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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XVI, núm. 418 (59), 1 de noviembre de 2012
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

INSERCIÓN DE COLOMBIA EN LA ECONOMÍA MUNDO Y SU INFLUENCIA SOBRE LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIÓN

Camilo Domínguez Ossa
Universidad Externado de Colombia
Dominguez.camilo@gmail.com

Inserción de Colombia en la economía mundo y su influencia sobre la construcción del Estado Nación (Resumen)

Iberoamérica comenzó su inserción en la economía mundo eurocéntrica desde comienzos del siglo XVI, cuando España y Portugal iniciaron la explotación de sus colonias bajo el sistema mercantilista y con la utilización de mano de obra esclava o servil. Pero, en sí mismos, los territorios conquistados carecieron de una identidad propia por más de dos siglos y medio. Solamente con la densificación del poblamiento en la segunda mitad del siglo XVIII, la introducción de las ideas ilustradas y los efectos, pequeños pero relativamente muy importantes, de la revolución industrial, comenzó a crearse una identidad socio geográfica propia e independiente, que fue aprehendida y canalizada por las élites criollas ilustradas.

Sin embargo, este proceso de autoconciencia necesitó casi un siglo de crecimiento poblacional, construcción de territorios y una dolorosa inserción propia en la revolución industrial para llegar a conformar estados nacionales. En el caso colombiano, vemos que durante el proceso de independencia no existió algo que podamos llamar un verdadero país en conflicto con otro: fueron ciudades-estado, cada una con su propia constitución y sus leyes tratando de organizarse, aunque fuese como provincias, para hacer frente a España. El resultado fue desastroso y solamente se pudo concretar la independencia tras la unificación de los ejércitos bolivarianos. Luego, durante setenta años, lentamente van surgiendo las provincias y regiones hasta que se logra un principio de unidad nacional como fruto del desarrollo de las comunicaciones, el mercado regional, nacional e internacional y una densidad poblacional suficiente para articularse entre sí y con el resto del mundo. El barco a vapor, el telégrafo, los ferrocarriles y la prensa le dieron sentido a una conciencia nacional y, al mismo tiempo, crearon una dependencia neocolonial con Inglaterra y Estados Unidos.

Para comprender estos procesos le hemos dado un peso específico muy alto a dos variables: población y técnica. Para tener un universo un poco más manejable nos concentramos en el Caribe colombiano desde finales de la colonia hasta finales del siglo XIX, pero vamos comparando esos cambios con aquellos que van ocurriendo en el resto de Colombia y en la economía mundial. Es importante tener en cuenta que durante ese período el Istmo de Panamá hacía parte de Colombia y que esta región jugó un papel muy importante en la estructuración del país, especialmente cuando se terminó de construir el ferrocarril entre Colón y Ciudad de Panamá comunicando los océanos Atlántico y Pacífico. Los seguimientos censales, durante ese período nos van mostrando un lento avance poblacional que se hace más rápido a partir de 1850. En la medida que aumenta esa población se expande territorialmente y llena vacíos, articulando, en forma jerárquica, núcleos urbanos antiguos y nuevos, generando la destrucción de las economías autosuficientes y creando mercados. Igualmente, los avances técnicos en las comunicaciones y la creciente articulación de las economías resultantes con el mercado nacional y mundial impulsaron la relación entre regiones que antes se encontraban inconexas y la expansión colonizadora sobre territorios pertenecientes a grupos indígenas o negros, que fueron avasallados o exterminados debido al carácter racista del colonialismo interno.

Debido a que aproximadamente el 85% del país en construcción estaba cubierto de selvas a finales de la colonia y a que esas selvas estaban esparcidas en grandes manchas por todo su territorio, la colonización de los siglos XIX y XX fue simultáneamente centrípeta y centrífuga. Al mismo tiempo que se talaban la mayor parte de las  selvas que cubrían los valles y las vertientes entre la cordillera Oriental y Occidental, interconectando los antiguos núcleos de poblamiento hispanizado, se comenzó la expansión centrífuga sobre las fronteras indígenas que habían permanecido libres en sus selvas y sabanas; especialmente hacia la Orinoquia y la Amazonia. Aún hoy ese movimiento centrípeto-centrífugo continúa; las últimas selvas del interior del país están siendo roturadas y sobre las selvas del Chocó, las sabanas de la Orinoquia y la selva amazónica hay un proceso gigantesco de apropiación nacional y transnacional para usar esas regiones para la siembra de cultivos útiles como biocombustibles.

