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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (37), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

MUNDIALIZACIÓN, TRABAJO Y PRODUCCIÓN/CONSUMO DE LA MERCANCÍA HUMANA CAMPESINA EN LA RED DE MAQUILA EN LAS FRONTERA SUR Y NORTE DE MÉXICO. CONDICIONES LABORALES, AMBIENTALES Y CALIDAD DE VIDA

Fernando Samuel Ramos Zempoalteca
Instituto Politécnico Nacional. México


Mundialización, trabajo y producción/consumo de la mercancía humana campesina en la red de maquila en las frontera sur y norte de México. Condiciones laborales, ambientales y calidad de vida (Resumen)

A lo largo de las fronteras sur y norte de México, la mercancía humana como toda cosa derivada de la producción social y el proceso de trabajo, es producida y consumida por la propia sociedad bajo determinadas formas de producción y se distribuye e intercambia a través de las diversas fases, canales, niveles y redes del mercado laboral mundial hasta que de nuevo se consume y reproduce como fuerza de trabajo libre. Esto ocurre así, dadas las condiciones espaciales, económicas, sociales y políticas específicas en que se da este proceso material dentro del contexto de la mundialización/reestructuración productiva y económica y la nueva división internacional del trabajo del capitalismo. Con la maquila, se produce y consume al mismo tiempo y gran velocidad la capacidad vital que fluye en el cuerpo del campesino que ha sido arrancado por medio de la violencia neoliberal, bajo la lógica de la producción de plusvalía. Más rápido se acabará con el proletariado emigrante cuanto más implacables y antihumanas sean las relaciones productivas que sirvan de soporte al proceso de acumulación de capital sostenido y sin límites.

Palabras clave: mundialización, proceso de trabajo, maquila, frontera


Globalization, labor work and production / consumption of the peasant merchandise in the net of "maquila enterprise" in southern and northern frontier of Mexico. Labor work and environmental conditions, and qualitiy of life (Abstract)

Along the southern and northern frontiers of Mexico, the human merchandise as all derived thing of the social production and the work process, it is produced and consumed by the own society under determined production forms and it is distributed and exchanges through different phases, channels, levels and nets of the world labor market until again is wasted away and reproduces like force of free work. That is the way it happens, given the specific space, economic, social and political conditions of this material process inside the context of the productive and economic globalization/restructuration and the new international division of the labor work under capitalism. With the "maquila enterprise", it is produces and consumes at the same time and great speed the vital capacity that flows in the peasant's body that has been pulled up by means of the neoliberal violence, under the logic of the plus value production. Quicker will put an end the more to the emigrant proletariat implacable and antihuman they are the productive relationships that serve from support to the process of accumulation of sustained capital and without limits.

Key words: globalization, process of labor work, maquila enterprise, frontier.


Los procesos de integración regional que lleva a cabo la moderna sociedad financiera en respuesta a la crisis general del modo de producción dominante, en el marco de la reestructuración productiva del capitalismo real, tienden a la conformación de grandes bloques geoeconómicos y políticos continentales, los cuales, por un lado, requieren de la disolución, redefinición y formación de nuevas fronteras territoriales (1). Por otro, la mundialización del sistema económico en cuestión, conlleva la necesidad de creación de diversos corredores de producción maquiladora como modo en que, aunado a lo anterior, la competencia entre las empresas transnacionales (ETN) por los nuevos espacios de influencia y mercados y entre los EE.UU. y demás Estados-Nación dominantes en la orbita imperial hegemónica norte-occidental y asiática del (G-7), llevan a término un nuevo tipo de producción que carece de base territorial propia, y más aún, en donde los procesos productivos se despliegan en distintas fases a lo largo y ancho del globo atendiendo a las ventajas comparativas en la disponibilidad espacio-temporal de materias primas, mano de obra, servicios baratos y una determinada tecnología de punta en manos de empresas líderes monopólicas y oligopólicas (2) .

En México, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) como telón de fondo, y próximamente con el Plan Puebla Panamá (PPP) y el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), son el triple eje de la política económica exterior de los EE.UU. hacia América Latina o Iniciativa de las Américas. A tal efecto, la industria maquiladora en el país, si ya había tenido un auge fuera de lo común desde mediados de la década de los 70, ahora refrenda una de las características principales del capitalismo moderno en su fase imperialista de desarrollo, es decir, profundizar la socialización de la producción industrial informatizada y su gestión financiera continental y global (3). En este contexto, las fronteras sur y norte de México se nutren constantemente con gente del campo y, el crecimiento de algunas de sus ciudades mexicanas del norte, ha sido explosivo y anárquico con saldos de violencia que bien recuerdan el auge del capitalismo en los inicios de la revolución industrial inglesa (4).

En este sentido, desde la rebelión del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas en enero de 1994, con el (PPP) geoestratégicamente la frontera sur de México ha devenido en la frontera sur de la geopolítica de EE.UU., mientras que la frontera norte se ha vuelto una frontera interna, territorializando a todo el país las funciones de la frontera regional, la del (TLCAN). México se ha convertido así en un "país-frontera", es decir, en la frontera regional de bloque de América del Norte. En cada espacio fronterizo, ante el auge de la "maquila" en uno y otro sentido, el libre paso o circulación forzada o no de mercancías y seres humanos, no es algo menos fuera de lo común sino es por que la existencia de "garitas" y "cortinas de acero", "migras", "coyotes" y "polleros" lo controlan todo, o casi todo. Aquí, se oferta y se demanda, se compra y se vende, se produce y consume la mercancía humana productora de plusvalía, desde mucho antes que desde la misma época en que fue puesto en marcha el (TLCAN) con los EE.UU. y Canadá, la migración realmente existente esconde tintes de esclavitud.

En uno y otro sentido, el emigrante, está hecho de privaciones de toda índole y sudor y dolor. Semejante criatura desprovista de toda forma de seguridad social y legitimidad existencial, se transforma en la maravilla que enriquece aquí y allá a los grupos nacionales e internacionales de la gran metrópoli y de la red de explotación y dominación laboral. En el capitalismo, el capitalista no se conforma con mantener y reproducir a la economía tradicional productora de emigrantes, necesita además que los seres que allí nacen y se forman continúen siendo machacados en los campos de trabajo y plantas maquiladoras que más parecen infiernos productivos que centros de realización humana de la fuerza de trabajo con una calidad de vida y un ambiente que está lejos de ser digno de seres humanos.

El presente trabajo, forma parte de un estudio mucho más amplio, que tiene por objeto el estudio crítico, desde un enfoque histórico-geográfico y territorial, de la formación social mexicana frente a la expansión e implantación de las relaciones de producción capitalistas más desarrolladas en la frontera en común con la formación social norteamericana en el proceso histórico de su fusión/integración/disolución de la una frente a la otra. Interesa vislumbrar en su forma más actual cuáles son los efectos de la interrelación en la zona limítrofe de la economía de México con la de los EE.UU. que en gran parte se sustenta en la utilización de las ventajas comparativas y los factores productivos mexicanos, mediante el aprovechamiento del mercado de servicios norteamericano.
 

