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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XIV, núm. 343 (8), 25 de noviembre de 2010
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

EVOCACIÓN DE JOSÉ Mª LÓPEZ PIÑERO

Jon Arrizabalaga
Institución “Milá y Fontanals” – CSIC, Barcelona
jonarri@imf.csic.es

Recibido: 18 de octubre de 2010. Aceptado: 11 de noviembre de 2010.

Evocación de José Mª López Piñero (1933-2010) (Resumen)

Esta evocación del Profesor José Mª López Piñero (1933-2010) se centra en el periodo entre marzo de 1979 y febrero de 1980, cuando su autor le conoció y trató con cierta asiduidad en el Departamento de Historia de la Medicina de la Universidad de Valencia.

Palabras clave: José Mª López Piñero, evocación, historia de la medicina, Valencia (España), 1979-1980.

Evocation of José Mª López Piñero (1933-2010) (Abstract)

This evocation of Professor José Mª López Piñero (1933-2010) is focused on the period between March 1979 and February 1980, when the author met Professor López Piñero for the first time and regularly worked with him at the Department of History of Medicine, University of Valencia.

Key words: José Mª López Piñero, evocation, history of medicine, Valencia (Spain), 1979-1980.


Me gustaría centrar esta breve evocación de José Mª López Piñero en el periodo comprendido entre marzo de 1979 y febrero de 1980, cuando le conocí y traté con cierta asiduidad en el Departamento de Historia de la Medicina por él fundado y que entonces dirigía en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia. Durante aquellos doce meses hacía el Servicio Militar como soldado de reemplazo en un cuartel de ingenieros sito entonces en la calle Zapadores del popular barrio valenciano de Russafa.

Mi primer contacto con López Piñero me lo facilitó el también recién fallecido Juan Antonio Paniagua (1920-2010), director de la tesis doctoral que a la sazón me proponía iniciar en torno a los escritos sobre la “nueva enfermedad” conocida como morbus gallicus en la Europa renacentista, obra de los llamados “primitivos sifilógrafos valencianos” –un trío integrado por los médicos universitarios Gaspar Torrella, Pere Pintor y Joan Almenar, que entre 1497 y 1502 publicaron en las prensas italianas varios trabajos sobre esta afección. El magnífico capítulo “Clínica del Renacimiento” de Paniagua dentro de la Historia Universal de la Medicina dirigida por Pedro Laín Entralgo (vol. IV, p. 86-105) había jugado un papel decisivo en la elección del tema y me proporcionó un primer marco de referencia sobre el modo cómo los médicos europeos renacentistas se habían enfrentado al problema de las llamadas “nuevas enfermedades” y, más específicamente, al “mal francés”.

José Mª López Piñero se interesó de forma inmediata por el tema de mi tesis. Me abrió las puertas del Departamento, puso a mi disposición los ricos fondos de su Biblioteca y Museo Históricomédicos, y me proporcionó valiosas orientaciones que durante aquel año me permitieron dejar prácticamente concluida la fase de localización y recuperación de la información bibliográfica (fuentes y estudios) sobre el tema de tesis —una etapa preliminar que en la época pre-internet resultaba muy laboriosa y, sin una buena biblioteca a mano, podía alargarse de forma interminable, con un alto coste económico y de energías para cualquier doctorando. Durante los primeros meses, mis “obligaciones” militares apenas me permitieron avanzar en esta tarea. Pude, sin embargo, acudir a bastantes clases magistrales suyas a última hora de la tarde, que seguía con creciente fascinación por el estilo expositivo crítico y vívido que su arrebatadora personalidad imprimía a las mismas. Me resultaba particularmente atractiva su destreza para iluminar desde la perspectiva histórica, un sinfín de cuestiones socio-médicas que en aquellos difíciles años de la transición democrática española resultaban candentes, por ejemplo, el debate sobre los distintos modelos de colectivización de la asistencia sanitaria.

A partir de julio me las arreglé para conseguir un “pase de pernocta” que me autorizaba a dormir fuera del cuartel siempre que las necesidades del servicio no lo impidieran. Con este “pase”, pude disponer por las tardes de mucho más tiempo libre para trabajar en mi tesis. Me recluía en una sala alargada y estrecha, llena de obras bibliográficas de referencia cuyo contenido potencialmente relevante para mi tesis iba vaciando en fichas bibliográficas que iba acumulabando en mi fichero archivador. Guardo un especial recuerdo del llamativo espacio que en aquella sala ocupaban las cinco series del monumental Index Catalogue of the Library of the Surgeon-General's Office —un repertorio bibliográfico que, pese a resultar en la era preinformática esencial para recuperar la bibliografía histórico-médica internacional anterior a 1960, en aquellas fechas no resultaba nada fácil encontrarlo completo en España.

