Menú principal
Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VIII, núm. 170 (39), 1 de agosto de 2004

APROXIMACIÓN SOCIÓLOGICA AL USO DE INTERNET DE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS
RELIGIOSOS COMO NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES

 
María del Mar Ramos Lorente
Universidad de Granada



Aproximación Sociológica al uso de internet de los nuevos movimientos religiosos como nuevos movimientos sociales (Resumen)

El análisis de los Nuevos Movimientos Religiosos [1] como nuevos movimientos sociales y el uso que éstos hacen de Internet apenas ha sido desarrollado. Internet presenta varias características primordiales en el estudio de este fenómeno, entre las que se encuentran su alcance internacional, su contribución a la construcción de las identidades individual y colectiva, además de desempeñar un papel relevante en el proceso de globalización generalizado y en la producción de significados, así como en la transmisión de información. La comunicación a través de Internet crea un vasto despliegue de comunidades virtuales, aunque las tendencias sociales y políticas se establecen en torno a identidades primarias como las creadas en torno a la búsqueda de significados y espiritualidad que delimitan los NMRs. A partir de la clasificación de Aberle en la que presenta a los movimientos de salvación o redención como un tipo de movimientos sociales se aborda la relevancia de Internet en la configuración de comunidades virtuales y de identidad.

Palabras Clave: Nuevos Movimientos Religiosos, Internet, identidad, comunidad.



Sociologic approximation to the use of the internet by new religious movements considered as new social movements (Abstract)

The analysis of New Religious Movements (NMRs) as new social movements and the use that these make of Internet it has hardly been developed. Internet presents several primordial characteristics in the study of this phenomenon, among those that are its international reach, its contribution to the construction of the identities singular and collective, besides playing an outstanding part in the widespread globalization process and in the production of meanings, as well as in the transmission of information. The communication through Internet believes a vast unfolding of virtual communities, although the social and political tendencies settle down around primary identities as those created around the search of meanings and spirituality that NMRs defines. Starting from the classification of Aberle in the one that presents to the salvation movements or redemption like a type of social movements is approached the relevance of Internet in the configuration of virtual communities and of identity.

Key words: New Religious Movements, Internet, identity, community.


El análisis de los nuevos movimientos sociales es prolífero en las últimas décadas, período en el que su emergencia y activismo político se han desarrollado con mayor intensidad. El objetivo de esa reflexión ha sido tratar de dotar de contenido y hacer comprensible los movimientos sociales, entre los que se encuentran los nuevos movimientos religiosos (Laraña, 1999).

Principalmente, la configuración de las organizaciones sociales, en forma de subculturas y contraculturas, permite el desarrollo de los movimientos sociales organizados en torno a diversos aspectos de la vida social nacional e internacional, tratando de cambiar algún aspecto de la vida social (Macionis y Plummer, 2000).

Melucci plantea que los movimientos sociales son una forma de acción colectiva. Una de sus características más sólidas consiste en romper con el contexto social en el que se producen (1985: 794 y s.)y plantean cierto grado de solidaridad entre los miembros a partir de la capacidad de los actores para compartir una identidad colectiva (1996: 28). Ambos elementos, solidaridad e identidad, se entrelazan para producir una estrecha unión entre personas que les capacita para romper límites del sistema y acelerar e inducir cambios sociales (Laraña, 1999). O, tal y como Gusfield plantea, los movimientos sociales constituyen esfuerzos de acción colectiva para producir cambios en el sistema de normas y relaciones sociales conocidos como orden social (1970).

Los movimientos sociales

De las diferentes clasificaciones de movimientos sociales que pueden establecerse nos detendremos en aquella que establece la distinción a partir de dos variables: los individuos a los que van dirigidos y el alcance o la intensidad de las transformaciones que quieren realizar. Los que se encuentran en el primer grupo tratan de cambiar actitudes, comportamientos, formas de vida, etc. o bien tratan de intervenir sobre el conjunto de la población. Entre los que se encuentran en el segundo grupo  encontraríamos a los que quieren cambios radicales o limitados. Según estas dos variables, la clasificación de los diferentes movimientos sociales se corresponde con el esquema presentado en la figura 1.