La mundialización económica-financiera y las fronteras al sur y norte de México

El tema de la migración ilustra el dilema actual de México en su relación con los EE.UU., entre sostener una política exterior creativa, soberana y relativamente independiente y digna, o bien, ligar subordinada y desigualmente los intereses nacionales a los EE.UU. y Canadá. Todo parece indicar que el gobierno conservador de Fox y su converso canciller, concientemente han decidido que la última opción es la más conveniente. Más aún, hay que añadir que, la migración hacia las fronteras sur y norte tiene lugar en el contexto de un sistema de producción donde el trabajo es además de factor de producción una mercancía cuyo precio está determinado por el poder de las partes en el mercado de fuerza de trabajo. La existencia de este mercado está asociada con el "sentido manifiesto" de la migración que aparece orientada hacia una relación económico social de oferta-demanda de mano de obra. El sentido manifiesto que supone el tipo ideal implica a su vez que los sujetos sociales de la migración entendida como práctica social, no sean sólo los que realizan físicamente el movimiento migratorio, sino los que intervienen en un mercado de mano de obra refiriendo su conducta (uno que ofrece su fuerza de trabajo) a la conducta de otros, las maquiladoras (los que la demandan), y, ambos gobiernos lo saben.

Hablar pues, de las fronteras norte y sur de México, es observar el resultado de la expansión e implantación histórica hacia el sur de las relaciones capitalistas de producción más desarrolladas y enajenantes hasta hoy conocidas, desde su estadio primigenio: mercantil, manufacturero, industrial y actualmente maquilador-financiero, en uno y otro sentido de la otrora colonialización del imperio hispánico, inglés y norteamericano y de la formen del Estado-Nación mexicano.

En consecuencia, dos premisas básicas son necesarias. Una de carácter teórico y la otra de carácter metodológico. La primera es que, el conjunto de relaciones económicas, políticas y sociales que caracterizan a la estructura social norteamericana y mexicana, encierran en sí mismas los factores que han dado forma a la emigración e inmigración de mexicanos hacia la frontera norte y sur de México así como a los EE.UU. Esto significa que el fenómeno migratorio total se ha de entender como una totalidad de la relación de dependencia norteamericana y mexicana, así como latinoamericana. Esto quiere decir que la inmigración de México y Centroamericana hacia la frontera norte y hacia los EE.UU., es entendida como una consecuencia de los procesos históricos y estructurales que han conformado a la sociedad mexicana y norteamericana y latinoamericana como un todo (5). La premisa de carácter metodológico es que, la comprensión de los factores estructurales que definen las condiciones actuales de compra/venta de la mercancía humana campesina y por tanto de los fenómenos migratorios de campesinos mexicanos hacia la frontera norte y sur de México y los EE.UU., está condicionada por la comprensión de sus procesos históricos. Por lo tanto el enfoque analítico de los últimos deberá anteceder al de los primeros. El estudio de los procesos históricos de un todo requiere de una solución a varios problemas metodológicos de especificidad. Uno de ellos se refiere al criterio con el cual se precisará la relación entre el todo y una de sus partes. Otro se refiere al criterio con el cual se definirá la validez de tal relación. Ambos problemas de especificidad deberán ser vistos dentro de un marco teórico de referencia que establezca la interdependencia entre los dos criterios (6) .

Para los efectos este trabajo, el fenómeno social total bajo estudio se entenderá en el contexto del desarrollo del modo de producción capitalista que se da históricamente en los EE.UU., México y América Latina. En términos generales, el concepto de modo de producción se define, para los efectos de este trabajo, como un proceso dialéctico de formaciones y transformaciones de relaciones sociales que se deriva del modo en que se lleva a cabo la producción material en una sociedad, vista en sus dimensiones temporales y espaciales. Siguiendo la connotación histórica del concepto de "modo de producción" el enfoque que aquí se presenta no va más allá de la época del inicio del desarrollo industrial norteamericano, mucho más acabado, del que pudiera llevarse a cabo en México, o sea, aproximadamente en la tercera década del siglo XIX, llamada por algunos historiadores la época de la "revolución industrial" norteamericana. En consecuencia el estudio del fenómeno migratorio hacia la frontera norte y sur de México y hacia los EE.UU. está dentro del contexto de las relaciones de producción que corresponden al modo de producción capitalista norteamericano y el modo de producción capitalista mexicano (7). Tales modos de producción se entienden en el contexto de las relaciones de dependencia entre uno y otro en la frontera norte de México, como el resultado de un proceso histórico de contradicciones entre las fuerza productivas del capital y del trabajo. Por tanto, en lo sucesivo será preciso analizar primeramente el contexto en que esas contradicciones resultan relevantes para la comprensión de la migración mexicana en las fronteras norte y sur de México y en los EE.UU (8).
 

Trabajo y producción/consumo de la mercancía humana en la frontera sur y norte de México

Vender su capacidad de trabajo y no sólo trabajo es los que buscaron y buscan hoy los 19 millones de campesinos y obreros de origen mexicano que residen en EE.UU. Representan 7 por ciento de la población total de ese país. De este total, 56.6 por ciento nacieron en EE.UU. De los nacidos en México, 18 por ciento (3.5 millones) son ilegales. El flujo anual de migrantes mexicanos a ese país es de aproximadamente 350 mil; de ellos sólo 12 por ciento cruzan la frontera de manera legal. En los últimos 20 años, la migración ilegal de mexicanos a EE.UU. ha aumentado en 42 por ciento. Para tratar de controlar ese fenómeno, en 1994 el gobierno de EE.UU. inauguró una política migratoria (de manera unilateral, por supuesto) que ha significado multiplicar por más de dos los recursos humanos y materiales para proteger la línea fronteriza. Este intento por sellar la frontera ha costado la vida a más de 600 migrantes (9).

El fenómeno migratorio México-EE.UU existe desde los orígenes de ambos países, y ha pasado por algunos vaivenes. Siempre con datos censales y del Consejo Nacional de Población (CONAPO), por ejemplo, a consecuencia de la Revolución Mexicana de 1910, entre ese año y 1930 los mexicanos residentes en EE.UU. se multiplicaron por 2.8 para llegar a representar 3.7 por ciento de la población total de aquel país. Pero una vez que la política económica y social del presidente Lázaro Cárdenas (1934-40) coloca en el centro la mejoría en las condiciones de vida y de trabajo de la población, esa presencia de mexicanos en EE.UU. se reduce a 1.88 por ciento (1940). Con el debilitamiento del sector agropecuario, ya que en la década de los 60 la emigración empieza a aumentar, pero el salto brusco lo da en la década de los 80, cuando se multiplica casi por tres en relación con la década de los 70, aumento que se acelera y mantiene hasta nuestros días por la crisis del capitalismo mexicano.

Sin duda la población ha vivido los estragos de la política económica inaugurada en los 80 de manera semejante a los que produjo el conflicto armado en 1910; con la gran diferencia de que durante el deterioro económico de 1910-1930 se estaba gestando un nuevo país que mejoró condiciones de vida de la población a lo largo de 40 años, mientras que en el horizonte de la revolución de los neoliberales sólo se proyecta más pobreza.