En igual sentido, durante el siglo XIX la pobreza, la falta de población y el poco manejo autónomo en el país de tecnologías de punta, como la construcción de ferrocarriles y canales, la navegación a vapor y la falta de una marina de guerra en la Era de los Imperios, condujo a una dependencia neocolonial que tuvo, y sigue teniendo, consecuencias nefastas para la soberanía y el manejo de nuestro propio destino. Esto, y todo lo anterior, nos impulsa a tratar de comprender los procesos geográfico-políticos que llevaron a la construcción de los espacios sociales de Colombia.

Palabras clave: Colombia, economía mundo, modernidad, revolución industrial, federalismo, centralismo.

Insertion of Colombia in the world economy and its influence on the construction of the nation state (Abstract)

Latin America began its integration into the economy world Eurocentric since the beginning of the 16th century, when Spain and Portugal began the exploitation of colonies under the mercantilist system and with the use of slave labor or servile. But, in itself, the conquered territories lacked its own identity for more than two and a half centuries. Only with the densification of the settlement in the second half of the 18th century, the introduction of the illustrated ideas and effects, small but relatively important, of the industrial revolution, began to create an identity separate and distinct, similarities that was apprehended and channeled by illustrated Creole elites.

However, this process of self-consciousness needed nearly a century of population growth and construction of territories own painful insertion into the industrial revolution to form nation-States. In the Colombian case, we see that during the process of independence there is something that we can call a real conflict with another country: were City-States, each with its own Constitution and its laws trying to organize, even as provinces, to Spain. The result was disastrous and could only be independence after the unification of the Bolivarian armies. Then, for seventy years, slowly emerging provinces and regions until a principle of national unity as a result of the development of communications, the regional, national and international market, and one sufficient population density is achieved to coordinate among themselves and with the rest of the world. The ship to steam, the Telegraph, the railways and the press gave him a sense of national consciousness and, at the same time, created a neo-colonial dependence with England and United States.

To understand these processes, we have given a very high specific weight to two variables: population and technique. To have a universe a little more manageable we concentrate on the Colombian Caribbean since the end of the colony until the end of the 19th century, but we are comparing these changes with those that are occurring in the rest of Colombia and in the global economy. It is important to note that during that period the isthmus of Panama was part of Colombia, and that this region played a very important role in the structuring of the country, especially when it was completed construction of the railroad between Columbus and Panama City communicating the Atlantic and Pacific oceans. Census tracking, during that period range showing us a slow population which is faster from 1850. To the extent that increases this population expands geographically and fills gaps, articulating, in hierarchical form, old and new, urban areas generating the destruction of self-sufficient economies and creating markets. Also, technical advances in communications and the increasing articulation of the resulting savings to the national and global market pushed the relationship between regions that were previously unconnected and expansion colonizing on territories belonging to indigenous or black, groups that were subjugated or exterminated due to the racist character of internal colonialism.

Because approximately 85% of the country under construction was covered with forests at the end of the colony and those forests were scattered in large patches throughout their territory, the colonization of the 19th and 20th centuries was simultaneously centripetal and centrifugal. At the same time that cut most of the forests that covered the valleys and slopes between the cordillera Oriental and Western, interconnecting old cores of hispanicized settlement began centrifugal expansion on indigenous borders that had remained free in its jungles and savannas; especially towards the Orinoco and the Amazon. This centripeto-centrifugo movement continues today; the last forests of the interior of the country are being plowed and the jungles of Chocó, savannahs of the Orinoco and the Amazon rainforest is a gigantic process of appropriation, national and transnational to use these regions for the seeding of useful crops such as biofuels.

