Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona.
ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. IX, núm. 194 (78), 1 de agosto de 2005

 

REESTRUCTURACIÓN ECONÓMICA Y REFUNCIONALIZACIÓN TERRITORIAL EN MÉXICO: SU IMPACTO EN EL SISTEMA REGIONAL Y EL URBANO EN MÉXICO 1980-2000

 

Maestro Orlando Eleazar Moreno Pérez

Universidad Nacional Autónoma de México. Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragön.

E- Mail: ormor@servidor.unam.mx


Reestructuración económica y refuncionalización Territorial en México: su impacto en el sistema regional y el urbano en México 1980-2000 (Resumen)

En el presente trabajo se analiza el impacto que han traído en las regiones y el sistema urbano, los cambios en la estructura económica del país, trayendo una conformación regional en función a las necesidades del capital transnacional y excluyendo a vastas regiones del desarrollo; a la vez de perfilar una tendencia de metropolización del sistema urbano nacional, toda vez que aumenta el número de ciudades que rebasan sus límites político-administrativos. De esta manera, a nivel regional tenemos un país con las siguientes características: Una región norte, con un área de maquiladoras en la frontera y unas ciudades toyotistas, articuladas  con  California y Arizona al noroeste y con Texas al noreste. Esta región según algunos autores como Hiernaux, Villareal y Delgadillo, entre otros, forma una segunda frontera. Entre esta frontera y una tercera frontera delimitada al sur por la Ciudad de Puebla, están las zonas metropolitanas que forman un triangulo articulador del territorio que conforman un eje dinamizador del desarrollo regional; al norte tenemos a Monterrey, al oeste está Guadalajara y al sur la Ciudad de México. Finalmente, al sur de la tercera frontera tenemos la región sur y sur –este del país que, con excepción de las zonas turísticas, ha sido excluida del desarrollo económico y que mediante el Plan Puebla Panamá, se pretende integrar al desarrollo, en función de las necesidades de recursos naturales de las grandes corporaciones de la economía global. En lo que respecta el sistema urbano nacional, se va profundizando el desequilibrio de nuestro sistema de ciudades, favoreciendo el crecimiento de las metrópolis que para 1995 son 6 con más de un millón de habitantes.  Es importante señalar que en el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México ZMCM su tasa de crecimiento se eleva al 2% anual, lo cual es consecuencia del proceso de megalopolización que está ocurriendo en este espacio urbano y que, para el 2000 albergaba aproximadamente a más de 23 millones de habitantes. Esta modalidad de crecimiento urbano profundiza las desigualdades regionales al concentrar en las áreas metropolitanas las principales actividades económicas. Sin embargo, lo más significativo es que la urbanización refleja los cambios en la estructura de la economía nacional. Esta se caracteriza por un proceso de centralización oligopólica del capital, principalmente del extranjero que a partir del capital financiero, dinamiza la actividad económica del país en función de las necesidades de la “globalización”. La metamorfosis económica resultante de esta dinámica globalizadora se expresa en la consolidación de una organización territorial con tres regiones policéntricas hegemónicas: La megalópolis de la ciudad de México; La metrópolis de Guadalajara y la de Monterrey, las cuales dinamizan el desarrollo económico y regional de todo el país.

 

Palabras Clave: Reestructuración, Refuncionalización, Sistema urbano-regional, Metropolización, Megalopolización

 


The Economical Restructurization and Territorial Refuncionalization in Mexico:  Its impact on the regional and urban systems in Mexico 1980-2000 (Abstract)

The impact that has been brought to the different regions and the urban systems (of Mexico); the changes in the economical structure of the country, bringing about a regional re-adaptation creating a dependency on transnational capital and excluding vast regions of development; as well as outlining a tendency of the metropolization of the national urban system, and the ever increasing number of cities which are surpassing their political-administrative limits.  Because of this, on a regional level, we have a country with the following characteristics.  The Northern Region, with a zone of assembly plants along the border and a few “toyotist” cities, along the northwestern border with California and Arizona and the northeastern border with  Texas. According to some authors such as Hiernaux, Villareal and Delgadillo, among others, this region is a second border. Between this second border and a third border, whose boundary line is the city of Puebla, are the metropolitan zones that form a well-defined triangle that makes a dynamic hub of regional development:  to the north we have Monterrey, to the west is Guadalajara and to the south, Mexico City. Finally, to the south we have a third border in this country; the south/southeast region, which, with the exception of tourist areas, has been excluded from the economical development.   By means of the Plan Puebla Panama,  the hope is that (this region) will begin experiencing growth by meeting the need for natural resources for large corporations of the global economy. With respect to the national urban system, there is a deepening imbalance of our system of cities; with a tendency towards growth among the metropolises that by 1995, six of which had more than one million inhabitants.  It is important to note that in the case of the metropolitan zone of Mexico city, (ZMCM) its growth rate has raised to 2 % annually, which is a consequence of the megapolization process that is happening in this urban space and by the year 2000 will house over 23 million inhabitants. This mode of urban growth increases the regional inequalities as the principal economic activities are concentrated in the metropolitan areas.  However, what is most significant is that the urbanization reflects those changes in the structure of the national economy.  This is characterized by a process of oligopolistic centralization of capital, principally of foreign origin,  which speeds up the country’s economic activity depending on the needs of the “globalization”.  The resulting economical metamorphosis of this globalizing dynamic is expressed in the strengthening of a territorial organization with three hegemonic, polycentric regions:  the megalopolis of Mexico City and the metropolises of Guadalajara and Monterry, which are accelerating the economical and regional development of the entire country.

 

Key words: Restructurization, Refuncionalization, Urban-regional system, Metropolization, Megalopolitzation


 

Globalización transnacional y reestructuración espacial

 

 En los últimos veinte años el capitalismo ha experimentado una serie de transformaciones en su estructura que han dado paso a lo que se conoce como proceso de globalización y que, en rigor podríamos denominar “globalización transnacional” por ser las grandes corporaciones transnacionales sus principales impulsoras y  cuya base de sustentación tecnológica la encontramos en la informática y las telecomunicaciones.

