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Índice de Scripta Nova

 

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. IX, núm. 194 (120), 1 de agosto de 2005

 

ENSOÑACIÓN Y COMBATE POR LA GEOGRAFÍA HISTÓRICA Y REGIONAL IBEROAMERICANA

 

Pedro Cunill Grau, Ph. D.

Universidad Central de Venezuela, Caracas.


 

 

A solicitud del fundador de Geocrítica, dilecto amigo y colega Dr. Horacio Capel, reflexionaré, en este momento excepcional de cenit en mi ciudad natal, sobre el mensaje que he procurado transmitir a alumnos y colegas en largo devenir profesional geográfico, enfatizando en nuestra formación e influencias que hemos tenido en el pensar y en el accionar, junto con la visión retrospectiva de nuestra producción intelectual y la proyección esperanzadora en nuevas líneas de investigación geográfica que intentaré mantener en el futuro inmediato.

 

Formación de base en los momentos epigonales de las bodas entre geografía e historia

 

Tuve la suerte de realizar mis primeros estudios universitarios en esta ciudad de Santiago en el tradicional Instituto Pedagógico de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, cuando todavía se mantenían las bodas entre geografía e historia. El destino me posibilitó tener como maestros a excelsos profesores que habían logrado mantener el hilo de Ariadna de la sabiduría humanista y científica bellista en dicha institución, fundada en 1843 por el insigne caraqueño Andrés Bello, quien por cierto, como lo hemos expuesto en un ensayo, contribuyó decididamente a las potencialidades del territorio chileno, siendo impulsador de la enseñanza de la geografía y cartografía con singulares contribuciones en programas y textos(1). Sus discípulos fueron miembros fundadores del Museo de Historia Natural, Facultades de Humanidades, Matemáticas y Física, Anales de la Universidad de Chile, manteniéndose una sostenida continuidad académica hasta inicios de la segunda mitad del siglo pasado.

 

Todavía resuenan en mis oídos, en tardes de melancolía en diversos escenarios territoriales, las sabias enseñanzas de Juan Gómez Millas, Eugenio Pereira Salas, Humberto Fuenzalida, Ricardo Krebs, Eugenio González, Mario Góngora, Genaro Godoy y Guillermo Feliú Cruz. A este último, gran maestro de maestros, le debo mi formación paleográfica y cartográfica histórica, puesto que con gran severidad, redoblada por su entonces joven discípulo Sergio Villalobos, se nos “invitaba” de mañana a tarde a concurrir diariamente al recinto de la Sala José Toribio Medina en la Biblioteca Nacional, deslumbrándome allí por los relatos de viajeros, bucaneros y piratas, papeles inéditos de geografía histórica americana, cartas e iconografía, mapas de siglos coloniales. Asimismo, bajo la tuición del maestro y del discípulo, fuimos adentrándonos en la consulta de la Sala Barros Arana y en los arcanos del Archivo Nacional, en cuyos recónditos y reservados depósitos encontramos material que aprovecharía  ulteriormente en una investigación intitulada Fuentes cartográficas en la génesis de los tipos de poblamiento chileno. Siglos XVI al XVIII(2).

 

Simultáneamente recuerdo con especial cariño la importancia en nuestra formación básica en historia y geografía de sabios hombres buenos, algunos clásicos como el Padre Ovalle o el Abate Molina, hasta llegar a la escuela de Benjamín Vicuña Mackenna y culminar con Luis Risopatrón e Isaiah Bowman, cuyas voces inmortales reposaban en los anaqueles de la espléndida vieja biblioteca del Instituto Pedagógico. Libros que seguí consultando hasta mi alejamiento del país. Asimismo, en aquellos años difíciles, estudiaba en modestas ediciones, las únicas asequibles a mi condición de estudiante de menguados ingresos. Allí comencé, gracias a pequeñas becas y otros ingresos, la conformación de mi biblioteca personal, hoy repartida en la diáspora. Disfruté en los horizontes que me abrían esos fieles amigos invisibles. A menudo en días aciagos encontrábamos en dichas librerías el retiro para la reflexión y el futuro recrear.

 

Durante nuestras gratas y largas veladas en la Biblioteca José Toribio Medina tenía y sigo teniendo la motivación del mayor bibliófilo hispanoamericano, pionero asimismo de la cartografía histórica, que estaba grabada en una placa sobre una de sus puertas internas: He trabajado mucho y me he cansado muy poco. Sin falsa modestia me permito citar unas palabras de mi respetado maestro el patricio don Eugenio Pereira Salas acerca de la culminación de mi carrera de profesor de Estado en Historia y Geografía, cuando aún titubeaba en una aparente disyuntiva entre la escogencia de la especialidad de historia o geografía: “la carrera ascendente del profesor Cunill es fruto de su perseverancia, de su extraordinaria capacidad de trabajo en que se advierte la impronta de sus antepasados catalanes. Su juventud fue de lucha y sus armas el desvelo fecundo del estudio. Graduado cum laude en marzo de 1959 compartió algunos años la inquietud intelectual de la historia y de la cartografía, desempeñando con brillo el cargo de ayudante de la cátedra de Historia Universal que regentaba nuestro colega, el académico Dr. Ricardo Krebs y laborando en el Instituto de Geografía. Eran esos años, en palabras de Ferdinand Braudel, en que: La unión universitaria de la geografía y de la historia, causa en el pasado de su doble esplendor, había terminado en un divorcio necesario(3).

 

Mis dudas acerca de la escogencia se definieron de una paradojal manera, sumamente armoniosa, al comenzar a incursionar en el ámbito geográfico universitario, donde pude ampliar mi vocación geográfico histórica. Se abrieron nuevas perspectivas bajo la tuición intelectual de dos maestros de excepción Jean Borde y Mario Góngora, quienes renovaron el Instituto de Geografía de la Universidad de Chile, llamándome a colaborar allí. Llegó a ser una institución de alta excelencia académica, donde transcurrieron añorables años de mi juventud en intenso trabajo de terreno y archivos, entrenándoseme en la investigación geográfica histórica rural, habiendo participado junto con otros colegas en apoyos documentales en obras de magnitud, como en la de Rafael Barahona, Ximena Aranda y Roberto Santana intitulada Valle de Putaendo. Estudio de Estructura Agraria (1961) y en la de Mario Góngora, Origen de los inquilinos de Chile Central (1960). 

 

Paris: el deslumbramiento por la pluralidad de las escuelas francesas.

 

Nuestra formación de base, ampliada con lecturas de autoformación y contactos con académicos visitantes franceses, junto a las estimulantes insinuaciones de Jean Borde y Mario Góngora, me inclinaron a diseñar un proyecto para continuar estudios superiores en Francia, que ulteriormente podría ser útiles para el país. En aquel tiempo era virtualmente imposible que se concedieran becas a Paris, estimulándose en cambio la concurrencia a universidades del interior. Con cierta ofuscación del entendimiento, por efecto de una pasión en lograr una mayor formación plural, intentando emplear útilmente para el perfeccionamiento de nuestra formación el apogeo de la Ecole Pratique des Hautes Etudes, College de France e Institut de Géographie de la Université de Paris, insistí ante autoridades culturales francesas en mi determinación en concurrir a la ciudad luz y en lograr mi admisión en las citadas instituciones. Fue una negociación larga y difícil, que culminó con éxito al aceptar el Agregado Cultural de Francia en Chile y otras instancias mis requerimientos.

