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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 343 (18), 25 de noviembre de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

LÓPEZ PIÑERO Y LOS ESTUDIOS SOBRE HISTORIA DEL EVOLUCIONISMO

Jesús I. Catalá Gorgues
Universidad CEU Cardenal Herrera
jcatala@uch.ceu.es

Recibido: 23 de octubre de 2010. Aceptado: 11 de noviembre de 2010.

López Piñero y los estudios sobre historia del evolucionismo (Resumen)

La obra de López Piñero relacionada con la historia del evolucionismo constituye una contribución de primer orden al conocimiento de la difusión y recepción de las ideas darwinistas en Valencia y en el conjunto de España, así como para la comprensión del proceso por el que los enfoques comparativos se integran en la morfología moderna.

Palabras clave: evolucionismo, darwinismo, morfología comparada, anatomía, historiografía, Valencia, España, siglos XVIII al XX.

López Piñero and studies on the history of evolutionism (Abstract)

López Piñero’s works on the history of evolutionism constitutes a fundamental contribution to the knowledge of processes related to the diffusion and reception of Darwinian ideas in Valencia and Spain as a whole. They are also important for understanding the incorporation of comparative approaches in modern morphology.

Key words: evolutionism, Darwinism, comparative morphology, anatomy, historiography, Valencia, Spain, 18th to 20th centuries.


Desde hace algo más de medio siglo, el interés de los historiadores por la génesis, desarrollo, difusión y uso de las teorías de la evolución de la vida conforman uno de los campos más productivos dentro de los estudios sociales sobre la ciencia. La celebración en 1959 del primer centenario de la publicación del Origen de las especies y del sesquicentenario de su autor, Charles Darwin, marca simbólicamente el punto de partida de la que ha venido en ser llamada “industria Darwin” –según la expresión popularizada por Timothy Lenoir[1]–, a la que han venido con el tiempo a sumarse los estudios sobre otros destacados autores relacionados con las ideas evolutivas, como Lamarck, Haeckel, Wallace, etc., de algunos de los cuales ya podría también postularse una “industria” propia. Más allá, en cualquier caso, de los enfoques centrados en estas grandes figuras, lo cierto es que la historiografía sobre el evolucionismo, que es mucho más que la de las teorías de la evolución por sus evidentes impregnaciones ideológicas y sociales, ha penetrado en prácticamente todos los enfoques que se han venido desarrollando entre los estudiosos del pasado científico, desde la historia de los libros hasta la de las políticas científicas, pasando por la historia de los públicos, del asociacionismo, de las instituciones o de los lugares de ciencia[2].

José María López Piñero, en cuanto estudioso infatigable y siempre al día, fue desde un primer momento sensible a la importancia que iban adquiriendo los estudios sobre historia del evolucionismo. Y por ello, consecuentemente, los incorporó a su quehacer desde la triple perspectiva de investigador (y, cabría decir también, impulsor de la investigación), docente y divulgador. Es cierto que, en su amplísima producción, no es este tema el que más le ocupó. Pero sus selectas participaciones en el mismo no solamente son ya de referencia para los que intentamos seguir la estela de su magisterio, sino que fueron en su momento el acicate crucial para la consolidación de líneas de trabajo que se han mostrado muy fructíferas y dinámicas. No siempre la máxima virtud está en el mero hacer, sino en el empujar eficazmente a otros a hacer. Y en lo que aquí respecta, la acción de López Piñero fue decisiva, como seguidamente se relata.


