Índice de Scripta Nova
Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. 
ISSN: 1138-9788. 
Depósito Legal: B. 21.741-98 
Vol. X, núm. 218 (42), 1 de agosto de 2006 

CIUDAD, SEGREGACIÓN Y CEMENTERIOS: ANÁLISIS DE LOS CAMBIOS
EN LOS PATRONES HISTÓRICOS DE LOCALIZACIÓN (ARGENTINA)

Cristina Teresa Carballo

María Rosa Batalla
Nancy Analía Lorea
Universidad Nacional de Luján
 

 
Ciudad, segregación y cementerios: análisis de los cambios en los patrones históricos de localización (Argentina) (Resumen)
En la última década, en la Región Metropolitana de Buenos Aires (Argentina) se han puesto en evidencia procesos demográficos y urbanos, en diferentes escalas, que forzosamente deben asociarse a cambios en la estructura territorial de la misma. Cambios que han afectado diversas expresiones sociales y culturales, y también religiosas de re-crear y ordenar al espacio urbano. A la aparición de la figura de las urbanizaciones cerradas (urbanizaciones cerradas), se da el fenómeno de los cementerios parque privados (como una función complementaria e innovadora de los cementerios tradicionales). Al igual que en las urbanizaciones cerradas, estos, comparten el mismo uso de suelo, la misma dispersión territorial, el mismo mercado, el mismo manejo del marketing y el uso del paisaje como un bien de mercado, entre otras similitudes, marcan claramente la correlación directa entre ambos fenómenos. Paralelamente, junto con la privatización de la ciudad y sus espacios públicos se van concretando otras formas de deterioro urbano y en los cementerios públicos.
En apariencia, los cementerios públicos tradicionales se encuentran en crisis como todo espacio público. Una visión histórica de nuestras ciudades nos permite identificar diferentes prácticas en la concepción y objetivos de los cementerios, pero sin duda los últimos procesos de fragmentación son los que dan lugar a una nueva expresión territorial de localización de los cementerios, a la vez, de una diferenciación social. El presente trabajo propondrá reconstruir las lógicas de localización de los cementerios y sus actuales transformaciones, a lo largo del tiempo, así como sus implicancias urbanas-ambientales.
 
Palabras clave: Cementerios, parque privados, segregación social,  espacio público, espacio privado.
 

City, segregation and cemeteries: analysis of the changes in the location historical patterns (Argentine) (Abstract)
 

In the last decade, in the Metropolitan Region of Buenos Aires (Argentina)  demographic and urban processes have been put in evidence, in different scales, that unavoidably must be associated to changes in the territorial structure. Changes that have affected diverse social and cultural expressions and also religious to recreate and order to the urban space. The appearance of the figure of the gated communities (GC),  produce the phenomenon of the private cemeteries (like a complementary and innovating function of the traditional cemeteries). Like in the GC, these, share the same ground use, the same territorial dispersion, the same market, the same handling of marketing and the use of the landscape like a good of market among other similarities, they clearly mark the direct correlation between both phenomena. Parallel, along with the privatization of the city and its public spaces are taken shape other types of urban deterioration as well as the public cemeteries.
In appearance, the traditional public cemeteries are in crisis, also the public space. A historical vision of our cities let us identify different practices in the conception and objectives of the cemeteries, simultaneously, a social differentiation. This work will propose reconstruct the logics of location of the cemeteries and their actual transformations, throughout the time, as well as its urban-environmental implications.
Key words: private  cemeteries, social segregation, public space, private space
 

Segregación urbana y los cementerios
A mediados de los 90 se comenzó a dar  en la RMBA (Región Metropolitana de Buenos Aires) una expansión urbana, a espaldas de la ciudad tradicional, bajo la forma de  emprendimientos o urbanizaciones  cerradas. La RMBA  se convirtió en un sector atractivo para los desarrolladores y promotores inmobiliarios, esto quedó demostrado por los numerosos proyectos que optaron  por el marco paisajístico privilegiado, destinado a un sector muy definido de la sociedad. Estos procesos socio-espaciales,  asociados a cambios en la estructura territorial, dan cuenta de una nueva modalidad: la privatización del espacio público. Este fenómeno se difunde a partir del auge del modelo económico y político neoliberal, agudizando la fragmentación del territorio y la segregación social.

A partir de la difusión  de las urbanizaciones cerradas, se instalan todo tipo de servicio complementario. Complejos tales como, los shoppings, hipermercados, complejos de cines y actividades recreativas, colegios, universidades y hospitales privados, hoteles de primera categoría, sedes de empresas y los cementerios parque privados. El objetivo de ellos es  satisfacer los requerimientos de los habitantes de las urbanizaciones cerradas.

