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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (52), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

LA OCUPACIÓN LABORAL EN EL CENTRO HISTÓRICO DE BARCELONA: LOS RESIDENTES DE LA CALLE DE LA CERA

Ma Alba Sargatal
Universidad de Barcelona


La ocupación laboral en el centro histórico de Barcelona: los residentes de la calle de la Cera (Resumen)

Las distintas categorías laborales de los trabajadores se reflejan en la diferenciación socioeconómica del espacio residencial urbano. Los ocupados en trabajos de baja cualificación han sido los residentes tradicionales de los centros históricos degradados. Sin embargo, el proceso de gentrificación que se da desde las últimas tres décadas conlleva la presencia de trabajadores cualificados en estos centros. En el centro histórico de Barcelona, el barrio del Raval creció gracias a la inmigración al industrializarse la ciudad. Las actividades de los residentes en una de sus calles en 1930 eran las propias de un barrio obrero. Las ocupaciones de los residentes actuales son diversas y reflejan distintos niveles de cualificación, pero el incipiente proceso de gentrificación de la calle no permite considerar la presencia significativa de profesionales cualificados, protagonistas de este proceso.

Palabras clave: barrio obrero, centro histórico, inmigración, gentrificación


The employment in the historical center of Barcelona: the residents of la Cera street (Abstract)

The different labour categories are reflected in the social and economical differentiation of the urban residential space. People employed in low-qualified jobs have been the traditional residents of the downgraded historical centers. Howewer, the gentrification process taking place in these centers since the three last decades involves the presence of qualified workers. In the historical center of Barcelona, the neighbourhood called el Raval grew by the inmigration, when the city was getting industrialised. The residents’ employment in one of its streets was characteristic of a working-class neighbourhood in 1930. The present-day employment is varied and it reflects different qualification levels, but the incipient gentrification process in the street doesn’t allow to consider a significative presence of qualified professionals, the protagonists of this process.

Key words: working-class neighbourhood, historical center, inmigration, gentrification


La actividad laboral de los residentes de los centros históricos refleja las diferentes funciones sociales y económicas que estas áreas urbanas han desempeñado a lo largo del tiempo. Los centros se han erigido en símbolos del poder urbano, ya que han albergado a las principales instituciones y han sido lugar de residencia de las élites, pero también en buena parte han constituido áreas de asentamiento de la clase obrera, localizada en las zonas de los centros más abandonadas por las políticas urbanas.

En Barcelona, el actual barrio del Raval, antiguo arrabal de la ciudad que pasó a formar parte del centro urbano, creció como barrio obrero desde el siglo XVIII, al iniciarse la industrialización de la ciudad. Su carácter popular se acentuó a partir del siglo XIX, al consolidarse la llegada de inmigrantes que habrían de satisfacer las necesidades de mano de obra que la industria y la construcción requerían. El Raval sigue recibiendo inmigrantes y mantiene aún su carácter popular; sin embargo, desde finales de los años 80 las políticas urbanas han impulsado la rehabilitación del centro histórico y han fomentado la ocupación residencial de ciertos sectores del barrio por parte de las clases medias, cuyas profesiones son cualificadas. Este último proceso se considera como gentrificación.

El estudio de una calle del Raval, en dos momentos en el tiempo, nos sitúa ante la complejidad de situaciones de sus residentes desde el punto de vista laboral y social. En 1930 la población era mayoritariamente obrera y procedía de toda España. Actualmente, el trabajo de numerosos residentes de la calle sigue requiriendo poca especialización, pero los perfiles laborales y sociales de sus habitantes son complejos. La procedencia de la gente es variada; en ella residen inmigrantes de fuera de España y población autóctona. Aunque de manera muy incipiente, la calle experimenta aparentemente cierta gentrificación, dada la presencia de viviendas destinadas a residentes con bastante poder adquisitivo.
 

Complejidad funcional y laboral en los centros urbanos

Las clases populares han residido tradicionalmente en los espacios urbanos más desfavorecidos, ya sea alrededor de los centros administrativos - en áreas con función industrial y residencial obrera -, en áreas centrales que las élites del poder abandonaron para trasladar su residencia a zonas de nueva urbanización, o en suburbios. La ocupación de estas áreas ha sido protagonizada sobre todo por la población inmigrante (1).

En el caso de Barcelona, el carácter de los distintos barrios de la ciudad en 1930 y el perfil social, laboral y cultural de sus habitantes están analizados en la obra Barcelona 1930. Un atlas social. Los datos proceden del padrón de habitantes de aquel año y su tratamiento estadístico refleja con exactitud la realidad social y económica de entonces, protagonizada por gente venida de toda España (2). En esta línea, los distintos sectores del centro histórico de Barcelona han sido estudiados con rigor por Mercè Tatjer, a partir de información desagregada como el padrón antes citado y los anuarios estadísticos de la ciudad. En "Els barris obrers del centre històric de Barcelona" ofrece una visión muy documentada sobre los habitantes del centro de la ciudad, desde el punto de vista social, cultural y laboral, a lo largo del primer tercio del siglo XX. La autora ha realizado estudios centrados en el barrio obrero de la Barceloneta, perteneciente al centro histórico; a menor escala, existe un trabajo sobre una calle de este barrio, basado en la explotación de los datos del padrón antes citado (3).

