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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 331 (15), 1 de agosto de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

¿ARQUITECTOS DEL MUNDO? ACERCA DE LA CENTRALIDAD DEL BANCO MUNDIAL Y EL BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO EN LA PLANIFICACIÓN TERRITORIAL DESDE 1990

Gabriel Videla
Universidad de Buenos Aires
videla.gabriel@gmail.com

Mariana Gasparotto
Universidad de Buenos Aires
marianagasparott@yahoo.com

María Andrea Nardi
Universidad de Buenos Aires
andrea.nardi@keg.lu.se

¿Arquitectos del mundo? Acerca de la centralidad del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo en la planificación territorial desde 1990 (Resumen)

Pasados 50 años de la Alianza para el Progreso las políticas de planificación territorial fracasaron en América Latina. El BM y el BID, instrumentos de la política exterior estadounidense para su hegemonía mundial y regional, son sus principales fuentes financieras y doctrinarias y rigen la planificación general y territorial. Superados los programas de ajuste estructural, a través de su doctrina de gobernanza global, el BM y el BID procuran completar relaciones sociales plenamente capitalistas, alentando a que burguesías (semi)periféricas aceleren su integración competitiva al mercado mundial. La Iniciativa de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y el Plan Puebla Panamá son los núcleos territoriales regionales del proyecto: moldean nuevas geografías extractivas exportadoras, legitimadas con infraestructuras urbanas y retórica de “transparencia” simultánea a una represión creciente.

Palabras clave: Banco Mundial, BID, planificación territorial, IIRSA, capitalismo.


Architechts of the world? The central role of the World Bank and the Inter-American Development Bank in territorial planning since 1990 (Abstract)

After 50 years the Alliance for Progress was launched, the policies for territorial planning in Latin America have proved to fail. The WB and the IADB, instruments of the US international politics for the consolidation of its global and regional hegemony, are its main financial and doctrinaire sources. These agencies’ logics prevail in the general and territorial planning. In the aftermath of the structural adjustments programs, with the doctrine of global governance the WB and the IADB seek to extend social capitalist relations, encouraging (semi)periferic bourgeouisies to speed up their competitive integration into the world market. The RIISA and the Puebla Panamá Plan are the territorial core of the project: they shape new export-extractive geographies legitimized with urban environmental infrastructures and a discourse on transparency simultaneously with an increasing repression.

Key words: World Bank, IADB, territorial planning, IIRSA, capitalism.

El núcleo de la geografía… (es el estudio de) “las luchas por el poder sobre el ingreso de entidades y eventos en el espacio y tiempo”
Torsten Hägestrand
[1]

El comienzo de este nuevo decenio invita a observar qué lógicas subyacen a los despliegues territoriales. Al conmemorar Buenos Aires dos siglos de su Revolución de Mayo, a casi 50 años después de la Conferencia de Punta del Este, y cumplidos recientemente los 20 años de la caída del Muro de Berlín, no cabe duda que en medio de una (otra) crisis capitalista en curso, es necesario ganar altura reflexiva sobre el devenir de la planificación y los procesos de producción del territorio.[2]

Transcurrido más de un siglo de las experiencias europeas de planificación urbana, de los planes regionales estadounidenses e ingleses, a casi 80 años del plan pionero del Tennessee Valley y a 60 de los Polos de Desarrollo de Perroux (Cabrales Barajas 2006), un referente del desarrollo local evalúa las intervenciones a favor de un desarrollo territorial más armónico, y admite que “la mirada retrospectiva permite sostener que medio siglo de «ensayo y error» no muestra un resultado satisfactorio” (Boisier, 2007: 3). Este autor sostiene que luego de sesenta años de aplicación de políticas territoriales al sur del Río Bravo, su tremenda heterogeneidad territorial, social, productiva y tecnológica dan muestras de sus fracasos. Tras ello pasa a resumir los “paradigmas, escuelas, teorías o simples «modas» que sirvieron de respaldo a su aplicación” (ibid: 6) antes de analizar los motivos causales y reformular su propuesta.

En este contexto, este ensayo pretende aportar a la discusión sobre cómo políticas territoriales de alcance mundial inciden y condicionan a las prácticas de la planificación territorial y la constitución del territorio subcontinental y de otras sociedades periféricas. La escala mundial de análisis suele ser obliterada desde el enfoque del desarrollo local.

Advertidos por Smith (2005) de que los vuelos a gran altura dificultan ver detalles y complejidades (y agregamos, extraviarse en las nimiedades) de lo que sucede al nivel de las bases, nuestros argumentos afirman que:

Justificamos su exposición por su escasa circulación en el ámbito académico de la geografía latinoamericana, fenómeno llamativo en el actual contexto regional.

Intentaremos sostener las tesis mencionadas recurriendo a aportes de la teoría crítica y a estudios sobre el BM y el BID. Entendemos por teoría crítica a aquellos enfoques que explícitamente desnaturalizan al modo capitalista de organización de las relaciones sociales y también lo cuestionan como sistema social deseable, abanico bastante amplio.

Enfocamos al BID y el BM por su relevancia para comprender la lógica de planes territoriales en curso, dada la influencia que sus préstamos y recomendaciones han tenido desde 1990 en la promoción de “paradigmas, escuelas, teoría o simples «modas» que sirvieron de respaldo a [la] aplicación” (Boisier 2007: 6) de las políticas territoriales de los estados periféricos (Cammack, 2002; Davis, 2003) y semiperiféricos (Arrighi, 1990: 11-14).

Asociamos al BM y al BID con la imagen de “arquitectos” por considerar que ésta  expresa adecuadamente una situación dual: si por su origen etimológico “arquitecto” significa “maestro constructor” (del griego antiguo arkhein: “quien comienza, rige, comanda” y del latín textura “red, textura, estructura”), usualmente el arquitecto  es un técnico (privilegiado, capacitado) formado en modelar para quien tiene el poder de contratarlo, y no quien detenta poder propio: ¿y quiénes, entonces?

Una pista nos la ofrece Meiksins Wood (2003) quien se pregunta si el estado nación está en declinación, y parte de la premisa que (…) el capitalismo global es lo que es no por ser global, sino y sobre todo, por ser capitalista. Para esta autora

“los problemas asociados a la globalización [injusticias sociales, brecha creciente entre pobres y ricos, degradación ecológica, ‘déficits democráticos’ y así] (…) existen porque el capitalismo, sea nacional o global, está conducido por los imperativos sistémicos de la competencia, maximización de la ganancia y acumulación, lo cual inevitablemente requiere priorizar al valor de cambio por sobre el valor de uso, a la ganancia antes que a la gente” (ibid: 14).

Meiksinds Wood (2003) afirma que estas compulsiones demandan una constante autoexpansión del capital y son la causa de la globalización, postulando la tesis de que estamos ante un tipo de imperio históricamente original, el imperio del capital.

Nuestra hipótesis es que si en América Latina (AL) tanto el BM y el BID han actuado desde 1990 de modo central coordinando las geografías sociopolíticas (infraestructurales, sociales, económicas y culturales) requeridas por “los imperativos del capital” en su constante auto expansión, a través de políticas y planificaciones estatales que facilitaran una (descomunal) transferencia de excedentes por los capitales trasnacionales hacia sus sociedades del “centro”, desde inicios de este siglo habrían adoptado un nuevo enfoque. Este impulsa marcos de competitividad a escala mundial, involucrando a las propias burguesías regionales en la promoción de un desarrollo capitalista pleno, lógica que subyace en las políticas y la planificación territorial.

