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EL ROL DE
E-mail:
cghenriq@puc.cl
Cuando se enfrenta el problema de la sostenibilidad
urbana surgen dos dificultades que desdibujan el análisis desde una perspectiva
científica: la ambigüedad del concepto desarrollo sostenible urbano y la falta
de metodologías que permitan su evaluación, especialmente desde una perspectiva
geográfica. En este sentido, el objetivo de esta investigación es describir,
analizar, evaluar y comparar el grado de sostenibilidad de distintas
estructuras espaciales residenciales de las ciudades de Chillán y Los Ángeles,
VIII Región del Biobío, Chile. Para ello, se propone un método de evaluación a
través de un indicador sintético de Sostenibilidad de Espacios Residenciales
(SER), que integra las dimensiones económica,
social, ecológica y ambiental, en diversos sectores contrastados. La hipótesis
de trabajo plantea que el nivel de sostenibilidad urbana, de las distintas
tipologías de uso residencial reciente, son inferiores a la morfología urbana
“casa-huerto familiar”, que se extiende en un sector específico de Chillán
Viejo.
Palabras
claves: indicadores de sostenibilidad urbana,
casa-huerto familiar, Chillán y Los Ángeles.
There are two difficulties to analyse the urban
sustainability since a scientific approach: the ambiguity of the urban
sustainable development and the absence of methodologies, especially since a
geographical perspective. In this context, the objective of this investigation
is to describe, to analyse, to evaluate and to compare the level of
sustainability of different residential spatial structures of the cities of
Chillán and Los Ángeles, VIII Region of the Biobío, Chile. A method of
evaluation through a synthetic indicator of Sustainability of Residential
Spaces (SRS) is proposed, that integrate the environmental, ecological, social,
and economic dimensions, in contrasted sectors. The hypothesis of work is that
the level of urban sustainability, of the different typologies of recent
residential use, they are lower to the morphology urban “family
household-orchard”, that extends in a specific sector of Chillán Viejo.
Keywords: indicators of urban
sustainability, family household-orchard, Chillán, Los Ángeles.
Referirse al concepto de ciudad sostenible implica una doble complejidad. Por un lado, se encuentra el concepto de ciudad que de acuerdo a los rápidos procesos de crecimiento urbano y globalización mundial hacen difícil precisarla, especialmente en su ámbito espacial, y por otro, el de desarrollo sostenible, que se caracteriza por toda una retórica propia (Henríquez, 2004).
Desarrollo sostenible en un sentido
científico, se basa en dos conceptos contradictorios; el término desarrollo,
que tiene su origen en la economía; y sostenible, que lo tiene en
Por su parte, el término desarrollo se usa
profusamente en la literatura económica y se asocia a los conceptos crecimiento
económico, calidad de vida y consumo. De acuerdo a Daly (1991) desarrollo
corresponde a la ampliación de las potencialidades de algo que lleva
gradualmente a un estado más completo, mayor o mejor. En cambio, crecimiento es
un incremento cuantitativo en la escala física. Por lo tanto, existen límites
claros al crecimiento, pero no al desarrollo. Para medir el desarrollo se
requiere claras definiciones cuantitativas para medir aspectos relativos a la
satisfacción de necesidades físicas como alimentación, vivienda, etc, así como
necesidades inmateriales como educación, cultura, salud, o calidad del entorno,
entre otras (Castro, 2002).
Muy vinculado al concepto de desarrollo se
encuentra la teoría del bienestar, que considera el mejoramiento en las
condiciones de vida de la población como principio cardinal (Castro, 2002). Si
bien es difícil cuantificar el bienestar (también llamado satisfacción o
utilidad) por su carácter multidimensional y subjetivo, algunos autores
(Andrews y Withey, 1978; Sen, 1987; Tinbergen, 1991) proponen utilizar
estándares de vida que permitan referenciar el nivel de bienestar o calidad de
vida de forma objetiva.
De esta forma, al combinar ambos términos en
el concepto de desarrollo sostenible se origina una confusión y ambigüedad en
su conceptualización, que ha llegado incluso a algunos autores a rechazarlo
(Matteuci, 1998) o seguir creando nuevas definiciones como lo constata
Guimaraes (1996). Esto lleva a considerar al desarrollo sostenible como un oxymoron,
por su carácter tautológico al momento de aplicarlo a una escala concreta, como
por ejemplo la ciudad.