 
Figura 1
Tipos de movimientos sociales
 
Amplitud de los cambios
 
Individuos a los que se dirige el movimiento
 
Radical
Limitado
Limitado número de personas
 
Movimiento de salvación o redención
Movimiento alternativo
El conjunto de la sociedad
Movimiento revolucionario
Movimiento reformista
Fuente: Elaboración propia a partir de  Aberle (1966).
Siguiendo el esquema descrito, los movimientos sociales alternativos no ponen en duda el orden general de la sociedad, sino que tratan de modificar pequeños ámbitos. Los revolucionarios se plantean como objetivo reemplazar las instituciones sociales y políticas de la sociedad por otras diferentes, mientras que los reformistas buscan cambios sociales limitados, aunque la aspiración del alcance de sus transformaciones sea el conjunto de la sociedad. Los movimientos sociales de salvación o redención buscan un número limitado de gente, una comunidad, y tratan de llevar a cabo una transformación radical de las creencias y el estilo de vida de los miembros que forman parte de él. En este grupo se inscriben los NMRs.

Los Nuevos Movimientos Religiosos

La pertenencia a organizaciones religiosas no tradicionales ha aumentado considerablemente, al mismo tiempo que se ha manifestado el proceso de secularización y la disminución de miembros en las religiones tradicionales. En Europa existen 20.000 nuevos grupos religiosos, según estimaciones (Macionis  y Plummer, 2000). Algunos de estos NMRs tienen sus orígenes en religiones tradicionales: Hare Krishnas en el hinduismo; grupos Zen en el budismo; Niños de Dios en el cristianismo, aunque también los hay eclécticos como la Iglesia de la Unificación, etc.

Uno de los principales investigadores de los NMRs desde la Sociología de la Religión en Estados Unidos ha sido Roy Wallis (1976), que planteó una tipología según rechacen el mundo, lo ratifiquen o se adapten a él. Los grupos que rechazan el mundo son similares a las religiones convencionales en varios aspectos: se rigen por códigos éticos escritos y, además del estudio de los textos sagrados oran, establecen actividades comunes de los miembros y plantean obstáculos desde el punto de vista material. Llegan, incluso, a compartir las posesiones y la identidad individual supeditándola a un ser superior. Suelen esperar la venida de Dios para transformar la vida en la Tierra y se organizan para este fin. Los NMRs que ratifican el mundo son eminentemente individualistas. No suelen mantenerse cercanos a las iglesias tradicionales sino a grupos de terapia. Por último, en esta clasificación, se encuentran los grupos que se adaptan al mundo social, los ortodoxos, que dan gran importancia a una intensa vida religiosa interior.

Comunidades e identidad en Internet

El nuevo espacio de interacción social: Internet

Si la Revolución Industrial contribuyó a modificaciones en las estructuras sociales y en los modos de producción jamás vistas, podemos decir que la Era de la Información está trayendo y traerá consigo una nueva etapa en la historia de la humanidad (Castells, 1997).

Durante los años 90 se fueron gestando ideas de investigadores que, en su análisis y comprensión de las sociedades contemporáneas han ido delimitando aproximaciones intelectuales a la realidad virtual. En estos análisis la informática y las comunicaciones han configurado una visión unitaria del planeta como espacio común de producción y mercado trasnacional (Dietrich, 1996: 56).

Sin embargo, al referirnos a la influencia de la globalización en la configuración de NMRs o de cualquier otro nuevo movimiento social, los mencionados análisis no alcanzan a comprender el complejo crisol de fenómenos culturales y religiosos al margen, en la mayoría de los casos, de la lógica material del orden económico internacional. En este sentido, Beyer (1993) plantea que una de las paradojas más claras del sistema de las sociedades occidentales, basado en una concepción neoliberal, es la sinergia de dos procesos antitéticos a los que da lugar. Por un lado, contribuye al proceso de desencantamiento, como la secularización y, por otro, cataliza e impulsa el pluralismo y la configuración de espacios en los que los valores y las normas religiosas, que en un principio estarían inscritas al ámbito privado de las vidas personales de sus feligreses y comunidades, influyen y determinan aspectos de la vida pública.

