Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. IX, núm. 194 (68), 1 de agosto de 2005

 

LA COMODIFICACIÓN DE LOS TERRITORIOS URBANIZABLES Y LA DEGRADACIÓN AMBIENTAL EN SANTIAGO DE CHILE

 

Hugo Romero

Departamento de Geografía de la Universidad de Chile. Proyecto Fondecyt 1050423.

 

Alexis Vásquez

Departamento de Geografía de la Universidad de Chile. Proyecto Fondecyt 1050423.

 


La comodificación de los territorios urbanizables y la degradación ambiental en Santiago de Chile (Resumen)

La ciudad de Santiago se expande ilimitadamente y los proyectos inmobiliarios privados constituyen la principal inversión a nivel nacional.  La privatización de la economía y la comodificación de los bienes y servicios territoriales y ambientales han trasferido a la construcción de la ciudad la totalidad de los principios y valores del neoliberalismo afectando incluso la relación entre sociedad y naturaleza. La ciudad se ha fragmentado y desintegrado como unidad territorial y sistema ambiental y como proceso histórico y social colectivo y las externalidades negativas son asumidas por los sectores más pobres, evidenciándose una creciente segregación socio-ambiental y una profunda injusticia ambiental. Se analiza objetivamente los costos ambientales producidos por la expansión urbana y se comparan los resultados observados en una urbanización reciente con los que debiera causar el Portal Bicentenario de Cerrillos, uno de los proyectos emblemáticos de la comodificación ambiental.

 

Palabras claves: expansión urbana, comodificación ambiental, segregación socio-ambiental 


The commodification of urban areas and the environmental degradation in Santiago, Chile (Abstract)

Santiago city lives an unlimited process of urban sprawl and private development projects are the main source of investment at national level. Environmental and land goods and services economic privatization and commodification have transferred to the city construction the totality of Neoliberal principles and values, including even the relationship between nature and society. The city has fragmented and disintegrated like a territorial and environmental unity and also like historical and collective process and negative externalities are assumed by the poorest inhabitants. An increasing socio-environmental segregation and a deeply social injustice can be observed everywhere. Environmental costs produced by the urban sprawl are objectively analyzed and the results produced by a recent development are compared with estimations for the Portal Cerrillos project, one of the most emblematic developments under the concept of commodification   

 

Key words: urban sprawl, environmental commodification, socio-environmental segregation


 

 

Chile es el país de economía más liberalizada en Latinoamérica y para ello ha considerado la privatización de los recursos naturales y de los medios de producción, y formulado una política de desarrollo que ha privilegiando la generación y funcionamiento de los mercados en la asignación y decisión de los proyectos de inversión, especialmente los pertenecientes al sector inmobiliario, junto a la reducción del tamaño e ingerencia del Estado y de las funciones e intervenciones públicas. En el caso de la ciudad de Santiago, se está concretando la inversión de más de cinco mil millones de dólares en la construcción de megaproyectos inmobiliarios (El Mercurio, 3 de mayo de 2005, B1), lo que significa no solamente que este sector concentre las más importantes inversiones de capital en el país, sino que además, agregar cerca de doscientas mil nuevas viviendas y expandir la ocupación urbana de los territorios por decenas de miles de hectáreas. Ello no se puede realizar sin tener en cuenta las externalidades negativas, especialmente ambientales, que implica, por ejemplo, aumentar la contaminación atmosférica como consecuencia de los más largos recorridos entre los hogares dispersos y los lugares centrales de servicios, estudio y trabajo. Estas grandes transformaciones urbanas no son evaluadas ambientalmente en forma acumulativa y sinérgica, sino que a lo más, como proyectos aislados y autónomos. Tampoco forman parte de las evaluaciones de este tipo, los cambios ambientales provocados por la sustitución de suelos agrícolas y coberturas naturales por áreas urbanas, con la consiguiente generación de islas de calor, de humedad y de ventilación, así como la impermeabilización de tierras y con ello la pérdida de áreas de recarga de agua en el subsuelo, incremento de la escorrentía superficial y aumento de los riesgos de inundación. Ni mucho menos se consideran los efectos ambientales adversos sobre la ecología de los paisajes que significa la pérdida de biodiversidad, calidad paisajística y fragmentación de hábitats. Ello produce la reducción o pérdida de servicios y funciones ambientales y ecosistémicos que dependen de la mantención de áreas vegetadas al interior de las cuencas donde se asientan las ciudades.