La actual situación social y laboral de los habitantes de los centros históricos es compleja. En parte siguen recibiendo inmigrantes, ahora procedentes en su mayoría del extranjero. Sin embargo, desde los años 70 se constata otro proceso de llegada de población a los centros históricos de las ciudades del mundo desarrollado, conocido como gentrificación (4). Por gentrificación se entiende la ocupación residencial de los centros urbanos más o menos degradados por parte de las clases altas y medias. Las ocupaciones laborales de estos grupos son cualificadas, con lo que difieren bastante de las de los habitantes tradicionales de estos centros. La presencia de distintos mercados de trabajo, el de las clases populares y el de los protagonistas de la gentrificación, implica distinta demanda de la vivienda (5).

La presencia simultánea de los fenómenos de inmigración y gentrificación en un mismo espacio urbano es estudiada por U. Martínez Veiga, quien compara la situación de algunas ciudades europeas con la de Barcelona y Madrid. El autor constata que los inmigrantes jóvenes se instalan a su llegada en los centros urbanos degradados, donde se encuentran las únicas viviendas a las que pueden acceder económicamente. Sus residencias están cerca de sus puestos de trabajo, que en general son de poca cualificación y están localizados en los centros urbanos. El grupo de los protagonistas de la gentrificación comparte con los inmigrantes el mismo espacio central, pero no el mismo mercado de la vivienda ni del trabajo (6).

En el caso concreto de Barcelona, M. Aramburu estudia la presencia simultánea en el Raval de gentrificadores, de población autóctona del barrio y de inmigrantes (7). Por otro lado, F. Magrinyà y G. Maza consideran que en el centro de Barcelona existen guetos y dualidad social y cultural, propiciados por la insuficiencia de los instrumentos de planificación urbanística vigentes (8).
 

Funciones tradicionales y funciones nuevas en el centro de Barcelona

El antiguo arrabal de la ciudad, el actual barrio del Raval, era una zona de huertos, de edificios religiosos y de servicios a la ciudad –hospitales, centros asistenciales - hasta su industrialización, en el siglo XVIII. El sector textil fue el más importante. Para cubrir las necesidades de mano de obra, llegó una primera oleada de inmigrantes, procedente en su mayoría del resto de Cataluña. El barrio creció con función industrial y residencial obrera. Se densificó notablemente, sobre todo teniendo en cuenta que hasta 1859 la muralla que rodeaba la ciudad permaneció en pie, de modo que constreñía el crecimiento. A partir de ese momento se inició la expansión urbana e industrial fuera del núcleo urbano. Sin embargo, el Raval siguió siendo un barrio residencial obrero y receptor de inmigrantes.

Durante las primeras décadas del siglo XX, no sólo la industria –entonces ya más diversificada, a pesar del predominio del sector textil- absorbía la mano de obra en Barcelona, sino que también era necesaria para llevar a cabo numerosas obras públicas de notable envergadura en la ciudad. La Exposición Universal de 1929 y la urbanización de las zonas anexas, las obras de la avenida Diagonal y la plaza Cataluña, la construcción del ferrocarril metropolitano, por citar algunos ejemplos, atrajeron a un importante contingente de mano de obra procedente de fuera de Cataluña; el Raval acogió buena parte de esta inmigración, además de los suburbios que ya habían empezado a formarse. A. Balcells expone que "la demanda de peonaje para las obras públicas de Barcelona coincidía con el descenso, desde principios de siglo, de la natalidad en Cataluña – la más baja de España – y con la crisis minera que en esta época sufrían Almería y Murcia, que eran las regiones que en los años veinte dieron un mayor contingente de emigrantes a Cataluña" (9). Sin embargo, el origen de los inmigrantes residentes en el centro histórico de Barcelona era muy diverso, de manera que constituía un auténtico crisol de las tierras españolas (10).

En 1930, la población del barrio del Raval era de 107.889 habitantes y su densidad alcanzaba los 103.060 hab/km2. El barrio ya no era la sede industrial que había sido, a pesar de que se mantenían en él actividades industriales y edificios que habían albergado industrias. Sin embargo, seguía teniendo función residencial obrera. Entonces empeoró la situación de los obreros; las obras públicas, llevadas a cabo prácticamente de manera simultánea, liberaron a una gran cantidad de mano de obra al terminarse, hecho que aumentó las cifras de paro. La crisis mundial de la economía se dejó notar en los años 30, en medio de una situación de hacinamiento en muchos sectores del centro histórico. La inmigración se redujo; la situación laboral de los obreros era precaria: la seguridad social estaba en una fase incipiente y prácticamente no se aplicaba el llamado subsidio de retiro obrero, a pesar de estar vigente. El terreno estaba abonado para la lucha social y el movimiento obrero, que tuvieron gran repercusión en el centro de Barcelona (11).