Sin un afán de revisar las múltiples
definiciones, de acuerdo a gran número de autores, subyace en este concepto los
siguientes elementos comunes que permiten un posterior manejo teórico-práctico:
horizonte temporal, preferencias de las generaciones futuras, necesidades
básicas a satisfacer y equidad intra e inter generacional.
Abstrayéndose de la dificultad polisémica del
concepto desarrollo sostenible, el debate actual se orienta a la aplicación
concreta del término más que a una discusión retórica infructífera, en palabras
de Guimaraes (1998), aterrizar el cometa de
Mientras que la segunda, ligada a la economía ecológica, señala que el logro de la sostenibilidad sólo puede ser alcanzado con un cambio radical de actitud de la sociedad y del paradigma económico, hacia un modelo centrado en lo ecológico y calidad de vida. Esta última aproximación incorpora la dimensión social, ya que sólo estructuras sociales estables, democráticas, solidarias intra e intergeneracionales, libres y justas serán capaces de ser sostenibles (Calvo y Sancho, 2001; Sachs, 2002).
Si bien la distinción entre estas dos visiones,
proviene del campo específico de la economía ambiental y economía ecológica, es
importante destacar que esta investigación opta por la perspectiva de la
sostenibilidad fuerte, debido a que no se incluyen en el análisis aspectos de
contaminación ambiental (agua, aire, suelo, salud humana), los cuales son
susceptibles de mejorar bajo mecanismos de mercado, es decir, pertenecen al
ámbito de la sostenibilidad débil. Además, el enfoque de la sostenibilidad
débil no toma debidamente en cuenta la dimensión espacial de las perturbaciones
y degradaciones que experimentan los ecosistemas naturales, como consecuencia
de la urbanización y cómo ello repercute en la pérdida irreversible de
servicios ambientales, que son fundamentales para la conservación de la naturaleza
y la calidad de vida de la población.
Gran parte de los autores (Wackernagel y
Ress, 1996; Chambers et al., 2000; Castro 2002) están de acuerdo que el
desarrollo sostenible, en especial la sostenibilidad fuerte, corresponde a un
proceso que apunta a lograr mejoras sustantivas en la calidad de vida de la
población dentro de los límites físicos de la naturaleza, involucrando un
crecimiento socialmente justo, económicamente viable y ambientalmente limpio y
políticamente factible, pero ¿cómo se aplica esto a una escala concreta como la
ciudad?
La respuesta a dicho planteamiento, encuentra
asidero en el concepto de ciudad sostenible, pero presenta una serie de
dimensiones y controversias para su investigación. Genéricamente, ciudad
sostenible corresponde a un núcleo urbano en el que la utilización de los
recursos naturales se produce de manera congruente con el objetivo de poder
transmitir a las generaciones futuras, similares o mejores disponibilidades de
los mismos o de otros alternativos necesarios para funciones semejantes (Zoido et
al., 2000). Esta definición, agrega que “aunque el desarrollo sostenible
implica necesariamente aspectos sociales y culturales, su referencia a la
ciudad señala preferentemente a la correcta utilización de recursos como el
suelo, el agua y la energía, principalmente; así como al tratamiento y
eliminación adecuada de los vertidos y residuos domésticos, industriales u
hospitalarios, que de forma intensa y en importantes cantidades producen los
núcleos urbanos” (Zoido et al., 2000:92).
En
suma, se puede concluir de los diversos autores revisados (Haughton y Hunter,
1994; Alberti, 1996; Naredo y Rueda, 1997; Nijkamp y Opschoor, 1997; Deelstra, 1998; Della Cappana, 2000; González, 2002) que no existe un único aspecto para definir la
ciudad sostenible. Los múltiples aspectos enunciados dificultan la elección de
un enfoque integrado y sistemático para una investigación científica del
problema de la sostenibilidad urbana. La selección de sólo un aspecto sería
reduccionista y no daría cuenta de la globalidad del problema, y la elección de
todos los aspectos sería inmanejable y llevaría a varios resultados parciales y
conclusiones confusas y de distintos alcances.
Tal como se pude desprender de la
revisión de distintos autores, la dimensión espacial no es considerada en sí
misma como un elemento relevante para la definición y operacionalización de la
sostenibilidad urbana. Ello se debería a la mayor importancia asignada a los
efectos sectoriales de la urbanización sobre los componentes naturales,
socio-económicos y culturales, así como a la no comprensión de que el espacio
geográfico o territorial representa estructuras y funciones de los ecosistemas
naturales y de
· Es sostenible aquella ciudad cuyo patrones espaciales de crecimiento no significan una fragmentación física y social del espacio urbano, ya que esto incrementa los flujos urbanos (y con ello el mayor uso de recursos y energía) y la calidad urbana (por los niveles de contaminación y desarticulación social).
