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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIII, núm. 293, 15 de junio de 2009
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

CAMBIOS DE USOS DEL SUELO Y EXPANSIÓN URBANA EN LA COMUNIDAD DE MADRID (1990-2000)

Wenseslao Plata Rocha
Escuela Ciencias de la Tierra, Universidad Autónoma de Sinaloa, México

Montserrat Gómez Delgado
Departamento de Geografía, Universidad de Alcalá
montserrat.gomez@uah.es

Joaquín Bosque Sendra
Departamento de Geografía, Universidad de Alcalá

Recibido: 17 de abril de 2008. Devuelto para revisión: 16 de junio de 2008. Aceptado: 26 de febrero de 2009.


Cambios de usos del suelo y expansión urbana en la Comunidad de Madrid (1990-2000) (Resumen).

Se analiza la dinámica de la ocupación del suelo en Madrid entre 1990 y 2000 usando los datos del CORINE. Para ello se lleva a cabo una tabulación cruzada de los dos mapas de ocupación del suelo y se determinan las ganancias, las perdidas, los intercambios y el cambio neto y total de cada categoría de ocupación al suelo, a distintos niveles de desagregación de la leyenda de ocupaciones del suelo. Se observa un fuerte crecimiento de las zonas urbanas, un aumento algo menor de las ocupaciones forestales y una importante disminución de las áreas dedicadas a actividades agrarias.

Palabras clave: dinámica ocupación del suelo, CORINE 1990 y 2000, Madrid.

Land use change and urban expansion in the Comunidad de Madrid, Spain (1990-2000) (Abstract).

We analyze the dynamics of land use in Madrid between 1990 and 2000 using data from CORINE. It carries out a cross tabulation of the two maps of land use and determining the total and net change, swap, as well as gross gains and gross losses for each category of land use, at different levels of disaggregation of the land use legend. There is a strong growth in urban areas, a less growth of forest and a significant decrease in the areas involved in agricultural activities.

Keywords: dynamic land use, CORINE 1990 and 2000, Madrid.

Madrid, España y, mas en general, todo el plantea, está sufriendo una modificación notable de los usos y de las ocupaciones del suelo[1]. Se trata de un fenómeno importante por muy diversas razones, desde los efectos sobre la sostenibilidad a las variaciones en la producción económica y en la calidad de vida de la población. En cualquier caso la descripción detallada de este proceso es un paso esencial para su entendimiento, su explicación, en base a muy diversos tipos de factores (Plata y otros, 2009) y a su control mediante alguna forma de Ordenación del territorio (Gómez y Barredo, 2005, cap. 4).

La expansión urbana es uno de los hechos que ha influido de manera decisiva en los cambios de usos del suelo registrados en las últimas décadas en todo el mundo y también, podemos asegurar, en Madrid (Barredo et al., 2003; OSE, 2006). Si bien las zonas urbanas ocupan hoy día tan sólo el 2 por ciento de la superficie de la tierra, sus efectos en la alteración del medio son importantísimos a escala local, regional y global. Ante este panorama, la descripción y análisis de esos cambios y sus consecuencias son claves para proponer estrategias de desarrollo territorial orientadas a mantener y proteger el territorio, los distintos ecosistemas que sobre él se desarrollan, así como para preservar la calidad de vida de la población que sobre él habita.

En este marco, el objetivo de este artículo es realizar un análisis detallado de los cambios en la ocupación del suelo en la Comunidad de Madrid entre 1990 y 2000, como un primer paso para poder analizar la evolución reciente de las actividades humanas en este territorio y su posible sostenibilidad a largo plazo así como la variación en la calidad de vida de la población madrileña.

Este texto se organiza de la siguiente manera. Después de una breve introducción en la que se repasa la literatura más significativa sobre la metodología empleada para estudiar la dinámica de usos del suelo en general, y de Madrid en particular, se realiza, en un segundo apartado, una valoración sobre la adecuación de los datos disponibles para realizar un estudio de este tipo en esta región, llegando a la conclusión de la gran utilidad de la base de datos eruopea CORINE Land Cover (CLC). El tercer apartado describe la metodología empleada en este trabajo para determinar la dinámica de la ocupación del suelo entre 1990 y 2000 (Pontius y otros, 2004). El cuarto es el apartado central y más importante del texto, en él se determinan los cambios ocurridos entre esas fechas en la ocupación del suelo en Madrid, abordando el estudio con diferentes niveles de detalle, lo que permite desvelar importantes aspectos de esta dinámica que de otra manera no serían tan evidentes. Finalmente, el último apartado recoge las conclusiones más significativas que se pueden extraer de este análisis.

El estudio de la ocupación del suelo y sus cambios ha recibido mucha atención en los últimos años. Un buen resumen de muchas de las contribuciones al análisis general de los cambios en el uso de la tierra se reúnen en el trabajo de Helen Briassoulis (1999) donde se desglosan un conjunto de aspectos teórico-metodológicos y modelos desarrollados con fines descriptivos, explicativos, predictivos, prescriptivos y valorativos. Así mismo se puede encontrar revisiones y resúmenes de los estudios dedicados a esta cuestión en numerosos libros. Ph. Mayaux y otros (2008), detallan el importante papel de la Teledetección y los satélites de observación de la Tierra en la obtención y clasificación de los datos que permiten determinar la dinámica de la ocupación del suelo en las diferentes regiones del mundo. De especial interés y relevancia es el programa de investigación LUCC de la Unión mundial de sociedades científicas, que ha supuesto un gran impulso en el desarrollo de este tipo de estudios y cuyos principales resultados se pueden observar en E. Lambin y H. Geist (2006), publicación final que cierra las tareas de este proyecto, aunque se pueden encontrar otras publicaciones anteriores con resultados preliminares interesantes (Gutman y otros, 2004).

Como ya se ha indicado, el crecimiento de las zonas urbanas es uno de los ejemplos mas importantes de cambio de ocupación del suelo en todo el mundo. Sin embargo, no existen muchos ejemplos de su análisis utilizando los datos y los procedimientos similares a los empleados en este trabajo, quizás una de las publicaciones mas significativa en este sentido sea la realizada por el OSE (2006) para el conjunto de nuestro país y donde el análisis del crecimiento urbano ha ocupado un espacio muy significativo, la finalidad de nuestro artículo es detallar aún mas la descripción de las formas del crecimiento urbano en Madrid. Otros ejemplos de análisis que se pueden mencionar son el proyecto Gigalopolis del NCGIA (http://www.ncgia.ucsb.edu/projects/gig/, consultado en febrero de 2009) centrado más bien en la simulación de los cambios de la ocupación urbana del suelo en el futuro; es de interés igualmente el trabajo de Chetan Agarwal y otros (2000), donde se hace un interesante repaso de las posibilidades de análisis de los cambios de la ocupación del suelo y de los modelos de simulación existentes sobre la cuestión.

Por su parte, la dinámica de la ocupación del suelo en la Comunidad de Madrid ha sido objeto de estudios y análisis en varios momentos en los últimos años. En primer lugar, en el trabajo de Milagros Serrano y otros (2002) encontramos claves importantes para estudiar estos cambios, aunque la investigación se limita a realizar una descripción del tipo y magnitud de éstos en torno a las carreteras orbitales recientemente construidas en el área metropolitana de Madrid. Por su parte, los trabajos de Ramón López de Lucio (2003 y 2004) también aportan datos importantes sobre los cambios territoriales acontecidos en la Comunidad de Madrid entre 1991 y 2001, a partir de la evolución experimentada por diferentes variables como el crecimiento del número de kilómetros de carretera, los movimientos realizados en la red de cercanías y de metro, el aumento de la demanda de agua y del número de depuradoras, el crecimiento de suelo urbanizable, etc., para cada uno de los 11 ámbitos territoriales en los que divide la región madrileña..Como apunta Ramón López de Lucio, la región urbana de Madrid se transforma a una velocidad notable, configurándose un nuevo modelo territorial aquejado de serios problemas de sostenibilidad que han de ser corregidos mediante políticas públicas que re-equilibren y re-direccionen las dinámicas en marcha (López de Lucio, 2003: 161, Leboreiro, 1999), para ello el conocimiento detallado de los cambios de ocupación del suelo resulta primordial. Más recientemente Eduardo de Santiago (2007 y 2008a) y Juan Carlos García y Javier Gutiérrez (2007) han analizado las diversas lógicas espaciales de la conversión de Madrid en una ciudad dispersa y difusa, aportando datos muy interesantes sobre la evolución de distintos sectores que han incidido de manera especial en la configuración espacial actual de la región.  Igualmente Eduardo de Santiago (2008b) ha mostrado la importancia espacial de las zonas logísticas en la Comunidad de Madrid y el uso del territorio que implican.

En segundo lugar, encontramos una serie de estudios que describen mas en concreto la dinámica de la ocupación del suelo en el conjunto de la Comunidad y con bastante detalle espacial. Así, los trabajos de Isabel Otero (1993), Angnes Aldana (2005), Antonio Zarate y otros (1998), resultan interesantes por aplicar a estos análisis técnicas de intersección de mapas en un SIG, que permiten observar con bastante detalle los cambios netos entre las distintas fechas, pero adolecen de algún problema importante: en algunos casos las fuentes de datos empleadas son desiguales, es decir los dos mapas de ocupación del suelo empleados no se han elaborado con las mismas leyendas y esto puede generar cambios ficticios y poco seguros; en otros casos, las fechas de sus análisis ya son un poco antiguas. Por otra parte, el Observatorio de la Sostenibilidad en España, OSE (2006) también ha realizado un importante trabajo de descripción de la dinámica de la ocupación del suelo en todo el territorio nacional a escala de la Comunidad Autónoma. En este caso, aunque los problemas anteriores desaparecen (las dos fuentes empleadas son coherentes y las fechas analizadas son recientes), la metodología empleada por el OSE para analizar los cambios no es la mas moderna disponible y algunas de los resultados encontrados en Madrid pueden resultar, por ello, discutibles y mejorables. En este artículo se pretende realizar una aportación en este sentido.

También queremos hacer mención de otros trabajos que, si bien son de ámbito más parcial y afectan solo a algunos municipios de Madrid, demuestran la preocupación y el interés que por estos temas se tiene en la región desde hace ya varias décadas: Roberto Castro y Javier García-Abad (1993) y José Sancho y otros (1993).