Al afirmar que actúan “de modo central” en coordinar las geografías del capital en AL, dejamos en claro que el BM y el BID son sólo algunas de las agencias que operan en tal sentido, por tener en consideración al concepto de estado imperial que propone Petras (2005: 78-105). Para este autor, el BM junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bancos regionales serían sólo algunas de las extensiones civiles económicas del Estado imperial (EI). Como otros componentes menciona las empresas trasnacionales (también  instrumentos políticos), las fundaciones y universidades cívico-privadas (clave para enrolar a políticos, periodistas, intelectuales, artistas y otros formadores de opinión por medio de becas, subvenciones, etc.) y las ONG (que financiadas mayoritariamente por los estados imperiales, trabajan con los gobiernos o captan ONG colaboradoras en países seleccionados, compitiendo y haciendo frente a los movimientos sociopolíticos, dividiendo comunidades pobres, cooptando a sus dirigentes, etc.). El autor interpreta a la Organización Mundial del Comercio (OMC) bajo control conjunto de los imperios de Europa y Estados Unidos, proporcionando un marco legal de aplicación para facilitar la ampliación y conquista de mercados. La estrategia civil del estado imperial sería la creación de “estados clientes viables y legítimos” (Petras, 2005).

El BM y el BID, ¿centrales en modelar la geografía del capitalismo en AL?

Una primera e inmediata respuesta es sí. El mismo Banco Mundial proclama en su página oficial de internet ser “una fuente vital de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo de todo el mundo, y el BID declara ser la principal fuente de financiamiento multilateral en la región” (de América Latina y el Caribe). Esta retórica tiene respaldo: el BM y el BID financian a los gobiernos de la región programas y proyectos territoriales cuyos efectos, ya ejecutados, cruzarían escalas.

De acuerdo a Bank Information Center, una ONG radicada en Washington, los organismos financieros internacionales (OFI) que incluyen al BM, el FMI y los bancos de desarrollo regionales, constituyen las mayores fuentes de financiamiento para el desarrollo del mundo.[3] Juntos, prestan normalmente entre 60 a 70 mil millones de dólares americanos (U$S) anuales a los países de ingresos medianos y bajos. Los OFI, y en particular el BM, son una fuente primaria de conocimientos para el desarrollo y difusión de investigación, y ponen el marco a los debates sobre cuestiones del desarrollo. Otras instituciones donantes toman con frecuencia las guías del BM, amplificando el impacto de los enfoques y decisiones de esas instituciones de crédito.

En Argentina, solamente el BM aporta 840 millones de U$S para el “Desarrollo sustentable de la Cuenca Matanza-Riachuelo”, y fondos más acotados a los múltiples “Proyectos integrales de reordenamiento vehicular y revalorización de espacios públicos” como parte de los de “Transporte Urbano de Buenos Aires”, entre otras iniciativas que disparan animadas controversias mientras reclutan técnicos, expertos y planificadores con altas remuneraciones relativas. A escala sudamericana, el BID brinda un soporte técnico y financiero decisivo para la ambiciosa Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) como así también ha financiado en la Argentina los “Planes para la mejora de la competitividad en el sector Turismo” o a los “Lineamientos Estratégicos para la Región Metropolitana de Buenos Aires” entre muchos otros.

Wade (2001) -experto en organizaciones financieras multilaterales- afirma que fue a partir de la asunción de James Wolfensohn en 1995 como su presidente, el BM impulsó reformas en la institución. Desde entonces, el banco exhibe la consigna de

“…combatir la pobreza con pasión y profesionalidad para obtener resultados duraderos, y ayudar a la gente a ayudarse a sí misma y al medio ambiente que la rodea, suministrando recursos, entregando conocimientos, creando capacidad y forjando asociaciones en los sectores público y privado” (BM página web oficial, 2010).

El Banco se presenta como

“…una fuente vital de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo de todo el mundo. (…) No se trata de un banco en el sentido corriente; esta organización internacional es propiedad de 186 países miembros y está formada por dos instituciones de desarrollo singulares: el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y la Asociación Internacional de Fomento (AIF). Cada institución desempeña una función distinta pero colabora con las demás para concretar la visión de una globalización incluyente y sostenible” (BM página web oficial, 2010).[4]

El BIRF presta a los países de ingresos intermedios con capacidad crediticia, y la AIF ayuda a los países más pobres del mundo. El Banco, creado en 1944, tiene su sede en Washington y declara contar con más de 10.000 empleados en más de 100 oficinas.

Para cumplir tal misión el BM financia factores clave (transporte, agua y saneamiento, salud y servicios sociales, educación, etc.) y en su página de internet difunde su política de transparencia y acceso a la información a partir del 1° de julio de 2010. La confluencia de sus recursos y esta retórica asertiva a favor de los pobres del mundo abruma, y consigue cohibir eventuales cuestionamientos de algunos recelosos.

Analistas preocupados por la mejora de las condiciones de vida de los pobres entienden que el BM dio un giro correcto al distanciarse de las políticas agresivas de austeridad que junto al FMI y al Tesoro de los Estados Unidos propiciara a fines de los años 1980 e inicio de la década de 1990, financiando indemnizaciones masivas por privatizaciones o “reingenierías” de despidos de trabajadores de los aparatos y empresas estatales en sus Programas de Ajuste Estructural (PAE).

Por su parte, despejando cualquier duda acerca de su liderazgo regional, el BID expone en su sitio de internet oficial haber sido

“…fundado en 1959 para apoyar el proceso de desarrollo económico y social en América Latina y el Caribe— (y) es la principal fuente de financiamiento multilateral en la región. El Grupo BID ofrece soluciones para afrontar los retos del desarrollo a través de alianzas con gobiernos, empresas y organizaciones de la sociedad civil, para servir a sus clientes que abarcan desde gobiernos centrales a alcaldías y empresas”.[5]

El BID informa prestar recursos financieros, otorgar donaciones, apoyar a la investigación y ofrecer asesoría y asistencia técnica para áreas fundamentales como la educación, la reducción de la pobreza y la actividad agropecuaria. Resalta además su papel protagónico en el comercio transfronterizo, la infraestructura y la energía a través de ejes carreteros, interconexiones de sistemas eléctricos, parte de la red de gasoductos, habiendo destinado casi el 50% del financiamiento a la integración física, económica y social.[6]

El escenario pareciera haber mutado y para bien respecto de la década de 1990, si organismos internacionales de crédito tan influyentes ganan mayor protagonismo (re) centrando sus focos en “la lucha contra la pobreza” y en el “impulso al desarrollo” en una coyuntura tan distinta a la de la Alianza para el Progreso. Sin embargo, el cuadro cambia si se observa que la brecha de riquezas entre los países más ricos y más pobres del planeta (y entres los ricos y pobres en cada país) no cesa de aumentar; que el desempleo, la pauperización y la caída en marginalidad sin regreso es la realidad cotidianamente vivida o temida por muy amplias –sino las mayoritarias- capas de la población mundial; que el explosivo crecimiento de las ciudades del mundo periférico y semiperiférico multiplica lo que Davis (2003) conceptualiza como “áreas urbanas hiperdegradadas” (AUH) o “ciudades-miseria”. O si se miran las áreas rurales, cómo son devastadas las condiciones ambientales, políticas y económicas de supervivencia de población campesina y rural que es expulsada hacia esas urbes, a los guetos amurallados de la riqueza mundial (Europa Occidental, EE. UU. y los restantes estados centrales) o a los “emergentes” si aquellos son inaccesibles.