Por otro lado, la geopolítica es un factor determinante al analizar los procesos de globalización por su implicación directa en la lucha comercial e informática de los mercados financieros. Foucault, en su obra Microfísica del poder, plantea que la conquista política de los espacios ha constituido, a lo largo de la historia, un factor determinante para imponer el dominio militar, administrativo y, también religioso, sobre un discurso, un suelo o un cuerpo (1980: 117).

En este sentido, si establecemos una comparación entre el mundo “a conquistar por las religiones” y el juego tibetano del Go, cuyo objetivo es obtener un territorio en donde el jugador se afianza, cada jugada constituye una estrategia para evolucionar a favor del jugador el equilibrio potencial del adversario (Aroutcheff, 1991: 37). Es en los límites de este juego en los que se comprenden las raíces locales que los nuevos movimientos religiosos fortalecen, como estrategia para la siguiente fase, y en este contexto, Internet se configura como un nuevo espacio a conquistar.

Las nuevas tecnologías pueden contribuir a consolidar posiciones de fuerza en los territorios creados. Al contemplar los procesos históricos a largo plazo, observamos que las conquistas religiosas no se explican sin las imágenes y símbolos que configuran identidades nuevas, inventan memorias y producen espacios en el seno de las sociedades que las discriminaban, en cuyo seno eran minoritarias. Gruzinski, en su análisis de este proceso, reconstruye la guerra de imágenes que ha definido y contrapuesto las identidades cristianas a las autóctonas desde la llegada de Cristóbal Colón al “nuevo mundo”. Este autor aclara que esta guerra de imágenes, de símbolos,  será el síndrome del futuro próximo, no tan lejano de la ciencia ficción (Gruzinski, 1995).

La globalización de lo religioso se encuentra en un momento de producción y consolidación de territorios, mientras que la dimensión de los imaginarios se encuentra en un momento de ensayo acerca de las nuevas formas de propaganda religiosa, que no serían posibles sin el soporte informático que ha desarrollado software (diseños de programas, patentes, etc), hardware (máquinas, instrumentos y fábricas) y la comunicación vía satélite (Dietrich, 1996: 58). Incluso, existen canales televisivos que predican, curan y emiten ritos religiosos al televidente. La sociedad Watch Tower, por ejemplo, produjo un disco compacto en el que se puede tener acceso a todas sus publicaciones proselitistas y doctrinarias. Por medio de Internet se pueden consultar las páginas de iglesia metodistas, cuáqueras, bautistas, pentecosteses, y un largo etc. Además, diversos NMRs producen vídeos, casetes, publicaciones o programas de radio. Detrás de este despliegue de medios se encuentran poderosos consorcios productivos y comerciales que entran al juego de la creación y control de mercados y espacios trasnacionales.

Aún es pronto para saber si Internet, tal y como afirma Turkle (1995:46), contribuirá a construir nuestras identidades en la misma medida en que le hemos construido. De cualquier modo, cada vez existen más estudios que analizan los procesos a los que está dando lugar Internet[2]. En el caso de la religión tanto los NMRs como las religiones tradicionales han implantado en Internet páginas en las que se puede acceder a información y en las que se publicitan. En este nuevo contexto, Castells (1996) señala el crecimiento de las demandas de utilización de los mecanismos de comunicación a través del ordenador de modo que esta situación planteará la necesidad de un análisis de la práctica religiosa desde tres tipos de investigación: La identificación y medición de la religión en Internet, el estudio sistemático de las implicaciones sociales de Internet en cuanto a autoridad, identidad, comunidad, conflicto, etc., así como estudios teóricos y empíricos acerca de la relación de Internet con la emergencia de nueva formas de conciencia: la relación existente entre postmodernidad, Internet, globalización y cambio religioso, es decir, el cambio de valores que se produce.

Por tanto, Internet se está configurando como un espacio social en donde los individuos se relacionan y en el que cualquier conexión en red con protocolos Internet posibilita entrar en contacto y comunicarse con cualquier otro punto de la red (Castells, 1997), también en el ámbito religioso.

