Scripta Nova |
LAS CONSECUENCIAS DE
Pablo
Alberto Concheiro
Instituto
del Profesorado “Verbo Divino” - Universidad Nacional de Quilmes. Profesor en
Geografía y Educación Ambiental.
E-mail:
pabloconcheiro@yahoo.com.ar
Lorena
Flavia Aguirrebeña
Instituto
de Profesorado del CONSUDEC. Profesora en Geografía y Educación Ambiental.
E-mail:
laguirrebena@yahoo.com
Las
consecuencias de la globalización post industrial en el espacio urbano
latinoamericano: impronta de las cadenas de supermercados en la ciudad de
Quilmes (Resumen)
La entrada de la Argentina en el proceso
denominado globalización ha implicado innumerables modificaciones en el espacio
urbano con múltiples imbricaciones en la vida cotidiana de los habitantes de
Se pretenderá realizar un análisis somero sobre las condiciones que posibilitaron el desarrollo de este estilo comercial en una localidad del Gran Buenos Aires y las derivaciones espaciales, sociales, económicas y perceptivas luego de producida su expansión.
Palabras clave:
Globalización,
supermercadismo, degradación urbana, percepción.
Introducción
En las últimas décadas el mundo ha transitado
cambios profundos a una velocidad asombrosa. La globalización, en virtud de la
cual los Estados nacionales soberanos se entremezclan mediante actores
trasnacionales, ha transformado la realidad de
Por otra parte, y como actividad consumidora de
espacio, los supermercados asentados en el partido han aprovechado los predios
de antiguos establecimientos industriales que, cerrados tras la debacle
económica argentina que hizo eclosión en la década del ’80, ofrecían a la nueva
actividad localizaciones de primacía en el entramado urbano. En efecto, los
nuevos supermercados han aprovechado no sólo la localización sino también la
infraestructura existente y con ello, han modificado la ocupación, la
percepción del espacio y las actividades económicas en las zonas aledañas a los nuevos
establecimientos comerciales.
Se pretenderá realizar un somero análisis de las
causas y consecuencias que ha planteado la puesta en práctica de esta modalidad
comercial de la mano de la globalización, observando las trazas económico
- socioculturales que han dejado dos
supermercados y un hipermercado en el espacio quilmeño.
El supermercadismo constituye un fenómeno asociado a
un cambio en la comercialización relacionado con trances económicos; su origen
y desarrollo se remonta a los Estados Unidos de América en los años ’20.
Un supermercado es “…un
establecimiento de venta al detalle de productos alimenticios, altamente
departamentalizado, con un adecuado espacio de aparcamiento, un volumen de
ventas mínimo anual de 250.000 dólares y cuyo departamento de productos
alimenticios en general tiene un sistema de ventas en régimen de autoservicio…”[1].
Por otra parte, un hipermercado se diferencia de los anteriores dado que poseen
“…un mayor stock de mercancías, así como por un mayor uso de superficie…”[2]
En principio este sistema “… operaba en pequeños
talleres pero luego fue ocupando fábricas
abandonadas, de tal manera que los clientes pudieran gozar de mayor espacio
para seleccionar sus productos...”[3].
Conforme
a este origen, no resulta descabellado comprender el patrón de ocupación del
espacio seguido por las cadenas de supermercados que se analizarán a
continuación: el supermercado COTO situado en la intersección de las avenidas
Calchaquí y 12 de Octubre, el NORTE ubicado en el encuentro de la avenida Dardo
Rocha y calle Cerrito y el supermercado AUCHAN sito en avenidas Calchaquí y
Rodolfo López.
Los
supermercados citados se hallan emplazados en predios que en años anteriores
habían ocupado establecimientos industriales: en el caso del primero, la
fábrica de carrocerías “El Detalle”, una fundición de metales con razones
sociales y propietarios que fueron modificándose rápidamente con el correr de
los años en el segundo caso y, por último, la fábrica “Platex” en referencia al
supermercado AUCHAN.