Vista la coexistencia de realidades y discursos tan contrastantes: ¿hay más que retórica y legitimación en los aparentes cambios de políticas del BM y el BID hacia América Latina? Y de haber cambios sustantivos, ¿bajo qué condiciones de acumulación y/o de conflictividad, sería ahora viable o hasta “aconsejable” para estos organismos cierta “participación” en la planificación territorial?, ¿qué condiciones de superación habría –si hay alguna? ¿A qué procesos de acumulación territorial coadyuvan, cómo y por qué, el planeamiento territorial proyectado por aquellos?

Algunos trazos del Banco Mundial: desde el proyecto de dominio unipolar de Roosevelt a su “combate contra la pobreza” proletarizando y apiñando a los pobres

El BM surge junto al FMI y son fundados en el marco de la política estadounidense exterior del fin de la Segunda Guerra como piezas de la mayor arquitectura institucional internacional creada por Roosevelt[7]: la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Según Gowan (2003) la obra de Stephen Schlesinger (2003) Act of Creation es la primera que devela qué ocurrió entre el 25 de abril y el 25 de junio de 1945 en la Conferencia de San Francisco luego de cinco décadas de silencio, y “nos recuerda con vívidos detalles que la ONU fue tan estadounidense en cuanto a su concepción y construcción como el propio San Francisco” (ibid: 6). Gowan cita a Schlesinger, para quien la ONU “fue desde el principio un proyecto de EE. UU., elaborado por el Departamento de Estado, expertamente guiado por dos presidentes e impulsado por el poder estadounidense” (ibid: 22).

Gowan (2003) sostiene que definida la batalla de Stalingrado, Roosevelt bosquejó una estrategia expansionista a través de las instituciones internacionales por permitirle avanzar sin mayores tensiones en dos direcciones opuestas: una legitimación “moral” para las masas y, configuradas adecuadamente, como marco de poder de la potencia hegemónica. Su plan, crear una organización universal y dedicada a prevenir conflictos, era el modelo para que EE. UU. llevara a cabo su política de gran potencia (ibid: 8-9). Según este autor la agenda de EE.UU. con ONU era

“…penetrar en los Estados capitalistas existentes y reorganizar sus dispositivos internos para que se adecuaran a los propósitos de Estados Unidos; (…) derrotar a cualesquiera fuerzas sociales que rechazaran la vía a estadounidense a la modernidad en nombre no del tradicionalismo, sino de una modernidad alternativa” (ibid: 23-24).

En línea de pensamiento similar, Wade (2001) señala que “[e]l Banco Mundial ha sido un instrumento especialmente útil para proyectar la influencia estadounidense en los países en vías de desarrollo, y una institución sobre la que EE. UU. mantiene un control institucional discreto pero firme”. Wade afirma que Estados Unidos elige al presidente del Banco, siendo el único estado miembro que puede ejercer su veto; que su Congreso es el único poder legislativo que interviene, debiendo aprobar la liberación de fondos trianual, lo que les brinda a sus legisladores una oportunidad excepcional para imponer condiciones. Y además, que es la opinión pública de ese país la que establece el centro de gravedad conceptual para los debates de Banco Mundial.

Wade sostiene que la legitimidad del Banco se apoya en afirmar que posee la mejor investigación técnica posible en temas de desarrollo, pero que “…más que una simple fuente de fondos que se ofrecen o niegan, el Banco Mundial es una fuente de ideas angloestadounidenses sobre cómo se debe dirigir una economía (y cada vez más un sistema de gobierno)” (ibid: 115).

Como resultado de un minucioso análisis de once Informes sobre el Desarrollo Mundial del BM desde 1990, Cammack (2002) identifica un programa sistemático y “paso a paso” de expansión de la disciplina del mercado a todas las áreas del planeta, bajo los propósitos aparentemente progresistas enunciados por el BM: lejos de apartarse de la políticas neoliberales, el b impulsaría completar a escala mundial los procesos de acumulación primitiva y de acumulación capitalista. El núcleo del proyecto sería, para este autor, dejar disponible y en manos del capital un proletariado global explotable, incorporando la población mundial más pobre a la fuerza de trabajo, proveyendo salud y educación básicas y dirigirse en particular a las mujeres, dándole un tinte emancipador. Sin embargo, lo central de esta estrategia es negar a los pobres cualquier alternativa, creando un ejército de reserva de trabajo que refuerce la disciplina del mercado de trabajo capitalista a lo ancho de la humanidad. Si bien este proyecto enfrentaría todo tipo de obstáculos y estaría lejos de completarse, para Cammack

 “el aspecto central del neoliberalismo global es que articula y procura implementar una estrategia que acelera el proceso de acumulación primitiva e impone las leyes de la acumulación capitalista por el espacio ampliado de la economía de mercado. Esto augura, por tanto, una revolución que hará época. En este contexto, la estrategia aparentemente anti pobreza del Banco Mundial, lejos de apartarse de la revolución neoliberal, es un medio de completarla” (ibid: 126).[8]

El autor afirma que hoy el BM promueve apartar súbitamente y por la fuerza a grandes masas de sus medios de producción, arrojándolas al mercado de trabajo como proletarios libres, desprotegidos y sin derechos.

¿Cómo hubiera formulado el Banco Mundial su Manifiesto Capitalista desde 1990?

En su primer informe, Pobreza, el BM llama a la creación de un proletariado global al que se le pueda extraer el producto de su trabajo con eficiencia, planteando un marco exhaustivo para acelerar la proletarización. En 1991 Desafío del Desarrollo aboga por la integración vertical y horizontal de los mercados y diseña una estrategia para los países en desarrollo que asigna al estado un rol vital para sostenerla. El informe de de 1992, Desarrollo y medio ambiente, concierne a la necesidad de preservar la eco-estructura global en la que la expansión capitalista tiene lugar. Invirtiendo en salud de 1993, propone mecanismos de mercado que mantendrían al proletariado en buena forma para trabajar. En 1994, Infraestructura para el desarrollo busca extender el alcance de la captación de ganancias en la provisión de infraestructura (Cammack 2002).

Ya marcado el rumbo a estos requerimientos estructurales macro, el BM pasa a atender los marcos institucionales. El informe de 1995, Trabajadores en un mundo integrado, busca las condiciones que facilitarían la explotación del trabajo por el capital. En 1996, De la planificación centralizada a la economía de mercado, se dirige a los países poscomunistas y propone el marco legal que fuerce a los capitalistas a competir a través de la definición y aplicación de los derechos de propiedad. En 1997, El estado en un mundo cambiante, legitima al modelo, provee recetas para un estado disciplinario y la retórica para vendérselo a la gente, y bosqueja la jerarquía política en la que la disciplina macroeconómica estaría garantizada: con sólidos Bancos Centrales independientes que controlen la política y el gasto, fortalecidos al subordinarse al FMI, a la Organización Mundial de Comercio y al mismo BM (Cammack 2002). Completado el programa estructural e institucional para la expansión y consolidación del capitalismo, los tres siguientes informes se dedican a la diseminación y legitimación del proyecto. Conocimiento para el desarrollo de 1998-99 propone al mismo BM como sistematizador y diseminador líder de inteligencia para los países en desarrollo mediante el “sistema de conocimiento-manejo” lanzado en 1996 (Cammack 2002: 130-131).[9]

El siguiente paso sería representar la estrategia de proletarización y expansión capitalista acelerada (promovida no sólo por el BM, FMI y la OMT sino por los gobiernos líderes del mundo) como el resultado sin autor de fuerzas sobrenaturales inexplicadas. Los informes de 1999-2000, Entrando al siglo XXI, describen a la “globalización” como una fuerza imparable que de modo inexorable impulsa a los estados y a la gente al mercado mundial, y a la “localización” como la presión desde abajo que obligaría a los gobernantes a administrar las consecuencias de acuerdo a las necesidades regionales. En sus Informes del 2000-2001, Atacando la pobreza, el Banco ya es capaz de volver a su “misión central” y ofrecer su programa como el único medio para lograrlo.