Para comprender en su amplitud e intensidad los cambios estructurales de las sociedades contemporáneas es necesario delimitar el concepto sociedad de la información. En este modelo de sociedad, la información se constituye en un recurso valioso, con un intenso carácter simbólico y capacidad de decodificación (Melucci, 1994: 130). De este modo, las tecnologías de la información y la comunicación plantean cambios constantes en la sociedad y articulan los sistemas de producción, además de plantear a los individuos la posibilidad de ofrecer sentido a su existencia (Laraña, 1999: 269).

Castells matiza el término sociedad de la información diferenciando los conceptos sociedad de la información y sociedad informacional. Sociedades de la información son todas las sociedades que han existido y existen porque en cualquier grupo humano con una cultura común la información transmite el conocimiento ya que sin ella, las sociedades no pueden evolucionar. Sin embargo, el término informacional identifica una sociedad en la que la generación, el procesamiento y la transformación de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico (1997). La información determina la nueva configuración de la estructura social en la que todas las sociedades están influidas por dos variables, el capitalismo y el informacionalismo.

En este sentido, Internet presenta varias características primordiales en el estudio de los NMRs, como su alcance internacional, su contribución a la construcción de las identidades individual y colectiva, o el desempeño de un papel relevante en el proceso de globalización generalizado, en la producción de significados y en la transmisión de información.

El espacio que crea Internet en el que navegan los nuevos movimientos sociales genera un flujo de comunicación a través de canales distintos de los hasta ahora establecidos en la sociedad. Por un lado, se produce en diversas direcciones, devolviendo al ser humano su dimensión activa y participativa en la comunicación. Por otro lado, la comunicación se establece de forma horizontal y da lugar a relaciones del mismo tipo, democratizando la red lejos de los sistemas burocráticos en los que los individuos están acostumbrados a relacionarnos en la vida cotidiana. Siguiendo a Castells, podemos afirmar que Internet plantea posibilidades de interacción social y debate en un foro electrónico fuera del control de los medios, facilitando la configuración de espacios políticos e ideológicos al margen de los canales establecidos hasta el momento (1997), características que facilitan la proliferación de corrientes de comunicación de los ciudadanos a través de la red y esta realidad alcanza a la religión.

La Identidad

La identidad, siguiendo de nuevo a Castells (1997), es un proceso que permite a los individuos reconocerse a sí mismos y construir el significado, principalmente en virtud de un atributo o conjunto de atributos culturales, con la exclusión de una referencia más amplia a otras estructuras sociales.

La religión, desde los primeros análisis sociológicos, se estableció como uno de los elementos más importantes en la configuración de la identidad, tanto desde el punto de vista individual como desde el punto de vista social (Weber, 1963; Durkheim 1965). Tradicionalmente, la actividad religiosa ha jugado un papel crucial en los procesos de socialización, control social y delimitación de la identidad. El uso de Internet, cada vez más extendido, determina nuevas formas de configurar la identidad a partir de nuevos modelos de comunicación (Rheingold, 1993; Turkle, 1995 y Jones, 1995).

Desde el punto de vista social, esas nuevas formas de comunicación implican que los usuarios de Internet pasan parte de sus vidas comunicándose con personas con las que pueden llegar a mantener una relación exclusivamente a través de sus pantallas de ordenador. La clave de este tipo de comunicación a través del ordenador es el relativo anonimato (Myers, 1987; Reid, 1995). Al mismo tiempo que se producen estas condiciones que favorecen el anonimato, existe la oportunidad de explorar libremente a través de la red. Una de las situaciones en las que el anonimato y la libertad se pueden apreciar es en la adopción de una identidad diferente, por ejemplo, presentándose los individuos como si fuesen de un sexo diferente al que realmente son (Fox y Roberts, 1999). Las múltiples formas en las que los individuos usuarios de Internet se muestran, condicionan la sensación de fragmentación de la identidad. Los estudios muestran que, en general, los individuos suelen presentar su identidad real de modos más o menos directos, o bien adoptar identidades que no tienen nada que ver con sus vidas reales (Baym, 1998; Brukhalter, 1999; Donath, 1999, O´Brien, 1999).