Paralelamente
a la explosión del supermercadismo norteamericano en los años ’20, hicieron
falta otros cambios cualitativos para que esta verdadera “cultura comercial”
tuviera arraigo en el público argentino en general y quilmeño en particular. En
efecto, los recursos tecnológicos necesarios para el desembarco y la expansión
de los supermercados (las cajas registradoras, la masificación del uso del
automóvil y el surgimiento de los refrigeradores en los hogares)[4]
tuvieron un desarrollo paralelo y hasta favorecido por las mismas cadenas.
Basta recordar que el “Plan de Convertibilidad” al cual apostó nuestro país en
el plano económico en los ’90 posibilitó el ingreso de insumos y tecnología
(registradoras y computadoras incluidas), generó a partir de una suerte de
“alianza” con las automotrices con asiento en nuestro país y en otros Estados
de la región el llamado “Plan Canje” de automóviles y por último hizo viable la
compra de electrodomésticos (entre ellos, modernas heladeras con freezers
importadas) a importantes segmentos de la población, muchas veces a partir de
compras en cuotas en las mismas cadenas de supermercados. Dejando de lado la
totalidad de los cuestionamientos económicos o ideológicos que pudieran hacerse
a la posición cambiaria adoptada durante la década menemista, objetivos que
escapan a este trabajo, resulta visible que los lineamientos desde el Poder
Ejecutivo afianzaron las prácticas neoliberales y post industriales.
El
explosivo crecimiento de los súper e hipermercados en la Argentina de los años
‘90 se inscribe también dentro de la lógica de la economía mundial. La
aplicación de leyes antimonopólicas y la resistencia de los comerciantes
minoristas en los Estados Unidos y Europa (especialmente en Francia) precipitó
a las grandes cadenas a invertir en América Latina, donde los elevados índices
de población urbana se mostraban como un sucedáneo a las limitaciones
mencionadas. Una inteligente propaganda consumista y modernizante, que mostraba
a estos megaemprendimientos como un indicio del ingreso de la Argentina al
“Primer Mundo”, contribuyó a una rápida aceptación de los nuevos actores
económicos[5].
Los supermercados en Quilmes: ¿cuál es su origen
y a qué causas responde su éxito?
Más allá de lo expuesto hasta aquí, sería erróneo
circunscribir el fenómeno del supermercadismo sólo como posterior a la década
de los ’80. En efecto, “… comienza a operar con la aparición de ‘
Estas cadenas de supermercados se ubicaban en
locales comerciales ubicados principalmente en
La apertura económica en los ’90 y sus consecuencias
ya enunciadas traen a nuestro país nuevas modalidades en el comercio, y con
ello en las singularidades en los supermercados. Las nuevas dimensiones y la
aparición de los hipermercados constituyen una de ellas.
Entre los nuevos beneficios que los súper e
hipermercados ofrecen a los clientes podemos puntualizar:
·
El
cliente maneja su ritmo de compra y la selección de artículos: si bien esto
podría convalidarse en las modalidades de venta anteriores a la apertura
económica, el uso masivo de los automóviles particulares y el estallido de la
apertura de agencias de remises (a las cuales nos referiremos más adelante)
suponen un mayor volumen de compra. A su vez ocurre lo propio con el uso de
sistemas de frizado de alimentos.
·
Cuidado
del ambiente de compra: se introducen detalles en la arquitectura y técnicas de
marketing más “refinadas” que en las décadas anteriores, ya probadas en los
países llamados del Primer Mundo.
·
Precios
más favorables: especialmente a partir del desarrollo de marcas propias o la
importación masiva de artículos de bajo costo, en especial de países
orientales.
·
Horarios
y días de atención más amplios: uno de los factores que han contribuido a la
cuasi desaparición de los pequeños comercios familiares. Los súper e híper
ofrecen en general un horario de
·
Concentración
de la oferta de artículos en un solo lugar: en general resulta relativo, aunque
es mucho mayor a los “antiguos” supermercados y ni qué hablar de los pequeños
almacenes familiares.
