puesta en marcha del plan, sin embargo, se ha enfrentado a la importante oposición de los vecinos, que temen que la renovación sea una tapadera para la gentrificación del barrio y para la destrucción del patrimonio del mismo. Se plantea aquí un análisis crítico del Plan 22@ como un ejemplo de la orientación de la política urbana reciente en la ciudad.

Palabras clave: renovación urbana, gentrificación, política local, Barcelona.

From the catalan Manchester to the Barcelona Soho?.  The Poble Nou in Barcelona neighbourghood renewal and the housing question (Abstract)

The neighborhood of Poblenou in Barcelona, a key industrial area in the Catalonian region until mid sixties, is now facing an ambitious urban renewal project, the Plan 22@. This project is the framework for turning the area into a new district of information and communication technologies activities and cultural venues. The project abandons the single-use qualification of the area in favor of a mix-use planning strategy. Its implementation, however, has faced important resistance from the neighborhoods inhabitants, who are afraid of the danger of gentrification and the destruction of the neighborhoods patrimony under the excuse of renewal. A critical analysis of Plan 22@ is proposed here, as an example of the orientation of recent urban policy in the city.

Key words: urban renewal, gentrification, local policy, Barcelona.

El estudio y comprensión de las transformaciones que actualmente se llevan a cabo en el barrio del Poblenou en Barcelona requiere adoptar inicialmente una óptica más amplia. Se trata de entender los procesos que tienen lugar en el barrio en relación a su posición con respecto al conjunto de la ciudad y con las dinámicas macroestructurales. Se trata también de situar las actuales intervenciones en la historia de la planificación urbana de la ciudad y del barrio. Por esta razón, este trabajo comienza revisando dos procesos generales (el paso de un modelo de producción industrial-fordista a uno flexible-postfordista y la consolidación de un sistema global de conexión e interdependencia, especialmente entre ciudades), para luego hacer una breve reconstrucción de las estrategias de planificación en Barcelona en relación al barrio del Poblenou. Finalmente, haciendo énfasis en el ámbito de la vivienda, se analiza el Plan 22@, una actuación que ha de transformar al Poblenou en un área articulada a partir de la mezcla de usos y la apuesta por el sector de las tecnologías de la información. El Plan trata además de "reconectar" el barrio con la ciudad, dándole un nuevo papel estratégico y eliminando los obstáculos morfológicos aún presentes.

La nueva organización del sistema productivo global

El surgimiento y consolidación de un nuevo modelo de organización de la producción, el postfordismo, ha sido considerado la respuesta al agotamiento del modelo fordista de producción de masas. Entre mediados de los sesenta y los setenta tuvieron lugar una serie de procesos socioeconómicos que nos ayudan a entender este cambio. Tanto Luis Enrique Alonso[1] como Patrick Schumacher y Christian Rogner[2] coinciden en lo esencial: la producción masiva y estandarizada que ofrecía el modelo fordista no podía responder a la transformación del mercado de los artículos de consumo. La explosión de la demanda de productos más allá de la satisfacción de las necesidades básicas, posible gracias a la expansión de las clases medias, dio lugar a una diversificación creciente de esta demanda y a unas prácticas de consumo cada vez más orientadas a lo simbólico.

Pero el proceso solo pudo consolidarse en la medida en que el sistema productivo reaccionó mediante un profundo cambio organizacional y tecnológico. Al mismo tiempo que diseño y producción se entremezclaban mediante el CAD/CAM y se desarrollaba una nueva maquinaria capaz de hacer frente a mucha más flexibilidad y diversificación en la producción, las presas se orientaban a una organización más horizontal y se conectaban en redes empresariales globales[3]. No sólo el proceso de producción cambió, la propia organización sufrió profundas transformaciones. Mientras las empresas empezaron a conectarse para formar redes de producción, intercambio e información, aprovechándose de las oportunidades que la tecnología y el desarrollo de las comunicaciones ofrecían, comenzaron a desmantelar el paradigma burocrático-jerárquico de organización a favor de modelos más horizontales, descentralizados y comunicativos. El proceso se completa con la disminución de la regulación estatal y el deterioro de las relaciones laborales, que permitió la flexibilización de la mano de obra y de la propia localización industrial.

Este proceso de cambio en el modo y organización de la producción es, así, inseparable de la globalización de la producción. La descentralización de la producción implica que las empresas trasladan sus centros de producción a áreas del "tercer mundo" con legislación laboral (y medioambiental) débil y recurren cada vez más a la subcontratación, sustituyendo los contratos fijos por temporales/flexibles y eludiendo las legislaciones laborales herederas de la histórica labor sindical. Mientras las sedes de producción masiva, muy robotizadas y que requieren sobre todo mano de obra poco o nada cualificada huyen a los lugares con menores costes de producción, los centros de decisión suelen permanecer en las áreas financieras de las urbes del "primer mundo", aprovechándose de las infraestructuras de comunicaciones y de la mano de obra altamente cualificada. Así, la nueva empresa responde a la morfología de la red, siendo el resultado de la interconexión de un conjunto de nodos inoperativos aisladamente. El concepto de "espacio de los flujos" de Manuel Castells describe justamente esto,

"[el] despliegue de la lógica funcional de las organizaciones detentadoras del poder en redes de intercambio asimétricas que no dependen de las características de ninguna localización específica para el cumplimiento de sus metas fundamentales. El nuevo espacio industrial y la nueva economía de servicios organizan sus operaciones en torno a las dinámicas de sus unidades generadoras de información, mientras conectan sus diferentes funciones en espacios diversos asignados para cada tarea; el proceso general es entonces reintegrado mediante sistemas de comunicación"[4].

Esta nueva economía de libre mercado, el neoliberalismo, no sólo profundiza las desigualdades norte-sur heredadas de la colonización, con la sumisión económica, tecnológica y social de todos aquellos países del "tercer mundo" que por razones diversas se convierten en centros de producción, sino que establece un sistema de competición en el "primer mundo" por alojar estos centros de decisión, garantía de una actividad económica muy favorable para la ciudad. Castells[5] ha tratado con merecida insistencia la progresiva consolidación de una red global, cuyos nodos serían los centros económicos, financieros y culturales del planeta, y en la cual tienen cabida la práctica totalidad de las relaciones internacionales de primera línea: estar dentro de esa red implica estar dentro del sistema de distribución de bienes y servicios, de toma de decisiones y, desde luego, en la "vanguardia" social y cultural. Saskia Sassen ha estudiado precisamente este proceso, concluyendo que

"(…) la combinación de dispersión espacial e integración global ha creado un nuevo rol estratégico para las grandes ciudades (…) estas ciudades asumen hoy cuatro funciones completamente nuevas: primero, como puntos de comando altamente concentrados desde los que se organiza la economía mundial; segundo, como localizaciones claves para las finanzas y las empresas de servicios especializados o del terciario avanzado, que han reemplazado a la industria como sector económico dominante; tercero, como lugares de producción y de generación de innovaciones vinculadas a esas mismas actividades; y cuarto, como mercados para los productos y las innovaciones producidas."[6]

La política local de una ciudad como Barcelona, aspirante a un lugar privilegiado en esta red de ciudades, y muy especialmente la concerniente a las grandes renovaciones como la que aquí nos ocupa no debe ser analizada al margen de estos procesos. Al fin y al cabo, estrategias de planificación urbana como la organización de grandes eventos, la potenciación del turismo, la reconversión de los antiguos centros industriales y/o deteriorados o la atracción de grandes empresas han ido ganando protagonismo a medida que las ciudades dejaban de ser centros de producción masiva para erigirse en centros de decisión y consumo y que dependían cada vez más de sí mismas ante la progresiva privatización del Estado del Bienestar[7].