El barrio del Raval ha seguido manteniendo su carácter popular a lo largo del siglo XX. En la actualidad residen en él 37.911 personas; lejos quedan los más de 100.000 habitantes de los años 30. Del barrio ha emigrado gente, quien ha podido y ha querido, en busca de mejores condiciones de vivienda y de entorno, lejos de la degradación que en parte ha sufrido y aún sufre. Actualmente, la realidad social y laboral de sus habitantes es compleja. Por un lado, en el barrio hay residentes que han nacido allí, fueran o no inmigrantes sus antepasados; por otro, en el barrio vive población inmigrante procedente mayoritariamente de los llamados países en vías de desarrollo; finalmente, desde hace aproximadamente una década el Raval atrae a parte de las clases medias de fuera del barrio, que trasladan allí su vivienda.

Aparte de la inmigración no registrada, en el Raval residen actualmente 12.765 personas de nacionalidad extranjera, que representan el 36,2 por ciento de la población del barrio. Las cifras oficiales muestran que los cuatro colectivos de inmigrantes extranjeros más numerosos del barrio son el de pakistaníes, con 2.696 habitantes censados en enero de 2002, el de filipinos, con 2.153, el de marroquíes, con 1.803 habitantes y el de ecuatorianos, con 1.353 (12). Los trabajos de estos colectivos forman parte básicamente del sector de los servicios.

En Barcelona, durante los años 80 se promovió la rehabilitación y la renovación urbanística del centro histórico, promoción que fue impulsada especialmente a partir de los años 90, aprovechando las obras de mejora de la ciudad para los Juegos Olímpicos de 1992. El barrio del Raval empezó a ser objeto de varias intervenciones. El impulso institucional a la renovación inmobiliaria ha fomentado la inversión privada. La renovación ha ejercido de reclamo para un sector de las clases medias, constituido fundamentalmente por jóvenes que ejercen profesiones cualificadas, que han optado por irse a vivir al centro de la ciudad. A pesar de que los estudios consideran este fenómeno como gentrificación, creemos que las particularidades del modelo de Barcelona se adaptan parcialmente al concepto (13).
 

El trabajo en una calle del centro histórico. La ocupación laboral en 1930

La calle de la Cera está situada en el sector occidental del Raval. Su nombre procede de un antiguo establecimiento de blanqueo de cera que existía en la calle.

La elección esta calle de la Cera para el estudio se debe a la variedad actual de procedencias y de perfiles personales de sus residentes, que implica diversidad de situaciones y actividades laborales.

Para la obtención de los datos de 1930, hemos consultado el padrón de habitantes de aquel año. El documento contiene la relación de viviendas, sus propietarios y el lugar de residencia de éstos, las edades de los residentes en las viviendas, el estado civil, las relaciones de parentesco, la ocupación, la procedencia y los años de residencia de cada uno en Barcelona. También figura la actividad económica de los establecimientos.

En 1930 había en la calle 57 números, al igual que ahora. Los edificios tenían unos cinco pisos de altura, aunque el número de puertas por piso era variable. Hemos contabilizado 1.574 habitantes en total, cuya distribución por edades figura en el cuadro 1.
 
 

Cuadro 1
Distribución por edades de los residentes de la calle de la Cera, 1930
Grupos de edades Población Porcentaje sobre el total
Jóvenes (0-14 años)  332 21,09
Adultos (15-64 años) 1169 74,27
Viejos (65 y más años) 73 4,64
Total 1574 100
Fuente: elaboración propia a partir de los datos del padrón de habitantes de 1930.


Del anterior cuadro destacamos el hecho de que casi tres cuartas partes de los residentes constituían el grupo de adultos, dada la importante presencia de inmigrantes en edad de trabajar. En cambio, el grupo de población vieja estaba escasamente representado; en él, solamente siete personas superaban los 80 años

Para analizar los datos, hemos clasificado la población en activa e inactiva. En el cuadro  2 figuran las actividades de la población inactiva.
 
 

Cuadro 2
Población inactiva de la calle de la Cera, 1930
Grupos Población Porcentaje sobre el total de población inactiva
Niños sin escolarizar 151 17,34
Niños escolarizados 161 18,48
Estudiantes 6 0,69
Trabajo doméstico en la casa, "sus labores" 482 55,34
Sin profesión 8 0,69
No se especifica profesión 28 0,92
Jubilados (constando como tales) 35 3,21
Total inactivos 871 4,02
Fuente: elaboración propia a partir de los datos del padrón de habitantes de 1930.


