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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XII, núm. 270 (17), 1 de agosto de 2008
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]


CAMBIOS Y RECOMPOSICIONES TERRITORIALES. LAS REGIONES DE MÉXICO EN LA GLOBALIZACIÓN

Héctor Ávila Sánchez
CRIM-UNAM
ahector@servidor.unam.mx



Cambios y recomposición territoriales.  Las regiones de México en la globalización (Resumen) 

Se analizan los cambios y procesos territoriales que han ocurrido en México, como resultado de la apertura de su economía desde mediados de la década de los años  ochenta y de su integración al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Se constata la existencia de una fragmentación territorial en tres grandes espacios, (frontera norte, centro y sur-sureste), que denotan profundas desigualdades en términos de su participación en los mercados globales, así como en cuanto a las condiciones del desarrollo económico y social en cada uno de ellos. Se reflexiona en torno al carácter de las políticas públicas y las acciones de gobierno, en el contexto de la integración económica y regional. Se realiza una prospectiva en lo referente a los tendencias posibles en los territorios de mayor dinamismo, los beneficios y las inequidades territoriales que han ocasionado la apertura de los mercados.

Palabras clave: globalización, desequilibrios regionales, fragmentación territorial, sistemas urbanos, políticas públicas, desarrollo local. 


Territorial changes and reorganizations. The Mexican regions in globalization (Abstract)

We analyse some territorial processes and changes occurred in Mexico as a result of the national economy opening since the middle 1980s, when it was integrated in the North American Free Trade Agreement (NAFTA). Therefore, firstly, in our paper we show some effects of territorial fragmentation in three geographical areas (the North border Mexico-U.S; the center; and the south-southeast) in order to underline depth inequalities among areas. Two main factors are important: the level of participation in the global markets and the economic and social development. Secondly, we dissert about the role played by the public policies and the Mexican government in the context of economic and regional integration. Analytically, both aspects help us to explain some future tendencies relating the territories and the major levels of economic dynamism, with territories marked by inequalities, as a consequence of the opening of the national economy.

Key words: globalization, regional inequalities, territorial fragmentation


Los países que participan en procesos de apertura económica, han experimentado drásticos cambios en la dinámica espacial de sus regiones. En el caso de México, las transformaciones han reforzado situaciones de ventaja en algunas regiones mejor posicionadas frente a los mercados y/o escenarios globales, al tiempo que hay un marcado énfasis en dirigir el “desarrollo” de otros espacios más rezagados, para incorporarlos a la dinámica del libre comercio, de los mercados de la globalización. Esta situación necesariamente conlleva impactos sensibles en las distintas esferas de la vida social y económica, y en los reacomodos territoriales.

En la presente comunicación se analizan los cambios y procesos territoriales que tienen lugar en México, como resultado de la apertura de su economía desde mediados de la década de los años ochenta. Se reflexiona en torno al carácter que deberían asumir las políticas públicas y las acciones de gobierno, en el contexto de la integración económica y regional. Se realiza una prospectiva en lo referente a las tendencias posibles en los espacios de mayor dinamismo, los beneficios y las inequidades territoriales que han ocasionado la apertura de los mercados. Asimismo, se enfatiza en los temas pendientes de estudio, los que han manifestado los mayores impactos territoriales como producto de la apertura económica.

La institucionalización del Libre Comercio

El surgimiento de la OMC en 1994, ha marcado el reajuste en la “oficialización” de las reglas del juego para los países que participan en las aperturas comerciales: nuevas reglas y formas de involucrarse en los procesos productivos y comerciales, cuyas pautas se han establecido principalmente desde los países desarrollados (transferencia de tecnologías, impactos en la estructura laboral, en la organización de los procesos productivos).

Los países que se involucran en la dinámica de la apertura comercial, establecen vínculos al integrarse en un bloque regional; sin estas condiciones, sus vinculaciones económicas internacionales son altamente vulnerables. Sin embargo, estos procesos no siempre han traído beneficios, sino más bien, han ahondado las desigualdades entre los espacios más dinámicos y los rezagados. Es una situación que en mayor o menor medida le ha acontecido a México en términos de su integración comercial con países que conforman el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Uno de los rasgos principales del proceso lo constituye el abandono de los mercados internos, sobre todo en las economías de menor desarrollo y pobres, para insertarse en un mercado internacional altamente competitivo. Se trata de un proceso caracterizado por la abolición de las barreras para la circulación de mercancías y capitales, pero no de personas. En la forma de organizar y operar los procesos, adquieren realce los conceptos competitividad, innovación, economía del conocimiento entre otras categorías. Involucrarse en las modalidades actuales del desarrollo económico implica asumir como primordiales estos conceptos. Otro efecto del proceso señalado se expresa en el desarrollo de formas y mecanismos novedosos, en cuanto a los roles desempeñados por los actores sociales y por los agentes e instituciones gubernamentales, cuyo fin es enfrentar las desigualdades, bajo el marco de los programas de desarrollo local.