Likewise, during the 19th century, poverty, lack of population and little self-management in the country of technologies, such as the construction of railways and canals, the steam navigation and the lack of a Navy in the Era of Empires, led to a neocolonial dependence that had, and still have, consequences for the sovereignty and the management of our own destiny. This, and all previous, impels us to try to understand the geografic-politics processes that led to the construction of the social spaces of Colombia.

Key words: Colombia, economy world, modernity, industrial revolution, federalism and centralism.

La primera modernidad
Suscribiendo la tesis de Walter Mignolo quien demostró que “no puede haber modernidad sin colonialidad; que la colonialidad es constitutiva de la modernidad, y no derivativa”[1], podemos llegar a entender la estructuración histórico geográfica de Colombia en particular, y de América Latina en general. Nuestra historia moderna es colonial desde sus inicios, y lo sigue siendo porque el único camino que conocemos es la dependencia.

La primera modernidad surge a partir de las conquistas portuguesas y españolas alrededor del mundo. Cuando, en 1444, el príncipe Enrique, llamado O Navegador, inaugura el mercado de esclavos africanos en Lagos, en el Algarve, al sur de Portugal, da inicio a la conquista económica del África por los europeos[2]. En 1492, cuando Cristóbal Colón toma posesión de América en nombre de los reyes de Castilla, expande el mundo colonial al occidente de Europa. Igualmente, en 1509, cuando el comandante Francisco de Almeida derrota las fuerzas combinadas de hindúes y otomanos en Diu, al occidente de la India, se inicia la explotación colonial del Asia por los portugueses. De forma simbólica, esas conquistas globales quedaron remarcadas cuando Fernando de Magallanes y Sebastián Elcano circunnavegaron el planeta, entre 1519 y 1522, demostrando que el mundo era redondo…y europeo (Figura 1).

 

Figura 1. Viaje de Magallanes y Elcano alrededor del mundo.

 

Durante 300 años España conquistó y colonizó la Nueva Granada, hoy Colombia, usándola casi exclusivamente como fuente de oro, plata y piedras preciosas. Ese tipo de economía extractiva produjo inicialmente una catástrofe demográfica que algunos investigadores calculan cercana al 90% de la población indígena precolombina[3].

La catástrofe demográfica convirtió extensas regiones anteriormente muy pobladas por indígenas en áreas selváticas deshabitadas. Como testigos de ese enorme genocidio, durante centenares de años miles de tumbas permanecieron debajo de las selvas que invadieron los pueblos y cultivos de los antiguos pobladores. Esos vestigios, o guacas, permanecieron así hasta los siglos XIX y XX, cuando fueron redescubiertos por la colonización republicana. Aproximadamente el 85% del actual territorio de Colombia llegó a estar cubierto de selvas al promediar el siglo XVI. Tal es el caso de la región del Sinú, en donde a pesar del intenso saqueo de tumbas llevado a cabo por las huestes del conquistador Pedro de Heredia, la selva cubrió los restos de numerosos pueblos[4]; la región de la Sierra Nevada de Santa Marta, en donde, tras la destrucción de los indígenas tairona y chimila, los antiguos asentamientos con terrazas en piedra permanecieron ocultos por la densa vegetación hasta el siglo XX; la región del Quindío, antiguo Caldas y noroccidente del Valle del Cauca, en donde la guerra contra los quimbayas, pijaos y calimas convirtió sus antiguos territorios en el dominio de jaguares y serpientes[5], y; el piedemonte de la Cordillera Oriental de los Andes, en la Orinoquia y la Amazonia, por donde pasaron, a caballo, los conquistadores Nicolás de Federmán y Hernán Pérez de Quesada con miles de indígenas esclavizados en la región, el cual estuvo cubierto de selvas hasta el siglo XX, porque sus pueblos originarios fueron diezmados[6] (Figura 2).

 

Figura 2. Regiones que volvieron a ser selváticas después de la conquista.