Por otro lado, la racionalización de la sociedad y la formación de la sociedad de masas han empobrecido la interacción social (Klapp, 1969). Como Gusfield expone, en el contexto de la sociedad de masas la falta de consistencia de grupos limita en los individuos el proceso de identificación con uno determinado (1962: 20). Además, la necesidad de integración de los individuos en la vida comunitaria va más allá de los aspectos políticos y contribuye a delimitar sustantivamente la identidad personal.  La participación social como aspecto delimitador de la identidad individual es uno de los elementos imprescindibles en la configuración de los movimientos sociales. Diversos autores hacen referencia al concepto campos de identidad introducido en el análisis social por Hunt, Benford y Snow en 1994, para delimitar la imbricación que existe entre los marcos en los que se produce la acción colectiva y los problemas de identidad que motivan la participación en movimientos sociales. De un lado, los marcos plantean conexiones ideológicas entre los miembros y, de otro, configuran e intensifican las identidades de los individuos que forman parte de esos movimientos sociales (Snow, 1992; Hunt,  Benford y Snow, 1994). Los individuos que forman parte de un movimiento social comparten valores, normas, símbolos o creencias que contribuyen a generar sentimientos de pertenencia al mismo y están relacionados, además, con la imagen que sus seguidores tienen de sí mismos, de su identidad (Laraña, 1999).  Los individuos se organizan en torno a identidades primarias y la religión es uno de los elementos que contribuye a su configuración (Castells, 1997).

En su análisis internacional de las sociedades informacionales, Castells (1997) afirma que las nuevas tecnologías  constituyen un mundo de redes sociales globales. Los ordenadores permiten un vasto enjambre de comunidades virtuales, aunque la tendencia social y política de la década de los 90 construyó la acción de ambas tendencias girando alrededor de las identidades primarias, adscritas a la historia o  recientes como la búsqueda de significado y espiritualidad. La búsqueda de la identidad es el principio aglutinador en la organización de las sociedades informacionales.

Por lo tanto, Internet puede afectar a nuestra identidad, a la comprensión de un mismo como miembro de una sociedad y al concepto de comunidad. En 1997, los miembros de Heaven´s Gate llevaron a cabo un suicidio en masa y hasta ese momento habían colgado la literatura que alimenta sus doctrinas en Internet[5], como una fórmula de captación de nuevos miembros. Esta circunstancia puso de manifiesto la relevancia del uso de Internet de ciertos NMRs.

Debemos plantearnos que un nuevo abanico de posibilidades se abre al uso de Internet por los NMRs. La religión como ideología e institución social mantiene un fuerte arraigo cultural y conformador de la identidad de los individuos, como ya se ha afirmado. Y, el uso de Internet de los NMRs, puede conjugar nuevas formas de configuración de las identidades.

Las Comunidades virtuales

Desde la Sociología, el primer analista del concepto comunidad fue Tönnies, en el siglo XIX. Para definir comunidad contrapone este término al de sociedad, diferenciándolas según las normas, las creencias los valores o las identidades. Ambas constituyen “tipos de relaciones sociales” en sentido weberiano. Mientras que en una comunidad las relaciones son cara a cara y los lazos son estrechos, en una sociedad las relaciones son secundarias, de tipo instrumental y las instituciones sociales juegan un papel importante (Tönnies, 1963).

Rheingold, en su libro The Virtual Community (2003)[3], difunde el término comunidad virtual, que hace referencia a agregaciones sociales que emergen de la red cuando un número suficiente de personas entablan discusiones públicas durante un tiempo lo suficientemente largo, con suficiente sentimiento humano para formar redes de relaciones personales en el ciberespacio. Por lo tanto, sus componentes son la interacción, el tiempo de interacción y el componente afectivo. Una comunidad virtual es un conjunto de relaciones sociales entre individuos, las actividades que les unen y el entorno geográfico, constituido, en el caso de Internet, por el software en el que se desarrollan esas actividades. Implica la idea de red social, de interconexión entre los individuos. Según León et. al. son comunidades que forman asociaciones en línea de grupos que se mantienen en el tiempo, con cierta estabilidad, incorpora prácticas comunes y contribuye a la generación de identidades colectivas (2002).