 

Así, fui becado en Paris como aspirante al Certificado de Estudios Superiores de Geografía Humana que obtuve en junio de 1960 en el Institut de Géographie de la Université de Paris, donde tomaron un especial interés en acrecentar mi formación los doctores Pierre George e Ives Lacoste, participando además en el seminario efectuado por ellos en el Institut du Developpment Economique et social de la Université de Paris, acrecentando mi perfeccionamiento en los acuciantes problemas de la geografía del subdesarrollo y geografía urbana.

 

Además, de acuerdo a nuestro proyecto inicial realicé estudios en la Ecole Pratique des Hautes Etudes en la VI Section, Sciences Economiques et Sociales de la Sorbonne, con los profesores Fernand Braudel, Ruggiero Romano, Ernest Labrousse y Pierre Vilar, enfatizando en métodos económicos, históricos y geohistóricos. No sólo frecuentaba los cursos de estos profesores eminentes sino que también concurría a sus coloquios y debates incursionando en la temática del grupo de los Annales. Fue el comienzo de una sólida amistad con Ruggiero Romano, ductor y guía en varias de mis investigaciones.

 

También asistía al College de France donde seguí las lecciones del profesor Pierre Gourou, Chaire d ´Etude du Monde Tropical, y del profesor Roger Dion, Chaire de Géographie Historique de la France. Ambos me tomaron un especial interés y semanalmente me invitaban a sus cubículos a reflexionar sobre temas geohistóricos americanos. Se mantuvo hasta sus fallecimientos una nutrida correspondencia, agradeciéndoles su generosa asistencia.

 

De esta manera cumplí la segunda etapa de nuestra preparación académica y profesional. Este deslumbramiento parisino me abrió a incursionar en nuevas temáticas. A mi regreso intenté difundir en nuestros alumnos la necesidad del conocimiento de los autores franceses más reveladores para la especialidad de la geografía humana y más tarde, en 1965 publiqué un ensayo sobre La geografía humana francesa y sus proyecciones en América Latina(4). Sin embargo, esta introducción a las escuelas francesas no fue obstáculo para intentar lograr autonomía en escogencia de temas y utilización de métodos en nuestras futuras investigaciones.

 

La tríada chilena: por la renovación de la enseñanza geográfica, la extensión de la geografía nacional y la investigación geohistórica

 

Durante nuestra permanencia en Chile traté de incursionar a través de diversos tipos de obras en tres ámbitos que juzgué necesarios para su identidad cultural, el desarrollo sostenido de su territorio, salvaguarda de su ambiente y biodiversidad, la movilización del valor excepcional de sus plurales espacios y de sus recursos naturales, con la valorización de su legado humano geohistórico. Todo ello pudo ser posible al ser elegido Profesor Titular en la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile (1960-1975), habiendo desempeñado allí la cátedra de geografía humana, con la de otras materias y varios cargos docentes y de investigación en el Instituto de Geografía y Departamento de Geografía, el de Director del Centro de Estudios Antopológicos (1963-1964) y Director del Departamento de Geografía (1970).

 

El primer ámbito de nuestra tríada chilena corresponde a la colaboración en la renovación de la enseñanza geográfica en la educación secundaria, iniciada a comienzos de la década de los sesenta en el siglo pasado. Allí, a petición de Eduardo Castro, diligente director de la Editorial Universitaria de Chile, el Centro de Investigaciones de Historia Americana reunió a un grupo de especialistas, entre los cuales me contaba, con el fin de realizar la urgente tarea didáctica de redactar un ciclo de textos destinados a renovar la enseñanza de las ciencias sociales de acuerdo con la reforma de los planes de estudios.

 

Encabezamos este conjunto con el texto pedagógico Geografía de Chile en 1963, 232 páginas, siendo renovado, ampliado y actualizado en cada una de sucesivas ediciones, hasta alcanzar la novena edición en 1979 con 558 páginas. Esta obra nos posibilitó llegar a más de 150.000 lectores, desbordando el ámbito educacional formal. Aún hoy, en nuestras incursiones al Chile profundo, tengo el agrado de encontrar mujeres y hombres que se informaron de una nueva visión del país por esta obra.

 

En esta Geografía de Chile incursioné, entre otras, en temática innovadora con la apertura al océano Pacífico y a la Antártica, su vocación marítima y una mejor y más justa integración nacional que posibilitara enfrentar audazmente en aquellos años el reto de la integración latinoamericana. Sin prejuicios, innové en estimular el ámbito del trabajo con el cultivo de escogidas frutas mediterráneas y de Nueva Zelandia, la introducción de la maricultura del salmón y muchas otras que hoy se han concretizado en la realidad geográfica chilena.

A esta monografía individual siguieron las ocho ediciones de Chile y sus regiones, que culminaron en 1979. A ellas se agregó la serie de la Editorial Universitario en otros textos en que participé en la parte geográfica, a saber: La naturaleza y el hombre americano. Texto de Primer año de Educación Media, editado en 1969, 1972, 1974 y 1975, escrito en colaboración con Osvaldo Silva, Julio Retamal, Sergio Villalobos y Rolando Mellafe, reputados especialistas en sus respectivas disciplinas; parte de este equipo, al que se agregó Patricio Estellé, lanzó al público Evolución de Chile e Iberoamérica. Texto de Segundo año de Educación Media, editado en 1971, con una segunda edición en 1973; y Ciencias Sociales, Tercer año de Educación Media. Area Científica, escrito en compañía del profesor Genaro Godoy, 1972; asimismo contribuí en otras colecciones de la Librería Francesa con Mi geografía, en colaboración con Alejandro Díaz.

 

En los años postreros de mi vida profesional en Chile y en los primeros años de mi alejamiento seguí colaborando con otros autores para intentar mantener nuestro mensaje acerca de las potencialidades geográficas del país y de su gente. Entre otros, con Sergio Villalobos, Chile, su historia y sus regiones. Octavo año básico, con tres ediciones de la Editorial Universitaria en 1974; y con Lenka Domic en una colaboración dirigida a los más pequeños, Geografía de Chile. Rasgos Físicos y Humanos, Sexto año básico, con tres ediciones en 1978 y 1979.

 

El segundo ámbito de nuestra tríada chilena se expresó en la extensión, popularización e internacionalización de la geografía chilena. En palabras del presidente de la Academia Chilena de la Historia, en julio de 1972, quedó registrada la parte inicial de esta tarea autoimpuesta: “Hasta 1964 su presencia es permanente en los seminarios, simposios, escuelas internacionales y congresos de la especialidad, llevando a varias reuniones la representación de Chile. Escribe en la revista Informaciones Geográficas, del Instituto de Geografía de la Universidad de Chile. Funda la Revista de Antropología. Colabora en el Instituto Geográfico Militar; es Miembro Nacional de la Comisión de Geografía del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Y tiene tiempo además de su entrega total a la enseñanza y a su desinteresada cooperación con los organismos públicos en campañas de bien común, para ir renovando con sus aportes la literatura didáctica del país. En 1962 sale a luz la primera edición de su Atlas Histórico de Chile, en que en 34 mapas traza objetivamente el desenvolvimiento de la nacionalidad...”(5).

 

En aquellos años estimulé y difundí, en mi carácter de miembro del equipo de redacción de la Revista Geográfica de Chile Terra Australis, a numerosos autores noveles a incursionar en diversos temas geopolíticos, geoestratégicos y de apertura al ámbito antártico y del Pacífico.

