Menú principal

Índice de Scripta Nova

Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (42), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

CAMBIOS EN LAS CARACTERÍSTICAS DE LA POBLACIÓN RURAL ECONÓMICAMENTE ACTIVA EN EL NORTE DE LA PATAGONIA

Elba Eleonora Kloster
Departamento de Geografía. Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Comahue. Argentina


Cambios en las características de la población rural económicamente activa en el norte de la Patagonia (Resumen)

En las últimas décadas se intensificaron en Argentina, ciertos cambios en la población económicamente activa rural. Esta ya no se caracteriza solamente por su decrecimiento en la PEA total sino también por el cambio de su lugar de residencia, es decir, por la urbanización creciente de la mano de obra rural. Esta "urbanización" o, en algunos casos, esta mayor concentración de la PEA rural ocurre, con distinta intensidad, en todas las regiones del país y contribuye a aumentar el vaciamiento humano de áreas rurales con baja densidad de población. Encontramos ejemplos de esta situación en el norte de la Patagonia, tanto en las actividades agrícolas como en las ganaderas, que derivan de distintas causas entre las que se pueden mencionar: la baja productividad de la actividad, la tendencia a la pluriactividad de pequeños y medianos productores, la incorporación de nuevos espacios de cultivos intensivos y la existencia de fuertes desigualdades regionales que convierten a algunas áreas en proveedoras de mano de obra para otras más exitosas.

Palabras-clave: trabajo rural, Patagonia, desigualdades regionales


Changes in the characteristics of the economically active rural population in the North of Patagonia (Abstract)

Some changes in the economally active rural population of Argentina have intensified over the last decades. Not only is it no longer characterized only in terms of overall economically active population decrease, but also in terms of a change in place of residence, i.e. by a growing urbanization of the rural labour force. This "urbanization", or in some cases this greater concentration of economally active rural population in urban areas is taking place in all regions in the country with varying intensity, and leads to population draining in low-density rural areas. An instance of this situation is Northern Patagonia, where agriculture and cattle raising are affected as a result of loss of productivity, the trend towards multiactivity of small and medium-size producers, the incorporation of new intensive cultivation areas and marked regional asymmetries as some areas supply labour force for other more prosperous ones.

Key words:rural work, Patagonia, regional inequalities


Con semejanzas y diferencias con otros espacios de Latino América, tanto en el proceso temporal, como en las magnitudes, la población económicamente activa del sector rural de Argentina registra importantes cambios en su tamaño, distribución y estructura y estos cambios dejan su impronta en el espacio.

A pesar de la importancia pasada y presente del sector agropecuario en Argentina, la proporción de trabajadores del sector rural ha ido disminuyendo representando en 1991 tan sólo el 11.1 por ciento de la PEA total. Simultáneamente, se observan cambios en su distribución ya que aumenta el número de trabajadores agrarios con residencia urbana y es este grupo radicado en centros urbanos, el que registra el mayor incremento de trabajadores del sector.

Por otra parte, se advierte una disminución en el empleo de trabajadores permanentes, en general más calificados y polivalentes y un incremento de los temporarios, sean estacionales o no. Este incremento de los transitorios caracterizados además, por su escasa o nula calificación, debe relacionarse con la consiguiente precarización laboral derivada del hecho de que, generalmente, estos trabajadores están desocupados o subocupados buena parte del año.

Los trabajadores familiares también modifican su participación en la fuerza de trabajo y esto es más evidente en las pequeñas explotaciones, ya sea porque abandonan la actividad, o porque complementan su actividad habitual de la explotación rural con otra tarea que generalmente es extraagraria.

Además, junto con los cambios mencionados en lo relacionado con la provisión de mano de obra, aumenta la integración entre espacios de desigual desarrollo económico. Si bien la necesidad de asociación generada por incapacidades locales para cubrir las demandas estacionales de trabajadores para tareas de cosecha, por ejemplo, existió tempranamente, las migraciones estacionales de trabajadores han aumentado en casi toda América Latina desde los años ochenta y al menos en nuestro país, las áreas actualmente relacionadas suelen estar localizadas a mayor distancia entre sí.

Parte de los trabajadores estacionales suele radicarse de modo más o menos definitivo en los espacios que eran su destino transitorio. Estos trabajadores sumados a otros migrantes más antiguos contribuyen al incremento de la población de las localidades situadas en las zonas agropecuarias. En el caso de las zonas rurales de baja densidad y de escaso desarrollo productivo, la emigración de individuos y grupos familiares contribuyen a aumentar el "vacío poblacional" de áreas que ya se caracterizan por tener muy baja densidad de población.
 