Es menester realizar una pequeña alusión al origen
de los casos que abordaremos en el presente trabajo y a otros que si bien no
forman parte de nuestra mirada no dejan de ser paradigmáticos; la finalidad
reside en trazar un escueto perfil de los mismos. Una de las primeras cadenas
internacionales que se instala en la Argentina es Carrefour, que llega a nuestro país en el año 1982 de la
mano de Carlos Ritcher; paradójicamente era un argentino que lo instala en San
Isidro en nombre de la cadena multinacional francesa.
Por otra parte, el supermercado Norte también es de
capitales franceses asociados con locales[9];
Norte es un emprendimiento que adquiere un pujante desarrollo en el norte del
Gran Buenos Aires y la zona colindante de
El supermercado Coto responde a capitales nacionales
y comienza sus actividades en la década del ’70 relacionado con la actividad
frigorífica. El primero de los supermercados se erigió en la localidad costera
de Mar de Ajó en 1987. En el municipio existen actualmente dos sucursales y la
que nos atañe aparece en el cruce de las avenidas citadas más arriba en el año
1998. Esta empresa participa de aproximadamente un 12% del total del mercado en
nuestro país[11].
Por último, Auchan es una cadena de capitales
franceses que se inicia en el Viejo Continente en
Las consecuencias espaciales inmediatas: la visible carencia de regulaciones como causas de modificaciones en la infraestructura y la degradación urbana
La instalación masiva de los supermercados en el
municipio constituyó, no obstante los potenciales beneficios para sus usuarios
mencionados anteriormente, un proceso desordenado. Al respecto, no existieron a
nivel provincial ni municipal regulaciones respecto de distancias entre locales comerciales, medidas protectoras de los pequeños comercios barriales, o alteraciones en la infraestructura viaria
circundante[12].
En efecto, este desorganizado cambio en los usos de
suelo pudo vislumbrarse espacialmente considerando los parámetros mencionados:
·
La
distancia entre los supermercados estudiados sobre
Es escasa la presencia de comercios
minoristas que expendan productos similares a los de supermercados en un radio
de
·
Respecto
de las alteraciones en la infraestructura viaria circundante, haremos hincapié
en tres aspectos: la colocación de semáforos a cortos intervalos en las salidas
de los supermercados o el desorden vehicular cuando los mismos no existen, la
degradación del asfalto y el mantenimiento general de las avenidas que circundan
a los centros comerciales, y las modificaciones en el flujo de vehículos que
operan desde la apertura de los locales:
En el caso del supermercado Auchan, el municipio
autorizó la colocación de un semáforo de tres tiempos (en la intersección de
las avenidas Calchaquí y Rodolfo López) y otro de dos tiempos (en el cruce de
Calchaquí e Intendente Olivieri, esta última asfaltada llamativamente luego de
la llegada del centro comercial, tras décadas de reclamos). La presencia de
estos semáforos acarrea dos tipos de inconvenientes que fueron comprobados tras
la inspección en el terreno: teniendo en cuenta que la avenida Calchaquí ha
sido tradicionalmente una vía rápida, la falta de coordinación entre los dos
semáforos ocasiona congestión en el tránsito, situación antes desconocida. Si
consideramos los supermercados Norte y Coto, en los que no hay semáforos que
“resguarden” la entrada o salida, la sola existencia de éstas sobre las
avenidas genera que los automovilistas incurran (de manera voluntaria) en
reiteradas infracciones al tránsito, en especial giros hacia la izquierda no
permitidos en el primer caso o el paso de un carril al contrario en una vía
rápida en el segundo.