 

 Este proceso en donde la empresa transnacional se ha convertido en el elemento dinamizador de la expansión de las relaciones de producción y distribución capitalistas, merced al desarrollo de las fuerzas productivas materializadas (aunque parezca paradoja) en el desarrollo de los sectores de la informática y de las telecomunicaciones, no tan sólo ha expandido el proceso de concentración y centralización [1] del capital a nivel mundial, ensanchando el mercado mundial bajo la égida del capital financiero transnacional, sino que además, ha traído transformaciones en el tiempo de rotación del capital, reduciendo de manera nunca antes experimentada el tiempo de circulación, como consecuencia del desarrollo de las antes citadas informática y telecomunicaciones. Al mismo tiempo, se extiende el tiempo de trabajo al diseminar,  en distintos puntos del orbe, procesos técnico – productivos que, encadenados, permiten darle continuidad a la producción capitalista, al tiempo de producir una serie de cambios en el proceso de trabajo que han impactado en su organización, particularmente en los sistemas conocidos como fordistas de empleo automatizado, a partir de las líneas de montaje productivo de carácter rígido y estandarizado, sustituyéndolos por sistemas de producción más flexibles que permiten su localización en distintos lugares a la vez. Todo esto es posible gracias a la existencia de una gestión del proceso de manera programada vía  flujos continuos de información y de materiales que permiten un encadenamiento continuo de todo el ciclo de producción de las mercancías. Esto trajo como consecuencia el establecimiento de una nueva división internacional del trabajo, bajo el control del gran capital financiero transnacional.

 

La reestructuración económica ocurrida en este lapso sentó las bases para el establecimiento de una nueva dinámica de acumulación a partir de un patrón orientado, en el “centro” , al impulso de las ramas productivas del sector de la informática, la electrónica, la ingeniería genética, Así mismo el impulso en mayor medida al sector científico educativo y a la diversificación del sector de los servicios, principalmente los financiero crediticios, informáticos, al productor y mercadológicos,  los cuales mediante la utilización de la tecnología de los sectores informático y de las telecomunicaciones, controlan los flujos financieros de todo el mundo.

 

A la vez que la revolución de la informática y de las telecomunicaciones ha permitido la reducción del tiempo de circulación del capital, también ha traído consecuencias en términos de la reducción del espacio. Esto significa que ha habido un proceso de reestructuración espacial del capitalismo que ha producido una serie de transformaciones que se manifiestan en lo que entendemos como el desarrollo regional y urbano.    

 

La globalización transnacional extiende las relaciones de producción y distribución capitalista por todo el orbe. Esto tiene su expresión espacial que afecta las diversas regiones en el mundo provocando desequilibrios al interior de cada país como consecuencia de la reestructuración del territorio y del sistema urbano promovida por las empresas transnacionales. En el nivel de los Estados se establecen nuevas relaciones entre éstos y la sociedad. El concepto de Estado Nacional basado en la existencia de una población y un territorio, cede su lugar a la transnacionalización del territorio (Milton Santos 1996), trayendo como consecuencia una crisis de representación e identidad  de la sociedad que también se expresa en términos espaciales.

 

La transnacionalización del territorio genera contradicciones que se manifiestan en los siguientes fenómenos:   integración – desintegración; reestructuración – desestructuración.

 

La expansión del capitalismo ejerce una tendencia a integrar a todos los territorios bajo su égida al introducir por una parte las relaciones de producción y distribución capitalistas, al tiempo de desarticular aquellas relaciones de producción y distribución precapitalista que lo obstaculizan. Esta ha sido una constante en cada etapa del desarrollo capitalista que ha servido de base para la expansión que experimenta el capitalismo contemporáneo.

 

A partir de estas formas de integración económica internacional, se han formado megaregiones supranacionales que reestructuran el espacio mundial en función de las necesidades de reproducción del capital productivo, mercantil y dinerario de las transnacionales, generando una nueva dinámica territorial que se expresa en la constitución de grandes bloques económicos como son: La Unión europea; El Tratado de Libre Comercio de América del Norte ( que es el primer paso de una integración de todo el continente, pasando por otros tratados de libre comercio con otros países latinoamericanos y cuyo referente es el ALCA) y La Cuenca del Pacífico. Estas megaregiones formadas por bloques económicos, constituyen la actual economía – mundo (Ianni 1998), sistema – mundial (Wallerstein 1996) o capitalismo informático – global (Borja y Castalls 1998; Dabat 2002), dominado por Los Estados Unidos al frente, Alemania – Francia y Japón.

 

Bajo estos criterios el potencial de desarrollo urbano regional[2] depende no de las necesidades locales, ni nacionales, lo que genera un proceso de desintegración y desestructuración  económica y social, al excluir a ciertas regiones subnacionales del proceso de desarrollo, profundizando los desequilibrios  urbano-regionales ya existentes y exacerbando las tensiones sociales y políticas en  los territorios nacionales.

 

Así, las condiciones de integración supranacional desigual y excluyente, lejos de ser la solución para los problemas del desarrollo de los países y constituir un nuevo orden mundial justo y equilibrado, ha acentuado la crisis de soberanía y de gobernabilidad, ha empeorado las condiciones de vida de cerca de cinco mil millones de personas, ha profundizado la crisis ambiental y ha profundizado las disparidades regionales subnacionales.