A pesar del cambio tecnológico y de la reestructuración de los procesos y los territorios, algunos elementos siguen siendo constantes, como por ejemplo, la abundancia de mano de obra, fundamental para los costos de producción, o en el caso de la producción de alimentos, la cercanía a los mercados.

En el caso mexicano, a poco menos de 15 años de realizarse la integración, la dinámica del proceso no ha tenido los efectos deseados en las economías dependientes, en su relación con la apertura económica y concretamente, en el caso de México, en su participación dentro del TLCAN.

Vivimos una etapa del desarrollo social en el que las condiciones de la economía internacional, las de la apertura, mantendrán vigencia en el largo plazo. Inevitablemente, los países que participan o se involucran en la dinámica globalizadora, enfrentarán cambios y desequilibrios importantes en su economía y en su territorio. La tarea consiste entonces en crear mecanismos alternos de amplia participación de la población y los sectores económicos en el desarrollo económico regional en cada país. Construir pautas de desarrollo económico y territorial que posibiliten una mayor difusión y/o distribución de los beneficios económicos y el mejoramiento de los niveles de bienestar para las regiones de menor integración en el modelo económico. Igualmente, fortalecer el carácter sustentable de los procesos productivos en la medida que las actividades que se desarrollen, contemplen la salvaguarda de los recursos naturales, fundamentalmente las aguas, bosques, tierras y recursos minerales.     

Las regiones mexicanas en el contexto de la apertura económica

En los primeros momentos de la apertura comercial, bajo la idea de las regiones “ganadoras” y “perdedoras”, se identificaron en distintos ámbitos del espacio mexicano, a los espacios que contaban con las mayores condiciones para integrarse a los mercados globales; desde entonces se percibía la existencia de espacios claramente diferenciados, al interior del país, que en lo general, persisten en la actualidad:

a) por un lado el extenso norte (con sus subregiones fronterizas), donde se presentan las condiciones para un amplio desarrollo de la economía (agricultura comercial y mecanizada bajo irrigación; centros industriales; desarrollo urbano fronterizo), con una alta vinculación a los centros industriales y a los mercados de productos frescos del Sur y Suroeste de los Estados Unidos;

b) la parte central del país (entro y centro-norte), el lugar de la mayor concentración poblacional, donde se percibe la influencia territorial decisiva de los grandes centros metropolitanos y de gestión gubernamental. Ahí se ha conformado un importante desarrollo de la industria manufacturera y de los servicios y en general las actividades terciarias, así como el desarrollo de la alta tecnología, tecnologías de la información, investigación y conocimiento; el surgimiento de clusters de diverso tipo es una constante (Guadalajara, El Bajío y Aguascalientes, sector exportador de multinacionales y empresas maquiladoras), con una importante conformación de redes de colaboración interfirmas de densidad diversa; el proceso ocurre sobre todo en los ámbitos metropolitanos o en los espacios de urbanización difusa de los conglomerados;

c) el gran espacio que conforman el sur y sureste mexicano, de una amplia vocación agrícola y forestal, principalmente de población campesina indígena, en tierras fundamentalmente de propiedad social y con condiciones naturales un tanto adversas para la producción sustentable. En los últimos dos decenios, al interior de estos amplios espacios periféricos, se han desarrollado algunos enclaves de alta especialización turística (Riviera Maya), e importantes proyectos agroindustriales  y petroquímicos, toda vez que esta gran región cuenta con una importante dotación de recursos naturales (energéticos, bosques, agua). Sin embargo, al tiempo que se cuenta con la potencial riqueza, se localizan ahí los espacios de mayor rezago social, con importantes tasas de emigración, así como numerosos problemas agrarios, ambientales y sociales, que impactan en el abandono del medio rural. Quienes habitan estos territorios siguen siendo los marginados en la globalización.

En este sentido, es posible afirmar que un país como México, que se ha involucrado en una dinámica de integración económica, presenta como característica principal, una economía territorialmente fragmentada (Gasca, 2006). En la figura 1 se presenta la extensión de los 3 grandes espacios, en cuyo interior se distinguen ámbitos de gran dinamismo, que no necesariamente presentan continuidad espacial.


Figura1. México: fragmentación territorial
Fuente: elaboración propia.

En la actualidad, las regiones mexicanas expresan el impacto de las políticas públicas que han favorecido la penetración del capital nacional e internacional  en esas áreas y otras del país. Uno de los ejemplos de mayor trascendencia ha ocurrido con el amplio desarrollo turístico de los litorales mexicanos, en los que el cumplimiento de la legislación ambiental ha sido ampliamente cuestionado.

