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Geo Crítica
Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VIII, núm. 159, 15 de febrero de 2004

MOVILIDAD RESIDENCIAL, TRABAJO Y VIVIENDA EN EUROPA

Juan Antonio Módenes Cabrerizo
Universitat Autònoma de Barcelona
JuanAntonio.Modenes@uab.es

Julián López Colás
Centre d’Estudis Demogràfics
jlopez@ced.uab.es

Movilidad residencial, trabajo y vivienda en Europa (Resumen)

El objetivo principal es analizar la influencia del tipo de inserción laboral en la intensidad de la movilidad residencial, en relación con los principales factores conocidos (ciclos de vida y sistema residencial). Las variables laborales (disponibilidad de trabajo de los miembros del hogar, categoría profesional, estabilidad contractual) explican la existencia de los recursos necesarios y, lo más importante, de su seguridad temporal. El efecto sobre la movilidad residencial es influido por el sistema de tenencia residencial dominante. En la comunicación partimos de una doble perspectiva comparativa: la internacional y la interna en cada país, según la posición sociolaboral objetiva y subjetiva.

Palabras claves: movilidad residencial, Europa, España, variables laborales, tenencia de vivienda.

Abstract

The main aim is to analyze the influence of the diversity in labor insertion on residential mobility intensity, in relation with the main known factors (life course and residential system). Labor factors (if working or not, number of working members in household, job category, time stability) explain the availability of monetary resources and, moreover, its confidence about time duration. The effect upon residential mobility is filtered by the predominant tenure system. In this paper, a double, comparative perspective is adopted: international and inside the countries, following the social and labor position, both objective and subjective.

Keywords: residential mobility, Europe, Spain, labor variables, housing tenure.

El tipo de inserción laboral es un factor que influye, si no directamente, de manera significativa en la movilidad residencial, considerada como conjunto de cambios de vivienda, modulando los principales factores conocidos: ciclo de vida familiar (Antolín, Bover, 1997; Bonvalet, Fribourg, 1990; Clark, Onaka, 1982; Rossi, 1955) y sistema residencial (Lélievre, Lévy-Vroelant, 1992; Grafmeyer, Dansereau, 1998, Myers, 1990)[1]. En aportaciones anteriores, hemos estudiado estos factores para el caso español (Módenes, 2000) y, específicamente, Barcelona (López, 1999; Módenes, 1998, 1999, 2001). La constitución, consolidación y disolución de los hogares determinan la intensidad y el calendario de los cambios de vivienda. Este proceso es común a todos los hogares y a muchos países (Long, 1991, 1992). Ahora bien, los sistemas basados desde el inicio del ciclo residencial en la propiedad generan pocos cambios de vivienda, como es el caso de España y de otros países mediterráneos (alrededor del 4-5% de la población cambiaba de vivienda cada año a principios de los años noventa[2]), mientras que los sistemas que dan más importancia al alquiler, como tenencia en los primeros estadios de los hogares, presentan una mayor movilidad, como en el Norte de Europa (alrededor del 8-9% anual, en Francia o Inglaterra). A su vez, el tipo de sistema residencial influye en las pautas de emancipación y formación familiar.

Las variables laborales (disponibilidad de trabajo de los miembros del hogar, categoría laboral, estabilidad contractual) explican la existencia de los recursos necesarios y, lo más importante, de su seguridad temporal. El cambio de trabajo y la satisfacción con su ubicación ponen en cuestión la sostenibilidad de la movilidad diaria y la idoneidad de la localización residencial. Estos elementos condicionantes se ven mediatizados por el sistema residencial dominante; simplificando por el papel asignado a la propiedad y al alquiler (Böheim, Taylor, 1999; Chan, 1996; Henley, 1998). Cada sistema, cada país, ofrece oportunidades de movilidad distintas para situaciones sociolaborales quizá similares. Queremos ver, entonces, qué comportamientos espaciales en relación a la residencia se observan según sean los recursos existentes y percibidos por la población de los países de la Unión Europea, teniendo en cuenta la existencia de sistemas residenciales heterogéneos, complementando una línea comparativa de creciente interés (Rees, Kupiszewsky, 1999).