Los primeros análisis acerca de las comunidades en Internet cuestionaban su existencia y planteaban que solo se configuraban pseudo- comunidades (Harasim, 1993; Stoll, 1995;  Lockhard, 1997).  Más adelante, otras investigaciones plantearon nuevas respuestas, entre cuyos trabajos destacan las aportaciones de Wellman y Guila, en los que se destaca la escasez de estudios que analizaran rigurosamente la existencia de  comunidades virtuales en la red y de los usuarios de Internet en general, qué les hace usarlo, cuánta gente lo usa y cuántas horas se dedican a la configuración y sostenimiento de comunidades a través de la red (1999: 170).

Las oportunidades que ofrece Internet en el fomento de nuevas formas de asociación son exponenciales (Rheingold, 1993: 12-13). Acerca a individuos permitiéndoles establecer canales para el diálogo y la cooperación, más allá de barreras como el espacio, el tiempo o la movilidad. Los usuarios pueden comunicarse con individuos de otras partes del planeta las veinticuatro horas al día. Este canal de comunicación supera los límites que otras formas de comunicación plantean, permitiendo la formación de asociaciones sin límites geográficos y fomentar los verdaderos intereses de los individuos en el espacio virtual. El sol nunca se pone en las comunidades virtuales (Healy, 1997: 60).

Rheingold plantea que son comunidades voluntarias y unidas por intereses comunes reales (1993). Wellman y Guila enfatizan que los miembros de comunidades virtuales pueden serlo con mayor intensidad que de las asociaciones de vecinos, por ejemplo, porque los miembros de estas últimas pueden no tener nada en común por el mero hecho de vivir en el mismo bloque de pisos y, sin embargo, la pertenencia voluntaria a una comunidad virtual puede ser más genuina. El modo en el que las nuevas tecnologías establecen canales de comunicación entre los individuos para relacionarse entre sí permite, incluso, que la comunicación se lleve a cabo con otros que son muy diferentes a nosotros (Foster, 1997). Cabe destacar que, las barreras sociales que generalmente se producen en los contextos sociales pueden superase. En la posibilidad de anonimato que ofrece Internet las diferencias de clase, etnicidad o género son susceptibles de desaparecer (1999:184-185). Los individuos pueden encontrarse y comunicarse con otros en la red y no relacionarse en el mundo real, en un contexto social más allá de Internet (Rheingold, 1993).

Los usuarios entran en la red principalmente para intercambiar información y las interacciones entre ellos son sucintas aunque indudablemente, se han configurado relaciones estrechas a pesar de que la comunicación exclusiva a través de Internet determina un contacto y una ilusión perecedera que crea una sensación de intimidad sin la implicación emocional característica de los grupos primarios y comunidades (Wellman y Gulia, 1999: 179). Por otro lado, el potencial de Internet para las relaciones es enorme de modo que diversos estudios plantean que se establece una estrecha continuidad entre las relaciones en la red y fuera de ella (Parks y Roberts, 1998; Fox y Roberts, 1999).

A pesar de que las páginas web referidas a religión son las segundas en Internet, sólo superadas por las dedicadas al sexo, el potencial para formar comunidades, así como otros aspectos referidos a la relación entre Internet y los NMRs aún tienen que ser investigados. Uno de los aspectos que deben ser tratados con especial interés y delicadeza es el de la legitimidad, principal astilla en los estudios sobre esta cuestión ya que muchos movimientos sociales en la red, incluidos los NMRs, se sitúan fuera de la cultura establecida y ofrecen un sistema de valores diferente, elaborando nuevos códigos culturales y favoreciendo la configuración de nuevas identidades.
 

Notas

[1] A partir de ahora NMRs.

[2] Entre todos los análisis de estos procesos, algunos de los trabajos que vienen realizándose en esta dirección desde mediados de la década de los 90 son las aportaciones de Jones, S.G. (1995), Jones (1998) Holmes, (1997) Porter (1997) o Slevin (2000).

[3] Sus principales publicaciones son Despertar y Atalaya.

[4] Para una consulta electrónica del texto completo se puede visitar la página que el propio Rheinglod colgó en la red, actualmente en línea: http://www.rheingold.com/vc/book/

[5] Un análisis exhaustivo de este suceso y su relación con la red es el pormenorizado trabajo de Urban (2000).
 