 

Siempre en nuestro objetivo central de difundir las potencialidades chilenas en relación a su territorio acepté redactar un opúsculo intitulado Chile, geografía de contrastes, editado en 1965 por el Departamento Impresos del Ministerio de Relaciones Exteriores. Tuvo una gran difusión en las diversas embajadas del país en el exterior. En el mismo sentido publiqué en 1971 el ensayo Transformaciones en la geografía social y económica chilena, en forma de artículo en el Boletín del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Asimismo fui coautor de la obra colectiva Geografía Universal Labor, Barcelona, 1972, con una contribución intitulada Los Andes Meridionales. Chile.

 

Esta preocupación culminó con mi libro Visión de Chile, editado especialmente para UNCTAD III, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1972, con prólogo de Felipe Herrera e introducción de Olga Poblete. En aquellos años cruciales tuvo una amplia difusión, traduciéndose al inglés(6). Por comunicaciones de diversos delegados que concurrieron a esta reunión internacional de la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo pude percibir el interés que suscitó en el aborde de una problemática geográfico social y económica de un Chile desconocido para ellos.

 

Ocho años más tarde, ya alejado del país, continuaba en esta tarea que culminé en 1980 como coautor de la obra colectiva América Latina: hacia la integración, prólogo de J. L. Salcedo Bastardo, Comité Ejecutivo del Bicentenario de Simón Bolívar, donde redacté el artículo intitulado Chile. Al iniciarse el siglo XXI contribuí con el ensayo Las relaciones con Chile a lo largo de la historia en la obra colectiva Venezuela y los países hemisféricos ibéricos e hispanohablantes, Instituto de Altos Estudios de América Latina, Universidad Simón Bolívar.

 

El ámbito final de nuestra tríada chilena está integrado por algunas contribuciones fundamentales en la reconstrucción del pasado geográfico de Chile y al estudio del espacio en que se van fijando los fenómenos sociales y económicos. No es necesaria mi exposición al respecto, puesto que esta fase la evaluó sintéticamente en julio de 1972 don Eugenio Pereira Salas, entonces Presidente de la Academia Chilena de la Historia, cuando fui incorporado a dicha corporación: “el nuevo Académico ha necesitado en sus monografías de geografía histórica, urbana y rural, una densa introducción historiográfica. Demuestra en esta faena erudita de compilación de datos una esmerada técnica heurística que le permite espigar documentos significativos, en su mayor parte inéditos, que fijan con claridad su pensamiento científico. Sus fuentes son numerosas, enfoca desde diversos ángulos el problema para reconstruir con validez de prueba, el paisaje geográfico chileno, donde se inserta su realidad criolla. Los más importantes a nuestro juicio son: Géneros de vida en la micro región de Valparaíso a comienzos del siglo XVIII (1964); Chile meridional Criollo: su geografía humana en 1700 (1971) y Factores en la destrucción del paisaje chileno: recolección, caza y tala coloniales (1971), toque de alarma cívico a la múltiple erosión que va carcomiendo la naturaleza chilena. Son cortes sutiles que con precisión de bisturí ponen en descubierto las fajas de geohistoria que jalonan en el espacio y en el tiempo, la constitución de nuestra nacionalidad, fotografías estáticas de una época que puestas en movimiento permiten la sensación auténtica del desarrollo histórico, en visión estereoscópica”(7).

 

En 1975, postrimero año de permanencia en Chile, efectué una de mis investigaciones geohistóricas más entrañables, intitulada La temprana sementera urbana chilena y los comienzos del deterioro ambiental. Estimo que abría sendas sobre tópicos que no habían sido debidamente destacados, entre otros, el deterioro del paisaje de la estepa nortina acentuado por la jerarquía preurbana minera, villas y ciudades mineras; la desaparición de bosques y matorrales en la cuenca del Aconcagua por el emplazamiento de núcleos preurbanos itinerantes de fundiciones; la degradación de los ecosistemas cordilleranos andinos de Chile Central por el establecimiento de unidades preurbanas y villas mineras(8). Pasó desapercibido en el país, teniendo más tarde éstos y otros aportes geohistóricos adecuada consulta y difusión en una versión ampliada al ámbito rural que publiqué en 1979 en Venezuela en el Segundo Encuentro de Historiadores latinoamericanos y del Caribe, bajo el título de La geografía social histórica en el empobrecimiento paisajístico chileno.

 

La ensoñación de la integración americana: La América Andina. Contribución a la formación del Centro de Estudios de América

 

Desde mis primeras clases universitarias había mantenido la ensoñación de las ventajas sociales y económicas de una futura integración latinoamericana. Mi maestro Pierre George me posibilitó expresar en un libro la realidad prospectiva de esta ilusión al invitarme en 1963 a redactar en la colección Magellan, que él dirigía, el tomo sobre América Andina. Para ello, además de documentarme al respecto, realicé varios viajes a los países andinos, culminando en una larga estadía de dos años en Venezuela, donde fui invitado a solicitud de mi otro gran maestro Humberto Fuenzalida por la Escuela de Geografía de la Universidad Central de Venezuela. Allí culminé esta obra que apareció en 1966 bajo el título de L´Amerique Andine, Presses Universitaires de France. Paris.

 

Tuvo una gran difusión editorial, puesto que este texto encontró cabida en 1968 en la serie brasilera de Terras e Povos de Sao Paulo, que la editó en portugués como A America  Andina. Pronto vendrían dos ediciones en español en la Editorial Ariel de Barcelona en la Colección Elcano en los años 1978 y 1981, ediciones ampliadas y actualizadas en relación a la primera edición francesa. En 1980 había aparecido la nueva segunda edición francesa revisada y actualizada.

 

Al escribir la primera edición de esta obra insistí en presentar, de una manera integral sin fronteras políticas, los problemas geográficos comunes para el conjunto de estas naciones andinas, rechazando el tratamiento clásico de una descripción de país por país. Para ello tuvimos que superar incomprensiones de quienes se referían a este planteamiento del conjunto multinacional como una “utopía” o un “absurdo geográfico”. Los años fueron pasando y, en el lapso que aparecían las otras ediciones, se había iniciado un proceso de reconocimiento y consolidación de esta realidad geográfica que se extiende vertebrada por la Cordillera de los Andes desde el Caribe hasta el Polo Sur. Surgió el Acuerdo de Cartagena y otras instituciones integracionistas que cubren este ámbito espacial, culminando con los avatares de la Comunidad Andina de Naciones.

 

En múltiples artículos y ensayos continué insistiendo, por más de treinta años, en las positivas opciones de la integración americana. Ello tuvo un reconocimiento académico al ser designado por el Consejo Universitario miembro de la Comisión Organizadora del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela. Hemos logrado allí la primera publicación colectiva intitulada América: unidad en la pluralidad, con una colaboración nuestra, El ambiente perdido: América y su viabilidad espacial en el temprano siglo XXI, 2004.

 

En estos últimos años he tenido en suerte ser invitado por múltiples universidades españolas y americanas. Allí he desarrollado con pasión el tema de la cooperación entre los países iberoamericanos y Europa. Ha sido un motivo reiterativo de atención en conferencias, cursos de pre y postgrado, tratando de establecer puentes de intercambio y de debate entre los colegas geógrafos de ambas márgenes del Atlántico. A este respecto se me publicó en La Universidad de Sevilla en el año 2001 mi ensayo La geoestrategia de la cooperación iberoamericana al temprano siglo XXI, ampliado en Mérida bajo el título de Latinoamérica y España: hacia una geoestrategia de cooperación.