Entrando de lleno en el tema de los cementerios, es importante dilucidar como fueron evolucionando para poder comprender el fenómeno de los cementerios parques privados (cementerios-parques privados). Es conveniente, por lo tanto analizar cómo y en qué circunstancias aparecen los primeros enterratorios en la ciudad de Buenos Aires. En la época colonial la ‘Iglesia colonial’ no había desarrollado todavía un perfil institucional desvinculado de la sociedad misma, y su hegemonía en el campo religioso era indiscutible. Tempranamente la reforma de Rivadavia permitirá un cambio histórico entre la relación Estado e Iglesia. “Más allá de las atendibles argumentaciones de carácter sanitario que se esgrimieron entonces, prohibir o limitar al máximo los entierros en las iglesias creando cementerios fuera de ellas permitía simbólicamente separar el ámbito de lo religioso” (Di Stéfano, 2004: 200) No obstante, no debemos olvidar las medidas borbónicas que a fines del siglo XVIII intentaban limitar los entierros al interior de los templos, por razones sanitarias. Lo cierto es que la promulgación de leyes a favor de la tolerancia o libertad de cultos es parte de un camino de ruptura del poder religioso. “Esquemáticamente el recorrido atraviesa varias etapas: de la total intolerancia se pasa a tolerar la celebración del culto disidente a puertas cerradas en casas de familia” (Di Stéfano y Zanatta, 2000: 214).

Esta reforma de comienzos del siglo XIX por un lado, es el antecesor de los cementerios públicos bajo la administración municipal. Y por otro lado, gracias, a esta reforma no sólo se favoreció los reclamos acerca de la tolerancia religiosa hacia los protestantes ingleses, sino que permitió la creación del Cementerio de los Disidentes, hoy conocido como el Cementerio Británico de la Chacarita. Desde entonces los enterratorios han sido de carácter publico, y sólo aparecerán excepciones en los casos de las minorías religiosas como la judía y musulmana, además de la protestante tradicional. Todos ellos, como respuesta a los procesos inmigratorios y a la posterior concentración en las ciudades.

Un salto temporal nos lleva al presente, para tratar al fenómeno de fines del siglo XX: el auge y consolidación en la práctica social de los cementerios-parques privados,  como símbolo de distinción y diferenciación social. Además, adquieren una significación especial en el contexto de “pertenecer” a una determinada clase social. Y es para ellos que están dirigidos estos emprendimientos, dejando nuevas formas de segregación social y urbana. Estos nuevos espacios de auto-segregación hacen que se produzca un desarrollo desigual. Se puede observar el predominio de una ideología de intenso contenido espacial, ya sea tanto por la valoración paisajística ambiental, como por las estrategias comerciales que aplican en la promoción  de los cementerios-parques privados. Sin embargo, no debemos dejar de lado el otro patrón explicativo que promovería el boom de los cementerios-parques privados: el deterioro físico y social del espacio público.

Hay que destacar que durante la última década, se pone en marcha un nuevo fenómeno de apropiación del espacio y de privatización de áreas periféricas, acordes a los cambios sociales que vive la sociedad argentina. La suburbanización de las elites se ha justificado, aludiendo a la necesidad de ciertos grupos sociales de buscar nuevos espacios donde vivir y donde, además, enterrar a sus muertos. Esto ha dejado al descubierto algunos mitos, como:

_Aislarse de la ciudad tradicional lleva a la seguridad, gracias a la tranquilidad que brindan los perímetros amurallados de las urbanizaciones cerradas (urbanizaciones cerradas) como a los cementerios-parques privados,

_Retorno a la vida natural, y la búsqueda de una nueva calidad de vida para los que afrontan la pérdida de un ser querido, valorizando el paisaje como un entorno tranquilizador y armonioso, con el contacto con los elementos naturales. Dando un especial significado al ‘descanso en paz’.

_Retorno a la naturaleza a través de nuevos espacios verdes como forma de enterratorios. Se identifican diversos grupos sociales que proyectan un estilo cultural diferente al tradicional, rechazando los símbolos que ofrecen actualmente los cementerios públicos, deteriorados y saturados.