 

Capital monopólico, Globalización  y metropolización

 

 Con el surgimiento de los monopolios y la participación del capital financiero, el proceso productivo incrementó en magnitudes nunca antes vistas la masa de productos y con ello se dio un cambio cualitativo en la estructura interna del capital que se expresó entre otras cosas en la organización del trabajo asalariado en grandes complejos productivos que abarcaron prácticamente todos los sectores productivos  (introduciendo nuevos sistemas de producción basados en el taylorismo, como es el fordismo)  incrementando  el proceso de socialización del capital que se materializó en una mayor concentración y centralización del capital. Este proceso fue apoyado de manera decisiva por el Estado. La participación del Estado en este proceso de cambio de la estructura interna del capital, debido al surgimiento de los monopolios y el capital financiero, consolidó a los “modernos estados dominantes y permitió también la consolidación subordinada de los estados   nacionales de América Latina, África y Asia.

 

De esta manera,  se hizo posible que en los países dominantes se diera una revolución productiva sin parangón en la historia de la humanidad. Con estas ventajas, los Estados de los países dominantes pudieron imponer a los demás Estados las modalidades de desarrollo en función de sus propios intereses, mediante la acción combinada de las empresas transnacionales y los llamados organismos de cooperación y desarrollo, provocando un proceso de movimientos internacionales de capitales y de expansión del mercado mundial.

 

En el caso de los países subordinados, el Estado coadyuvó al desarrollo de un mercado interno, provocando una transformación social y territorial que se tradujo en un proceso de urbanización y desarrollo regional acorde con las necesidades de procesos técnico productivos definidos en el exterior. Este proceso posibilitó que las grandes ciudades, tanto de los países dominantes, como los dominados, experimentaran un proceso de metropolización que es una expresión de la etapa monopólica del desarrollo capitalista.

Las transformaciones del capital dinero, productivo y mercantil, trajeron  como  consecuencia, aglomeraciones urbanas que sirven de sustento para su funcionamiento. Estas aglomeraciones son, en la mayoría de los casos, metrópolis que reproducen en su estructura interior las relaciones de producción y distribución capitalista.

 

 De la misma manera, los cambios en el estructura interna del capital trajeron cambios en el ámbito de la rotación del capital, prolongando el tiempo de producción mediante su distribución por todo el planeta, mientras que por otra parte se experimenta una reducción del tiempo de circulación  provocando una revolución en la esfera de las comunicaciones y los transportes que enlazó a las distintas regiones del planeta, generando una red urbana global en donde se establece una jerarquía que corresponde a la división de países en dominantes y dominados y a la división internacional del trabajo.

 

Las transformaciones ocurridas en el sistema capitalista desde la década de los treinta, hasta la de los setenta, tanto en el ámbito de los procesos productivos, como en el mercado mundial capitalista,  llevaron a la crisis de la primera mitad de los años setenta que,  generó las condiciones de su ulterior expansión en la etapa actual que hemos caracterizado como la de la globalización transnacional.

 

Estas condiciones crearon la base material y social para que, a partir de la jerarquía urbana, determinada desde la etapa anterior, a partir de la década de los setenta y ochenta, se centralizaran todas las funciones de dominio del gran capital transnacional, estableciendo una serie de ciudades globales  que subordinan a ciudades y regiones de todo el orbe, según su propia dinámica  y conforme a sus intereses. De tal manera que las leyes de  la acumulación capitalista en el nivel territorial en todo el mundo, se expresan en el papel  que juegan dentro de la jerarquía urbana, cada ciudad y metrópoli. Con lo que surgieron una serie de ciudades globales de primer orden que dominan en el contexto de la economía – mundo (Ianni) cuyo eje central lo encontramos en Nueva York – Berlín-Paris – Tokio, como ciudades globales de primer orden y que también incluye a Londres.

 

El resto de los países de esta economía – mundo lo conforman los países dominados, cuya dinámica económica depende de la de los países hegemónicos. Y cuyas metrópolis, responden a la dinámica de funcionamiento de las urbes dominantes. En estas condiciones los países dominados han visto profundizada su subordinación y, en consecuencia, son quienes han pagado el precio de la “globalización” al ver que lo único que se ha globalizado para ellos es la explotación, la pobreza y la depredación de la naturaleza. Es por eso que en el caso de las grandes metrópolis del mundo dominado, podemos observar de una manera cruda una mayor polarización económica y social, en donde grandes zonas de éstas aglomeran numerosos contingentes de población segregada que vive en condiciones de marginalidad y pobreza urbana extrema.

 

Desarrollo económico y refuncionalización urbana y regional en México

 

 Como se señaló, la “globalización” produce procesos de reestructuración y refuncionalización de las ciudades y las regiones producidos por la nueva organización del proceso técnico-productivo en función de las “ventajas comparativas y competitivas” de los grandes conglomerados económicos y no de los países por lo que, de esta manera, imponen nuevos roles al “desarrollo” urbano-regional en los países dependientes, profundizando su sometimiento y subordinación.

 

En México estos cambios involucran al sistema urbano regional, reforzando la incorporación de algunas regiones y centros urbanos al proceso de integración a la economía de los Estados Unidos, al tiempo excluir a otras del desarrollo económico y tecnológico.

 

La expresión espacial de la nueva estructura económica, nos permite distinguir ciertas regiones que resultaron favorecidas. Así podemos ver que con el incremento de la actividad maquiladora, principalmente en el norte del país, se dio un crecimiento de centros urbanos como son los ubicados en el Estado de Baja California, cuyo saldo neto migratorio en términos relativos representó un incremento de 12.88 por ciento entre 1985-1990[3], siendo el segundo a nivel nacional, después de Quintana Roo con 18.13 por ciento[4]. Así podemos entender que el incremento de la población en las ciudades fronterizas de ese Estado (Tijuana y Mexicali), no tan sólo se debe a que son un paso obligado para aquellos mexicanos que intentan emigrar hacia los Estados Unidos, sino también a la oferta de puestos de trabajo, producto de las maquiladoras y el efecto multiplicador en el empleo que esta conlleva.