 

La expansión incontrolada de las superficies urbanizadas se basa en la sustitución  sistemática de las restricciones al crecimiento espacial de la ciudad establecidas por los instrumentos territoriales, como los planes reguladores comunales e intercomunales, que determinaban –al menos en teoría- el límite de la ciudad y asignaban los usos del suelo, protegiendo las tierras agrícolas, silvoagropecuarias o destinadas a la conservación de la naturaleza.  Las nuevas reglamentaciones para la ocupación del suelo sólo condicionan la instalación de megaproyectos inmobiliarios, fuera del límite urbano, al cumplimiento de un conjunto de requisitos, tales como densidades de construcción, existencia de vías de circulación y de colectores de aguas lluvias y plantas de tratamiento de las aguas servidas, aspectos que son tratados en forma puntual y caso a caso y no en virtud de una zonificación previa que anticipaba la existencia de áreas urbanizables. También se considera la inclusión de determinados porcentajes de viviendas de bajo costo subsidiadas por el Estado, entre las residencias destinadas a habitantes de altos ingresos,  bajo el concepto de contribuir a reducir la segregación socio-espacial que caracteriza a la ciudad de Santiago y se expresa en la instalación de condominios cerrados.

 

La liberalización de los usos del suelo, que facilita la urbanización de las áreas rurales, se basa en el hecho de que los territorios, los paisajes naturales y culturales, los recursos de agua y tierra del suelo y subsuelo, han sido fragmentados, separados, y concedidos en propiedad a actores nacionales y extranjeros, que pueden hacer de ellos lo que indique la maximización de las rentabilidades económicas y no lo que regule las políticas públicas. Ante la omisión del Estado o la permisividad cedida al sector privado, los proyectos inmobiliarios han sustituido indiscriminadamente los usos agrícolas, forestales y de conservación de la naturaleza, sin que se haya realizado una evaluación ambiental de sus efectos acumulativos ante una ciudad, como Santiago, caracterizada por importantes concentraciones de contaminantes en el are, agua y suelos, así como por una significativa pérdida de biodiversidad y de servicios ambientales (Romero et al., 2003; Romero y Órdenes, 2004; Romero, 2004 y Romero et al., 2005). Uno de los problemas consiste en comprender las razones generales que explican la relación entre este proceso de expansión urbana, liberalización de los recursos y aumento de la degradación ambiental.

 

 

La comodificación de los recursos naturales en Chile: neoliberalizando la naturaleza o la naturaleza del neoliberalismo

 

Los fundamentos filosóficos y políticos y el carácter omnipresente del modelo neoliberal han persistido en Chile por casi treinta años, dejando de considerar prácticamente todo tipo de intervenciones estatales que son necesarias para mantener el concepto de ciudad como producto social e histórico colectivo y para compensar las asimetrías sociales y políticas entre sus habitantes.

 

En efecto, la construcción de la ciudad implica, en sí mismo, la comodificación del medio ambiente en la medida que determinadas porciones de territorio son apropiadas por el Estado, los empresarios o los pobladores, para destinarlos a usos urbanos. Dados los servicios, accesibilidad e infraestructura que se requiere para transformar a estas porciones de territorios en espacios urbanos, se deben realizar grandes inversiones públicas o más recientemente, financiadas en forma conjunta por los sectores públicos y privados. La  totalidad espacial que caracteriza a la ciudad se puede establecer justamente a partir de las inversiones públicas, que han sido realizadas para favorecer a todos los habitantes que residen en este territorio.

 

Sin embargo, y como es bien sabido, la ciudad es un producto económico-social que reproduce los principios de acumulación y reproducción del capital. El medio ambiente urbano, como consecuencia de la construcción social del espacio, refleja las divisiones socio-económicas de sus habitantes, las que están controladas por los niveles de ingresos. La segregación socio-espacial es la principal variable que determina la ocupación de cada área de la ciudad de acuerdo al valor  del suelo y con ello la accesibilidad de sólo un determinado estrato social (Azócar et al., 2005). Cada uno de dichos estratos socio-económicos accede también, a un determinado tipo de medio ambiente, que se diferencia en cuanto a calidad, cantidad y complejidad. Se puede afirmar que al interior de la ciudad existe también una significativa segregación socio-ambiental y que ésta, ha aumentado en función de la comodificación y privatización de los recursos naturales y servicios ambientales.

 

Los sectores más acomodados se localizan en áreas exclusivas que presentan la mejor calidad ambiental -en términos aparentes al menos-, del aire, las aguas y los suelos, así como  la mayor cantidad de amenidades, los mejores paisajes públicos y privados, las mayores concentraciones y extensiones de áreas verdes y las más bellas panorámicas. Igualmente se trata de los espacios que ofertan mayor seguridad ciudadana y menores riesgos naturales, tales como inundaciones, aluviones y remociones en masa. Los sectores más pobre, por el contrario, se sitúan en las áreas topográficamente más deprimidas y por ello, las que concentran la contaminación atmosférica, las inundaciones, la peor calidad paisajística y los más bajos niveles de seguridad ciudadana y ante los riesgos naturales. 

 

Los estratos de mayores ingresos contribuyen eficazmente al financiamiento de sus propios medio ambientes urbanos, además se localizan en lugares alejados de las fuentes de contaminación o riesgos, o bien pasan buena parte del año en segundas residencias ubicadas en sitios de alta calidad ambiental. Los sectores de menores ingresos, por el contrario, dependen casi exclusivamente de las áreas verdes, amenidades y seguridades otorgadas por las políticas e instituciones del Estado, no pueden escapar de los eventos de contaminación y riesgos y deben soportar graves problemas de patologías sociales.