Hacia una Barcelona postindustrial

El Plan 22@ no puede entenderse sin tener en cuenta el contexto barcelonés. El proceso global de transición a una economía informacional y postfordista anteriormente descrito es muy evidente en Barcelona. R. Tello, S. Martínez y A. Boba[8] han estudiado el proceso de terciarización de la economía barcelonesa y la consecuente transformación del espacio urbano. Los datos que aportan no dejan lugar a dudas. Entre 1970 y 1986 se perdieron en Barcelona 249.861 empleos en el sector industrial y se crearon 16.532 en el sector terciario. Entre 1986 y 1996 se destruyeron 92.336 empleos industriales y se crearon 241.371 en el sector servicios. En efecto, según los propios datos del Ayuntamiento[9], si en 1991 el sector terciario suponía el 66 por ciento del total de puestos de trabajo (504.000 sobre 768.000) en el año 1999 el porcentaje había ascendido al 78 por ciento (598.000 sobre 770.000). En el mismo periodo el empleo industrial descendió de 206.000 puestos de trabajo a 130.000 (16,8% del total). Los datos más recientes disponibles, del año 2001[10], confirman esta tendencia: del total de 832.548 asalariados en Barcelona, casi el 80 por ciento lo es en el sector servicios, frente a un 14,6 por ciento en la industria. Los datos regionales pueden, sin embargo, ayudarnos a corregir el efecto producido en los datos locales por los desplazamientos de la industria a zonas más periféricas. Ciertamente, según los datos del Instituto de Estadística de Cataluña[11] el empleo industrial aún suponía en el año 2001 el 31,7 por cierto del total del empleo en la provincia de Barcelona, frente al 58,6 por cierto del sector servicios. Los datos para la totalidad de la región catalana (28,7% de empleo industrial y 58,4% de servicios) confirman que actualmente la industria sigue empleando a aproximadamente un treinta por cierto de la fuerza de trabajo. Sin embargo, la transición a la "economía de la información" también es clara a esta escala. En 1977 la industria empleaba casi al 45 por cierto de los trabajadores en la provincia de Barcelona y a un 40 por cierto de los catalanes; los servicios empleaban al 42 y 41 por cierto respectivamente. En 1986 los servicios ya ocupaban a algo más de la mitad de los trabajadores en ambos casos, bajando el empleo en la industria al 36,7 por cierto en Cataluña y al 40,5 por cierto en la provincia de Barcelona. En 1996, la industria empleaba al 28 por cierto de los trabajadores catalanes y al 30,9 por cierto de los de Barcelona. El sector terciario había ascendido ya al 58,4 por cierto para Cataluña y al 60,4 para Barcelona. Estos porcentajes se han mantenido con escasas variaciones en los últimos años. Así que si bien los datos a escala regional matizan los datos locales y colocan la importancia de la industria en su sitio, la tendencia a la reducción de la misma a favor del sector terciario es también bastante clara.

Esta tercialización de la economía ha estado acompañada desde los ochenta por una importantísima reestructuración de la morfología de la ciudad. La planificación urbana en Barcelona ha cobrado en este tiempo un protagonismo extraordinario, recibiendo importantes premios[12] y dando lugar incluso a un modelo propio de actuación, el conocido "Modelo Barcelona". F. J. Monclús argumenta que la especificidad del mismo no radicaría tanto en los objetivos como en el procedimiento, "especialmente en la búsqueda de consenso general y colaboración entre los agentes públicos y privados"[13]. El modelo se basa en grandes y prestigiosas actuaciones públicas que atraigan al sector privado, actuando la administración pública como promotora de la inversión privada y acompañando esta labor con una dedicada estrategia de marketing y promoción: la producción de una "imagen" de la ciudad[14].

La celebración incondicional y generalizada del "Modelo Barcelona" nos obliga a tomar una actitud especialmente analítica y crítica con él. En los ochenta, la dirección pública del proceso fue capaz de actuar como motor para la inversión privada, que con poca expectativa de beneficio –o más limitada que actualmente, al menos- aceptó quedar relegada a un lugar secundario en el proceso de toma de decisiones[15]. Parece además que las autoridades supieron construir un clima de participación y consenso ciudadano, sustentándose en los apoyos de la élite intelectual, artistas y profesionales. Esto no quiere decir, sin embargo, que el proceso no tuviera y tenga sus críticos[16]. En especial, nos interesan los aspectos sociales asociadas a estas renovaciones a gran escala, muy ligados a la cuestión de la vivienda y la especulación inmobiliaria. Una de las críticas más consistentes es la del excesivo condicionamiento del diseño en la renovación y la búsqueda de un criterio estético (y económico) chic y elitista. Otra crítica es la poca sensibilidad que las transformaciones han tenido con las poblaciones locales (tengamos presente los desplazamientos y costes sociales que ha tenido la regeneración del distrito de la Ciutat Vella). Finalmente, se ha criticado el incumplimiento sistemático del compromiso con la vivienda asequible. El brutal aumento del precio del suelo en la ciudad confirma estas críticas. Un estudio de la inmobiliaria Berni revelaba un aumento del 86 por ciento en el precio de la vivienda entre 1997 y 2002, para un aumento del 15 por ciento en los sueldos[17]. Sólo en el 2002 los pisos de alquiler subieron en Barcelona un 12 por ciento y en el Distrito de Sant Martí –donde se encuentra el Poblenou, un 16,6 por ciento[18]. De hecho, la cuestión del precio –y la falta de- vivienda es actualmente la discusión más importante, junto a la seguridad, en la política local[19]. El propio Ayuntamiento ha elaborado un informe en el que denuncia el incumplimiento del 53 por ciento del último Plan de la Vivienda Catalán (1998-2001), que regula la construcción de pisos de protección[20]. Por todo esto, el Plan 22@ se enfrenta a una situación social mucho menos calmada y bastante más crítica, al mismo tiempo que el Ayuntamiento parece abandonar las políticas de participación ciudadana sistemáticas y estar perdiendo capacidad de iniciativa y dirección frente al empresariado. En este sentido,  caso de Forum 2004 y Diagonal-Mar son dos ejemplos paradigmáticos de la posible quiebra del "Modelo Barcelona"[21].

El barrio del Poblenou

Las transformaciones del Poblenou que nos planteamos estudiar en este trabajo exigen una comprensión histórica de la realidad del barrio. Hay que preguntarse, aunque sea someramente, cómo se forjó esta área industrial que llegó a ser conocida como el "Manchester Catalán".

El barrio parece haberse caracterizado siempre por su carácter periférico y su condición de aislamiento. Poco después de que el Consell de Cent saneara en el siglo XVII las tierras extramuros del levante, comenzó el proceso de implantación de las actividades nocivas para el centro de la ciudad, primero con la residencia de leprosos o el campo de prácticas de los artilleros y más tarde con el gran cementerio de la ciudad. Paralelamente, ya a mediados del siglo XVIII comenzó la actividad industrial textil, con la llegada de las plantas de blanqueo de indianas[22]. Fue en XIX, sin embargo, cuando el proceso de implantación industrial se aceleró y expandió. Aislada del resto de la ciudad por la fortaleza de la Ciutadella, su cercanía al puerto y a la Barceloneta, unida a la excelente comunicación que propiciaba el ferrocarril de la costa, convirtió la zona en un excelente emplazamiento para la industria.[23]. J. Nadal y X. Tafunell[24], en su estudio del distrito de Sant Martí proponen la siguiente periodización del asentamiento industrial, en líneas generales compartida por M. Tatjer y A. Vilanova[25]. Los inicios los sitúan entre 1846 y 1860, con el asentamiento de la industria textil (por ejemplo Ricart, Escubós-Arañó, Jaumandreu). A partir de 1861 hasta 1904 se produce la explosión, liderada por la industria textil (muchas fábricas del interior de la ciudad se trasladan al Poblenou buscando una localización más favorable), aunque acogiendo ya a otras industrias (destacan los grandes recintos como Macosa, Vidrieria Vilella o Papelera Godó). Entre 1905 y 1939 se produjo la consolidación y estancamiento del área, de manos de la primera generación de la industria metalúrgica y las primeras fábricas de automóviles (Hispano-Suiza, Ford, General Motors). Desde el año 1940 hasta 1964 se produce un nuevo impulso, favorecido por un periodo expansivo en la industria mecano-metalúrgica y automovilística. A este periodo corresponden los asentamientos de Hispano Olivetti (hoy el Centro Comercial Glòries), Pegaso-ENASA o Montesa. Finalmente, comienza en 1965 el periodo de decadencia industrial, motivado, entre otros factores, por la promoción desde las autoridades públicas de nuevos polígonos industriales más periféricos, como la Zona Franca. A esto hay que añadir, desde luego, la importancia de la ya comentada reestructuración del modo de producción industrial a nivel global y el cambio empresarial hacia modelos de producción flexibles. A partir de entonces, un conjunto de actividades relacionadas con el transporte y la logística se establecen de forma más o menos permanente en el barrio.