Para terminar, aunque la explicación y el entendimiento de las causas de los cambios de la ocupación del suelo no son objeto de este trabajo, cabe mencionar que entre esto deben estar factores bio-físicos,  variables socioeconómicas, cuestiones de  accesibilidad, Los tres  podrían ser los principales factores conductores de los cambios en los usos del suelo. En los trabajos de: Hu y Lo, 2007; Verburg et al, 2004a; Cheng y Masser, 2003; Yang et al, 2007; Serra et al, 2005; Bocco et al, 2000; Conway, 2005; Hoshino, 2001; Pan y Bilsborrow, 2005; Overmars y Verburg, 2006, se pueden encontrar ejemplos diversos de este tipo de análisis..También parecen relevantes las cuestiones relativas a la reglamentación de los planes de ordenación urbana e incluso al color político de los ayuntamientos en los que ocurren los cambios de uso, todas estas cuestiones deben ser utilizadas en la formulación de modelos explicativos y predictivos de la dinámica de la ocupación del suelo (ver, para el caso de Madrid, Plata y otros, 2009).

Los datos de partida. La necesidad de utilizar fuentes de datos homogéneas y comparables

Para el análisis de los cambios de coberturas y usos del suelo en la región de Madrid se ha utilizado la información derivada del proyecto CORINE Land Cover correspondiente a los años 1990 y 2000, única información disponible elaborada con criterios homogéneos para las dos fechas. Como es sabido el programa CORINE (Coordination of Information of the Environment) nace con el ánimo de recopilar de manera coordinada y homogénea información sobre el estado del medio ambiente y los recursos naturales en la Comunidad Europea.

Dicha iniciativa se materializa con la creación del CORINE Land Cover de 1990 (CLC1990), base de datos numérica, geográfica y multitemporal a escala 1:100.000 sobre la cobertura y/o uso del territorio en el ámbito europeo, para cuya elaboración todos los países de la Unión Europea siguieron unas directrices comunes en cuanto a determinados aspectos técnicos (escala, resolución, nomenclatura), utilizando como fuente de información imágenes Landsat-4/5 TM.

Diez años después se lleva a cabo a cabo una actualización de dicha base de datos en prácticamente los mismos términos técnicos, de modo que la información fuese comparable para las dos fechas. Así, y a partir de la generación de un mosaico nacional y europeo utilizando imágenes de satélite Landsat-7 TM (producto IMAGE2000), se elabora un nuevo mapa de cobertura y uso del suelo (CLC2000), que permite detectar e interpretar los cambios ocurridos entre las dos fechas.

Para el proyecto CLC2000, las necesidades de actualización y mejora se concentraron, entre otros aspectos, en una nomenclatura más detallada. Así, las 64 clases utilizadas al nivel 5 para el CLC1990 aumentaron a 85 para el CLC2000. Por otro lado, en el CLC1990 se había utilizado una unidad mínima superficial cartografiable de 25 ha, la misma que se mantiene en el CLC2000 para el caso de la clasificación de las zonas agrícolas, forestales y humedales, sin embargo para cartografiar las superficies artificiales y de agua esta desciende hasta 5 ha.

Es necesario puntualizar que para el caso de España el proyecto CORINE Land Cover 1990 ya estableció una ampliación de su leyenda, con un cuarto y un quinto nivel y 64 clases en total. La nomenclatura utilizada en este trabajo está basada, por tanto, en la clasificación del CORINE Land Cover para España. No obstante, y dadas las diferencias mencionadas en la categorización de los usos del suelo entre 1990 y 2000, fue necesario realizar una homogenización de la leyenda. Dicha homogenización se realizó tomando como base el nivel 4, puesto que la diferencia de hasta 21 clases entre las dos bases de datos a nivel 5 hacía imposible llevar a cabo un análisis comparativo. La leyenda resultante, y que se puede consultar en el anexo 1, consta de un total de 42 clases para el nivel 4, 31 para el nivel 3, 13 para el nivel 2 y 5 para el nivel 1.

Finalmente es necesario mencionar que existen otras bases de datos disponibles para la Comunidad de Madrid sobre cobertura/usos del suelo, como la elaborada por el Departamento de Economía y Gestión de las explotaciones e industrias forestales de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid en el año 1997 (utilizando imágenes de satélite SPOT y fotografías aéreas escala 1:18.000 del año 1995, ver Consejería de Medio Ambiente, 1997). Sin embargo, está demostrado que el uso de bases de datos levantadas con criterios, leyendas y escalas distintas, para identificar e interpretar los cambios acontecidos entre distintas fechas ofrece resultados que no se ajustan a la realidad. De hecho, como ya hemos mencionado, existe un trabajo en el que se llevó a cabo un estudio de cambios de usos utilizando como fuente de información dicho mapa y el CLC1990 (Aldana, 2005). A pesar del esfuerzo realizado para homogeneizar las categorías de una y otra fuente, el estudio arrojaba que hasta un 47 por ciento del territorio de la Comunidad había experimentado algún tipo de cambio entre las dos fechas, cuando del análisis realizado con el CLC1990 y el CLC200 se deriva que más del 90 por ciento de la superficie regional no ha experimentado ningún cambio en ese período.

Por lo tanto, los datos del proyecto CLC son, por su calidad y rigor científico, así como por el horizonte temporal que abarcan, los más adecuados para este estudio.

Metodología

El análisis de los cambios de uso del suelo llevado a cabo en el presente trabajo se ha basado en la metodología desarrollada por Robert Pontius et al., (2004). Esta metodología permite obtener para cada categoría de uso del suelo las ganancias y las pérdidas, el cambio neto y los intercambios experimentados entre dos momentos temporales. Así mismo permite valorar el cambio total tomando como referencia las persistencias y así poder evaluar cuales fueron las transiciones sistemáticas más significativas entre categorías. Además permitió verificar el cambio real en el paisaje de la Comunidad de Madrid a través del análisis de los cambios de usos del suelo en los diferentes niveles de clasificación del Corine Land Cover.

Para ello, se parte de una matriz de tabulación cruzada (que en el estudio de usos de suelo comúnmente se denomina matriz de cambios) resultado de cruzar dos mapas de diferente fecha (1990 y 2000). En dicha matriz (cuadro 1) las filas representan las categorías del mapa en el tiempo 1 (T1) y las columnas las categorías del mapa en el tiempo 2 (T2). Asimismo, la diagonal principal muestra las persistencias entre el T1 y T2, mientras que los elementos fuera de la diagonal principal dan cuenta de las transiciones ocurridas entre el T1 y T2 para cada categoría. En la fila 6 se recoge el total ocupado por cada categoría en el T2 (P+j), mientras que en la columna 6 se recoge el total de cada categoría en el tiempo T1 (Pi+). Hasta aquí no hay ninguna diferencia con un análisis basado en un proceso de tabulación cruzada. Sin embargo, ante la necesidad de realizar un estudio detallado de los cambios, se agregaron una fila y una columna adicional. Así, la fila 7 mostraría la ganancia que tuvo cada categoría entre el T1 y T2 y la columna 7 la pérdida que tuvo cada categoría entre el T1 y T2.

 

Cuadro 1
Matriz de tabulación cruzada para dos mapas de diferente fecha
 

 

Tiempo 2

   
 

1

2

3

4

5

6

7

1

Tiempo 1

Clase 1

Clase 2

……..

Clase n

Suma T1

Perdidas

2

Clase 1

P11

P12

……..

P1n

P1+

P1+ – Pjj

3

Clase 2

P21

P22

……..

P2n

P2+

P2+ – Pjj

4

……..

……..

……..

……..

……..

……..

……..

5

Clase n

Pn1

Pn2

……..

Pnn

Pn+

Pn+ – Pjj

6

Suma T2

P+1

P+2

……..

P+n

P

 

7

Ganancias

P+1 – Pjj

P+2 – Pjj

……..

P+n – Pjj

   

Fuente. Pontius et al., 2004.

 

Una vez obtenida la matriz de tabulación cruzada, es posible calcular una serie de parámetros de gran importancia en el análisis de los cambios de usos del suelo:

Las ganancias, expresadas como la diferencia de la suma total de la fila 6 y los valores de la diagonal principal, es decir Gij = P+j – Pjj;

Las pérdidas, expresadas como la diferencia de la suma total de la columna 6 y los valores de la diagonal principal, es decir Lij = Pj+ – Pjj. Con estos valores se calcularon posteriormente el cambio neto, cambio total y los intercambios;

El cambio neto, expresado como el valor absoluto de la diferencia de las pérdidas y las ganancias de cada categoría Dj = |Lij – Gij|;

El intercambio, expresado como el doble del valor mínimo de las ganancias o las pérdidas, es decir Sj = 2 x MIN (Pj+ – Pjj,Pj+ – Pjj);

El cambio total, sería el resultado de la suma de las ganancias y las pérdidas, es decir DTj = Gij + Lij.

Posteriormente, los valores reales del cambio entre las fechas 1990 y 2000 se obtuvieron por medio de la ecuación del cambio total, que a diferencia de la del cambio neto permitió estimar la totalidad de las transiciones que se dieron entre categorías. Al respecto, cabe señalar que si una categoría hubiera presentado ganancias y pérdidas de la misma magnitud, el cambio neto sería igual a cero. Sin embargo, mediante la ecuación del cambio total, dicho resultado sería igual al doble de la pérdida o la ganancia (figura 1).

 

Figura 1. Categoría con superficie inicial y final igual.

Fuente. Elaboración propia.

 

Asimismo, al realizar el análisis de los cambios de uso del suelo en los diferentes niveles de la clasificación jerárquica del Corine (nivel 1, 2, y 4) fue posible identificar las transiciones que existen dentro de las categorías englobadas en los niveles más generales. Esto puede conllevar que aumente el total de ganancias, pérdidas, intercambios y cambio total conforme se desciende en el nivel de análisis, pues en el interior de las categorías más generales se producen intercambios importantes entre distintos usos del suelo, cambios que no son detectables al trabajar a un nivel general por englobarse en un misma tipo. En la figura 2 aparece representado de manera gráfica el aumento experimentado por los distintos indicadores de cambio a medida que aumentaba el detalle de la clasificación de los usos del suelo en la Comunidad de Madrid. Como podemos observar, si el análisis de cambios se realizara tan sólo teniendo en cuenta el cambio neto (el indicador habitualmente utilizado en este tipo de estudios), podríamos deducir que no se producen diferencias significativas si cambiamos de nivel de detalle, cuando la realidad es bien distinta, según nos indica el resto de parámetros.

 

Figura 2. Aumento en los valores de cambio para las superficies artificiales.

Fuente. Elaboración propia.