 

Desde el punto de vista de la contaminación atmosférica, por ejemplo, los sectores más acomodados contribuyen con la mayor cantidad de fuentes al concentrar las más altas tasas de automóviles por personas y los más largos recorridos y número de viajes. Por otro lado, son los sectores que también consumen enormes cantidades de agua, se expanden ilimitadamente en el espacio, producen las mayores cantidades de residuos sólidos, autogeneran sus propios servicios de seguridad, ocupan completamente los equipamientos e infraestructuras urbanas; y, sin embargo, no internalizan de ninguna manera las externalidades negativas generadas a la totalidad de la ciudad y sus habitantes con sus costos y estilos de vida.

 

Por el contrario, los sectores más pobres deben asumir muchas de dichas externalidades negativas, al localizarse, como se ha indicado, en los sitios de peor calidad ambiental, y recibir permanentemente los flujos de aire contaminado, aguas servidas, residuos sólidos y otros impactos ambientales en el origen de los cuales participan escasamente. No es extraño que durante los episodios de mayor contaminación atmosférica, sean los hospitales de los sectores más modestos de la ciudad, los que se ven superados por las enfermedades asociadas, o que registren áreas inundadas después de cada temporal, o que carezcan completamente de plazas y parques o de sitios de recreación. Las aguas contaminadas de los ríos y esteros de Santiago, así como los vertederos de residuos sólidos, legales e ilegales, se concentran en el interior o en las cercanías de las viviendas de los habitantes más pobres.

 

Como se puede apreciar, existe una significativa falta de justicia ambiental entre los habitantes de Santiago de Chile y su reposición y tratamiento es necesariamente una responsabilidad de las políticas e instituciones públicas, incluyendo el diseño e implementación de mecanismos de compensación entre quienes producen la contaminación y la degradación ambiental y quiénes sufren sus efectos en forma directa. Debido a que esta injusticia ambiental es producida principalmente por la interesada comodificación y privatización del espacio y sus recursos, resulta imposible administrar eficientemente un sistema ambiental complejo e integrado como la ciudad. Es necesario entonces  fortalecer la noción holística de la ciudad como totalidad ambiental, natural, socio-económica y cultural, aumentando en sus habitantes los sentidos de lugar, pertenencia e identidad, que conduzcan a incrementar los niveles de participación y responsabilidad en su cuidado y preservación. De igual manera, es necesario fortalecer la ética de los actores y agentes del desarrollo urbano, enfatizando los valores de reciprocidad, solidaridad y esfuerzo compartido, que deben concurrir para la construcción social de la ciudad.  Ello es especialmente relevante si se quiere evitar que la segregación socio-ambiental continúe explicando los altos niveles de degradación ambiental de la ciudad, que constituye el nicho ecológico por excelencia de la población nacional. 

 

Sin embargo, lo que predomina en la actualidad corresponde a los principios e implementaciones de un modelo economicista de administración y gestión de la ciudad, que se establecieron sin debate ni oposición alguna bajo una férrea dictadura, y por ello, que refleja cabalmente lo más ortodoxo de las recetas sugeridas por los organismos financieros internacionales y las más sentidas aspiraciones de los grupos económicos que han visto en el mercado inmobiliario y en la ciudad una de sus principales fuentes de ganancias y especulación financiera. Como lo han indicado McCarthy and Prudhan (2004), el neoliberalismo ha implicado un fortalecimiento del mercado como el mecanismo para asignar la totalidad  de los bienes y servicios,  y central como metáfora para organizar y evaluar el desempeño institucional.

 

El neoliberalismo tenía que ser también un proyecto ambiental y reestructurar las relaciones entre sociedad y naturaleza, reliberalizando la propiedad de esta última, “es decir, separándola de las restricciones sociales y ubicándola bajo los auspicios de los mercados autoregulatorios y bajo lo que Harvey (2003)  ha denominado “la acumulación capitalista por despojo” 

 

Para McCarthy and Pruham (op.cit), los proyectos de gobernabilidad neoliberal han implicado también:

 

·        Un profundo recorte a la capacidad de fiscalización y a los recursos administrativos y funciones del Estado, reduciendo las funciones destinadas a contrarrestar los efectos social y ambientalmente destructivos de la producción capitalista;

 

·        Privatización de bienes y servicios a través de esquemas basados en el mercado;

 

·        Re-escalamiento de la gobernabilidad “hacia abajo” mediante el vaciamiento del “Estado-Nación” y la transferencia de las responsabilidades regulatorias al nivel local, sin que ello implique la transferencia proporcional del poder o capacidad de gestión;

 

·        Re-escalamiento “hacia arriba”, traspasando capacidades regulatorias desde el Estado hacia organizaciones internacionales con poca o ninguna transparencia ni accountability (necesidad de dar cuenta de sus actos y desempeños);

 

·        Abandono de los marcos regulatorios obligatorios y su reemplazo por los no regulatorios, incluyendo estándares indicativos antes que normativos, autorregulados,  de cooperación público-privado y mayor participación de las coaliciones ciudadanas con mayor grado de capacitación  y accountability; y,

 

·        Reemplazo de la noción de ciudadano por una de acción social re-empaquetada bajo la imagen del homus economicus y su ideal como empresario-emprendedor.