No obstante el sueño del boom inmobiliario de los cementerios-parques privados ha sido breve. Además, se ha puesto en evidencia el carácter efímero de este fenómeno producido y controlado casi exclusivamente por las fuerzas del mercado. En efecto, cuando el negocio de las urbanizaciones cerradas y los cementerios-parques privados dejaron de ser un “negocio” las inversiones transnacionales se encaminaron hacia otros rubros, vendiéndolos, dejando en el camino proyectos incompletos, algunos dejaron de funcionar por no contar con la debida habilitación  y fueron clausurados. Si bien ha sido un proceso confuso, como la aparición de los capitales e inversiones en este servicio y bienes, la crisis del 2001 fue decisiva para la reestructuración de este sector, en apariencia pujante y rentable.

A partir de lo que se ha reflexionado en esta etapa de la investigación sobre los cementerios-parques privados se pueden tener en cuenta dos dimensiones: urbano-territorial y socio-económico. Si tenemos en cuenta la dimensión urbano-territorial se observa que  los cementerios-parques privados forman parte de los nuevos núcleos urbanos (suburbanizaciones), y que su diseño está totalmente divorciado del diseño general del entorno, justamente por una necesidad de diferenciación. Recordemos, para no ser parciales con esta mirada, que al interior de los cementerios tradicionales también podíamos visualizar la diferenciación social desde la arquitectura o los monumentos o la simpleza del entierro.

En este punto es necesario aclarar que los cementerios-parques privados,  juntamente con las urbanizaciones privadas, las autopistas y los grandes equipamientos destinados al abastecimiento, educación, salud, recreación, configuran una estructura reticular que deja afuera al resto de los componentes del territorio. Por lo tanto, es muy difícil que  puedan integrarse al resto de la mancha urbana.

En cuanto al orden socio-económico, estos nuevos núcleos urbanos han puesto en evidencia el interés de determinados sectores de la sociedad (clase media en ascenso y clase media alta), en agruparse en comunidades homogéneas auto-segregándose con el fin de diferenciarse y,  en donde la forma de entrar  a esta comunidad está condicionada por el monto de sus ingresos. Sin olvidar por ello, que si bien surgieron como servicio a la población de las urbanizaciones cerradas, y también, estratégicamente, incorporaron a una vasta población como mercado. Es decir a toda la población solvente que no encuentra respuesta a sus expectativas en los espacios públicos en franco deterioro. Se desprende de ello que los cementerios públicos no escapan de ese proceso general del espacio público urbano y se ven colapsados e inseguros, enmarcados en un lúgubre paisaje. Como si esto fuera poco, además, aparecen cambios sociales en las prácticas de los entierros, y se ponen en auge las cremaciones.

Por último, como otra importante caracterización para su instalación todos los emprendimientos de este tipo, están sometidos a la aprobación municipal. La dirección de proyectos del municipio dispone del poder para autorizar o no la realización de los emprendimientos, en el marco de la planificación territorial. El interés del municipio, se une al de los promotores, en la medida que estos emprendimientos, aseguren la radicación y movilización de inversiones. Además, las actividades inherentes al mantenimiento, se visualiza la presencia de los cementerios-parques privados como una fuente de empleo con impacto positivo a escala local.
 

Del camposanto a los cementerios públicos: el mapa histórico

Con anterioridad a  la aparición  del cristianismo, al lugar donde se enterraban a los muertos, se lo llamaba "necrópolis" (del griego: ciudad de los muertos).  La palabra cementerio viene del griego (koimeterion) y en español significa "dormitorio". Esta palabra fue introducida por los cristianos, con la esperanza en la vida eterna. De ahí la creencia aquella de que los muertos están "descansando en paz" a la espera de la resurrección.  Antiguamente, en las ciudades hispanas y latinoamericanas, los muertos eran inhumados en los llamados "camposanto", en la parte posterior de las iglesias,  y las personalidades importantes en el interior de las mismas. El crecimiento de la población, razones de índole política, la diversidad de creencias, los problemas sanitarios, entre otras causas,  motivaron la creación de cementerios públicos, tal fue el caso de la ciudad de Buenos Aires.

El 11 de junio de 1580, al fijar don Juan de Garay la cruz de madera donde debía levantarse la iglesia mayor de la nueva ciudad, con la presencia de los dos únicos sacerdotes que lo acompañaron, fray Juan de Rivadeneira y Antonio Díaz Picón, pone de manifiesto de alguna manera, dónde quedarían sepultados los fieles cristianos que acompañaron la empresa conquistadora. Allí se enterraron los primeros habitantes de esta Santísima Trinidad y su puerto de Santa María de los Buenos Aires, lo que se continuó haciendo por casi dos siglos más, dentro de las iglesias que se localizaban en toda la ciudad, marcando espacialmente el nivel social de la comunidad porteña a la que ofrecía los servicios religiosos.