 

Los independentistas tiempos revueltos y el deterioro ambiental: el caso venezolano

 

Al regresar a Chile, después de nuestra primera estadía en Venezuela, inicié hacia 1967 la preparación del discurso de incorporación como académico de número en la Academia Chilena de la Historia en un tema que surgió al comparar las secuelas territoriales y ambientales de los procesos independentistas de Chile y Venezuela. Consideré que sería revelador desplegar el tema en el caso venezolano, muy diferente de las leves incidencias paisajísticas en Chile. Allí las secuencias temporales de la guerra durante la ocupación patriota y realista del territorio de las diversas regiones geográficas, incidieron en cambios violentos en la población, uso del suelo, tenencia de la tierra, distribución étnica, tipos de poblamiento, jerarquía y redes urbanas, modos de vida, explotación de los recursos agropecuarios, empobrecimiento ambiental, circulación y varios otros.

 

La investigación de este importante caso de regresión paisajística cultural y ambiental fue presentada en 1972 con el título de Cambios en el paisaje geográfico venezolano en la época de la Emancipación(9). Lo hice como un agradecimiento de chilenidad a mis ex alumnos, colegas y trabajadores de la Universidad Central de Venezuela, que me habían acogido con gran calidez durante los dos años de mi primera permanencia en Venezuela. Lo dediqué al venezolano anónimo que me había permitido penetrar y comprender los problemas de la geografía humana venezolana y de sus distintas regiones, durante los innumerables viajes que había realizado por los caminos que señalaba el mapa de Venezuela.

 

En palabras del ex Presidente de la República Dr. Ramón J. Velásquez este tema, para Venezuela era trascendental: “Esta obra, casi desconocida en Venezuela, constituye más allá de la crónica de las batallas y de la biografía de sus héroes militares el aporte de temas hasta ahora inéditos y necesarios para lograr la cabal comprensión del proceso histórico que determinó el rumbo, de los pueblos latinoamericanos, en su categoría de repúblicas”(10).

 

La saga del poblamiento decimonónico de pioneros anónimos venezolanos

 

El tema del poblamiento decimonónico venezolano continuó formando parte de mis preocupaciones investigativas, tomando una especial relevancia cuando, con la asesoría y dirección del Dr. Paúl Yves Denis, decidimos tomarlo como tema específico de tesis doctoral en la Universidad de Laval, Québec, Canadá. Tras largos años de investigación lo presentamos en sesión solemne en la capilla de dicha universidad en diciembre de 1984 bajo el título de Geografía del Poblamiento Venezolano en el siglo XIX. Conceptualización Geohistórica de la Ocupación Ambiental. El jurado lo aprobó unánimemente con calificación de excelencia.

 

El objetivo central de esta tesis que nos posibilitó el grado de Philosophiae Doctor, Mention Géographie, consistió en lograr una conceptualización de las regiones geohistóricas que se reconocían en Venezuela en el siglo XIX. Demostramos que el poblamiento no presentaba en dicho lapso secular una homogeneidad geográfica total, sino que se expresaba en diversos tipos de regiones. Hasta entonces la clasificación tradicional de las regiones venezolanas se había basado casi exclusivamente en factores geofísicos o administrativos. Nuestro intento fue probar que el país se estructuraba en nueve grandes regiones que tenían una identidad acrisolada en su legado geohistórico, definiéndolas, delimitándolas e interpretándolas.

 

Asimismo demostramos que en cada una de estas regiones geohistóricas existieron diversas formas de poblamiento, desde asentamientos efímeros de grupos errantes o seminómadas, cuyos modos de vida se basaban en la recolección de la sarrapia, del caucho, del balatá y otros productos destinados a la exportación, a establecimientos poco consolidados de campesinos conuqueros itinerantes o pequeños ganaderos que subsistían en la frugalidad de la sobrevivencia. En este contexto se marcaban asimismo prósperos establecimientos rurales de plantaciones de cacao, café, caña de azúcar, añil, algodón, tabaco, y aglomeraciones urbanas-portuarias de significación que vivían abiertas a la economía de exportación. Probamos que a pesar del relativo aislamiento y de la vigencia de inmensos espacios vacíos se reconocía una profunda urdiembre que fue ligando estas diversas modalidades de poblamiento, dando lugar a determinadas localizaciones que incidían diferencialmente en el cambio y degradación ambiental.   

 

Con esta investigación se lograron identificar sugestivos cambios en la ocupación territorial del siglo XIX de los paisajes regionales venezolanos, llegándose incluso a escala microrregional, que se acompañan con procesos de movilidad de mujeres y hombres, superándose barreras profundas de insalubridad, hambrunas y exacciones bélicas de los procesos de la Emancipación, guerras civiles y de la Federación. Interpretamos y cartografiamos la ampliación de áreas roturadas por el avance de la frontera agrícola de nuevos cultivos y movimientos pioneros espontáneos. Fue una auténtica saga del poblamiento de pioneros anónimos. La escasez de inmigraciones foráneas masivas se compensó con estos movimientos internos de cierta magnitud que no habían logrado ser identificados con anterioridad.

 

Esta obra fue publicada en 1987 con el título de Geografía del poblamiento venezolano en el siglo XIX, por las ediciones de la Presidencia de la República de Venezuela en tres volúmenes que suman 2.332 páginas con mapas fuera de texto. Tuvo una segunda edición en 1999 por la Comisión Presidencial V Centenario de Venezuela y la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela.

 

Viene al caso citar al ex Presidente de la República don Ramón J. Velásquez acerca de la significación de la saga de los pobladores anónimos en la segunda parte de esta obra: “Al reducir el conocimiento de lo que pasó en Venezuela en el turbulento espacio que se extiende desde 1830 a las luchas entre los héroes de la independencia convertidos en caudillos de la nueva república y a las interminables guerras civiles que finalizan en julio de 1903, es poco lo que sabemos acerca de esos miles de venezolanos que lejos de los campos de batalla y de la pugna entre los bandos políticos trabajaban para asegurar el sustento militar, cultivaban la tierra, eran artesanos, maestros, boticarios, sacerdotes, médicos, curanderos. Trabajaban en medio de amenazas que envolvían a todos en un temor indefinible. Esa zozobra nacional se reflejaba en el paisaje, con el ir y venir de la gente, con la destrucción de pueblos y cultivos, con la tala sin tregua de los bosques. El venezolano del siglo XIX iba y venía, talaba, amaba, procreaba, quemaba. Nada era definitivo, seguía adelante sin saber su rumbo”(11).

 

Los avances de interpretaciones geohistóricas expuestas en este libro han sido difundidas con gran amplitud en los ámbitos humanísticos y científicos, siendo pieza fundamental en las distinciones que se me otorgaron ulteriormente: en 1996 el Premio Bienal de Humanidades Arturo Uslar Pietri por el Consejo Nacional de la República de Venezuela y el Premio Nacional del Ciencias 1997, Mención Ciencias Sociales y Humanas, otorgado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la República de Venezuela (CONICIT). Para este investigador que tuvo que iniciar a partir de 1976 nuevos rumbos en su quehacer geográfico no es jactancioso anotar la impresión sobre esta obra de uno de los mayores historiadores venezolanos: “Este cuadro del poblamiento venezolano del siglo XIX convierte la obra de Pedro Cunill Grau, en un documento de muy alto valor científico, en una investigación que alumbra territorios ocultos de nuestra identidad, al mismo tiempo que en uno de los libros de valor perdurable escritos sobre Venezuela en el siglo XX”(12).