  

La consolidación del mercado como exclusivo mecanismo de construcción del medio ambiente urbano, ha requerido la profundización de la comodificación, es decir, la transformación de la totalidad de los bienes y servicios, incluyendo los ambientales,  en commodities o productos de consumo, transables libremente en el mercado.  Para ello ha sido necesario segregar los bienes y servicios que son mayormente demandados por el mercado, de la matriz territorial o ecológica que les sirve de sustento y cuya administración y planificación conjunta había sido asumida hasta ahora por las políticas e instituciones públicas. El agua, la tierra, el paisaje o la flora y fauna, han debido ser privatizados y asignados como propiedad individual para facilitar el funcionamiento de los mercados.

 

La privatización de las tierras, del aire, de las aguas, de la flora y fauna, de los paisajes naturales y culturales,  y la transferencia de la propiedad de los bienes y servicios públicos a las empresas nacionales y extranjeras, ha resultado ser un paso fundamental para asegurar este modo de construir la ciudad, en especial en las áreas metropolitanas donde estos recursos son especialmente escasos y valiosos. Con la propiedad privada, garantizada por la Constitución Política de la Nación, se otorga a perpetuidad el derecho de uso de los recursos, en la forma que sus propietarios estimen conveniente, reduciendo consecuentemente las competencias y posibilidades de existencia de políticas e instrumentos públicos que representen al bien común de la ciudad, como proyecto social colectivo.

 

Con el fin de favorecer la reasignación de los recursos a nuevos propietarios, más eficientes desde el punto de vista económico,  el Estado revocó la Ley de Reforma Agraria que pudiera inteferir en la privatización de las tierras, promulgó el Código de Aguas en 1981 –que consagró la existencia del mercado de venta de derechos de uso consuntivo de las aguas entre privados como bienes separados de la tierra y sin considerar sus valores ecológicos y ambientales- y restó todo tipo de subsidios que pudieran favorecer la propiedad de recursos en manos de agentes no “eficientes”, como sucedería con las comunidades locales agrarias y ganaderas. En los paisajes urbanos, en la práctica sustituyó los planes reguladores comunales e intercomunales a través de los cuales la autoridad pública delimitaba los espacios urbanizables, zonificaba los usos del suelo y establecía las densidades y tipos de construcciones. En el caso de los paisajes rurales, la autoridad se reservaba las autorizaciones de cambio usos del suelo, restringiendo en particular las transformaciones de tierras ocupadas por usos agrícolas, como una forma de conservar los recursos de agua y suelos, lo que desaparece con las nuevas facilidades para urbanizar cualquier territorio. Las áreas de conservación dejan de ser función exclusiva del Estado, en la medida que se permite la existencia de sitios privados destinados a estos fines. En el caso del aire, la existencia de permisos transables de emisión implica una privatización de hecho de la columna atmosférica y con ello del derecho de contaminar por parte de los empresarios privados.  

 

Los intentos de introducir instrumentos y planes de ordenación territorial, Evaluación Ambiental Estratégica, planificación ambiental o de protección de la naturaleza, se estrellan inequívocamente con los representantes del sector privado, que observan en ello prácticas erróneas e históricamente fallidas de intervención estatal. No obstante, los conflictos ambientales también se han ido agravando y hechos como la muerte de cisnes en un Santuario de la Naturaleza en Valdivia, desecamiento de salares o traslado de glaciares del altiplano andino del Norte de Chile por parte de las mineras o el envenenamiento de humedales en los alrededores de Santiago, se han constituido en eventos impresentables ante la sociedad nacional y extranjera. El reciente informe ambiental de la OECD recomienda numerosas acciones destinadas a salvaguardar el medio ambiente, fortalecer la institucionalidad pública y relacionar la protección del medio ambiente con el concepto de desarrollo sustentable.  Especial mención se hace reiteradamente de la necesidad de introducir y perfeccionar las políticas, planes y programas de ordenamiento territorial.  