· Aquella ciudad que asigna los usos del suelo en forma mixta, para evitar los grandes desplazamientos en el espacio entre zonas o áreas de usos exclusivos, y que reconoce la capacidad de carga y resiliencia de los ecosistemas naturales como una importante consideración para dicha asignación.
· Aquella ciudad que privilegia la forma compacta, con el fin de reducir las distancias entre los lugares de residencia y los de servicios y trabajos productivos y con ello evitar los altos consumos de combustibles y la contaminación ambiental.
· Aquella ciudad cuyo espacio interior, esencialmente el uso de suelo residencial, presenta bajos niveles de pobreza, posee una base económica diversificada en los sectores que sustentan la economía de la ciudad, conserva las áreas verdes privadas, y no descansa en el uso del automóvil particular.
Si se quiere evitar
continuar con la retórica de muchas de las aspiraciones de la sostenibilidad
urbana, es necesario aplicar estas consideraciones a situaciones concretas,
como ocurre con las ciudades chilenas de tamaño intermedio. En este sentido y
considerando específicamente el último aspecto, se propone un método empírico
para evaluar la sostenibilidad de diversos sectores urbanos y contrastarlo con
la tipología casa-huerto familiar o casa-quinta que se presenta en la ciudad de
Chillán Viejo.
Desde una perspectiva histórica, dicha tipología tiene su génesis en el gran terremoto que afecto principalmente a la ciudad de Chillán, el 20 de febrero de 1835, que destruyó la ciudad y obligó al Presidente Joaquín Prieto a fundar el actual Chillán, disponer el traslado de Chillán Viejo y restringir la urbanización en esta área. Esta disposición no fue acatada por los vecinos de menores recursos de Chillán Viejo, creciendo ambas ciudades simultáneamente (Rebolledo et al., 2002). Como consecuencia de esta disposición legal se encuentra la estructura urbana casa-huerto familiar en Chillán Viejo, que ha permanecido a lo largo del tiempo y que no se presenta en la ciudad de Los Ángeles.
Actualmente, de acuerdo al censo de 2002 Chillán (conurbación entre Chillán y Chillán Viejo) posee una población urbana de 166.842 habitantes, mientras que Los Ángeles alcanza los 123.445 (INE, 2003). En las últimas décadas ambas ciudades han venido creciendo a altas tasas de crecimiento, lo que justifica una evaluación de los sectores habitacionales recientes.
Proposición del indicador sostenibilidad urbana SER
Un elemento transversal a
las políticas de desarrollo urbano sostenible, es el empleo de indicadores medioambientales
y de sostenibilidad urbanos, los cuales gozan de gran popularidad entre las
instituciones internacionales dedicadas a la gestión urbana, pero también son
objeto de múltiples críticas, especialmente en cuanto a su efectividad concreta
para alcanzar un desarrollo sostenible urbano. Actualmente es posible advertir
una gran cantidad de ejemplos de indicadores de sostenibilidad urbano aplicados
a escala internacional, regional y local (una completa revisión se encuentra en
Bettini, 1998 y Castro 2002).
En términos simples, un
indicador se puede definir como un modelo que permite monitorear y comunicar
informaciones sobre los progresos o tendencias de un fenómeno (Bettini, 1998).
Calvo y Sancho (2001) declaran que los indicadores ambientales y de
sostenibilidad urbano vienen a rellenar un vacío importante que existía dentro
de la amplia gama de indicadores económicos y sociales que se usan en la
actualidad para medir el estado de desarrollo de las sociedades humanas.
Las principales limitaciones
que se plantean con el uso de indicadores son: ambigüedad entre el indicador y
el fenómeno a medir, escasez de datos estadísticos, heterogeneidad de fuentes
estadísticas, dificultad práctica de incluir indicadores subjetivos o de
percepción, problema de escala al comparar distintas unidades espaciales y
problema temporal al variar los datos en el tiempo (Castro, 2002).
En esta investigación,
para evaluar las dimensiones económicas, sociales, ecológicas y ambientales del
sistema urbano de Chillán y Los Ángeles, se trabajó en un modelo
teórico-empírico que estima de manera práctica la sostenibilidad urbana, en diversos sectores contrastados de las ciudades de
Chillán y Los Ángeles, VIII Región del Biobío. La hipótesis de trabajo plantea
que el nivel de sostenibilidad urbana de las distintas tipologías de uso
residencial reciente, son inferiores a la morfología urbana casa-huerto
familiar, que se extiende en un sector específico de Chillán Viejo.