Así, mientras los mexicanos en EE.UU. reclaman el reconocimiento político por su presencia y su contribución a la riqueza de ese país, a los políticos de ambas naciones no les queda más remedio que concluir en la agenda binacional el tema migratorio. Pero pareciera que en este reconocimiento a la importancia del tema migratorio no se encuentra la voluntad real de ir hacia el reconocimiento pleno de los derechos políticos, laborales y humanos de los trabajadores mexicanos en EE.UU. A reserva de volver sobre ese tema en este espacio, sirvan para ilustrar mi escepticismo los resultados de la 19 Conferencia de Gobernadores Fronterizos, celebrada en Tampico, Tamaulipas (10).

El resultado se puede sintetizar en una frase del mensaje que el presidente mexicano envió desde China para dicho evento: "Créannos, nuestros paisanos no tendrán que emigrar" en medio de la apología al fortalecimiento de la economía mexicana, de su programa de créditos y de los planes de capacitación de la mano de obra". Algo así como el chiste del economista, quien para sacar del agujero a un elefante inicia su propuesta diciendo: "Supongamos que el elefante no existe" (11).
 

Producción, avances técnicos y la red de maquiladoras en las fronteras de México- EE.UU.

Las invenciones y descubrimientos científicos de los años finales del siglo XVIII ofrecieron a los EE.UU. la posibilidad de iniciar un cambio en el modo de producción orientado hacia la producción industrial. Sin embargo, ésta requería de una disponibilidad satisfactoria tanto de nuevos territorios, recursos naturales abundantes y mano de obra barata en un número proporcional al nuevo al nuevo potencial de producción masiva. La nueva tecnología más la enorme demanda de recursos humanos vino a alterar el conjunto de alternativas que el emigrante tenía a su alcance al dirigirse hacia la frontera norte de México o bien hacia los EE.UU. En la medida en que la demanda de recursos humanos quedaba satisfecha, aumentaba la inmigración hacia aquel país, quedando la frontera norte de México como un retén regulatorio determinado por la oferta/demanda en el mercado laboral y las políticas en que la inmigración de mexicanos a los EE.UU. ha respondido más a los cambios en la política gubernamental norteamericana sobre inmigración mexicana que a los cambios en los factores de expulsión imperantes en México. En todo caso, esto lleva al supuesto fundamental según el cual, el volumen de la inmigración mexicana hacia los EE.UU. ha estado inversamente relacionado con los incrementos de desempleo en los EE.UU. y directamente relacionado con la demanda de mano de obra barata en ese país (12).

En este sentido, la tercera década del siglo XIX vio el fin de la época en la que el que inmigraba a los EE.UU. podía fácilmente convertirse en colonizador de vastas regiones. El papel de empresario económico empezó a requerir cada vez de mayores recursos económicos que aquellos traídos comúnmente por el recién llegado. Esto trajo como resultado el establecimiento de la una brecha cada vez más ancha entre los recursos económicos del inmigrante y los del "nativo". Consecuentemente, la probabilidad de convertirse en empresario, para el inmigrante, fue disminuyendo en proporción inversa al aumento de la demanda de mano de obra resultante de la expansión industrial (13).

Sin duda alguna, la evolución económica global y regional de los EE.UU. influyó en el desarrollo de las ciudades fronterizas del norte de México; Tijuana y Mexicali que colindan con el estado de California que, junto con Nevada, Oregón y Washington, forman la región denominada Pacífico o Lejano Oeste. Ciudad Juárez, Laredo, Matamoros y Reynosa son vecinas del estado de Texas, el cual unido a Arkansas, Louisuiana y Oklahoma, constituyen la región Centro Sureste. El desarrollo de estas regiones ha estado apoyado por diferentes actividades productivas, que han determinado el grado de dinamismo y los alcances especiales de cada uno y, por lo tanto, la forma e intensidad de su influencia sobre el espacio económico mexicano (14).

Dentro de la lógica de expansión imperialista, el desarrollo regional estadounidense, flexible y dinámico, ha seguido una dirección de Este a Oeste. A mediados del siglo XIX, se crearon nuevas regiones al ampliarse las zonas agrícolas mediante la incorporación de grandes áreas de cultivo, en un territorio que había estado vacío. Posteriormente, el rápido desarrollo de los ferrocarriles y el surgimiento de nuevos procesos industriales desplazaron la actividad económica hacia nuevas zonas donde se encontraban determinados recursos naturales. Este período fue dominado por el crecimiento de la demanda de hierro y acero, por lo que la localización del carbón y del mineral de hierro impulsó el desarrollo de las regiones que contaban con estos recursos naturales. La temprana concentración de las acerías en el noroeste de los EE.UU. (oeste de Pennsylvania), junto con un mercado que comprendía desde Boston a Nueva York, determinó el auge de esta región. Cuando se agotaron los depósitos de minerales en el este, la expansión de los ferrocarriles permitió el acceso a los recursos naturales de otras áreas. Así, el Atlántico medio y Nueva Inglaterra declinaron, y en cambio se desarrollaron nuevas regiones en el oeste. Además, las necesidades creadas por la propia expansión del capitalismo de aquella época, aunada a la demanda creciente de estas zonas estimuló el establecimiento de industrias destinadas a cubrir las necesidades de una población en ascenso.

En California, a finales del siglo XIX, se inició el auge del Lejano Oeste. Los vastos recursos minerales de esta región permitieron la expansión agrícola. Sin embargo, a partir del segundo decenio del presente siglo, la agricultura empezó recién a adquirir el carácter capitalista y a irradiar con mayor fuerza sus efectos multiplicadores. Cabe destacar que el desarrollo de California estuvo acompañado de una utilización intensiva de capital; una ampliación de la superficie agrícola que permitió el uso de maquinaria; la realización de grandes proyectos de irrigación; la utilización de mano de obra barata, y el establecimiento de una industria alimentaria moderna, propiedad de grandes corporaciones. El desenvolvimiento de la agricultura y de la agroindustria impulsó a la industria manufacturera. Prosperaron las empresas procesadoras de fertilizantes e insecticidas, así como las dedicadas a surtir de insumos a las empacadoras. Además, el aumento de la demanda local de bienes de consumo propició el establecimiento de industrias para satisfacerla. Todo ello implicó un proceso de sustitución de importaciones provenientes de las áreas industriales del este de los EE.UU.

Posteriormente, el desarrollo manufacturero se diversificó. Parte de las empresas constructoras de barcos se trasladó de los Grandes Lagos a California; la industria aeronáutica, que en 1940 había empezado a operar en la región fabricando fuselajes, integró su proceso productivo; además se instalaron algunas plantas productoras de maquinaria agrícola, automóviles y electrodomésticos. Por otra parte, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, las instalaciones militares se expandieron considerablemente. También se desarrolló la industria militar, la cual fue alentada posteriormente por los conflictos armados de Corea y Vietnam.