 

 Señalamos el caso de Baja California como ejemplo del fenómeno de aglomeración urbana que está ocurriendo en las ciudades fronterizas del norte de la República (Tijuana, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros). Así, el impacto ejercido por la concentración urbana en esa parte del país, conformó el subsistema de ciudades Tijuana-Mexicali-Ensenada y hacia el este, Tecate y San Luis Río Colorado, este último en el Estado de Sonora. También en este Estado tenemos Nogales – Hermosillo y Guaymas. Cabe señalar que dado su aislamiento con respecto al resto del país, estos subsistemas tienden a integrarse económicamente con el subsistema urbano del sur de California y Arizona en los Estados Unidos. Algo similar ocurre con las otras ciudades fronterizas, lo que esta ocasionando la conformación de una nueva región económica que abarca ambos lados de la frontera de México y Estados Unidos y que constituye una situación bastante interesante y compleja, digna de estudiarse más.[5]

 

Es importante señalar en este punto que el desarrollo regional del norte del país, ha ocasionado una especialización, sobre todo en la frontera. Esta situación ha dado paso a que algunos estudiosos establezcan ciertas subregiones dinamizadoras del desarrollo. Estas corresponden al noroeste, al pacífico norte (Cuenca del mar de Cortés) y el noreste.[6] Se puede decir que la primera y tercera, pueden ser consideradas como regiones dinamizadoras del desarrollo. En cuanto a la primera ya se han hecho algunos señalamientos. Por lo que se refiere a la región noreste conformada por los Estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, se puede considerar como la de mayor crecimiento económico, tanto en lo que se refiere a la producción manufacturera como al empleo. Ya que durante el período de 1980-1988, sus tasas de crecimiento fueron del orden de 1.8 por ciento promedio anual y 12.6 por ciento respectivamente. En contraste con el promedio nacional 1.7 por ciento y 1.9 por ciento.[7]

 

Cabe hacer mención que como parte de esta región tenemos dos subsistemas de ciudades de gran importancia a nivel nacional: el de Nuevo Laredo-Reynosa-Matamoros y Monterrey-Saltillo y Sabinas Hidalgo. Estos elementos junto con otros convierten a esta región  en   la  de  mayor   dinamismo a  nivel  nacional,  sobre  todo  por  su  integración económica a Texas, una de las economías más fuertes, tanto económica, como políticamente dentro de los Estados Unidos de Norteamérica.

En lo que se refiere a la industria petrolera y su impacto en la región del golfo, ésta abarca los Estados de Tamaulipas al norte, Veracruz al centro, Tabasco y Campeche al sur. Los subsistemas de ciudades que conforman esta macroregión son varios y están vinculados a su vez a otros subsistemas, dado que ésta tiene mayor integración, tanto con la región noreste, como con la centro este, siendo esta última la región que ejerce mayor fuerza de atracción y concentración de población.

Así, sobresalen en esta macroregión al noerte los subsistemas: Tampico - Ciudad Madero - Poza Rica - Tuxpán. Este subsistema ejerce su influencia en ciudades como Ciudad Valles, Ciudad Mante, Pánuco, Huauchinango; en el centro tenemos Veracruz, cuya función en la organización del territorio sobre todo la región del golfo y centro - este, ha sido siempre muy importante. Esta ciudad, ejerce su influencia sobre las ciudades de Xalapa, Orizaba y Córdoba.

 

 En su parte sur tenemos el subsistema Coatzacoalcos - Minatitlán; el subsistema Villahermosa - Campeche, ejerciendo su influencia sobre La Venta, Cárdenas, Huimanguillo, Teapa, Macuspana, Champotón, Ciudad del Carmen, Frontera y Escarcega.

 

 Finalmente tenemos la macroregión centro, la cual esta dividida en dos: la centro - occidente y la centro - este. La principal característica de está última es la influencia que ejerce la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y la corona de ciudades que conforman la megalóplis del centro de la República sobre todas las grandes y pequeñas regiones de la macroregión centro. Esta influencia debe considerarse como una constante en el desarrollo regional dada su importancia económica, política, social y cultural.

 

Precisamente a partir de esta gran atracción y concentración de población y de todo tipo de actividades en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y de la megalóplis del centro (que las constituyen en el mayor mercado del país) el gobierno de la República estableció desde principios de los ochenta, una estrategia para controlar el crecimiento de la ZMCM y propiciar la descentralización de las actividades económicas y de la población. Para ello las políticas urbano - regionales se orientaron a impulsar el crecimiento de ciudades medias, mediante el desarrollo de sistemas de ciudades regionales, estableciendo una red jerarquizada de servicios. Así pues, aprovechando la propia dinámica de desarrollo de algunas ciudades se impulsó el desarrollo de toda una red de ciudades que a partir del espacio que circunda la ZMCM se define la llamada “Cuenca económica de México”, constituida por los Estados de: México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Hidalgo y Querétaro. Esta cuenca económica, como dice el Dr. Bassols, forma “el primer eslabón de la cadena de regiones sobre la cual influye la ZMCM y en cuya área central se ubica la mancha urbana”.[8]

 

De esta manera, dentro de la macroregión centro, en la región centro - este, es la que observa la mayor concentración de las actividades y, en consecuencia la que observa un saldo neto migratorio en términos relativos, por encima de la media nacional y del crecimiento de la población. Así, por ejemplo, tenemos el caso de los Estados de México, Morelos, Querétaro, con un 6.0 por ciento, 4.9 por ciento y 4.33 por ciento[9] respectivamente.

 

 Los vínculos entre la cuenca económica de México con los demás Estados que constituyen la macroregión centro, integran un gran conglomerado regional y urbano, constituido por los Estados de Veracruz, San Luis Potosí, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Aguascalientes, Colima y Zacatecas.