 

El archipiélago poblacional a finales de la colonia

A finales del siglo XVIII, hubo cierto crecimiento de la población granadina, la cual hacía parte de los súbditos del Imperio Español; es decir, de vasallos censados como parte del Virreynato de la Nueva Granada. Sin embargo, la mayor parte del territorio lo constituían fronteras habitadas por pueblos indígenas o negros marginados de la organización política y económica hispánica[7]. Pero como la población hispanizada, blanca o de cualquier color, se asentaba básicamente en el campo, los reyes borbónicos ilustrados promovieron una política de asentamiento urbano, obligando a gran parte de esa población a concentrarse en ciudades y a juntar varios asentamientos indígenas pequeños en pueblos mayores. Estos últimos, debido a su heterogeneidad se convirtieron finalmente en pueblos mestizos o culturalmente “blanqueados”.

Como resultado de la política concentradora borbónica la Nueva Granada hispanizada se convirtió en un archipiélago de pueblos muy separados y aislados entre sí, casi autosuficientes y con un gobierno plutocrático regido por un cabildo de hacendados y curas, que teóricamente dependían de Madrid pero que, en la práctica, eran una autocracia local (Figura 3).

 

Figura 3. Archipiélago de poblamiento al final de la colonia.

 

Territorios federados y constituciones unitarias

La Ilustración y la Segunda Modernidad tuvieron una gran influencia sobre la Nueva Granada, en forma directa o indirecta, pero inicialmente sólo sobre las élites regionales. Las ideas republicanas y democráticas motivaron a esos villorrios, que difícilmente podríamos denominar como “ciudades-Estado” siguiendo a Xavier Guerra[8], a proclamarse como repúblicas y a darse cada uno su constitución republicana. La invasión napoleónica de España había dejado a esos pueblos americanos sin un epicentro político y Santa Fe de Bogotá, no obstante su carácter de cabeza del virreinato, era más un centro administrativo lejano totalmente dependiente de Madrid que un epicentro político aglutinador. En otras palabras, ante la falta de un poder cohesionador fuerte, las islas poblacionales del archipiélago granadino decidieron organizarse como entidades independientes.

Aunque cada una de esos villorrios tomó el nombre de provincia, no existía, aún, la fortaleza económica y poblacional que les permitiese crear las redes de intercambio necesarias para tener una organización territorial provincial. A duras penas esos pueblos lograban mantener su estructura administrativa básica y algunos servicios esenciales en el núcleo urbano. Fuera de allí, no había ni caminos, ni puentes, ni hosterías para viajeros. Es decir, relaciones económicas y sociales jerarquizadas alrededor de un núcleo ordenador. Tal estructura aún era predominante hacia la mitad del siglo XIX como lo atestiguan los escritos de la Comisión Corográfica, elaborados por Agustín Codazzi y Manuel Ancizar[9] Esas provincias-estado se reunieron en 1811, en Villa de Leyva, creando las Provincias Unidas de la Nueva Granada; una especie de confederación increíblemente débil y desorganizada que fue incapaz de enfrentarse a los ejércitos españoles que retomaron la Nueva Granada en 1816.

Durante las guerras de independencia el poder estuvo realmente en el ejército libertador, el cual logró unificar transitoriamente las provincias alrededor de las armas. Cuando finalmente, en 1821, los ejércitos españoles fueron expulsados, Simón Bolívar intentó organizar la inmensa república de Colombia (Gran Colombia), unificando las provincias que posteriormente llegaron a ser la repúblicas de Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, Perú y Bolivia. Un ejercicio político infructuoso, no obstante la proclamación de la llamada Constitución Bolivariana, una organización de tipo bonapartista que, en la práctica significaba la implantación de un orden imperial. Dado el carácter tan heterogéneo de los pueblos involucrados esa podía ser la única solución organizativa. Sin embargo, el ejército libertador se disgregó por los regionalismos y no hubo el respaldo suficiente para una empresa tan ambiciosa. Aunque la Nueva Granada surgió como república, lo mismo que Venezuela y Ecuador, hubo un regreso a la organización provincial, con un gobierno central muy débil. El ejercicio de la ciudadanía en las provincias granadinas siguió siendo muy elitista, puesto que el voto, y por lo tanto el acceso a los puestos públicos, quedó limitado para las personas masculinas, mayores de 21 años, que fuesen propietarias de un bien raíz y no ejerciesen ninguna labor como criados o peones; es decir, para menos del 10% de sus habitantes (Figura 4).