Desde una perspectiva
teórica se utilizaron los principales principios del desarrollo sostenible
(sostenibilidad fuerte) y la teoría del bienestar (calidad de vida)
anteriormente comentados. Mientras que desde un ámbito empírico, se evaluó la
sostenibilidad residencial a través de la aplicación de un indicador sintético
de Sostenibilidad de Espacios Residenciales (SER), que integra indicadores
simples del ámbito económico, social, ecológico y ambiental, aplicado en
distintos sectores y urbanos.
El criterio central para
seleccionar dichos sectores fue el de morfología urbana entendido como el
estudio de la forma urbana, a través de la consideración de tres elementos
básicos: el plano, la edificación y los usos de suelo (Zoido et al.,
2000). Por tanto, en la evaluación se incluyen aspectos como estructura de
calles, tamaños de predios, disposición de la edificación y uso del suelo
predominante.
En términos específicos,
la selección de dichos sectores contempló la elección de manzanas de uso
habitacional en distintas tipologías homogéneas (barrios) de las ciudades, que
ejemplifiquen patrones de urbanización contrastados y recientes en ambas
ciudades, desde un punto de vista urbano y social, a saber: sector residencial
alta densidad, sector residencial media densidad, sector residencial baja
densidad, sector casa-huerto familiar en Chillán Viejo y un barrio de densidad
media consolidado en Los Ángeles (Fig. 1). Se emplearon coberturas digitales de
predios y calles, escala 1:5.000, para apoyar el análisis, facilitadas por las
Municipalidades de Chillán y Los Ángeles.
Figura
Nº1
Sectores urbanos seleccionados en (a) Chillán y (b) Los
Ángeles
Debido a que los cuatros
indicadores presentan distintas escalas y unidades de medidas, se procedió a estandarizarlos
para poder realizar una comparación e integración entre ellos. De acuerdo al
procedimiento utilizado por el Índice de Desarrollo Humano (PNUD, 2004), se
construyó un indicador de síntesis en función de los siguientes pasos:
a) Selección de
las variables parciales: Xij = valor que toma la dimensión j
en el caso i.
b) Estandarización
de las variables parciales para referenciar a un valor objetivo entre 0 y 1,
aplicando la siguiente fórmula:
Donde, Ij
es el indicador parcial; Xmin es el valor mínimo y Xmax
el valor máximo. Los valores mínimos y máximos (valores de referencia) respecto
de cada uno de los cuatro indicadores parciales son los siguientes (Cuadro 1)
Cuadro
Nº 1
Valores máximos y mínimos de los indicadores parciales
Indicador parcial |
Valor máximo |
Valor mínimo |
Indicador económico (%) |
100 |
0 |
Indicador social (%) |
100 |
0 |
Indicador ecológico (%) |
75 |
0 |
Indicador ambiental (%) |
100 |
0 |
c) Seguidamente,
se calculó el indicador de síntesis SER como simple promedio de los indicadores
parciales
Donde, ISER
es el indicador de sostenibilidad de espacios residenciales; Ie,
Is, Iec y Ia son los indicadores
parciales económico, social, ecológico y ambiental, respectivamente, que a
continuación se describen y N es el número total de indicadores.
En relación a la dimensión
económica, se construyó un indicador parcial que relaciona las cuatro principales
actividades económicas que sustentan la economía de la ciudad, considerando los
datos del último censo de población y vivienda (Censo 2002): industria, comercio, servicios y actividades
inmobiliarias. Por tanto, la mayor sostenibilidad económica la registrarán
aquellos barrios que posean mayor porcentaje de población económicamente activa
(PEA) trabajando en las cuatro principales ramas económicas que sustentan el
empleo en
Donde: Ie,
es el indicador económico; se, es el total de población económicamente
activa en las cuatro ramas económicas más importante de la ciudad; y te,
es el total de la población económicamente activa de la unidad espacial.
Para la dimensión social
se aplicó el índice de pobreza de Sen (1982), de acuerdo al método integrado de
medición de la Pobreza (MIP) (ILPES, 1995). Este indicador recoge dimensiones
relevantes para lograr una sostenibilidad social en la ciudad, entre las que se
incluyen acceso al agua potable, estructura de la vivienda, disponibilidad de
servicios sanitarios, nivel de hacinamiento, y el nivel de instrucción del jefe
hogar. La expresión del indicador de sostenibilidad social es el siguiente:
Donde, Is
es el indicador social, p es el número total de viviendas no pobres ; y t,
es el total de viviendas de la unidad espacial considerada.