Evolución de la PEA rural en proporción, distribución y estructura

En Argentina, como se comentó, la disminución del peso relativo de la PEA rural en la PEA total, se produce más tempranamente que en la mayor parte de América Latina y esta situación se verifica en las distintas regiones del país aunque con diferente proporción. El éxodo rural se produce tempranamente (desde comienzos del siglo XX) por el abandono de tierras "marginales" durante la crisis de los años treinta y posteriormente, por situaciones relacionadas con el proceso de desarrollo industrial, que estuvo fuertemente asociado con la mecanización de las tareas del agro.

Los valores del cuadro uno permiten observar por un lado, la variación del peso de la PEA rural respecto de la PEA total y por otro, algunos cambios en el lugar de residencia de los trabajadores agrarios. En el primer aspecto, se comprueba el decrecimiento del peso relativo a nivel del país y regional con la excepción del noreste de Argentina. Si bien a escala nacional hay un incremento absoluto de algo menos de 164.000 trabajadores rurales, el peso relativo de los mismos en el total de los ocupados del sector decrece en 1.2 puntos entre 1980 y 1991 (del 12.3 al 11.1 por ciento).

Las variaciones más fuertes se registran en Patagonia y Cuyo donde el descenso es de 6.0 y 5.4 puntos, respectivamente. Como se comentó la única excepción a este comportamiento se da en la región noreste en la que algunas provincias como Misiones, Chaco y Formosa registran un incremento importante de la PEA rural. Esta situación seguramente ocurre por la falta de oportunidades para emigrar a otras regiones (Aparicio y Benencia, 1999). Llaman la atención en nuestro país los valores alcanzados por la PEA rural en Misiones: 47.9 % y en Chaco 37.6%, que resultan comparables a otros países de América Latina como son los casos de Colombia, Brasil y México.
 
 

Cuadro 1
Evolución de la población ocupada en la agricultura, por regiones
Región PEA agropecuaria 

Total

PEA agropecuaria 

Rural

PEA agropecuaria 

Urbana

Año % en la PEA 

total

% en la PEA 

agropecuaria

% en la PEA 

agropecuaria

PAMPEANA 1980 8.1 56.5 28.3
1991 7.2 48.9 37.6
CUYO 1980 21.5 82.8 17.2
1991 16.1 74.7 25.3
NEA 1980 31.3 90.0 9.9
1991 34.0 81.9 18.1
NOA 1980 22.8 82.9 17.1
1991 19.0 75.2 24.8
PATAGONIA 1980 16.9 83.3  16.7
1991 10.9 72.5 27.5
TOTAL PAIS        
1980 12.3 78.8 21.2
1991 11.1 70.7 29.3
Fuente: Neiman, 2001.

Mayor uniformidad se advierte en el incremento de la proporción de los trabajadores rurales con localización urbana. Comparando los valores de los Censos de Población de 1980 y 1991, se observa que esta tendencia de signo positivo, se manifiesta en todas las regiones del país con valores que oscilan entre un máximo de 10.8, a un mínimo de 7.7 puntos entre 1980 y 1991 y que corresponden a la región patagónica y a la del noroeste, respectivamente.

A nivel nacional, en 1991, casi el 30 por ciento de la PEA rural residía en centro urbanos y en la región pampeana la proporción ascendía a casi el 38 por ciento. Entre las fechas mencionadas, los ocupados agrarios residentes en centros urbanos crecen tanto en términos absolutos como relativos. Y "de los 165.000 nuevos puestos de trabajo que hay entre 1980 y 1991, más del 85 % corresponde a mano de obra del sector pero que reside en centro urbanos" (Neiman, 2001; p 16).

Si bien esta tendencia a la urbanización de la fuerza de trabajo rural es más reciente que en los países desarrollados, ha sido comprobada también en varios países de América. En este sentido, refiriéndose a la situación de Uruguay dice Piñeiro: "La progresiva urbanización de los trabajadores rurales es un aspecto que tiene implicancias variadas. Con referencia a los trabajadores rurales que tenían residencia urbana, en 1962 cerca del 15% de los trabajadores rurales estaban en esta situación. Veinticinco años más tarde esta proporción se había elevado (al 30 %)" (Piñeiro, 1999; p 107). El autor agrega que en algunos departamentos esta proporción era mucho mayor y en este sentido menciona el caso de Paysandú, donde llega al 42 %. Estas jurisdicciones son las más ligadas al desarrollo agroindustrial. En el otro extremo, se ubican los departamentos en los que los trabajadores tienen más residencia rural y coinciden con los de mayor peso relativo de la ganadería. Situaciones muy similares se registran en la Argentina.

Las variaciones en el lugar de residencia de los ocupados en actividades agropecuarias guardan estrecha relación con características propias de la producción y con los cambios observados en las mismas y en la estructura de la ocupación. En efecto, la especificidad del medio agrario con sus ciclos estacionales de producción y, en consecuencia, de la realización de las tareas rurales como las de cosecha, que suelen ocupar mucha mano de obra cuando no están mecanizadas, implican movimientos espaciales de la fuerza de trabajo. A estos desplazamientos estacionales, se suman los cambios más o menos definitivos del lugar de residencia de los trabajadores rurales que, de acuerdo con la tendencia de las últimas décadas, se dirige en parte a los centros urbanos o a localidades próximas que, generalmente, están relacionadas con las áreas de producción agropecuaria.