 

Por último y con la finalidad de dar más fiabilidad a los resultados del análisis de los cambios, se verificó si las ganancias y las pérdidas obtenidas fueron significativas. Esto es posible llevarlo a cabo a través de la matriz de transiciones sistemáticas (Pontius et al., 2004). Se dice que una transición es sistemática si la transición observada difiere de la transición esperada debido a un proceso aleatorio. Si una categoría no tiene tendencia particular de ganar o perder de cualquiera de las otras categorías, entonces la transición observada correspondería a los patrones esperados debido a procesos aleatorios (Alo y Pontius, 2008).

Esta matriz se calcula distribuyendo las ganancias y las pérdidas a través de las otras categorías según la proporción relativa de cada categoría en el T1 y T2 respectivamente. Asimismo, para identificar si los valores de la matriz de transiciones sistemáticas son significativos, se considera la tasa de crecimiento, obtenida como una función de la diferencia entre los valores observados (matriz de cambios) y los valores esperados (matriz de transiciones sistemáticas).

Finalmente, debe señalarse que fue posible aplicar esta metodología de manera sencilla a partir del módulo Land Change Modeler for Ecological Sustainability implementado en el SIG Idrisi Andes. Este módulo incluye un conjunto de herramientas para la rápida evaluación de cambios en forma gráfica y de mapas, proporcionando las ganancias y pérdidas, cambio neto, persistencia y transiciones específicas.

Análisis de los cambios de usos de suelo observados para la Comunidad de Madrid entre 1990 y 2000

Descripción general a distintos niveles

Según se desprende de un análisis básico mediante tabulación cruzada de los datos del CLC a nivel 1 (cuadro 2), en el año 2000 una gran parte de la superficie de la región estaba destinada a un uso forestal y agrícola (49,23 % y 38,04 % respectivamente), mientras que el 11,93 por ciento estaba ocupada por algún tipo de superficie artificial, siendo las superficies de agua muy poco representativas (0,80%). Si ponemos en relación estos datos con los registrados para el año 1990, tenemos que en un intervalo de algo más de 10 años la presencia de las dos primeras categorías mencionadas ha experimentado una ligera disminución (del 8,9 por ciento de la existente en 1990 en las zonas agrícola y del 0,4% en las forestales), mientras que las superficies artificiales han experimentado un incremento del 47 por ciento respecto al suelo dedicado a este uso en 1990, y un incremento del 3,85 por ciento respecto a la superficie total de la región. De hecho, a nivel nacional este incremento urbano ocupa el tercer puesto detrás de la Comunidad Valenciana (con un incremento del 52%) y de la Comunidad de Murciana (con un incremento del 62%) (OSE, 2006). Finalmente, si bien los datos arrojan un ligero aumento de las superficies de agua (7,4%), éste puede ser debido a la variación en la capacidad de los embalses entre unos años y otros (puesto que no se ha creado ninguna infraestructura nueva posterior a 1990) y a la aparición de nuevas láminas de agua producto de la intensa actividad de extracción de grava en determinadas áreas de la región como el tramo más meridional del río Jarama.

 

Cuadro 2
Cambios en los principales usos del suelo en la Comunidad Madrid (1990-2000)

CATEGORÍA

1990 (datos de 1987) (ha)

2000 (ha)

% sobre total 1987

% sobre total 2000

2000-1987 (ha)

Incremento  sobre 1987 (%)

Superficies artificiales

64.821,00

95.755,25

8,08

11,93

30.934,25

47,7

Zonas agrícolas

335.229,75

305.306,50

41,77

38,04

-29.923,25

-8,9

Zonas forestales

396.515,00

395.065,00

49,41

49,23

-1.450,00

-0,4

Zonas húmedas

60,25

60,25

0,01

0,01

0,00

0,0

Superficies de agua

5.914,00

6.353,00

0,74

0,79

439,00

7,4

 

Analizando de manera más pormenorizada la matriz de cambios resultante de esta tabulación cruzada (cuadro 3), encontramos en primer lugar que, como es habitual en cualquier análisis de cambios de usos del suelo, domina la persistencia en el paisaje de la región (Pontius et al., 2004; Burnicki et al., 2007), pues según se desprende de los datos recogidos en la diagonal de la tabla, el 94 por ciento de la zona de estudio no ha experimentado ningún cambio entre las dos fechas (de las un poco más de 800.000 ha que ocupa la Comunidad de Madrid, 756.017,75 continúan teniendo el mismo uso en el año 2000 y tan sólo 46.522,25 ha han experimentado algún tipo de cambio). 

Si atendemos a los cambios en términos de ganancias y pérdidas, son efectivamente las superficies artificiales las que mayor incremento han registrado, aglutinando el 67,5% de las ganancias experimentadas por el conjunto de todas las categorías entre 1990 y 2000. Estarían seguidas, aunque bastante de lejos, por las zonas forestales. Las zonas agrícolas también experimentan ciertas ganancias, aunque en general comprobamos que son las grandes perdedoras de la región.

 

Cuadro 3
Matriz de cambios de usos del suelo (CLC nivel 1) en la Comunidad Madrid (1990-2000).
Medidos en Hectáreas

 

Sup. Artificiales

Zonas Agrícolas

Zonas Forestales

Zonas Húmedas

Sup. Agua

TOTAL (1990)

Pérdidas

S. Artificiales

64337,50

148,75

321,75

0

13,00

64821,00

483,50

Z. Agrícolas

20311,75

302965,75

11639,75

0

312,50

335229,75

32264,00

Z. Forestales

11088,00

2146,25

382953,75

0

327,00

396515,00

13561,25

Z. Húmedas

0

0

0

60,25

0

60,25

0

S. Agua

18,00

45,75

149,75

0

5700,50

5914,00

213,50

TOTAL (2000)

95755,25

305306,50

395065,00

60,25

6353,00

802540,00

46522,25

Ganancias

31417,75

2340,75

12111,25

0

652,50

46522,25

 

 

Si analizamos a costa de qué otros usos se han producido las ganancias más importantes, comprobamos que las superficies artificiales han crecido, fundamentalmente, a base de terrenos agrícolas y forestales, aglutinando los primeros casi el 65 por ciento de estas nuevas superficies (columna 1, Cuadro 3). En esta categoría no sería esperable que se produjera ninguna pérdida, pues es bastante poco usual que una superficie artificial cambie a otro tipo de uso más “natural”, sin embargo observamos que hasta casi 149 ha que en 1990 eran artificiales han pasado a ser zonas agrícolas en el 2000, 322 a zonas forestales y 13 a superficies de agua. Del mismo modo parece poco probable que casi 150 ha identificadas como cuerpos de agua en 1990 se hayan transformado en zonas forestales.

También podemos observar como, a pesar de que las zonas agrícolas y forestales han sufrido un retroceso entre las dos fechas, han experimentado intercambios positivos, básicamente entre ellas mismas. Así, hasta 2.146 ha de zonas forestales pasaron a ser zonas agrícolas en 2000. Por otro lado, un total de 11.640 ha de zonas agrícolas en 1990 han sido transformadas en zonas forestales en el 2000, lo que sin duda tiene unas connotaciones más positivas desde el punto de vista ambiental.

Por otro lado, un análisis más pormenorizado de los cambios experimentados en términos de cambios netos, cambios totales e intercambios (cuadro 4), arroja que las superficies artificiales y las zonas agrícolas registran el mayor volumen de cambios netos y totales, fundamentalmente debido a que dichos cambios se han experimentado en un solo sentido (ganancias en el primer caso y pérdidas en el segundo). Sin embargo, son las zonas forestales las que registran un intercambio mayor, pues han participado casi al 50 por ciento tanto de pérdidas como de ganancias.

Precisamente en este caso se hace evidente la adecuación del estudio de los cambios en estos términos. Si calculamos el porcentaje que supone la superficie ocupada por zonas forestales en la Comunidad de Madrid en las dos fechas, obtenemos que prácticamente es la misma (49,4% en 1990 y 49,2% en 2000). Si no pudiésemos analizar con mayor profundidad los resultados podríamos haber concluido que prácticamente la superficie forestal no se ha modificado. Sin embargo la realidad es muy diferente, ya que como decimos se trata de la categoría que más intercambios ha registrado y que por tanto ha experimentado una transformación mayor (24.225,5 ha). En este caso tanto las ganancias como las pérdidas han sido considerables, lo que nos ofrece un panorama de cambios importante, aunque el valor de persistencia sea también elevado. 

 

Cuadro 4
Indicadores de cambios en la Comunidad de Madrid
en el período 1990-2000 (CLC nivel 1)

 

Ganancias
(ha)

Persistencias (ha)

Pérdidas
(ha)

Cambio Neto (ha)

Cambio Total (ha)

Intercambio (ha)

Sup. Artificiales

31.417,75

64.337,50

483,50

30.934

31.901

967,00

Zonas Agrícolas

2.340,75

302.965,75

32.264,00

29.923

34.605

4.681,50

Zonas Forestales

12.111,25

382.953,75

13.561,25

1.450

25.673

24.222,50

Zonas Húmedas

0

60,25

0

0

0

0

Sup. Agua

652,50

5.700,50

213,50

439

866

427,00

 

Si atendemos a la distribución espacial de todos estos cambios, comprobamos como la mayor parte de la transformación de terrenos agrícolas a superficies artificiales se produce en las inmediaciones de zonas urbanas ya consolidadas y en las cercanias de las principales carreteras nacionales que emanan de Madrid (figura 3). Destaca también el importante proceso de deforestación que se ha llevado a cabo en el Oeste de la región, especialmente en el recorrido de la N-VI. Por otro lado, si atendemos a los cambios registrados de agrícola a forestal, podemos deducir que se ha producido un importante abandono de la actividad agrícola y regeneración espontánea de la vegetación en toda la región.

 

Figura 3. Cambios de uso del suelo en la Comunidad de Madrid (CLC nivel 1, 1990-2000).

Fuente. Elaboración propia a partir del CLC1990 y 2000.

 

Sin embargo, los resultados obtenidos a este nivel de detalle no resultan suficientes para sacar conclusiones relevantes sobre los cambios de usos del suelo experimentados en la región madrileña. En primer lugar la categoría superficies artificiales engloba toda una serie de usos que deberían ser estudiados de manera individual a la hora de analizar la dinámica de un determinado territorio, especialmente los relacionados con el proceso de urbanización. Por otro lado, la categoría de zonas forestales aglutina distintos usos con una importancia ambiental muy diferente. Esto por ejemplo nos podría llevar a sacar conclusiones erróneas sobre el proceso de deforestación mencionado entorno a la N-VI.

Así, se hace necesario descender a los siguientes niveles establecidos en el CLC para entender mejor la dinámica territorial de la región.