Figura Nº1
Uso de locales en la zona distante a
Fuente:
Elaboración de los autores.
a- En ninguno de los tres casos estudiados existen
puentes peatonales; se privilegia el uso del transporte automotor como medio
para llegar a los supermercados.
b- Las avenidas que llevan a los centros
comerciales se encuentran, considerando su mantenimiento, en un virtual estado
de abandono. El mantenimiento de
c- En relación a los últimos dichos del
punto anterior, el flujo de vehículos que pasa por estas avenidas se ha
incrementado en relación a la presencia de estos centros comerciales, en especial
los fines de semana. Vehículos particulares, remises y también micros que los
propios Centros Comerciales proveen, con recorridos fijos para aquellos que
quieren acercarse, forman parte de este incremento. Deben sumarse a ellos los
utilitarios de que disponen los supermercados para cumplir con servicios como
“reparto a domicilio” y los camiones de los proveedores.
El análisis precedente demuestra que la falta de
regulación de los poderes públicos por un lado y el aparente aprovechamiento de
esta debilidad de parte de los actores privados estudiados por otro han llevado
a la degradación del medio ambiente
urbano, entendiéndose ésta por reducciones o alteraciones producidas en la
calidad de vida de la población urbana en estos sectores estudiados[15].
La
carencia o ineficacia de instrumentos que ordenen el espacio tras la irrupción
de la modalidad comercial descripta en la ciudad de Quilmes demuestra la
vigencia del espacio real como marco de las relaciones de poder en la nueva
sociedad global[16],
echando por tierra los augurios de quienes sostienen la primacía del espacio
virtual. Es en aquel donde los supermercados ejercen su poder, inmovilizando los mecanismos político –
sociales capaces de evitar la degradación y, más aún, promoviendo la aceptación
de la nueva forma comercial y sus consecuencias investidas de naturalidad[17].
Entre los indicadores que denotan la degradación del
medio ambiente urbano podemos citar:
·
Contaminación acústica, visual y
ambiental a partir de
las modificaciones operadas en el espacio por los nuevos centros comerciales.
Es mayor el flujo de automóviles asociado a los centros comerciales, que además
de usar mucho espacio y producir un impacto visual importante aumentan el nivel
de contaminación[18]. Además de la producida
por el uso de automóviles, la contaminación visual se nota en la profusión de
carteles sobre las avenidas con anuncios de ofertas o pegados en distintos
sectores del municipio, contribuyendo a la proliferación de la cultura de
consumo en lugares cuasi – públicos (como ejemplo, bastan los carteles
indicadores en las calles que son obra de estos actores económicos y no de
Vialidad Provincial o la comuna). Por último, la contaminación ambiental
también podría suponerse a través de la profusión de las bolsas de plástico que
proveen estos centros supermercados al público, material de dificultosa
degradación natural. En conjunto, podríamos calificar a estas alteraciones como
invisibles en lo inmediato.
·
Disminución de encuentro intersocial que antes se daba en lugares públicos del
antiguo centro urbano. De acuerdo a algunos autores, los nuevos equipamientos
comerciales parecen “cuestionar el antiguo centro de la ciudad en lo que se
refiere al comercio”. Estos nuevos espacios privados urbanos, ante la
degradación de los tradicionales lugares de encuentro intersocial, operan como
espacio de encuentro de personas bajo la lógica de la yuxtaposición,
coexistencia con proximidad física y sin cercanía social y ostentación. En
palabras de Juan Pfeifer, “…los centros de interés de
las ciudades van cambiando a través del tiempo, se van desplazando porque estos
centros siempre están caracterizados por su actividad comercial. Antes (en los
suburbios) siempre estaban próximos a las estaciones de tren, y como el
comercio significa novedad esas novedades se van desplazando…”; en efecto los
supermercados forman parte de estas nuevas centralidades, sólo que en el marco
de un ámbito estrictamente privado[19].