Según Neiman estos cambios se relacionan con tres circunstancias que están ocurriendo en la dinámica social del agro: en primer lugar, "los cambios en las estructuras económicas nacionales, principalmente en lo que hace a la dinámica de los sectores de industria y servicios que, en las áreas rurales, llevaron a una nueva relación entre la agricultura y esos sectores, incluyendo una expansión de las ocupaciones rurales no agrícolas. Segundo, el balance entre capital y trabajo ha venido modificándose, lo cual, específicamente para el contexto rural de baja sindicalización, salarios más deprimidos y altos niveles de subempleo, ha provocado también una declinación del bienestar de la población rural. Tercero, se considera el carácter fragmentario y desigual del desarrollo que habría acrecentado las diferencias entre regiones agrarias, agregándose a las históricas diferencias rural-urbanas" (Neiman. 2001, p.14).

La primera razón incide más en el área pampeana por su tendencia a una modernización temprana y al empleo de capital de uso intensivo en la actividad, pero en otras regiones, como es el caso de la Patagonia, se relaciona más específicamente con la mayor demanda de los servicios sociales de salud y educación derivada de la creciente concentración de la población en centros urbanos y también en localidades de menos de 2000 habitantes, ubicadas en áreas agropecuarias.

El segundo aspecto considerado por Neiman es evidente en las actividades económicas de subsistencia, como es el caso de los minifundios agrícolas y ganaderos del norte de la Patagonia en los que las situaciones de subempleo, desempleo e ingresos magros resultan evidentes, mientras que las relaciones entre espacios de muy desigual desarrollo, resulta aplicable en el caso de los movimientos desde las áreas de meseta con ganadería extensiva a las de los oasis agrícolas de regadío, en expansión desde los años ochenta con fuerte inversión de capitales.

A nivel nacional y regional, en el sector agrario siguen produciéndose importantes procesos de diferenciación, con multiplicidad de actores y continua la redefinición de conflictos y alianzas. Así por ejemplo, los cambios hacia adelante en el "régimen agroalimentario", no se expresan forzosamente hacia atrás sobre las etapas primarias de producción. De modo que las presiones ejercidas por la globalización y competitividad se concretan sobre territorios específicos que ingresan en procesos de transición también singulares planteando nuevas relaciones entre el campo y la ciudad y entre el agro y la industria. En cualquier caso, lo que se encuentra son patrones de convergencia y divergencia que se derivan de los procesos y de las especificidades locales. (Neiman 2001).

No sólo las nuevas modalidades de producción modifican al sector agrario, algunas situaciones observadas en el sector derivan de las presiones generadas por la agudización de las crisis de los últimos años, que se traducen en la acentuación de la expulsión de excedentes de población desde las economías de subsistencia o desde las áreas de pequeñas explotaciones poco rentables, hacia las que se modernizan y benefician por el bajo costo de la tierra y por una importante oferta de mano de obra.
 

Ejemplificación con estudios de caso en el norte de la Patagonia. Valle Medio y Pilcaniyeu
 

Sobre los aspectos mencionados hemos estudiado algún ejemplo de caso en la provincia de Río Negro, más específicamente en el valle medio del Río Negro (que en adelante mencionaremos como Valle Medio), lugar en el que se analizaron efectos de la irrupción de capitales transnacionales y nacionales en la organización de actividades agrícolas intensivas en la aplicación de capital y tecnología y que son responsables de profundos cambios operados en lo espacial y en las relaciones de producción y trabajo. Desde el punto de vista metodológico este estudio estuvo basado en un trabajo de campo con aplicación de una encuesta por muestreo y con la complementación de entrevistas a informantes calificados del sector público y privado.
 

El caso del Valle Medio del Río Negro

"Desde el punto de vista económico los resultados más significativos de la irrupción de estos nuevos agentes de producción, se observan en la creciente concentración económica caracterizada por las marcadas diferencias entre los que logran permanecer o ingresar en el sistema productivo y los que son expulsados del mismo..." (Kloster y Steimbreger, 2001) En este ejemplo se corrobora lo expresado para el país en general, por Aparicio y Benencia en el sentido de que el crecimiento de la agricultura moderna y la constante incorporación de cambio técnico ha fortalecido un mercado laboral dominado por estrategias y formas de producción que privilegiaron la inversión y la multiplicación de la ganancia consolidando los patrones de desarrollo iniciados a mediados del siglo pasado.