R. Grau y M. López[26] destacan la importancia conectar este proceso de implantación industrial con la morfología del barrio. Ya en el siglo XVIII la implantación de la industria hizo cambiar la calificación del suelo, de agropecuario a industrial. En ese momento, el capital destruyó las formas socioespaciales del Antiguo Régimen y la propiedad del suelo pasó a manos de la burguesía manufacturera (que incluso compró los terrenos del frente litoral, hasta entonces municipales). De hecho, estos autores sostienen que el caos morfológico característico del Poblenou hasta mediados del siglo XX fue consecuencia de la libre operación del capital, que actuó prácticamente sin restricciones, asentándose en los lugares más apropiados y construyendo en torno a las fábricas las viviendas de sus obreros.

Esta brevísima reconstrucción de la historia de la industria en el Poblenou debe ser completada con un repaso igualmente esquemático de la historia del planeamiento urbano en el barrio. Y es que no podemos entender las operaciones de renovación que ahora se acometen y nos proponemos estudiar sin ser conscientes de que son herederas de una larga tradición. Es relevante el hecho de que las primeras industrias, en el siglo XIX, se asentaran sobre la parcelación agrícola del suelo, ya que limitó en gran medida la posterior implantación de la conocida trama ortogonal de Cerdà[27]. E. Tejero y R. Encinas[28] nos cuentan como ya en 1897, con la anexión del municipio de Sant Martí al Ayuntamiento de Barcelona se planteó este asunto, sin que trascendiera la oposición de los propietarios. Los mismos autores nos recuerdan que no fue hasta 1966, con el Plan de la Ribera, cuando el debate sobre la reordenación del territorio cobró fuerza. Con los primeros síntomas de decadencia del sector industrial ya claros, una Sociedad Anónima de empresarios de la fachada marítima (Ribera, S.A.) planteaba la construcción en el frente litoral de un complejo de residencia intensiva y de lujo. Se trataba de un intento claro por parte de la burguesía de revalorizar unos terrenos en decadencia mediante la tercialización del sector. Lo interesante era el intento de presentar como interés general (la "renovación" del barrio) un interés de clase (la descomposición de la clase obrera y la obtención de plusvalía con el cambio de uso del suelo), una estrategia muy ligada a una visión tecnocrática del urbanismo, totalmente disociado de la trama social[29]. El Plan contenía, de hecho, algunos de los elementos clave que más tarde se llevarían a cabo, como la recuperación del frente marítimo, la consecuente eliminación del ferrocarril de la costa, mezcla de vivienda y pequeños comercios, y estimulación de la zona mediante grandes centros comerciales[30]. Sin embargo, el Plan contó con una fuerte oposición social e intelectual, que no se limitó a criticar un proyecto exclusivista, elitista y que proponía la expansión de la trama Cerdà sin prestar atención a los tejidos existentes, sino que elaboró el Contraplan de la Ribera. Se trata de un documento interesante, que parte de un entendimiento marxista de la morfología urbana como fruto del sistema capitalista de producción, y que propone la revitalización del barrio desde una óptica unitaria, evitando la fragmentación en zonas de desarrollo aisladas y elaborando una propuesta de renovación basada en las necesidades y usos de su población mayoritariamente obrera. Finalmente, el Plan, aprobado en 1968, modificado en años posteriores, nunca se llevó a cabo. Sin embargo, queda un importante ejemplo de la unión capital-administración para la planificación de una actuación de reforma sin contar con los vecinos de la zona e incluso en contra de su voluntad[31].

La llegada de la democracia coincidió con la importante crisis económica e industrial de los setenta, y se tradujo en un periodo de actuaciones micro, un urbanismo de mejora del barrio basado en la transformación de plazas, ramblas y avenidas, que habían de regenerar el tejido social a partir de la mejora de los espacios públicos[32]. Los ochenta suponen un giro radical en esta dinámica. Con la organización de los Juegos Olímpicos de 1992, se concentran en el Poblenou una serie de actuaciones urbanísticas de gran alcance. Hay que destacar de entre todas ellas la Villa y el Puerto Olímpico, que supuso la recuperación del litoral marítimo desde Ciutat Vella hasta la Playa Bogatell. En total, el Poblenou concentró un 32 por ciento del total de las inversiones olímpicas directas, y entre 1982 y 1996 se pusieron en marcha 16 planes urbanísticos, afectando a un área total de casi 2,7 millones de m2[33].

La situación actual del Poblenou está marcada por la centralidad de la fachada marítima, con la Villa Olímpica por un lado y el Frente Marítimo por otro; la eliminación de los trazados ferroviarios y la construcción del sistema de rondas; la rehabilitación de la zona de Glòries, con la implantación de un centro comercial, del Teatro Nacional de Cataluña y del Auditorio Municipal; la apertura de la Diagonal hasta el mar, donde se encuentra con el complejo lúdico-residencial de lujo Diagonal Mar; y finalmente, por las actuaciones en el área interior, con la renovación de la Rambla del Poblenou y la apertura de ejes de comunicación en la dirección mar-montaña.

Estas transformaciones han tenido un impacto evidente en los datos demográficos. Entre 1975 y 1986 el Poblenou perdió un 19 por ciento de su población (pasó de 59.375 a 47.937) frente al 3 por ciento que perdió la ciudad de Barcelona. En el periodo 1986-96, sin embargo, el Poblenou aumentó un 1 por ciento su población, llegando a los 48.620, mientras que Barcelona perdió un 11 por ciento[34]. En 2001, la población había seguido este discreto crecimiento, situándose en 51.015 (+2% con respecto a 1996)[35].

Sin embargo, en 1994 el 32 por ciento de las empresas establecidas en Poblenou eran aún industriales y un 32 por ciento de servicios (un 12% y un 41% en Barcelona). Más aún, el 49 por ciento del suelo de uso económico era industrial (el mismo porcentaje ocupaban los servicios en Barcelona)[36]. El cambio ha sido muy acelerado, puesto que en el año 2000 los servicios suponían ya un 40 por ciento de las licencias, frente al 25 por ciento de la industria[37]. Es una lástima no disponer de datos recientes con respecto a la ocupación de suelo productivo para ver si la disminución de licencias se nota ya en la morfología. A pesar de este cambio acelerado, el Poblenou sigue teniendo una presencia industrial muy por encima del resto de la ciudad. En Barcelona, en el año 2001, el número de licencias de servicios eran ya prácticamente la mitad del total, frente al escaso 8,9 por ciento de licencias industriales. Es interesante el hecho de que el aumento claro y progresivo de la actividad constructora en el último decenio sitúe a estas licencias casi al mismo nivel, un 7,9 por ciento el mismo año[38].