Para limitar al máximo el sesgo sobre los indicadores globales de movilidad producidos por los movimientos de jóvenes emancipados (muy presentes en el Norte de Europa, casi ausentes en el Sur) limitaremos el análisis a la franja 30-44, etapa de relativa alta movilidad ligada a la consolidación familiar, laboral y residencial de hogares formados, excluyendo el caso especial de los jóvenes y su emancipación. El Panel de Hogares de la Comunidad Europea (ECHP) permite comparar los resultados de trece países europeos (todos los de la Unión excepto Holanda y Suecia, por razones tècnicas[3]), utilizando una misma fuente estadística. Es una fuente excepcional por la riqueza de la información para tratar un tema excepcionalmente analizado: la intensidad del cambio de vivienda.

La tenencia de la vivienda anterior y la movilidad residencial.

La Figura 1 muestra algo sobradamente conocido: la tasa de movilidad residencial de los propietarios es menor que la de los inquilinos. Esto es así sistemáticamente en todos los países europeos contemplados, incluyendo por supuesto a España. Los individuos que habitan viviendas cedidas presentan tasas de movilidad semejantes a las de los inquilinos.

Existe una gran diversidad internacional en las tasas de movilidad de los sujetos que vivían en alquiler. Se explica por la diversa vitalidad del mercado, la abundancia y accesibilidad de la oferta de viviendas en alquiler y la duración media de los contratos. El buen funcionamiento de este mercado influye también en la edad y la intensidad de la emancipación juvenil, aunque aquí hemos declinado esta cuestión, tratada en otra comunicación. En Dinamarca y Finlandia, más del 20% de los sujetos de 30 a 44 años se mueven anualmente si viven en alquiler. En una situación estable implica que cada hogar realizaría un cambio residencial cada 4 o 5 años. Hay que tener en cuenta que sólo entre un 20 y un 30% de estos cambios es para acceder a una vivienda en propiedad.

En el caso de España y otros países del Sur de Europa las tasas observadas de los inquilinos son significativamente bajas, lo que evidencia la relativa rigidez del sector. Ninguno de estos países supera el nivel 15% en las tasas de movilidad. Italia, Portugal e Irlanda (un país con un sistema residencial parecido al de los países mediterráneos) están por debajo del 10% anual. En una situación estable los inquilinos de edades centrales se moverían cada 7-10 años, aproximadamente la mitad de ellos para acceder a la propiedad.

 

Figura 1.Tasa de cambio residencial según la tenencia de la vivienda anterior. Edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

 

Sin embargo, es interesante constatar la relativa homogeneidad de las tasas de movilidad residencial en el caso de vivir en propiedad. Ser propietario es uno de los motores más importantes de estabilidad residencial. La tasa oscila en torno al 5% anual, más o menos. En una situación estable, se produciría un cambio de vivienda cada 20 años aproximadamente. Si tenemos en cuenta que la movilidad es descendente conforme avanza la edad, en realidad los hogares de más edad del grupo son aún más estables.

Las mayores tasas relativas se encuentran en los países de por sí más móviles, como Finlandia y Dinamarca (7-8% anual). Son países en que las facilidades a la movilidad alcanzan a los que ya son propietarios. Es curioso observar que la tasa española no es de las más bajas (4% en el período analizado). Bélgica, Grecia, Irlanda, Portugal e Italia están por debajo del nivel español. Algunos de ellos tienen tasas globales de movilidad más altas que España y, sin embargo, presentan una movilidad de propietarios más reducida.

Efectivamente, el principal factor que explica las diferencias estatales en la intensidad de la movilidad cabe buscarlas en el peso de la propiedad en el sistema residencial. En el caso de España la estabilidad residencial conseguida por la propiedad (uno de los principales objetivos de la historia residencial de los hogares) se alcanza muy pronto, eliminando buena parte de la motivación para ulteriores movimientos. Sin embargo, bastantes hogares estarían realizando sus itinerarios residenciales de mejora siempre en el sector de la propiedad, lo que implica la asunción de gastos y riesgos no experimentados por los que llegan a la propiedad como culminación de su ciclo. De ahí la constatación de una relativa alta movilidad residencial de los propietarios españoles.