Esta situación se traduce en las últimas décadas en la reducción del empleo de los trabajadores fijos y en el crecimiento del número de los empleados transitorios. Se reservan unos pocos puestos de trabajo permanentes para aquellos trabajadores que aseguran la realización de las tareas cotidianas y se apela al empleo transitorio para los trabajos intensivos en uso de mano de obra. Por otra parte se relocaliza la mano de obra, que siendo rural vive en centros urbanos (Aparicio y Benencia 1999).

Los autores mencionados comentan también que en el caso de la región pampeana la expansión agrícola acompañada por la incorporación de avanzada tecnología se tradujo en el descenso del aporte de trabajo de otros miembros de la familia. La fuerza de trabajo familiar disminuye quedando representada unicamente por el productor, es decir, por el jefe de familia. En el caso analizado en Valle Medio, la mano de obra familiar disminuye tanto por la salida de los miembros jóvenes de la familia, como por la del jefe, quien se radica en la localidad más próxima y se desempeña en el sector terciario o bien se convierte en asalariado de alguna gran empresa frutícola.

En lo sociodemográfico se advierte en los nuevos espacios de cultivo, la radicación de población en edades activas atraídas por la demanda de mano de obra para la etapa de sistematización y puesta en producción de los montes frutales. (Kloster y Steimbreger, 2001).
 
 

Cuadro 2
Evolución de la población en algunos municipios de Río Negro. 1991-2001
Municipio Población en 1991 Población en 2001 Diferen 
Total Varones Mujeres  Total Varones Mujeres cia %
S.C. de Bariloche 81.130 40.362 40768 93.167 45.599 47.568 +14.8
General Roca 70.380 34.759 35.621 78.252 38.520 39.732 +11.2
Cipolletti 67.756 33.442 34.314 74.866 36.784 38.082 +10.5
Viedma 40.452 19.704 20.748 46.923 22.809 24.114 +16
Choele Choel 8.969 4.475 4.494 9.780 4.866 4.914 + 9
Chimpay 2.127 1.124 1.003 3.984 2.074 1.910 +87.3
Cnel.Belisle 1.400 744 656 1.841 988 853 +31.5
Lamarque 6.071 3.105 2.965 7.803 3.964 3.839 +28.5
Pilcaniyeu 598 303  295 1.466 831 635 +145
Ñorquinco 2.346 1.311 1.035 2.070 1.173 904 -11.7
Fuente: Diario Río Negro. Diciembre 2001




Los valores del cuadro 2 permiten comparar la desigual variación en el crecimiento de la población entre los dos últimos censos en localidades de la provincia de Río Negro que interesa analizar (Chimpay, Coronel Belisle y Lamarque) localizadas en la denominada Línea Sur del Valle Medio y Pilcaniyeu. Se incluyen otras como San Carlos de Bariloche la más poblada de la provincia y las que le siguen en orden de importancia numérica (General Roca y Cipolletti en el Alto Valle del Río Negro), la capital provincial Viedma y otras como Choele Choel, también localizada en el Valle Medio del río Negro, pero no alcanzada por las inversiones recientes en la producción frutícola.

A simple vista, llama la atención la variación intercensal de la población de las localidades de Chimpay, Coronel Belisle y Lamarque cuyo crecimiento resulta notablemente superior al promedio provincial y al de las principales ciudades rionegrinas. Esta situación está íntimamente relacionada con la comentada expansión de la fruticultura y de otros cultivos el Valle Medio.

El mayor incremento demográfico, en valores absolutos, se dio en Chimpay y, como reconocen sus habitantes y autoridades, ese crecimiento es reflejo de la irrupción de capitales dirigidos a la expansión de la agricultura en zonas de riego, con la consiguiente creación de nuevos mercados de trabajo y de las estrategias de las empresas en lo que respecta al asentamiento de los trabajadores.

Si bien en Valle Medio existían explotaciones dedicadas a la fruticultura, éstas se caracterizaban por estar implantadas con monte tradicional poco denso y con variedades que actualmente tienen poco valor en el mercado. Estas condiciones sumadas a la escasa incorporación de tecnología y de capital derivaban en una baja productividad por unidad de superficie.

En las dos últimas décadas, importantes capitales de empresas nacionales y transnacionales, algunas de las cuales ya operaban en el Alto Valle (espacio tradicional de desarrollo de la fruticultura en el norte de Patagonia) y otros de origen extrafrutícola como los provenientes de empresas de construcción y mineras, se radicaron en Valle Medio luego de la adquisición de tierras de bajo costo ya que el valor de las mismas estaba relacionado con la adopción de políticas favorables a la desgravación impositiva por tratarse de tierras en zonas áridas que podían incoporarse a la producción agropecuaria.

La irrupción de capitales en Valle Medio se produjo desde los años ochenta como consecuencia de la vigencia de la Ley Nacional 22.211, de abril de 1980, ley de régimen promocional destinado a incrementar la producción agropecuaria en tierra rurales de baja productividad. Su aplicación permitía desgravar impuestos por un período de cinco a diez años según los casos (1).