Algunas iglesias del Buenos Aires colonial, que cumplían con esta función, fueron: Iglesia San Juan Bautista, Iglesia de San Francisco, Iglesia de Santo Domingo, Iglesia del Pilar. Los lugares de privilegio estaban reservados para ciertas personalidades de la sociedad porteña como generales, obispos, gobernadores, caballeros. Desde el atrio hasta el altar mayor hallaban ubicación, según su categoría social, derecho adquirido por compra o en mérito a pertenecer a cofradías.  Al pasar los años, cuando en las iglesias se agotaron los espacios se hizo necesario enterrar a toda la población en las vecindades benditas de la iglesia. Aquí también la cercanía era una cuestión relacionada con el  honor. Tempranamente en Buenos Aires surgió el problema de los muertos de las familias protestantes, o todas las otras  que no pertenecían a la Iglesia Católica de rito Romano,  los que fueron  enterrados precariamente a orillas del río, en los bajos de Retiro. Hasta que se crean los primeros cementerios para disidentes. En el año 1822, durante el gobierno de Bernardino Rivadavia, se prohíben los entierros en las iglesias y se establece un cementerio secularizado. Se instala un cementerio público en los territorios anexos a la Iglesia del Pilar. Se lo denominó Cementerio del Norte y fue el único cementerio autorizado hasta 1866, con excepción del cementerio de los protestantes.

 
Cementerio del Norte (Recoleta)
En tiempos en que la iglesia Católica alcanzaba un gran desarrollo en la ciudad, la Orden de los Recoletos empezó a erigir allí su convento y su iglesia, y destino un predio para camposanto, es decir enterratorio consagrado, de acuerdo con el credo católico. El diseño del templo se debió al arquitecto Andrea Bianchi. La zona de Recoleta siguió siendo largo tiempo un ámbito alejado de la ciudad, aunque fue creciendo en importancia.
El primer gran cambio introducido en la zona fue obra de Rivadavia quien, como ministro del gobernador Martín Rodríguez, impulso una serie de reformas políticas, eclesiásticas y urbanísticas entre las cuales figuró el decreto número 2109 de 1821, estableciendo cementerios públicos y limitando significativamente la intervención de la Iglesia Católica. En 1822, el gobierno emitió otro decreto, por el cual se disponía el desalojo de los Recoletos del convento y la instalación en su lugar de un cementerio público. De esta manera se hace efectiva la creación del cementerio del Norte, en el huerto ubicado al oeste del templo de los frailes recoletos.
 
Lejos estuvieron de imaginar que esa necrópolis, con el transcurso de los años, se transformaría,  por su riqueza histórica y arquitectónica,  en una de las principales del mundo. Desde sus inicios, fue recibiendo a los padres fundadores de la Patria, a guerreros de la independencia, científicos, artistas, intelectuales y también a los personajes de Buenos Aires, aquéllos que hicieron la “petit-histoire” porteña. En 1828 Manuel Dorrego amplía el perímetro del cementerio. Pero éste crecía desmedida y desprolijamente. Por un decreto firmado por Antonio Balcarce y Tomás de Anchorena, se reglamentó el orden interno del lugar. En sus comienzos se suscitaron algunos inconvenientes por motivos religiosos, pues en un cementerio católico no podían admitirse restos de protestantes, y ello dio origen a la formación de un "cementerio inglés" en la vecindad de la iglesia del Socorro (1).  Desde entonces comenzó la costumbre de que las familias adquiriesen parcelas a perpetuidad, construyendo sepulcros sencillos, hechos con ladrillos y alguna placa de mármol que culminaba la construcción. La primera de ella perteneció y  aún pertenece a la familia Bustillo.  A pesar de la intención de ordenar su anárquico crecimiento, el Cementerio del Norte siguió adquiriendo cada día un aspecto más desolador: un paisaje tétrico, con un caos de tumbas cavadas en cualquier parte que ofrece un sombrío espectáculo de descuido y abandono. Por eso se intentó clausurarlo en 1873 y 1875, pero la Federalización de Buenos Aires lo impidió.
En 1868, el presidente Sarmiento sancionó el reglamento de cementerios, estipulando disposiciones y características, entre ellas, la sala de observación especial,


destinada a todo individuo muerto repentinamente o con pocas horas de enfermedad, hasta cumplir veinte horas prefijadas, atendiendo a criterios de sanidad pública. Las tapas de los ataúdes eran cerradas sin clavos dejando el rostro y el torso expuestos, con un cordón atado a la muñeca, el que remataba en una campanilla en la sala del guardia. Evidentemente, dicha sala de observación fue el precedente de lo que después serían los velatorios o velorios, que al principio se realizaban en la casa y años después, en salas mortuorias que se alquilaban para dicho fin, como en la actualidad.