 

Figura 4. La república provincial.

 

Esta organización provincial, que duró 27 años, entre 1831 y 1857, fue muy fecundo en cambios socioeconómicos, debido al permanente crecimiento de la población, como lo demuestran los censos de la época, y al impacto de las nuevas técnicas de la revolución industrial. Los barcos de vapor revolucionaron el transporte fluvial y marítimo, acortando distancias y poniendo en comunicación las provincias entre sí y con el exterior. El ferrocarril de Panamá, que hacía parte de la Nueva Granada, conectó el Atlántico con el Pacífico y, tanto el puerto de Panamá como el de Colón se volvieron terminales de la navegación marítima global. Cartagena, Santa Marta y, más tarde Barranquilla, entraron a competir en el movimiento internacional de mercancías, correos y pasajeros, dándole un fuerte dinamismo a su participación en la economía mundo y en la economía nacional. Las

provincias dejaron de ser una entelequia y se desarrollaron como tal, puesto que la producción de tabaco, algodón y añil, y de productos extractivos, como la tagua, las quinas y las pieles, impulsaron la colonización y el poblamiento continuo, creando jerarquías urbanas interdependientes.


El federalismo un paso hacia el centralismo

El desarrollo de las provincias continuó aumentando en la segunda mitad del siglo XIX en la medida que los intercambios económicos se hacían más ágiles y organizados. Las élites de las provincias más populosas y con capitales en crecimiento, comenzaron, nuevamente, a pensar en convertirse en estados, pero con superficies y poblaciones que absorbiesen a las provincias menos influyentes.

La Constitución de 1853, en su artículo 48, le daba a cada provincia la facultad de disponer lo que juzgase conveniente a su organización, régimen y administración interior. Eso llevó a que, poco a poco, las provincias se fueran organizando como estados federales, hasta que,  finalmente, en 1858, se creó la Confederación Granadina. La cual quedó compuesta por los ocho estados de Antioquia, Cauca, Cundinamarca, Bolívar, Boyacá, Magdalena, Panamá y Santander.

En 1863, tras el golpe de estado del general Tomás Cipriano de Mosquera, se pasó del régimen confederado al régimen federado. En los Estados Unidos de Colombia el poder central tuvo mayor autonomía y se fortalecieron los estados de la Unión. En realidad, se pudieron convertir en regiones económicas, con un sistema político y administrativo que les dio fuerza unificadora. Igualmente, la participación ciudadana creció con el voto universal, exceptuando el voto femenino que es un avance del siglo XX (Figura 5).

 

Figura 5. Los Estados Unidos de Colombia.

 

El surgimiento de las regiones Estado permitió, también, el aparecimiento de una burguesía nacional interesada en la unificación del mercado. Especialmente la burguesía exportadora, localizada en las florecientes ciudades vinculadas a la economía mundo, como Barranquilla, Medellín, Bogotá, Bucaramanga y Cali. Para estas ciudades el mercado regional resultaba insuficiente y necesitaban expandirse a todo el país.

Cuando, en 1880, fue elegido el liberal Rafael Núñez como presidente de los Estados Unidos de Colombia, inició una serie de medidas que buscaban proteger el mercado interno para esa burguesía naciente. Aranceles altos en las aduanas, desarrollo de la manufactura primaria, creación del Banco Central, terminación del patrón oro, y el impulso a los ferrocarriles y a la navegación. Las élites provinciales importadoras, defensoras del laisez faire, se sintieron traicionadas por esos cambios y se convirtieron en opositoras del gobierno Núñez. Sin embargo, Nuñez fue reelecto en 1884, provocando la revuelta de los radicales en 1885 y obligando a Núñez a realizar alianzas con el partido conservador para obtener tropas con las cuales defender su gobierno. Los radicales fueron vencidos y Núñez acabó con el federalismo y, por medio de la Constitución de 1886, creó la República de Colombia, conformada como unidad centralizada, fuertemente presidencialista y compuesta por departamentos cuyos gobernadores eran nombrados por el presidente y obedecían sus órdenes. La Constitución de 1886, rigió a Colombia hasta 1991; su espíritu inicial, fuertemente proteccionista, dio paso a un conservatismo ultramontano que, aún hoy, permea las instituciones colombianas (Figura 6).