A partir de los años noventa se define la participación efectiva de las empresas dedicadas a la producción frutícola en explotaciones de gran tamaño ya que la derogación de la Ley 22.211 en el marco de la política de desregulación económica nacional, se traduce en la venta de tierras por parte de quienes no estaban dispuestos a invertir en esta producción, a las grandes empresas con fuerte inversión de capital que por estas nuevas adquisiciones aumentaron la concentración de tierras y esta expansión contribuyó a cambiar la fisonomía del lugar.

Las explotaciones de algunos cientos o varios miles de hectáreas debieron ser sistematizadas con la realización de tareas de desmonte, nivelación de la tierra, construcción o adaptación de la infraestructura de riego y drenaje antes de la incorporación de las plantaciones de frutales.

El proceso desarrollado para poner en producción miles de hectáreas con cultivos intensivos se caracterizó por la ocupación también intensiva de mano de obra, tanto en las etapas iniciales del ordenamiento espacial que se realizó por tramos y que solía incorporar unas 50 hectáreas por año y por explotación, como posteriormente, para las tareas culturales de las plantaciones.

Como era necesario esperar como mínimo tres años para obtener las primeras cosechas se introdujeron cultivos de bajo costo de producción como es el caso de la cebolla que una de las empresas exportaba a granel a Italia y se intensificó el cultivo del tomate para la industria, que ya se producía en la zona. Estos cultivos anuales ayudaron a retener parte de la mano de obra temporaria en el lugar.

A la mano de obra local, se sumó la proveniente de otros lugares de la provincia de Río Negro, como así también de otras provincias y fue así como las localidades de Valle Medio donde ocurrían estos cambios económicos comenzaron a crecer más rápidamente en número de habitantes.

Según datos de la encuesta que realizamos en Chimpay en 1999, casi la mitad de la población había nacido en un lugar distinto al de la localidad y se reconocía que la existencia de algunos barrios como los llamados "31 Viviendas" y "86 Viviendas" era producto de la radicación de familias que llegaron para trabajar en fruticultura. En otros barrios, surgidos más espontáneamente (no correspondían a planes de viviendas de origen estatal) se reconocía la misma causa para su origen. "Parte de la gente que viene a trabajar en temporada se queda a vivir" comentaban los encuestados y efectivamente el 47 por ciento de la población inmigrante entrevistada en la localidad llegó a partir de 1991 en coincidencia con la radicación de las grandes empresas.

En coincidencia con lo dicho anteriormente, en tres barrios de la localidad, más del 50 y hasta más del 60 por ciento de los ocupados encuestados trabajaba en el sector primario en tareas agrícolas y la mayor parte de ellos eran peones rurales. (Kloster y Steimbreger, 2001).
 
 

Cuadro 3
Chimpay. Personal empleado en actividades agropecuarias. 1999
Actividad de los ocupados en el agro
Cantidad de 
Ocupados según 
Actividad
Porcentaje de 
Ocupados según 
Actividad
Peón Rural
86
71.7
Tractorista
20
16.7
Capataz
12
10.0
Encargado de chacra
1
0.8
Jefe de Cuadrilla
1
0.8
     
TOTALES
120
100.0
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la encuesta realizada en octubre de 1999.

En el cuadro 3, se registran los valores de los ocupados en trabajos agropecuarios que en el momento de la encuesta representaban al 35 por ciento del total de la población económicamente activa. Entre ellos se destaca el valor correspondiente a los peones rurales que en esa fecha eran casi el 72 por ciento del total de los trabajadores rurales. Le seguían en orden de importancia los tractoristas, capataces y otras actividades que estaban escasamente representadas.

Cabe recordar que a mediados de octubre, fecha de realización de la encuesta, ya se habían realizado diversas tareas temporarias, algunas especializadas como la poda y el raleo y otras no tan calificadas como la limpieza de canales y acequias de riego o la reparación de cercos. Asimismo se estaba lejos del momento de máxima ocupación de mano de obra coincidente con la cosecha de la fruta que se inicia a fines de diciembre o principios de enero.

En relación con las características demográficas de sus habitantes y en coincidencia con los nuevos arribos de personas para trabajar en el agro, la estructura por sexos de la población de las localidades de Chimpay, Lamarque y Coronel Belisle revela el predominio de los varones sobre las mujeres y una mayor proporción de los grupos de edades activas jóvenes (son más numerosos los grupos de 25-29 y 35-39 años en el caso de los varones y de 35-39 en el caso de las mujeres).

Respecto al origen de los migrantes, la mayor parte de los que se radicaron en Chimpay desde 1991 procedía de algún otro lugar de la provincia de Río Negro y, en el caso de los procedentes del Alto Valle, la mayor parte de ellos tenía experiencia previa en tareas relacionadas con la fruticultura por haber trabajado en esas actividades en el lugar de procedencia. Cabe acotar que Chimpay tiene escasa población extranjera. Varios chilenos detectados en las encuestas llegaron hace tiempo al país y, además, registran otras residencias previas en las provincias de Río Negro o Neuquén.