 

La conformación de redes urbanas en todo este espacio geográfico, se consolidó en la década de los ochenta, dándose una mayor concentración y especialización de la infraestructura productiva, de comunicaciones y transportes, comercial y de servicios. Esto está provocando una mayor presión sobre la estructura y uso de la tierra, así como de los recursos naturales, no tan sólo de esta gran macroregión, sino también de las otras del país. Esta situación provocará un impacto sobre las otras regiones menos favorecidas, ocasionando grandes desigualdades productivas inter-regionales, lo que dificultará un desarrollo regional equilibrado.

 

Así, la gran concentración y centralización de las actividades económicas en la región centro reproduce las condiciones de desigualdad regional, perpetua el fenómeno de atomización y fragmentación de la población de la región pacífico sur, así como de algunas subregiones de los Estados de México, Hidalgo y Puebla e impide una distribución  más racional de las actividades económicas y de la población.

 

De la descripción hecha podemos perfilar  un desarrollo regional del país con las siguientes características:

 

Una región norte, con un área de maquiladoras en la frontera y unas ciudades toyotistas, articuladas  con  California y Arizona al noroeste y con Texas al noreste. Esta región según algunos autores como Hiernaux, Villareal y Delgadillo, entre otros, forma una segunda frontera.

 

Entre esta frontera   y una tercera frontera delimitada al sur por la Ciudad de Puebla, están las zonas metropolitanas que forman un triangulo articulador del territorio que conforman un eje dinamizador del desarrollo regional; al norte tenemos a Monterrey, al oeste está Guadalajara y al sur la Ciudad de México.

 

Finalmente, al sur de la tercera frontera tenemos la región sur y sur –este del país que, con excepción de las zonas turísticas, ha sido excluida del desarrollo económico y que mediante el Plan Puebla Panamá, se pretende integrar al desarrollo, en función de las necesidades de recursos naturales de las grandes corporaciones de la economía global.

Esta es en síntesis el perfil del desarrollo regional de nuestro país como consecuencia del proceso de desarrollo económico ocurrido durante los últimos veinte años, en el contexto de la globalización capitalista.

 

Proceso de metropolización en México

 

El fenómeno de metropolización se presenta cuando el crecimiento de una ciudad rebasa su límite político administrativo territorial para conformar un área urbana ubicada en dos o más municipios. Esta definición fue planteada por primera ocasión por Luis Unikel y Gustavo Garza (1978), incorporándole los siguientes elementos:

 

1) componente demográfico que incluye  los movimientos intraurbanos del tipo centro-periferia.

 2) distribución del empleo

 3) territorial, determinado por el grado de fragmentación las entidades federativas en municipios.

 

 De este concepto de metropolización se siguió al concepto de área metropolitana que tiene referencia con  la estructura urbana que se extiende en el territorio de dos o más municipios con usos del suelo de naturaleza no agrícola y que, partiendo del núcleo o centro comercial y de negocios, presenta continuidad física en todas direcciones hasta que se interrumpe en forma notoria por terrenos de uso no urbano como bosques, sembradíos, o cuerpos de agua. Del concepto de  área metropolitana se pasó a la definición de zona metropolitana que se diferencia  del área porque su límite abarca  la primera, pero su delimitación  incluye los límites de las unidades político administrativas menores, que para el caso mexicano son los municipios (Unikel, Ruíz y Garza, 1978: 117-118).

 

 En el caso de nuestro país, el proceso de metropolización se inicia en la década de los cuarenta, cuando las ciudades centrales de México, Monterrey, Orizaba, Tampico y Torreón rebasaron sus límites político administrativo. Como señalamos, la primera delimitación de zonas metropolitanas en el país fue planteada por Unikel, Ruíz y Garza (1978: 119-135) cuyo método consistió en agrupar municipios contiguos que manifestaran un carácter predominantemente urbano y una interdependencia mayor con la ciudad central que con cualquier otra. Para lo anterior se utilizaron cinco variables cuantitativas de los municipios de estudio:

 

1.- Porcentaje de la PEA no agrícola.

2.- Grado de urbanización.

3.- Valor agregado industrial.

4.- Incremento medio de la población.

5.- distancia entre el centro de la ciudad y la cabecera municipal.

 

A partir de estas variables se definieron 12 zonas metropolitanas:

-         Ciudad de México                    Chihuahua

-         Monterrey                                 Tampico

-         Guadalajara                              León

-         Puebla                                      Torreón

-         Orizaba                                     Mérida

-         Veracruz                                   San Luis Potosí

 

Tales zonas agrupaban a 15 de las 16 delegaciones del D.F. y 48 municipios de todo el país; su población en 1970 era de 14.8 millones de habitantes que representaban 30.1 por ciento de la población nacional.

 

Un segundo ejercicio de delimitación fue elaborado por Negrete y Salazar (1986) para conocer las zonas metropolitanas del país en 1980. Seleccionaron los municipios con una localidad de al menos 50,000 habitantes en 1980, y posteriormente configuraron un agrupamiento cartográfico de municipios contiguos a los primeros que potencialmente integrarían un primer, segundo o tercer contorno a la ciudad central. Se utilizaron cinco variables (grado de urbanización, tasa de crecimiento demográfico, elasticidad de crecimiento de la PEA no agrícola, densidad de población y productividad industrial) a las que se corrieron análisis de conglomerados, factorial y discriminante.

 

El resultado fue la delimitación de 26 zonas metropolitanas que incluían las 12 ya definidas por Unikel, Ruíz y Garza en 1970 más otras 14:

 

      -    Toluca                               Córdoba

-         Coatzacoalcos                   Zamora

-         Cuernavaca                       Zacatecas

-         Xalapa                               Guaymas

-         Poza Rica                          Cuautla

-         Monclava                           Colima

-         Oaxaca                              Tlaxcala

 

Cabe señalar que la zona metropolitana de León se denominó “Región urbana del Bajío”, que incluía al municipio de León y otros nueve municipios, entre los cuales se encuentran ciudades medias importantes como Celaya, Irapuato, Salamanca y Guanajuato. Las 26  metrópolis abarcaban las 16 delegaciones del D.F. y 115 municipios con una población en 1980 de 26.1 millones de habitantes, representando 39.1 por ciento de la población del país.