 

 

Hacia una geohistoria ambiental de Venezuela

 

En mi papel como Profesor Titular, entre 1976 y 1996, en las escuelas de geografía e historia de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela estimulé a mis alumnos a abrirse a temas inéditos de geohistoria ambiental, habiendo logrado que un buen número de ellos lograra tesis de valor, como lo ha expuesto uno de mis discípulos, José Angel Rodríguez, que me sucedió en la cátedra de Geografía Histórica de la Escuela de Historia y alcanzó los mayores honores académicos en Francia y Alemania: “Ha sido él, en este sentido, el auténtico impulsor de los estudios geohistóricos en manos de jóvenes estudiantes de historia, más preocupados por las geografías pasadas que sus pares en geografía, interesados ellos en el estudio de la cambiante geografía venezolana. De esta forma, desde los comienzos de su enseñanza en la Escuela de Historia en febrero de 1976, Cunill Grau estimuló la búsqueda de novedosos temas del pasado venezolano, razón por la cual algunos alumnos analizamos temas inéditos como la geohistoria de la caña de azúcar, aguardiente y rones venezolanos o la degradación ambiental del paisaje venezolano, uno de los tópicos favoritos del autor del autor desde los inicios de su carrera profesional”(13).

 

Fui publicando en varios números de revistas venezolanas de ciencias sociales numerosos artículos que incidían en esta temática geohistórica ambiental. Entre ellos La variable geohistórica en el deterioro ambiental venezolano en el siglo XIX, en la revista Ambiente de la Fundación de Educación Ambiental, 1980; Movilización geohistórica de recursos venezolanos al Caribe Insular, en la revista Síntesis Geográfica de la Escuela de Geografía, N° 12, 1982; Geohistoria ambiental y expoliación de recursos naturales en la Venezuela prepetrolera, en la revista Tierra Firme, octubre-diciembre 1988.

 

Al ser invitado a impartir la cátedra anual José Gil Fortoul en Caracas el 28 de octubre de 1999 en ocasión del 111 aniversario de la fundación de la Academia Nacional de la Historia escogí el tema controversial Hacia una geohistoria ambiental de Venezuela, donde intenté estimular a los jóvenes investigadores a desarrollar futuras investigaciones en esta temática. Entre los diversos capítulos allí desplegados enfaticé en los intitulados La rapidez de las mutaciones geohistóricas ambientales venezolanas y La imbricación de los cambios climáticos en la geohistoria ambiental. Allí aseguraba que la carencia de un adecuado aprendizaje geohistórico ambiental climático había contribuido a influir en la errada conducta social de coexistir con el peligro con sus consiguientes efectos catastróficos. Dos meses más tarde se enteraron de ello millares de venezolanos a raíz de la tragedia del estado Vargas por las lluvias torrenciales, inundaciones, deslaves y derrumbes, que comenzó el 16 de diciembre de 1999(14).

 

Contribuciones a la compleja temática geohistórica latinoamericana

 

Tempranamente comencé a introducirme en la compleja temática geohistórica latinoamericana, motivado por la lectura de Carl Ortwin Sauer y otros geógrafos de la escuela de Berkeley, como también de geógrafos históricos españoles, franceses y mexicanos. Ello comenzó en 1987 cuando fui invitado a colaborar en la Historia General de América, bajo la dirección de Guillermo Morón, con un ensayo intitulado La geografía física en relación con la historia: visión geohistórica de los paisajes de la conquista hispanoamericana, comprendida en el volumen XI, intitulado Hispanoamérica, coordinado por Demetrio Ramos, págs. 135 a 188.

 

Dos años más tarde, fui coautor de la obra Iberoamérica una comunidad, Ediciones de Cultural Hispánica. Quinto Centenario. Instituto de Cooperación Iberoamericana, Madrid. Allí mi contribución se intitula Aproximación a la geografía y recursos naturales antes del arribo de los europeos, tomo I, págs. 95 a 121.

 

En 1995 el Fondo de Cultura Económica y el Colegio de México, Fideicomiso de las Américas, editaron mi libro Las transformaciones del espacio geohistórico latinoamericano, 1930-1990, 198 páginas, que tuvo una segunda edición en 1996. Allí desarrollé la transformación geohistórica que ha ocurrido en estos sesenta años con la incidencia de los cambios climáticos estacionales en el avance de la desertificación y en la regulación hídrica; las múltiples catástrofes geográficas y físicas; la repercusión de los fenómenos de la violencia política y de la sobreexplotación de recursos naturales en la población y la producción, así como en la circulación de bienes y en el espacio urbano.

 

Es un libro descarnado, que intenta llamar a acciones correctivas en la planificación de un nuevo espacio latinoamericano de equidad. Este mensaje sorprendió a nuestros colegas, en especial a los venezolanos, donde se vivían tiempos difíciles: “El libro es violento porque a través de sus páginas caemos en los multifacéticos paisajes de la violencia latinoamericana, a la cual Venezuela no escapa: hampa común, tensiones fronterizas y enfrentamientos binacionales, lucha armada, sistemas dictatoriales, o democráticos disfrazados, y terrorismo de Estado o narcoterrorismo. La violencia ha llegado incluso a los paisajes dizque impolutos del turismo internacional, a los lugares aparentemente prístinos del interior de Sudamérica, como es el caso de la Amazonia venezolana y brasilera donde no pocos yanomamis han sido masacrados por los garimpeiros de oro y diamantes. ¡Qué decir de las líneas dedicadas a la degradación ambiental o la geografía del azar y de percepción catastrófica! Estas páginas deberían ser leídas en especial por aquellos en posiciones claves de poder en Venezuela porque la tragedia en el estado Vargas, que comenzó el 16 de diciembre de 1999 y que se ignora cuando culminará, nos ha mostrado una vez más que el poder político en Venezuela desdeña el espacio geográfico que le sirve de sustento. Esperemos tan sólo con una buena dosis de optimismo, que los poderes públicos, esta vez en el caso venezolano, dejen de sufrir de la inercia espacial sobre la que escribe Pedro Cunill Grau, y no basen su acción en geografías míticas de otras latitudes sino sobre la base de la realidad geográfica, la cual enfrenta el siglo XXI, con jirones e incertidumbre en toda América latina, y en especial en Venezuela donde su dirigencia no atina todavía a gerenciar con eficiencia”(15).

 

Uno de mis trabajos más relevantes en este ámbito se expresó en el año 1999 en el ensayo intitulado La geohistoria, como contribución a la novísima obra Para una historia de América coordinada por Ruggiero Romano, Marcello Carmagnani y Alicia Hernández, editada por El Colegio de México, Fideicomiso Historia de Las Américas y Fondo de Cultura Económica(16). Son más de 150 páginas consagradas a las constricciones geográficas de la naturaleza americana y a las innovaciones tecnológicas y adelantamientos en las cambiantes relaciones entre  el hombre y la geografía del Nuevo Mundo.

 

Más tarde, como fruto de mis largas permanencias en España, particularmente en Andalucía y Castilla y León, efectué en el año 2000 una investigación patrocinada por la Fundación de El Monte de Sevilla, intitulada El paisaje andino: punas, salares y cerros, que forma parte de la obra colectiva Potosí. Plata para Europa(17). Se efectuó en el año 2002 una nueva versión con planos denominada Potosí: ciudad minera y valorización ambiental altiplánica, artículo en Urbana, revista editada por el Instituto de Urbanismo, Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad Central de Venezuela, Vol. VII, págs. 71 a 100.