En relación con estos arribos recientes es importante destacar las estrategias de las empresas en lo que atañe al asentamiento de la mano de obra. En este caso parece existir una predilección por su localización en Chimpay, donde se construyeron nuevos barrios por iniciativa del estado provincial para trabajadores de ese municipio. Desde esta localidad diariamente se produce el traslado de personal en transportes colectivos a un establecimiento frutícola localizado en Coronel Belisle. Se trata en general de mano de obra con escasa calificación y que por la falta de otras fuentes de trabajo alternativas en la localidad y áreas vecinas, se mantiene "cautiva" de las grandes empresas a pesar de los bajos salarios percibidos.

Otra consecuencia de la radicación de las grandes empresas es el ya comentado incremento de los trabajadores asalariados y el decrecimiento absoluto y relativo de trabajadores familiares. Esta situación está asociada con el abandono de las pequeñas y hasta las medianas explotaciones que no pueden competir con las grandes empresas, ni por la calidad, ni por el valor de sus producciones. Los propietarios de estas explotaciones de baja rentabilidad, se radican en el núcleo urbano del municipio y se ocupan en tareas del sector terciario o como asalariados de las grandes empresas.

Por otra parte y al igual que ocurre en otras regiones del país donde según Murmis un tercio de los titulares de explotaciones agropecuarias pobres tiene otra actividad (Murmis, 1996), en Valle Medio también se registra el fenómeno del incremento de la ocupación múltiple. Esto ocurre más frecuentemente entre los productores de las pequeñas y hasta de las medianas explotaciones que siguen siendo titulares de las mismas y aún cuando trabajan en las mismas tienen otro trabajo permanente o transitorio en el sector servicios o en otra explotación agropecuaria.

Respecto a los vínculos laborales entre empleadores-trabajadores es necesario mencionar el papel del Estado, tanto a nivel municipal como provincial. Decimos esto porque es el estado quien se hace cargo de la construcción de viviendas en nuevos barrios para la población creciente y quien desarrolla programas asistenciales tendientes a paliar los efectos del desempleo, especialmente porque las actividades del agro son marcadamente estacionales.

La situación mencionada es muy evidente en el área de Valle Medio donde el municipio y la provincia deben proveer no sólo los servicios sociales, sino que también se hacen cargo de la extensión de la infraestructura para la provisión de agua corriente, gas y electricidad a los nuevos barrios y al sector rural. Estas inversiones no se recuperan a nivel municipal con contribuciones tributarias de las grandes empresas por la localización "extramunicipal" de las mismas.

Por otra parte, si bien aumentó el número de puestos de trabajo en el sector agropecuario dicen en Chimpay, que se han "achatado" los niveles salariales de la región y esta característica sumada al predominio del trabajo temporario contribuye a precarizar la situación laboral. A la hora de pagar los impuestos municipales, los magros ingresos no alcanzan para su cancelación.

A pesar de la magra recaudación fiscal, desde el municipio y con ayuda de aportes provinciales y nacionales se procura atender las necesidades de los desocupados por lo que decimos que el Estado aparece como proveedor de mano de obra estacional subsidiada para las explotaciones altamente demandantes de trabajo estacional. (Kloster y Steimbreger, 2001).
 

El ejemplo de Pilcaniyeu en la Línea Sur de la provincia de Río Negro

Otro ejemplo relacionado con la pérdida y redistribución de población activa rural es el de la localidad de Pilcaniyeu, que como revelan los valores del cuadro dos es el núcleo de población de mayor variación positiva entre 1991 y el 2001 en la provincia de Río Negro y que, como se comentó, es centro de servicios de un área de ganadería extensiva. Este es otro de los casos de concentración de personas en poblados, en este caso, con más características rurales que urbanas (ni por el número de habitantes se puede definir como núcleo urbano) que contribuye al vaciamiento poblacional de áreas muy escasamente pobladas.

Se trata de un área con actividades ganaderas muy extensivas y, en general con predominio de productores que desarrollan economías de subsistencia. Los trabajadores, desarrollan en los campos de la zona principalmente tareas de esquila y marcación de ganado y, muchos de ellos se trasladan en contraestación a las áreas de fruticultura (Alto Valle y Valle Medio) para ofrecer su mano de obra en tareas también estacionales.

Históricamente la Línea Sur, donde se localiza Pilcaniyeu, ha sido territorio expulsor del excedente de mano de obra proveniente de los minifundios, debido a que en los mismos faltan oportunidades de trabajo especialmente para los jóvenes y en particular para las mujeres al igual que ocurre en las zonas ganaderas del centro y norte de la provincia vecina del Neuquén. En los últimos años además de los movimientos temporarios que se desplazan desde las áreas ganaderas a los oasis de riego para realizar tareas de cosecha, se intensifica el proceso de concentración en parajes y/o localidades próximas, lugares donde la desocupación es el dato más frecuente en tiempos de "ocio" del campo y chacras.