Paralelamente con el crecimiento del aparato industrial, las actividades terciarias se expandieron. Ello fue consecuencia, por una parte, de los mayores servicios de apoyo demandados por la industria, los cuales adquirieron relevancia cuando el núcleo urbano más importante de la región (Los Ángeles) se convirtió en el centro financiero del Oeste. Por otra parte, el clima de esta zona atrajo a un mayor flujo de turistas, por lo que los servicios de hotelería y las actividades recreativas se incrementaron. Por último, el rápido crecimiento de los ingresos personales impulsaron la demanda de servicios.

Durante este proceso, California se constituyó en un centro de atracción de corrientes migratorias tanto de nacionales como de extranjeros. Ello determinó que su población creciera en el lapso 1940-1980 a una tasa media anual de 3.1%, muy superior al 1.3 por ciento que corresponde al país en su conjunto.

La demanda de mano de obra –sobre todo de la destinada a las labores más arduas y menos remuneradas- fue cubierta principalmente desde el inicio del desarrollo californiano con grupos étnicos provenientes del exterior. En 1870 los primeros trabajadores agrícolas fueron chinos. Durante la depresión de 1890 el desempleo desató la violencia contra este grupo, el cual tuvo que salir de la región. Años más tarde, al reactivarse la economía, el sitio dejado por los chinos fue ocupado por mexicanos y filipinos. Nuevamente, en 1929, la crisis cerró las posibilidades de empleo y obligó a los mexicanos a repatriarse en masa. Ese mecanismo de atracción y rechazo continúa operando con distintas modalidades.

El gran dinamismo de las actividades productivas aceleró el crecimiento urbano de Los Ángeles. Esta ciudad es actualmente la tercera del país, tiene funciones financieras de gestión e informativas con influencia a nivel mundial y se encuentra en la cabeza de una red cerrada de centros urbanos entre los que destacan San Francisco y San Diego.

La situación de Los Ángeles en el extremo oeste del territorio estadounidense, alejada de las metrópolis del oeste del país (Nueva York, Chicago, Filadelfia y Detroit), ha permitido que ejerza dominio sobre una gran extensión del territorio circundante, sin interferencias decisivas y con un alto grado de interdependencia.

En las décadas de 1960-80, la economía de los EE.UU. ha modificado su estructura y funcionamiento. Ello ha implicado cambios en la distribución espacial de las actividades económicas. El avance tecnológico y la competencia con los proveedores del exterior modificó sustancialmente la composición de la industria manufacturera. Disminuyó así la participación de las industrias básicas (acero y maquinaria pesada) y cobraron importancia las destinadas a elaborar productos de alta tecnología. Además, con objeto de disminuir costos y conservar la competitividad de la producción nacional con respecto a otros países, en especial la del Japón, se automatizaron cada vez más algunos procesos productivos; otros se segmentaron en fases intensivas de capital y mano de obra, trasladándose éstas últimas el exterior o entidades federativas con salarios más bajos con respecto al nivel nacional.

Estos cambios se reflejaron en una baja en la participación del empleo de la industria manufacturera en el total, de 31 por ciento en 1960 a 22 por ciento en 1980, en tanto que la contribución en el producto permaneció en alrededor de 24 por ciento. Por el contrario, el sector servicios (incluyendo transportes, comercio, finanzas y administración pública) incrementó su ponderación en el empleo de 56 por ciento a 67 por ciento en el mismo lapso, si bien su participación en el producto apenas creció de 64 por ciento a 67 por ciento.

Por lo que se refiere a la distribución regional, numerosas industrias ligeras del norte (textiles, vestuario, piel, etc.) se reinstalaron en el sur, donde los salarios son menores y flexibles y el poder sindical es muy reducido. Esta política resultó más difícil de aplicar en la industria pesada, particularmente en el caso de la industria automotriz, las acerías y las productoras de maquinaria, las cuales para reducir costos reemplazaron mano de obra por capital, modernizaron algunas plantas y modificaron los procesos productivos.

Estos cambios en la dinámica económica implicaron modificaciones en el desarrollo regional. Las regiones centro-noreste y centro-noroeste, donde se ubica la industria básica, alcanzaron las tasas más altas de desempleo y experimentaron al mismo tiempo un éxodo de población, en tanto que en tres las cuatro regiones del sur, ésta se incrementó a un ritmo superior al del ámbito nacional. California continuó siendo un punto de atracción para los migrantes; sin embargo, el crecimiento de la población empezó a menguar y desde el decenio pasado fue superado por el de otras regiones del sur.

Desde 1970 la economía californiana, siguiendo la tendencia nacional, modificó su perfil productivo. La industria manufacturera se cimentó en las ramas elaboradoras de productos de alta tecnología, en tanto que la denominada industria de "chimenea" (automóviles y equipo, hierro y acero, cobre primario, aluminio, plomo primario, zinc primario, maquinaria industrial y agrícola y máquinas y herramientas) que constituyó la base de su desarrollo, se desplomó. Surgió el Valle del Silicón, donde se concentraron los fabricantes de semiconductores y computadoras, y al sur de San Francisco se aglutinaron las empresas productoras de equipo de comunicaciones. A ello se aunó la expansión de la industria del vestido, gran parte de la cual se trasladó a otras entidades. Todo ello permitió que el sector manufacturero mantuviera hasta 1980 su participación (20%) en el empleo total generado en el estado de California.

Simultáneamente con la transformación de la industria manufacturera, los servicios tradicionales se expandieron y se introdujeron otros nuevos como la informática y los de ingeniería. Asimismo, hubo una mayor afluencia de gasto militar. En 1984, California fue el estado que recibió los mayores flujos de gasto nacional militar (37.000 millones de dólares), los cuales representaron alrededor del 21 por ciento del total. De este porcentaje, las tres cuartas partes correspondieron a contratos adjudicados, y el resto al pago de nóminas.

No obstante que otros sectores desplazaron a la agricultura, California ha conservado su liderazgo en este campo; en 1984 contribuyó con casi el 14 por ciento de la producción agrícola nacional. Esta actividad descansa en el cultivo de hortalizas, frutas, nueces, productos cuya elasticidad-ingreso supera a la de la producción agrícola en general. También es el segundo estado productor de algodón. Tanto por su especialización como por haber mantenido en general un crecimiento sostenido, la agricultura californiana requiere cada vez más de mayor mano de obra, sobre todo en la época de la cosecha.

La economía californiana se ha visto favorecida con una relativa flexibilidad de las remuneraciones, tanto por el escaso poder de los sindicatos, como por la creciente afluencia de emigrantes que ha permitido mantener una oferta excesiva de mano de obra. Además, la calidad de ilegales de una proporción importante de estos últimos –cuyos salarios están generalmente por abajo del mínimo legal- permitió reducir los costos en la agricultura, en algunos servicios y en la industria ligera.