Así entonces, la integración de los territorios en la apertura ha sido diferenciada. Se han ido “acondicionando”, es decir, priorizando en las políticas públicas, las regiones que mejores posibilidades tienen de incorporarse a los mercados globales, con fuertes impactos en lo territorial, en lo económico y en lo social. A decir de numerosos autores, el desarrollo regional que hasta la fecha ha tenido el país ha sido muy irregular, careciendo de políticas con enfoque territorial, siendo la mayoría acciones aisladas, con falta de continuidad temporal. El referente más reciente lo constituye el Plan Nacional de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio (PNDUOT), cuyas acciones centrales  (Plan Puebla-Panamá, Escalera Náutica, Marcha hacia el Sur, Microrregiones, programa Hábitat), no han demostrado hasta el momento, acciones que incidan en cerrar la brecha del proceso diferencial de integración regional.

Ideas generales en torno a las políticas regionales en México

El establecimiento y/o puesta en marcha de políticas regionales en México entre 1940 y 1980, ha estado inspirada en modelos de corte keynesiano, cuyo rasgo central lo constituye la intervención del Estado en la gestión de los procesos productivos y la creación de la infraestructura para el desarrollo económico. Entre los rasgos principales de esta orientación  tuvieron relevancia el surgimiento de polos de desarrollo industrial, fortalecimiento de centros urbanos y de zonas agrícolas de alto valor productivo comercial.

Una segunda generación de políticas regionales desarrolladas entre 1980 y 2000, se realizaron bajo el enfoque de la economía neoclásica, a fin de enfrentar una manifiesta crisis regional y en donde se profundizaron las desigualdades, además de realizar importantes inversiones para la reinserción de estos espacios en el ámbito internacional, del que habían salido debido a la pérdida de la competitividad y rezagos en la innovación tecnológica.

Una generación diferente se distingue a partir del presente siglo, en plena etapa neoliberal y en abierta competencia por el acceso a los mercados y en el que la competitividad regional es el factor central en el que convergen los distintos países. También resalta el desarrollo de capacidades locales y regionales. Factores centrales en esta nueva etapa son la competitividad, la articulación, la integración sistémica y la conformación de redes productivas y sociales; se priorizan las políticas de descentralización, las sinergias, la cooperación pública y privada. La expresión territorial que se consolida es la de los clusters y los distritos industriales.

La realidad territorial de la economía mexicana

Una forma de constatar el grado de desarrollo en las regiones es a través de la generación del Producto Interno Bruto (PIB). Acorde a las condiciones de la economía, los mayores porcentajes se generan en la frontera norte y el Centro-Norte del país; las regiones más rezagadas son el Sur-Sureste y el Centro. Algunas entidades o regiones aisladas manifiestan un crecimiento importante debido a políticas de industrialización, como el caso de Aguascalientes, o del desarrollo de clusters de actividades industriales determinadas, como el desarrollo de la electrónica en la zona metropolitana de Guadalajara. (Mendoza, 2007: 21).

Hacia el año 2003, el PIB per cápita en México era de $14 470 pesos de 1993 (aproximadamente US $ 1300); el PIB per cápita de la Frontera Norte y el Centro Norte del país era mayor que en las regiones del Centro y Sur-Sureste. Por estados, el Distrito Federal (la capital nacional, la Ciudad de México), tenía el nivel más alto, seguidos por Nuevo León, Coahuila, Chihuahua (Norte fronterizo), Campeche y Quintana Roo (sureste); otros 11 estados de regiones Sur-sureste, Centro y Pacífico, inferior a 10 000 pesos (US  $ 900); Oaxaca y Chiapas, los estados más pobres del sur, tenían un PIB per cápita inferior a 7000 pesos (US $650).

La tasa de crecimiento media del PIB per cápita en el período 1993-2003, fue de 1.3 por ciento anual, aunque el crecimiento fue diferenciado en las regiones del país: en la Frontera Norte: 1.8 por ciento; en el Centro-Norte: 2.6 por ciento; en el Pacífico y Sur-sureste (1.1 por ciento), mientras que en el Centro fue solo de 0.7 por ciento;

A nivel de la participación en el PIB nacional en 2003, la mayor parte se concentró en la región Centro (35.01 por ciento), fundamentalmente en la Metrópolis mexicana; otro 24.20 por ciento  en la región fronteriza norte. Ambas regiones concentraron la mitad del PIB nacional.

En espacios específicos de algunos estados se desarrollaron clusters productivos, como Aguascalientes, en el Centro-Norte, que tuvo un crecimiento de 27.04 por ciento en su participación en el PIB nacional, entre 1993 y 2003; otro cluster dinámico, Querétaro tuvo una tasa de 24.79 por ciento en el período señalado. Los estados que forman la frontera norte, crecieron en promedio 12 por ciento en el período 1993-2003. 