Como podemos comprobar en el anexo 1, las cinco grandes categorías del nivel 1 se desglosan en un total de 13 para el nivel 2. Aquí ya es posible diferenciar, por ejemplo, las zonas urbanas de los vertederos o zonas verdes y las zonas de bosque de las ocupadas por vegetación arbustiva o herbácea, distinción imprescindible para interpretar mejor los resultados obtenidos.

Lo primero que llama la atención si observamos los datos del Cuadro resumen n º 5, es el incremento, sustancial en algunos casos, del volumen de pérdidas y ganancias registrado si agrupamos las subcategorías del nivel 2 en las establecidas en el nivel 1. Como ya se ha explicado en el apartado de metodología, esto es debido a que se producen intercambios importantes entre distintos usos del suelo que a un nivel más general no eran detectables por encontrarse englobados bajo una misma tipología. Por lo tanto, lo primero que comprobamos es que dentro de todos los grandes tipos de usos se producen intercambios internos muy importantes.

 

Cuadro 5
Indicadores de cambios en la Comunidad de Madrid en el período 1990-2000 (CLC nivel 2)

Categorías

Ganancias

Persistencias

Pérdidas

Cambio Neto

Cambio Total

Intercambio

Zonas Urbanas

14602,00

41525,25

276.50

14325.50

14879,00

553,00

Zonas industriales, comerciales y de transporte

8986,00

13908,25

151,50

8834,50

9137,50

303,00

Zonas de extracción minera, vertederos y de construcción 

9073,25

1563,50

3373,75

5699,50

12447,00

6747,50

Zonas verdes artificiales, no agrícolas

2322,00

3775,00

247,25

2074,75

2569,30

494,50

TOTAL Superficies Artificiales

34983,25

60772

4049

30934,25

39032,25

8098

Tierras de labor 

1822,50

193348,00

29869,75

28047,25

31692,00

3645,00

Cultivos permanentes

103,00

20072,00

1037,75

934,75

1140,80

206,00

Praderas

5,75

4326,00

267,25

261,50

2730

11,50

Zonas agrícolas heterogéneas 

3078,75

82550,50

3758,50

679,75

6837,30

6157,50

TOTAL Zonas Agrícolas

5010

300296

34933,25

29923,25

39943,25

10020

Bosques

2324,75

78442,75

1659,75

665,00

3984,50

3319,50

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

13687,00

295265,75

15592,50

1905,50

29280,00

27374,00

Espacios abiertos con poca o sin vegetación 

1578,50

3766,25

1788,00

209,50

3366,50

3157,00

TOTAL Zonas Forestales

17590,25

377474,75

19040,25

2780

36630,5

33850,5

Zonas húmedas continentales

0

60,25

0

0

0

0

Aguas continentales 

652,50

5700,50

213,50

439,00

866,00

427,00

 

A este nivel de detalle ya es posible matizar que, de las superficies artificiales, son las zonas urbanas las que experimentan un mayor porcentaje de crecimiento entre las dos fechas, aglutinando el 41,7 por ciento del incremento total. Sin embargo, si atendemos al conjunto total de las subcategorías encontramos que, detrás de las zonas urbanas, el uso que experimenta mayores ganancias sería los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea, seguido, eso sí, de otras dos subcategorías de superficies artificiales, a saber, zonas de extracción minera, vertederos y de construcción y zonas industriales, comerciales y de transporte. Recordemos, en cualquier caso, que esta subcategoría (vegetación arbustiva) pertenece a las zonas forestales, catalogadas como las segundas grandes ganadoras a nivel 1, y si observamos con detenimiento los datos, comprobamos que ésta aporta el 77,8 por ciento de las ganancias totales, seguida muy de lejos por los bosques (13,2%).

Analizando la matriz de cambios a este nivel, también es posible precisar con más detalle cuáles han sido los usos sustituidos por los artificiales, e incluso comprobar si se ha producido algún intercambio dentro de la misma categoría, hecho que mediante el análisis a nivel 1 es imposible averiguar. De la figura 4 se desprende que las zonas urbanas han aumentado su extensión a costa de espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea (40% del total), seguido muy de cerca por las tierras de labor (38%). Sin embargo también comprobamos que se da algún intercambio preocupante con otros tipos de superficies artificiales, puesto que el 12por ciento del crecimiento de esta subcategoría (zonas urbanas) se ha nutrido de zonas de extracción minera, vertederos y de zonas en construcción, superficies que podrían presentar algún problema geotécnico a la hora desarrollar una nueva zona urbana. De manera colectiva son sin duda las tierras de labor las que más terreno han cedido al conjunto de superficies artificiales (50,7%), seguidas de la vegetación arbustiva y/o herbácea (30,7%).

 

Figura 4. Pérdidas y ganancias de la categoría Zonas urbanas (CLC, nivel 2).

 

En cuanto al segundo grupo de usos ganadores (zonas forestales), son los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea los que, en valores absolutos (13.687 ha) y proporcionales respecto al total de superficie (1,71%), han experimentado mayores ganancias (figura 5a). En este caso se producen intercambios más o menos importantes entre prácticamente todas las subcategorías, destacando la ocupación de espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea por parte de los bosques (representando casi el 90% de las ganancias de los mismos, figura 5b). En cualquier caso, y como ya vimos en el análisis a nivel 1, el mayor volumen de terrenos ahora ocupados por estas subcategorías (concretamente por espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea) proviene de tierras de labor (68,5%). Estos datos nos indican que se ha producido un fenómeno significativo de abandono de tierras agrícolas y regeneración espontánea de la vegetación. En este sentido también sería destacable el hecho de que hasta 289 ha ocupadas por explotaciones mineras, vertederos, etc, en 1990 se encuentren, en el 2000, ocupadas por espacios de vegetación arbustiva, lo que también indica un proceso ambientalmente positivo de regeneración de zonas degradadas.

 

a)

 

b)

 

Figura 5. Pérdidas y ganancias de las categorías vegetación arbustiva y/o herbácea (a) y Bosques (b), CLC, nivel 2.

 

Lo anteriormente expuesto confirma que son las tierras de labor las que más terreno pierden en el período estudiado (29.870 ha). Sin embargo es necesario matizar que la mayor proporción de estos terrenos (casi un 60%) ha abandonado su uso agrícola y ha pasado a formar parte de algún uso urbano (figura 6).

 

Figura 6. Pérdidas y ganancias de la categoría tierras de labor (CLC, nivel 2).

 

El segundo puesto con 15.592 ha lo ocupa, sin embargo, un uso forestal que también experimenta importantes ganancias, a saber los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea. Esto la convierte en la categoría que experimenta un mayor volumen de intercambios y confirma lo importante de conocer la diferencia entre los cambios netos y cambios totales, pues nos informan de manera más precisa y real de las transformaciones acontecidas, permitiendo comprender mejor su significado. Lo mismo ocurre con las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción, que ocupan el tercer y cuarto puesto, en cuanto a ganancias y pérdidas respectivamente, y el segundo puesto en volumen de intercambios, cuando en el análisis a nivel 1 las superficies artificiales destacaban por no haber experimentado prácticamente intercambios. En cuanto a los espacios que menos modificaciones han experimentado en la Comunidad de Madrid en este lapso de tiempo, son las praderas y los cultivos permanentes los que registran los valores más bajos, al margen de las zonas húmedas continentales.

No obstante, la posibilidad de poder dar un paso más en el análisis, descendiendo en el nivel de detalle de la clasificación de usos del suelo, nos ofrecía la oportunidad de poder desvelar algunos procesos más concretos, especialmente los relacionados con la urbanización del territorio. Así, se repitió el proceso a nivel 4 del Corine, contando ahora con un total de 42 categorías, tras la homogeneización llevada a cabo para las dos fechas (anexo 1).

En primer lugar es necesario volver a destacar que una vez más se producen importantes intercambios entre las distintas subcategorías de una misma categoría general, lo que se traduce en todos los casos en un aumento de los valores absolutos de pérdidas y ganancias respecto al nivel 1 y 2 (cuadro 6).

Volviendo de nuevo a los usos del suelo netamente ganadores, encontramos que las superficies artificiales se desglosan en un total de 12 subcategorías, lo que nos permite matizar mejor los cambios acontecidos e incluso determinar la morfología del crecimiento urbano experimentado: ¿consolidación en forma de tejido urbano continuo?, ¿a base de urbanizaciones exentas? o ¿en forma de estructura urbana laxa?. En concreto, del análisis a nivel 4 se deriva que casi un 43,2 por ciento de este terreno ganado se realizó a base de zonas urbanas, concretamente mediante urbanizaciones exentas y/o ajardinadas (47,5%), estructura urbana laxa (44,4%) y en menor medida tejido urbano continuo (8%). Este dato confirma de manera rotunda el crecimiento urbano poco compacto que se está produciendo en la región, lo que conlleva unas connotaciones no muy positivas desde el punto de vista de la sostenibilidad.

Este dato se agrava si tenemos en cuenta que, en realidad, los usos que han experimentado las mayores ganancias son los industriales o comerciales (21,7% del total), lo que confirma por otro lado el gran dinamismo de estos sectores en la región y su preponderancia respecto a otras comunidades autónomas. Así, el porcentaje de incremento de superficie dedicada a estos usos creció un 118,8 por ciento entre las dos fechas, lo que coloca a la Comunidad de Madrid en el cuarto puesto a nivel nacional detrás de Ceuta y Melilla (313,2%), la región murciana (151,9%) y Navarra (138,3%), y en una posición bastante alejada de otras regiones industriales tradicionales como Cataluña (que sólo vio incrementada su superficie en un 41,7%) o el País Vasco (con un crecimiento neto del 28,7%) (OSE, 2006).

El cuarto lugar (detrás de las estructuras urbanas laxas y las urbanizaciones ajardinadas) lo ocuparían las zonas en construcción (17,4% del total), lo que nos indica claramente que el fenómeno de artificialización de la región continúa… De hecho se trata de la subcategoría que más incremento experimenta respecto a la superficie que ocupaba en 1990 (190%). No obstante, este proceso incesante de urbanización sigue sin verse acompañado de un aumento de población que justifique dicho crecimiento ya que entre 1990 y 2000 la población de la Comunidad de Madrid se incrementó en menos de un 9 por ciento.

Por último, destacar el discreto incremento de las zonas de extracción minera (2.067 ha) en una región considerada como superpotencia minera poco valorada y explotada (El País, 03/09/2007). Este incremento se localiza fundamentalmente en el sureste de la Comunidad de Madrid entorno al río Jarama, lo que nos confirma que fundamentalmente se trata de un incremento de la actividad de extracción de grava en la región.