La dimensión ecológica se
abordó relacionando la proporción de espacios verdes privados en relación al
área total del predio. Se consideró como valor óptimo de área verde (máximo
porcentaje) un 75% del predio, ya que debe existir un porcentaje destinado a la
vivienda u otras áreas sin vegetación dentro del sitio (25%). La información
base se extrajo de una interpretación de fotografías aéreas de cada ciudad,
previamente escaneadas y georreferenciadas, escala 1:5.000 color, año 2003,
facilitadas por ambos municipios.
La expresión de este
indicador es:
Donde, Iec
es el indicador ecológico, v es la superficie total de área verde
(cubierta herbácea, arbustos y árboles) de predios privados con vivienda; y tv,
es la superficie total de predios.
Finalmente, la dimensión
ambiental se operacionalizó a través del porcentajes de hogares con un solo
vehículo particular o hogares sin vehículos, mediante el desarrollo de una
programación en REDATAM+ G4 (CELADE, 2002). La sostenibilidad urbana tiene como
referencia el modelo de ciudad sostenible ejemplificado a través de la ciudad
compacta, donde si bien la población no necesariamente utiliza menos el auto,
por una mayor accesibilidad hay una menor dependencia, generando por lo tanto
beneficios en la economía urbana y el ambiente (McLaren, 1992; Newman 1992).
Por lo tanto, se consideran más sostenible aquellos barrios que poseen sólo un
auto particular o no poseen ninguno por hogar, y menos sostenible los hogares
que poseen dos o más autos, camionetas y furgones particulares por hogar. La
expresión formal del indicador es el siguiente:
Donde, Ia
es el indicador ambiental, vp es el total de hogares con un vehículo
particular (autos, camionetas y furgones particulares) o hogares sin vehículos;
y h, es el total de hogares en la unidad espacial.
Todos estos indicadores
parciales se integraron en el indicador final SER, que luego se agrupó en los
siguientes rangos:
Muy baja sostenibilidad :
Baja sostenibilidad:
Alta sostenibilidad :
Muy alta sostenibilidad :
Finalmente, se
caracterizaron algunos aspectos sociales de estos espacios residenciales, a
través de información censal como nivel educacional, situación laboral y lugar
de migración, recuperados a través del programa REDATAM+ G4. De esta forma, se
exploraron posibles causas que expliquen las variaciones de los distintos
niveles de sostenibilidad que se dan en los barrios evaluados.
Evaluación de la sostenibilidad de los sectores urbanos
Los resultados de los cuatro indicadores parciales
de las dimensiones económica, social, ecológica y ambiental indican notables
diferencias entre los ocho sectores analizados, y son la base para determinar
el indicador de Sostenibilidad de Espacios Residenciales. Por motivos de
espacio el análisis individual de cada indicador parcial no podrá ser abordado,
por lo que se remitirá directamente a los resultados del indicador SER.
La
integración de los resultados de los cuatro indicadores considerados para
evaluar la sostenibilidad de espacios residenciales en distintos sectores de
Chillán y Los Ángeles se aprecia en el Cuadro 2. De los datos obtenidos se
observa que todos los sectores considerados presentan una sostenibilidad de
nivel alto (entre 0,510 y 0,750), excepto el sector casa-huerto familiar que
tiene un valor muy alto de 0,8147. En este sector todos los indicadores
parciales presentan valores altos, salvo el indicador económico.
En Chillán el sector con un menor valor SER
corresponde al barrio de alta densidad (0,6339), donde claramente el factor
ecológico es el que determina el valor final, ya que los tres indicadores
restantes son altos, incluso el indicador social. Mientras que el sector
casa-huerto familiar presenta el mayor valor SER (0,8147), valor incluso
superior a todos los sectores de la ciudad de Los Ángeles.
Por
su parte, los sectores de baja y media densidad en Chillán tienen valores muy
similares (0,7369 y 0,7477, respectivamente), pero con diferencias
significativas entre los valores de los indicadores parciales, especialmente en
el indicador social (86,6% y 53,1%) y el indicador ambiental (52,6% y 98,6%).
Indicador SER para diversos sectores de Chillán y Los Ángeles
Sectores Chillán
|
Ie |
Is |
Iec |
Ia |
ISER |
1.
Baja densidad |
55,6 |
86,6 |
100,0 |
52,6 |
0,7369 |
2.
Media densidad |
57,2 |
53,1 |
90,2 |
98,6 |
0,7477 |
3.