 

En conclusión, el hallazgo y utilización de los minerales de plata de Potosí fundamentó la monumentalidad y magnitud demográfica del paisaje urbano y suburbano de la ciudad homónima. Ello fue acompañado con una sagaz interpretación de los elementos microclimatológicos, en especial del viento, pluviosidad y temperatura, en el dsenvolvimiento de las tecnologías mineras que posibilitaron su contrastado poblamiento. Coetáneamente, se explotaron en forma sostenida un sinnúmero de recursos minerales complementarios, lo que dio lugar a la conformación de diversos modos de vida en la población indígena. Asimismo, se evidenció en su devenir geohistórico regional, un aprovechamiento intensivo de los recursos de la biodiversidad altiplánica, que en la mayoría de los casos condujo a deterioros ambientales irreversibles.

 

En esta investigación demostramos que fue sumamente alto el costo ecológico del vencimiento de la altitud e inaccesibilidad altiplánica. Los paisajes argentíferos potosinos que fueron volcados en beneficio del tesoro de la Europa occidental, sólo posibilitaron bonanzas efímeras con gratos paisajes del ocio y la distensión a los detentadores del poder minero y altos grados de exacción y sufrimiento a mitayos y mingados indígenas. Irónicamente, una riente máscara sigue galardonando la Real Casa de Moneda de Potosí, mientras que en sus entornos han desaparecido variados edificios oficiales y raleado los palacetes de los ricos mineros y azogueros, quedando sólo sitios yermos donde otrora se mostraban bullangueras rancherías y parroquias de indígenas. Tema recurrente que había estudiado varias décadas atrás en el Desierto de Atacama con las ciudades mineras.

 

Apertura a la innovación: la geohistoria de la sensibilidad

 

En estos últimos tres años he incursionado en una nueva óptica en la geografía de la percepción, en particular en la geohistoria de la sensibilidad. Al concluir mis actividades docentes universitarias en el año 2003, dictando la Cátedra Fundación Polar en el área de postgrado en la Maestría de Historia de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, escogí como tema innovador Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela. Fue sumamente motivadora la receptividad de los alumnos y colegas ante esta temática.

 

Ello me decidió a elegir, como tema de mi discurso de incorporación como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, la opción de la Biodiversidad y recursos naturales venezolanos para la sensibilidad euroamericana. Sus paisajes geohistóricos (Siglos XV-XIX). Fue un texto largo, que superó las 160 páginas, habiendo sido editado por dicha corporación(18). Allí abordé el papel que han cumplido más de un centenar de especies de la biodiversidad venezolana para suplir demandas de sensibilidades de la población euroamericana durante más de cuatrocientos años en un devenir histórico, inmerso en la globalidad de un contexto de contactos internacionales abiertos a la economía mundo. Allí registré afectos que se expresaron en Europa y diversos países americanos en gustos, olores, vistas, sonidos, modas y deleites de los sentimientos, que se satisfacieron con productos de la biodiversidad y recursos naturales provenientes de diversos paisajes venezolanos, muchos de los cuales se acondicionaron y/o degradaron para cumplir estos fines.

 

Era la primera vez que se registraba en los anales de la academia esta temática, siendo muy bien acogida, como lo expresó el académico don Ramón J. Velásquez: “Los mundos que Cunill Grau resucita en este discurso sobre el comportamiento europeo en los siglos XV, XVI y XVII frente a las noticias y fabulosas muestras de la magnificencia tropical venezolana, que va de Paria a Guayana la considera como la transmisión del imaginario paradisíaco al ámbito europeo. La obsesión de los reyes por las perlas de Cubagua, la urgente demanda de los príncipes por las guacamayas y los tucanes que los embrujaban con sus colores increíbles, y la demanda de las plumas de garzas y guacamayas para adorno de trajes de damas, y el sabor del cacao y el olor del tabaco, la delicia de la hamaca y la demanda de loros, cunaguaros, cuchicuchis para el adorno y la exhibición de las muestras de un mundo increíble, reconstruido por Cunill Grau tiene acento de relato de cronistas, de informe de comisionados del Emperador, de cuentos del pueblo sobre la perdida grandeza, relatos que tienen el sabor de novela son el producto de años de investigaciones de Cunill en los archivos de esos siglos, de las fuentes españolas y europeas sobre esos tiempos fabulosos”(19).

 

La singular y sorprendente acogida de esta temática en diversos medios intelectuales del país llevó a la Gerente General de Fundación Polar de Venezuela, Dra. Graciela Pantin, a proponernos ampliar la investigación, proporcionándoseme asistencia tecnológica y apoyo secretarial. Cumplí esta meta, puesto que ello ha culminado con mi obra inédita intitulada Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela, en prensa en Editorial Ex Libris de Caracas con figuras y planos. Se estima que será presentada al público en octubre de este año.

 

Esta obra comprende un visión territorial de la sensibilidad venezolana en una óptica humanística de la geohistoria de la percepción, que se marca desde el tardío siglo XV al temprano siglo XX. En este contexto, el interés por la variabilidad histórica del comportamiento geográfico y ambiental venezolano nos llevó a investigar la manera como se ha realizado su percepción territorial, en función de la cual ha tomado sus decisiones en la valorización de la biodiversidad y de los recursos naturales, lo mismo que en el disfrute del paisaje.

 

Allí expongo cambios territoriales que se ocasionaron directa o indirectamente por rechazos, afectos, temores y utilizaciones locales. Fuentes denominadas por los naturales y primeros conquistadores de stercus demonis, a los pocos años eran manantiales crípticos de aceite petrólio, que curaba gota y artritis de monarcas españoles. Espacios denominados del Infierno luego se reconvertían en parajes de prosperidad. Las zonas acuáticas del Paraíso Terrenal pariano a escasos años eran bautizadas como Golfo Triste. Aves de mal agüero al poco tiempo serán visualizados como pájaros celestiales. Paisajes aprehendidos como tierras de plantas venenosas eran, a posteriori, sitios benéficos donde crecían hierbas medicinales.

 

Más aún, la sensibilidad ante lo mágico fue un rasgo fundamental local en la época de nuestro estudio en diversos paisajes venezolanos. Petroglifos que expresaban cambio de rutas fluviales de la Amazonia y de la Orinoquia fueron percibidos por misioneros como obra del demonio y/o sitios de encantamiento. Estilos de fumar tabaco o disfrutar del gusto del chimó y del hayo eran expresiones a interpretar del lenguaje de pretendidos dioses y demonios, pasando luego a ser elementos básicos de una íntima geografía de la concupiscencia. Más adelante seguimos en la interpretación de las secuelas espaciales de una virtual ruta del placer, desenvolviéndose los contrastes oscuros y radiantes del oro guanín; de las esmeraldas y piedras verdes amazónicas convertidas en joyas y talismanes; de los misterios espaciales en la preparación de venenos y medicinas crípticas que aliviaron los males mundanos. Todo ello acompañado con el esplendor de fauna y flora, demostrando que el paisaje venezolano resplandecía como alimento insustituible de la vida, la exquisitez, la salud y el placer.

 

El introito de este libro fue redactado por José Balza, Premio Nacional de Literatura, de quien hemos escogido estas palabras donde revela su percepción: “... sé que este libro poseerá una singular resonancia: la de convertir lo geográfico en un atributo de todos; la de inquietar a científicos y poetas. Porque creo que nunca antes los vínculos domésticos o intelectivos de nuestra población con su paisaje habían sido recorridos con tanta precisión y pasión. Un libro que habla de lo sensual es también cosa de placer. (Para Estrabón el geógrafo debe ser asimismo aquel tipo de hombre que ocupa sus pensamientos en el arte de vivir y en la felicidad)”.