En una sociedad con pretensiones de pluralismo e igualdad de oportunidades, la disminución
del encuentro intersocial resulta regresivo, puesto que contribuye a “la
segregación socio – espacial, teniendo en cuenta el carácter semicerrado de los
espacios aparentemente abiertos”[20]
·
Extinción de los tradicionales locales de
comercio familiares, que
constituían pequeñas o medianas empresas familiares; en general desaparecieron
aquellos locales relacionados con productos de consumo cotidiano. Estos
productos aparecían, en los comienzos de los supermercados, a valores
sensiblemente inferiores, declinando la clientela de los locales familiares y
decretando su paulatina desaparición. Si bien los supermercados han sido
reticentes a otorgar información sobre la cantidad de empleados que desempeña
actividades en los mismos, hemos podido observar que casi la totalidad de los
trabajadores oscilan en edades inferiores a 40 años; esta simple consideración
nos lleva a la conclusión que la mano de obra desocupada luego del cierre,
sostenedora de la economía familiar, no fue absorbida en forma directa por los
nuevos centros comerciales.
·
Empobrecimiento de la economía local, a partir de la descripción del punto
anterior, puesto que los índices de desempleo conllevan a que “la demanda en general se reduzca, tanto para los
grandes comercios como para los pequeños y, por ende, para los proveedores, lo
que conduce a nuevos ajustes incrementando el desempleo y nuevamente reduciendo el nivel de ingreso de la economía
local”.[21]
Esta pauperización contribuye a intensificar el círculo vicioso de la degradación
urbana.
·
Contribución
a la generación de nuevas modalidades de
trabajo cuya flexibilidad y grado de desprotección social van en detrimento de
los beneficios consagrados por las leyes laborales desde mediados del siglo
pasado. Específicamente nos referimos a los remises que están asociados al
traslado de la población que concurre a los supermercados y carece de automóvil
individual. El rango de edad de los “remiseros” oscila entre los 30 y 60 años
(Figura 2), en su gran mayoría tienen cargas de familia y trabajan más de 10
horas en traslados de clientes y mercaderías. Gran parte de los automóviles se
encuentra en condiciones deficientes y no posee la totalidad de la
documentación que posibilita esa actividad. Cabe acotar también que podemos
diferenciar entre los “remiseros independientes” (que se agolpan casi
clandestinamente con sus automóviles en las salidas peatonales de los
supermercados ofreciendo sus servicios) de los que dependen de una agencia,
generalmente en las inmediaciones del centro comercial (Cuadro 1). Estas nuevas
modalidades de empleo, por último, generan aquello que llama trabajadores
primarios subordinados: como hay menos empleos estables a los que retornar, las
oportunidades en el mercado se dan a través de la realización de tareas
esporádicas y mal remuneradas y no hay posibilidades de permanecer fuera del
mercado de trabajo ya que la baja cobertura del seguro de desempleo (si lo
tuvieran) implica el riesgo de privación absoluta.
Cuadro Nº1
Detalle del tipo de relaciones laborales de
remiseros en las adyacencias de los centros comerciales estudiados
Rango
de Edad |
Dependientes
de Agencia |
Independientes |
Entre
20 y 30 años |
4 |
1 |
Entre
31 y 40 años |
2 |
2 |
Entre
41 y 50 años |
4 |
5 |
Entre
51 y 60 años |
5 |
1 |
Más
de 61 años |
1 |
0 |
Totales |
16 |
9 |
Fuente: Elaboración de los autores
Figura Nº2
Discriminación de remiseros por tramo de edad en las
adyacencias de los centros comerciales
Fuente:
Elaboración de los autores
La percepción social de los nuevos centros comerciales como indicador de degradación ambiental urbana
Según Pujol, Estébanez y Méndez, para las personas
que viven en una ciudad la misma es “un espacio vivido basado en un conjunto de
símbolos y valores que se van elaborando a través de un conjunto de impresiones
y experiencias personales y colectivas”. Esta impresión comprende “las imágenes
que los individuos y grupos se forman de la ciudad”[22].
Los autores citados convienen también que existe una
fuerte relación entre la imagen mental que se forma de un medio concreto y el
comportamiento de la persona en el mundo real; así el individuo parte de su
espacio personal (su casa) y a través de los desplazamientos habituales van
conociendo el espacio y recogiendo información que incluye aspectos del medio
edificado y significados socioeconómicos y culturales del medio urbano que
recorre.