 

Cuadro 6
Indicadores de cambios en la Comunidad de Madrid en el período 1990-2000 (CLC nivel 4)

 

Ganancia
Ha

Persistencia
(%)

Pérdida
Ha

CT
Ha

CN
Ha

Intercambio
Ha

SUPERFICIES ARTIFICIALES

           

Tejido Urbano Continuo

1.257,7

1,36

53,7

1311,5

1.204,0

107,5

Estructura urbana laxa

6.939,2

1,18

1.184,0

8.123,2

5.755,2

2.368,0

Urbanizaciones exentas y/o ajardinadas

7.429,5

2,51

63,2

7.492,7

7.366,2

126,5

Zonas industriales o comerciales

7.874,5

0,79

165,5

8.040,0

7.709,0

331,0

Autopistas, autovías y terrenos asociados

700,5

0,50

0,0

700,5

700,5

0,0

Complejos ferroviarios

165,2

0,06

14,7

180,0

150,5

29,5

Aeropuertos

301,0

0,38

26,5

327,5

274,5

53,0

Zonas de extracción minera

2.067,0

0,11

662,0

2.729,0

1.405,0

1.324,0

Escombreras y vertederos

760,5

0,04

772,2

1.532,7

11,7

1.521,0

Zonas en construcción

6.323,7

0,03

2.017,5

8.341,2

4.306,2

4.035,0

Zonas verdes urbanas

1.273,2

0,29

133,0

1.406,2

1.140,2

266,0

Instalaciones deportivas y recreativas

1.048,7

0,18

114,2

1.163,0

934,5

228,5

ZONAS AGRÍCOLAS

           

Tierras de labor en secano

190.620,5

20,00

30.140,5

33.370,0

26.911,0

6.459,0

Cultivos herbáceos en regadío

32.548,5

3,65

3.225,0

5.088,2

1.361,7

3.726,5

Otras zonas de irrigación

48,7

0,01

0,0

225,5

225,5

0,0

Viñedos

8.770,0

1,01

670,7

670,7

670,7

0,0

Frutales en secano

124,2

0,01

25,2

47,5

3,0

44,5

Frutales en regadío

228,2

0,02

60,0

60,0

60,0

0,0

Olivares

11.987,2

1,45

318,5

436,0

201,0

235,0

Praderas

4.593,25

0,54

267,2

273,0

261,5

11,5

Mosaico de cultivos anuales con praderas y/o pastizales

1.217,0

0,14

68,0

1.252,5

1.116,5

136,0

Mosaico de cultivos permanentes

4.536,2

0,53

276,7

276,75

276,7

0,0

Mosaico de cultivos anuales con cultivos permanentes

32.542,7

3,80

2.008,7

2.120,5

1.897,0

223,5

Terrenos principalmente agrícolas

25.288,7

2,89

2.099,7

4.636,2

436,7

4.199,5

Sistemas agroforestales

22.724,2

2,75

639,7

1.220,2

59,2

1.161,0

ZONAS FORESTALES

           

Perennifolias y quejigales

342,0

2,34

345,5

687,5

3,5

684,0

Caducifolias y rebollares

412,5

1,19

1.418,5

1831,0

1.006,0

825,0

Otras frondosas de plantación

1.700,5

0,14

4,2

1.704,7

1.696,2

8,5

Panaceas

1.265,5

5,43

1.273,5

2.539,0

8,0

2.531,0

Bosque mixto

175,0

0,49

188,7

363,7

13,7

350,0

Pastizales supraforestales

112,2

0,36

306,2

418,5

194,0

224,5

Otros pastizales

7.436,0

12,50

14.716,5

22.152,5

7.280,5

14.872,0

Vegetación Esclerófila

5.652,7

13,21

6.338,7

11.991,5

686,0

11.305,5

Matorral boscoso de transición

9.275,2

9,64

3.020,2

12.295,5

6.255,0

6.040,5

Playas dunas y arenales

236,5

0,02

49,7

286,25

186,7

99,5

Roquedo

7,0

0,35

1.576,5

1.583,5

1.569,5

14,0

Cárcavas y zonas en proceso de erosión

12,5

0,08

45,75

58,2

33,25

25,0

Espacios orofilos altitudinales con vegetación escasa

1.322,5

0,02

116,0

1.438,5

1.206,5

232,0

ZONAS HÚMEDAS

           

Humedales y zonas pantanosas

0,00

0,01

0,00

0,00

0,00

0,00

SUPERFICIES DE AGUA

           

Ríos y cauces naturales

0,00

0,13

0,00

0,00

0,00

0,00

Lagos y lagunas

394,0

0,03

63,75

457,7

330,2

127,5

Embalses

258,5

0,55

149,75

408,2

108,7

299,5

 

En cuanto a los terrenos que han sido engullidos por el proceso de urbanización, este análisis más detallado vuelve a confirmar los datos obtenidos ya a nivel 2, es decir, que son las tierras de labor y otros pastizales las que aportan el mayor volumen de tierras, superando entre ambas siempre el 50 por ciento del total (el 81% en el caso de zonas industriales o comerciales y casi el 100 por ciento en el caso de complejos ferroviarios o aeropuertos). Podemos confirmar, por tanto, que este proceso no ha supuesto una merma importante de las zonas boscosas de la región, siendo las urbanizaciones exentas y/o ajardinadas las que mayor impacto han tenido sobre las mismas, incrementando hasta un 2,2 por ciento de su superficie a costa de terrenos ocupados por perennifolias y quejigares, pináceas y bosques mixtos. Quizás también merecería la pena mencionar que el tímido incremento del tejido urbano continuo se ha producido en un 74 por ciento a base de la estructura urbana laxa preexistente, lo que podría considerarse un dato positivo de compactación de la zona urbana.

Finalmente es necesario aclarar que el aumento de las vías de comunicación detectado (700 ha) es mucho menor del que realmente se ha producido en la región en este lapso de tiempo (entre 1984 y 2004 tan sólo la red de alta capacidad pasó de 319 a 1000 km, Santiago, 2007) y en una región donde la proporción de redes de transporte e infraestructura es una de las mayores de España. Sin embargo no es posible determinar con más detalle este cambio mediante los datos del CORINE puesto que sólo se identifican elementos lineales con un ancho mayor a 100 metros.

El análisis pormenorizado de las categorías forestales indica que es el matorral boscoso de transición el que aglutina algo más del 33 por ciento de las ganancias, que ahora aumentan hasta 27.950 ha debido a los intercambios que se producen entre las 13 subcategorías establecidas. De hecho, en términos absolutos es la subcategoría que experimenta el mayor crecimiento con 9.275 ha, sensiblemente alejada de las zonas industriales o comerciales que ocupan el segundo puesto con 7874 ha. El segundo puesto del grupo de las zonas forestales lo ocuparía la vegetación esclerófila con un 20 por ciento del incremento. En ambos casos son los terrenos catalogados como otros pastizales y las tierras de labor en secano los que nutren fundamentalmente estos nuevos terrenos. Este dato evidencia el proceso de abandono de la actividad agrícola y ganadera de la región, que al igual que en otras partes del país (Peña, et al. 2007), ha sido en gran parte fomentado por la Política Agraria Comunitaria (PAC) que, a partir de la reforma de 1992 y hasta la del año 2000, ofrece subvenciones para abandonar este tipo de actividades ante una situación de excedentes alimentarios y fomenta la reforestación de espacios poco productivos.

El tercer puesto, ya bastante alejado de estas dos categorías catalogadas en el nivel 2 como vegetación arbustiva, estaría ocupado por la subcategoría de bosques identificada como frondosas de plantación con un 6 por ciento de las ganancias. En este caso el análisis más detallado nos sorprende de manera poco grata, pues comprobamos que el incremento se ha debido en un 80 por ciento a terrenos que en 1990 se encontraban ocupados por caducifolias y rebollares.

En cuanto a las ganancias experimentadas por las aguas continentales comprobamos, como apuntábamos al principio, que se deben al incremento de lagos y lagunas (394 ha).

Si nos detenemos en los usos que más han mermado su presencia en la región, este análisis más detallado arroja que son las tierras de labor en secano las que experimentan las mayores pérdidas de todas las zonas agrícolas (el 75,7% del total), cuando en el nivel 2 ocupaba el segundo puesto detrás de las zonas agrícolas heterogéneas, cuyas subcategorías a este nivel sólo aglutinan ahora el 12,7 por ciento. No obstante, cabe matizar que aunque las ganancias experimentadas por esta gran categoría son mínimas, son también las tierras de labor en secano las que mayor porcentaje suponen respecto al total (32,6), seguidas de los terrenos principalmente agrícolas (25,7). Por otro lado, el 52,5 por ciento del incremento de las tierras de labor en secano se produce a base de cultivos herbáceos en regadío, mientras que el 68 por ciento del incremento de los terrenos principalmente agrícolas se produce a base de tierras de labor en secano.

En cuanto a las zonas forestales, y concretamente las pérdidas experimentadas por los espacios de vegetación arbustiva, es la subcategoría otros pastizales la que aglutina el 50 por ciento del decremento total, seguido por la vegetación esclerófila (21,5%) y el matorral boscoso de transición (10,2%). Estas son las categorías que presentan, por otro lado, las mayores tasas de intercambio.

Resumiendo, si realizamos un análisis global en función de los cambios netos (ganancias menos las pérdidas), obtenemos que son las zonas industriales o comerciales, las urbanizaciones exentas y/o ajardinadas las que presentan un cambio neto positivo mayor, siendo otros pastizales los que registran el mayor cambio neto negativo (lo que indica un claro predominio de las pérdidas sobre las ganancias). Si consideramos el cambio total, son las tierras de labor en secano las que ocupan el primer puesto, sin embargo el segundo lugar también lo detentan otros pastizales, pues también suman un importante volumen de ha perdidas y ganadas en el período estudiado. De hecho, se trata de la categoría que en términos absolutos registra la tasa más importante de intercambios, seguida de la vegetación esclerófila.

Análisis de las transiciones sistemáticas. ¿Son los cambios que se producen en la región realmente significativos?

Con el objetivo de verificar si las ganancias y las pérdidas registradas fueron significativas o no en relación con la configuración de los distintos usos del suelo de la región en 1990, se procedió a calcular y analizar las transiciones sistemáticas en los términos propuestos por Pontius y otros (2004). En este sentido, también parece razonable realizar el análisis a distintos niveles y así poder matizar e interpretar mejor los resultados.

Los datos que aparecen en el Cuadro 7 arrojan que son las superficies artificiales las únicas que registran una tasa de ganancia significativamente superior a la esperada (8 veces más). En cuanto a las transiciones sistemáticas en función de las pérdidas, prácticamente todas las categorías obtienen tasas muy cercanas a las esperadas, siendo las zonas agrícolas las únicas que han perdido por encima de lo esperado.