Alta densidad |
59,7 |
93,9 |
0,0 |
99,9 |
0,6339 |
4.
Casa - huerto |
56,7 |
90,5 |
79,6 |
99,0 |
0,8147 |
Sectores Los Ángeles
|
Ie |
Is |
Iec |
Ia |
ISER |
I.
Baja densidad |
31,8 |
93,8 |
100,0 |
56,3 |
0,7045 |
II.
Media densidad |
52,2 |
100,0 |
45,0 |
68,7 |
0,6646 |
III.
Alta densidad |
57,3 |
98,4 |
0,0 |
98,6 |
0,6359 |
IV: Barrio consolidado |
60,9 |
71,2 |
30,1 |
99,1 |
0,6532 |
Nota: ISER indicador de
sostenibilidad de espacios residenciales.
Respecto
a la ciudad de Los Ángeles, el sector de baja densidad presenta el mayor valor
SER (0,7045), aunque la diferencia con el sector de menor valor SER (sector
alta densidad), es baja (0,0686). Los sectores media densidad y barrio
consolidado en Los Ángeles presentan valores SER muy similares (0,6646 y
0,6532, respectivamente), pero valores parciales muy distintos; por ejemplo, el
indicador ambiental es de casi un 100% para el barrio consolidado y sólo un
68,7% en el sector de media densidad. Por otro lado, el indicador social
registra un valor de 71,2% en el sector barrio consolidado, mientras que en el
segundo sector alcanza un 100%.
En
términos comparativos, se puede indicar que los sectores analizados en Chillán tienen
un indicador SER promedio superior al valor de los sectores en Los Ángeles;
0,7333 versus 0,6646.
El rol de la tipología casa-huerto familiar en la sostenibilidad urbana
Los resultados obtenidos
confirman la hipótesis planteada, en términos que el patrón de ocupación
casa-huerto familiar ha registrado el mayor valor SER, respecto a los otros
sectores evaluados en las ciudades analizadas. En términos generales, este
sector presenta dimensiones sociales y ambientales favorables, y en menor medida
económicas y ecológicas, que le otorgan fortalezas para alcanzar un desarrollo
urbano sostenible.
Al
explorar posibles causas que expliquen el desempeño global del indicador SER en
Chillán y Los Ángeles, se constató que de los tres indicadores sociales
revisados: tipo de educación, situación laboral y lugar de origen de la
población (Cuadro 3), no se vinculan directamente con el valor final del SER.
En este sentido, se esperaría que ciertas cualidades socio-espaciales, como una
mayor instrucción, estabilidad laboral e migraciones, indirectamente evaluadas
a través de la información censal, den sustento a los valores de sostenibilidad
examinados al interior de cada sector.
En
primer lugar, predomina un gran porcentaje de población con bajo nivel educacional;
se observa que el 55,7% de la población mayor de 15 años sólo completo la
educación básica, esto claramente repercute en el capital humano del barrio.
Por otro lado, la mitad de la población adulta no forma parte de la población
económicamente activa, sino que está compuesta por dueñas de casa, estudiantes
y pensionados sin trabajar, incapacitados u otra situación que la excluyen de
la fuerza laboral, lo cual influye en la tasa de dependencia y sostenibilidad
económica del sector. Finalmente, casi el 80% de los mayores de 15 años que
viven en este sector no nació en la comuna de origen, es decir son inmigrantes
que probablemente no tengan un sentido de permanencia e identidad territorial
con el barrio.
Los
sectores que presentan mejores condiciones sociales, en términos generales son
las áreas residenciales de baja densidad en ambas ciudades. En estos sectores
el indicador tipo de enseñanza es el más alto respecto a todos los sectores
restantes y señala que la mitad de la población tiene una educación
universitaria (49,6% en Chillán y 55% en Los Ángeles). El indicador de
situación laboral, es el más alto en el caso del sector baja densidad en
Chillán (60,3% de población ocupada), aunque no sucede lo mismo en el caso de
Los Ángeles (55,0%), donde es superada por el nivel ocupacional de las áreas
residenciales de media y alta densidad (61,4% y 59,2%, respectivamente). Por
último, la población que no ha migrado, es decir, que históricamente ha vivido
en las comunas de estudio, no representa un porcentaje significativo en estas
áreas residenciales, pero tampoco es una cifra despreciable (29,7% en Chillán y
48,7% en Los Ángeles, respectivamente).