Bibliografía

ABERLE, D. F. The Peyote Religion Among the Navaho. Chicago: Aldine, 1966.

AROUTCHEFF, P. El go. Barcelona: Martínez Roca, 1991.

BAYM, N.K. The Emergence of On-Line Community. In JONES, S. (ed.). Cybersociety 2.0: Revisiting Computer- Mediated Communication and Community. California: Sage, 1998, pp. 35-68.

BEYER, P. Privatization and the public influence of religion in global society. In FEATHERSTONE, M. (ed.). Global culture. Nationalism, globalization and modernity. Londres: Sage, 1993, pp. 373-395.

BRETON, P. Le culte d´Internet. Le Monde Diplomatique, octubre de 2000, p. 36.

BRUKHALTER, B. Reading Race Online: discovering Racial Identity in Usenet Discussions. In SMITH, M.A. y KOLLOCK, P. (eds.). Communities in Cyberspace. Nueva York: Routledge, 1999, pp. 60-75.

CASTELLS, M. Internet y libertad. UOC Lección Inaugural del curso académico 2001-2002 [En línea]. < http://www.uoc.edu/web/esp/launiversidad/inaugural01/index.html>.  >.[16 de enero de 2004].

CASTELLES, M. La era de la información, Economía, Sociedad y Cultura. La sociedad red. Madrid: Alianza, 1997, vol. 1.

CASTELLS, M. The Rise of the Network Society. Oxford: Blackwell, 1996.

DIETRICH, H. Globalización, educación y democracia en América Latina. In La sociedad global. Educación, mercado y democracia. Méjico: Joaquín Mortiz, 1996, p. 49-181.

DONATH, J. Identity and Deception in virtual Community. In SMITH, M. A. y KOLLOCK, P. (eds.). Commnities in Cyberspace. Nueva York: Routledge, 1999, pp. 29-59.

DURKHEIM, E. The Elementary forms of religious life. Nueva York: Free, 1965.

FOSTER, D. Community and Identity in the Electronic Village. In ORTER, D. (ed.). Internet Culture. Nueva York: Routledge, 1997, pp. 23-37.

FOUCAULT, M. Microfísica del poder. Madrid: La piqueta, 1980.

FOUCAULT, M. Tecnologías del yo y otros sistemas afines. Barcelona: Paidos, 1991.

FOX, N. y ROBERTS, C. GPs in Cyberspace: The Sociology of a `Virtual Community´. The Sociological Review, 1999, vol. 47, nº 4, p. 643-671.

GRUZINSKY, S. La guerra de imágenes. De Cristóbal Colón a “Blade Runner” (1492-2019). Méjico: F.C.E, 1995.

GUSFIELD, J. Introduction. In GUSFIELD, J. (ed.). Protest, Reform and Revolt. A Reader on social Movements. NevaYork: John Wiley & Sons, 1970.

GUSFIELD, J. Mass Society and Extremist Politics. American Sociological Review, 1962, nº 27, p. 19-30.

HARASIM, L. Networlds: Networks as Social Space. In HARASIM, L. M.  (ed.). Global Networks: Computers andInternational Communication. Cambridge: MIT, 1993, p. 3-14.

HEALY, D. Cyberspace and Place: The Internet as middle landscape on the electronic frontier. In PORTER, D. (ed.). Internet Culture. Nueva York: Routledge, 1997, p. 55-68.

HOLMES, D. Virtual Politics: Identity and Community in Cyberspace. Londres: Sage, 1997.

HUNT, S., BENFORD, R. y SNOW, D. Identity Fields: Framing Processes and the Social Construction of Movement Identities. In E. LARAÑA, H. JOHNSON y J. GUSFIELD (eds.) Los nuevos movimientos sociales. De la ideología a la identidad. Madrid: CIS, 1994.

JONES, S. G. (ed.). Cybersociety: Computer-Mediated Communication and Community. California: Sage, 1995.

JONES, S.G. (ed.) Cybersociety 2.0: Revisiting Computer- Mediated Communication and Community. California, Sage, 1998.

KLAPP, O. Collective Search for Identity. Holt: Reinehart and Winston, 1969.

LARAÑA, E. La construcción de los movimientos sociales. Madrid: Alianza, 1999.