Pero más que abolir la pobreza, la primera meta fue reducir la proporción de personas viviendo con ingresos de extrema pobreza (con menos de un U$S diario) a la mitad. Es dentro de este marco que a los pobres se les permitiría “participar” a nivel local y serían integrados en sistemas de bienestar magros, que no lleguen a “recortar la competitividad”. Para Cammack (2002), bajo la apariencia de combatir la pobreza el BM está atacando a los pobres.

Si Cammack disecciona la lógica programática del BM, Davis (2004) brinda una descripción de los efectos de su aplicación en las sociedades periféricas del sur. Planet of slums estremece en parangón con La situación de la clase obrera en Inglaterra de Engels, salvo tres diferencias: hoy la miseria urbana más extrema está en las geografías ecuatoriales, tropicales y desérticas del globo; a los 400.000 habitantes de Manchester en 1845 hay que multiplicarlos por los 2500 veces más que hoy (sobre)viven no “en las ciudades” del mundo, sino únicamente en sus AUH; y porque lo que primó durante los PAE de la década de 1990 en estas explosivas (mega)ciudades fue, justamente la desindustrialización.

En base a informes de la ONU, Davis (2004) registra que hacia el año 2002 y por primera vez en la historia la población urbana mundial habría sobrepasado a la rural. Con la definición clásica y restringida de slumde la ONU,[10]  Davis estima en casi mil millones sus habitantes, al menos un tercio de la población urbana mundial, calculando unas 250.000 AUH en el planeta que se asientan en los más riesgosos resquicios urbanos: laderas escarpadas, terrenos inundables, o junto a fábricas, vertederos tóxicos, autopistas o vías de ferrocarril.

¿Fueron “las luces de la ciudad” o fuerzas gravitatorias espontáneas las causales de semejante apiñamiento miserable en las últimas décadas? Davis (2004: 19) más bien detecta en los PAE desde la década de 1980 el instrumento que condujo a este engendro espacial, cuando

“…el FMI y el Banco Mundial utilizaron la palanca de la deuda para reestructurar las economías de la mayor parte del Tercer Mundo, es la década en la que las AUH se convirtieron en un futuro implacable, no sólo para los migrantes pobres rurales, sino también para millones de urbanitas de toda la vida, desplazados o empobrecidos hasta la miseria por la violencia del ajuste”.[11]

Para Davis, aunque los PAE nutrieron con urbanitas informales a las AUH, estas se originaron al desgarrarse la sociedad rural tradicional, incapaz de competir con la agroindustria a gran escala. La involución urbana sustituiría a la rural como receptáculo de una fuerza de trabajo excedente “…que sólo consigue mantener el ritmo de subsistencia con hazañas cada vez más heroicas de autoexplotación y con la profundización de la subdivisión competitiva de nichos de supervivencia ya de por sí muy saturados” (Davis, 2004: 27). Y se pregunta ¿quién es capaz de imaginar un escenario plausible bajo los auspicios del neoliberalismo que reintegre a estas personas como trabajadores productivos o consumidores de masas?” cuando “la fuerza de trabajo de mil millones de personas ha quedado expulsada del sistema mundial” (ibid).

En su informe de 2009, Una nueva geografía económica, el BM responde a estos cuestionamientos. Concluye que la densidad (mega) urbana es esencial para el crecimiento por las ventajas competitivas de aglomeración siempre y cuando los países pobres del sur abran sus fronteras y se integren al mercado mundial.

“El crecimiento económico debe ser desequilibrado e intentar difundirlo [formular políticas y planes, y destinar recursos hacia sus regiones más pobres] es desalentarlo, combatir la prosperidad, no la pobreza. (…) Para que el crecimiento sea rápido y compartido, los gobiernos deben promover la integración económica, el concepto fundamental (…) en los debates de políticas sobre urbanización, desarrollo territorial e integración regional.”

El informe propone como instrumentos de la planificación instituciones espacialmente ocultas, infraestructuras de conexión espacial e intervenciones específicas: “al combinar (…) estos instrumentos los países que hoy se desarrollan pueden reconfigurar su geografía económica y, si lo hacen bien, su crecimiento será desequilibrado (…) pero su desarrollo será incluyente” (BM, 2009).

¿Lógica “neo”liberal, o síntesis de fisiocracia, librecambismo ricardiano y las urbanizaciones explosivas del siglo XIX? Si entonces hubo emigración transcontinental en masa de trabajadores europeos excedentes, hoy cada país pobre del sur debería alojar a su campesinado expulsado en sus urbes atestadas y productoras de… ¿maquilas?

Al exaltar las ventajas del crecimiento urbano (que asocia con “prosperidad”) el BM alude a los tugurios actuales como una fase dolorosa a transitar en aras del crecimiento, dado el afán de los pobres y campesinos por disfrutar del mercado.[12] La clave, según el BM, es que las ciudades del sur tengan la habilidad de posicionarse en el portfolio de lugares atractivos para el capital: deben ofrecerle laxitud ambiental, su proletariado informal, seguridad jurídica y militar-policial, y si más, mejor les irá.

Sea por la secuencia programática indicada por Cammack (2002) y/o por el enfoque de su nutrido equipo, el informe de 2009 del BM describe cómo se está dando (o “debe darse”) forma a la nueva geografía económica mundial, sin indicar sobre los problemas ambientales más políticas que construir infraestructuras de saneamiento urbano. A inicios del siglo XXI, con la amenaza del calentamiento global, retoma las recetas clásicas de la planificación higienista para controlar las pandemias del siglo XIX.

Breve CV del BID: desde la Alianza para el Progreso a la IIRSA y el Plan Puebla Panamá. Algunas sincronías notables entre giros imperiales e iniciativas brasileñas

La génesis del BID es simultánea a la guerrilla castrista y del ‘Che’ Guevara en Cuba, pero fue en Brasil donde sonó la primera voz por una planificación del desarrollo territorial (económico y social) para AL en la posguerra: la “Operación Panamericana” que impulsó su presidente Kubischek en 1958. Con buena recepción de Eisenhower y ante el desafío creciente de insurgencias como la cubana al estilo de desarrollo liberal y latifundista, el plan abordó las dimensiones económicas y sociales de AL para evitar la expansión de la influencia soviética, modificando a la política previa de Roosevelt y Truman hacia AL, centrada en asegurar la subordinación político-militar de la región.

El nuevo esquema incluía preservar la democracia, la propiedad privada y libre empresa mediante contactos y consultas continuas al más alto nivel de los países de la OEA, y crear un comité técnico que generase las propuestas. Como resultado nació el Comité de los 21 y el BID en 1959, la ALALC y el Mercado Común Centroamericano en 1960, y el Acta de Bogotá aprobada por el Consejo de la OEA en 1960. Por anuncio del presidente Kennedy al cuerpo diplomático iberoamericano el 13 de marzo de 1961, se llega al más ambicioso programa de ayuda para AL: la Alianza para el Progreso. De acuerdo a Rubio (s/f: 132) Kennedy lanzó “una especie de Plan Marshall para Hispanoamérica” y busco en el congreso la aprobación de recursos para el Fondo Interamericano de Progreso Social.

La Alianza para el Progreso se formalizó en la Conferencia de Punta del Este en agosto de 1961. Allí, Ernesto ‘Che’ Guevara, representando a Cuba, abogó por la coexistencia en el continente de sistemas económicos distintos pero no firmó al acuerdo, que proponía reformas agrarias, alegando que su meta de crecimiento (2,5%) era menor al 10% anual perseguida por los países socialistas y Cuba (Rubio, 1961: 135).