 

 

Los proyectos inmobiliarios emblemáticos y la comodificación del medio ambiente urbano

 

Bajo el amparo de los principios y mecanismos neoliberales, la ejecución de megaproyectos inmobiliarios, tales como el Portal Bicentenario de Cerrillos –que sustituye las áreas ocupadas por un aeropuerto y su cono de aproximación cubierto por coberturas rurales y naturales- habría requerido de una cuidadosa evaluación ambiental, tanto respecto a las áreas en que se pretende implantar, como en cuanto a los efectos  provocados por la urbanización de tierras que hasta ahora han estado destinadas a otros usos y a brindar valiosos servicios ambientales a la ciudad.  Estos proyectos inmobiliarios deben cumplir con la legislación ambiental vigente en el país y por ello, presentar un Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental, tal como corresponde a proyectos específicos de desarrollo. Sin embargo, la mayoría de ellos sólo da a conocer una Declaración de Impacto Ambiental, en la cual se asegura que el proyecto no produce impactos, desconociendo de paso el significado ambiental de la urbanización.  Por otro lado, no es menos cierto que por sus impactos acumulativos y de largo plazo, este tipo de proyectos requerirían de una Evaluación Ambiental Estratégica, en la medida que las significativas transformaciones urbanas y ambientales que generarán sobre toda la ciudad superan en mucho los efectos que se pueden esperar de un simple proyecto individual.

 

El Portal Bicentenario de Cerrillos constituye una particular y atractiva invitación para urbanizar un área que hasta ahora había permanecido como una intrusión de áreas verdes y rurales en la ciudad, debido a que está conformada por el Cono de Aproximación y las instalaciones del Aeropuerto de Cerrillos. Esta intrusión era una de las pocas áreas en las cuales la mancha urbana no se había extendido hacia la periferia en forma continua.  Ello significaba un área que había  mantenido coberturas superficiales y usos del suelo correspondientes a áreas agrícolas, remanentes de vegetación natural y que comenzaba gradualmente  a manifestar transformaciones a usos urbanos en los últimos años.

 

El Cono de Aproximación al Aeropuerto de Cerrillos resulta de la proyección de un portezuelo de la Cordillera de las Costa, hacia la Depresión Intermedia, llanura fluvial ocupada por la convergencia de los ríos Maipo y Mapocho. Por esta razón, la geometría del cono está orientada de SW a NE y se acopla con los vientos regionales  que soplan con esa dirección predominante. El Cono de Aproximación es un efectivo corredor de ventilación que puede ser gravemente alterado por la transformación de los usos del suelo, pasando de ser un eje de ventilación, a un eje de contaminación, además de privar a la ciudad de uno de las pocas fuentes de aire limpio, necesarias para mitigar los perniciosos efectos de su condición de atmósfera saturada por contaminantes atmosféricos. 

 

Con el propósito de referirse a los efectos de la urbanización sobre indicadores ambientales críticos, este trabajo analiza lo ocurrido con una urbanización reciente, de características parecidas, que ha tenido lugar en un triángulo ubicado en la Comuna de Maipú, al sur de la Carretera 68.  Para poder disponer de informaciones ambientales, previas y posteriores a la urbanización de estas tierras, se han empleado imágenes satelitales, comparando la situación de las temperaturas superficiales, la humedad del suelo, la biomasa y la productividad vegetal que existían en 1989 y lo sucedido en 2003. 

 

Se concluye que las transformaciones urbanas ocurridas en Maipú han sido adversas para la salud ambiental de la ciudad, y que no difieren de los efectos negativos causados por la urbanización reciente en los bordes de toda la ciudad,  que han implicado enormes pérdidas en los servicios ambientales de la Cuenca de Santiago.

 

El dilema más importante generado por el Portal Cerrillos es, entonces, por un lado, cómo evitar los efectos ambientales adversos que resultan de urbanizar extensamente una de las escasísimas áreas que se había salvado hasta ahora de este proceso de crecimiento de la ciudad, en virtud de las regulaciones adoptadas por la propia autoridad pública.  Se entiende que la autoridad pública representó en estas regulaciones el conocimiento científico disponible, los acuerdos societales necesarios y sus estrategias de desarrollo correspondientes, y que estos principios y antecedentes habrían cambiado los últimos años, como para justificar a su vez, las transformaciones propuestas. 

 

Alternativamente, habría sido posible que las políticas públicas y sus planes de implementación en las áreas urbanas reconocieran la posición estratégica de esta área, y hubiesen propuesto mantener sus usos actuales del suelo y fortalecer de esta forma las funciones y servicios ambientales significativos que presta como consecuencia de conservar los suelos agrícolas y paisajes naturales que la componen.

 

Una tercera posición sería que los planes de urbanización propuestos, reconociendo la sensibilidad ambiental del área,  hubiesen considerado explícitamente la planificación ambiental del proyecto en su formulación estratégica, diseño del mismo y evaluación de impactos. 

 

La figura Nº 2 presenta el crecimiento de las superficies urbanas experimentado por la ciudad de Santiago entre 1989 y 2003.  Como se aprecia, este crecimiento ha implicado el aumento de las superficies urbanizadas a partir de un proceso de acreción de las tierras ocupadas por coberturas naturales y por usos del suelo agrícolas y que se encuentran en los bordes de la ciudad o bien a lo largo de los caminos de acceso más importantes.  A comienzos del período, algunas áreas interrumpían  el crecimiento continuo de la ciudad, existiendo zonas vegetadas que se presentaban como verdaderas cuñas o intrusiones rurales en los espacios urbanizados.  La existencia de estas intrusiones rurales en la ciudad, es un fenómeno especialmente apreciado por las tendencias más modernas de diseño ambiental o sustentable de las ciudades.  Las áreas en cuestión correspondían al borde norte del río Mapocho y vecindades del aeropuerto de Pudahuel; el triángulo de Maipú, el Cono de Aproximación del Aeropuerto de Cerrillos y las tierras agrícolas de la comuna de La Pintana.