 

Por la extensión de la geografía venezolana

 

Desde que inicié mi definitiva permanencia en Venezuela he intentado difundir, tanto en la cátedra como en diversos medios de educación informal, las virtualidades de la geografía venezolana. Muy tempranamente, en 1979, fui invitado por la empresa periodística El Nacional a contribuir con el artículo Prospectiva en la geografía humana de Venezuela, que formó parte de la obra colectiva Venezuela 1979. Examen y futuro. Al año siguiente amplié el mismo tema en la revista Terra. Pensamiento Geográfico, Instituto de Geografía y Desarrollo Regional.

 

Inquieto al constatar la carencia de manuales universitarios actualizados presenté a comienzos de la década de los ochenta en el siglo pasado al editor catalán Alejandro Argullós, director de la prestigiosa Editorial Ariel, el proyecto de una serie que intitularía Colección Geografía de Venezuela Nueva. Después de los correspondientes estudios de mercadeo y con la asesoría del reputado polígrafo Pedro Grases, me aceptó esta ensoñación, editándose entre 1986 y 1989 a través de Ariel Seix Barral Venezolana diez volúmenes redactados por distinguidos catedráticos universitarios venezolanos, bajo mi dirección(20).

 

Para esa misma época me llamaron de la filial Lagoven de Petróleos de Venezuela para que redactara dos obras geográficas de extensión en su prestigiosa serie Cuadernos Lagoven. En 1981 se editó La diversidad territorial, base del desarrollo venezolano y en 1985 Recursos y territorios de la Venezuela posible, siendo traducidas ambas al inglés. Siguieron otras obras, que han sido caracterizadas por el académico José Rafael Lovera: “Desde La diversidad territorial, base del desarrollo venezolano (Caracas, 1981) con particular visión no sólo ha sabido interpretar y clasificar novedosamente nuestros espacios, sino que aún ha extendido su mirada al futuro como lo hizo en Recursos y territorios de la Venezuela posible (Caracas, 1985). A múltiples aspectos ha dirigido su mirada escrutadora: el espejismo petrolero y la geopolítica caribeña, las fronteras, el Orinoco, son todos temas que ha tratado con rigor y en los cuales ha alcanzado a sentar los fundamentos de una nueva geografía venezolana”(21).

 

La Fundación Eugenio Mendoza me solicitó a finales de la década de los ochenta un manual didáctico sobre la geografía venezolana. Les hice la contraposición de preparar un ensayo libre, selectivo, sobre las virtualidades humanas y territoriales del país, intentando una obra motivadora dirigida a los jóvenes y conductores de la nación, centrándola en las oportunidades de su tropicalidad. Se me aceptó el anteproyecto y en 1990 publiqué Venezuela: opciones geográficas(22). Tuvo especial aceptación, con una segunda edición por Grijalbo en 1993.

 

La meta de esta obra consiste en alcanzar una interpretación geografía engarzada con el presente real y proyectada en la integración del futuro inmediato, de una Venezuela que ha tenido y sigue teniendo presencia en el mundo del petróleo desde el siglo XX, y que tiene todas las condiciones para irrumpir positivamente en el nuevo mundo de los cereales y del agua en el inmediato siglo XXI.

 

Esta obra cierra un ciclo de ediciones específicas que promovía anualmente la Fundación Eugenio Mendoza, editándome en 1989 Escenarios de la geografía humana venezolana contemporánea y en 1993 Geografía y poblamiento de Venezuela Hispánica(23). Con anterioridad había sido coautor de la obra colectiva El caso Venezuela: una ilusión de armonía, promovida por el Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, con una colaboración intitulada Un espacio geográfico de inmensas posibilidades, habiendo tenido siete ediciones desde 1984.

 

Se está culminando en estos momentos el gran proyecto que ideé y coordino de una Geografía de Venezuela, obra colectiva patrocinada por Fundación Polar, donde se exponen las realidades y proyecciones de la tropicalidad venezolana en visiones pluri y transdisciplinarias. Continúa la ejecución del proyecto en dos versiones papel y multimedia. Iniciado en el año 2002 tiene como objetivo básico conseguir la presentación e interpretación de una documentación exacta y actualizada de los hechos básicos del conocimiento geográfico venezolano con la presentación pormenorizada de la realidad geográfica física; climatológica e hidrográfica; patrimonio ambiental; recursos naturales; interpretación de las referencias demográficas en el temprano siglo XXI y transformaciones de la geografía humana, económica, social, cultural, regional, política y administrativa, con una culminación de geoestrategia e integración. Todo ello culmina en el año 2005 con proyección prospectiva al año 2030, en análisis cartográficos explicativos de los problemas fundamentales relativos al territorio nacional, en una óptica pluridisciplinaria y transdisciplinaria. Se estima que la obra saldrá en su totalidad en el mes de julio del año 2006.

 

La presentación objetiva en esta obra de las variadas y extraordinarias posibilidades geográficas y ambientales con que cuenta Venezuela contribuirá eficazmente a que se vaya ampliando la percepción de que hay que cambiar los estilos de desarrollo humano y las modalidades de salvaguardia del patrimonio ecológico del país, en la consecución de metas geográficas y socioeconómicas con mayor equidad y con el debido cuidado ambiental.

 

Para su redacción se ha contratado un equipo multidisciplinario de más de cien profesionales, entre los cuales se cuenta con una mayoría de 61 geógrafos y cartógrafos acompañados de 7 ingenieros agrónomos y forestales, 2 ingenieros civiles, 2 ingenieros industriales, 5 economistas, 5 historiadores, 5 arquitectos, 4 biólogos y botánicos, 4 sociólogos, 3 antropólogos, 3 abogados, 4 internacionalistas y diplomáticos, geólogos e ingenieros sísmicos, y de otras profesiones. 

 

Se divide en siete partes con 82 capítulos:

 

PARTES

CAPITULOS

PREÁMBULO

VENEZUELA, PRESENCIA Y EXPRESIVIDAD GEOGRÁFICA EN EL PLANETA

1

PRIMERA PARTE

LA GEOGRAFÍA HISTÓRICA DEL POBLAMIENTO TERRITORIAL VENEZOLANO

5

SEGUNDA PARTE

LA TROPICALIDAD VENEZOLANA

3

TERCERA PARTE

MEDIO FÍSICO Y RECURSOS AMBIENTALES

12

CUARTA PARTE

EL MEDIO HUMANO, ESTABLECIMIENTOS Y ACTIVIDADES

14

QUINTA PARTE

GEOGRAFÍA CULTURAL

8

SEXTA PARTE

GEOGRAFÍA DE LA DIVISIÓN POLÍTICA TERRITORIAL DEL PAÍS

27

SÉPTIMA PARTE

GEOESTRATEGIA E INTEGRACIÓN

12

 

Total capítulos

 

82

 

Con esta obra en nueve tomos con 8.607 páginas y un atlas temático, con un tratamiento simultáneo en CD, se pretende contribuir a capacitar voluntades unidas en la búsqueda de la maximización de las potencialidades que ofrece la patrimonialidad geográfica de Venezuela, estimulando a sus habitantes a dar su creatividad en la preservación de este legado espacial, para que siga siendo tierra tropical de buena esperanza para las generaciones futuras.