 

La delimitación más utilizada en los noventa fue elaborada por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), que estableció 4 zonas metropolitanas y 30 conurbaciones; éstas equivalen al concepto de área metropolitana.

 

En las 34 metrópolis consideradas por el CONAPO se incluyen 25 de las 26 definidas por Negrete y Salazar, excluyendo a Chihuahua y delimitando a León como conurbación y no como región metropolitana del Bajío. Así, 9 metrópolis se incorporaron a la lista:

-         Aguascalientes                -   Irapuato

-         Cancún                            -   Querétaro

-         Celaya                             -   Reynosa

-         Chilpancingo                  -   Saltillo 

-         Guanajuato

 

Las cuatro zonas metropolitanas incluían al D.F. y 57 municipios, en tanto que las 30 conurbaciones agrupaban 87 localidades de igual número de municipios. Para 1990 la población de las 4 zonas y 30 áreas metropolitanas sumaba 32.1 millones y representaba 39.5 por ciento del total nacional.

 

Una segunda delimitación de zonas metropolitanas (zm) en México durante la década de los noventa apareció en el Programa de Desarrollo Urbano 1995-2000 y específicamente en el Programa Estratégico de 100 Ciudades.

 

 De lo anterior se da paso a dos conclusiones:

1.- Es innegable el avance del fenómeno de metropolización en el país, ya que los estudios nos muestran que un número cada vez mayor de ciudades centrales rebasan su límite político administrativo.

2.- La delimitación de dichas metrópolis no ha sido homogénea en cuanto a la metodología utilizada y los resultados propuestos..[10]

 

 

Desarrollo económico y metropolización en México

 

El tradicional proceso de concentración de la población en las principales ciudades de México, comienza durante los ochenta a advertir una desaceleración que en un primer momento fue  más notable por la aguda crisis de principios de los ochenta, pero que marca un punto de inflexión en el proceso de urbanización mexicano.

 

El crecimiento de las metrópolis va disminuyendo en términos relativos, mientras que se incrementa de manera considerable el de algunas ciudades intermedias (100 mil a 1 millón de habitantes).  Durante el período 1950-1970, la tasa de crecimiento anual de la población de la ZMCM fue de 5.9 por ciento, la de Guadalajara fue de 6.7 por ciento, la de Monterrey de 6.8 por ciento y la de Puebla de 5.8 por ciento. Para el período de 1970-1990, la tasa disminuyó a 2.6, 3.5, 3.8 y 4.3 por ciento respectivamente. Por otra parte, las ciudades intermedias pasaron de 32 en 1970 a 55 en 1990 y de éstas las que crecieron a una tasa más alta durante la década de los ochenta fueron: Cuautla 12 por ciento, Tuxtla Gutiérrez 7.5 por ciento, Querétaro 6.7 por ciento, Celaya 6.4 por ciento, Cuernavaca 6.3 por ciento, Guanajuato 6.2 por ciento, Chilpancingo 5.9 por ciento, La Paz 5.6 por ciento, Tehuacán 5.5 por ciento, Zacatecas 5.4 por ciento y Coatzacoalcos 5.4 por ciento. En cuanto al crecimiento de las ciudades fronterizas, en el mismo período su tasa de crecimiento fue: Tijuana 5.1 por ciento, Ensenada 3.6 por ciento, Mexicali 2.6 por ciento, San Luis Río Colorado 2.3 por ciento, Nogales 5.0 por ciento,  Ciudad Juárez 3.9 por ciento, Nuevo Laredo 0.8 por ciento,  Reynosa 3.0 por ciento y Matamoros 3.6 por ciento[11]

 

Para el año 2000 según el CONAPO el sistema urbano nacional estaba constituido por una megalópolis del centro con 23.52 millones de personas. Seis Metrópolis  de más de un millón de habitantes, con cerca de 11.62 millones de personas.

 

Así, podemos observar que una tercera parte de los habitantes del país residen en áreas metropolitanas, la mayoría de los cuales habitan en alguna de las ciudades que forman la corona megalopolitana del centro del país. Además, más de la mitad de la población de México habita en ciudades.

 

Por otra parte, Jaime Sobrino utilizando una metodología distinta a la del CONAPO, establece 38 metrópolis que abarcan 16 delegaciones del D.F. y 254 localidades de 189 municipios y albergaban 41.2 millones de habitantes equivalentes al 42 por ciento de la población nacional y 67.7 por ciento de la urbana, afirmando que con esta tendencia, el país pasará de ser urbano, a ser metropolitano.

 

En cuanto al tamaño de las áreas metropolitanas, 6 son millonarias, 10 tenían entre 500 mil y 999, 999 mil habitantes, otras 10 entre 250 mil y 499,999 mil y 12 entre 100 mil y 249,999 mil residentes, por lo que 100 mil parece ser el umbral a vencer por parte de la ciudad central en México para conformarse como metrópoli.

 

Además estima que debe tenerse en cuanta la dimensión espacial de los municipios y la distribución territorial de las localidades, ya que ciudades como Acapulco(aunque esta ciudad se ha extendido para el 2004 hasta el vecino municipio de Coyuca de Benítez, según los últimos datos del CONAPO), Culiacán, Chihuahua, Hermosillo y Morelia, tienen más de medio millón de habitantes, pero no son metrópolis desde el punto de vista técnico.

 

Es importante señalar que la dimensión de las metrópolis en México no se reducen sólo a las 38 conurbaciones, sino también a conurbaciones internacionales: Tijuana – San Diego; Mexicali – Calexico; Nogales – Nogales; Cd. Juárez – El Paso; Nuevo Laredo – Laredo y Matamoros – Brownville.