La Inversión Extranjera Directa (IED) y su operación en las regiones mexicanas

La apertura económica supuso el abatimiento de los desequilibrios regionales mediante estrategias de compensaciones, o también a través del redireccionamiento de las inversiones hacia las regiones menos desarrolladas. Sin embargo no fue así; en el caso del TLCAN se cumplió con objetivos macroeconómicos, en cuanto a las exportaciones y a la recepción de inversiones extranjeras, pero su impacto en términos espaciales y sociales fue diferenciado: se beneficiaron las grandes empresas mexicanas y extranjeras; las megalópolis, el norte del país y las ciudades de mayor tamaño recibieron las inversiones, así como en las áreas de producción agrícola volcadas hacia el mercado de Estados Unidos. También se beneficiaron los estados con mayor índice de Desarrollo Humano (IDH), del centro y norte del país.

Desde 1992, la economía se abrió totalmente a la inversión extranjera, principalmente las exportaciones de maquilas (20 por ciento anual de crecimiento entre 1986 y 2000 (Ruiz y Moreno, 2006: 20). Sin embargo, esta política tuvo poca trascendencia hacia otros sectores; la manufactura de exportación logró aumentar los trabajos de alta calificación como la investigación, la ingeniería y el diseño. En el año 2000 solo había 9.9 por ciento de trabajo calificado en el sector manufacturero (Polaski, 2007).

La IED está altamente concentrada en la zona metropolitana de la Ciudad de México, y en el estado de Nuevo León, fronterizo con Estados Unidos; concentran entre ambos el 72 por ciento del total de las inversiones.

Las regiones del sur y sureste no se han integrado al TLCAN, debido sobre todo a la falta de infraestructura ferroviaria y portuaria, además de no disponer de un empresariado regional con capacidad de articulación al nuevo mercado ni un tejido industrial e institucional competitivo a nivel nacional e internacional. En cuanto a sus actividades agrícolas, tiene aún una alta presencia la agricultura campesina. Algunas entidades del sur, Campeche y Tabasco, tienen un gran dinamismo industrial, pero muy dirigido hacia la industria petrolera y petroquímica. Oaxaca, Guerrero (en la costa del Pacífico y Quintana roo en el Caribe, mantienen la inversión en el sector turístico, especialmente este último, con altos y cuestionados impactos sobre el entorno local (Alba, 2007; Gasca, 2006). Estos espacios son los puntales de las intervenciones de política regional en el Plan Puebla Panamá (PPP). La figura 2 señala el ámbito territorial que involucra este plan, en las principales capitales y puertos del sur de México y América Central.


Figura 2. Ámbito de integración en el Plan Puebla Panamá

Destaca la importancia de la industria maquiladora como principal receptora de la IED, aunque con muy pocas vinculaciones productivas en las regiones. Existen algunos espacios muy especializados en la producción industrial como es el caso de la región norte fronteriza con EU, donde se ha desarrollado vínculos importantes con la industria electrónica de EU; asimismo, en la zona metropolitana de Guadalajara, la segunda ciudad de México, se ha desarrollado desde los ochenta y con mayor vigor en los noventa, un importante cluster de la industria electrónica.

Los efectos del cambio económico y regional en México se han medido también a través del Índice de Desarrollo Humano (IDH)[1] (Alba, 2007; Mendoza, 2007). Dicho índice fue calculado por el PNUD y para México en el año 2000 era de 0.8014; por su disparidad fluctuaba entre 0.7032 en el sur, en Chiapas (regiones más rezagadas) y 0.8913 en el Centro, en el Distrito Federal (mayor prosperidad). Las regiones fronterizas del norte y las del Centro de México, son las únicas que tienen índices superiores al nacional; otras como el centro-norte, el sur-sureste y el Pacífico, tienen índices ligeramente menores (Mendoza, 2007).

Pero si bien México estuvo en el año 2007 en el lugar 52 de 177 países analizados (Reforma, 2007: 10), esta ubicación no refleja las profundas desigualdades espaciales y sociales al interior del país.