El grupo de niños sin escolarizar corresponde a los que no tenían la edad suficiente para asistir a la escuela, aunque en algún caso se trata de niños que por su edad hubieran debido estar escolarizados. El límite superior de edad del grupo de escolares son los 13 años; solamente cinco niños de 14 años están incluidos en este grupo, ya que el resto trabajaba.

Más de la mitad de la población considerada como inactiva declaró en el padrón dedicarse a sus labores- las tareas del hogar-, desempeñadas por mujeres. Consideramos que esta cifra refleja la realidad cotidiana, aunque pudiera esconder algún caso de economía sumergida. Cabe recordar que el sector textil, muy implantado en aquel sector, tradicionalmente se ha prestado a este tipo de economía, al emplear sobre todo a mujeres a tiempo parcial trabajando en el domicilio.

Puede ser que la población en edad laboral que figura explícitamente en el padrón como sin profesión, y tal vez los casos en que no figura profesión, estuvieran en situación de paro laboral. No podemos confirmar este dato porque este concepto no figura en el recuento.

En el padrón solamente 35 personas constan como retiradas del mundo laboral, incluyendo a imposibilitados. En este sentido, esta cantidad contrasta con las 73 personas mayores de 65 años. Esto se debe a que nos hemos ceñido a los datos del padrón: hay mujeres que, a pesar de tener más de 65 años, siguen figurando como ocupadas en las tareas domésticas. Creemos que en este caso hay que hacer constar la dedicación tal como figura en el recuento, ya que así se ajusta más a la realidad.

Las ocupaciones de la población activa se detallan en el cuadro 3. No las hemos agrupado por sectores de producción, no sólo porque en algunos casos es difícil la clasificación, sino también para ofrecer mayor detalle.
 
 

Cuadro 3
Actividades de la población activa de la calle de la Cera, 1930
Actividad Población Porcentaje sobre el total de población activa
Jornaleros 327 46,51
Agricultores y vaqueros 3 0,43
Aprendices 25 3,56
Industria 91 12,94
Construcción  30 4,27
Transportes 7 0,99
Empleados (sin especificar) 15 2,13
Servicios 154 21,91
Escribientes(administración) 6 0,85
Ejército y fuerzas del orden 7 0,99
Artistas 8 1,14
Maestros 4 0,57
Escritura ilegible 26 3,70
Total activos 703 100
Fuente: elaboración propia a partir de los datos del padrón de habitantes de 1930


El grupo de jornaleros ocupa a casi la mitad de la población activa. Está protagonizado básicamente por hombres, pero incluye también a mujeres, en su mayoría jóvenes. Por jornalero entendemos aquel que cobra según las jornadas trabajadas, cualquiera que fuera la ocupación. Se trata de una denominación muy al uso en la época, a pesar de que no permite discernir el sector de actividad en que se trabaja. Los puestos de trabajo de jornalero requieren baja especialización y cualificación, y su condición supone inestabilidad y precariedad laboral. Por lo tanto, este grupo es muy sensible a los vaivenes de la economía. La actividad de jornalero estaba muy presente en el centro histórico de la ciudad en 1930 (14). El grupo de aprendices y el de empleados son también difíciles de ubicar por el hecho de que con frecuencia no figura el tipo de trabajo que realizan, pero se trata de grupos mucho más reducidos. Sin embargo, el grupo de aprendices debería inscribirse más bien en el sector de la industria, ya que cuando en el padrón figura el oficio que se aprende, éste pertenece a dicho sector. El grupo de empleados es más afín al sector de los servicios por la misma razón.

A pesar de su escasa importancia cuantitativa, cabe destacar la presencia de actividades relacionadas con el sector primario. En Barcelona se mantuvieron actividades económicas de este tipo hasta bien entrado el siglo XX, para satisfacer un consumo reducido, como las lecherías que se abastecían de las propias vacas.

La ocupación en la industria es relativamente baja, sobre todo si se tiene en cuenta que el barrio aún mantenía cierto carácter industrial. Muchas de las actividades son más bien de tipo manufacturero. Los ocupados que especifican la actividad industrial que realizan trabajan en distintos ramos, todos ellos representativos de las actividades del Raval de entonces. Por la cantidad de empleados, 29 en total, destaca la industria del vestido –sastres, modistas, etc.- y la del calzado, con 10 empleados; el sector textil estaba muy implantado en aquella zona del Raval. La mano de obra dedicada a la industria del vestido era mayoritariamente femenina; de las 29 personas empleadas en este ramo, sólo 8 eran hombres. También están representados el sector metalúrgico, las manufacturas de materias diversas – hojalata, madera, mimbre-, los curtidos y las artes gráficas; a este último grupo se dedicaban nueve personas.