El Plan 22@bcn

El conjunto de operaciones agrupadas bajo el nombre de 22@ son la transformación urbanística más importante actualmente el curso en Barcelona, ocupando un total de casi dos millones de m2, equivalentes a 117 manzanas del Eixample. El nombre 22@ proviene de la recalificación de los suelos calificados como industriales en el Plan General Metropolitano (PGM) de 1976, que recibían la etiqueta de 22a. El documento marco de estas transformaciones es la Modificación del Plan General Metropolitano (MPGM)[39], documento que establece las bases conceptuales, urbanísticas y jurídicas de la transformación. La MPGM es fruto de un negociación llevada a cabo entre 1998 y 1999, donde se discutió el uso que darle a las 116 Ha. de suelo calificado como industrial. La magnitud de los cambios hace que la MPGM haya sido pensada desde el comienzo como un documento marco, como un instrumento de planificación flexible. Se distinguen diferentes tipos de actuaciones: la primera son las de "transformación de ámbitos definidos que impulsa directamente el Ayuntamiento de Barcelona", que ocupa el 40 por ciento del total del suelo, y queda pendiente de concreción mediante la elaboración de seis Planes Especiales de Reforma Interior (PERI), según la división territorial que se establece:

1.Eix-Llacuna: conversión la calle Llacuna en un nuevo eje mar-montaña, junto a la Rambla del Poblenou y Sant Joan de Malta. 2.Llull-Pujades (levante): definición de las manzanas del sector Diagonal-Mar. 3.Llull-Pujades (poniente): actuación en tres bandas de manzanas horizontales para dotar de continuidad el núcleo histórico del Poblenou con el centro de la ciudad. 4.Campus Audiovisual: convertir la antigua fábrica Can Arañó en emplazamiento de las actividades relacionadas con la cultura y lo audiovisual. 5.Perú-Pere IV: creación de un nuevo polo de centralidad y esponjamiento en el extremo norte de Pere IV. 6.Parc Diagonal: construcción de un parque en el cruce Diagonal-Pere IV y un centro de actividad de cara a éste.

El segundo tipo de actuaciones son las de "transformación de ámbitos no definidos, que participan de los mismos objetivos y contenidos, y pueden ser desarrollados por la iniciativa privada". Finalmente, se establecen las "actuaciones de transformación sobre parcelas, edificios industriales consolidados, frentes de viviendas existentes y otras posibles". Asimismo, existe un Plan Especial de Infraestructuras, que concreta las cuestiones relativas a las nuevas infraestructuras necesarias (incluyendo la reurbanización de 35 kilómetros de calles).

Para llevar a cabo las actuaciones, el Ayuntamiento ha creado la sociedad privada de capital íntegramente público 22@bcn s.a., "un órgano de gestión, con personalidad jurídica propia, que aglutina los instrumentos y las competencias adecuados para gestionar el proceso de transformación del Distrito de Actividades 22@"[40]. Paralelamente, se ha constituido la empresa Infraestructuras 22@ (con una parte minoritaria de capital público) con el objetivo de privatizar la realización de las obras de infraestructura.

El planteamiento general

En la presentación del plan 22@, se puede ver claramente la orientación general del proceso:

La industria tradicional no se encuentra ya en Poblenou, hace tiempo que se situó en los polígonos industriales y periferias. Hoy nuevos elementos configuran el cambio en la organización del trabajo: integración entre organización y Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones, la formación de redes de relaciones y de cooperación que conducen a empresas virtuales. Las estructuras centrales adelgazan, con un cambio importante por lo que se refiere al papel del territorio. Se habla ya de la "nueva economía digital" emergente. Este nuevo conglomerado industria-servicios debe volver a la ciudad, a la nueva ciudad del conocimiento. La normativa urbanística debe permitir esta recuperación industrial y las políticas económicas de promoción deben fomentarla.[41]

Se trata por tanto de recolocar el barrio en el centro de la ciudad postindustrial, "para situar a la ciudad en una buena posición para competir con otras poblaciones europeas en la nueva sociedad tecnológica y, en definitiva, para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos"[42]. Este objetivo se concreta en una serie de medidas específicas destinadas a la reutilización del suelo industrial por las "actividades @", es decir, aquellas relacionadas con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, así como con la investigación, el diseño, la edición, la cultura, la actividad multimedia, la gestión de bases de datos y del conocimiento.

La MPGM establece una serie de objetivos más específicos, que podríamos reagrupar de la siguiente manera:

1.Crear polos estratégicos de transformación, que actúen como motor para el conjunto de transformaciones, a partir del establecimiento de las ya citadas seis áreas de actuación.

2.Asegurar la mezcla de usos: la nueva regulación se aparta de la especialización de usos que suponía la calificación  22a del PGM. Bajo la calificación 22@ se considera una amplia variedad de usos: industrial (sólo industrias "limpias"), oficinas, vivienda, comercial (excluyendo a centros comerciales), residencial, equipamientos, y equipamientos @ (formación, investigación, empresa).
3.Dar coherencia y unidad a cada uno de los sectores, "la cohesión morfológica debe dar identidad y sentido de lugar a cada sector" 4.Dar continuidad al mismo tiempo que diversidad al tejido residencial y garantizar la presencia del pequeño terciario. 5.Bajo el paraguas general del modelo de Eixample de Cerdà se pretende desarrollar un concepto más rico y flexible, "que favorezca la configuración de un sistema "complejo y completo"", un marco que permita "asumir" las particularidades del barrio, arquitectónicas e históricas.

La cuestión de la vivienda

En el ámbito específico de la vivienda destaca en primer lugar el reconocimiento que el MPGM hace de las 4.614 viviendas que existen actualmente en suelo industrial. Con esto se da fin a una situación irregular, que no ilegal, pues el 90 por ciento de estas viviendas fueron construidas antes de que el suelo se clasificara como industrial mediante el Plan Comarcal de 1953. Sin embargo, este reconocimiento legal no significa necesariamente su preservación. Como discutiremos enseguida, se establecen una serie de criterios específicos de "consolidación".

Otro aspecto interesante es, sin duda, la cuestión del coeficiente de edificabilidad[43]. Se aumenta el general, de 2,0 a 2,2, y el de vivienda se establece entre 2,5 y 3,5. Sin embargo, estos números esconden la complejidad de la propuesta. Frente al modelo de altura relativamente estable del Eixample Central, se propone una utilización más diversa de la manzana como unidad. El documento pone como ejemplo el planteamiento del ya en curso PERI Diagonal-Poblenou, en el que coexisten coeficientes muy distintos en la misma manzana, con edificios de treinta plantas junto a edificios de seis y de una. En cualquier caso, el documento cita expresamente la idea de aumentar la densidad al mismo tiempo que los espacios libres (verdes), algo sólo alcanzable aumentando la altura.

Otro de los elementos claves del plan es dotar al barrio de vivienda asequible. La MPGM dice literalmente que las nuevas viviendas "deben promoverse según algún tipo de régimen de protección pública"[44], estableciéndose el número de éstas entre 3.500 y 4.000. Sin embargo, este aspecto queda por concretar a través de los PERI y de las operaciones opcionales. De hecho, un vistazo al cuadro-resumen de la propuesta muestra un dato sorprendente: del total de 295.539 m2 de suelo potencial destinado a nueva vivienda, 127.870 corresponden a las operaciones predeterminadas y 167.669 a las operaciones opcionales. Lo cual significa que la construcción del 56 por ciento del suelo de vivienda queda bajo la responsabilidad de una iniciativa privada por concretar. La MPGM también establece que un 25 por ciento de este suelo ha de ser destinado a vivienda de alquiler. Finalmente, se considera la posibilidad de la reconversión de edificios industriales en vivienda (los llamados lofts), siempre que se respeten las ordenaciones específicas al respecto.