Influencia de la calidad de la inserción laboral en la movilidad residencial.

Las variables laborales sólo determinan un pequeño porcentaje de los movimientos residenciales cuando se le pregunta directamente al sujeto sobre los motivos de su movilidad residencial. En Europa, entre un 15 y un 25% de los movimientos se deben directamente a un cambio en la situación laboral (Módenes, 2002). El resto de movimientos es atribuido por sus protagonistas a factores familiares y residenciales, que en la práctica se pueden resumir en la dinámica del ciclo de vida familiar. No obstante, es indudable que el tipo de inserción laboral y el nivel de ingresos deben de condicionar la movilidad. Es decir, la adaptación residencial al ciclo de vida familiar sólo será posible si la situación laboral lo permite.

La disponibilidad física de recursos económicos es un elemento importantísimo para jugar en la propia historia residencial (Orr, 1975). La inscripción social que se asocia a los recursos puede ofrecer oportunidades y restricciones (información, preferencias espaciales, estrategias patrimoniales) que influyan también en la movilidad ¿Quién se mueve más, el que tiene más recursos para ajustar su vivienda a sus cambiantes necesidades y preferencias, o bien el que no puede garantizar su estabilidad residencial?

La Figura 2 parece que avala ambas respuestas. Las categorías profesionales extremas registran en la mayoría de países más movilidad residencial que la categoría intermedia, mayoritaria. Por un lado, los sujetos con más recursos pueden ajustar continuadamente su vivienda a las necesidades cambiantes del hogar o a sus expectativas. Por otro, los sujetos con menos recursos no podrían estabilizar su ubicación residencial mediante la compra y estarían sometidos a la mayor movilidad del mercado de alquiler. La mayoría no estarían influidos ni por los rigores de los últimos ni por las ventajas de los primeros, y por ello tendrían una movilidad menor.

El caso de España vuelve a ser singular, junto al de otros países mediterráneos e Irlanda. La movilidad, aunque en todas las categorías es baja y propia del sistema de propiedad, es claramente más intensa en la categoría alta. Es decir, el sistema de propiedad temprana es compatible con una movilidad más elevada, del orden del 7,5% o 8%, en el caso de disponer de suficientes recursos. Hay una cierta movilidad insatisfecha en los países del Sur, más allá del papel estabilizador de la propiedad. Decididamente en los países del Sur, más recursos implica mayores posibilidades de gestionar la historia residencial mediante la movilidad. En el Norte, menos recursos impone una etapa más larga de inestabilidad residencial ligada a la vivienda de alquiler.

 

Figura 2.Tasa de cambio residencial según el estatus profesional. Edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

 

La consulta de otras variables como la declaración de ingresos, su evolución temporal[4], la percepción subjetiva de la situación económica o el nivel de estudios repiten el mismo esquema territorial. En el Norte, los individuos con más recursos económicos y sociales, dentro de un modelo de mayor movilidad, son capaces de generar más estabilidad residencial que los menos favorecidos. En el Sur, los individuos con menos recursos presentan una menor movilidad, que bien podría ser una estrategia voluntaria de búsqueda de la máxima estabilidad residencial y social.

Otro elemento importante en la gestión de las carreras residenciales es la percepción respecto de la solidez de los recursos disponibles. La seguridad en el mantenimiento futuro de la situación actual juega un papel importante: estar parado, tener un contrato eventual, no contar con un doble ingreso en el hogar son impedimentos para la realización de las decisiones residenciales más deseadas, mientras que trabajar, tener un contrato indefinido y doble ingreso influyen positivamente en las decisiones residenciales, independientemente del nivel de ingresos. Estas decisiones tendrán en cuenta el margen de maniobra que ofrece el sistema residencial disponible. Y ante situaciones parecidas, puede que encontremos respuestas residenciales opuestas.