En1880 cuando Torcuato de Alvear fue nombrado Intendente de la Ciudad (frente a la Independencia porteña), decide poner fin al caos y ordena el cementerio: tarea encomendada a su amigo, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, que trazó el actual perímetro, la disposición de calles y el pórtico con su capilla. Fueron apareciendo importantes sepulcros diseñados por reconocidos arquitectos, por constructores italianos de antigua escuela y embellecidos por esculturas de artistas franceses, italianos y argentinos de relevancia. Diversos estilos dejaron su impronta: bóvedas neoclásicas, otras con elementos bizantinos o góticos, como así también manifestaciones del art noveau y el art decó. El Cementerio del Norte fue decretado monumento histórico nacional en 1946 (por Edelmiro Farell –decreto3039- por la ley 12.665 de Monumento Histórico Nacional) y pasó a denominarse Cementerio de la Recoleta desde 1949, nombre con el que es conocido a la fecha.

Cementerio del Sur

A mediados de la década de 1860, la población porteña había crecido aceleradamente. Entonces se plantea el problema de encontrar sepultura para los cada vez más  numerosos muertos ya que la ciudad  era azotada periódicamente por epidemias de fiebre amarilla y del cólera, que incrementaban apreciablemente el índice de mortalidad. En diciembre de 1867, se abrió el Cementerio del Sur. La creación de este cementerio fue un error en muchos sentidos: estaba demasiado cerca de la planta urbana, en una región poblada donde abundaban las quintas, en una zona de expansión; por otra parte era tan pequeño que era fácil predecir su pronta saturación. El Dr. Roque Pérez sugirió adquirir la manzana contigua. Esto provocó la ira de los vecinos, que desde un primer momento se oponían al proyecto. El Dr. Julio Navarro Viola asumió el liderazgo de la oposición al enterratorio iniciando un juicio contra la comuna que continuó durante varios años,  sin encontrarse una solución. El cementerio fue rodeado por una verja, se levantó un edificio para su administración y se abrieron las primeras fosas. Por otras razones, en 1871 el cementerio del Sur ya estaba colmado. Esto coincidió con una epidemia de fiebre amarilla, que aceleró este proceso. Aquel camposanto fue cerrado en 1872 y clausurado definitivamente en 1892.

Cementerio del Oeste (Cementerio de la Chacarita)

Este cementerio fue creado el 14 de Abril de 1871, en las afueras de la ciudad, como en la generalidad de los casos. En este año la Ciudad de Buenos Aires, soportaba el flagelo de la epidemia de  fiebre amarilla. Como consecuencia de la cantidad de fallecimientos, los cementerios existentes no alcanzaban, (cabe acotar que el Cementerio del Norte, actual Recoleta, dispuso la prohibición de inhumar en ese cementerio a toda persona cuya causa de muerte fuera la fiebre amarilla), lo que agravó la situación y obligó a la creación de otro cementerio. Fue elegida una fracción de tierra ocupada por los estudiantes pupilos del Real Colegio de San Carlos, tierras que para entonces eran fiscales, y tenían una superficie total de 5 hectáreas y eran conocidas como la Chacarita de los Colegiales. A la inauguración se denominó Cementerio "Chacarita de los Colegiales".

Para poder llegar hasta el Cementerio se incorporó un tramo del Ferrocarril del Oeste, partiendo de la Estación Bermejo, que contaba con una precaria construcción y estaba situada cerca de la Ciudad, para funcionar como receptora de ataúdes, por lo que se la conoció como la Estación Fúnebre, ubicada en las hoy calle Jean Jaurés y la Avenida Corrientes. Las condiciones de higiene eran mínimas y existían quejas de los vecinos por la emanación de olores de los cuerpos en descomposición. Eran muchos los fallecidos por la epidemia. Hay testimonios de que en un día se llegaron  a inhumar 564 cadáveres.  Era tal el grado de esta epidemia que el cementerio fue clausurado por primera vez en 1875, pero siguió funcionando hasta el 9 de diciembre de 1886, en que quedó definitivamente clausurado. Se habilita entonces el nuevo Cementerio del Oeste, al lado del primitivo, abarcando una extensión de 90 hectáreas. A principio de 1887 se exhumaron los cadáveres y fueron trasladados al osario general del nuevo Cementerio de Chacarita. El 1 de julio de este año se decide que todo fallecido debe ser inhumado en este cementerio, sin excepción, quedando sin funcionar los cementerios ya existentes. El 30 de diciembre de 1896, por ordenanza, de lo denomina oficialmente "Cementerio del Oeste", pero la población lo seguía llamando "Cementerio de la Chacarita", por lo que el decreto Nº  2.163 del 5 de Marzo de 1949, deja como definitivo el nombre actual. Tiene una superficie de 95 hectáreas, y posee sectores de inhumaciones en tierra, nicho, bóvedas y panteones. Dentro del mismo cementerio funciona el Crematorio de la Ciudad de Buenos Aires. Este cementerio es el más grande y de mayor dimensión de toda la ciudad. Tiene 10.000 bóvedas privadas, 350.000 nichos, y alrededor de 100.000 sepulturas. En su interior, además del Crematorio, se encuentran el Cementerio Británico y el Alemán. En el sector séptimo se halla el recinto de las personalidades, algunos de ellas con suntuosos monumentos, entre las que se encuentran: Carlos Gardel y Juan D. Perón.