 

Finalmente sobrino afirma que en el 2000 la Cd. De México representaba el 42.2 por ciento de la población metropolitana del país, confirmando así el hecho de que nuestro país esta experimentando un proceso de metropolización,  continuando con la tendencia de preeminencia de la ZMCM[12].

 

En cuanto a la distribución del producto por ciudad y por rama de actividad, tenemos que en términos generales la participación de las ciudades en el producto interno bruto nacional  observa un crecimiento constante, ya que en 1970 la participación de las 125 mayores ciudades del país era de 64.6 por ciento, 70.7 por ciento de la producción manufacturera, 74.4 por ciento del comercio y 75.7 por ciento de los servicios, mientras que para 1990 su participación se incrementa a 72.6 por ciento, mientras que su participación en la manufactura, el comercio y los servicios pasa a ser de 79.4, 80.6  y 81.6 por ciento respectivamente[13].

 

No obstante estos incrementos como ya se señaló, el papel que juegan las metrópolis cambia a partir de la década de los ochenta. Así, se puede observar que la producción manufacturera tiende a decrecer; por ejemplo, en la zona metropolitana de la ciudad de México (ZMCM), de una tasa promedio anual entre 1970 y 1990 de 2.9 por ciento, mientras que en el resto de las 125 ciudades tomadas en conjunto su tasa de crecimiento fue de 4.1 por ciento. Estos cambios hacen que se reduzca la participación de la ZMCM en el PIB industrial urbano de 53.1 por ciento en 1970 a 42.5 por ciento en 1990, mientras que en el mismo período las ciudades localizadas en las regiones del norte aumenta su participación del total industrial  de 19.1 a 27.4 por ciento, con una tasa de crecimiento promedio anual de 7.9 y de 4.7 por ciento. Algo similar ocurre en el sector comercial de las 125 mayores concentraciones urbanas,  ya que su participación en el PIB nacional pasa entre 1970  y 1990 de 74.4 a 80.6 por ciento, observando una tasa de crecimiento promedio anual en el período de 3.9 por ciento.

 

 La participación de las cuatro mayores zonas metropolitanas (México, Guadalajara, Monterrey y Puebla), es en 1970 de 57.8 y de 58..0 por ciento en 1990 del PIB comercial nacional, es decir una tasa de crecimiento en este lapso de tan sólo el 0.2 por ciento, mientras que la tasa de crecimiento de las catorce ciudades del país más dinámicas en este sector (Tijuana, Mexicali, Ensenada, Ciudad Juárez, Torreón,  Tampico, Reynosa, Nuevo Laredo, Aguascalientes, Acapulco, Veracruz, Orizaba, Campeche y Mérida) aumentó a 3.0 por ciento[14]

 

En el caso de los servicios, la participación de las 125 ciudades en el PIB aumentó en 1970 de 75.7 a 81.6  por ciento en 1990, con una tasa de crecimiento promedio anual de 6.8 por ciento. Sin embargo, a diferencia de la industria y el comercio, se observa una gran concentración de los servicios en la Ciudad de México que eleva su participación en el total nacional de 34.1 a 43.2 por ciento. En el caso de la Ciudad de Monterrey su participación  es de 4.1 por ciento en 1970, pasando a 5.0 por ciento en 1990. Guadalajara eleva su participación de 4.3 a 4.7 por ciento en el período.

 

Se puede afirmar que la gran concentración de los servicios en las principales  metrópolis del país constituye una refuncionalización del papel que éstas han jugado en el proceso de urbanización nacional, al mismo tiempo que se ha modificado la distribución de las actividades económicas en otras ciudades, teniendo que compartir el papel predominante que tradicionalmente tenían las grandes metrópolis con las ciudades intermedias, expresando de esta manera,  los cambios ocurridos en los últimos veinte años en la organización territorial de las actividades económicas y de la población.

 

Conclusión

 

Durante el período 1990-2000 las tenencias de urbanización en el país se fueron acentuando. Las ciudades pequeñas se incrementan a 241 absorbiendo aproximadamente unos 700 mil habitantes. En el caso de las llamadas ciudades intermedias se incrementan a 85, pero reducen su población en unos 800 mil habitantes. En el caso de las metrópolis se incrementan a 25, aumentando su población total en 9.2 millones de habitantes. De esta manera durante el período se consolida en el proceso de urbanización nacional el patrón de concentración policéntrico, fenómeno que se puede constatar al observar el comportamiento del incremento de población. La tasa anual de crecimiento de la población urbana total entre 1990- 1995 fue de 2.9 por ciento considerando 309 y 350 ciudades en ambos años, mientras que se reduce a 2.6 por ciento manteniendo constantes las 350 localidades.

 

Para el año 2000 según el CONAPO el sistema urbano nacional estaba constituido por una megalópolis del centro que integra ocho zonas metropolitanas de tamaño diverso, siendo éstas: La Ciudad de México, Puebla, Toluca, Cuernavaca, Cuautla, Tlaxcala, Querétaro y Pachuca, con 23.52 millones de personas. Seis Metrópolis  de más de un millón de habitantes, con cerca de 11.62 millones de personas. Dieciocho Ciudades  Medias Conurbadas de 500 mil a 1 millón de habitantes, con 8.3 millones de personas. Treinta y siete Ciudades Medias no conurbadas de 100 mil a 500 mil habitantes con casi 10.1 millones de personas. Cuarenta y siete Ciudades pequeñas de 50 mil a 100 mil habitantes, con cerca de 3.33 millones de personas. Doscientos cuarenta y ocho Ciudades pequeñas, menores de 50 mil habitantes, con 6.31 millones de personas.

 

Por otra parte, el aumento en términos absolutos de la población urbana manteniendo constante el número de ciudades es de 7.8 por ciento, de los cuales las grandes urbes absorben aproximadamente dos terceras partes del total 66 por ciento, mientras que las 6 principales metrópolis con más de un millón de habitantes, absorben aproximadamente el 43 por ciento.