En las áreas de población aglomerada además de la existencia de los sectores "refugio" para trabajadores poco calificados (para las mujeres son las actividades de servicio doméstico y para el hombre las tareas relacionadas con la construcción y los hornos de ladrillos realizadas en gran medida sin beneficios sociales), el Estado ya sea a nivel provincial o municipal, es el agente que más contribuye a encubrir las situaciones de pobreza y desempleo.

A veces su rol es el de empleador de esa mano de obra ociosa que se ocupa como personal policial, o de maestranza en la municipalidad o en el hospital, o son porteros y cocineras en escuelas. También distribuye cajas o bolsones de alimentos entre los más necesitados y/o subsidios entre desempleados, que generalmente son de 150 pesos y por períodos de tres a cinco meses. Otra situación común es la concesión de "pensiones graciables" de 100 pesos a discapacitados y personas de edad avanzada que no pueden trabajar.

Los que continúan ocupados en el sector rural ganadero se desplazan desde el núcleo de población concentrada al medio rural para la realización de trabajos temporarios de baja remuneración. Por ejemplo como peón para tareas generales o para la aplicación de baños antisárnicos puede ganar de 10 a 15 pesos por jornal. Para tareas de esquila a tijera percibe entre 0.5 y 0.8 pesos por cabeza y si la misma tarea es realizada a máquina un trabajador de la esquila puede percibir entre 0.3 y 0.4 pesos por cabeza. (Madariaga, 2001).

Con los niveles de remuneración mencionados no se puede generar capacidad de ahorro para sobrevivir en las épocas de "ocio" del campo. Por esta razón, persisten los desplazamientos hacia otros lugares de la provincia, entre los que cabe mencionar el Alto Valle, Valle Medio, la cercana Bariloche y la capital provincial.

Las migraciones estacionales con el tiempo suelen transformarse en permanentes ya sea por motivos laborales, o educativos y/o familiares. Esta última causa es más frecuente entre las mujeres y se relaciona con situaciones de casamiento.

Una encuesta realizada a familias de la localidad de Comallo, cercana a Pilcaniyeu, revela que de los emigrados, el 43 por ciento lo hizo de forma permanente y los bajos salarios percibidos no permiten hablar de remesas que podrían mejorar la situación de parte de la familia que no emigró (Madariaga, 2001).

Los desequilibrios regionales que derivan del estado de crisis en el que se encuentran inmersas algunas actividades económicas y las diferencias de desarrollo entre distintos espacios estructuran mercados regionales de trabajo agropecuario. Lo hacen por un lado, concentrando población en las áreas de potencialidad productiva y por otro, relacionando a estas últimas con los bolsones de baja productividad a través de los desplazamientos temporarios o más o menos definitivos de los trabajadores.

Finalmente ocurren otros cambios relacionados con la extensión temporal del trabajo y con el incremento de la pluriactividad. En efecto, la situación derivada de las relaciones espaciales entre áreas con diferente potencial de empleo contribuye a la reducción del volumen de los trabajadores fijos y al crecimiento de los empleados transitorios.

En este sentido, en las áreas estudiadas en el norte de la Patagonia, se comprueba que las empresas agrícolas ocupan menor cantidad de trabajadores permanentes (los más polivalentes y calificados) y, al mismo tiempo, aumenta la demanda de trabajadores transitorios con bajo o nulo nivel de calificación fácilmente contratables o disponibles, hecho que redunda en la precarización del empleo.
 

Conclusiones

Tal como se indica en numerosos estudios realizados en nuestro país, y a partir de los ejemplos de caso desarrollados en el presente trabajo, podemos afirmar que la PEA rural está cambiando en varios aspectos, tanto en aquellos relacionados con su distribución como con los relacionados con su estructura. Estos cambios son similares a los que ocurren en otras naciones de América Latina como se demuestra en los trebajos realizados en este sentido.

En el primer aspecto, los desplazamientos de una proporción creciente de la PEA rural, ya sea entre áreas diferentes y más o menos distantes entre sí, como los que se producen desde el medio rural al urbano (y que, en gran medida concluyen en cambios más o menos definitivos del lugar de residencia), son consecuencia tanto de la existencia de procesos de modernización de las actividades agropecuarias, como de situaciones de graves crisis en el campo.

Para conocer mejor el comportamiento de la PEA rural, en lo relacionado con los efectos del cambio de lugar de residencia, como en el creciente proceso de externalización de gran parte de las tareas, antes realizadas por el productor y su personal, sería muy provechoso complementar las fuentes de información sobre el empleo en áreas urbanas, con las que indagan sobre el empleo en zonas rurales, es decir, complementar, al menos, el uso de los Censos de Población con los Agropecuarios. Asimismo, en razón de que los vínculos entre lo rural y lo urbano se tornan más complejos, se acentúa la necesidad del conocimiento y tratamiento de modo más integral del espacio urbano-rural.