En cuanto a los servicios, hemos de precisar que el grupo incluye trabajadores con ocupaciones muy variadas: talleres de reparación – mecánicos, electricistas, lampistas -, comerciantes, trabajadores de bares y restaurantes, lavanderas, empleadas del hogar, mozos empleados en establecimientos comerciales, etc. La venta ambulante estaba protagonizada sobre todo por el colectivo de gitanos que vivía en la calle, a pesar de que solamente dos personas declararon dedicarse a este oficio en el padrón. Este colectivo todavía es importante en la calle.

Podríamos haber incluido a los administrativos – escribientes - y a los maestros en el sector de los servicios, pero los hemos mantenido aparte para poner en relieve estas profesiones que requieren más especialización.

La procedencia geográfica de los residentes de la calle en 1930 refleja la gran variedad de orígenes de los habitantes del barrio. En la calle vivía gente de todas las provincias españolas excepto de ocho –La Coruña, Orense, León, Guipúzcoa, Cuenca, Ciudad Real, Huelva y Sevilla. Las procedencias con más representación, ordenadas según su importancia cuantitativa, eran cinco, que señalamos en el cuadro 4.
 
 

Cuadro 4
Principales procedencias de los residentes de la calle de la Cera, 1930
Procedencia Población Porcentaje sobre el total de residentes
Barcelona ciudad 693 44,03
Resto de Cataluña 292 18,54
Aragón 181 11,50
Valencia 166 10,55
Murcia 93 5,91
Fuente: elaboración propia a partir de los datos del padrón de habitantes de 1930.


La distribución de los orígenes se corresponde bastante con la que presentan los estudios basados en la misma fuente que hemos utilizado (15), con algunas salvedades: el porcentaje de nacidos en la ciudad para el barrio censal en el que está inscrita la calle era inferior al 20,56%, menos de la mitad del de la calle de la Cera. En cambio, el porcentaje de nacidos en Cataluña residiendo en esta calle -nacidos en Barcelona ciudad y en el resto de Cataluña- era del 62,57 por ciento, porcentaje muy similar al del conjunto de todo el centro histórico –Ciutat Vella- que era del 62,86 por ciento.

Los tres grupos mayoritarios procedentes de fuera de Cataluña son los mismos reseñados en otros estudios, pero con porcentajes inferiores en el caso de la calle de la Cera, dada la mayor presencia de nacidos en la ciudad. Cabe destacar el grupo de murcianos, teniendo en cuenta que este colectivo procede de una sola provincia. Aragón comprende tres provincias, cada una de las cuales realiza una aportación similar. Valencia incluye igualmente tres provincias, pero la de Valencia es la que destaca más en cuanto a residentes en la calle, con 91 personas. El grupo originario de Cataluña procede de las cuatro provincias catalanas, exceptuando la capital; la provincia de Tarragona es la más destacada, con 93 habitantes.

A pesar de no figurar en el cuadro anterior, el siguiente grupo en importancia es el de extranjeros en general, con un 1,78 por ciento de los residentes, que equivale a 28 personas. Por orden decreciente, los extranjeros procedían de Francia, Argentina, Chile, Argelia, Turquía, Italia y Cuba. La presencia de franceses en el barrio se atribuye al hecho de que con frecuencia eran hijos de emigrantes españoles, aunque en este caso no lo podemos comprobar (16).

Los fenómenos del realquiler y del hospedaje se reflejan en las hojas del padrón, lo cual muestra la precariedad de las economías particulares. Si a ello se añaden las reducidas dimensiones de las viviendas, que en el Raval eran normalmente inferiores a 60 m2, y la presencia de algunas familias numerosas –de incluso ocho y nueve miembros-, se intuyen unas condiciones de vida muy precarias. El funcionamiento de las cadenas migratorias se hace patente cuando en un mismo edificio o en edificios vecinos viven familiares y gente procedente de una misma población. Un análisis detallado de estos procesos en la calle supera el alcance de este trabajo, a pesar del interés que reviste para el estudio sociológico de la población.

La actividad comercial en la calle ya estaba muy presente en 1930. Según algunos testimonios, en la calle de la Cera había diariamente puestos de venta en las aceras, a modo de comercio informal o clandestino, propio de muchas otras calles del barrio.

En 1930 había unos cuarenta establecimientos, que ocupaban casi todas las plantas bajas, a pesar de que algunas de ellas estaban habitadas y en otros casos no figura la actividad que en ellas se desarrollaba. Aproximadamente había unas veinticinco tiendas, entre las de alimentación – unas diez-, una farmacia, calzado, papel, curtidos, somieres. Cinco establecimientos figuran como industrias: una de tejidos de yute –muy presentes en el barrio-, dos industrias de fabricación de bolsas de papel, una de somieres, y otra no especificada. Existían seis talleres, destinados a la lampistería, al grabado del vidrio, a la carpintería, a la reparación de calzado, a la confección –una modista- y a los somieres. Además, en la calle había una barbería, una peluquería, un consultorio médico (no en una planta baja) y un cine –el cine Padrón. Respecto a este local destinado al ocio, cabe señalar que al ser abandonada la actividad de las antiguas industrias del Raval a principios de siglo, los edificios fabriles pasaron a albergar nuevas funciones, que en algunos casos fueron lúdicas (17). Puede que éste fuera el caso del cine Padró, que toma su nombre del de la barriada a la que pertenecía.
 