 

Entre los años 2000 y 2003 prácticamente desaparecieron todas estas intrusiones rurales, restando sólo parcialmente las áreas del Cono de Aproximación del Aeropuerto de Cerrillos y las tierras agrícolas del Sector Sur, ambas en virtud de la protección brindada por el Plan Regulador Metropolitano de 1994 (figura Nº 3). Los servicios ambientales se refieren a los beneficios que obtiene la ciudadanía como consecuencia de aprovechar los efectos positivos que resultan del funcionamiento de los ecosistemas (sistemas ecológicos) y sistemas ambientales. Dentro de estos servicios destacan los  beneficios ofrecidos por las áreas verdes, tales como disminución de las temperaturas por los efectos de sombra y el consumo de calor producido por el proceso de evapotranspiración, que evitan la generación de islas de calor urbanas; la  capacidad del suelo para infiltrar las aguas lluvias, asegurando la recarga de los acuíferos y controlando el escurrimiento superficial, las inundaciones y la contaminación de las aguas; el filtro de las partículas en suspensión atmosférica y el reciclaje de gases y contaminantes atmosféricos; la  generación de parches y corredores ecológicos que se constituyen en hábitats naturales para la conservación de la biodiversidad; mitigación de ruidos; y la oferta de sitios de recreación y ocio para las poblaciones urbanas, con lo cual aumenta la calidad de vida de los habitantes.

 

La inexistencia de evaluaciones ambientales estratégicas, planificación ambiental de los proyectos y Evaluación del Impacto Ambiental de los proyectos urbanos y planes reguladores, señala claramente la ninguna consideración de los servicios ambientales en las transformaciones de los espacios urbanos.  Ello implica que el crecimiento de la ciudad de Santiago entre los años 1989 y 2003 haya significado la pérdida de más de 14.000 de tierras arables, de las cuales cerca de 8.000 correspondían a suelos con Capacidad de Uso I y II, es decir, a los suelos de mayor calidad agrícola a escala mundial, que favorecen la infiltración de las aguas lluvias y por lo tanto, la recarga de los acuíferos, en una ciudad en que predominan los ambientes áridos, la escasez de aguas durante los frecuentes períodos de sequía, las necesidades de riego y los riesgos que implican inundaciones y aluviones causados por las tormentas. 

 

6790 diminuyeron su productividad biológica y 6.654 redujeron su biomasa, con lo cual se perdieron valiosas funciones ambientales prestadas por las áreas verdes, cultivadas y naturales. El desaparecimiento de la vegetación y el reemplazo por superficies urbanizadas, implicó a su vez, que 6654 de suelo disminuyeran su capacidad de almacenamiento de humedad y que muchas de estas tierras se transformaran de zonas de recarga de los acuíferos, en áreas de descarga, lo que significa reemplazar sus funciones de infiltración de las aguas lluvias por productoras de inundaciones y escurrimiento. Finalmente, los cambios en las coberturas y usos del suelo implicaron que 11781 aumentaran su temperatura superficial en más de 4ºC, contribuyendo a generar islas de calor urbanas (Romero y Órdenes, 2003 a y b).  Estos cambios en la emisión de temperatura desde el suelo a la atmósfera generan transformaciones climáticas que tornan cada vez más inconfortable la vida urbana.

 

Los efectos anteriores no han sido nunca considerados por la planificación territorial y urbana y son la más elocuente denuncia sobre la necesidad urgente de implementar los instrumentos de evaluación ambiental estratégica, ordenamiento territorial, planificación ambiental de las ciudades y evaluación ecológica y ambiental de los proyectos. No se puede continuar urbanizando en la forma que se está haciendo porque los desarrolladores urbanos no están asumiendo los costos ambientales y ecológicos, los que son traspasados como externalidades a la población en general y a los más pobres en particular. En efecto, las comunas más pobre son las que poseen menor cubierta vegetal y por ello menores servicios ambientales, por lo que concentran la contaminación ambiental y sus efectos sobre la salud de los sectores más vulnerables. Por ello se habla en la actualidad de falta de justicia ambiental en las ciudades, en la medida que los sectores más ricos son los que más contaminan, mientras que los sectores más pobre son los que sufren mayormente los efectos adversos sobre la salud y calidad de vida.  La única forma de restituir las bases de la justicia ambiental es distribuyendo en el espacio-tiempo los costos y beneficios asociados a la urbanización, comprendiendo que la ciudad consiste en un ecosistema o sistema ambiental semi-cerrado y utilizado colectivamente por la totalidad de la sociedad.  La ciudad debe ser un producto del bien común y no la representación de intereses corporativos o sectoriales efímeros que benefician sólo a unos pocos y perjudican a la totalidad.