López Piñero y Thomas F. Glick: en torno a la recepción del darwinismo en España

Cualquiera que se aproxime a la historia del evolucionismo español debe acudir, necesariamente, a la obra de Thomas F. Glick, profesor de la Boston University y uno de los más reputados especialistas en los estudios comparados sobre ciencia y contextos nacionales[3]. Especialmente su libro Darwin en España, publicado en 1982 con ocasión del primer centenario de la muerte del naturalista inglés[4], se ha constituido en el marco básico de interpretación de la recepción de las teorías evolucionistas en España durante el último tercio del siglo XIX. Pero Glick, como bien relata el prologuista y traductor de la obra –que no era otro que López Piñero– no se había interesado primariamente por el asunto cuando llegó a España allá por los inicios de los sesenta para estudiar el regadío medieval[5]. Hubo, pues, de mediar un cambio de orientación para que aquel joven investigador estadounidense saltara a la contemporaneidad y pasara a fijarse en cómo la polarizada España de la Gloriosa y la Restauración digirió esa nueva visión de la vida y de la condición humana que acabó por denominarse darwinismo.

Las circunstancias nos las relata el propio Glick, en su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Universitat de València:

[En] el invierno de 1966, […] me presenté en la puerta del Instituto de Historia de la Medicina, en aquella época instalado en el sótano de la Facultad de Medicina, junto al depósito de cadáveres. Me acerqué por allí un par de veces, siempre demasiado temprano y, como no venía nadie, pasaba el tiempo contemplando el trasiego de finados en la morgue. Pero un día, por fin, la puerta se abrió, y me presenté a dos señores, José María López Piñero y su adjunto, Luis García Ballester. El recuerdo de aquel momento también ha quedado grabado en mi memoria, porque durante unos interminables segundos nos quedamos contemplándonos los tres en silencio total, atónitos. Por lo que a mí respecta, jamás había visto a ningún historiador vestido de médico, llevando bata blanca, lo que me provocó una disonancia cognitiva temporal; mientras que, para ellos, presumo, tal vez el choque cognitivo fue aún mayor: que un investigador foráneo, americano por más señas, se interesase en aquella época por la ciencia española contemporánea, debió parecerles un fenómeno extraordinario.[6]

El testimonio de Glick señala, más allá de la anécdota, que aquel mismo día López Piñero “trazó ante mí el programa de investigación que he seguido hasta este momento” relativo a la recepción de las ideas darwinistas en España, basado en un modelo desarrollado por el propio López Piñero, que consistía en seguir a través de las disciplinas el proceso de difusión de las ideas científicas[7]. Los resultados de aquella orientación hablan por sí mismos de la fecundidad del enfoque propuesto, que como toda propuesta metodológica ha de ir siendo revisado[8], pero que, en todo caso, no ha sido hasta ahora convincentemente superado en el campo que aquí nos ocupa.

López Piñero no se conformó, ciertamente, con orientar. También se fue ocupando desde entonces y con creciente atención de la historia del evolucionismo en Valencia y en España. Coherentemente con su programa, focalizó su primer interés en un campo disciplinario concreto.


Las ciencias morfológicas y el evolucionismo

Las incursiones de López Piñero en la historia contemporánea han estado dominadas por su interés en la historia de las ciencias médicas básicas. Y de todas ellas, las morfológicas, precisamente las que se asocian más vivamente a las polémicas en torno a la evolución biológica, son las que a la postre merecieron su máxima atención, tanto en la investigación como en la docencia, como muestra el curso sobre “Evolucionismo y morfología” que hasta su jubilación en 1998 fue impartiendo dentro del doctorado en Historia de la Ciencia de la Universitat de València.

En una obra temprana dedicada a la historia social de la medicina española decimonónica, escrita en colaboración con el ya mencionado García Ballester y con Pilar Faus, ya ponía muy de relieve la adopción de esquemas evolucionistas entre algunos médicos y las implicaciones ideológicas de la cuestión[9]. El verdadero arranque, en cualquier caso, de la línea de estudio de López Piñero a propósito de la relación clásica entre los abordajes comparativos de la morfología y el evolucionismo se sitúa ya a comienzos de la década de los setenta. Así, uno de los capítulos que preparó para la monumental Historia Universal de la Medicina que dirigió Pedro Laín fue sobre la anatomía comparada evolucionista[10], casi al mismo tiempo que sacaba a la luz un artículo en Medicina Española acerca de la morfología comparada en la época inmediatamente anterior al advenimiento del darwinismo[11], en la que centraría posteriormente algunas de sus más sobresalientes contribuciones. En efecto, el período predarwinista resulta doblemente importante tanto por la creciente presencia y circulación de esquemas interpretativos en clave de transformación de las especies, como por el desarrollo de orientaciones y métodos comparados que, aun pudiendo en muchos casos seguir anclados en perspectivas fijistas, resultarán a posteriori cruciales en la propia fundamentación del darwinismo. En esta línea hay que situar sus celebrados estudios en torno a la figura del artista valenciano Juan Bautista Bru (1742-1799), autor del montaje del esqueleto fósil del megaterio de Luján (Argentina) en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, donde trabajaba, y de cómo Georges Cuvier (1769-1832), principal impulsor de la perspectiva comparada en los inicios del siglo XIX, llegó a conocer sus trabajos[12].