 

Cuadro 7
Transiciones significativas en función de pérdidas y ganancias (CLC, nivel 1)

 

Ganancia observada

Ganancia esperada

Tasa de ganancia

Pérdida observada

Pérdida esperada

Tasa de pérdida

Sup. Artificiales

31.417,75

3.414,3

8,20

483,50

2311,3

-0,79

Zonas Agrícolas

2.340,75

22.359,3

-0,90

32.264,00

24.550,8

0,31

Zonas Forestales

12.111,25

19.127,4

-0,37

13.561,25

19.197,6

-0,29

Zonas Húmedas

0

4,7

-1,00

0

4,7

-1,00

Sup. Agua

652,50

491,9

0,33

213,50

457,9

-0,53

 

¿Y cuál ha sido el comportamiento de intercambio entre las distintas categorías? Con esta metodología es posible también averiguar si las ganancias y las pérdidas de una determinada categoría hacia otra han sido o no significativas. En este caso parece más adecuado realizar el análisis con un conjunto mayor de categorías para poder extraer conclusiones más razonables. El nivel 2 del CORINE resulta en este sentido el más apropiado, sin embargo las tasas individuales pueden no ser demasiado significativas, siendo los resultados más interesantes cuando se contempla el reemplazo experimentado por una categoría respecto a un conjunto de otras categorías. En los Cuadros 8 y 9 aparece un resumen de los resultados para los casos más relevantes. Así, comprobamos que las zonas verdes no artificiales y las zonas urbanas sustituyeron a las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción 35 y 17, 5 veces más a lo esperado respectivamente. Éstas dos (zonas verdes y zonas urbanas), junto a las zonas industriales, comerciales y de transporte y los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea, crecieron a base de esta categoría (extracción minera) 2.926 ha más de lo esperado, ver Cuadro 8.

El reemplazo de los espacios abiertos con poca o sin vegetación por los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea y las aguas continentales también superó ampliamente las tasas esperadas y aunque en el caso de las tierras de labor las tasas no llegan a superar en ningún caso el 1,5, sí que resulta significativo que la ocupación de estos terrenos por parte de las cinco categorías que aparecen en la tabla haya sido de 12.341 ha por encima de lo esperado.

 

Cuadro 8
Transiciones sistemáticas más significativas en función de las ganancias (CLC, nivel 2)

Transición

Diferencia
Has

Tasas

Interpretación de las transiciones sistemáticas

1990

2000

Zonas de extensión minera, vertederos y de construcción

Zonas urbanas

1661.98

17.54

Cuando las categorías en el año 2000 ganaron, estas remplazaron a las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción en 2926.66 has más a las esperadas

Zonas industriales, comerciales y de transporte

608.98

10.82

Zonas verdes no artificiales

503.89

35.10

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

151.81

1.10

Tierras de labor

Zonas urbanas

1306.69

0.30

Cuando las categorías en el año 2000 ganaron, estas remplazaron a las tierras de labor en 12341.26 has más a las esperadas.

Zonas industriales, comerciales y de transporte

3166.32

1.24

Zonas de extracción minera, vertederos y de construcción

3322.50

1.31

Zonas agrícolas heterogéneas

1383.24

1.44

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

3162.51

0.51

Espacios abiertos con poca o sin vegetación

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

1465.39

9.48

Cuando las categorías en el año 2000 ganaron, estas remplazaron a los espacios abiertos con poca o sin vegetación en 1575.59 has más a las esperadas.

Aguas continentales

110.20

24.22


Si atendemos a las transiciones en función de las pérdidas, observamos en primer lugar que las tasas esperadas son más ampliamente superadas que en el caso anterior (comparar Cuadro 8 y Cuadro 9). Esto demuestra la necesidad de realizar este tipo de análisis a distintos niveles de detalle, pues al nivel 1 ninguna de las categorías generales presentaba tasas significativas en este sentido.

Así, las principales “abastecedoras” de las zonas urbanas experimentaron hasta 11 veces más pérdidas en el período estudiado y así podemos prever que sucederá en el futuro, pues los reemplazos hacia zonas de extracción minera, vertederos y de construcción también superan ampliamente las tasas esperadas (las zonas agrícolas heterogéneas fueron sustituidas en un volumen 17 veces superior a lo que hubiera sido previsible).

 

Cuadro 9
Transiciones sistemáticas más significativas en función de las pérdidas (CLC, nivel 2)

Transición

Diferencia
Has

Tasas

Interpretación de las transiciones sistemáticas

1990

2000

Zonas de extracción minera, vertederos y de construcción 

Zonas Urbanas

1517.63

6.35

Cuando las categorías en el año 1990 perdieron, éstas fueron remplazadas por las zonas urbanas en 9178.12 has más a las esperadas.

Zonas verdes artificiales, no agrícolas.

191.58

10.99

Tierras de labor 

2830.97

1.03

Cultivos permanentes

66.55

0.89

Praderas

170.21

9.06

Zonas agrícolas heterogéneas 

381.00

1.29

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

4020.18

2.27

Tierras de labor 

Zonas industriales, comerciales y de transporte.

4584.34

4.07

Cuando las categorías en el año 1990 perdieron, éstas fueron remplazadas por las zonas industriales, comerciales y de transporte en 5940.61 has más a las esperadas.

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

1356.27

1.88

Tierras de labor 

Zonas de extracción minera, vertederos y de construcción

5338.65

10.21

Cuando las categorías en el año 1990 perdieron, éstas fueron remplazadas por las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción en 7885.87 has más a las esperadas.

Zonas agrícolas heterogéneas 

962.99

17.27

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

1584.23

4.71

Tierras de labor 

Zonas verdes artificiales,
no agrícolas

297.41

0.99

Cuando las categorías en el año 1990 perdieron, éstas fueron remplazadas por las zonas verdes artificiales, no agrícolas en 1072.55 has más a las esperadas.

Espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea

775.14

4.02

Espacios abiertos con poca o sin vegetación 

Aguas continentales 

100.50

7.05

Cuando las categorías en el año 1990 perdieron, éstas fueron remplazadas por las aguas continentales en 100.50 has más a las esperadas.

 

No obstante, el estudio a nivel 4 se hace necesario para obtener más información sobre aquellas categorías que representan el proceso de cambio más importante que se ha producido en la región y con mayores consecuencias ambientales, es decir, el crecimiento urbano.

Así, si analizamos las transiciones en función de las ganancias (cuadro 10) es la subcategoría de las superficies artificiales, zonas en construcción, la que ocupa el primer puesto creciendo hasta 8 veces más de lo esperado, lo que nos está adelantando de alguna forma lo que va a acontecer en los años posteriores. El segundo puesto lo ocuparían otras zonas de irrigación, registrando una tasa de ganancia de 6,6.

En general, dentro de la categoría general de superficies artificiales encontramos que tan sólo 3 de las 12 subcategorías no registran transiciones significativas, destacando, además de la ya mencionada, las escombreras y vertederos, las zonas de extracción minera o las zonas industriales y comerciales con tasas de 5,5, 5,5 y 4 de incremento mayor al esperado. Del tejido urbano propiamente dicho, sólo encontramos un incremento significativo de la estructura urbana laxa, con una tasa 3 veces superior a la esperada. Sin embargo, de las trece subcategorías identificadas para las zonas agrícolas, además de la ya mencionada, tan sólo el mosaico de cultivos anuales con praderas y/o pastizales registra cambios significativos casi cuatro veces superior a lo esperado. Algo parecido sucede en el caso de las zonas forestales, pues sólo las playas, dunas y arenales y otras frondosas de plantación aumentan su presencia en el paisaje de la región 5 y 4 veces más de lo esperado.

 

Cuadro 10
Transiciones significativas en función de pérdidas y ganancias (sólo aparecen las categorías del nivel 4 que obtuvieron tasas superiores a 3)

CATEGORIA

Pérdida observada

Perdida esperada

Tasa pérdida

Ganancia observada

Ganancia esperada

Tasa ganancia

Estructura urbana laxa

1.184,0

962,0

0,2

6.939,3

1.743,6

3,0

Zonas industriales o comerciales

165,5

578,4

-0,7

7.874,5

1.526,9

4,2

Zonas de extracción minera

662,0

151,6

3,4

2.067,0

318,2

5,5

Escombreras y vertederos

772,3

108,2

6,1

760,5

116,5

5,5

Zonas en construcción

2.017,5

206,4

8,8

6.323,8

691,4

8,1

Otras zonas de irrigación

0,0

4,8

-1,0

225,5

29,6

6,6

MC anuales con praderas y/o pastizales

68,0

118,8

-0,4

1.184,5

251,3

3,7

Otras frondosas de plantación

4,3

108,3

-1,0

1.700,5

303,2

4,6

Playas dunas y arenales

49,8

17,4

1,9

236,5

39,1

5,0

Humedales y zonas pantanosas

0,0

6,0

-1,0

0,0

6,5

-1,0

Ríos y cauces naturales

0,0

99,7

-1,0

0,0

108,5

-1,0

Lagos y lagunas

63,8

32,6

1,0

394,0

71,2

4,5

Embalses

149,8

451,9

-0,7

258,5

504,1

-0,5

 

Atendiendo ahora a las pérdidas, es necesario, en primer lugar, mencionar que tan sólo 7 de las 42 subcategorías a este nivel de detalle registran tasas de cambio significativas. En este caso sí que son las superficies artificiales las que por mayoría registran tasas superiores a las esperadas. Así, vuelven a ser las zonas en construcción, las escombreras y vertederos o las zonas de extracción minera las que registran pérdidas 9, 6 y 3,4 veces superiores a lo esperado respectivamente.

Análisis de distancia a la que se producen los cambios. ¿Con qué radio de influencia se producen los principales cambios respecto a la distribución de las distintas categorías en 1990?

En el análisis de los cambios de usos del suelo que se producen entre distintas fechas es interesante incorporar algún otro dato que ayude a completar la interpretación de dichos cambios. Una cuestión que puede resultar relevante y de interés es analizar a partir de qué distancia de los usos existentes en el momento temporal 1 se producen los distintos cambios registrados en el momento temporal 2. Esto nos puede permitir obtener alguna pista sobre cuál es el radio de alcance de determinados procesos de cambio y en especial del relacionado con el crecimiento urbano o los procesos de deforestación. Una forma de obtener este dato es elaborar un mapa de distancias a cada categoría del tiempo 1  y multiplicarlo posteriormente por el mapa de ganancias o pérdidas de cada categoría. El resumen estadístico del mapa resultante nos ofrecerá información precisa sobre este hecho.