Algunos datos de la OCDE que pone de relieve la situación de un país como México, perteneciente a esa organización y parte del TLCAN, uno de los bloques económicos y políticos más importantes a nivel internacional. Para la OCDE, en México persisten importantes inequidades:

- Alta tasa de pobreza en el país, que alcanzaba casi a 53 por ciento de la población; la cifra pasó de 45.4 millones de habitantes en 1992, a 52.4 en el año 2000; tal situación no disminuyó con el ingreso al TLCAN. Existen importantes disparidades regionales en cuanto a la pobreza (mayor en el sur y sureste, 70 por ciento de la población), mientras que era menor en el norte (32 por ciento);

- Fuertes inequidades en cuanto a la tasa de analfabetismo (5 por ciento norte; 17 por ciento sur-sureste);

- Altas tasas de analfabetismo: norte 5 por ciento; sur-sureste 17 por ciento;

- Elevadas tasas de mortandad infantil: norte 29/1000 nacimientos; sur-sureste 40/1000;

- Disparidades en la cobertura médica de la población: norte 58 por ciento; sur-sureste 30 por ciento;

- Deficiencias en la cobertura de los servicios urbanos:

- Viviendas sin drenaje: centro 17-21 por ciento; norte 18-23 por ciento; sur-sureste 40 por ciento;

- Viviendas sin agua potable: norte-centro 5 por ciento-10 por ciento; sur-sureste 26 por ciento;

- Contaminación suelo: norte-centro 7-13 por ciento; sur-sureste 30 por ciento;

Según datos de la CEPAL si bien en 2007 han existido algunas mejoras en las cifras, aún persisten elevados niveles de pobreza en México, “…. Debido a un crecimiento económico per cápita anual de tan solo 1.7 por ciento promedio en los pasados 14 años. Lo que no ha permitido un crecimiento sostenido del salario real ni de los empleos formales…….. México ha tenido un ritmo de pobreza menor de disminución de la pobreza en la región, comparado con países como Argentina, Venezuela y Perú”. Las reducciones se deben a las remesas y programas sociales como Oportunidades “… y menos por el aumento del empleo y sobre todo de los salarios reales”; la situación difícilmente se resolverá en la medida que no se encuentren ofertas diferentes a las de la maquila y las manufacturas[2].

Principales efectos macroeconómicos de la apertura comercial de México y específicamente su inserción en el TLCAN

Empleo y subempleo

La entrada al TLCAN supuso el crecimiento del empleo y convergencia de salarios y productividad de trabajadores mexicanos con los de EU y Canadá. Sin embargo, el impacto en el crecimiento del empleo no ha sido el esperado; los salarios han divergido y no convergido.

El marco en que se desarrollan las políticas del empleo, debe considerar un hecho importante: las migraciones hacia EU continúan y han aumentado a pesar del crecimiento de la economía mexicana, entre 1995 y 2000, época de la vigencia del TLCAN. La estrategia de crecimiento con base en las exportaciones, tentativamente generaría empleos, si bien el resultado de la apertura comercial no ha sido el esperado.

En cuanto a la ventaja comparativa de la mano de obra barata, hacia 2003 China había desplazado a México como el segundo mayor exportador hacia EU y eso se debió fundamentalmente a los costos menores que ofreció China.

Otro sector golpeado en cuanto a las condiciones de la mano de obra es el agrícola, que actualmente está casi totalmente liberalizado. En 2008 se eliminarán las barreras arancelarias para la entrada de los productos agrícolas extranjeros a los mercados mexicanos. Tal liberalización relacionada con el TLCAN es el factor más importante en la pérdida de empleos agrícolas en México.

En cuanto al sector servicios, pocos efectos a partir del TLCAN sobre todo porque la mayoría de estos no se comercializan, excepto los financieros y las telecomunicaciones, que no hacen uso intensivo de mano de obra. El empleo en este sector servicios pasó de 51 por ciento antes del TLCAN a 57 por ciento en 1997. El sector informal creció en toda la década de los noventa y para 1996 después de la crisis de 94, representaba casi 50 por ciento de todo el empleo nacional (Polaski, 2007).

Balanza comercial y TLCAN

El comercio con EU y Canadá tuvo un incremento considerable de 1994 a 2000; se triplicaron las exportaciones en ese lapso. En este sector, el saldo comercial positivo y creciente y se debe en más de 90 por ciento a la industria maquiladora. En el período 1983-2000, las exportaciones en la economía crecieron vertiginosamente; las ramas de exportación crecieron más aceleradamente que las tradicionales, pero la liberalización produjo una reducción en la integración de la economía interna, debido al bajo nivel de encadenamiento hacia atrás entre las exportaciones y la economía interna debido a la apertura, proceso semejante en la generación del producto bruto (que es muy elevado en las exportaciones). El impacto interno no es mayor, debido a que la exportación de maquilas por lo general no demanda insumos locales, por lo que el beneficio de la expansión se transfiere al exterior (Ruiz y Moreno, 2006: 30).