Por otro lado, López Piñero también fue aportando estudios de relieve a la difusión del darwinismo entre los médicos de la segunda mitad del siglo XIX. De esos momentos de arranque, antes aludidos, data su libro sobre el gran neurólogo clínico inglés John Hughlings Jackson (1835-1911), que incorporó una perspectiva evolucionista a su explicación de la génesis de los trastornos nerviosos y formuló la teoría de los niveles de integración funcional del sistema nervioso[13]. La poderosa influencia de las teorías evolucionistas en la constitución de las neurociencias también apareció recurrentemente subrayada en las numerosas publicaciones que dedicó al estudio de la vida y obra de Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)[14], donde puso de relieve que el interés del futuro premio Nobel en la anatomía comparada desde perspectivas evolucionistas fue decisivamente espoleado por el ambiente “excepcionalmente favorable al darwinismo” que se vivía en la Universidad de Valencia en la época en que Cajal se incorporó a su claustro[15]. A tal ambiente también acabaría por dedicar nuestro maestro un volumen nada desdeñable de trabajo.


Valencia, foco darwinista

El mundo médico valenciano del siglo XIX es, gracias al magisterio de López Piñero, extensa y precisamente conocido a través del trabajo de numerosos discípulos que a lo largo de la década de 1980 profundizaron en diferentes aspectos del mismo. Un volumen colectivo a finales de dicho período[16], más las contribuciones que aparecieron en el correspondiente tomo de la monumental Historia de la Medicina Valenciana[17] constituyen un primer gran balance de aquel impulso. En el reparto de tareas, López Piñero se reservó a sí mismo el estudio, cómo no, de las ciencias morfológicas. A fin de cuentas, había que poner definitivamente de relieve, en la larga perspectiva diacrónica que arrancaba en los albores del siglo XVI con la fundación de la Facultad de Medicina, la continuidad de una tradición morfológica valenciana hasta el presente[18]. Y el siglo XIX era fundamental para entender la entrada en las corrientes contemporáneas de esa tradición. En un capítulo de la primera de las obras recién mencionadas[19], adelantó las líneas básicas de lo que se vendría desarrollando en trabajos posteriores acerca de los morfólogos valencianos evolucionistas. Entre éstos, siempre ha destacado la figura, ya estudiada por Glick, del catedrático de anatomía Peregrín Casanova (1849-1919) –discípulo de Ernst Haeckel, el gran apóstol del darwinismo en Alemania–, en cuya biografía y obra profundizó López Piñero[20]. Como en sus estudios generales sobre la anatomía y morfología comparadas, el acercamiento a la obra de Casanova y a la influencia del evolucionismo alemán en los médicos españoles venía en López Piñero de la mano de un conocimiento muy profundo del ámbito cultural germánico –no en vano, en él había pasado muchos años de su formación de postgrado– y, por supuesto, de su idioma de expresión habitual. Desde Casanova y los otros médicos darwinistas valencianos[21], extendió su enfoque, más allá de la medicina, al conjunto de las ciencias biológicas, incluyendo también en sus estudios a los naturalistas[22]. La condición de “darwinista” era tomada en estos trabajos de acuerdo con una orientación sociológica, marcando más la adhesión genérica a lo que Darwin significaba en el contexto, que la detección de una asimilación in toto de los postulados darwinistas por parte de tal o cual autor. En la década de 1990, resultaban muy influyentes las contribuciones de algunos historiadores, sobre todo de Peter J. Bowler, que enfatizaban el hecho de que, de los innumerables personajes que desde 1859 y hasta el fin del siglo XIX se autoproclamaron darwinistas, en realidad muy pocos fueron capaces de asumir en su conjunto el cuerpo teórico que Darwin propuso[23]. Se planteaba así la cuestión de si era posible hablar de darwinistas con pleno sentido en la época en cuestión. López Piñero, desde luego, fue de los que no tuvo problema en hacerlo, toda vez que, más que en el puntillismo de las adscripciones teóricas, su campo estaba en el amplio paisaje de las influencias y difusiones[24].