Considerando también los lazos que unen a los
hombres con un lugar, y a la tendencia tecnológica actual a convertir a los
lugares en espacio de flujos (es decir, en no lugares)[23],
nuestra búsqueda se orientó a la indagación de los sentidos del lugar generados por los centros comerciales en una
muestra de 80 personas. La intención era establecer una correlación entre
nuestros considerandos acerca de la degradación del ambiente urbano y la
percepción de los individuos que son clientes de estos súper o hipermercados.
Como resultado, y teniendo en cuenta la
clasificación de J. Eyles citada por los autores españoles citados más arriba,
hemos determinado que los individuos dan dos sentidos a estos centros
comerciales:
·
Intrumental, como un medio para lograr un fin: la provisión de
artículos de primera necesidad. Los supermercados son más o menos
significativos en la medida en que proporcionan mejores o peores mercaderías,
más o menos variedad, etc.
·
Apático, vale decir que se carece de sentidos del lugar.
Resulta notable también que es entre los
entrevistados más jóvenes donde aparece alguna consideración sobre un sentido
social de los centros comerciales, porque ellos ofician como punto de encuentro
con los amigos, ya sea en patios de comidas o en las afueras. Cabría inquirir
sobre las motivaciones que llevan a estos jóvenes a considerar a estos espacios
privados como consagrados al encuentro social. También hubo en algunas personas
mayores entrevistadas, puesto que nos referimos a comercios para proveerse de
artículos de consumo diario, referencias a algunos almacenes del barrio: de
esta manera comprobamos que en el imaginario de las personas mayores estos
antiguos comercios conservan un sentido nostálgico, respondiendo a una
situación real o imaginaria (Cuadro nº2).
Cuadro Nº2
Resultado de encuestas sobre los sentidos asociados
a los supermercados, de acuerdo a la clasificación de J. Eyles
Rango
de Edad |
Instrumental |
Apático |
Nostálgico |
Social |
0-18 |
4 |
3 |
0 |
14 |
19-40 |
19 |
8 |
0 |
3 |
41-60 |
11 |
5 |
1 |
2 |
61 y más |
4 |
1 |
4 |
1 |
Totales |
38 |
17 |
5 |
20 |
Con respecto a la posible interpretación de estos
resultados como un indicador más de la degradación ambiental urbana, no sería
atinado ser contundentes. A pesar de que confirman en cierto modo la tendencia
a disminuir el encuentro intersocial que los nostálgicos podían valorar en los
viejos almacenes barriales, no deja de ser cierto que el sentido instrumental
otorga también cierto valor a la presencia de estos centros comerciales.
Conclusiones
El supermercadismo se ha transformado en los últimos
15 años en una modalidad comercial que ha degradado el ambiente urbano ante la
mirada irresponsable o cómplice de los representantes comunales y el
inmovilismo anómico del habitante quilmeño común.
Como proceso que lleva varios años de evolución, el
análisis de las improntas socioeconómicas y culturales de este fenómeno resulta
compleja; partiendo de sus inicios, se trata de un fenómeno policausal, puesto
que se mezclan una serie de variables macro y micro desde el punto de vista
económico y social como generadoras de su surgimiento. Si visualizamos sus
consecuencias, el diagnóstico también tiene varias aristas ya que debería
echarse mano a un abanico de abordajes para llegar a comprender la evolución de
lo operado por cada uno de los actores sociales involucrado.
Al margen de ello, señalamos algunos aspectos
importantes que “cierran” nuestro análisis:
a- Puesto que el supermercadismo es un
fenómeno de la sociedad post – industrial globalizada, y nuestro país se
encuentra inmerso como un actor estatal “globalizado”, no podemos sustraernos
de sus efectos. En otros términos, no podemos “borrar” la modalidad. Las
estrategias de los actores públicos responsables deben apuntar a señalar cuáles
son las improntas negativas del fenómeno y promover políticas que compensen las
secuelas lesivas para la calidad del medio ambiente urbano desde una
perspectiva holística.