Nivel educacional, ocupación laboral y migración de la población en los sectores seleccionados
Sectores
Chillán
|
Tipo de
enseñanza (%) |
Situación
laboral (%) |
Migración
(%) |
||||||
(1) |
(2) |
(3) |
(4) |
(5) |
(6) |
(7) |
(8) |
(9) |
|
1.
Baja densidad |
33,5 |
7,6 |
9,1 |
49,6 |
60,3 |
1,5 |
38,1 |
29,7 |
70,2 |
2.
Media densidad |
38,1 |
56,9 |
2,4 |
2,4 |
37,0 |
9,6 |
53,2 |
16,0 |
83,9 |
3.
Alta densidad |
46,8 |
47,7 |
3,2 |
2,0 |
44,1 |
10,6 |
45,2 |
56,1 |
43,8 |
4.
Casa - huerto |
55,7 |
31,9 |
5,9 |
6,2 |
41,9 |
7,8 |
50,2 |
20,8 |
79,2 |
Sectores Los Ángeles
|
(1) |
(2) |
(3) |
(4) |
(5) |
(6) |
(7) |
(8) |
(9) |
I.
Baja densidad |
37,5 |
2,5 |
5,0 |
55,0 |
55,0 |
2,5 |
42,5 |
48,7 |
51,2 |
II.
Media densidad |
36,3 |
7,2 |
12,2 |
44,1 |
61,4 |
2,2 |
36,3 |
33,5 |
66,4 |
III.
Alta densidad |
69,1 |
14,9 |
8,4 |
7,4 |
59,2 |
7,0 |
33,7 |
56,4 |
43,5 |
IV: Barrio consolidado |
50,8 |
42,8 |
2,3 |
3,9 |
44,8 |
8,8 |
46,3 |
67,6 |
32,3 |
Nota: (1)
Enseñanza básica, (2) Enseñanza media, (3) Enseñanza técnica, (4) Enseñanza universitaria,
(5) Población ocupada, (6) Población desocupada, (7) Fuera de la fuerza de
trabajo, (8) Lugar de nacimiento en comuna de origen, y (9) Lugar de nacimiento
fuera de comuna de origen. Población mayor de 15 años.
En
función de las indicadores parciales empleados se puede destacar la importancia
del indicador ambiental en dos aspectos. En primer lugar, porque desde un punto
de vista físico la mayor utilización del automóvil impacta directamente al
medio ambiente a través de la ingente emisión de partículas y gases
contaminantes, además de los problemas de congestión, tiempo de
desplazamientos, seguridad, entre otros. Y en segundo lugar, porque refleja el
mayor problema de las economías de libre mercado referido consumismo excesivo y
desaforado de la población en todo orden de bienes y servicios (Rueda, 1998).
En este caso no basta con satisfacer la necesidad de movilización de los
miembros del hogar con un automóvil, sino que el patrón consumista genera una
demanda desmedida de dos, tres o más automóviles por hogar, desconociendo
cualquier principio de equidad intra e inter generacional.
Los
beneficios de la tipología casa-huerto familiar, además de potenciar la
agricultura urbana y reciclamiento de desechos orgánicos (Santibáñez, 1999),
favorece otros aspectos estratégicos para la sostenibilidad urbana, como: menor
empleo del automóvil, bajos niveles de pobreza, mezcla de usos de suelo,
centralidad, entre otros aspectos que es necesario profundizar.
Los
resultados obtenidos para evaluar la sostenibilidad de la tipología casa-huerto
familiar, coincide con los resultados obtenidos en Chillán (Olave, 1994; Olave et
al., 1996) para evaluar la calidad de vida en distintos sectores de Chillán
(Unidades Estructurales Urbanas, UEU), los cuales se relacionan estrechamente
con el concepto de sostenibilidad urbana. Estos resultados que integran riesgos
naturales y ambientales, calidad del vivienda, situación social y percepción de
la población, son congruentes con los resultados obtenidos, ya que clasifica a
dicha tipología (UEU Nº 8 que corresponde al sector casa-huerto familiar ) en
un nivel medio-superior de calidad de vida.
En
términos de variables consideradas en el indicador SER, existen pocos estudios
que combinen aspectos físicos como áreas verdes con aspectos sociales como la
pobreza, rama de actividad económica y uso del automóvil, para determinar la
sostenibilidad urbana a escala local. Investigaciones como
De
igual manera, Ortiz et al. (2002) fusiona aspectos como densidad de la
población, status ocupacional y detección de amenazas naturales por
actividad sísmica y tsunamis para determinar zonas con diferente vulnerabilidad
física y social en la ciudad de La Serena, sin embargo no cubren la temática
específica de la sostenibilidad urbana.