La ocupación laboral en la actualidad

Los datos referentes a 1930 son de carácter cuantitativo, en cambio la información actual sobre los residentes de la calle es de tipo fundamentalmente cualitativo, ya que procede de fuentes orales y de la observación directa (18). Los datos cuantitativos sobre la actualidad procede de datos publicados por el ayuntamiento de la ciudad; están desagregados por sectores estadísticos bastante reducidos, pero por sí solos no permiten realizar análisis a escala de las calles.

En primer lugar, nos hemos de referir a los variados perfiles personales de los residentes actuales de la calle, perfiles que obviamente condicionan las actividades laborales. Ya hemos mencionado anteriormente su variada procedencia: en la calle vive población autóctona –sean o no hijos de anteriores inmigrantes españoles- e inmigrantes de distinto origen, sobre todo pakistaníes y marroquíes; a pesar de no disponer de datos exactos, las fuentes estadísticas y las orales coinciden. Según las estadísticas, en la zona de la calle y sus alrededores también viven filipinos, dominicanos, ecuatorianos, peruanos y colombianos (19). Disponemos de información laboral de los colectivos más significativos de la calle, los residentes autóctonos y los pakistaníes.

En cuanto a los residentes que hemos convenido en denominar autóctonos, hay que distinguir entre los que residen en la calle desde hace muchos años y los que se han trasladado a vivir en la calle y que proceden de otros lugares.

La principal característica de los que han vivido siempre en la calle es el envejecimiento. La población joven que ha nacido allí ha tendido a irse a vivir a otras calles de fuera del barrio; este proceso no es nuevo, sino que existe desde hace décadas. Tenemos que buscar la razón de esta huida en las malas condiciones de la vivienda y en el abandono institucional de la calle y del barrio en general. Por lo tanto, la población jubilada de la calle constituye un colectivo importante, al igual que en todo el barrio del Raval, donde el envejecimiento es un problema (20). La población activa se dedica básicamente al sector terciario, tal como corresponde a un modelo de sociedad terciarizada. Si tuviéramos que señalar una actividad de este colectivo que fuera significativa para la calle, destacaríamos el comercio, que sin embargo está en decadencia. La asociación de comerciantes de la calle, activa en otros tiempos, prácticamente no registra actividad. Los comerciantes que viven en la calle y regentan establecimientos tradicionales están próximos a la jubilación, y solamente en algún caso la actividad será continuada por sus descendientes.

Dentro del grupo de residentes tradicionales de la calle destaca el colectivo de gitanos, conocidos como los gitanos del Portal (nombre que procede del antiguo portal de Sant Antoni, una de las puertas de la antigua muralla). Los informantes estiman que actualmente hay unos 500 viviendo en la calle de la Cera y los alrededores (calle dels Salvador, dels Sant Climent, Reina Amàlia, Carretes, Botella, Vistalegre, Ronda de Sant Antoni), aunque habían sido mucho más numerosos. Éste es el núcleo más antiguo de gitanos catalanes, pero no se puede conocer con exactitud su llegada a la zona (21). La principal actividad de este colectivo ha sido la venta ambulante básicamente de telas, actividad que recuerdan aún muchos testimonios de la calle. Hoy en día, esta dedicación, que comportaba todo un modus vivendi, prácticamente ha desaparecido de esta comunidad en concreto. Todavía quedan huellas de ella en el trabajo de comercial que algunos de ellos realizan, pero esta actividad queda lejos de lo que fue la venta ambulante. La adaptación a los tiempos ha supuesto la diversificación de las ocupaciones, dentro del sector terciario, y el acceso a profesiones cualificadas para las que se requieren estudios, ya sea en la banca, en oficinas o en establecimientos especializados.

Para el grupo de residentes autóctonos de la calle que proceden de otros lugares de fuera del barrio, hemos de resaltar su carácter de residentes provisionales. Estudiantes y gente de profesiones varias, con frecuencia cualificadas, se instalan allí atraídos por la centralidad de la calle. Por su carácter transitorio, este grupo es difícil de evaluar.

Entre los inmigrantes recientes, el colectivo de pakistaníes es el grupo más numeroso. Su ocupación principal en estos momentos es el servicio en restaurantes. Trabajan en establecimientos regentados por pakistaníes y también en establecimientos locales. El trabajo en tiendas y en locutorios gestionados por compatriotas suyos tiene un crecimiento limitado; estos comercios proliferaron hace unos años y crearon puestos de trabajo, pero se ha llegado a cierta saturación. Por lo tanto, han de buscarse empleo por otras vías, como los establecimientos locales. Sus puestos de trabajo se localizan sobre todo en el centro de la ciudad, aunque también se desplazan al ser contratados en otras partes. Los inmigrantes residentes en la calle no pueden considerarse en general como población estable, ya que allí se instalan mayoritariamente hombres jóvenes compartiendo piso, que abandonarán en cuanto adquieran cierta estabilidad económica.