Medio ambiente y apertura comercial

Inicialmente se supondría que la integración comercial otorga derechos y establecería obligaciones para los socios en materia de cuidado del ambiente. Sin embargo, la realidad es otra y hoy en día no existen aún mecanismos igualitarios y en la práctica los países más fuertes siguen imponiendo o manejando las legislaciones ambientales de acuerdo a sus intereses comerciales. Ha sido el caso del embargo al atún mexicano, en el que se han impuesto medidas unilaterales y extraterritoriales bajo pretextos ambientales. El TLCAN no es precisamente ambiental sino comercial, lo cual representa un serio obstáculo para resoluciones justas. Una de las cuestiones mencionadas como obligación de los gobiernos, consiste en asegurar un “ambiente estable y predecible” para los inversionistas, que lesiona y limita el poder de negociación de las autoridades mexicanas. Y este es uno de los meollos, en aras de las oportunidades de inversión y de la “derrama” de empleos. Para las inversiones extranjeras, hay una gran laxitud en cuanto al uso de la naturaleza y la legislación vigente; es el caso de los desarrollos turísticos y construcción de hoteles en las costas mexicanas, especialmente en la Riviera Maya, donde se han desforestado sensiblemente los manglares y las selvas.

Si bien, la integración ha permitido a México participar en paneles especializados en materia ambiental, el alcance de los acuerdos logrados es muy limitado. Entre tales acuerdos, destacan los siguientes:

- Acuerdos sobre zonas costeras y especies marinas;

- Elaboración de mapas de ecosistemas frágiles y utilizables;

- Rastreo de embarques de residuos peligrosos;

- Establecimiento de aduanas verdes;

- Seguimiento de rutas para el maíz transgénico;

- Estudios de impacto ambiental en el sector agropecuario (maíz, ganado, tomate).

La idea general prevaleciente en torno a mecanismos de protección ambiental en países que forman parte de tratados comerciales es que, si bien cumplen con las funciones relativas a la cooperación, no ha tenido resultados relevantes en cuanto al cumplimiento de leyes o de una intervención eficaz en disputas comerciales relativas al medio ambiente. En el caso del TLCAN, el comercio y el medio ambiente están lejos de estar integrados en un solo proceso de toma de decisiones políticas.

La necesidad de instaurar políticas públicas regionales con carácter sustentable e inclusivo

Las políticas públicas para el ordenamiento territorial en México se han “acondicionado” a la apertura económica; es decir, se han priorizando las intervenciones estatales en la creación de infraestructura y el aliento a las grandes inversiones, en las regiones que mejores posibilidades tienen de incorporarse a los mercados globales, con fuertes impactos en lo territorial, en lo económico y en lo social. A decir de numerosos autores, el desarrollo regional que hasta la fecha ha tenido el país ha sido muy irregular, careciendo de políticas con enfoque territorial, siendo la mayoría de ellas acciones aisladas, con falta de continuidad espacial y temporal.

Los pactos comerciales no resuelven por sí solos el crecimiento neto del empleo si no se aplican otras políticas en este sentido. La pérdida de empleos en el medio rural es grave y no se remediará si no se adoptan mecanismos que permitan la entrada directa de los productores agrícolas a los mercados o bien si no se generan fuentes alternativas de empleo en las áreas agrícolas.

Ante la necesidad de definir las tendencias que se expresarán en los espacios del país, en el contexto de la apertura económica, surgen las siguientes interrogantes:

¿Qué modelo territorial se conforma, en la medida que los espacios regionales del país están inmersos de manera diferenciada en la economía globalizada, un fenómeno de larga duración?;

¿Son vigentes las actuales políticas territoriales, que impulsan medidas que priorizan la integración de las regiones del país en la dinámica globalizadora, con altos costos sociales y el ensanchamiento de la desigualdad económica entre las regiones?;

En el contexto globalizador, ¿es posible diseñar políticas públicas sectoriales y regionales, basadas en los principios del desarrollo territorial sustentable, que involucre modalidades de desarrollo económico, en armonía con la naturaleza y que incida en la disminución de la pobreza y la marginación en las regiones del país?;

¿Cuál es el papel que la investigación científica y la educación deben tener para desempeñar un rol eficaz en el llamado Desarrollo Territorial Sustentable?

¿Es posible realizar estudios comparativos internacionales que den cuenta de estas situaciones? ¿Cuál sería el beneficio de este tipo de comparaciones?

¿La persistencia de elevados índices de pobreza y desiguales niveles en cuanto a los índices de Desarrollo Humano, son compatibles con un modelo que prioriza la integración comercial y la apertura de la economía?;

A lo largo de los casi 15 años de políticas aperturistas, se ha reforzado la fragmentación territorial y se ha polarizado la influencia de los centros productivos y poblacionales que han contado con las condiciones para tal fin. Para ello se han establecido nuevos vínculos interterritoriales y transfronterizos, en términos de las vías de comunicación y de las relaciones interfirmas, reforzando con ello, la jerarquía de los principales centros urbanos y la conformación de densas redes productivas. Los centros urbanos y regiones que ya contaban con ventajas comparativas refuerzan las tendencias y son las que verdaderamente han logrado desarrollar encadenamientos intra e intersectoriales en las economías de aglomeración. La figura 3 muestra la disposición de los principales ejes carreteros desde Canadá hasta Panamá, con los que se interconectan eficazmente las capitales y los principales centros productivos entre Canadá, Estados Unidos y México. La conexión con la red carretera de los países centroamericanos aún presenta algunos rezagos.