La Figura 3 nos muestra un resultado paradójico. Los sujetos parados tienen sistemáticamente una movilidad residencial más alta que los sujetos ocupados, aunque unos y otros tienen un nivel de movilidad global bastante determinado por el sistema residencial en que viven (Gregg et al, 2000). La inestabilidad residencial de los parados es mucho mayor en Alemania, Austria y Dinamarca, en comparación con la de los ocupados. Esta situación sólo puede ser posible en países con un papel importante del alquiler en el sistema residencial. En general, en todos los países con mayor movilidad de los parados, estos individuos están condicionados a permanecer durante más tiempo en el sector de alquiler, más inestable, sin poder dar el salto a la propiedad. Por ello, los casos de España e Irlanda son excepcionales: los parados son tan estables o más que el resto de sujetos.

 

Figura 3. Tasa de cambio residencial según la situación de actividad. Edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

 

¿Cómo interpretarlo? Puede ser positivo tener la flexibilidad suficiente para poder ocupar una vivienda sin necesidad de ser propietario y sin requerir los compromisos financieros correspondientes, lo que beneficia a los parados del Norte de Europa. Pero no debe de ser muy beneficioso que el parado tenga tanta inestabilidad residencial que se puedan comprometer las relaciones sociales establecidas en el territorio. La situación de los parados españoles es, por tanto, ambivalente. Quizá encuentran problemas en mantener una vivienda en propiedad, pero pueden seguir vinculados a las redes de apoyo familiar y amistad, muy basadas en la proximidad residencial (Bonvalet, Gotman, 1993).

Cuando se llega a una cierta estabilidad laboral, el sujeto y su hogar pueden experimentar ciertos cambios residenciales. La estabilidad que da tener un contrato indefinido permite garantizar a futuro los recursos financieros necesarios para acceder a una vivienda en propiedad, o permite conseguir determinados contratos de arrendamiento. Lograr las aspiraciones residenciales ligadas al ciclo de vida del hogar, en muchos casos depende de la evolución positiva de la carrera laboral. Generalmente, los adultos en situación de eventualidad tienen una mayor inestabilidad residencial, por su mayor recurso al sector de alquiler, incluso en España (Figura 4). En los países del Sur de Europa la diferencia en las tasas es relativamente reducida y, en algunos países, de sentido contrario o no significativa, como en Grecia, Italia o Portugal.

Si se tiene en cuenta la movilidad residencial ligada a las transiciones entre tipos de contrato se obtienen resultados interesantes. El contrato indefinido permite alcanzar una situación residencial estable, pero implica un aumento de la tasa de movilidad en coincidencia con el logro de un contrato indefinido. Esta transición laboral dispara la movilidad residencial en todas partes, pero muy especialmente en España, Francia, Finlandia o Bélgica. En estos países, la tasa de movilidad de los que acceden en ese año a un contrato indefinido es el doble o más que la tasa de los que ya estaban en esa situación laboral. La llegada de la estabilidad laboral es aprovechada para mejorar en la carrera residencial, respondiendo quizá a necesidades ligadas a la familia o la vivienda.

 

Figura 4. Tasa de cambio residencial según el tipo de contrato laboral. Edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

 

Acceder a las posiciones residenciales suficientemente estables requiere en la mayor parte de los hogares, los formados por una pareja, la ayuda económica de ambos miembros (Figura 5). Este es un factor cada vez más importante (Curran et al, 1982; Van Ommeren, Nijkamp, 1998). Cuando sólo uno de los dos miembros trabaja, las tasas de movilidad son más altas ya que no es posible realizar con facilidad el tránsito del alquiler a la propiedad. Las parejas de doble ingreso tienen una menor movilidad porque el porcentaje de propietarios aumenta. Las diferencias entre las tasas de las parejas con un miembro o ambos trabajando a favor de las primeras no son excesivas, pero si consistentes en la mayoría de países. La diferencia es de alrededor de 1 o 2 puntos porcentuales.

 

Figura 5. Tasa de cambio residencial según número de miembros de la pareja que trabajen. Parejas, con sujeto de edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

 

Sin embargo, el caso de España es diferente. La tasa de las parejas con doble ingreso es significativamente más alta que la tasa de las de ingreso único, en más de un punto porcentual. En nuestro modelo residencial, el acceso rápido a la propiedad es bastante independiente de la disponibilidad o no del doble ingreso. Sí es importante para la calidad del acceso (Cabré, Módenes, 2003). En España, la mejora residencial dentro del sistema residencial necesita del doble ingreso; por ello, las parejas biactivas tienen la tasa de movilidad más alta. El caso español lo encontramos además en Italia, Portugal y, también, en Alemania.