La cuestión del reconocimiento de la vivienda requiere cierto detenimiento. En la MPGM podemos leer: "si las viviendas existentes cumplen con las condiciones urbanísticas, de seguridad y de higiene adecuadas a las nuevas condiciones que propone la renovación, es oportuno plantear el reconocimiento de su uso"[45]. Los criterios urbanísticos se refieren al "grado de consolidación", que se establece según la altura del edificio y el número de viviendas mínimas para tres situaciones diferenciadas, como vemos en el cuadro 1.

Cuadro 1
Criterios de Consolidación
 
nº mínimo de plantas
nº mínimo de viviendas
Para parcelas en calles de 20 m. de ancho
4
4
Para parcelas en calles de 8 m. de ancho
2
2
Para edificios de vivienda aislados
6
10
Fuente: Ajuntament de Barcelona, 2000.

Posteriormente, se procede a establecer "frentes consolidados", cuyos requisitos son:

1.Estar formado por dos o más parcelas consolidadas 2.Estar delimitado por parcelas consolidadas 3.Que los edificios de vivienda consolidados ocupen al menos el 40 por ciento de la longitud de la fachada del frente.

Según el estudio que se llevó a cabo en la elaboración de la MPGM, el 17 por ciento (274) del total de parcelas (39% del total de parcelas residenciales) cumplen todos los requisitos para ser reconocidas. Estas parcelas suponen el 72 por ciento (3.342) del total de viviendas. Esto implica que del total de 7.936 habitantes, 6.201 están en situación consolidada. Lo que supone 1.735 afectados directos por la transformación. Como indica el documento, "el hecho de que al 72 por ciento de la viviendas le corresponda sólo el 39 por ciento del parcelario indica la concentración de viviendas, pasando de una densidad edificada de 1,72 a más de 4,14 m2 techo/m2 suelo"[46].

En resumen, el tratamiento de la vivienda en la MPGM es bastante parcial, en el sentido de que la mayoría de las actuaciones quedan por concretar, bien mediante los PERI o la iniciativa privada. Lo que sí hace el documento, sin embargo, es establecer las líneas básicas de actuación, que plasman el concepto de vivienda con el que se trabaja, una vivienda en gran medida social, muy variada, y enraizada en la mezcla de usos que se le quiere dar al barrio. Veamos ahora lo que los vecinos del barrio piensan de todo esto.

Los vecinos del Poblenou opinan: la resistencia y oposición al Plan[47]

El Plan 22@bcn se ha enfrentado desde el comienzo a una formidable oposición social, vehiculizada en gran medida por las propias organizaciones del barrio. En realidad, esto es algo que no debiera sorprendernos. El Poblenou, como barrio obrero, tiene una larga historia de activismo y autoorganización. Sólo en el siglo XX en el Poblenou se vivió la Semana Trágica de 1909, con la quema de varios edificios e iglesias; las turbulentas huelgas del periodo 1912-1923, que acabaron con más de trescientos muertos; el triunfo de la CNT como organización sindical en los años treinta y (contradictoriamente) de los Republicanos en las elecciones del 36; el anarco-sindicalismo en la clandestinidad durante la dictadura; la importante huelga de tranvías de marzo de 1951; la oposición al Plan de la Ribera de 1966[48].  Con la llegada de la democracia, y especialmente durante los ochenta con la organización de las olimpiadas, han cobrado fuerza las asociaciones vecinales como interlocutores del Ayuntamiento.

Actualmente, la oposición al 22@ se organiza mayoritariamente en torno a una serie de organizaciones vecinales, entre las que hemos de destacar la Coordinadora Contra el 22@, la Comissió d"afectats 22@, Associació d"Afectats 22@ (Forum Perjudicats 22@), y L"Associació de veïns i veïnes del Poblenou. Aunque las diferentes agrupaciones esgrimen diferencias entre ellas, por ejemplo sobre la propia deseabilidad de la conversión al sector postindustrial, nos centraremos en las áreas fundamentales de discusión, que son en las que hay un acuerdo generalizado. Hay que recordar que ya que la MPGM deja muchos factores por concretar, no se puede considerar que a día de hoy el plan esté cerrado. Quedan muchas decisiones por ser tomadas, y esto es lo que le da especial relevancia a la opinión pública.

Podríamos agrupar la oposición al 22@ en torno a tres temas: las críticas al proceso de toma de decisiones; al tipo de edificaciones planteadas y a los costes sociales derivados de la actuación. Con respecto al primer asunto, las asociaciones estudiadas coinciden en denunciar la sistemática falta de participación ciudadana en la elaboración de la concreción del plan (los PERI). Si la MPGM contó con cierto consenso, los PERI parecen haber sido elaborados y aprobados sin contar con la opinión de los directamente afectados. Denuncian además la creciente presencia de intereses empresariales e inmobiliarios en la elaboración de estas regulaciones. Los vecinos exigen ser tomados en cuenta en el proceso de toma de decisiones, máxime cuando el Ayuntamiento presume de un modelo de gestión democrático y participativo. Como podemos leer en este comunicado de la Coordinadora contra el 22@,

no entenem perquè una institució pública ha d'intervenir en una operació de compravenda que afecta interessos de particulars, a més comdemnem aquesta intervenció ja que beneficia exclusivament als interessos especuladors de financeres i immobiliàries. En qualsevol cas l'Ajuntament hauría d'intervenir en defensa dels interessos de veïnes i veïns i per protegir d'especulacions el preu del sòl urbanitzable.[49]

El tipo de edificaciones planeadas es uno de los puntos más fuertes de discordia. En contra de lo que lo pudiera parecer, la oposición no discute la implantación del trazado Cerdà, sino la concreción de las actuaciones a la escala de manzana, muy especialmente la altura de los edificios. Su argumento es que en un entorno en el que la media es de planta baja más cinco pisos no se pueden construir torres de en torno a 24 pisos, como han sido inicialmente planeadas. Además, se acusa al Ayuntamiento de no ser lo suficientemente respetuoso con el tejido urbano existente. La defensa del patrimonio histórico-arquitectónico es una constante en los escritos de oposición. Se valoran positivamente las actuaciones de restauración y preservación, pero se consideran a todas luces insuficientes. El debate sobre la reutilización de los obsoletos edificios industriales ha trascendido de hecho la oposición vecinal para convertirse en un tema de debate intelectual. Es especialmente relevante aquí la ya citada obra de Tatjer y Vilanova, en la que elaboran cinco itinerarios con el objetivo de rescatar el rico patrimonio industrial del barrio del peligro del olvido (o de la demolición). Un patrimonio que conforma, en palabras de Horacio Capel, "los restos materiales del proceso de industrialización contemporáneo"[50]. La Asociación de Vecinos del Poblenou lo expresa del siguiente modo:

L'edificació que conté la proposta de planejament és agressiva i desfigura el paisatge urbà del Poblenou per la seva altura excessiva - un total de 9 torres que podran arribar fins a 72 metres d'altura - i per l'ocupació dels interiors de l'illa. Cal mantenir dins d'un ordre raonable la tipologia edificatòria respectuosa amb les altures, volumetria i alineacions existents al barri ( PB+4 o PB+5 ), així com conservar els edificis i espais d'interès i de tradició per tal de preservar el patrimoni històric, arquitectònic i cultural del Poblenou.[51]

En definitiva, se oponen a un modelo arquitectónico que consideran ajeno a la realidad del barrio y hostil con el patrimonio existente. Arrojan dudas además sobre el tipo de vivienda que se construirá; existe el miedo entre los vecinos de que la construcción de nueva vivienda sea en realidad una excusa para la gentrificación del barrio. Esto nos lleva a la tercera área de oposición, los costes sociales. Podemos hablar de dos dimensiones: los relativos a la vivienda y los relativos al comercio. Como el objeto de este trabajo es la vivienda, sobre el comercio me limitaré a decir que la construcción de grandes centros comerciales (Glòries, Diagonal-Mar) está siendo discutida argumentando que si se sigue en esta línea de desarrollo los pequeños comerciantes del  barrio no tendrán opción de sobrevivir, destruyéndose por tanto uno de los ejes de la vida social del barrio.