b- El impacto del supermercadismo en los
indicadores de calidad del medio ambiente urbano es una muestra más de la
llamada “crisis urbana”, situación también policausal asociada a la crisis del
modelo económico implantado en América Latina a fines de los ’80 sin considerar
las particularidades locales. Esto se relaciona, al decir de Nora Clichevsky[24],
con la falta de un actor público responsable que se haga cargo de las
necesidades de la ciudad y que, aún dentro de las limitaciones económicas,
mantuviera la funcionalidad urbana. A esta última parte agregamos nosotros
también la calidad de vida de quienes viven en nuestro municipio.
c- Los sentidos del lugar acerca de las
unidades comerciales de estudio difieren de acuerdo a los tramos de edad
considerados. Es posible que con el correr de los años, las nuevas generaciones
no perciban a los súper e hipermercados como agentes que han profundizado la
crisis urbana. El escaso peso de referencias sobre otras formas comerciales
anteriores a las actuales operará en la mirada interior de los habitantes como
un legitimador de esta nueva modalidad que sobrevino en Argentina de manera muy
fuerte en los ’90.
d- La salida de la actividad comercial de
gran parte de los locales que competían con los centros comerciales pueden
llevarnos a dos conclusiones a priori: la ineficacia de las modalidades de los
primeros, o bien la inexistencia de “un proceso de reorganización operativa”
que modifique “el tradicional funcionamiento de la actividad, ampliando horarios,
cambiando la estructura de costos y los niveles de utilidades perseguidos y
obligando a transitar en terrenos no incursionados con anterioridad como la
publicidad”[25].
e- La competencia territorial y la lucha por
una posición monopólica hacen prever la compra de emplazamientos centrales aún
disponibles en el municipio o el cambio de uso en alguno de los predios que hoy
funcionan como súper o hipermercados a causa de un eventual cierre. Resultará
necesario regular a futuro acerca de ambos escenarios hipotéticos que
modificarán sin dudas la trama urbana.
f- La puesta en marcha de mecanismos que
busquen revertir la crisis urbana en esta y otras localidades de la conurbación
argentina requiere de la participación de todos los sectores sociales
involucrados, de manera activa y responsable. La revalorización del espacio
público debería ser de aquí en adelante, uno de los puntales de una
planificación integral que a nivel local convinieran los municipios y sus
fuerzas vivas para devolver funcionalidad al espacio urbano. En vista de los efectos negativos del
supermercadismo sobre el ambiente urbano, es menester requerir a los inversores
nuevas condiciones para “minimizar su impacto urbanístico exigiendo que
financien obras” a modo de compensación. Siendo testigos de la experiencia
quilmeña, y al decir de Coraggio y Rubén[26],
estas obras no deben ser sólo “un conjunto de obras necesarias para hacer
funcionar el complejo comercial en condiciones óptimas”: el municipio, y no el
súper o hipermercado, debe encargarse de las mismas exigiendo “una sobretasa
municipal por impactos negativos no contrarrestables por obras públicas”. y en
tal caso no debieran estar a cargo del mismo inversor como ha ocurrido en
Quilmes.
[1] Zimmerman,
M., citado en Las condiciones del trabajo
en los supermercados de Uruguay, 1996, p. 3.
[8] De
acuerdo al matutino “Clarín” la cadena incrementó su facturación y llegó a los
cuatro mil millones de pesos en 2004. “Infobae”, por su parte,
estima que la participación en el
mercado argentino fue de alrededor de un 14%.
[9] En abril de 2001 el Grupo
Carrefour tomó el control de Supermercados Norte, que había comenzado en 1937 como una empresa familiar de Elías
Jacobo, su esposa María, sus hijos y su sobrino Alberto Guil, en la localidad
bonaerense de Carapachay.