El sistema residencial dominante en cada país impone respuestas de movilidad a veces divergentes ante situaciones semejantes en el ciclo laboral de las personas. Como se ha visto, los países de acceso temprano a la propiedad, los del Sur de Europa, responden con menos movilidad a los momentos o situaciones de bajos recursos e inseguridad futura. Por su lado, en los países de acceso tardío a la propiedad y recurso al alquiler de los hogares jóvenes, la inestabilidad económica y laboral va ligada a la inestabilidad residencial, posiblemente por el retraso más o menos indefinido en el acceso a la propiedad.

Localización relativa del puesto de trabajo y movilidad residencial

La influencia del trabajo no sólo la podemos limitar a su vertiente monetaria. Trabajar implica vincularse a un lugar de trabajo, el cual puede cambiar varias veces a lo largo de la vida laboral. Esos cambios de trabajo, cada vez más frecuentes, ponen en cuestión la viabilidad de las ubicaciones residenciales, tanto si el nuevo puesto de trabajo obliga a una migración de larga distancia, como si sólo modifica las pautas de movilidad diaria dentro de un mismo ámbito urbano (Crane, 1996; Getis, 1969). Por ello, es también interesante observar la interrelación entre las tasas de movilidad residencial y la satisfacción con la distancia al puesto de trabajo.

El cambio de trabajo altera y pone al límite el sistema espacial constituido por el lugar de trabajo, el de residencia y el resto de localizaciones cotidianas. En muchos casos, el espacio de vida personal se vuelve insostenible y hace necesario un cambio residencial. Al mismo tiempo, un cambio de trabajo puede significar un aumento de los recursos económicos. Por ello, sistemáticamente las tasas de movilidad residencial, en todos los países analizados (Figura 5), son más altas entre los que cambian de puesto de trabajo (Brown, 1975; Clark, 1999; Eliasson, 1991).

Ahora bien, en los países de baja movilidad las diferencias de intensidad entre unos y otros sujetos son bastante reducidas, como es el caso de España. Una interpretación rápida nos diría que en estos países los trabajadores son capaces de construir su historia laboral sin necesidad de alterar en demasía sus ubicaciones residenciales. Sería una interpretación positiva de los resultados. Pero cabe una segunda interpretación. ¿No será que los países con un sistema residencial más rígido, como España, ven limitada también su movilidad laboral? Es decir, no sería tanto que los que cambian de trabajo se mueven poco, sino más bien que sólo cambian de trabajo los que no necesitan trasladar su ubicación residencial. Sería más difícil llevar a cabo la movilidad laboral que implica movilidad espacial.

 

Figura 6. Tasa de cambio residencial según permanencia en el mismo trabajo Edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

En esta línea más pesimista cabría interpretar los resultados de la Figura 6. En la mayoría de países la insatisfacción con la distancia recorrida diariamente para ir al trabajo no es un factor determinante de la movilidad residencial. Sólo en algunos países aparece la relación esperada –más insatisfacción, más movilidad–, como por ejemplo en Francia y Austria. Para la mayoría de la población es difícil realizar un ajuste residencial cuando la relación entre la ubicación de la vivienda y el lugar de trabajo no es satisfactoria. O bien, no merece la pena si esa insatisfacción está ligada a falta de seguridad temporal, como sucede en muchas ocasiones.

 

Figura 7. Tasa de cambio residencial según la satisfacción con la distancia al lugar de trabajo. Edad, 30-44. Países ECHP, 1995-1997
Fuente: Módenes, JA (2002) y elaboración propia, a partir de Eurostat, Panel de Hogares de la Comunidad Europea.

 

En algunos países, como por ejemplo España y Grecia, la movilidad residencial es incluso menor cuánta más reducida es la satisfacción con la distancia recorrida diariamente. En países como el nuestro, la insatisfacción con la distancia al puesto de trabajo va unida a la poca capacidad de introducir movilidad en la historia residencial. Incluso cuando se cambia de vivienda el primer perjudicado es la relación con el lugar de trabajo. España es el país con el porcentaje más alto de individuos que declaran que la satisfacción con la distancia al trabajo ha empeorado después del cambio de vivienda (casi un 40% cuando lo normal es el 30%).