La discusión en torno a los costes sociales del nuevo modelo de vivienda que se quiere implantar en el barrio gira a su vez en torno a dos niveles. Se trata de los costes directos (los desplazamientos y la cuestión de las compensaciones) y de los indirectos, o más exactamente, los costes a medio-largo plazo (el peligro de gentrificación o elitización del barrio). Ambas dimensiones son parte importantísima de la oposición al 22@. Los afectados piden por un lado que se minimicen los desplazamientos (que según el colectivo Afectats 22@ podrían llegar a afectar a 1.200 viviendas y hasta 1.000 pequeños comercios y talleres –datos muy distintos a los manejados por el Ayuntamiento, como pudimos ver) y se asegure que en los casos inevitables las compensaciones sean justas:

Les compensacions als afectats del PERI han de ser justes, evitant la pèrdua de patrimoni i de qualitat de vida dels residents, siguin propietaris o lloguaters, en la seva nova ubicació. Aplicació del criteri compensador pis per pis a càrrec del promotor, en sistemes de contractació d'accés als nous habitatges que s'adaptin a les economies particulars dels veïns afectats. Garantir la permanència de les activitats econòmiques i dels llocs del treball.[52]

La preocupación por los costes a medio-largo plazo es también clara e inequívoca. Los vecinos temen que la implantación de un nuevo modelo económico-industrial terciario, acompañado del nuevo tipo de vivienda, traiga consigo una elitización del barrio, que actúe lenta pero imparablemente como una fuerza de desplazamiento. Temen, en definitiva, que se destruya la "vida" del barrio y se implante un modelo de barrio chic, el modelo SoHo de Nueva York, una gentrificación "amable", liderada por la nueva economía, los locales cool y los artistas. Podemos leer esta preocupación expresada por los Afectats 22@:

El Poblenou és un barri majoritàriament treballador i no podrà afrontar el ritmes de consum que acompanyaran el 22@. Per als joves, per exemple, trobar un pis pot ser pràcticament impossible. Aquest fet conduirà a la substitució social del barri.[53]

Un ejemplo, el PERI Eix-Llacuna

Con el objetivo de concretar algo más la exposición, presentaré sucintamente un ejemplo concreto del proceso de lucha entre el Ayuntamiento y los afectados: el PERI Eix-Llacuna. Este ejemplo es interesante, ya que actúa en los alrededores de la Rambla del Poblenou, en el centro histórico del barrio, en un área especialmente sensible para los vecinos. La primera versión del documento se aprobó el 24 de diciembre de 2001. En los aspectos relativos a vivienda, los que más nos interesan, destacaba la construcción de 9 torres de 72 metros de alzada (unos 24 pisos), para un total de 216 nuevas viviendas. Las reformas afectaban a 92 familias que eran obligadas a trasladarse.

Las masivas protestas a las que dio lugar el documento hicieron que el Ayuntamiento estableciera un proceso especial de negociación con los vecinos. El acuerdo empezaba por partir de cero y elaborar un plan nuevo para la zona. Y así se hizo; sin embargo, el nuevo acuerdo, firmado entre el Ayuntamiento y la Asociación de Vecinos, no contó con el apoyo ni de de la Coordinadora contra el 22@ ni de l"Associació d"Afectats 22@. De hecho, el nuevo PERI siguió contando con la oposición de una parte importante del vecindario, hecho que no impidió que el documento se aprobara finalmente en el pleno del 25 de octubre de 2002 (con los votos a favor del PSC, IC-V y ERC y la oposición del PP y CiU). El nuevo PERI Eix-Llacuna reduce el número de torres a seis u ocho y su altura a 48 metros (unos 14 pisos). El total de viviendas nuevas se reduce a 188 y el número de viviendas afectadas a 58. La oposición al plan (también en lo referente a la utilización de suelo para equipamientos) continúa su curso, ahora mediante un proceso legal contencioso-administrativo.

El argumento de las partes que continúan su oposición es que a pesar de la reducción del impacto el proyecto sigue actuando sin sensibilidad sobre un tejido ya consolidado en el que la altura máxima es de cinco plantas. La armonía de la calle Llacuna sigue siendo truncada por un tipo de edificación extraño a su morfología. Según los afectados, el PERI contradice a la MPGM, al clasificar la totalidad de la zona como suelo urbano no consolidado, y por tanto no reconocer en la zona ningún edificio "consolidado". También se oponen al hecho de que la vivienda social se construya sobre el suelo de titularidad privada, después de que el suelo público haya sido vendido. Por último, destacan la falta de actuaciones de rehabilitación (sólo se preserva una pared de Can Rivera y La Vanguardia) y la implantación de un modelo arquitectónico sin relación alguna con la historia del barrio. El hecho, además, de que la Asociación de Vecinos haya firmado el nuevo plan nos hace cuestionarnos aspectos relativos a la legitimidad y  la representatividad. Sin ánimo de resolver el debate, hemos de traer a colación la aportación de J. V. Boira, que ha definido este enfrentamiento entre las asociaciones tradicionales y las nuevas asociaciones de afectados como un síntoma de la "fragmentación social, intelectual y territorial a la hora de participar en el debate urbano"[54].
 

Conclusiones

Revisado y contextualizado el plan de renovación del Poblenou, así como las oposiciones a las que se enfrenta, concluimos este trabajo con una propuesta teórica para el análisis de la actuación y el conflicto. Más que un marco que pueda agotar cada uno de los aspectos parciales, se trata de proponer un marco general que nos permita entender el proceso en su conjunto y que deje espacio para estudios más concretos.

Una lectura marxista del proceso aquí estudiado puede ayudarnos a comprenderlo en profundidad. Debemos partir pues de la idea básica de que la morfología urbana es el resultado del desarrollo del sistema capitalista y de sus conflictos. Nos distanciamos aquí, sin embargo, de los análisis marxistas que reducen la morfología urbana a "expresión espacial de la lucha de clases". Lo hacemos porque implicaría la existencia de dos grandes clases que a partir de su relación con los medios de producción se encuentran enfrentadas, son conscientes de ello y se asocian para actuar consecuentemente. No se trata tanto de negar el conflicto de clases en la sociedad postindustrial como de matizarlo: la ecuación "situación objetiva de clase ? conciencia de clase? prácticas de clase" no es defendible desde un punto de vista empírico. Hay que adaptar un marco teórico general que sigue siendo válido a una situación más compleja. Por eso hablamos aquí de la morfología urbana como resultado de la práctica de una serie de agentes con intereses más o menos contrapuestos (propietarios, promotores, trabajadores, gobierno local) en el seno de un marco legal e institucional dado[55]

C. Gdaniec[56] da un primer paso interesante en este sentido, al contraponer las necesidades de los vecinos con las prioridades de las autoridades planificadores. Según él, las actuaciones de regeneración urbana en el Poblenou están siendo usadas para mejorar la imagen de la ciudad con grandes proyectos y para la producción de un importante valor simbólico en la zona. Y esta no es una planificación destinada a la población local –es una planificación que se dirige a la ciudad, o más exactamente a la imagen de la misma. Esta es una idea clave, que Francesc Muñoz desarrolla algo más[57]. Bajo su punto de vista, la política urbana ha entrado en una fase de "festivalización" o "espectacularización", caracterizada por convertir a la propia ciudad en producto en venta y articulada a partir de la creación de imágenes. Tan importante o más que la regeneración del barrio sería en este caso transformar al mismo en valor de cambio, es decir, en algo intercambiable en el mercado global. Con la caída de la función productiva y el auge del consumo y el turismo, crear espacios atractivos para su consumo se convierte en prioridad fundamental de la política local. Este énfasis en la dimensión simbólica hace que la imagen se haya convertido en condición necesaria para la transformación urbana, precediendo incluso a la propia transformación: tanto el 22@ como el Forum 2004 han sido vendidos por el Ayuntamiento mucho antes de que fueran reales mediante el despliegue de una intensa campaña publicitaria.