Tras el verano, tuve ocasión de seguir las sesiones del curso de doctorado impartido por José Mª sobre historiografía de la medicina. A través de ellas, comencé a familiarizarme con la historia de la disciplina desde su surgimiento en las facultades de medicina germánicas de la segunda mitad del siglo XIX, con particular atención a la línea genealógica que, partiendo de Karl Sudhoff, permitió difundir en el mundo universitario europeo y norteamericano, la historia de la medicina como una profesión médica con dedicación exclusiva y basada en una formación reglada. Me fascinó la peripecia vital de Henry Sigerist y sus discípulos, cuyo exilio forzado por el advenimiento del nazismo en virtud de su condición de judíos y/o izquierdistas, hizo posible la “colonización” de las más prestigiosas facultades de medicina norteamercianas por este innovador programa de investigación histórico-médica. Pedro Laín Entralgo (1907-2001) había comenzado a promover en la España posterior a la Guerra Civil este programa. A José Mª, que se identificaba plenamente con este programa, debemos la formulación al filo de 1970, junto a Luis García Ballester (1936-2000), del programa docente de historia de la medicina, vertebrador durante varias décadas de la enseñanza de nuestra disciplina en buena parte de las universidades españolas, así como base de la “educación sentimental” para muchos de los profesionales de la historia de la medicina en España.

En octubre de aquel año apareció publicada Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII (Barcelona, Labor, 1979), una poderosa síntesis histórica sobre la ciencia, la medicina y la técnica en la España de la Edad Moderna, que José Mª López Piñero brindó entonces a los historiadores de la medicina y de la ciencia y al conjunto de profesionales de la historia. Esta destacada monografía, que se proclamaba deudora de la “historia total” de Pierre Vilar y se proponía una perspectiva integradora de los enfoques entonces conocidos como historia “externa” e interna” de la ciencia, cartografiaba el territorio histórico de la actividad científica en la España de los siglos XVI y XVII en relación con la del resto de Europa. López Piñero la estructuró en una introducción de carácter historiográfico sobre el tema, con particular énfasis en la llamada “polémica de la ciencia española”; y dos partes de extensión desigual. La primera de ellas, cuatro veces mayor, se centraba en el siglo XVI y articulaba en torno a cuatro capítulos, consagrados, sucesivamente, a delimitar las “áreas de la actividad científica” y a caracterizar la “posición social de los cultivadores de la ciencia”, los modos de “organización de la actividad científica” y los propios “saberes científicos”. La segunda parte, dedicada al siglo XVII, partía de la premisa de la “ausencia española del punto de partida de la Revolución científica” y definía el marco histórico del precario “movimiento de renovación” científica en España, cuyos procesos en el ámbito “de la medicina y de los saberes químicos y biológicos” afines a ella y en el de “las ciencias matemáticas, astronómicas, físicas y sus aplicaciones” se analizaban de forma específica en los dos últimos capítulos. López Piñero ponía fin a su estudio con un amplio “apéndice bibliográfico” que sigue siendo de consulta imprescindible para cualquier estudioso de este tema. Ciencia y técnica me suministró las coordenadas sociales e intelectuales donde poder situar a los tres autores médicos valencianos objeto de mi investigación de doctorado dentro de la medicina hispánica de su tiempo, y me llevó a plantearme ulteriormente numerosas preguntas que durante años guiaron mi trabajo de investigación.

Durante las últimas tres décadas he vuelto a ver a José Mª en varias ocasiones, casi siempre en Valencia con motivo de mi participación en reuniones científicas organizadas por el Instituto mixto (CSIC-Universidad de Valencia), en que acabó transformándose el departamento por él fundado. Recuerdo dos encuentros particularmente gratos: el primero en 1997, tras un simposio conjunto con la UIMP y alrededor de una mesa en un típico restaurante paellero del barrio del Carmen; el otro en 2001, en su domicilio familiar junto a la estación central de Renfe en Valencia, unos meses después del fallecimiento de nuestro común amigo Luis García Ballester. Pero por encima de estos encuentros más recientes, nunca olvidaré el fuerte impacto intelectual que me produjo la cautivadora personalidad de José Mª López Piñero en aquel lejano 1979, como tampoco su profundo influjo en mi manera de entender el quehacer profesional de los historiadores de la medicina.

 

© Copyright Jon Arrizabalaga, 2010. 
© Copyright Scripta Nova, 2010.

 

Edición electrónica del texto realizada por Jenniffer Thiers.

 

Ficha bibliográfica:

ARRIZABALAGA, Jon. Evocación de José Mª López Piñero. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 25 de noviembre de 2010, vol. XIV, nº 343 (8). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-343-8.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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