De los dos grupos anteriores, los residentes autóctonos que proceden de fuera del barrio y los inmigrantes recientes, destaca su carácter de población flotante.

Dado que nos referimos al tema de la vivienda al comentar la situación de 1930, también mencionaremos ahora algunos aspectos relevantes del momento actual, ya que la vivienda está relacionada con la situación laboral y la capacidad adquisitiva de los residentes. Por los testimonios entrevistados, la vivienda constituye un verdadero problema para la calle. Existen edificios en mal estado, y la gente se queja de la casi nula intervención de las instituciones gubernamentales; las subvenciones que se han otorgado en algunos casos no permiten en absoluto mejorar su estado. Es precisamente en las viviendas en las que existe degradación donde van a parar los inmigrantes recién llegados. El tramo peatonal de la calle, conocido popularmente como la Cera estret, es más estrecho que el resto de la calle, como su nombre indica, por lo tanto está menos iluminado. Este tramo es el que reúne más viviendas en mal estado y viviendas desocupadas. En algunos casos, sobre todo la gente mayor ha ocupado las plantas bajas, que eran antiguas tiendas, para residir en ellas, de modo que detrás de los escaparates aún presentes existen ahora viviendas.

Los alquileres cobrados a los inmigrantes son elevados, si se tiene en cuenta el estado de las viviendas y su tamaño. Según datos del ayuntamiento, el promedio de superficie de más de la mitad de las viviendas del sector es inferior a 60 m2 (22). Los inmigrantes no siempre ocupan edificios enteros, sino que en un mismo edificio puede residir población local e inmigrantes.

En cuanto al lugar que ocupaba el antiguo cine Padró, reseñado en los comentarios sobre 1930, después de debatir sobre su uso se optó por destinarlo viviendas, que fueron puestas a la venta en 2001. El modelo de edificio es el mismo que la empresa constructora ha utilizado en otras calles del barrio; las características del edificio hacen que sus viviendas sean asequibles solamente para quienes disponen de buenos ingresos. A pesar de que todo el bloque está vendido, parece que su venta más bien ha actuado a modo de inversión, ya que casi no está habitado.

La vida comercial, al igual que las viviendas, está en mayor decaimiento en la parte peatonal, a pesar de que en toda la calle hay muchos locales cerrados. Actualmente existen unos 40 establecimientos comerciales, doce de los cuales son tiendas de alimentación. Cinco comercios, tres de ellos de comestibles, una farmacia y una droguería, ya existían en 1930. Las tres tiendas de comestibles han pertenecido siempre a la misma familia, en uno de los casos desde 1870; uno de los colmados está catalogado como una de las tiendas más antiguas de Barcelona. También hay otras tiendas de varias décadas de antigüedad que aún permanecen como tales. El hecho fundamental es que muchos de estos comercios se cerrarán cuando sus dueños se jubilen, ya que no creen que su ocupación tenga perspectivas de futuro para sus posibles sucesores.

De estos establecimientos, siete son los regentados por pakistaníes –dos locutorios, una barbería, un restaurante, un supermercado, una carnicería y una tienda de ropa. Esta última tienda existe desde hace ocho años y es la más antigua entre las de este grupo. El resto se ha ido estableciendo los últimos años.
 

Conclusiones

Las características de la ocupación de los residentes en la calle en 1930, se corresponden a las de una calle del barrio del Raval de entonces. Casi podríamos afirmar que la familia tipo estaba constituida por un jornalero y una ama de casa con hijos, fueran autóctonos o inmigrantes. Las condiciones laborales eran duras y los empleos eran precarios.

Actualmente, en la calle siguen residiendo inmigrantes, ahora procedentes del extranjero, que realizan trabajos generalmente de baja cualificación. No podemos equiparar la situación de este colectivo con la de los inmigrantes de 1930, pero en el conjunto de ocupaciones de los habitantes de la calle, este grupo es el que sufre más precariedad en el trabajo.

Es difícil considerar qué tendencias seguirá la actividad laboral de los residentes de la calle, incluso en un futuro próximo, ya que tampoco está clara la evolución que seguirá la población de la calle. Los habitantes y los comerciantes que llevan muchos años viviendo o trabajando en la calle creen que la situación actual de la calle de la Cera es de transición. Por un lado, muchos residentes están jubilados o pronto lo estarán, de manera que numerosas viviendas quedarán vacías. Creen que serán ocupadas por inmigrantes, ya que perciben que este colectivo va aumentando su presencia en la calle. Por lo tanto, si en la calle siguen instalándose provisionalmente inmigrantes, aumentarán los ocupados en servicios que requieren escasa especialización. Los habitantes autóctonos también creen que el número de comercios regentados por inmigrantes aumentará en la calle, ya que cuando se cierran establecimientos de autóctonos, los únicos interesados en el traspaso son inmigrantes. La sucesión de cierre de comercios de población autóctona y apertura de comercios de inmigrantes es constatada por M. Aramburu en el barrio del Raval (23).