Figura 3. Rutas de Integración hacia Norte y Centroamérica
Fuente: GASCA, J; 2003

Quizá con otras especificidades, pero en el caso de la economía mexicana, parece estar aún vigente el esquema de las regiones ganadoras y las perdedoras, planteada hacia finales de los años ochenta. Debido a que la reestructuración territorial promovida por la apertura no ha sido homogénea, no ha incorporado grandes espacios regionales, sino centros y puntos específicos dentro de las regiones, que centralizan su desarrollo y no necesariamente derrama un amplio desarrollo en su entorno, sin establecer sólidos encadenamientos productivos hacia delante y hacia atrás.

En el caso de la participación mexicana en el TLCAN, no se presenta una definición explícita de desarrollo regional, sino que se priorizan las tendencias sectoriales en la economía. Por ello, concordamos en la necesidad de políticas que cohesionen al territorio y que promuevan el desarrollo regional, con impacto en la disminución de las desigualdades regionales, que deriven en un mayor equilibrio territorial (Gasca, 2006).

Debido a ello, se requiere realizar estudios que analicen los cambios que ocurren a nivel subnacional, la dinámica de regiones y territorios vinculada a las inversiones y la dinámica comercial (Ibid.).

Hay que impulsar investigaciones que fundamenten políticas públicas que incidan en la disminución de la desigualdad y las inequidades económicas y sociales. Proponer mecanismos eficientes y reales para que el empleo, y beneficios como la salud, educación, recreación y otros, tengan una amplia difusión al interior de las regiones. En el caso de los productores y pequeños empresarios, que cuenten con mecanismos para que sus productos lleguen directamente a los mercados. Implementar formas y/o programas que mejor los niveles de educación y capacitación en el trabajo.

Hacia un desarrollo regional inclusivo en México

Los objetivos que deben priorizar las políticas públicas para el desarrollo económico regional deben centrarse en la disminución de la inequidad entre las regiones. Deben posicionar a las regiones de mayor atraso en los circuitos de inversión, aprovechando las ventajas comparativas regionales (mano de obra barata, recursos naturales abundantes, posición estratégica en los mercados mundiales).

Se debe dinamizar el uso y explotación de los espacios naturales, así como potenciar las actividades económicas en las regiones atrasadas bajo modelos sustentables y de inserción directa a los mercados emergentes de la globalización, con incidencia e impactos significativos en las economías locales (ecoturismo, agricultura orgánica, energéticos, etc.).

Llevar a cabo investigaciones para el fortalecimiento de la infraestructura productiva (redes de comunicación y transporte) puertos, aeropuertos, caminos de amplio tráfico para un eficaz funcionamiento y despliegue de plataformas productivas y para la exportación, así como para dinamizar el movimiento de mercancías y bienes (Gasca, 2006). También en lo referente a la modernización y la eficiencia de los sistemas suburbanos de transportación de pasajeros que hagan efectiva la movilidad poblacional intraurbana y suburbana y en los espacios cada vez amplios de la periurbanización.

Se debe encauzar el carácter sustentable en las políticas de Desarrollo Urbano, en términos de la salvaguarda de la calidad de vida y de los elementos naturales susceptibles a una alta degradación como el agua y los residuos sólidos. Se deben adecuar los servicios de la infraestructura urbana, de los espacios habitacionales y la red de transporte en las zonas de expansión periférica y periurbanas.

Impulsar la ampliación de los mercados internacionales y de la integración de los procesos hacia distintos espacios regionales y mundiales. Investigar sobre la consolidación de acuerdos comerciales y de integración en el subcontinente, con énfasis en la elevación de los niveles de bienestar de poblaciones locales y en la disminución de la desigualdad regional y nacional (Gasca, 2006).

El desarrollo no solo debe contemplarse en la perspectiva económica, sino que la implementación o impulso a los programas de Desarrollo Local, debe dinamizar las economías y el desarrollo de iniciativas locales. Las actividades deben estar relacionadas con el desarrollo de las comunidades locales y acrecentar su nivel de participación política en la gestión territorial.  Es prioritario reforzar los mecanismos de Desarrollo Local que involucren una amplia participación de las comunidades territoriales, teniendo en cuenta al máximo, las condicionantes históricas, políticas y culturales de la relación de dichas comunidades en el desarrollo nacional. Impulsar los mecanismos que vinculen a los actores con su territorio, que a través de la interactuación, que fortalezcan su sentido de pertenencia territorial.  