 

Ante las evidencias acumuladas, se podría esperar que las autoridades públicas apreciaran y evaluaran positivamente la existencia y mantención de las actuales áreas verdes, como sucede con el Cono de Aproximación de Cerrillos, al margen del destino que se quiera dar al actual aeropuerto.  En realidad cualquier ciudad debiera alegrarse de disponer de estas intrusiones agrícolas y rurales dentro de su trama urbana y estar dispuesta a conservarlas, restaurarlas, fortalecerlas y articularlas con el resto del sistema de áreas verdes que se desarrollan al interior de cuencas como Santiago. El área de influencia del Cono de Aproximación y las tendencias esperadas de urbanización,  una vez que desaparezcan las restricciones, se puede observar en la figura Nº 4.

 

Con el fin de poder estimar los efectos ambientales provocados por este tipo de transformaciones urbanas, se ha examinado lo sucedido con las áreas verdes en el sector de Maipú, que,  como se aprecia en la figura Nº 5, reemplazó casi la totalidad de sus coberturas por superficies urbanizadas entre 1989 y 2003.  Los resultados ambientales, nunca evaluados ni considerados hasta ahora, consistieron en 1184 que aumentaron sus temperaturas superficiales (figura Nº 6 ), 694 y 759 que disminuyeron la humedad del suelo (figura .7)  y la productividad vegetal (figura Nº 8), respectivamente, y 898 que decrecieron su biomasa (figura Nº 9). La pérdida de suelos con capacidad óptima de uso agrícola se presenta en la figura Nº 10 y corresponde a 992 de suelos de clase I,  156 de clase II y 37 de clase III. 

 

Figura Nº 1

 

 

 

La urbanización del Cono de Cerrillos, si bien compromete aparentemente sólo a 245 , estimulará la urbanización de las tierras agrícolas y naturales conexas en una superficie de 7432 , que corresponden a 1169 de suelos agrícolas de Clase I, 2755 de Clase II y 3467 de Clase III, cuya distribución de observa en la figura Nº 11. 

 

Como se puede advertir, la urbanización del Cono de Aproximación de Cerrillos permite estimar las pérdidas ambientales a partir de lo sucedido en Maipú, comparación que se presenta en el siguiente cuadro.

 

Cuadro Nº 1

Comparación de  valores promedio de los indicadores  ambientales

 

Indicador Ambiental

Cono cerrillos

Sector de control

Contenido de Biomasa en el Suelo

-8,99

-28,90

Contenido de Humedad en el Suelo

-2,39

-6,94

NDVI

0,1486

-0,0158

Temperaturas de Emisión del Suelo

39,73 ºC

42,02 ºC

 

 

Otra de las cuestiones ambientales fundamentales dice relación con la perturbación de los sistemas de vientos.  Anteriores artículos han informado sobre la existencia de a lo menos tres principales tipos de ventilación en la ciudad de Santiago (Romero et al., 1999).  El primero corresponde al predominio de los vientos del SW asociados a las posiciones del centro de altas presiones regionales o Anticiclón del Pacífico Sur, que sólo es interrumpido en invierno por el paso de las depresiones frontales que causan lluvias y se hacen acompañar de vientos del Norte y NW.  El segundo flujo dice relación con los vientos locales asociados al desarrollo de las brisas de mar a continente y  v/v y de valle a montaña y v/v que presentan el predominio de vientos del Oeste durante el día y del Este durante las noches y madrugadas, especialmente canalizados por los lechos de quebradas, esteros y ríos.

 

Estos vientos se acoplan a los regionales para soplar especialmente del SW a NE durante el día y del NE al SW durante las noches y madrugadas, transportando en ambos casos la contaminación ambiental a través de la cuenca aérea del Mapocho-Maipo y pasando a través de portezuelos como el que se desarrolla al Norte del Cerro Chena, es decir en el Corredor de Cerrillos.

 

El tercer tipo de brisas, dice relación con la circulación termal inducida por la isla del calor del centro de la ciudad y que explica los flujos desde las periferias rurales.  

 

La ubicación del Portal Bicentenario en medio del flujo de ventilación más importante de Santiago, donde se acoplan los sistemas al cruzar la Cordillera de la Costa y proyectarse a través de la llanura, le confiere a esta situación una condición estratégica y altamente sensible ante los cambios de usos de la tierra.  La urbanización implica el desarrollo del llamado efecto de rugosidad, debido a la obstaculización que generan las construcciones sobre los flujos de ventilación.