Si bien California se ha sostenido como uno de los estados más prósperos, se observa cierto rezago en sus indicadores sociales. Mientras que en 1960 el ingreso personal superó en 24% al nacional, en 1980 sólo lo excedió en 16% y en 1984 en 13%; la tasa de desempleo (7.8%) fue ligeramente superior a la nacional (7.5%) y el porcentaje de personas, por abajo del límite de la pobreza, ha permanecido desde 1970 hasta mediados de los ochentas en alrededor del 12 por ciento.

El ágil desenvolvimiento de California repercutió fundamentalmente en Tijuana. Esta ciudad, situada al final del eje de comunicaciones San Francisco-Los Ángeles-San Diego, se ha integrado a esta última. Punto de paso para los migrantes que se dirigen a los EE.UU., conserva parte de esa población, la cual, al ser rechazada o al no aventurarse a pasar "al otro lado" permanece en la zona.

La expansión de esta ciudad en los años cuarenta se asocia fundamentalmente al impulso que recibió la demanda de servicios, al incrementarse los efectivos en las instalaciones militares de San Diego, a causa de la Segunda Guerra Mundial. Su evolución posterior se debe en gran medida a la potencialidad del gasto en servicios de los californianos y a la diversificación de la oferta de servicios en Tijuana. Esto ha permitido que, no obstante el menor ritmo de crecimiento en los últimos años del ingreso personal en California, ello no haya repercutido negativamente en la economía de dicha ciudad, ya que si bien la demanda de algunos servicios disminuyó, también aumentó la de otros, entre ellos los profesionales (médicos y dentistas) cuyo precio en los EE.UU. es sensiblemente superior al que prevalece en México.

Por cuanto al desenvolvimiento de la industria maquiladora en Tijuana, ha sido menor en otras ciudades fronterizas. En el periodo 1975-1985, esta ciudad sólo captó entre 10 por ciento y 12 por ciento del empleo generado por la industria maquiladora a nivel nacional, y el personal empleado en estas plantas únicamente representó, en 1980, alrededor del 8 por ciento de la población económicamente activa (PEA).

Mexicali, la otra ciudad importante que colinda con California, tiene un menor grado de vinculación con la economía norteamericana. Su función predominante ha sido fungir como capital agrícola del Valle del mismo nombre, cuya producción se destina al consumo interno. Por otra parte, su situación geográfica, a unos 200 kilómetros de Tijuana y de San Diego, fuera del área urbanizada de la zona costera de California, le impide recibir el flujo turístico de norteamericanos que absorbe Tijuana. Está conectada directamente con Caléxico, población ubicada en una región predominantemente agrícola, que en 1980 apenas contaba con 14.412 habitantes (94% de origen hispano), cuyo ingreso per capita (3.817 dólares) fue 54 por ciento inferior al ingreso por habitante del estado de California.

En cuanto a las bases de la industria en México, éstas se establecieron en los últimos años del porfiriato, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, siendo el Estado el principal promotor de la vida económica y política de México. Esto no significa que anteriormente no existiera una industria, pero en esa época se dan las condiciones que van a permitir un desarrollo industrial y una participación mayor de ese sector en la economía de México (15). Debe acotarse que en el lapso comprendido de 1911 a 1920, en el cual tenemos los periodos de lucha armada de la Revolución y del conflicto entre los caudillos triunfantes, la producción industrial del país se vio frenada, y algunas de las instalaciones industriales destruidas. A partir de la década de 1930, en la que el país entra en la fase de reorganización, se reinició el crecimiento industrial, pero el mayor auge se presenta en los años posteriores a 1940.

Las medidas más importantes que permitieron que la industria acelerara su ritmo de crecimiento a partir de 1940, tuvieron como antecedente las décadas de los años veinte y treinta los que se caracterizaron por una búsqueda incesante de medidas políticas y económicas para conformar un Estado moderno, dentro y después del caso social que se produjo como consecuencia del proceso revolucionario iniciado en 1910. Después del triunfo de una de las facciones que se disputaron el pode, al terminar la etapa armada de la Revolución y una vez incorporadas las demandas principales de las masas campesinas y obreras a la Constitución de 1917, se pasó a la difícil tarea de la reconstrucción de lo destruido, y del impulso hacia un necesario desarrollo del país.

Era indispensable, en primer lugar, hacer respetar la autoridad del Estado en todo el territorio nacional, puesto que sólo en algunas regiones se aceptaba. Las primeras medidas de los gobiernos revolucionarios tendieron más hacia la finalidad de consolidarse en el poder, que hacia una política de desarrollo.

No fue sino hasta la década de 1920 a 1930, cuando las medidas que hicieron posible el crecimiento industrial empezaron a madurar a lo largo y lo ancho del territorio de una manera desigual y combinada y dependiendo de las necesidades internas de la acumulación de capital. A tal efecto surgen como las más importantes creaciones de los gobiernos revolucionarios las siguientes instituciones: el Banco de México, en 1925, con las funciones de banco central, es decir de emitir moneda y regular la acción bancaria; el Banco Nacional de Crédito Agrícola, S.A., en 1926, y otras instituciones bancarias orientadas al campo, con el propósito de otorgar créditos; la Comisión Nacional Bancaria en 1924; organismos tales como la Comisión Nacional de Carreteras, la Comisión Nacional de Irrigación, y algunas compañías para generar electricidad, todas ellas con el fin de crear una infraestructura que permitiera el desarrollo económico del país (16).

Se incrementaron la agricultura, la industria y el comercio, una vez que volvía al país la seguridad en el transporte de bienes y personas. Se instalaron plantas para ensamblar automóviles (la Ford Motor Company en 1926), se inició la producción de nuevos artículos como llantas. Se activaron las antiguas ramas textiles, de acero, de vidrio y de otros productos más, iniciándose así una línea ascendente. La vida económica de México reiniciaba con nuevos bríos.

Por otra parte las exportaciones de minerales como la plata, el plomo, el zinc, el cobre y de fibras como el henequén, salieron a cubrir la creciente demanda del mercado mundial, que experimentaba un aumento debido a la expansión económica por la que atravesaban, en la década de los veintes, la Europa Occidental y los Estados Unidos. Este último país había impuesto su hegemonía mundial poco después de la Primera Guerra Mundial, desplazando a la vieja Inglaterra, y México tendería a hacerse más subordinado y dependiente al nuevo líder mundial.

El Distrito Federal y las ciudades de Guadalajara y Monterrey habían crecido rápidamente, hasta el grado de que en 1940 Guadalajara había duplicado la población que tenía en 1910, Monterrey tuvo más del doble, y el Distrito Federal se triplicó en el mismo periodo. El censo de población de 1940 señaló que casi la mitad de la población residía en localidades diferentes de aquellas en las que había nacido.

Sin embargo, la estructura de la propiedad en el campo no se había modificado significativamente, y no fue sino hasta la década de 1930 a 1940 cuando la propiedad y la distribución de la tierra cambiaron profundamente, constituyendo el cambio un factor de impulso para el crecimiento de la economía del país. En el aspecto industrial, en la década de los años treintas ante el deterioro del comercio externo, tiene un primer impulso el proceso de "sustitución de importaciones" para frenar las compras al exterior y proteger el crecimiento industrial y agrícola interno. Otras medidas, como fueron la devaluación de nuestra moneda y las tarifas aduanales, tenían como fin levantar barreras que protegieran las actividades frente a la competencia externa.

