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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 343 (7), 25 de noviembre de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

JOSÉ MARÍA LÓPEZ PIÑERO, MAESTRO Y AMIGO

José Manuel Sánchez Ron
Real Academia Española
jmsron@rae.es

Recibido: 7 de octubre de 2010. Aceptado: 11 de noviembre de 2010.

José María López Piñero, maestro y amigo (Resumen)

Recuerdos de la personalidad y el magisterio de José María López Piñero.

Palabras clave: José María López Piñero, historia de la ciencia.

José María López Piñero, master and friend (Abstract)

Memories of the personality and the teachings of José María López Piñero.

Key words: José María López Piñero, history of science.


Cuando escribo estas líneas tengo delante de mí un contrato que José María López Piñero y yo firmamos el 1 de diciembre de 1997 con la Fundación Ciencias de la Salud. Era para “la realización de los trabajos necesarios para la creación de la obra La investigación científica y su organización en España”. Formaba parte de un magno proyecto, el de la “Preservación del Legado material y documental de Santiago Ramón y Cajal” y de la “Difusión de su memoria y obra”. El proyecto en cuestión no prosperó y yo perdí una de esas raras – y seguramente inmerecidas – oportunidades que a veces te da la vida, y que tanto deseé: escribir un libro con José María. Que semejante colaboración se hubiese producido en un tema relacionado con Cajal, del que López Piñero fue el gran especialista, aún lejos de haber sido superado, habría sido un regalo sin duda excesivo para mí. (De la excelencia que logró en el estudio de la vida y obra de Cajal, es testimonio la última versión de su Santiago Ramón y Cajal, publicado por la editorial de la Universitat de València en 2006. Al abrirlo ahora, me encuentro con la dedicatoria que me escribió, el 12 de junio de 2006: “Para José Manuel Sánchez Ron, con un abrazo de su envejecido amigo”. Al lado, conservo una nota en la que, entre otras cosas, decía: “Mi salud está cada vez peor y Vicente me insiste continuamente en la imprudencia que cometo al viajar. Comprobé que tiene razón cuando fui con motivo del encargo que me había hecho Gonzalo Anes para que hablara sobres Balmes en la Academia de la Historia. A mitad del viaje, me dio tal bajonazo la tensión que Federico, mi amigo taxista, casi tuvo que devolverme a Valencia“.)

No fue la anterior la única empresa conjunta que imaginamos. Aunque no llegó a tanto como a la firma de un contrato, en algún momento Miguel Artola, José María y yo consideramos la idea de escribir un libro sobre la ciencia y el siglo XIX. Miguel se ocuparía de la base histórica socio-política, José María de la medicina y yo de la física. Se trataba de explorar desde una perspectiva compartida, una centuria en la que medicina y física se dieron la mano de una manera particularmente fructífera (recuérdese, por ejemplo, el caso de Hermann von Helmholtz, o el que lo que Pasteur estudió fue física y química, no medicina).

No tuve la fortuna de conocer a José María López Piñero desde hace tanto tiempo como otros colegas. Al fin y al cabo, durante bastantes años mi medio fue el de la física y los físicos. Pero cuando le conocí –¿cuándo?, ay, no lo recuerdo–, se convirtió enseguida en un amigo entrañable. Teníamos sobre todo largas conversaciones telefónicas, en las que desplegaba su entusiasmo incontenible, mostrando, asimismo, sus firmes ideas sobre muchos temas “no académicos”. Como es bien sabido, él desarrolló una fobia a viajar, y yo tampoco soy muy amante de semejante práctica (solía decirle que era en lo único que me parecía a él: en lo malo). Aún así, y lo considero una muestra preciosa de su cariño hacia mí, viajó a Madrid para presidir el Tribunal de la oposición en la que saqué mi cátedra, y en otra ocasión – un hecho aún más insólito en él – fue a Santander (creo que ¡en taxi!, en compañía de su hija Pepa) para dar una conferencia en un curso que yo dirigí en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo. Recuerdo muy bien la última vez que nos vimos: un viaje que hice a Valencia hace tiempo. Fue a esperarme a la estación de ferrocarril, muy cerca de su casa. Su apariencia física mostraba con claridad que no se encontraba bien. Hacía mucho tiempo que sus problemas físicos le perseguían, pero ahora era peor. Aun así, todavía le quedó energía y ganas para escribir unos cuantos libros.

Todo esto es, no obstante, pasado, recuerdos, anécdotas que no van más allá de una biografía personal, la mía. Más importante para la, ¿pequeña?, historia de nuestra profesión, la historia de la ciencia, es tal vez que diga algo de por qué valoré tanto – más allá de lo importante, y lo es mucho, que es encontrar aprecio, cariño, en otros – la amistad de José María López Piñero. Es sencillo de explicar: porque me permitió conocer directamente a lo que nunca tuve: un maestro en la historia de la ciencia.