 

Podemos afirmar que durante la década de los noventa se va profundizando el desequilibrio de nuestro sistema de ciudades, favoreciendo el crecimiento de las metrópolis que para 1995 son 6 con más de un millón de habitantes.  Es importante señalar que en el caso de la ZMCM su tasa de crecimiento se eleva al 2 por ciento anual, lo cual es consecuencia del proceso de megapolización que está ocurriendo en este espacio urbano y que, para el 2000 albergaba aproximadamente a más de 23 millones de habitantes.

 

Esta modalidad de crecimiento urbano profundiza las desigualdades regionales al concentrar en las áreas metropolitanas las principales actividades económicas. Sin embargo, lo más significativo es que como ya se ha señalado, la urbanización refleja los cambios en la estructura de la economía nacional. Esta se caracteriza por un proceso de centralización oligopólica del capital, principalmente del extranjero que a partir del capital financiero, dinamiza la actividad económica del país en función de las necesidades de la “globalización”.

 

La metamorfosis económica resultante de esta dinámica globalizadora se expresa en la consolidación de una organización territorial con tres regiones policéntricas hegemónicas: La megalópolis de la ciudad de México; La metrópolis de Guadalajara y la de Monterrey, las cuales dinamizan el desarrollo económico y regional de todo el país.

 


Notas



[1] Entendemos la concentración y centralización de capital en el sentido usado por Marx que dice “Todo capital individual es una concentración mayor o menor de medios de producción, con el comando correspondiente sobre un ejercito mayor o menor de obreros. Toda acumulación se convierte en medio al servicio al servicio de una nueva acumulación. Amplía, con la masa acrecentada de la riqueza  que funciona como capital, su concentración en las manos de capitalistas individuales y por tanto el fundamento de la producción en gran escala y los métodos de producción específicamente capitalistas. El incremento del capital social se lleva a cabo a través del incremento de muchos capitales individuales... Por tanto, con la acumulación del capital crece en mayor o menor medida el número de los capitalistas... De ahí que si por una parte la acumulación se presenta como concentración creciente de los medios de producción y del comando sobre el trabajo, por otra parte aparece como repulsión de muchos capitales individuales entre sí.

Contra este fraccionamiento del capital global social en muchos capitales individuales, ... opera la atracción de las mismas... Es una concentración de capitales ya formados, la abolición de su autonomía individual, la expropiación del capitalista por el capitalista, la transformación de muchos capitales menores en pocos capitales mayores.... Si el capital se dilata aquí, controlado por una mano, hasta convertirse en una gran masa,  es porque allí lo pierden muchas manos. Se trata de la centralización propiamente dicha, a diferencia de la acumulación”. Marx,C. El Capital T.I. Vol. 3. Siglo XXI. Mex. 1979.  p.p. 777-778.

 

[2] Condiciones físicas, económicas, sociales, jurídicas, políticas, administrativas, etc..

 

[3]  Datos elaborados por CONAPO, con base en los resultados del XI Censo de Población y Vivienda 1990.

 

[4] El caso del incremento en el flujo de población hacia ese Estado, puede ser explicado por la atracción que sigue ejerciendo la Ciudad de Cancún, ocasionada por los servicios turísticos de toda la zona costera del Estado.

 

[5] A este respecto, el Dr. Bassols realizó una investigación de esta nueva región; ver Franjas fronterizas México Estados Unidos 2 Tomos. (1998).   IIEc. UNAM. México.

 

[6] Para mayor información sobre este punto ver el trabajo de Bernardo González Aréchiga Rocío Bajaras. “Complejos Industriales en el Sur de Estados Unidos y su Relación con la distribución espacial y el crecimiento de los centros maquiladores en el Norte de México”, en “Las Maquiladoras: Ajuste Estructural y Desarrollo Regional” compiladores: Bernardo González Aréchiga y Rocío Barajas Escamilla, Fundación Friederich Ebert y el Colegio de la Frontera Norte, México 1989.

 

[7] Ver Dávila Flores, Alejandro. “Componentes del Crecimiento Económico de la Industria Manufacturera de la Región Fronteriza del Norte de México”, p.119 en  Dávila Flores, Alejandro. Coordinador.”TLC: Impactos en la frontera norte”. (1994).  Libros de Investigación Económica. F.E. UNAM México.

 

 

[8] Bassols Batalla, Ángel. “Introducción y Marco de Referencia”, en Zona Metropolitana de la Ciudad de México. (1993) IIEC - DDF. MEA.. pp. 35.  México.

 

[9] CONAPO. Ibid.

 

[10] Tomado de Sobrino J. (2003) competitividad de las ciudades en México.El Colegio de México.  P.p. 183-189. México. También ver “Delimitación de las zonas metropolitanas de México”. (2004) SEDESOL, CONAPO; INEGI. P.p. 9-16. México.

 

[11] Los datos de las tasa anuales de crecimiento de la población fueron tomadas de : Sánchez Almanza Adolfo, “El desarrollo urbano de México. Tendencias e hipótesis sobre su comportamiento futuro”. Ponencia presentada en el VIII Seminario sobre Economía urbana. IIEc. UNAM. 1995.

 

[12] Sobrino J. 2003. Ibid. .p.183-195.

[13] Los datos estadísticos fueron tomados de: Garza, Gustavo y Rodríguez Fernando. “Normatividad urbanística en las principales metrópolis de México” (1998).. El Colegio de México. Mex. p.37.

 

[14] Ibid. P. 44.

 

 

 

 

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© Copyright Orlando Eleazar Moreno Pérez, 2005

© Copyright Scripta Nova, 2005

 

Ficha bibliográfica:

MORENO, O. Reestructuración económica y refuncionalización Territorial en México: su impacto en el sistema regional y el urbano en México 1980-2000. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, vol. IX, núm. 194 (78). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-78.htm> [ISSN: 1138-9788]

 

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