 

Al entrar en la edad septuagenaria me honra singularmente haber sido galardonado con el Premio Internacional Geocrítica 2005, distinción significativa por venir de geógrafos de vanguardia y de pareceres cuestionadores. Estoy absolutamente emocionado al expresarse con ello una convergencia de hechos existenciales. Es un reencuentro con mi querido amigo de tiempos difíciles Dr. Horacio Capel, con quien inicié la revitalización de los estudios de postgrado de geografía en Venezuela. A su vez, es cuasi maravilloso que esta nominación haya surgido por iniciativa de colegas de la Universidad de Barcelona, emplazada a pocas cuadras del lar de mi padre, quien nos mantuvo en la querencia catalana. Finalmente, hoy se efectúa esta ceremonia en mi ciudad natal, en mi país de origen, del cual siempre he guardado entrañables reconocimientos.

 

¡Muchas gracias!

 

 

Notas

 

1.        Pedro Cunill Grau, Andrés Bello y la divulgación científica en Chile, en especial de los estudios geográficos. Investigación en la obra colectiva Bello y Chile. Tercer Congreso del Bicentenario. Caracas. Fundación La Casa de Bello, 1981, tomo segundo, págs. 353 a 392.

 

2.        Pedro Cunill Grau, Fuentes cartográficas en la génesis de los tipos de poblamiento chileno, siglos XVI al XVIII. Separata de la investigación publicada en el tomo intitulado Primer Symposium Cartográfico Nacional. Santiago de Chile. Instituto Geográfico Militar. 1972, págs. 133 a 187.

 

3.        Eugenio Pereira Salas, Discurso de recepción de don Pedro Cunill Grau. Publicado en Boletín de la Academia Chilena de la Historia, N° 86. Santiago de Chile, 1972, pág. 97.

 

4.        Pedro Cunill Grau, Guía bibliográfica para el estudio de la geografía humana. Universidad de Chile. Departamento de Filosofía y Letras. Sección de Geografía. Santiago de Chile. Prensas de la Escuela de Geología, 1962, 173 págs. Pedro Cunill Grau, La geografía humana francesa y sus proyecciones en América Latina. Ensayo en la obra colectiva La geografía en Francia, editada por el Instituto Central de Historia y Geografía. Universidad de Concepción, 1965, págs. 7 a 20.

 

5.        Eugenio Pereira Salas, op. cit., pág. 98.

 

6.        Pedro Cunill Grau, Visión de Chile. Edición especial para UNCTAD III. Santiago de Chile. Editorial Universitaria, 1972, 233 págs.; edición en inglés Vision of Chile, translators Henry L. Russel and Edward Greswell. Santiago. Editorial Universitaria, 1972, 238 págs.

 

7.        Eugenio Pereira Salas, op. cit., págs. 99 y 100.

 

8.        Pedro Cunill Grau, La temprana sementera urbana chilena y los comienzos del deterioro ambiental. Investigación en la obra colectiva Siete estudios. Homenaje de la Facultad de Ciencias Humanas a Eugenio Pereira Salas. Santiago. Universidad de Chile, 1975, págs. 59 a 80 con planos fuera de texto.

 

9.        Pedro Cunill, Cambios en el paisaje geográfico venezolano en la época de la Emancipación. Separata del Boletín de la Academia Chilena de la Historia. N° 86. Santiago, 1972, págs. 49 a 104.

10.     Ramón J. Velásquez, Discurso de contestación en el acto de incorporación de Pedro Cunill Grau como Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Caracas 10 junio 2004. Gráficas Franco, pág. 165.

 

11.     Ramón J. Velásquez, op. cit., pág. 170.

 

12.     Ramón J. Velásquez, op. cit., pág. 170.

 

13.     José Angel Rodríguez, Pedro Cunill Grau, el hombre de los mil paisajes. Artículo en Geoenseñanza. Revista semestral venezolana de geografía y su enseñanza. Universidad de los Andes. Táchira. Vol. VI, 2001, págs. 284 y 285. Véase al respecto José Angel Rodríguez: los paisajes geohistóricos cañeros en Venezuela. Caracas, Ediciones de la Academia Nacional de la Historia, 1986. Consúltense en la Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Educación los trabajos de licenciatura, lamentablemente no publicados, de Oramaica Fuentes: Evolución geohistórica de los paisajes de la sarrapia en la región del Caura. Caracas, 1980; Geografía Histórica de la tortuga del Orinoco. Caracas, 1986 de Zoraida Castro León y Geohistoria ambiental del Amazonas venezolano entre 1860-1930 de Rogel Navas Heredia.

 

14.     Pedro Cunill Grau, Hacia una geohistoria ambiental de Venezuela. Cátedra Gil Fortoul. Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Tomo LXXXII. Octubre-noviembre-diciembre 1999. N° 328, págs. 16 y 17. Hace referencia a ello José Angel Rodríguez, págs. 284 y 287.

 

15.     José Angel Rodríguez, op. cit., págs. 286 y 287.

 

16.     Pedro Cunill Grau, La geohistoria. Ensayo en el primer tomo de Para una historia de América. I. Las estructuras, coordinada por Marcello Carmagnani, Alicia Hernández, Ruggiero Romano. El Colegio de México. Fideicomiso Historia de las Américas. Fondo de Cultura Económica. México 1999, págs. 13 a 159, más mapas fuera de texto.

 

17.     Pedro Cunill Grau, El paisaje andino: punas, salares y cerros. Investigación en la obra colectiva Potosí. Plata para Europa. Editor José Villa Rodríguez. Universidad de Sevilla. Fundación El Monte. Colección América. Sevilla 2000, págs. 73 a 103.

 

18.     Pedro Cunill Grau, Biodiversidad y recursos naturales venezolanos para la sensibilidad euroamericana. Sus paisajes geohistóricos (Siglos XV-XIX). Academia Nacional de la Historia. Caracas. 2004.

19.     Ramón J. Velásquez, Discurso de contestación, op. cit., pág. 171.

 

20.     Estos tomos fueron los siguientes: José-Balbino León, Ecología y ambiente en Venezuela. Rubén Carpio Castillo, Geopolítica de Venezuela. Emilio Osorio Álvarez, Geografía social y de población de Venezuela. Rosa Estaba de Pérez, Geografía de los paisajes urbanos e industriales de Venezuela. Orlando Luis Venturini, Geografía de la región de los Andes venezolanos. Temístocles Rojas, Geografía de la región nororiental. José Manuel Guevara Díaz, Geografía de las regiones central y capital. César A. Guevara y Catherine De R. De Guevara, Geografía de la región centro-occidental. Beatriz Olivo Chacín, Geografía de la región insular y del mar venezolano. Antonio Rafael Boadas, Geografía del Amazonas venezolano.  

 

21.     José Rafael Lovera, Presentación a la cátedra Gil Fortoul. Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas. Tomo LXXXXII. Octubre-noviembre-diciembre de 1999, N° 328, pág. 4.

 

22.     Pedro Cunill Grau, Venezuela, opciones geográficas. Preliminar de Pedro Grases. Prólogo de Ramón J. Velásquez. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas. 1990, 450 páginas.

 

23.  Pedro Cunill Grau, Escenarios de la geografía humana venezolana. Ensayo en la obra colectiva Venezuela Contemporánea. 1974-1989, Fundación Eugenio Mendoza, 1989. Pedro Cunill Grau, Geografía y poblamiento de Venezuela Hispánica. Ensayo en la obra colectiva Los tres primeros siglos de Venezuela. 1498-1810. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas. 1991.

 

© Copyright Pedro Cunill Grau, 2005

© Copyright Scripta Nova, 2005

 

Ficha bibliográfica:

CUNILL, P. Ensoñación y combate por la geografía histórica y regional Iberoamericana. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, vol. IX, núm. 194 (120). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-120.htm> [ISSN: 1138-9788]

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