Dos hechos políticos de gran trascendencia tienen lugar en esta década, más concretamente en el periodo que va de 1934 a 1940, que corresponde al gobierno de Cárdenas. Uno de ellos fue el inicio de la consolidación del Estado y la organización del sistema político. Cárdenas estructuró y organizó a una parte del proletariado urbano y rural en grandes centrales que dieron unidad al movimiento obrero y campesino. Esto le permitió enfrentarse a los grandes intereses extranjeros que todavía dominaban los sectores fundamentales de la economía, tales como minería, petróleo, energía, y transportes. Este enfrentamiento con los intereses extranjeros culminó con la expropiación, por parte del Estado mexicano, del sistema de transporte y del petróleo, así como con la clara definición del papel que en adelante el Estado jugaría en el desarrollo económico del país. El otro hecho político consistió en que el gobierno de Cárdenas llevó adelante uno de los principios de la Revolución con el reparto de tierras, el cual tuvo un gran impacto en la distribución del ingreso, la explotación de la tierra y la movilidad de la mano de obra agrícola.

Los efectos de estas políticas no tardaron en presentarse. El crecimiento industrial inicia en los años subsiguientes un ritmo ascendente, hasta convertirse en el sector más importante de la economía. Los grupos dirigentes iniciaron la reconstrucción sin un plan definido, y el mercado exterior, con sus contradicciones, va delimitando unas veces favorablemente y otras desfavorablemente la política a seguir en el interior del país.

En la industria, se logra utilizar más ampliamente la capacidad instalada y se emprende la formación de capital y la instalación de nuevas industrias, proceso que vendría a intensificarse en las décadas siguientes. Aunque en gran medida la capacidad del sistema productivo era la misma que existía en el porfiriato, hubo un incremento en estos años en las siguientes industrias: productos alimenticios, cervecerías, tabacaleras, fábricas de cemento, plantas siderúrgicas y otros renglones, aumentando así la base del sistema industrial.

La Segunda Guerra Mundial vino a impulsar definitivamente el proceso de sustitución de importaciones, al quedar los países exportadores de manufacturas imposibilitados temporalmente para cubrir la demanda de productos manufacturados, debido a que su sistema industrial estaba orientado a la producción bélica. Además, como estos mismos países requerían de materias primas agrícolas, ganaderas y minerales para su subsistencia, se abría el mercado mundial nuevamente a las exportaciones de los países latinoamericanos, y por tanto nuestro país se vio beneficiado con esta situación favorable del mercado internacional.

La inversión canalizada hacia la industrialización se inicia por parte del sector público a partir de 1940, y se incrementa conforme las necesidades del país van cambiando. La inversión federal, en los años de 1925, 1930 y 1935, se destina en su mayor porcentaje a construcciones y transportes, destacándose la inversión en ferrocarriles. En 1940 se encuentra la inversión destinada a la industria con 60 millones de pesos, de los cuales 57 millones están en el petróleo. Cinco años después (1945) se duplicó esta inversión, alcanzando los 132 millones.

En 1950, la inversión alcanza más de cinco veces la cantidad invertida en 1945. Así, vemos que se canalizan hacia la industria 796 millones de pesos, repartiéndose la mayor parte en dos grandes industrias, 362 millones en electricidad y 398 en petróleo. A partir de 1955 el sector de la industria pasa a ser el principal renglón al cual se destina la inversión federal. En el año de 1955, mientras que para la industria se canalizan recursos de 1978 millones de pesos, a la agricultura se destinan 605, a las construcciones y transportes 1942, y a las áreas de asistencia social, administración, defensa y otros, 542 millones. Del total de la inversión federal la industria recibió el 39.4%. En 1965 del total de 16 301 millones de pesos corrientes de la inversión federal, 8 372 millones (51.3%) se destinaron a la industria con ejes principales en el petróleo y la electricidad, además de las actividades en las industrias del hierro, del acero, del carbón, de los fertilizantes y en una variedad grande de la petroquímica y de los productos químicos. De esta manera, el Estado pasó de la inversión en caminos y ferrocarriles, como renglón principal, al cual se canalizaban los recursos federales, a un campo más variado, en donde la industria ocupa la mayor captación de dichos recursos.

Sin embargo las inversiones en la agricultura, la pequeña irrigación, la ganadería y el fomento forestal no se descuidaron y en cuanto a las comunicaciones y transportes, éstos se han ampliado en lo que respecta a los aeropuertos, puertos marítimos y telecomunicaciones.

Las inversiones de seguridad social se han diversificado y ampliado, mejorando en los sistemas de asistencia social y en la extensión de los servicios.

En síntesis se puede decir que la participación del Estado en forma directa en la industria del país ha sido y es de vital importancia para la economía, si no tanto por su volumen, sí por los sectores que controla. En el total de la inversión en la industria y en el volumen de producción del país, el Estado tiene una participación minoritaria, pero en cambio por los sectores que controla, transportes, petróleo, electricidad, etc., como los más importantes, su participación es clave para el desarrollo del país. Esta participación se ha manifestado, por un lado, en la formación del capital social (creación de la infraestructura que requiere el crecimiento económico del país), y por otro, a partir de los años cuarentas, en el control de industrias básicas como el petróleo y la energía eléctrica, y la organización de nuevas empresas industriales o el mantenimiento de aquellas que los empresarios privados estuvieron a punto de cerrar, y que el Estado, para no suprimir fuentes de trabajo, tomó bajo su administración.

La participación del Estado en la industria manufacturera ha venido a adquirir mayor importancia en las subsiguientes décadas. Las empresas manufactureras que el Estado controlaba en 1971, a través de instituciones oficiales o semioficiales como Nacional Financiera, Sociedad Mexicana de Crédito, Financiera Nacional Azucarera, Petróleos Mexicanos, Banco de Fomento Cooperativo y otras, abarca un amplio campo en la industria. Las empresas que controlaba el Estado se encontraban en las ramas de alimentos, bebidas, vestuario, textiles, productos de madera, productos químicos, papel, celulosa, productos metálicos, maquinaria, etc. En un palabra en casi todas las ramas que componen el sector de la industria de transformación.

La segunda mitad del siglo XX fue escenario de un profundo cambio de la distribución territorial de la población y la actividad económica, social, política y cultural de México. La industrialización capitalista vino acompañada de la descomposición de las formas anteriores de producción agraria, de expulsión del campo de millones de personas, del intenso crecimiento físico y demográfico y del aumento de la complejidad estructural de las ciudades y de la metropolización. En las últimas dos décadas, las políticas neoliberales, su "globalización" hegemónica, desigual, asimétrica e inequitativa, la liberación comercial y el predominio del capital financiero especulativo profundizaron y transformaron estos procesos acentuando la tendencia a la formación de gigantescas ciudades-región en torno a las zonas metropolitanas del Valle de México, Monterrey, Guadalajara y Tijuana, como apéndice de la megalópolis californiana en EE.UU. (17).