Así mismo en Brasil en agosto del 2000, 42 años exactos después que Kubischek, el presidente Cardoso lanza la Iniciativa para la Integración de Infraestructuras Regionales de Sudamérica (IIRSA) firmada por los restantes once mandatarios sudamericanos para desarrollos en los sectores de transporte, telecomunicaciones y energía “que ayuden a superar los obstáculos geográficos, fortalecer los mercados y promover nuevas oportunidades económicas en la región”. Es decir, promover la integración económica, el eje clave de la planificación que el BM comenzó a promulgar en 2009. La IIRSA se identifica como:

“…un foro de diálogo entre las autoridades responsables de la infraestructura de transporte, energía y comunicaciones en los doce países suramericanos. (…) tiene por objeto promover el desarrollo de la infraestructura bajo una visión regional, procurando la integración física de los países de Suramérica y el logro de un patrón de desarrollo territorial equitativo y sustentable”[13]y expresa tres áreas de acción principales: la construcción de una visión estratégica de la integración física suramericana; los ejes de integración y desarrollo; y los procesos integración sectorial.[14]

Los “ejes de integración y desarrollo” contemplan dividir Sudamérica en diez áreas: el eje andino, el eje andino del sur, el eje Capricornio, el eje del Amazonas, el eje del Escudo Guayanés, el eje del Sur, el eje hidrovía Paraguay/Paraná, el eje interoceánico central, el eje MERCOSUR/Chile y el eje Perú/Brasil/Bolivia. Los procesos sectoriales de integración (PSI) prevén establecer estándares comunes para la integración energética, instrumentos de financiamiento, pasos de frontera, TICs y transporte aéreo, marítimo y multimodal.

Marcondes-Rodrigues, coordinador de IIRSA BID, expone los siguientes objetivos estratégicos para el período 2006- 2010: (i) Asegurar la implantación de los 31 proyectos estratégicos de la Agenda de Implementación Consensuada. (ii) Mejorar la capacidad de formulación, preparación y evaluación de los proyectos. (iii) Focalizar las acciones y el conocimiento acumulado en los PSI para apoyar proyectos específicos. (iv) Ampliar el conocimiento de la sociedad sudamericana sobre los avances y realizaciones de la Iniciativa IIRSA.[15]

Marcondes-Rodrigues (2009) evalúa que la IIRSA se consolidó como un foro esencial para construir una agenda común de acciones y proyectos dirigidos a la integración física; que a pesar de las cambiantes circunstancias políticas pudo preservar su foco en la infraestructura física de integración; que la asistencia técnica del BID fue fundamental, y que la creación del Fondo de Integración del BID fue una buena respuesta para que los países preparen buenos proyectos de infraestructuras.

De concretar la IIRSA sus proyectos marcaría una época en el continente, superando con creces al impacto de las inversiones ferro portuarias inglesas de fines del siglo XIX. Cambia la escala y no sólo por el volumen de inversión (37 mil millones de U$S en proyectos concluidos y/o en ejecución; 69 mil millones en otros 514 identificados) sino porque los múltiples corredores carreteros, fluviales y de cableado proyectados cruzarán en direcciones N-S y E-O a selvas, cordilleras y desiertos sudamericanos.

El Plan Puebla Panamá (PPP) es la otra gran iniciativa del BID para AL. Lanzado por el presidente Fox de México en el 2001, se presenta…

“…como una estrategia regional para potenciar el desarrollo económico, reducir la pobreza y acrecentar la riqueza del capital humano y el capital natural de la región mesoamericana, dentro de un contexto de respeto a la diversidad cultural y étnica, e inclusión de la sociedad civil. El Plan promueve la integración y el desarrollo regional, coordinando esfuerzos y acciones de los siete países de Centroamérica, más los estados del sur de México”.[16]

El PPP consta de ocho “iniciativas mesoamericanas”, las de: (i) energía, (ii) transporte, (iii) integración de los servicios de telecomunicaciones, (iv) turismo (v) facilitación del intercambio comercial y aumento de la competitividad, (vi) desarrollo humano; (vii) desarrollo sostenible, y (viii) prevención y mitigación de desastres naturales. Y declara como su objetivo mejorar la calidad de vida de los habitantes de la región territorial comprendida en la región sur-sureste de México y los países de Centroamérica.

Por sus áreas de intervención y sincronía, es imposible desasociar la IIRSA con el impulso estadounidense al Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (ALCAN), el ALCA y el PPP para América central. Y también con los esfuerzos de Itamaraty (Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil) para reafirmar -en lo posible- su liderazgo en el espacio sudamericano frente a aquellos, primero bajo el Área de Libre Comercio de Sudamérica (ALCSA) lanzada por Itamar Franco en 1993, luego reconvertida en la IIRSA. Logrando instrumentarla al más alto nivel político subcontinental, Brasil se constituye en la potencia sub-imperial regional con el BID, que junto a la Corporación Andina de Fomento y el FONPLATA,[17] financia en gran parte y coordina técnicamente a la IIRSA.

Sin embargo, el hecho de que Brasil lidere Sudamérica no disipa tensiones: la IIRSA facilita a los capitales europeos, asiáticos y estadounidenses extraer los recursos naturales de su interior profundo y un mayor control militar por los EE. UU. Se acelera así la voraz acumulación “originaria” en curso por vía de la expulsión y asesinatos de aborígenes y campesinos, y apropiación y uso a precio vil de minerales, maderas, fauna y agua.

Críticas, interpretaciones y cuestionamientos a la “geografía a la medida” del capital trasnacional que modelan el BID y los estados latinoamericanos

Con la toma de conocimiento sobre la magnitud histórica de los planes en curso y el alto grado de confluencia política entre las iniciativas del BID con los estados de AL a pesar de las distintas ideologías de sus gobiernos, sería de esperar un debate público amplio y activo en las sociedades de la región. Al momento, esto no sucede.

Sin embargo, paulatinamente crecen las voces y acciones críticas a la IIRSA y al PPP y con ellas a la más visible intervención del BID como organismo estructurante. Al costo de cierta simplificación, distinguimos tres grupos de fuentes de las críticas:

Las ONG locales presentan un perfil social de clase media-alta, procuran generar conciencia (con buen uso de internet) sobre los impactos negativos de estas iniciativas, y operan también haciendo lobby en instancias de la superestructura. Los MBT son tan heterogéneos social, étnica, cultural y políticamente como lo son los lugares, regiones y territorios de AL, y sus modalidades organizativas y de acción también varían según las amenazas de proyectos específicos y las relaciones de fuerza local/ estatal/ nacional.

Pese a todo esto, algo unifica a las críticas de las ONG y de los MBT a la IIRSA o el PPP: la escasa voluntad del BID y los estados a que se debatan estos megaproyectos.

“Planificación con participación” ¿bella retórica o proceso efectivo de cambio?

Robirosa (1990: 17-21) propone una definición de participación que integra tres aspectos: “formar parte” (en el sentido de ser integrante), “tener parte” (en el desempeño de las acciones adaptativas) y “tomar parte” (influir a partir de la acción). También diferencia tres niveles de implicación de los actores: información, opinión y toma de decisiones. El término es polisémico y útil para expresar a la vez y según para quien sea dichos niveles, respetando siempre a la Real Academia Española: tomar parte en algo; recibir una parte de algo; compartir ideas u opiniones con otros; tener o ser parte de una sociedad o negocio; y (¿para las mayorías?) dar parte, noticiar, comunicar.