En cuanto a la presencia de residentes con profesiones cualificadas, como resultado de la incipiente genrificación, no podemos constatar que este proceso tenga lugar en la calle de manera evidente. Existen casos concretos de población realizando actividades cualificadas que residen en la calle, ya sea de modo permanente o provisional; pero no creemos que puedan considerarse gentrificadores, dada su escasa repercusión en el mercado de la vivienda y su carácter puntual. Creemos que hay que analizar cada caso de aparente gentrificación para valorar si realmente se da este proceso. Tal como expusimos anteriormente, existe un único edificio de viviendas destinadas a una clientela con suficientes recursos; aparte de ser el único caso en la calle, el hecho de estar casi deshabitado implica que la supuesta llegada de las clases medias o altas a la calle no sea una realidad. Por lo tanto, aunque de hecho existan viviendas donde reside población de mayor estatus realizando trabajos cualificados, esta situación puede ser falsa en realidad. Los habitantes autóctonos no creen que la calle pueda atraer a gente joven de fuera del barrio; según ellos, solamente quienes no pueden pagar un piso en otra parte se van a vivir en el Raval.

Personalmente, creemos que la situación de la calle parece proclive a una mayor presencia de inmigrantes con trabajos de escasa especialización, por la falta de mantenimiento que sufren numerosas viviendas. Es más difícil que se dé el proceso inverso, es decir, una inversión importante que sea capaz de atraer a potenciales gentrificadores. En el caso de existir inversión inmobiliaria importante en el futuro, creemos que se daría en casos aislados, no a escala general de la calle. Sin embargo, no creemos que la población autóctona sea del todo desplazada. Las razones están en la situación céntrica de la calle, sus buenas comunicaciones y su relativo buen estado, en comparación con algunas otras calles cercanas. Esta diversidad de situaciones caracteriza no sólo a esta calle, sino también a todo el barrio.
 

Notas

1.La caracterización de los sectores urbanos según su función dentro de la ciudad, o zonificación urbana, fue ampliamente abordada por la Escuela de Chicago, por autores como E.W. Burgess y R. Park, algunas de cuyas obras citamos en el apartado de bibliografía.

2. Griful, E. et al., 2001.

3. Tatjer Mir, M., 1980, 1988, 1998, y vv.aa., 1972.

4. Últimamente se ha sugerido el uso del término elitización para referirse a este fenómeno. Véase García Herrera, L.M., 2001.

5. Véase Marcuse, P., 1989, quien estudió esta relación en Nueva York, a pesar de que se podría generalizar a otras ciudades.

6. Martínez Veiga, U., 1999.

7. Aramburu, 2002.

8. Magrinyà, F. y Maza, G., 2001.

9. La tasa de natalidad en 1929 era del 29 por mil en Murcia, del 31 por mil en Almería y del 19,5 por mil en Cataluña. La media de España sin Cataluña era del 29,2 por mil. Véase Balcells, A., 1971, p. 89-90.

10. Tatjer Mir, M., 1998, p.18-22.

11. Para obtener cifras referentes a la coyuntura socioeconómica y al movimiento obrero de los años 20 y 30, véase Balcells, A., op. cit. y Salut, E., 1938.

12. Ajuntament de Barcelona, 2002 b).

13. Sargatal Bataller, M. A., 2001.

14. Tatjer Mir, M., 1998, p.23, y Griful, E. et al. 2001.

15. El trabajo más exhaustivo y preciso al respecto es el de Griful, E. et al., 2001, ya que ofrece la información desglosada en barrios censales.

16. Griful, E. et al., 2001, p. 86.

17. Tatjer Mir, M., 1998, p. 29.

18. La observación directa sobre el fenómeno inmigratorio en el centro histórico de Barcelona ha sido utilizada por varios antropólogos. Véase Monnet, N. y Pimentel, A.

19. Ajuntament de Barcelona, 2002 b).

20. El porcentaje de población mayor de 65 años en el barrio es del 24,16 por ciento. Véase Ajuntament de Barcelona, 2002 a)

21. Un estudio antropológico muy interesante sobre la comunidad de gitanos del Portal se encuentra en el trabajo de Álvarez, A. et al.

22. Ajuntament de Barcelona, 2000.

23. Aramburu, M., 2002.
 

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© Copyright María Alba Sargatal, 2002
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Ficha bibliográfica

SARGATAL, Mª A. La ocupación laboral en el centro histórico de Barcelona: los residentes de la calle de la Cera.   Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (52), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-52.htm


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