Estas metrópolis hegemonizan la vida económica, social y política del país y sus relaciones con el mundo "globalizado" y organizan a las regiones ganadoras del presente y el futuro. La sociedad mexicana se urbanizó.

En las metrópolis y megalópolis, ya sea en el centro o en la frontera norte de México, las relaciones socioeconómicas operan diferente que en las pequeñas ciudades y pueblos o territorios; la estructura de clases sociales y de sus conflictos es distinta; la explotación económica, la opresión política, la pobreza y la exclusión tienen sus manifestaciones y mecanismos propios; la cultura las formas de pensar y de participar en política tienen su especificidad. No son mejores o peores, sólo diferentes a los demás territorios (18).

En resumen, la participación del Estado en la promoción y la organización de la vida económica y política del país han sido básicas, puesto que al amparo de él se formaron los grupos y las clases que constituyen el México fronterizo de hoy.
 

Trabajo, condiciones laborales, ambientales y calidad de vida resultantes

En México, según datos del Ministerio de Economía, durante el mes de febrero la industria maquiladora del país aumentó su participación como motor de las exportaciones mexicanas en 3.3 por ciento. Eso representó que el saldo comercial de esa industria, comparado con el mismo mes del 2000, se elevara 29.4 por ciento, es decir, pasó de 1.245 millones a 1.615 millones de dólares (19). El sector ha tenido relativamente efectos positivos en la generación de empleo. Sin embargo, como ya ocurrió en la década de los ochenta y buena parte de los noventa, el ritmo de crecimiento de los salarios nominales ha sido inferior al de la devaluación, los ingresos de divisas en aquel entonces perdieron dinamismo. Ello plantea la necesidad de una política salarial acorde con las circunstancias de la región y en especial al ritmo que impone al caída creciente de la tasa de beneficio, que permita mejorar la remuneración de los asalariados, y en esta forma lograr un mayor ingreso en divisas al país.

Aunque la maquila sea fuente importante de empleo, no se debe olvidar que miles de trabajadores también la viven como el lugar donde se intensifica, sin restricción alguna, el trabajo y se extiende, cada vez más, la jornada a doce horas o más. Ninguna ocupación resulta más estresante y repetitiva. En ella se envenena el medio ambiente, el cuerpo, la mente de las obreras y obreros muy jóvenes, se coarta su asistencia a escuelas y para ellas y ellos se deforman planes educativos. Aunado a esto ocurren más accidentes de trabajo, hostigamiento sexual de trabajadoras y consumo de metanfetaminas para cumplir exigencias laborales. Violaciones a la Ley Federal del Trabajo que conllevan a cada vez más violaciones a los derechos humanos. Actualmente, mientras que la crisis incrementa los despidos en la frontera norte, por la desaceleración de la economía norteamericana, al mismo tiempo crece la sed de recursos naturales, hombres y plusvalía de los inversionistas de empresas transnacionales y multinacionales y la política del actual régimen conservador por paliar un poco la crisis fiscal del Estado y hacer posible el encubrimiento de los nuevos ricos que se beneficiaron con el FOBAPROA y el IPAB, pretende clavar a los más pobres el IVA en medicinas y alimentos, pero abriendo a la vez maquiladoras en el sur.

En paraísos como: 1) Tijuana, Baja California Norte/San Diego California, EE.UU., –donde el salario es de 1.20 dólares la hora (11.4 pesos)-, las empresas incrementan las ganancias adicionales retirando dispositivos de seguridad para los trabajadores ocasionando intoxicaciones, cortes de cara o pérdidas de dedos o manos. Son normales los castigos físicos que permiten a los capataces detectar y repeler la mano de obra propensa a rebelarse. "Chíngate que para eso te pagan" es la consigna de estos modernos guardianes dispuestos a evitar que no baje la productividad, afuera hay más carne de cañón del moderno ejército industrial de reserva por si acaso es preciso cambiar algún repuesto de carne y hueso. En la próspera Tijuana florecen ofertas esclavistas de empresas para construir casas a trabajadores que estén dispuestos a laborar cualquier día y hora, según lo requiera la caprichosa demanda del mercado mundial. 2) Ciudad Juárez, Chihuahua. Donde se ha asesinado impunemente a cientos de mujeres, son habituales las fiestas de fin de semana en que los capataces promueven entre las trabajadoras el consumo de drogas y orgías que estrechen lazos entre miembros de la empresa. 3) Matamoros, Tamaulipas. Aquí es regular el despido de obreros cuando intentan organizarse o la fuga de la empresa cuando ya aprenden a resistir o cuando la crisis arrecia. Socialmente, junto a la riqueza, esta sería la otra cara de la franja desarrollada de un país subdesarrollado (20).

Ambientalmente hablando, aunado el problema de la contaminación del agua del río Bravo está el hecho de que no se utiliza adecuadamente en ninguno de los dos países. En México la contaminan con sus desechos los asentamientos humanos, las maquiladoras y otras industrias, motivo por el cual esa corriente fue calificada hace dos años como peligro ambiental. No debe extrañar que así sea, pues no existen plantas de tratamiento que permitan reutilizar las aguas negras o enviarlas a dicha cuenca menos contaminada. Pero, además, en la frontera están sobrexplotados 20 de los 71 acuíferos, y aunque en cada nuevo sexenio se anuncia que se diseñarán políticas para administrar racionalmente un bien escaso en el medio urbano, la industria y el campo, todo queda en buenas intenciones.

Por otro lado, debido a la sequía, el norte de México enfrenta nuevamente serios problemas en captación y suministro de agua. En la última década, las lluvias han sido escasas, mientras han crecido las necesidades de la población, la industria, la agricultura y de otras actividades. Cabe señalar que en esta región del país, dos ríos, cuyo caudal comparten EE.UU. y México, son fundamentales para el abasto: el Colorado y el Bravo. Ambos registran serio deterioro. A esto se agrega, en el caso del Colorado, en intento de EE.UU. por revestir un canal, el Todo Americano, que causaría daños a nuestro país, pues esa obra evitaría la filtración al subsuelo de decenas de miles de metros cúbicos de líquido que luego extraen los agricultores de Baja California. Se trata pues de un asunto binacional, como también está regularizar el reparto de agua del río Bravo, que nace en las montañas de Colorado y desemboca en el Golfo de México. Su cauce es frontera común de Ciudad Juárez a Matamoros (21) .

Para aprovechar esa agua, EE.UU. construyó en México dos presas internacionales: la Falcón y la Amistad, pero a cambio debemos entregarle una tercera parte del agua que aportan al Bravo los afluentes mexicanos, como el del río Conchos y el San Juan. Se trata de 430 millones de metros cúbicos anuales y se utilizan en la agricultura del sur de Texas. En México se dedica el agua que nos corresponde especialmente a cubrir las necesidades de más de 8 millones de habitantes en las fronteras de Tamaulipas, Chihuahua, Nuevo León y Coahuila.