Chimuris Sosa (2005: 3) registra las palabras de agradecimiento del presidente del BID Enrique Iglesias a Cardoso en la Conferencia de Brasilia del 2000, por darle “la oportunidad de presentar un Resumen Ejecutivo para la integración física del continente”, y la intervención del presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF) Enrique García, quien veía “con complacencia el esfuerzo realizado por el BID para la presentación de una propuesta de plan de acción para la integración de la infraestructura sudamericana” para afirmar que la IIRSA se trata de una propuesta del BID avalada y legitimada por los doce presidentes sudamericanos, quienes la revistieron como gubernamental.

El autor identifica los intereses que participan: inversores en grandes complejos de extracción (mineros, forestales), agroindustriales (monocultivos transgénicos), y prestadores de servicios (construcción de mega-obras, transporte, energía eléctrica, gas, agua) y precisa que la IIRSA.

“…contempla mecanismos de coordinación directa entre los gobiernos, las instituciones financieras (BID, CAF, FONPLATA), el sector privado y la sociedad civil [aunque con esta última no están efectivamente en funcionamiento] (…) Esta estructura de funcionamiento le da al BID un rol fundamental a la hora de definiciones de orientaciones, prioridades y asignaciones de recursos” (Chimuris Sosa, 2005: 5).

Chimuris Sosa denuncia la escasa transparencia respecto de las formas con que se identifican, evalúan y financian los proyectos y los criterios de su aceptación o rechazo, preguntándose “¿cómo se puede verdaderamente participar en acontecimientos consumados?” (ibid). De acuerdo al autor con la Autoridad Sudamericana de Infraestructuras[18] y los Tratados de promoción y protección de inversiones.

“…las condiciones de las reglas del mercado barren los gobiernos, las democracias y desplazan a las autoridades nacionales. La ficción mercantilista pretende legitimar y crear normas (…) por encima de las Constituciones (…) de los países transformando a los Estados en meros espectadores (…) solo preocupados por crear un clima favorable a las inversiones” (ibid: 9).

Por las reiteradas denuncias de las ONG sobre el carácter inconsulto, el método del hecho consumado y la escasa información provista por la IIRSA, pareciera que el cuarto objetivo estratégico expuesto por Marcondes-Rodrigues para el quinquenio 2006-2010 fue cumplido sólo en lo que hace a comunicar “los logros y avances” de la iniciativa: la presidenta de los Directores de IIRSA y ministra de Planeación de Colombia, Carolina Rentería, rechazó en noviembre del 2008 una audiencia solicitada por 20 organizaciones de la sociedad civil de ocho países que denuncian a la IIRSA de usar un doble discurso sobre la participación local en la consulta y las decisiones: retórico, pero nulo en lo real.[19]

¿Cómo podrían conciliar el BM y el BID megaproyectos para grandes empresas con una retórica participativa y transparente en la llamada “era de la información”? Observamos un dispositivo que articula cuatro ejes. (i) Un mensaje persuasivo y muy bien elaborado de legitimación, que busca consenso en “la lucha contra la pobreza” y la insignia del “desarrollo” para velar su lógica. (ii) El uso de internet para informar acciones y proyectos: el nivel de participación más pasivo, en medio del desconocimiento generalizado. (iii) Las consultas públicas, ya a nivel de opinión (consultas comunitarias, encuestas, etc.) útil para atenuar la corrupción estatal y legitimar proyectos ya decididos que podrán mejorarse.[20] Y (iv) La delegación de responsabilidades por parte del BM o el BID resaltando ser instrumentos de los estados miembros, delegando a los gobiernos locales ante las críticas por las decisiones que adoptaron con su “autoridad soberana”.

Al fin y al cabo, son los estados y no los OFI quienes legislan y reprimen a su interior. Si por un lado los OFI y los técnicos gubernamentales proyectan espacios interiores y alejados con baja exposición, son las fuerzas represivas públicas o privadas las que garantizan in situ a las empresas su ejecución, drama padecido por los MBT.

Analizando los movimientos sociales en el nuevo escenario regional, en el que detecta inflexiones del paradigma neoliberal en AL, Svampa (2009) resume como dimensiones de los movimientos sociales su territorialidad, la acción directa como herramienta de lucha, el desarrollo de formas de democracia directa, y su demanda de autonomía, en un marco en el que se estaría configurando un nuevo internacionalismo.

Frente a las luchas que los MBT llevan a cabo, instituyentes en casos y defensivas en los más, la gobernabilidad neoliberal tendría como ejes la represión y criminalización de la protesta social, la implementación de la doctrina de la seguridad ciudadana (que actualiza la doctrina de la seguridad nacional de los años setenta; hoy multiplica los dispositivos institucionales de criminalización de la pobreza y la tendencia al cierre del espacio público), y el avance de la militarización en América Latina (Svampa 2009). ¿La planificación del desarrollo de la acumulación sostenible supondrá cerrar los espacios comunitarios y una sociedad de encarcelamiento masivo[21] a sus alienados?

Sobre mutaciones actuales del capitalismo, hegemonía, competitividad y planificación

¿Qué lógicas subyacen a las políticas territoriales troncales del BM y el BID en AL? Svampa (2009) afirma que:

“Es necesario tener en cuenta que si el primer momento de la globalización neoliberal, en los años noventa, estuvo marcado por las privatizaciones y el ajuste fiscal, el segundo momento viene de la mano de la generalización de un modelo extractivo- exportador, que apunta a consolidar y ampliar aún más las brechas sociales entre los países del norte y del sur, en base al saqueo de los recursos naturales cada vez más escasos, la contaminación irreversible, la extensión del monocultivo y la consiguiente pérdida de biodiversidad (…) No sorprende así la multiplicidad de luchas y movimientos sociales que cuestionan este régimen de dominación vigente, sean del sector público por su precariedad, sean de quienes no ceden a su exclusión” (ibid: 83).

Cadena Montenegro (2007) concluye en términos coincidentes con Svampa, y subraya la importancia de Mesoamérica a los fines estratégicos energéticos, económicos y militares de los EE. UU. Para este autor “incrementar la competitividad” de Mesoamérica es un eufemismo por competir con los tigres asiáticos y con China, donde los trabajadores de las ensambladoras ganan menos de 0,50 centavos de U$S por hora. Deduce así que quienes se emplearían en Centroamérica y el sur de México recibirían salarios todavía inferiores, y si admite que las maquilas emplean numerosa mano de obra no calificada, no brindan seguridad social e impiden la agremiación. De esta forma, con su puesta en marcha el…

“…PPP garantizaría así que la región se convirtiera en la plataforma sobre la cual los productos transitaran libremente sin el cumplimiento de las exigencias con relación a la soberanía nacional de cada país, y en un puente para llegar a los mercados de Asia, Europa y el resto del mundo, usando puertos, aeropuertos, carreteras y ferrocarriles, que ya no serían propiedad nacional porque se privatizarían al entrar en funcionamiento” (ibid: 19).

Por su parte, Ceceña (2009: 1) entiende a la IIRSA como una estrategia de poder hegemónico en un marco de crisis sistémica:

 “La expresión de la vocación mutante del capitalismo y de su capacidad de adaptación o readecuación a las condiciones cambiantes del acontecer no sólo económico sino social. Si bien el carácter sistémico de la crisis muestra la insustentabilidad civilizatoria del capitalismo, ni lo elimina de manera natural, ni le impide buscar su recomposición”.

La autora cartografía la ubicación de las principales trasnacionales petroleras, mineras y forestales para mostrar que las rutas de IIRSA “pasan por las fuentes de agua, minerales, gas y petróleo; por los corredores industriales del subcontinente; por las áreas de diversidad genética más importantes del mundo, por los refugios indígenas y por todo aquello que es valioso y apropiable en Sudamérica” (ibid: 3). Observa así intereses complementarios entre empresas y gobiernos por sobre los altos riesgos ecológicos y sociales de IIRSA: según la escala de los negocios, al capital trasnacional le interesa la extracción de recursos naturales; a los grandes grupos locales la construcción de grandes infraestructuras, y a las empresas medianas o pequeñas ser capaces de proveerlos.