Conclusiones

La movilidad residencial es la consecuencia espacial de la gestión residencial que efectúan los hogares para poner de acuerdo las distintas esferas de su vida cotidiana: la función estrictamente residencial de la vivienda, la relación con el lugar de trabajo, las tareas de mantenimiento del hogar y de relaciones sociales, tanto por lo que respecta a la reproducción demográfica como el sostén y el uso de las redes familiares y de amistad.

La capacidad de gestionar las estrategias residenciales mediante la modulación de los cambios de vivienda a lo largo de la vida de los hogares depende, en primer lugar, del sistema residencial dominante. La literatura que ha estudiado comparativamente la intensidad de la movilidad residencial está de acuerdo en señalar la relación directa entre la extensión de la propiedad y una gran estabilidad residencial. Es el caso de los países mediterráneos europeos y, entre ellos, España. Mientras, los países que han mantenido una presencia mayor del alquiler (en muchos casos, en forma de alquiler social) permiten una mayor movilidad residencial, como sucede en el Norte de Europa. En realidad, se trata fundamentalmente de una divergencia de calendario, más que de intensidad. En los primeros países el inicio de las historias residenciales de los hogares coincide frecuentemente con el acceso a la propiedad. En los segundos, este acceso se produce más avanzado el ciclo familiar, quizá en un momento más prudente desde el punto de vista de la seguridad financiera del hogar y como muestra de su éxito. Ahora bien, en todos los países occidentales, en mayor o menor medida, ser propietario es el gran objetivo último de cualquier carrera residencial (Savage, 1988), al cual se quiere o se debe acceder en momentos diferentes del ciclo de vida.

Con estos dos marcos residenciales interactúan las variables de inserción laboral. El tipo de inserción laboral determina el nivel de ingresos y la confianza en su mantenimiento futuro. En los países basados en la propiedad precoz, como España, los individuos con pocos recursos e inseguros ven limitada su movilidad en comparación con el resto de la población, porque pueden realizar pocos ajustes residenciales, sean queridos o inducidos por circunstancias familiares, económicas o laborales. Sin embargo, esa falta de movilidad en circunstancias laborales difíciles hace pensar que, en parte, son capaces de basarse en una estrategia de baja movilidad y de fomento de la estabilidad, que también permite el mantenimiento de las relaciones sociales basadas en la proximidad. Por tanto, hay que pensar que la baja movilidad es una restricción (por ejemplo, en la pérdida de oportunidades laborales, no sólo de aquéllas que impliquen una migración de larga distancia) pero también, quizá, una estrategia conscientemente buscada.

 

Notas

[1] Este artículo está basado en la segunda parte del informe financiado mediante contrato VS/2001/0214 con la Comisión Europea y confinanciado por la Dirección General de Evaluación y Estudios de la Generalitat de Catalunya, con título “Trabajo y residencia como factores de las migraciones internas: un estudio comparativo europeo” (Módenes, 2002). El presente texto se ha realizado también en el marco del proyecto BSO2000-0477, Población y migraciones en Cataluña. Estudio territorial, histórico yprospectivo, financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, Programa Nacional de Promoción General del Conocimiento. Plan Nacional I+D+I 2000-2003.

[2] Desde mediados de los noventa, la mejora de las condiciones de financiación de la compra y un evidente efecto demográfico estructural explican un significativo aumento en la movilidad residencial española.

[3] También se excluye Luxemburgo (por su poca significación estadística) y, ocasionalmente, algún otro país con problemas técnicos en una variable concreta.

[4] Las alteraciones sorpresivas de las historias vitales son un elemento muy importante en las decisiones residenciales (Ermisch, Di Salvo, 1996).

 

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© Copyright Juan Antonio Módenes Cabrerizo y Julián López Colás, 2004
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Ficha bibliográfica:
MÓDENES, J. A., LÓPEZ, J. Movilidad residencial, trabajo y vivienda en Europa. Geo Crítica / Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de febrero de 2004, vol. VIII, núm. 159. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-159.htm> [ISSN: 1138-9788]


 
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