Profundizar en el análisis de los impactos territoriales de los procesos económicos y sociales. Los retos del desarrollo regional en México

Existe un amplio espectro de ámbitos en los que ha tenido influencia la recomposición mundial, tanto en el conjunto del país, como al interior de sus espacios regionales. En el contexto de la participación del país en esquemas de economía abierta y bajo los mecanismos de la integración comercial, el diseño de las políticas públicas debe poner en el centro de su acción, los siguientes aspectos:

- Generación de procesos efectivos de descentralización política y fiscal, con competencias efectivas y poderes regionales;

- Conformación de desarrollos endógenos eficaces, con vinculación o inserción internacional, fundamentalmente en los espacios rurales; revertimiento de las asimetrías regionales a través de la potenciación de procesos locales, con una amplia participación social;

- Construcción de mecanismos de participación política en los ámbitos locales y de gestión social;

- Fortalecimiento de procesos productivos con carácter sustentable; uso y gestión local democrática de los espacios naturales, así como su impacto en las comunidades locales.

- Incremento de las capacidades de desarrollo tecnológico y científico en las regiones: Innovación, aprendizaje, capacitación, educación, etc.

- Ampliación de los espacios de participación social y política; democratización de las organizaciones sociales y políticas; mayor acceso a las instancias de decisión; mayor participación de las comunidades locales en el diseño y gestión de las políticas públicas territoriales, en los ámbitos rural y urbano.

- Salvaguarda de las identidades y culturas regionales y locales. Fortalecimiento de los patrimonios territoriales en atención a los procesos históricos y culturales de las regiones nacionales.

- Análisis sobre impactos territoriales de la migración. Impactos económicos (remesas); impactos en la estructura económica y laboral; industrialización rural; el despoblamiento rural; envejecimiento de la población en zonas migratorias;

- Estudios económicos basados en planteamientos como convergencia y divergencia regional, para analizar las cuestiones de desigualdad. Elaboración de propuestas para aminorar los impactos directos e indirectos de la globalización, con la pretensión de que el crecimiento económico vaya acompañado de avances en materia ambiental, social, cultural. Una convergencia que no ponga en entredicho la viabilidad de los socios comerciales y que al tiempo impacte positivamente la producción de alimentos y el empleo;

- Estudios sobre conformación de redes productivas y del desarrollo de clusters, tanto en la agricultura, como en la industria y las actividades terciarias, fundamentalmente en regiones atrasadas;

- Estudios acerca del Desarrollo Rural Sustentable, que incorpore a las poblaciones autóctonas en la dinámica de los mercados y la gestión comercializadora, que conjunte las formas tradicionales en cuanto al uso y explotación del medio rural, como patrimonio territorial. Situaciones internacionales comparativas en cuanto a las zonas de producción agropecuaria, en términos de su inserción en los mercados de países desarrollados;

- Actualización de conocimientos en cuanto a los procesos de recomposición territorial y los escenarios productivos: intercambio de experiencias y metodologías para su estudio; profundización en el uso de los Sistemas de Información Geográfica (SIG), en el estudio de los territorios;

- Estudios puntuales acerca de la dinámica de la expansión de las ciudades, específicamente del capital inmobiliario, en lo que respecta a la absorción de espacios agrarios que cambian el uso del suelo. Gestión y ordenamiento de zonas periurbanas en las ciudades, en el contexto de las jerarquías metropolitanas.

- La cuestión de la degradación ambiental en el medio urbano. El saneamiento de las descargas urbanas de aguas residuales y tratamiento de desechos sólidos; salvaguarda de los derechos de uso en comunidades agrarias urbanas y periurbanas.

- El uso sustentable de los espacios naturales para el desarrollo de actividades y servicios turísticos. Impactos locales de las actividades (económico-sociales y ambientales).

Por ello es necesario fortalecer las investigaciones conjuntas, así como de programas de intercambio entre universidades nacionales e internacionales, que permitan la movilidad de investigadores y de estudiantes de posgrado, en torno a los estudios de las temáticas señaladas y las que se deriven de los grupos de discusión.

 

Notas

[1] El IDH se compone por índices de esperanza de vida, tasa de analfabetismo, tasa de asistencia escolar y producto per cápita.  

[2] “Aún elevados niveles de pobreza en México: CEPAL” La Jornada, 18 de Noviembre de 2007. p. 46.

 

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Diario La Jornada, 18 de Noviembre de 2007. p. 46.

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© Copyright José A. Gavinha, 2008
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Referencia bibliográfica

ÁVILA SÁNCHEZ, Héctor. Cambios y recomposición territoriales. Las regiones de México en la globalización. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2008, vol. XII, núm. 270 (17). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270/sn-270-17.htm> [ISSN: 1138-9788]


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