Para Ceceña semejante red de infraestructuras pone en juego la disputa por la hegemonía además de asegurar la reproducción global del sistema capitalista. Al respecto, indica que eso…

 “…autoriza a seguir hablando del sujeto estadounidense como sujeto hegemónico, es decir, ese gran capital que se aglutina en torno al Estado estadounidense aunque contenga (…) capitales provenientes de cualquier otro lugar pero incorporados orgánicamente a esa estructura de poder” (ibid: 8).

Cammack (2005) observa los proyectos de las clases dominantes emergentes y los cambios en las relaciones de clases en AL desde la década de 1990, y registra una frenética promoción de la competitividad en AL desde inicios de este siglo por parte de los OFI, interpretando que estamos ante…

 “el surgimiento de una serie de proyectos nacionales, regionales e internacionales a lo largo de AL orientados al “desarrollo liderado por los mercados basados en la competencia internacional”. Para él, [buscan] inequívocamente internalizar a nivel nacional la lógica de la reproducción capitalista y la hegemonía burguesa” (ibid: 309).

En esta década, los OFI se orientarían, según el mismo autor,

“a generalizar las relaciones sociales capitalistas a lo largo de todo el mercado mundial (…) a medida que el mercado mundial se acerca a su consumación, la dinámica global del capitalismo competitivo lleva a las potencias imperialistas a apoyar la creación de burguesías alrededor del mundo capaces de ejercer la hegemonía, en vez de mantener en el poder a elites gobernantes precapitalistas (…) Esto (es) lo que constituye la lógica de la «gobernanza global» y en particular, el proyecto Wolfensohn - Stiglitz encabezado por el BM y el parcialmente reformado FMI, que está explícitamente enfocado a erigir instituciones que puedan dar sostén a la acumulación local, la competitividad y la hegemonía burguesa” (ibid).

De acuerdo a M’Biguá, una ONG argentina,

[hasta] el Presidente del BID (...) admite que la fuerza detrás del financiamiento para los nuevos proyectos de gran infraestructura es «el exceso de liquidez», y no (…) el sueño bolivariano de integración regional. La solución fácil al problema de «demasiada plata con nada que comprar» está en financiar grandes proyectos de infraestructura. Así que, mientras el discurso IIRSA es integracionista, su lógica es mayormente financiera”.[22]

¿Cumplen el BID y las agencias de planificación territorial regional vía IIRSA la tarea de ubicar al capital excedente, lo que Harvey (2003) teoriza como nuevo imperialismo?

¿Apoyar la nueva Conquista imperial o sumar a la diversidad socio-ambiental?

La convocatoria a este XI Coloquio Internacional de Geocrítica que nos reúne, centrado en la planificación y el urbanismo, admite que el avance en la conformación de equipos interdisciplinarios de planificación no basta y

“que es preciso pasar a un tipo de planeamiento elaborado de forma diferente, y basado en el diálogo entre los agentes interesados y el conjunto de los ciudadanos. (…) los proyectos se han de elaborar a partir de las necesidades y las demandas claramente formuladas por la población y los poderes políticos democráticamente elegidos (…) no es un proceso fácil, pero necesitamos explorar distintas vías para ponerlo en marcha”.

Compartiendo este propósito, nos hemos centrado en “el examen y valoración de experiencias novedosas que se hayan realizado en el planeamiento urbano y territorial a escalas y en contextos diferentes”, concientes de que el nivel de análisis adoptado, de superestructuras, impide ver de cerca a los múltiples procesos y praxis de planificación desde abajo que ocurren en toda la región, plenos de riqueza y que alientan optimismo.

No obstante, no antepusimos la descripción más vital de alguno de ellos a un análisis estructural, por considerar que aportar a esclarecer tendencias y coacciones estructurales es un compromiso ineludible, en tanto intelectuales que se deben a sus sociedades. Al respecto, al abordar el pasaje de los PAE al paradigma de la gobernanza global, y la IIRSA y el PPP, enfocamos a su núcleo duro, al marco central del BM y el BID hoy.

Ni los PAE, ni la gobernanza global, ni la IIRSA ni el PPP han surgido de diálogos entre ciudadanos, ni de sus legislaturas, ni de la voluntad popular. Las apelaciones a la transparencia o puntuales mecanismos consultivos, procuran meramente legitimarlos.

En tal sentido, estimamos que en base a las fuentes consultadas es posible observar una conjunción de intereses fundamentales entre capitales trasnacionales, grandes grupos empresariales locales y los estados de la región. En conjunto, con los fondos y bajo las directrices para la “ayuda al desarrollo” que comanda el Banco Mundial y que el BID impulsa y coordina hacia y entre las agencias de planificación nacionales de AL, los proyectos subregionales, acoplables al ALCA, moldean una reestructuración territorial en sus fronteras interiores con consecuencias hoy inestimables, excepto en un pronóstico.

Las geografías modeladas por el BM y el BID para AL implican profundizar las transferencias enormes de valor desde AL (y otras regiones pobres del mundo) hacia -y que hoy gozan-[23] los imperialismos centrales. Sus planes también fortalecen a ciertas fracciones burguesas locales, internacionalizando las contradicciones del capital (localizadas en cada estado–nación) y sus antagonismos con los trabajadores, con las lógicas de reproducción social y con los procesos reproductivos de la naturaleza.

De ser incapaz la resistencia social y política de frenarlos o reorientarlos, se abrirá una nueva era de expoliación en AL, con beneficios muy concentrados y excluyentes, y con efectos de devastación ecológica y social que remiten a la era de la conquista. Muchos juzgarán este escenario como exageradamente sombrío, e improbable.

No sorprendería, ya que como la convocatoria aclara, “Normalmente la planificación es realizada por técnicos especializados [arquitectos, ingenieros, geógrafos, etc.]. (…) Sin duda, son necesarios equipos interdisciplinarios de técnicos competentes y bien formados, abiertos además a la relación interdisciplinaria”. En mayor o menor grado, éstos son (“somos”) partícipes de los dispositivos institucionales de la planificación, en especial la estatal, posición social que los (“nos”) aproxima más a las elites y/o lógicas empresariales que a las de nuestros campesinos, aborígenes o pobres.

Pero, y más importante que una mayor autoestima y entusiasmo perceptibles por ser convocados a planear territorios “como en los viejos tiempos desarrollistas”, planes de la magnitud de la IIRSA o el PPP centran su ejecución y efectos en las fronteras marginales, aunque son proyectados y coordinados desde metrópolis como Washington y también -pero de modo subalterno- desde las principales de cada estado.

Al respecto, la promoción de la planificación sanitarista en las grandes urbes que promueve el BM, además de activar áreas de negocios apetecibles, de ejecutarse daría  legitimidad al modelo extractivo-exportador aislando a las mayorías urbanas de los ámbitos de ocurrencia de sus efectos más negativos. Y siguiendo a Cammack, las experiencias chilena y brasileña enseñan el poder del “efecto demostración” de sus fracciones burguesas locales pujantes en sus metrópolis, además de ser compatibles (¿de modo necesario?) con una desigualdad social mundialmente récord.

La advertencia que extraemos es que a las mutantes y siempre promisorias doctrinas del desarrollo modernizador (industrial, a secas, sostenible, etc.), en América Latina conviene evaluarlas bien antes de actuar y/o legitimar las ideas y decisiones foráneas.