Hasta el final

López Piñero, es bien sabido, nunca dejó de trabajar. En los años finales de su carrera, aunque siguió rindiendo algunas investigaciones originales, reforzó sobre todo su obra dirigida al gran público. Ya en los temas que aquí nos ocupan había rendido excelentes trabajos divulgativos, como aquella preciosa síntesis de la historia de la anatomía comparada pre y postdarwinista que constituyó uno de los fascículos de la Historia de la Ciencia y de la Técnica que promovió Akal y dirigió Francisco Javier Puerto[25]. En cualquier caso, sus últimos tiempos coincidieron con la conmemoración del segundo centenario de Darwin y del sesquicentenario de su obra principal, el Origen de las especies, en 2009. En Valencia, además, se celebraba también ese mismo año el centenario del homenaje de los estudiantes médicos al naturalista inglés, el único que se programó en 1909 en España en una institución académica. López Piñero siempre receló de las conmemoraciones, especialmente como autoridad en una disciplina frecuentemente marginada en planes de estudio y dotaciones para la investigación de la que, sin embargo, se echa mano de manera oportunista cuando la “ciencia de verdad” quiere celebrar algo. Las palabras que escribió para abrir en 1982 el ya citado libro de Glick no podían ser más explícitas:

Los aniversarios constituyen un motivo fútil y estólido para acercarse a una gran figura científica y nadie ignora que gran parte de su celebración consiste en retórica vacía, publicaciones oportunistas o acercamientos periodísticos con fuerte tufo a información de diccionario enciclopédico. Sin embargo, nuestro ambiente no suele responder a motivaciones más serias y, por otra parte, no hay que olvidar que en tales conmemoraciones salen a la luz también trabajos serios que de otro modo quedarían inéditos o sin difusión.[26]

Se aplicó, desde luego, a aprovechar la ocasión, y para 2009 –incluso, adelantándose un poco– publicó una biografía de Darwin, con un amplio panorama de la historia natural anterior y una coda sobre el darwinismo valenciano[27], y un estudio precisamente sobre este último asunto en conexión con la historia previa de la ciencia valenciana[28]. La misma entidad que editó el segundo de estos libros, el Consell Valencià de Cultura, lo complementó a instancias del propio López Piñero, que incluyó en el volumen un breve estudio, con el facsímil del número de la revista estudiantil que en 1909 recogió las intervenciones en el homenaje a Darwin en Valencia[29]. Aquellos Casanova, Cisternas, Boscá, Monmeneu y tantos otros, que comprometieron públicamente sus carreras por la defensa de las nuevas ideas científicas, encontraban así un justo homenaje al ser puestos en edición popular al alcance de los valencianos, en una época en que, pese a todo, Darwin vuelve a ser objeto de entredicho por influyentes grupos de presión y por razones enteramente ajenas a la ciencia. López Piñero estaba seriamente preocupado por el resurgir del creacionismo, y así lo expresó en una de sus últimas publicaciones, donde clamaba también contra la miopía de aquella enseñanza médica que excluye la visión evolutiva del ser humano[30].