LEÓN, O., BURCH, S. Y TAMAYO, E. Movimientos sociales en la Red, [En línea] <http://www.slis.indiana.edu/TIS > [ 2 de diciembre de 2002].

LOCKHARD, J. Progressive Politics,  Electronic Individualism and the Myth of Virtual Community. In D. Porter (ed.). Internet Culture. Nueva York: Routledge, 1997, p. 219-231.

MACIONIS, J. J. y PLUMMER, K. Religión. In MACIONIS, J. J. y PLUMMER, K. Sociología. Madrid: Prentice Hall, 2000, p. 483-504.

MELUCCI, A. ¿Qué hay de nuevo en los nuevos movimientos sociales? In LARAÑA, E. y GUSFIELD, J. (eds.) Los nuevos movimientos sociales. De la ideología a la identidad. Madrid: CIS, 1994.

MELUCCI, A. Challenging Codes: Collective Action in the information Age. Cambridge: Cambridge University Press, 1996.

MELUCCI, A. The Symbolic Challenge of Contemporary Social Movements. Social Research, 1985, vol. 52, n º 4.

MYERS, D. `Anonymity is part of the Magic´: Individual Manipulation of Computer- Mediated Communication contexts. Qualitative Sociology, 1987, vol. 19, nº 3, p. 251-266.

NIE, N. y  HILLYGUS, D. S. The Impact Of Internet Use On Sociability. Time-Diary Findings. It and Society, 2002, vol. 1, nº 1, p. 1-20.

O´BRIEN, J. Writing the Body: Gender (Re) production in Online Interaction. In SMITH, M. y KOLLOCK, P. (eds.). Communities in Cyberspace. Nueva York: Routledge, 1999, pp. 76-104.

PARKS, M. R. y ROBERTS, L. D. `Making Moosic´: The development of Personal relationships on line and a Comparison to their Off-line counterparts. Journal of Sociological and Personal Relationships, 1998, vol. 15, nº 4, pp. 517-537.

PORTER, D. Internet culture. Nueva York: Routledge, 1997.

REID, E. Virtual worlds: Culture and imagination. In JONES, S.G. (ed.). Cybersociety: Computer-MediatedCommunication and Community. California: Sage, 1995, pp. 164-183,.

RHEINGLOD, H. The virtual community: Homesteading on the Electric Frontier. Nueva York: Addison-Wesley, 1993.

SLEVIN, J. The Internet and Society. Cambridge: Polity Press, 2000.

SNOW D. Master Frames and Cycles of Protest. In MORRIS, A. y MUELLER, C. (eds.). The Frontiers in Social MovementTheory. Londres: Yale University Press, 1992.

STOLL, C. Silicon Snake Oil: Second Thoughts on the Information Higway. Nueva York: Doubleday, 1995.

TÖNNIES, F. Community and society [Gemeinschaft und Gesellschaft, 1887] Nueva York: Harper & Row, 1963.

TURKLE, S. Life on the Screen: Identity ion the Age of the Internet. Nueva York: Simon & Schuster, 1995.

URBAN, H. B. The Devil a Heaven´s Gate: Rethinking the Study of Religion in the Age of Cyber-space. Nova Religio, 2000, vol. 3, nº 2, pp. 268-302.

WALLIS, R. The Road to Total Freedom: A Sociological Analysis of Scientology. London: Hienemann, 1976.

WEBER, M. The Sociology of Religion. Boston: Beacon, 1963.

WELLMAN, B. y  GUILA, M. Virtual Communities as Communities: Net surfers don't ride alone. In KOLLOCK, P. y SMITH, M. A. (eds.), Communities in Cyberspace.  Londres: Routledge, 1999, pp 167-194.

 

© Copyright Mª del Mar Ramos Lorente, 2004
© Copyright Scripta Nova, 2004

Ficha bibliográfica:

RAMOS LORENTE, Mª del M.Aproximación Sociológica al uso de internet de los nuevos movimientos religiosos como nuevos movimientos sociales. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2004, vol. VIII, núm. 170 (39). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-170-39.htm> [ISSN: 1138-9788]

Volver al índice de Scripta Nova número 170

Volver al índice de Scripta Nova


Menú principal