 

Figura 6. República de Colombia unitaria.

 

Conclusiones

La geografía histórico política de Colombia nos demuestra que es la sociedad quien organiza su espacio, como fuerza transformadora de la realidad. La geografía es esencialmente humana y los territorios dependen de su volumen y su praxis. El aumento de la población tiende a convertir lo cuantitativo en cualitativo, dependiendo de las técnicas y las relaciones socioeconómicas que manejen estos habitantes. Poblaciones muy pequeñas enfrentadas a grandes espacios difícilmente logran sobrepasar las formas básicas de organización social, excepto que puedan contar con ayudas técnicas muy avanzadas, especialmente en el campo de las comunicaciones.

La estructuración territorial de Colombia, anteriormente Nueva Granada, muestra un permanente desfase entre lo jurídico y lo práctico. Se quiso construir repúblicas a partir de villorrios y fracasaron las Provincias Unidas. Bolívar quiso construir un imperio a partir de provincias y fracasó la Gran Colombia. Los radicales pretendieron crear unos Estados Unidos de Colombia y les resultó la República Unitaria de Colombia.

Desde sus inicios Colombia ha estado integrada a las varias etapas de la modernidad eurocéntrica. Generalmente su papel ha sido el de colonia formal o informal, pero es necesario tener presente siempre este hecho para poder entender sus transformaciones, en ocasiones muy drásticas. Intentar comprender el proceso de creación de nuestro estado-Nación como algo aislado de los avances de la economía mundo es caer en una geografía histórica localista que nada aporta al conocimiento.

 

Notas

[1] Mignolo, 2005, p. 61

[2] Rodrigues, 2009

[3] Jaramillo Uribe, Jaime, 1989, p. 86-101

[4] Gordon, 1983, pp. 111-121

[5] Parsons, 1979, pp. 103-110

[6] Aguado, 1956, p. 160.

[7] El censo de 1777-1779 arrojó una población de 1.285.878 almas.

[8] Guerra, 1992, p. 71

[9] Codazzi, 1997-2002; .Ancizar, 1970.

 

Bibliografía

AGUAD0, Pedro de. Recopilación historial. Primera parte. Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1956.

ANCIZAR, Manuel. Peregrinación de Alpha. Bogotá: Banco Popular, 1970.

CODAZZI, Agustín. Geografía física y política de la Nueva Granada. 1997-2002, 8 tomos.

GORDON, B. Le Roy. El Sinú, geografía humana y ecología. Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1983.

GUERRA, Francois Xavier. Modernidad e independencia. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. México: Fondo de Cultura Económica, 1992.

JARAMILLO URIBE, Jaime. Ensayos de historia social, tomo 1, La sociedad neogranadina. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1989.

MIGNOLO, Walter. La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad. In LANDER, Edgardo (compilador). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, perspectiva latinoamericana. Clacso Libros, 2005, p. 55-85.

PARSONS, James. La colonización antioqueña en el occidente de Colombia. Bogotá: Carlos Valencia Editores, 1979.

RODRIGUES, Jorge Nascimento e DEVEZAS, Tessaleno. Portugal, o pioneiro da globalizacao. A heranca das descobertas. Centro Atlantico, 2009.

 

© Copyright Camilo Domínguez Ossa, 2012.
© Copyright Scripta Nova, 2012.

 

Ficha bibliográfica:

DOMÍNGUEZ OSSA, Camilo. Inserción de Colombia en la economía mundo y su influencia sobre la construcción del Estado Nación. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de noviembre de 2012, vol. XVI, nº 418 (59). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-418/sn-418-59.htm>. [ISSN: 1138-9788].

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