Esto explicaría parte de la motivación subyacente en la regeneración del Poblenou, pero queda aún por resolver la cuestión esencial de porqué los intereses de los vecinos están enfrentados a los del Ayuntamiento y las empresas participantes. Nos interesa en este sentido la obra de David Harvey[58], quien argumenta que existe una diferencia muy importante en las prácticas de clase asociadas al espacio. Los grupos con menos ingresos tienen en la apropiación la principal forma de relación con el espacio. Con esto Harvey se refiere al privilegio del valor de uso sobre el valor de cambio: se desarrollan intensos lazos sociales y una fuerte vinculación al lugar. La fuerza proviene precisamente de la capacidad para excluir a los elementos ajenos. Los grupos más ricos, por el contrario, encuentran en la propiedad la principal forma de relacionarse con el espacio. El valor de cambio es mucho más importante que el valor de uso, y el énfasis se pone en la dimensión simbólica del espacio –se asocia la movilidad y la propiedad con la clase. J. R. Logan y H. L. Molotoch[59] desarrollan este esquema básico algo más. Para estos autores, los valores de uso se refieren básicamente a las maneras en que los residentes usan los recursos materiales y sociales disponibles en el barrio. Distinguen varios tipos: el recorrido cotidiano de "aprovisionamietno"; las redes informales de apoyo; la seguridad y la confianza, que facilitan la pertenencia y la exclusión; la identidad; los beneficios de la aglomeración; y el estilo de vida. Los valores de cambio, por el contrario, son mecanismos del mercado, que en forma de organizaciones e instituciones, reorganizan el espacio urbano. Consideran cinco estrategias básicas: la revitalización de barrios pobres con la localización de infraestructuras, la renovación o la gentrificación; la suburbanización, mediante la recalificación de suelo rural; el "montaje" de un área, ofreciendo altos precios de compra si todos los propietarios venden al mismo tiempo; y la des-densificación de barrios ricos, mediante estrategias de zonificación o de incremento de los alquileres. En otras palabras, tanto Harvey como Logan y Molotoch conciben un enfrentamiento entre la lógica de actuación del mercado (que opera casi exclusivamente sobre los valores de cambio) y la lógica de actuación de los vecinos (que enfatizan los valores de uso). Esto explicaría porqué el entendimiento entre ambas partes es tan complicado cuando se habla de "mejora" del barrio. Como argumentaba Gdaniec, ¿mejora para quién?

Logan y Molotoch continúan su análisis estableciendo que es la dialéctica entre los dos grupos de factores, entre las fuerzas externas del mercado y las internas del vecindario, la que determinará el resultado final. Hay cuatro elementos críticos en esta confrontación: el valor estratégico del barrio dentro del espacio urbano; las presiones internas para obtener los valores de cambio; el poder y el estatus de los vecinos en el panorama político y económico; y la fuerza de los sentimientos y los sistemas culturales locales que guían la consecución de valores de uso. A estos cuatro determinantes habría que añadir un quinto y fundamental: el rol de las instituciones políticas locales. En el caso que nos ocupa, el Ayuntamiento, en estrecha conexión con el sector empresarial, es el principal promotor del cambio, lo cual lo sitúa en oposición a los vecinos. Sin embargo, como órgano democrático elegido, no puede renunciar a escuchar la opinión de los afectados y a desempeñar su papel de mediador, por jemplo mediante el desarrollo de estrategias de participación y de búsqueda de consenso.

El 22@ puede entenderse mejor si atendemos a este conflicto entre la construcción social del espacio (los valores de uso, expresados en las dimensiones anteriormente comentadas) y la construcción institucional del mismo (los valores de cambio, en este caso mediante la definición de una necesidad de renovación y la organización de la misma). Como diría Michel de Certeau[60], se trata también de un conflicto entre la generación de lugares (la práctica institucional, que impone significados estables) y la ocupación de espacios (la práctica social, que construye sus propios y dinámicos significados del espacio a partir de su uso). El resultado dependerá, finalmente, de la interacción entre estos dos grupos de factores enfrentados, de la dinámica de su enfrentamiento. Por un lado el vecindario ha mostrado una capacidad de organización, unión y oposición envidiable. Sin embargo, la posición de los vecinos dentro del mapa social de la ciudad, como la del barrio dentro del sistema urbano barcelonés hace difícil que puedan constituirse en un freno real a la voluntad transformadora del Ayuntamiento, máxime cuando éste cuenta con el apoyo del sector privado y parece haber abandonado el compromiso con políticas participativas. No obstante, el proceso sigue activo, y quizá –siquiera por oportunismo político- se vuelva a estrategias de gobierno y planificación más integradoras y consensuadas[61]. Desde aquí no podemos hacer otra cosa que una reivindicación de las mismas.
 

Notas

[1] Alonso, L.E., 1999.

[2] Schumacher, P. y Rogner, C., 2001.

[3] Castells, M. op.cit.

[4] Castells, M., 1999: 483.

[5] Castells, M., 1997.

[6] Sassen, S., 1999: 14.

[7] Esta situación fue especialmente escandalosa en la década de los ochenta en Estados Unidos, cuando Reagan desmanteló el sistema federal de financiación de las ciudades. La respuesta política fue convertirse en cuasi-empresas. Desde entonces, las estrategias de marketing se apoderaron de la gestión urbana.

[8] Tello, R., Martínez, S. y Boba, A., 2000.

[9] Ajuntament de Barcelona, 2000.

[10] Ajuntament de Barcelona, 2002.

[11] Los datos aquí presentados son la explotación de la Encuesta Población Activa del Instituto Nacional de Estadística que ha realizado el Institut d"estadistica de Catalunya, y se encuentran disponibles en su página web (www.idescat.es).

[12] Destaca sobre todo la concesión en 1999 de la Royal Medal for Architecture, la primera vez que el premio más prestigioso en arquitectura era concedido a una ciudad.

[13] Monclús, F.J., 2000: 61.

[14] Lo cierto es que Barcelona cuenta con una larga tradición de renovación urbana en torno a la organización de grandes eventos: las Exposiciones Universales de 1888 y 1929, los Juegos Olímpicos de 1992, y ahora el Forum de las Culturas de 2004. Ver Benach, N., 2000.

[15] García-Ramón, M.D. y Albet, A., 2000

[16] Ver, por ejemplo, López, 1986 y 1991; García-Ramón y Albet, 2000.

[17]La Vanguardia, 27/01/03.

[18]La Vanguardia, 12/03/03.

[19] Ajuntament de Barcelona, 2003b.

[20]El País, 20/03/03.

[21] Josep María Montaner, en La Vanguardia, 05/03/03.

[22] Arxiu Històric del Poblenou, 2001. Esta obra ofrece una amplia y muy actualizada reconstrucción histórica del barrio.

[23] Tejero, E. y Encinas, R., 1997.

[24] Nadal, J. y Tafunell, X., 1992.

[25] Tatjer, M. y Vilanova, A., 2002.

[26] Grau, R. y López, M., 1973.

[27] Ajuntament de Barcelona, 1996.

[28] Tejero, E. y Encinas, R., 1997.

[29] Grau, R. y López, M., 1973.

[30] Tatjer, M., 1973: 81-91

[31]Ibid.

[32] Tejero, E. y Encinas, R., op.cit.