[10] Zimmerman, M.; op.
cit., pp. 6-8. Actualmente
los índices económicos vinculan la participación de Norte con
[12] La
legislación provincial resulta débil y es posterior al auge de la instalación de
los grandes centros comerciales: se prohibe a los municipios la exención
impositiva y la rezonificación del uso del suelo; sugiere también la
realización de realización de estudios previos para emplazamientos superiores a
[13] Téngase por sugestiva muestra
del dudoso nivel de correlaciones entre el poder público y el capital privado
(en este caso representado por supermercados) ocurrido durante los años de
fuerte neoliberalismo argentino la construcción del nuevo edificio municipal quilmeño
en contraprestación por la cesión del predio municipal que funcionaba entre
otras cosas como Centro Antirrábico donde actualmente se erige un supermercado
Norte.
[14] Ya en 1963 el autor británico
Colin Buchanan (Buchanan, 1963, pp. 20-25) esbozaba que, puesto que las
ciudades no estaban preparadas para soportar un aumento en el tráfico de
automóviles, se debían invertir no sólo sumas en nuevos automóviles sino en
planificar, remodelar y reconstruir las ciudades. Es con este criterio que se
debe incorporar a estos nuevos actores del comercio como parte del problema del
tráfico vehicular.
[17] Siguiendo
a Sánchez, op. cit., utilizamos el concepto weberiano de poder y lo trasladamos
a los cambios económicos y sociales sucedidos en la Argentina de los ’90. Al
respecto, la influencia de los medios de comunicación privatizados ha jugado un
papel preponderante en la aceptación de las nuevas “reglas de juego” tras las
reformas neoliberales. Las mismas fueron aceptadas con total naturalidad, aún a
costa de la evidente pérdida de los lazos de solidaridad social que traían
aparejadas. Resultó así como las empresas trasnacionales consiguieron imponer
sus intereses, comportando una suerte de
“obediencia” y menoscabando los mecanismos para sostener los antiguos criterios
de equidad social.
[18] De acuerdo a Monzón, Moragues
y Echeverría (1995) el transporte individual en la ciudad tiene notables
influencias en los niveles atmosféricos de monóxido de carbono, dióxido de
azufre, partículas en suspensión, hidrocarburos y óxidos de nitrógeno.
[23] Algunos autores citados por Pujol, Estébanez y Méndez, op. cit., hablan de “Sheratonización” y “Hiltonización” en cuanto a normas arquitectónicas, produciendo un barrido de las tramas urbanas, lo que augura la muerte cívica o la desaparición del sentido de identidad y pertenencia a un barrio. Salvando las distancias con los íconos de la hotelería internacional, la desaparición de ciertos almacenes quilmeños o bernalenses tradicionales frente a los colosos súper o hipermercados trasnacionales produce también esta desaparición de identidad, que causa cierta distancia entre las viejas y nuevas generaciones.
[25] Esta
estrategia fue llevada a cabo por los comerciantes de la localidad bonaerense
de Capitán Sarmiento ante la irrupción de la cadena de Supermercados San
Cayetano.
[26] Coraggio
J. Y César, R.; op. cit., p. 16-19.
Bibliografía
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PÁGINA
12; El efecto de los shoppings sobre la
estética del paisaje y los valores urbanos: inversión inmobiliaria de alto
impacto.
PUJOL,
R., ESTEBANEZ, J. y MENDEZ, R.; Geografía
Humana, Madrid, Cátedra, 1988
SÁNCHEZ,
J. Poder y Espacio. Geocrítica: cuadernos
críticos de Geografía Humana.
Año
IV, Número 23, 1979, http://www.ub.es/geocrit/geo23.htm
©
Copyright Pablo Alberto Concheiro y Lorena Flavia Aguirrebeña,
2005
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Copyright Scripta Nova, 2005
Ficha
bibliográfica:
CONCHEIRO,
P.; AGUIRREBEÑA, L. Las consecuencias de la
globalizacion post industrial en el espacio urbano latinoamericano: impronta de
las cadenas de supermercados en la ciudad de Quilmes. Scripta
Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona:
Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, vol. IX,
núm. 194 (63). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-63.htm> [ISSN:
1138-9788]
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número 194
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