Tanto le importó a López Piñero la evolución biológica, en su historia y en su realidad actual, que una de sus últimas apariciones públicas coincidió con la ya aludida investidura de su viejo amigo Glick como doctor honoris causa en junio pasado. Aunque fuera el afecto y la amistad el impulso fundamental que le llevó a hacer el esfuerzo, enorme en su circunstancia, de acudir al acto, estoy seguro de que hubo también cierto punto de reivindicación de los estudios evolucionistas en todos sus aspectos. Aquel día nos dio un regalo con su aparición, que en principio no esperábamos. Siempre le quedará personalmente a quien esto escribe el pesar de no haber llegado a tiempo para entregarle el volumen donde apareció su último trabajo sobre historia de la evolución, que justo ha salido de la imprenta cuando estas líneas se están redactando[31]. Que las mismas sirvan, al menos, para expresar un agradecimiento infinito por su magisterio perdurable.

 

Notas

[1] Lenoir 1987.

[2] Para la renovación historiográfica en los estudios sobre el evolucionismo entre los sesenta y los ochenta del siglo XX, v. Glick 1989.

[3] Para el conjunto de la obra de Glick, v. Martínez 2003 y Roca Rosell 2004. Para un análisis de su aportación concreta a la historia del evolucionismo, v. Catalá Gorgues 2009, especialmente p. 14-22 y 31-35.

[4] Glick 1982. Esta obra ha sido recientemente reeditada, con correcciones y añadidos, por la Universitat de València; v. Glick 2010a.

[5] López Piñero 1982.

[6] Glick 2010b, p. 27-28.

[7] Ibidem, p. 28.

[8] Salavert 2005.

[9] López Piñero et al. 1964, p. 94 y siguientes.

[10] López Piñero 1974. Previamente, se había ocupado en esa misma obra colectiva de la anatomía comparada anterior al darwinismo; v. López Piñero 1973a.

[11] López Piñero 1973b. Ya en este artículo denunciaba el enfoque restringido a lo estrictamente médico en los estudios tardicionales de historia de la anatomía, y reclamaba así una apertura comprehensiva a otras tradiciones fundamentales en la constitución de las ciencias morfológicas modernas de la que dio ejemplo continuado posteriormente.

[12] V. principalmente López Piñero 1984, López Piñero 1988a, López Piñero 1989a, López Piñero 1996 y López Piñero y Glick 1993.

[13] López Piñero 1973c.

[14] Referencias detalladas de las mismas en López Piñero et al. 2000. Después de ese año, v. López Piñero 2008a. Para la biografía de Cajal, la última versión (la quinta) es López Piñero 2006.

[15] López Piñero 2000, p. 87.

[16] López Piñero et al. 1988.

[17] López Piñero (dir.) 1988-1992.

[18] Navarro Brotons y Salavert Fabiani 2003, p. 745.

[19] López Piñero 1988b, p. 117-138.

[20] López Piñero 1989b.

[21] López Piñero 2002, p. 181-220.

[22] López Piñero 2004, p. 340-378.

[23] Esta es la línea argumental principal, entre otros trabajos, de Bowler (1988).

[24] Aunque el autor de estas líneas se cuenta entre los que ha propendido a una cierta incorporación de la postura de Bowler (v. Catalá 2001 y 2004), no por ello deja de reconocer que, en buena medida, resulta un enfoque un tanto desenfocado respecto a la realidad histórica de la segunda mitad del siglo XIX.

[25] López Piñero 1992.

[26] López Piñero 1982, p. 9.

[27] López Piñero 2008b.

[28] López Piñero 2008c.

[29] López Piñero 2009.

[30] López Piñero 2010a, p. 3-4.

[31] López Piñero 2010b.

 

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Edición electrónica del texto realizada por Jenniffer Thiers.

 

Ficha bibliográfica:

CATALÁ GORGUES, Jesús I.. López Piñero y los estudios sobre historia del evolucionismo. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de noviembre de 2010, vol. XIV, nº 343 (18). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-343-18.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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