El Cementerio de Flores y otros

El cementerio de Flores es habilitado el 9 de abril de 1867. El 1° de octubre de 1979 se bendijo el nuevo “Cementerio Parque” como anexión al cementerio de Flores. Este cementerio conserva las características pueblerinas de su concepción. Entre las bóvedas que se encuentran en él se destacan las de la familia Flores, Tomás Millán, Terrero, Bunge y Ojeda. Comprende en su totalidad un predio de 27 hectáreas.Existieron  en la ciudad de  Buenos Aires unos cuantos cementerios que luego fueron desafectados y no se han conservado sus registros. Entre ellos, el cementerio de los disidentes, que fuera creado en 1857 por la colectividad británica y funcionó hasta 1887. En el barrio del actual Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, se estima que hubo por lo menos dos cementerios. Del  más antiguo,  no se conservan registros y  es actualmente  una manzana edificada. El segundo, se hizo en lo que es hoy Villa Urquiza, y funcionó hasta 1893. En 1902 se levantan las sepulturas, algunos menos de las registradas, y se trasladan a La Chacarita (aunque no se conservan datos de las nuevas ubicaciones). Salvo la transformación del Cementerio de la Recoleta, la creación de los Cementerios de la Chacarita y Flores, y la habilitación de algunos cementerios pequeños aislados, no se realizaron modificaciones sustanciales a lo largo del tiempo por parte del gobierno. El crecimiento demográfico que caracteriza a nuestra ciudad en los últimos dos siglos no es acompañada por las medidas necesarias para resolver este tema en el ámbito de lo público. Situación que se vio agravada a mediados del siglo XX por la explosión del Gran Buenos Aires, con la metropolización de esta ciudad.
 

La geografía de los cementerios en el conurbano y los pueblos bonaerenses

De la misma manera en que aparecen los primeros cementerios en la ciudad de Buenos Aires, se fue consolidando el  conurbano bonaerense y a medida que se fueron fundando los partidos, aparecieron los templos o iglesias y los lugares en donde enterrar a sus muertos. A modo de ejemplo podemos reconstruir algunos casos, ya sea con la expansión del conurbano y ciertos patrones de caracterización y localización en los pueblos bonaerenses En la localidad de Banfield, al sur del conurbano, se funda en el año 1867 y en el mismo año es habilitado el cementerio municipal. Así mismo, se ve la necesidad de crear un cementerio para los disidentes. Por lo tanto en la localidad de Llavallol la comunidad británica de la zona sur de Temperley, Lomas de Zamora, Banfield y alrededores  crea el cementerio Inglés el 7 de octubre de 1897. En el caso de la localidad de Luján, como ejemplo del patrón de la ciudad bonaerense, el primer cementerio empezó a funcionar en el año 1851 en el actual barrio “El Quinto”, años más tarde fue trasladado a su ubicación actual, donde se construyeron bóvedas de las colectividades irlandesa e inglesa. Pero, con el tiempo y a pesar de contar con una superficie de 3 hectáreas este cementerio pasó a ser insuficiente. Se incrementó la población y los barrios se fueron extendiendo hacia la periferia, haciéndose necesario la creación del pueblo de Jáuregui y por consiguiente se funda el cementerio en este pueblo. En el año 1878 se crea el partido de General Rodríguez, y el  21 de Mayo de 1882 es habilitado el Cementerio Municipal. Antes de esa fecha la inhumación de los cadáveres se efectuaba en el cementerio de Luján.
 