Aunado a lo anterior, para sus combustibles y su electricidad diarios, EE.UU. consume energía equivalente a 50 millones de barriles de petróleo, la cuarta parte de la energía comercial del orbe. En particular requiere 20 millones de barriles de crudo al día, también la cuarta parte del total mundial. Por desgracia, sólo cuenta con 2 por ciento de las reservas mundiales probadas, lo que a precios y producción actuales le garantiza 7 años de abasto. Con el ánimo de alargar la vida de sus reservas, cada día importa más petróleo: hoy casi 10 millones de barriles al día (22) .

Mientras estas ignominias crecen en el laborioso norte y la disputa por el agua en el norte y el petróleo en el sur, son hoy una bomba de tiempo. El PP obedece al proyecto neoliberal de entregar la riqueza nacional al capital privado de acuerdo con las estrategias expansionistas establecidas por los EE.UU. Del 93 por ciento de las exportaciones mexicanas hacia los EE.UU., la región sur-sureste de México tan sólo aporta el 5.5 por ciento y de este índice, si se descuenta el 4.5 por ciento de Puebla, las ocho entidades restantes contribuyen con el 1 por ciento de las ventas al exterior. El Plan prevé un desarrollo maquilero de dudoso progreso económico y tecnológico para las comunidades indígenas recién despojadas de sus tierras o para atender objetivos distintos a los del desarrollo regional, el gobierno actual, pretende: "Establecer un corredor de 300 kilómetros muy dinámico de intercambio de personas y de mercancías del Océano Pacífico al Golfo de México y viceversa, mediante un proyecto ferroviario transístmico, que permita llegar a cualquier parte del mundo, sin menoscabo de la soberanía nacional, ni de la ecológica, ni de los intereses de las comunidades indígenas, pero sí con acciones inmediatas de empleo en tres rubros: construcción, maquiladoras y desarrollo agropecuario. En cuanto a la segunda rama fabril, el vocero oficial, puntualizó que la meta es instalar 100 plantas este año, que generarán 50 mil plazas de trabajo".

En respuesta, las movilizaciones, contra la burla que el Congreso de la Unión y el Ejecutivo hicieron de los derechos indígenas, es un llamado justo del Consejo Nacional Indígena (CNI) y el EZLN a toda la sociedad civil nacional e internacional. Para entender hacia donde se dirige el golpe resultan útiles balances fidedignos de la situación de la maquila en el país, promoviendo diálogos y diagnósticos entre quienes la sufren para elaborar informes y denunciar sin cortapisas, en México y el mundo, lo que aquí ocurre. Y así ayudar a detener la esclavitud y saqueo de México impulsados por el PPP. Pero el mensaje de la lógica imperial es obvio con la globalización de la Doctrina Monroe-Bush, así lo muestra la historia de la América Mestiza, "mi democracia", "mi libertad" y "mi paz" es exclusiva de cualesquiera otras democracias y libertades; en caso de conflicto los opositores serán destruidos por la fuerza de las armas y el estrangulamiento económico. Por lo tanto, no debe extrañar, pues, la comparación del capitalismo en su etapa de ascenso en los inicios de la revolución industrial electromecánica, que guardando las proporciones, en nada se le aproxima ya por su violencia a la revolución electro informática.

¿Qué se puede entonces esperarse de la maquila en el Sur y Sureste de México con el PPP y de la maquila en Veracruz, Puebla o Tlaxcala, donde ya existe uso de mano de obra de infantes, talleres de cárceles convertidos en maquiladoras o, apertura de celdas de castigo en maquilas para disciplinar trabajadoras que no deseen permanecer una segunda jornada después de las ocho horas iniciales? ¿Qué podemos esperar del PPP ¿Qué puede prometer la maquila a la población indígena de Oaxaca, el Istmo de Tehuantepec o Chiapas, adonde arriban cientos de miles de trabajadores indocumentados centroamericanos acostumbrados a cobrar entre 25 o 33 centavos de dólar por hora? ¿O en Guerrero, donde regularmente se asesinan campesinos y se encarcela por años a los que defienden sus bosques? Si el lector se pregunta sobre la existencia o no de un lazo entre el recorte a la Ley COCOPA del Congreso de la Unión, o Ley Bartlet-Cevallos-Ortega, la promoción del (PPP) y las maquilas que hoy crecen a lo largo y lo ancho del país. La respuesta es que si.

En síntesis, el capitalista sabe muy bien que mientras más al sur se contrate la mano de obra, tanto más barata le sale: por la abundancia de población, rural y semirural, desempleo en zonas proletarias urbanas y migración forzada por la pobreza que incrementan su indefensión. Superexplotación tanto más urgente cuanto más crecen las pérdidas ocasionadas por la actual recesión en los EE.UU.

Notas

(1) Sandoval. México, como la nueva frontera geopolítica regional de América del Norte
(2) Acuña. El Plan Puebla Panamá y el nuevo modelo maquilador.
(3) Ramos. Planeación social del territorio y medio ambiente.
(4) Arizpe. La migración por relevos y la reproducción social del campesinado
(5) Bustamante.Espaldas mojadas materia prima para la expansión del capitalismo norteamericano
(6) )Bustamante.Espaldas mojadas materia prima para la expansión del capitalismo norteamericano
(7)Bustamante.Espaldas mojadas materia prima para la expansión del capitalismo norteamericano.
(8) Stern. Las migraciones rural-urbanas.
(9) Garavito. El elefante existe.
(10) Garavito. El elefante existe.
(11) Garavito. El elefante existe.
(12)   Bustamante. Espaldas mojadas
(13) Bustamante. Espaldas mojadas
(14) CEPAL-CIDE-ONU, México: Evolución de la frontera Norte,1940-1986.
(15) Cordero. Concentración industrial y poder económico en México. Ibarra, Mercados, desarrollo y política económica.
(16) Cordero. Concentración industrial y poder económico en México. Ibarra, Mercados, desarrollo y política económica.
(17)Pradilla. La izquierda y las ciudades. La Ciudad de México, por ejemplo, es la más grande del país, y juega el papel de núcleo estructurante de las que ya existen en su alrededor hasta las fronteras en el Norte o en el Sur del país. Se trata de la segunda mayor concentración urbana del mundo y en proceso de integración que alcanzaría 30 millones 400 mil habitantes en el año 2010, es decir, 28% de la población mexicana.
(18) Pradilla. La izquierda y las ciudades.
(19) Ministerio de Economía de México.
(20) Paunero, Aspectos laborales de la industria maquiladora en Tijuana y Juárez, México.
(21) Restrepo. Sequía y mal uso del agua en la frontera
(22) Rojas. ¿Norteamericanizar o estadunizar energéticos?
 

Bibliografía

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© Copyright Fernando Samuel Ramos Zempoalteca, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

RAMOS ZEMPLOALTECA, F.S. Mundialización, trabajo y producción/consumo de la mercancía humana campesina en la red de maquila en las frontera sur y norte de México. Condiciones laborales, ambientales y calidad de vida.  Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (37), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-37.htm


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