Una compulsión regional es tender a consumir cualquier elixir para enriquecerse rápido sin sopesar que siempre se puede estar peor. La tendencia al enriquecimiento inmediato típica en AL, la acerca más que a ninguna otra región del mundo a aquella en la que sus elites dirigentes miran también cegadas a sus metrópolis históricas, son indiferentes al bienestar de sus poblaciones y poseen escasa tradición empresarial local, baja población en relación a sus recursos naturales y débil integración nacional. Arrighi (2002) desliza que pese a las muchas diferencias, esa región es África.

¿Qué futuro podemos esperar de combinarse un modelo extractivo-exportador en el interior profundo de AL con “ajustes para competir con el este asiático” para su proletariado urbano, pero sin que cuente con la malla protectora cultural de la lealtad?

En suma, entendemos que medio siglo después de la Alianza para el Progreso, la planificación territorial en América Latina reactualiza sus continuas contradicciones y tensiones, pero que hoy está en condiciones de reflexionar sus dilemas fundamentales.

Un camino es persistir en los paradigmas economicistas y mecanicistas de la razón instrumental apuntalando la acumulación del capital, revestidos de modernización, participación, sustentabilidad o “razón de Estado”. Sus resultados ya están a la vista.

Otra vía, más compleja pero más histórica y socialmente consecuente, es tender vínculos con los actores, movimientos sociales y aborígenes, quienes con sus luchas mostraron ser los más implacables y consecuentes defensores de la diversidad de la vida, de las culturas y de los múltiples modos de reproducción social en AL.

En el último sentido, ya hay experiencia y teoría, como la ecología política, la del sistema-mundo o el llamado de Harvey (2008) a “pasar al ataque” reclamando el derecho a la ciudad,[24] entre otras. Una primera dificultad para planificar desde ellas está, antes que en el BID o el Banco Mundial, en ser capaces de superar las propias barreras ideológicas y epistemológicas en las que hemos sido (mal) formados y, sin resignar lo valioso del saber académico, abrirse a otras fuentes de aprendizajes y praxis.

Si además del proletariado formal e informal urbano los campesinos, mujeres, aborígenes y residentes contaminados o en ambientes devastados, han sido y serán también afectados por los planes del BM y BID, develar y explicar sus lógicas y más aún, afirmar junto a ellos objetivos y estrategias para disputar el uso de los fondos coadyuvará en algo a fortalecer las luchas colectivas, sin pretender suplirlas.

 

Notas

[1] Hägerstand, T. (1985) “Den geografiska traditionens kärnområde [El eje de la tradición geográfica]”, en Geografiska Notiser 3: 3-7. La traducción es nuestra.

[2] Las miradas retrospectivas muestran puntos de inflexión en procesos, pero omiten agentes y acciones. Tomamos los inventarios de experiencias en planificación de Boisier (2007) y Cabrales Barajas (2006).   

[3] La misión de BIC, en www.bicusa.org. Consultada el 2 de marzo 2010.

[4] BM “Quiénes somos” en página web oficial del BM. [En línea] <www.bancomundial.org>. [25 de enero de 2010].

[5] BID “Cinco cosas que se deben saber acerca del BID” en página web oficial del BID. [En línea] <www.iadb.org>.  [20 de febrero de 2010].

[6] Según BID (2001: 4) “el Banco ha establecido el apoyo a la integración económica como una de sus prioridades, incluyendo desde acuerdos comerciales como en el caso del ALCA, hasta procesos de integración de infraestructura como el Plan Puebla Panamá, que incluye a los países centroamericanos y México”.

[7] En el tratado de Dumbarton Oaks en septiembre de 1944, reafirmado en Yalta en febrero de 1945.

[8] La traducción es nuestra.

[9] Se ofrece a sí mismo como una fuerza de tareas de respuesta rápida, capaz de producir soluciones de mercado a demanda, revelando las redes ya dispuestas para recoger de los mismos pobres el conocimiento local necesario para estimular la explotación y acumulación, clasificado por país, región, sector y tema.

[10] Hacinamiento, vivienda pobre o informal, acceso inadecuado a medidas sanitarias y agua potable, e inseguridad respecto a la propiedad.

[11] ¿Algunos efectos? “Destrucción de las industrias sustitutivas de importaciones, desempleo y empobrecimiento en masa de las [angostas] clases medias urbanas por despidos de empleados estatales, búsqueda desesperada de las mujeres por ganarse la vida como trabajadoras a destajo, expendedoras de bebidas alcohólicas, vendedoras callejeras, limpiadoras, lavanderas, traperas, niñeras y prostitutas” (Davis 2004: 22).

[12] Da ejemplos de los que han existido en Amberes, Helsinki, Liverpool y Leeds, Melbourne, Manhattan y París, y entre las hoy emergentes, Dublín, Singapur y Shangai. Es cauteloso en generar expectativas: desde algunos de aquellos slums a su opulencia actual, el informe admite que transcurrieron dos siglos.

[13] Sitio web oficial de IIRSA. [En línea] <www.iirsa.org>. [15 de febrero de 2010].

[14] Sitio web oficial de IIRSA. [En línea] <www.iirsa.org>. [10 de febrero de 2010].

[15] Texto en línea en sitio web oficial de IIRSA. www.iirsa.org/BancoMedios/Documentos%20PDF/tir_sp09_mauro_marcondes.pdf [2 de marzo de 2010].

[16] [En línea] Sitio web del Proyecto Integración y Desarrollo Mesoamérica. <www.proyectomesoamerica.org>. [19 de febrero 2010].

[17] Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata, firmado en 1974 y efectivo desde 1976.

[18] Propuesta por el Presidente Toledo en Cusco, en 2003.

[19] [En línea] www.bicusa.org/es/Article.10936.aspx [En línea: 18 de febrero de 2010].

[20] Uno de quienes escribe observó de modo directo dos iniciativas “participativas: una consulta comunitaria indicada por el BM y la consulta a pueblos originarios en propuestas de consultoría financiadas por el BID. La consulta pública comunitaria la convocó un intendente recién asumido de un municipio del Gran Buenos Aires, para exponer un proyecto “llave en mano” cumpliendo lo estipulado por el BM para los “Proyecto integrales de reordenamiento vehicular y revalorización de espacios públicos”. Si bien la difusión fue débil, un par de días antes y por medio de pequeños afiches callejeros difíciles de distinguir de la publicidad comercial, asistieron además de los funcionarios, arquitectos proyectistas, empresarios y sindicalistas de la construcción unos pocos vecinos “anoticiados” quienes cuestionaron sus defectos. Esto llevó a una segunda consulta, ya bien manipulada y rodeada de una patota sindical para amedrentar a los críticos: pero terminó en escándalo, no siendo legitimado. No hubo más consultas, pero se aprobó un año después. En el otro caso, en tanto evaluador técnico de 10 propuestas de Planes para la mejora de la competitividad turística en el norte y sur de Argentina en el 2006 atestiguó que todas cumplían con los términos de referencia del BID proponiendo incorporar a los aborígenes a las consultas y/o proyectos turísticos. No se dispusieron fondos para traducir esto a alguna de las lenguas nativas.    

[21] Frase de Loïc Wacquant en “De la esclavitud al encarcelamiento masivo”, New Left Review 13, 41-60. 2002.

[22] www.mbigua.org.ar Consultado 3 de marzo 2010.

[23] Aún con los recortes neoliberales al “estado benefactor” en el centro, las trasferencias Sur- Norte hacen comprensibles la indescriptible disparidad de infraestructuras sociales.

[24] Disputar al capital financiero el destino de su inversión, en pos de su socialización colectiva urbana.

 

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