Permanencias y cambios: El nuevo mapa de los cementerios

A un poco más de un siglo de la creación de los principales cementerios en la ciudad de Buenos Aires y las sus ciudades satélites, -que luego conformarán con los años venideros el área de expansión del aglomerado- se instalan las nuevas ofertas de servicios y productos vinculadas a los entierros. Es en 1979, aparece el primer cementerios-parques privados de carácter privado con inversiones asociadas a las urbanizaciones cerradas, pero en realidad el primero es el nuevo Cementerio Británico Alemán, que se instala un año antes en el partido de Malvinas Argentinas. Luego, hasta el año 2001, aparecerán, paulatinamente, en el mapa metropolitano e incluso en los partidos aledaños a la mancha urbana, los cementerios-parques privados alcanzando un total de 30 unidades. En la actualidad, algunos de estos han desaparecido por diversas razones. El nuevo patrón no es tan nuevo, instalarse a las afueras de la ciudad, la diferencia son las distancias, las que pueden salvarse por la aparición de las autopistas (privilegiando el transporte automotor privado). El otro patrón presente, es la elección del espacio rural, por la economía de las tierras, en esto tampoco ha cambiado el patrón histórico. La diferencia, está dada sin dudas en  la especulación de la renta futura en el tema de la privatización asociada a las urbanizaciones cerradas, el que ha sido excelente negocio de los últimos treinta años. A continuación (figura 1) podremos observar la difusión y distribución de los cementerios-parques privados para el mapa metropolitano y los partidos externos que están bajo su influencia:


Figura 1
Cantidad de cementerios-parques privados por partido

 Fuente: elaboración propia

De allí se destaca Pilar por concentrar la mayor cantidad de cementerios-parques privados, y es allí justamente el epicentro de las urbanizaciones cerradas, patrón que está presente en casi todos los partidos, salvo para el caso de Alte. Brown, que no cuenta con ninguna urbanizaciones cerradas, pero por el contrario, es una de las zonas donde la oferta pública de cementerios es crítica. El otro patrón novedoso es entonces la asociación de los cementerios-parques privados con el nuevo fenómeno de segregación urbana conocido como urbanización cerrada. Es con este proceso que se puede destacar este nuevo patrón para la localización de los cementerios, y el otro aspecto diferenciador, es que son además privados para ser coherentes con los procesos de privatización y corrimiento del poder público de la gestión urbana y de la preservación de los cementerios. Las permanencias y los cambios de los patrones históricos de los cementerios de Buenos Aires son evidentes, si bien la segregación social o el status, se evidencian simbólicamente en el interior de los cementerios históricos y nuevos, los cementerios-parques privados los agudizan. Por otro lado, la simbología es totalmente diferente e innovadora: cambios culturales, valorización de la naturaleza y del espacio verde. No obstante esta fragmentación urbana se evidencia además en la escala metropolitana, no sólo a partir de la cantidad de las cementerios-parques privados sino por la extensión de superficie afectada a los cementerios-parques privados, como podemos observar en la figura 2. Es decir, que el patrón que muestra el nuevo mapa de cementerios-parques privados presenta una clara asociación a las urbanizaciones cerradas, concentración que responde a un potencial mercado más solvente y con nuevas prácticas culturales que se construyen y reconstruyen a partir de la aparición de las empresas de los cementerios-parques privados.
 
 

Figura 2
Relación entre la superficie total por zona por superficie ocupada por cementerios-parques privados

Fuente: elaboración propia

Para finalizar, cabría preguntarse cuál es la tendencia. En primer término, cabe destacar que desde el 2001 no se ha conocido un nuevo cementerios-parques privados. La idea es simple: la cantidad de cementerios-parques privados y la extensa dimensión de estos, han captado la suficiente tierra para la expansión futura del negocio. Y, por otro lado, el empobrecimiento de la clase media, es evidente, por lo que el mercado se achica cada vez más a un grupo privilegiado que pueda, efectivamente acceder a estos bienes y prácticas. Quizás cabe como última reflexión, la segregación social en los cementerios no es novedosa, lo que si es novedoso es la intensidad de estas disociaciones sociales del resto de la comunidad. Probablemente, éste sea el principal cambio del patrón histórico de los cementerios: primeros sagrados, luego del ciudadano y hoy, destinado al potencial cliente…
 

Nota

1. Años después, los ingleses, estadounidenses y alemanes intercambian estos lotes por tierras vecinas a la Chacarita, más tarde con las guerras mundiales quedan divididos por una ligustrina, que la podemos observar, en los actuales cementerios Alemán y Británico. Como así también, se sumaron otros grupos de inmigrantes que profesaron y profesan otras religiones, construyendo sus propios cementerios como el judío o musulmán, entre los más destacados
 
 

Bibliografía

BATALLA, María Rosa.  Definiciones de las urbanizaciones cerradas en el Partido de Pilar: propuesta de una  base de dato. En: C. Carballo y J-R Bertrand Estudios sobre los territorios urbanos. Avances de Investigación, 2004, n° 2. Luján: Departamento de Ciencias Sociales, División Geografía, Universidad Nacional de Luján, p. 36-47.