Realizado el análisis con las grandes categorías establecidas a nivel 1 (cuadro 11), los resultados muestran que el crecimiento de los principales usos del suelo se ha producido en las inmediaciones de las superficies ya existentes en 1990. Los porcentajes más elevados se registran para las zonas agrícolas (encontrándose el 95,4% a menos de 500m) y las superficies artificiales (90,1% a menos de un kilómetro), reduciéndose considerablemente para las superficies de agua, lo que probablemente vuelva a responder a los problemas de identificación que venimos mencionando.

 

Cuadro 11
Radio de crecimiento de los distintos usos del suelo en relación a la superficie de ese uso
existente en el año 1990 (CLC, nivel 1)

 

Ganancias de Superficies artificiales

Ganancias de Zonas agrícolas

Ganancias de Zonas forestales

Ganancias de Superficies agua

Distancias
metros

Hectáreas

%

Hectáreas

%

Hectáreas

%

Hectáreas

%

0 – 500

22.429

71,4

2.233,75

95,4

8628,0

71,2

369,25

56,6

500 - 1000

5.890

18,7

107

4,6

1.670,7

13,8

98,25

15,1

1000 – 2000

2.433

7,7

1.370,0

11,3

38,75

5,9

> 2000

666

2,1

442,5

3,6

146,25

22,4

TOTAL

31.418

100

2.340,75

100

12.111,2

100

652,50

100

 

Realizado un análisis preliminar entre las distintas categorías, pudimos comprobar como un volumen importante del crecimiento de zonas forestales y agrícolas se produce a menos de 2 kilómetros de las superficies artificiales existentes en 1990 (37,4% y 37,6%, respectivamente), reduciéndose considerablemente a medida que aumenta la distancia (cuadro 12). Esto pone de manifiesto que, al contrario de lo que se podría pensar, la presencia de núcleos urbanos no es un impedimento para que se lleven a cabo procesos de regeneración forestal en sus inmediaciones. No obstante, si realizamos el mismo análisis pero en función de las pérdidas, se evidencia que el mayor volumen de pérdidas de zonas agrícolas y forestales se registra indudablemente a menos de 500m de las superficies artificiales existentes en 1990. Si observamos los datos de la Cuadro 12, comprobamos que en el caso de las zonas forestales se llega a alcanzar casi el 68 por ciento, disminuyendo de manera considerable a partir del kilómetro. Sin embargo, en el caso de las zonas agrícolas, el descenso es más progresivo.

 

Cuadro 12
Radio en el que se producen las ganancias y pérdidas de zonas agrícolas y forestales
respecto a las superficies artificiales de 1990 (CLC, nivel 1)

 

Zonas forestales

Zonas agrícolas

Zonas forestales

Zonas agrícolas

 

GANANCIAS

PÉRDIDAS

Distancia as artificiales

Ha

% (1)

Ha

% (1)

Ha

% (2)

Ha

% (2)

0 – 500

2.076

17,1

524

22,4

9.186

67,7

16.091

49,9

500 - 1000

2.457

20,3

357

15,2

2.101

15,5

6.657

20,6

1000 – 2000

4.324

35,7

624

26,6

1.333

9,8

6.156

19,1

> 2000

2.931

24,1

687

29,3

940

6,9

3.358

10,4

TOTAL

11.788

97,3

2192

93,6

13.560

100,0

32.262

100,0

(1) Porcentaje respecto al total de ganancias de zonas forestales y agrícolas respectivamente.
(2) Porcentaje respecto al total de pérdidas de zonas forestales y agrícolas respectivamente.

 

Por otro lado, la relación entre el crecimiento de las superficies artificiales respecto a las zonas agrícolas y forestales existentes en 1990 es más difícil de analizar, puesto que una parte importante de las mismas (de las zonas forestales) han sido engullidas por el proceso de urbanización, lo que determina que los porcentajes del Cuadro 13 no sumen 100 por ciento, una parte de las ganancias de urbano ocurren dentro de la antigua zona forestal por lo tanto su distancia a ella es de cero metros. No obstante, de las que quedaron al margen de este proceso de crecimiento, tenemos que un 15 por ciento de las ganancias de superficies artificiales se produce a menos de 500m de las zonas agrícolas de 1990, siendo la distribución bastante homogénea y sensiblemente menor a partir de esa distancia. Una situación más o menos parecida se reproduce en el caso de las superficies forestales, registrándose hasta un 21,7 por ciento de dichas ganancias a menos de 500m de una zona forestal. No obstante y para no llevar a confusión, decidimos analizar estas superficies a nivel 2 para poder matizar mejor estos resultados (cuadro 13). Realizados los mapas de distancias a las tres subcategorías en las que se desglosan las superficies forestales en este nivel (bosques, espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea y espacios abiertos con poca o sin vegetación) y analizada la distribución de las ganancias de superficies artificiales, comprobamos como son los espacios de vegetación arbustiva los que se encuentran más cercanos a las zonas de crecimiento urbano, localizándose hasta un 62 por ciento de dichas ganancias a más de 2 kilómetros de una zona de bosque.

 

Cuadro 13
Radio de crecimiento de las superficies artificiales respecto a las zonas forestales existentes en el año 1990 (CLC, nivel 2)

 

Ganancias respecto a zonas forestales (Nivel 1)

Ganancias respecto a bosques (Nivel 2)

Ganancias respecto a espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea (Nivel 2)

Ganancias respecto a espacios abiertos con poca o sin vegetación (Nivel 2)

Distancias

Ha

% (1)

Ha

% (1)

Ha

% (1)

Ha

% (1)

0 – 500

6.835,00

21,7

2.374,25

7,0

6.579,5

21,0

240,25

0.7

500 - 1000

4.621,75

14,7

2.976,00

9,4

4.736,5

15,2

269,50

0.8

1000 – 2000

4.912,75

15,6

6.259,50

20,0

5.075,0

16,1

774,75

2.4

> 2000

3.960,25

12,6

19.499,75

62,0

4.266,0

13,5

30.114,25

95.8

TOTAL

20.329,75

64,7

31.109,50

99,0

20.657,0

65,7

31.398,75

99,9

(1) Porcentaje respecto a las 31.418 ha de ganancias de superficies artificiales.

 

Distribución espacial de los cambios en general y de los relacionados con el crecimiento urbano en particular

Si bien en el apartado 4.1 hemos realizado una primera reflexión sobre dónde se dan los principales cambios de usos del suelo acontecidos en la región, es posible volver a matizar estos resultados aportando algún dato más sobre dichos cambios a nivel municipal y acudiendo a los otros niveles del Corine para desvelar la distribución espacial de las subcategorías ganadoras y perdedoras más importantes.

Un análisis de los cambios experimentados a nivel 1 por municipio muestra cómo los municipios que registran los mayores porcentajes de crecimiento de superficies artificiales se concentran en el área metropolitana de Madrid y a lo largo de cualquiera de las carreteras nacionales que emanan del centro del municipio madrileño (figura 7). En el caso de las zonas forestales (uso que ocupa el segundo puesto en cuanto a ganancias entre las dos fechas) comprobamos que no hay una concentración que pueda indicarnos algún tipo de patrón de distribución del incremento de las mismas, ya que, en general, casi todos los municipios participan de dicho incremento, destacando alguno del área metropolitana como Rivas-Vaciamadrid (figura 7). Sería reseñable, por otro lado, que es en el área de la sierra donde se registran los menores porcentajes de ganancia de este tipo de ocupación.

Observando la distribución de las pérdidas, comprobamos como el mapa de las zonas agrícolas es casi una versión simétrica del mapa de ganancias de superficies artificiales. No en vano más de un 60 por ciento del crecimiento de éstas se ha producido a costa de terrenos agrícolas. No obstante, si nos centramos en los municipios recorridos por la Nacional VI a su salida de Madrid, observamos claramente que el crecimiento de la superficie construida en esta zona no se ha llevado a cabo a base de terrenos agrícolas, sino forestales principalmente (figura 7).

No obstante y como ya hemos advertido en apartados anteriores, esta reflexión sobre las zonas forestales nos puede llevar a confusión, por lo que es necesario analizar la distribución de los cambios registrados a un nivel mayor de detalle.

 

Figura 7a. Ganancias de las superficies artificiales (1990-2000)
por municipio (nivel 1).

 

Figura 7b. Ganancias de las zonas forestales (1990-2000) por municipio (nivel 1).

 

Figura 7c. Pérdidas de las zonas agrícolas (1990-2000) por municipio (nivel 1).

 

Si nos centramos en primer lugar en el resultado cartográfico de este análisis a nivel 2 para las principales categorías ganadoras, comprobamos como el proceso de urbanización ha afectado a casi todos los municipios de la región en mayor o menor medida (figura 8a), produciéndose en zonas cada vez más alejadas del área metropolitana central. En el caso de las zonas de extracción minera, vertederos y de construcción (figura 8b), el mayor volumen de ganancias se concentra en el municipio de Madrid y en algunos municipios del área metropolitana (Rivas-Vaciamadrid, Alcalá de Henares, Las Rojas o Leganés). Sin embargo, también destacan otros municipios de la tercera corona metropolitana (según clasificación de García Ballesteros y Sanz Berzal, 2002) como San Martín de la Vega o Arganda del Rey.

Del mapa de distribución de los espacios de vegetación arbustiva y/o herbácea destaca, en primer lugar, el alto porcentaje de persistencia en el paisaje de este uso (figura 8c), a pesar de ser uno de los grandes perdedores y ganadores en este período. Por otro lado, es de destacar que tanto las ganancias como las pérdidas se distribuyen por todo el territorio regional, incluso en los municipios más urbanizados del área metropolitana (ver municipios a lo largo de la Nacional II). Sin embargo, si nos centramos en las pérdidas, observamos con preocupación la importante merma de este tipo de vegetación en el municipio madrileño, en Pozuelo de Alarcón y a lo largo del recorrido de la Nacional VI, llegando a los municipios de la Sierra. De nuevo podemos comprobar como esas pérdidas coinciden en gran parte con la expansión del territorio urbanizado. En este sentido, es de destacar el importante incremento de estas superficies en los bordes del área metropolitana. Como ya hemos comentado, gran parte de este terreno son zonas agrícolas y pastizales abandonados, que probablemente ahora espera su turno para ser urbanizado. En el norte de la región casi todas las pérdidas que se registran son pastizales que se han convertido en matorrales subarbustivos, lo que refleja claramente el impacto de la PAC en la zona y la impronta en el paisaje del abandono de la actividad ganadera.