Otro
enfoque interesante es el empleado por Diappi y Franzini (2000) para evaluar la
sostenibilidad urbana a escala micro-urbana en
Conclusiones
En primer lugar, se puede concluir que el empleo de
herramientas para medir objetivamente la sostenibilidad urbana, como el
indicador SER, tiene una gran importancia para evaluar la compleja y rápida
dinámica de crecimiento urbano de estas ciudades intermedias, especialmente
desde una perspectiva de contrastes socio-espaciales. Estos resultados permiten
orientar el crecimiento y generar estrategias con miras a un desarrollo
sostenible urbano.
En términos específicos, los resultados permiten
concluir en la necesidad de fortalecer los atributos espaciales de ciertos
barrios urbanos, que optimizan las estructuras y funciones económicas, sociales
ecológicas y ambientales, como es el caso de la tipología casa-huerto familiar
en Chillán Viejo. Esta tipología favorece aspectos estratégicos para la sostenibilidad
urbana, como menor empleo del automóvil, bajos niveles de pobreza, mezcla de
usos de suelo, centralidad, gran cantidad de áreas verdes privadas, desarrollo
de agricultura urbana y reciclamiento de desechos orgánicos, entre otros. Al
mismo tiempo, evidencia algunas desventajas como el escaso aporte de la
población económicamente activa, bajo nivel educacional y envejecimiento de la
población, que es necesario evaluar para la sustentación de este tipo de barrio
en el futuro.
En definitiva, la tipología urbana casa-huerto
familiar presenta condiciones favorables para lograr una ciudad más sostenible.
En este sentido, si las ciudades optan por un crecimiento extensivo y difuso,
sería aconsejable exigir a los proyectos inmobiliarios que consideren estándares
urbanos similares a esta tipología, a modo de asegurar buenas condiciones de
habitabilidad, especialmente para los sectores más desposeídos y también
aportar sentido de identidad territorial a la población, junto con los
servicios ambientales y ecológicos que esta tipología ofrece al sistema urbano.
De esta forma, esta tipología debiera constituirse en una alternativa
interesante de considerar en la implementación de los nuevos patrones de
asentamientos humanos, así como debiera hacerse el esfuerzo para conservar este
tipo de morfología urbana.
Por último, se recomienda que todas las ciudades del
país, en especial las intermedias, cuenten con una Agenda Local 21 que permita
verter todos los principios y objetivos del desarrollo sostenible, y proponer
acciones y formas concretas para alcanzarlos. Esta herramienta de gestión
urbana –ojalá de carácter normativo– permitiría orientar las esferas
económicas, sociales y ecológicas del desarrollo sostenible local a partir del
conocimiento particular de cada ciudad. Por ejemplo, deberían confeccionarse
planes, programas y proyectos, en el contexto de esta Agenda Local 21, para
mejorar o restaurar elementos específicos del medio urbano tales como: aumentar
la cobertura de áreas verdes públicas, integración vial de barrios,
implementación de ciclo vías, descontaminación de cauces naturales, protección
de vida silvestre urbana, fortalecimiento de la vegetación privada,
peatonalización de vías, favorecer el uso de suelo mixto, recuperación de
espacios públicos como sitios eriazos o cauces de esteros, eliminación de ghettos
de extrema pobreza, educación a la comunidad sobre uso de combustibles
domiciliarios limpios, fomentar la agricultura urbana, reciclado de residuos,
entre otros. Esta medidas debieran dirigirse, especialmente a los sectores más
deficitarios y a aquellos barrios que demuestren una mayor potencialidad para
alcanzar una ciudad sostenible, como la tipología casa-huerto familiar en
Chillán Viejo o barrios consolidados que favorezcan una mayor sostenibilidad del
sistema urbano. Del mismo modo, se debiera instaurar un sistema de indicadores
de sostenibilidad urbano para evaluar los avances o retrocesos de tales
medidas, como por ejemplo el indicador SER y otros de amplia difusión.
De igual manera, es importante que los resultados de
estos indicadores de sostenibilidad se compartan con una red de ciudades
intermedias nacionales e internacionales, para generar un intercambio de
experiencias de buenas prácticas. Estas iniciativas podrían ser aplicadas en
otras ciudades para potenciar los elementos positivos y advertir dificultades
que sean prevenidas.
[1] Proyecto Fondecyt 1050649.
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© Copyright Cristian Henríquez Ruiz, 2005
© Copyright Scripta Nova, 2005
Ficha bibliográfica:
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