BATALLA, María Rosa. Caracterización de las urbanizaciones cerradas en el partido de Pilar: propuesta de una base de datos para su clasificación. Serie de Cuadernos de Estudios Geoambientales, Luján: Departamento de Ciencias Sociales, División Geografía, Universidad Nacional de Luján,  2004, nº 1, p. 19-36

BATALLA, María Rosa. Los Sistemas de Información ambiental como propuesta metodológica para la ordenación ambiental del territorio de las urbanizaciones cerradas de Pilar. Luján: Tesis de licenciatura, Universidad Nacional de Luján, 2004.

BIANCHI, Susana. Historia de las religiones en la Argentina. Las minorías religiosas, Buenos Aires, Sudamericana, 2004

BOURDIEU, Pierre. “Genèse et structure du champ religieuse”, París: Revue Francaise de Sociologie, 1971.

CARBALLO, Cristina y BERTRAND, Jean-René. Estudio sobre los Territorios Urbanos. Luján: Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján,  2004

CARBALLO, Cristina “Etiqueta verde y urbanizaciones cerradas” En: Ciudades 59. Puebla: RNIU, julio-setiembre, 2003 p. 21-27

CLICHEVSKY, Nora. Cambios en el espacio metropolitano. En: La cuestión urbana en los noventa en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Buenos Aires: Instituto del conurbano de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (ICO/UNIGS),  2003, p. 137-143

DI STEFANO, Roberto. Del púlpito a la plaza. Buenos Aires: Siglo XXI, 2004

DI STEFANO, R. y  ZANATTA,  L. Historia de la Iglesia argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, Buenos Aires: Grijalbo-Mondadori, 2000

LACARRIEU, Mónica. La comunidad: el mundo imaginario en las urbanizaciones privadas de Bs. As. En: Cabrales Baraja, F. (coordinador) Latinoamérica: Países abiertos, ciudades cerradas. México, Universidad de Guadalajara- UNESCO, 2002, p. 177-216

LOPEZ MATTO, Omar. Ciudad de Ángeles: historia del cementerio de Recoleta. Buenos. Aires, Guías Grijalbo, 2004

SCOBIE, José.  Buenos Aires, del centro a los barrios. 1870-1910. Buenos Aires,  Editorial Solar, 1977

TORRES, Horacio.  Las transformaciones recientes de Buenos Aires a la luz del contexto global. En: La cuestión urbana en los noventa en la Región Metropolitana de Buenos Aires. Buenos Aires: Instituto del conurbano  de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento (ICO/UNGS),  2003, p. 25-38

TORRES, HORACIO, Procesos recientes de fragmentación socioespacial en Buenos Aires: la suburbanización de las élites. EnSeminario de Investigación Urbana « El Nuevo Milenio y lo Urbano ». Buenos Aires: Instituto Gino Germani 1998.

VIDAL- KOPPMANN, Sonia. Nuevas fronteras intraurbanas: de los barrios cerrados a los pueblos privados. Buenos Aires, Argentina. En: Cabrales Baraja, F. (coordinador) Latinoamérica: Países abiertos, ciudades cerradas, México, Universidad de Guadalajara- UNESCO, 2002, p.261-286

VIDAL- KOPPMANN, Sonia.  Countries y barrios cerrados: Nuevas formas de segregación urbana. Una aproximación al tema del crecimiento en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Argentina). Geodemos Buenos Aires DIGEO Departamento de Investigaciones Geográficas - CONICET nº 6, 2003
 
 
 
 

© Copyright Cristina Teresa Carballo, María Rosa Batalla, Nancy Analía Lorea, 2006
© Copyright Scripta Nova, 2006
 

Ficha bibliográfica:


CARBALLO, C. BATALLA, R. LOREA, N.Ciudad, segregación y cementerios: análisis de los cambios en los patrones históricos de localización (Argentina). Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (42). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-218-42.htm> [ISSN: 1138-9788]
 
 

Volver al índice de Scripta Nova número 218

Volver al índice de Scripta Nova

Menú principal