José María López Piñero fue, en efecto, un maestro de la historia de la ciencia. De su obra yo valoré, y valoro, no tanto – que también – el extraordinario número y variedad de sus trabajos, sino, sobre todo, las ocasiones en que fue claramente más allá de cumplir con una de las tareas más obvias de un historiador de la ciencia: decir lo que pasó, qué se hizo y quiénes lo hicieron. Me estoy refiriendo a los trabajos en los que adoptó perspectivas más amplias, casi globales, combinando historia de la ciencia y la medicina con otros dominios. Estoy pensando especialmente en la que para mí es su gran obra, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII (Editorial Labor, Barcelona 1979). Reproduciré aquí lo que escribí en la “Presentación” de un número de la revista Arbor que yo mismo dirigí hace casi tres lustros, dedicado, precisamente, a celebrar ese libro (“En torno a Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII de J. M.ª Piñero”, Arbor, n.º 604-605, abril-mayo 1996): “Los enfoques metodológicos que contiene, en los que se mezclan, penetran y enriquecen constantemente consideraciones científicas, económicas, sociales, políticas, culturales y religiosas, entre otras (y en una reconstrucción que abarca – que nadie lo olvide – nada más y nada menos que ¡dos siglos!), han pasado a un primer plano en la historia de la ciencia (de la contemporánea especialmente) de los últimos años, antes ensimismada en las contribuciones de los grandes hombres, o – venía a ser casi lo mismo – en las grandes teorías: Newton, Darwin, Einstein, dinámica celeste, relatividad, mecánica cuántica, evolución. Y al adoptar –normalmente bajo formas bastante más limitadas –, semejante aproximación, no ha sido raro encontrarse con quienes pensaban, o piensan todavía, que estaban inventando esa forma de entender y reconstruir la historia de la ciencia y la técnica”.

En un sentido parecido, en el de ir más allá de la propia especialidad (en su caso la historia de la medicina), encuentro todo un ejemplo el papel que López Piñero desempeñó como introductor en España de los estudios bio-bibliográficos, campo en el que es imposible no recordar su traducción al castellano del libro de Derek de Solla Price, Hacia una ciencia de la ciencia (Ariel, Barcelona 1973), que había aparecido en inglés en 1963. Su discípulo y amigo, el añorado Luis García Ballester, se refirió a este punto en la Laudatio que leyó el 20 de octubre de 1998 en la sesión académica celebrada en el Salón de Actos de la Facultad de Medicina de Valencia con motivo del 65 cumpleaños, y la jubilación, de José María:

“Los años 70 significaron en el mundo de la historia de la medicina y de la ciencia internacionales la necesidad de una renovación de las técnicas de trabajo. Ello marcará la segunda etapa en la actividad de López Piñero. Es cuando conoce la obra del historiador de la ciencia americano Derek John de Solla Price, que va a ejercer una gran influencia sobre él y que traducirá al castellano. En él podemos ejemplificar su descubrimiento del mundo conceptual y técnico de la documentación científica, campo que cultivaría ya con el rigor del especialista María Luz Terrada. Los planteamientos y técnicas de trabajo de Price le permiten abordar las dimensiones cuantitativas de la producción científica y relanzar, sobre nuevas bases, sus programas de trabajo. Es cuando de forma más acuciante se plantea la necesidad de un equipo de trabajo con todas las exigencias y tensiones que ello significa. El viejo y venerable campo de la bibliografía médica es replanteado desde las nuevas técnicas y ello da lugar a la publicación de los apabullantes volúmenes de la Bibliographia Medica Hispanica, ofreciendo una muestra de la fecundidad de colaboración entre la Documentación científica y la Historia de la Medicina”.

Fruto de estos intereses fue el Diccionario histórico de la ciencia moderna en España (Ediciones Península, Barcelona 1983; 2 vols) que dirigió junto a Thomas Glick, Víctor Navarro y Eugenio Portela. Que la comunidad de historiadores de la ciencia y la medicina no haya sido capaz hasta la fecha de mejorar y actualizar esta obra, constituye un testimonio implícito de la distancia que como historiadores aún nos separa de López Piñero.

Termino, y lo hago recordando otro de los documentos escritos que me quedan de José María López Piñero, uno muy querido por mí. Se trata de la dedicatoria que le pedí para el que fue el primer libro de historia de la ciencia que poseí, uno que – lo recuerdo muy bien – me compró mi madre, a plazos, cuando yo era un chaval: el Panorama histórico de la ciencia moderna (Ediciones Guadarrama, Madrid 1963) que escribió junto a Pedro Laín Entralgo, su maestro, al que adoraba.

“Para José Manuel, con un retraso de 36 años. Madrid, 29 de noviembre de 2000”.

Son dos líneas sin ninguna dimensión “histórica”, sin relevancia para nada y para nadie, salvo para mí. Líneas que me dicen cuánto tiempo perdí. Un tiempo que ya nunca podré recuperar.

 

© Copyright José Manuel Sánchez Ron, 2010. 
© Copyright Scripta Nova, 2010.

 

Edición electrónica del texto realizada por Jenniffer Thiers.

 

Ficha bibliográfica:

SÁNCHEZ RON, José Manuel. José María López Piñero, maestro y amigo. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de noviembre de 2010, vol. XIV, nº 343 (7). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-343-7.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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