 

La figura Nº 13 (Oke, 1988)  indica los efectos,  directamente causados por la urbanización,  que debieran esperarse en términos de perturbación de los flujos de ventilación. En primer lugar es importante considerar la extensión espacial, tanto en distancia como altura que provoca la obstaculización de los flujos de aire.  Un edificio de altura h. comienza a perturbar las corrientes de aire a lo menos tres veces la altura, antes de encontrarse con los obstáculos edificados, generando una perturbación que alcanza una altura de tres veces el obstáculo que se interpone en forma perpendicular. El freno de la ventilación alcanza su máximo en la llamada Zona de Cavidad que se ubica inmediatamente detrás del obstáculo. La estela de perturbación o distancia al obstáculo que se desarrolla inmediatamente después de la Zona de Cavidad, alcanza una distancia de 10-15 veces la altura de los edificios, antes de que se recupere la velocidad y desarrollo de los flujos.

 

La figura Nº 14 a y b (Oke, op.cit.) indica el impacto de un edificio, sobre las corrientes de ventilación, observándose nuevamente la distancia que se requiere para reponer la dirección e intensidad de los flujos. Ello implicaría la existencia de grandes espacios entre los edificios sólo para poder mantener los flujos de aire. La figura  Nº 14 c y d, representa la importancia de localizar las edificaciones en forma perpendicular u oblicua a los flujos de vientos y sus efectos en el desarrollo de las zonas de cavidad. Las fachadas perpendiculares a los flujos de aire son las más negativas.

 

La figura Nº 14, por su parte es una secuencia gráfica de los efectos producidos por el diseño de las edificaciones sobre la generación de “cañones urbanos”.  Se trata de las configuraciones que resultan de transformar un espacio generalizadamente plano, en una secuencia de edificaciones y calles o espacios intersticiales entre ellos. Cuando estos espacios, ocupados por calles, plazas  o patios en las ciudades,  son más reducidos que las alturas que alcanzan las fachadas de los edificios, la forma se asemeja a los “cañones”, o valles fluviales encajonados en medio de montañas de paredes altas y abruptas, tales como el “Cañón del Colorado”  Estos cañones urbanos concentran la contaminación atmosférica, lo que obliga a adoptar especiales medidas de prevención en términos de los diseños de edificaciones y espacios libres. La relación entre el ancho de los espacios entre las edificaciones y la altura de las fachadas de los edificios es un factor clave de tener en cuenta frente al comportamiento que asumirá la concentración de la contaminación atmosférica, tanto al interior de las áreas construidas como fuera de ellas.

 

Un punto importante a tener en cuenta en este sentido dice relación con que en la actualidad el Corredor de Cerrillos permite que el aire contaminado por la ciudad se desplace aguas abajo, fuera de la cuenca durante las noches y la madrugada, y que durante el da, las masas de aire provenientes de la costa o de la áreas rurales puedan contribuir sistemática y regularmente a mejorar la calidad atmosférica. La instalación de una urbanización compuesta por 25-30.000 viviendas, 80.000 habitantes y por lo menos 10.000 vehículos, implica una perturbación de gran alcance frente a las condiciones actuales, cuyas características específicas deberían ser exigidas por el Estudio de Impacto Ambiental.

 

Esta última condición, acompañada de la participación ciudadana y por lo tanto de la consideración de las opiniones y conocimientos de las comunidades locales, los académicos y los científicos,  es fundamental para otorgar viabilidad a este tipo de iniciativas.

 

 

Anexos

Figura Nº 2

Evolución de la expansión urbana de Santiago, periodos 1989, 1998, 2001 y 2003

 


 

 

Figura Nº 3

Plan Regulador Metropolitano de Santiago (PRMS).

 

 

Figura Nº 4

Área de influencia del cono de aproximación y tendencias esperadas de urbanización.

 

 

 

Figura Nº 5

Sector urbanizado entre el periodo 1989 – 2003, utilizado para medir y estimar algunas de las perdidas ambientales causadas por la Expansión de la ciudad (sector de control).


 

 

 

Figura Nº 6

Variación temperatura de emisión del suelo, sector de control 1989-2003.

 

 

Figura Nº 7

Variación contenido de humedad en el suelo, sector de control 1989-2003.

 

 

 

Figura Nº 8

Variación productividad vegetal, sector de control 1989-2003.

 

 


Figura Nº 9

Variación contenido de biomasa en el suelo, sector de control 1989-2003.


 

 

 

Figura Nº 12

Efectos de la urbanización en términos de la perturbación de flujos de ventilación (Oke, 1998).

Bibliografía

 

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MCCARTHY, J. & Prudham, S. Neoliberal nature and the nature of neoliberalism. Geoforum, 2004, 35, p. 275-283.

 

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ROMERO, H. Crecimiento Espacial de Santiago entre 1989 y 2003 y la Pérdida de Servicios Ambientales. En TUPPER, P.  (Ed.) Hacer Ciudad. Santiago: Centro Chileno de Urbanismo, 2004, p.179-201

 

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© Copyright Hugo Romero y Alexis Vásquez, 2005

© Copyright Scripta Nova, 2005

Ficha bibliográfica:

ROMERO, H.; VÁSQUEZ, A. La comodificación de los territorios urbanizables y la degradación ambiental en Santiago de Chile Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, vol. IX, núm. 194 (68). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-68.htm> [ISSN: 1138-9788]

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