 

Figura 8a

 
Figura 8b

 

     

Figura 8b

 

Figura 8d

 

Figura 8. Pérdidas, ganancias y persistencia de las principales categorías ganadoras, nivel 2: zonas urbanas (8a); zonas de extracción minera, vertederos y de construcción (8b); zonas de vegetación arbustiva y/o herbácea (8c) y tierras de labor (8d).

 

Finalmente y observando la figura 8d, comprobamos como efectivamente las tierras de labor son las grandes perdedoras, aún registrando también un importante porcentaje de persistencia. Como aspecto menos negativo podemos mencionar el hecho de que existe una importante reducción de estos usos en las zonas más antropizadas (municipio de Madrid, área metropolitana y primeras coronas), donde la producción de los cultivos no es excesivamente rentable. Sin embargo, y especialmente si observamos la distribución de las persistencias, esta reducción supone una fragmentación o “ruptura” del paisaje existente. Finalmente es destacable el importante proceso de abandono de terrenos agrícolas y regeneración de la vegetación en municipios como Arroyomolinos, Navalcarnero, Brunete o Quijorna. Sin embargo, y dados los procesos de urbanización acontecidos en años posteriores, esta “regeneración” ha tenido una vida efímera.

Dado el intenso proceso de urbanización que experimenta la región entre 1990 y 2000, merece la pena realizar un análisis más detallado sobre la distribución espacial de este fenómeno acudiendo al nivel 4 del Corine. Como avanzamos en el apartado 4.2, las superficies artificiales que registraron un mayor volumen de ganancias fueron, en este orden, las zonas industriales y comerciales (ZIC), las urbanizaciones exentas y/o ajardinadas (UEA), la estructura urbana laxa (EUL) y las zonas en construcción (ZC), registrando todas ellas transiciones significativas y sistemáticas a excepción de las urbanizaciones exentas y/o ajardinadas.

Del resto de categorías de manera resumida podemos destacar el hecho de que la gran mayoría de los cambios se localizan en el municipio de Madrid, aglutinando el 88 por ciento de las ganancias del tejido urbano continuo y la mayor parte de las pérdidas y ganancias de las zonas catalogadas como escombreras y vertederos. Las instalaciones deportivas y recreativas aumentan de manera regular en muchos de los municipios de su área metropolitana y las zonas verdes aumentan de manera importante también en municipios como Pozuelo de Alarcón o Leganés.

La categoría EUL[2] registró un aumento de 6.950 ha, cuya distribución espacial aparece en la figura 9. Este terreno se ha ganado principalmente a las tierras de labor en secano (51%), a los pastizales naturales (23%) y, en menor medida, a zonas en construcción (13%). Como ya mencionamos, las pérdidas registradas pasaron a convertirse en tejido urbano continuo. El resto se distribuye entre otras categorías también catalogadas como superficies artificiales, pero cuya transformación resulta menos fácilmente explicable. Probablemente los cambios de esta categoría a zonas en construcción o urbanizaciones exentas y/o ajardinadas se deban a los problemas de interpretación o las diferencias en cuanto a la unidad mínima cartografiable contemplada en una fecha y otra, ya mencionados en anteriores apartados.

Por otro lado, la categoría UEA[3] incrementó su superficie en un total de 7.429 ha que provienen principalmente de pastizales naturales (32%) y tierras de labor en secano (24%). Las pérdidas, hasta cierto punto insignificantes (62 ha) y posiblemente debido a errores de clasificación, se dieron hacia las categorías zonas industriales o comerciales (66%), autopistas, autovías y terrenos asociados (21%) y zonas en construcción (8%).

La categoría ZIC[4] se acrecentó con ganancias de 7.877 ha, siendo las tierras de labor en secano (62%) y los pastizales naturales (19%) sus principales proveedores.

Finalmente la categoría ZC[5] experimentó un incremento de 6.331 ha, que provienen principalmente de las categorías tierras de labor en secano (64%), pastizales naturales (16%) y terrenos principalmente agrícolas (6%). En este caso sí cobra sentido el registro de pérdidas de hasta 2.017 ha. Esta superficie se convirtió finalmente en zonas catalogadas como estructura urbana laxa (43%), urbanizaciones exentas y/o ajardinadas (29%), zonas industriales o comerciales (17%) y en menor medida zonas verdes urbanas (9%).

Del análisis espacial de los cambios ocurridos se desprende que este crecimiento se localiza principalmente en las cercanías a las carreteras y a los usos urbanos existentes (figura 9), destacando la presencia de nuevas zonas en construcción en las proximidades de las carreteras de circunvalación madrileñas M-40, M-45 y M-50. En cuanto al patrón de distribución de las urbanizaciones exentas y/o ajardinadas, comprobamos que se produce un incremento muy importante en los municipios de la sierra y más cercanos a la carretera N-VI, lo que constata una continuación del proceso de proliferación de urbanizaciones destinadas a segunda residencia en las áreas rurales de la Comunidad iniciado allá por los años 60 (Aldana, 2005) y que responde a una demanda de espacios para el disfrute de la naturaleza, pero no muy alejados de las zonas urbanas centrales (Gutiérrez, 2002). Sin embargo, ahora también encontramos urbanizaciones de este tipo (algunas con una dimensión considerable) entorno a las principales vías de acceso rápido a Madrid, por lo que podríamos aventurarnos a afirmar que éstas ya no nacen con una vocación predominante de segunda residencia, sino como vivienda principal.

Finalmente, el hecho de no poder disponer de manera separada la superficie ocupada por zonas industriales y comerciales en 1990, nos impide llegar a alguna conclusión evidente sobre la gran incidencia que la aparición de grandes superficies comerciales en la región ha tenido sobre la aparición de nuevos desarrollos urbanos (Carrera y Chicharro, 2000; Santiago, 2007). No obstante, observando de nuevo la figura 9, observamos como junto a algunas de las nuevas zonas industriales y/o comerciales aparecen también importantes extensiones de estructura urbana laxa o inclusive zonas en construcción, especialmente entorno a las principales vías de comunicación.

 

Figura 9. Localización de las 4 categorías artificiales con mayores ganancias.

Fuente. Elaboración propia a partir del CLC1990 y 2000.

 

Si atendemos al aumento en términos de hectáreas por municipio, comprobamos que las ganancias de la categoría estructura urbana laxa se dieron principalmente en el municipio de Madrid y otros municipios de la orla metropolitana (figura 10a). También, se aprecia que la categoría urbanizaciones exentas y/o ajardinadas aumentaron principalmente en el municipio de Madrid, zona oeste y en los municipios de la Sierra (figura 9 y 10b). Por su parte, las ganancias de la categoría zonas industriales o comerciales se dieron principalmente en los municipios de Madrid y en algunos municipios periféricos de la zona metropolitana (figura 10c). Por último, las ganancias de la categoría zonas en construcción se dan principalmente en el municipio de Madrid y algunos municipios de la zona sur y este (figura 10d).

 

 

Figura 10a. Ganancias de EUL por municipio

 

Figura 10b. Ganancias de UEA por municipio

     

 

Figura 10c. Ganancias de ZIC por municipio

 

Figura 10d. Ganancias de ZC por municipio


Fuente. Elaboración propia a partir del CLC1990 y 2000.

 

Conclusiones

A partir de los numerosos resultados comentados en los apartados anteriores se pueden obtener algunas conclusiones relevantes y significativas, las más importantes serían las siguientes:

a) En la región de Madrid se ha producido un incremento muy importante de la superficie de las zonas urbanas existentes en 1990. En  cifras de las mas elevadas de España en ese periodo (1990-2000).

b) Este crecimiento urbano se ha realizado en gran medida a costa de antiguas zonas agrícolas y para el desarrollo de zonas de menor densidad residencial de lo que era lo habitual hasta hace poco en la región de Madrid: principalmente urbanizaciones exentas.

c) En concreto, han sido especialmente afectadas las zonas de cultivos que en 1990 se encontraban cerca de áreas urbanas. Por otra parte, la disminución de las zonas agrícolas también se ha producido al pasar algunas de ellas a ser ocupadas por usos forestales (arbolado o vegetación arbustiva).

d) Otra característica significativa de la dinámica de la ocupación del suelo en Madrid ha sido el mantenimiento en extensión superficial de las zonas forestales existentes en 1990 en la región.

e) Las zonas forestales no han perdido tamaño pero si han visto bastante cambiada su posición geográfica en el territorio madrileño. Ha sido el tipo de ocupación del suelo que más ha sido afectado por los intercambios de territorio: eliminación del bosque en unos lugares, y crecimiento del bosque en áreas donde antes existían otros usos. En concreto, muchas zonas agrícolas situadas cerca de las antiguas zonas forestales han visto cambiar su uso para convertirse en nuevas zonas de arbolado o de vegetación natural.

f) Finalmente, también se puede extraer alguna conclusión sobre la metodología empleada en el análisis de la dinámica de los usos del suelo. El planteamiento propuesto por Roberto Pontius y otros (2004) ha permitido detectar cambios y variaciones que no serían visibles de otra manera, lo que atestigua el valor y la utilidad de este enfoque para el estudio de la dinámica de la ocupación del suelo.

 

Notas

[1] Este artículo se ha realizado dentro de las actividades del proyecto de investigación "Crecimiento urbano y sostenibilidad en la Comunidad de Madrid. Una aproximación a los factores explicativos de los cambios recientes de usos del suelo” (Ref: CCG06-UAH/HUM-0670),  financiado por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid (Dirección General de Universidades e Investigación) y la Universidad de Alcalá.

[2] En esta categoría se incluyen las edificaciones abiertas con o sin espacios verdes asociados, tales como calles arboladas o pequeños parques y/o jardines. Son estructuras urbanas adosadas al núcleo mas compacto de la ciudad.

[3] En esta categoría se incluyen las zonas de primera o segunda residencia, fuera de los núcleos urbanos y que disponen de espacios verdes.

[4] En esta categoría se incluyen las zonas definidas como polígonos industriales cuya actividad es mayoritariamente industrial y las grandes zonas comerciales como hipermercados y zonas asociadas o grandes centros comerciales a las afueras de las ciudades.

[5] En esta categoría se incluyen los espacios en construcción, excavaciones de suelo o roca firme, movimientos de tierra.

 

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[Edición electrónica del texto realizada por Gerard Jori]

 

 

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Ficha bibliográfica:

PLATA ROCHA, Wenseslao; GÓMEZ DELGADO, Montserrat y BOSQUE SENDRA, Joaquín. Cambios de usos del suelo y expansión urbana en la Comunidad de Madrid (1990-2000). Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de junio de 2009, vol. XIII, núm. 293<http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-293.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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