De hecho, en Argentina, de cada diez nuevos trabajadores rurales, ocho residen en centros urbanos o lugares con características rurales pero de población concentrada, situación que, como se comentó, se traduce en lo espacial, tanto en el crecimiento de estos nuevos "mercados de trabajo" como en un mayor despoblamiento de los espacios de producción agropecuaria de baja productividad ya escasamente poblados. A nivel del país el empleo no rural, principalmente el relacionado con actividades de servicios, no alcanza a contrarrestar las tendencias decrecientes del empleo agrario en estas áreas y esta característica es más evidente en el espacio patagónico estudiado.

La dinámica del mercado de trabajo rural favorece la segmentación entre el grupo, cada vez más restringido, de los trabajadores rurales permanentes más calificados, generalmente varones y con beneficios sociales y garantías laborales y la gran masa de trabajadores temporarios que realiza las tareas menos calificadas y, en consecuencia, de baja retribución. Su bajo costo guarda relación con la falta de generación de empleos en las actividades de industrias y servicios.

Sintetizando podemos afirmar que existe un incremento de la precariedad laboral rural y entre las causas que contribuyen a ello se pueden mencionar: 1) la discontinuidad del trabajo, que afecta y aumenta desde la década de 1980 a toda América Latina, no siendo nuestro país una excepción. Así pues, el trabajo transitorio implica períodos de desempleo o subempleo, 2) el escaso monto de los ingresos percibidos, 3) las deficientes condiciones de la cobertura social y de los aportes previsionales de una gran proporción de los trabajadores rurales, 4) las características precarias de los lugares de alojamiento en las áreas de trabajo temporario, 5) la aparición del empleo en negro, clandestino, es decir, el trabajo no registrado. Por la suma de estas circunstancias y tal como afirma Murmis, la precariedad se convierte en norma y las condiciones de trabajo "negras" se aceptan y acaban convirtiéndose en definitivas por la aceptación de las mismas. (Murmis, 1995)
 

Notas

(1) La ley conocida como "Régimen Promocional destinado a incrementar la producción agropecuaria en tierras de baja productividad" también preveía estas exenciones para quienes invirtieran en áreas de frontera o en tierras patagónicas, espacios agrarios donde la aplicación de tecnología pudiera mejorar la utilización del recurso natural. Los beneficios impositivos implicaban la deducción del monto imponible en el impuesto a las ganancias, exención del impuesto sobre el capital de las empresas y al patrimonio neto o de los impuestos que los complementen o sustituyan. (Kloster y Steimbreger, 2001).
 

Bibliografía

APARICIO, S; BENENCIA R. Empleo rural en la Argentina. Viejos y nuevos actores sociales en el mercado de trabajo. In Empleo Rural en tiempos de flexibilidad. Buenos Aires. Editorial La Colmena. 1999.

ELIZALDE, M.L; KLIMSZA, C; POK C. La medición del empleo rural: viejos y nuevos interrogantes. In Empleo Rural en tiempos de flexibilidad.. Buenos Aires. Editorial La Colmena. 1999.

KLOSTER, E. E. STEIMBREGER, N.; RADONICH, M.; KREITER, A; VECCHIA, T; Redistribución y movilidad territorial de la población en el oeste neuquino. Informe final. Neuquén: Universidad Nacional del Comahue, 1995. Inédito.

KLOSTER, E. E., STEIMBREGER, N. Empresas y territorio. Impacto en el trabajo agrario a partir de un estudio de caso. In V Congreso de Estudios de Trabajo. Buenos Aires: Asociación de Especialistas de Estudios del Trabajo, 2001. En soporte CD.

MADARIAGA, M. C. Estructura agraria de la cuenca del arroyo Comallo. Río Negro. In Tercer Encuentro Internacional Humboldt, Salta, Octubre 2001.

MURMIS, M. Pobreza rural: datos recientes y diversidad de situaciones ocupacionales. Buenos Aires: PROINDER; SAPYA, 1996.

NEIMAN, G., BARDOMAS, S. Continuidad y cambio en la ocupación agropecuaria y rural de la Argentina. In: NEIMAN, G. (Comp.) Trabajo de campo. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, 2001

PIÑEIRO, Diego. E. Trabajadores rurales y flexibilización laboral. El caso de Uruguay. In Empleo Rural en tiempos de flexibilidad. Buenos Aires: Editorial La Colmena, 1999

REBORATTI, C. El éxodo rural 1930-1970. Polémica. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1972, núm. 97
 

© Copyright Elba Eleonora Kloster, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

KLOSTER, E.E. Cambios en las características de la población rural económicamente activa en el norte de la Patagonia. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (42), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-42.htm


Menú principal