[33] Brunet i Cid, F. (coord), 1995.

[34] Brunet i Cid, F. op.cit.

[35] Ajuntament de Barcelona, 2002.

[36] Tejero, E. y Encinas, R., op.cit.

[37] Ajuntament de Barcelona, 2001.

[38] Ajuntament de Barcelona, 2002.

[39] Ajuntament de Barcelona, 2000.

[40] Ajuntament de Barcelona, 2003a.

[41]Ibid.

[42]Ibid.

[43] El Coeficiente de Edificabilidad designa el número de metros cuadrados de techo que se pueden construir por metro de suelo (m2 techo/m2 suelo).

[44]Ibid.: 11, énfasis mío.

[45]Ibid.: 25.

[46]Ibid.: 28.

[47] La información que aquí se expone con respecto al movimiento de oposición al 22@ se basa exclusivamente en el material difundido por estas asociaciones y artículos de prensa al respecto.

[48] Arxiu Històric del Poblenou, 2001.

[49] Coordinadora Contra el 22@: www.poblenou.org.

 [50] Capel, H., 1996. Encontramos aquí una exposición detallada de los argumentos a favor de la conservación del patrimonio industrial, por su valor monumental, su valor cultural-educativo, sus posibilidades económicas y por la diversidad morfológica.

 [51] Associació de veïns y veïnes del Poblenou, citado en www.geocities.com/elpoblenou/documents.htm

  52] Associació de veïns y veïnes del Poblenou, citado en www.geocities.com/elpoblenou/documents.htm

[53] Afectats 22@: www.forumperjudicats.com

[54] Boira, J. V., 2003: 324.

[55] Capel, H., 1977.

[56] Gdaniec, C., 2000.

[57] Muñoz, F., 2003.

[58] Harvey, D., 1989.

[59] Logan, J.R. y Molotoch, H.L., 1989.

 [60] De Certeau, M., 1984.

[61] Ver a este respecto a valiosa aportación Ramírez, J. L., 1992.
   

 

Bibliografía

Ajuntament de Barcelona. Barcelona: la segona renovació. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 1996.

Ajuntament de Barcelona. Modificació del PGM per a la renovació de les arees industrials del Poblenou –Districte de activitats 22@BCN. Text refós. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 2000.

Ajuntament de Barcelona. Guia Estadística de Sant Martí. 2001. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 2001.

Ajuntament de Barcelona. Anuari Estadístic de la ciutat de Barcelona. 2002. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, 2002

Ajuntament de Barcelona. La renovación urbana del Poblenou &ndash; Distrito de actividades 22@bcn. [En línea] <http://www.bcn.es/22@bcn/cast/presentacion/proyecto_22/index.html>, 2003a

Ajuntament de Barcelona. L"habitatge. Prioritat municipal. Barcelona Informació. Barcelona: Ajuntament de Barcelona, nº 62, febrero 2003b.

Arxiu Històric del Poblenou. El Poblenou: més de 150 anys d"historia. Barcelona: Arxiu Històric del Poblenou, 2001.

ALONSO, L.E. Trabajo y ciudadanía. Estudios sobre la crisis de la sociedad salarial. Madrid: Trotta, 1999.

BENACH, N. Nuevos espacios de consumo y construcción de imagen de la ciudad en Barcelona. Estudios Geográficos, tomo LXI, nº 238, 2000.

BOIRA, J. V. La participación ciudadana y el urbanismo. ¿Radicalizar la democracia o democratizar el espacio?. En CAPEL, H. (coord.) Mediterráneo Económico. Ciudades, arquitectura y espacio urbano. Almería: Instituto de Estudios de Cajamar.

BRUNET I CID, F. (coord.) Dinàmica econòmica i posició estratègica del Poblenou. Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona, 1995.

CAPEL, H. Capitalismo y Morfología Urbana. Barcelona: Libros de Cordel, 1977.

CAPEL, H. La rehabilitación y el uso del patrimonio histórico industrial. Documents d"Anàlisi Geogràfica, nº 29, 1996, pp. 19-50.

CASTELLS, M. La era de la información: economía, sociedad y cultura. Volumen I: la sociedad red. Madrid: Alianza Editorial, 1997.

CASTELLS, M. La ciudad informacional. Madrid: Alianza Editorial, 1999.

De CERTEAU, M. The practice of everyday life. Berkeley: University of California Press, 1984.

GARCÍA-RAMÓN, M.D. y ALBET, A. Pre-Olympic and Post-Olympic Barcelona, a "model" for urban regeneration today?. Environment and Planning A, vol. 32, 2000.

GDANIEC, C. Cultural industries, information technology and the regeneration of post-industrial urban landscapes. Poblenou in Barcelona - a virtual city?. GeoJournal, nº 50, 2000

GRAU, R. y LÓPEZ, M. Vells Suburbis fora ciutat. Sant Martí, un Manchester local. Serra d"Or, octubre 1973, pp. 19-25.

HARVEY, D. The Urban Experience. Oxford: Basil Blackwell, 1989.

LOGAN, J.R. y MOLOTOCH, H.L. Urban Fortunes: The political economy of place. Berkeley: University of California Press, 1989.

LÓPEZ, P. 1992, Objectiu de tots? Ciutat-empresa i dualitat social a la Barcelona olímpica. Revista Catalana de Geografia,  vol. VI, nº15, 1991.

LÓPEZ, P. El centro histórico: un lugar para el conflicto. Estrategias del capital para la expulsión del proletario del centro de Barcelona. Barcelona: Universitat de Barcelona, 1986.

MONCLÚS, F.J. Barcelona"s planning strategies: from "Paris of the South" to the "Capital of West Mediterranean". GeoJournal, nº 51, 2000.

NADAL, J. y TAFUNEL, X. Sant Martí de Proveçals, pulmó industrial de Barcelona (1847-1992). Barcelona: Columna, 1992.

RAMÍREZ, J. L. La participación ciudadana en los países nórdicos: experiencias de Suecia. Análisis y conclusiones para el futuro. En Scripta Vetera, 61. <http://www.ub.es/geocrit/sv-61.htm>, 1992.

SASSEN, S. La Ciudad Global. Nueva York, Londres, Tokio. Buenos Aires: Eudeba, 1999.

SCHUMACHER, P. y ROGNER, C. Después de Ford. En DASKALAKIS, G., WALDHEIM, C. y YOUNG, J. (eds.) StalkingDetroit. Barcelona: Actar, 2001.

TATJER, M. La Barceloneta: del siglo XVIII al Plan de la Ribera. Barcelona: Los Libros de la Frontera, 1973.

TATJER, M. y VILANOVA, A. La ciutat de les Fàbriques: itineraris industrials de Sant Martí. Barcelona : Ajuntament de Barcelona, 2002.

TEJERO, E. y ENCINAS, R. El Poblenou. Un barri a les portes del s.XXI. Barcelona: Associació de veïns del Poblenou, 1997.

TELLO, R., MARTÍNEZ, S. y BOBA, A. Nuevos espacios terciarios de Barcelona: adaptaciones a una economía globalizada. Estudios Geográficos,  tomo LXI, nº 238, 2000.

Recursos Web

Afectats 22@: www.forumperjudicats.com

Arxiu Històric del Poblenou: http://geocities.com/athens/acropolis/3324/

Coordinadora Contra el 22@: www.poblenou.org

Poblenou contra el 22@: http://geocities.com/elpoblenou/principal.htm
 

© Copyright Isaac Marrero Guillamón, 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003

 

Ficha bibliográfica:
NARRERO, I. ¿Del Manchester catalán al Soho Barcelonés? La renovación del barrio del Poble Nou en Barcelona y la cuestión de la vivienda. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(137). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(137).htm> [ISSN: 1138-9788]

 
Índice de Scripta Nova
Menú principal