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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VI, núm. 119 (64), 1 de agosto de 2002

EL TRABAJO

Número extraordinario dedicado al IV Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
 

POTENCIAL DEMOGRÁFICO Y MERCADO DE TRABAJO

María Carmen Faus Pujol
Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio
Universidad de Zaragoza


Potencial demográfico y mercado de trabajo (Resumen)

Tradicionalmente los estudios de población, apenas han tratado la población como input del sistema productivo, o, cuando se ha hecho, ha sido desde un punto de vista social por las consecuencias del desempleo y paro. Nuestros estudios sobre el "déficit demográfico" nos han llevado a la conclusión de que el mercado de trabajo no se nutre únicamente de lo que tradicionalmente se ha llamado mano de obra, que estaría condicionada por el potencial demográfico, sino que exige que esa mano de obra sea cada vez más eficiente. En este artículo tratamos de demostrar que el potencial demográfico no coincide siempre con el potencial laboral. El potencial demográfico se mide por el número, es un potencial cuantitativo. El potencial laboral, por el contrario, se mide por su eficacia, es ante todo cualitativo y condiciona en gran medida el mercado laboral.

Palabras clave: capital humano, déficit demográfico, fuerza de trabajo, recursos humanos


Demographic potential and labour market (Abstract)

Tradicionally studies of population have hardly tried the population as an input of productive system, or, when it has ocurred it has been from a social point of view worning on the consequences of the unemployment and stoppage. Our studies on "demographic deficit" have carried us to the conclusion of that the labour market is not nourished only with which it has been tradicionally called labour force, that would be conditioned by the demographic potential, but rather it demands the labour force to be more and more efficient. In this article we tried to demonstrate that demographic potential doesn't always coincide with the labour potential. Demographic potential is measured by the number, it is, therefore, a quantitative potential. On the contrary, labour potential is measured by its efficacy, it is specially qualitative and it conditions largely the labour market.

Key words: Human capital, demographic deficit, labour force, human resources


El trabajo es para la mayoría de los seres humanos el instrumento que les permite subsistir y, en los países más desarrollados, alcanzar un determinado nivel de vida. El trabajo puede ser estudiado desde innumerables puntos de vista: político, social, jurídico, económico, etc. La incorporación del trabajo con su propia especifidad a las cuestiones de interés geográfico constituye una novedad, que merece alguna reflexión. Las definiciones clásicas de Geografía - "Ciencia de la superficie terrestre" o "Descripción razonada de la superficie terrestre" - no ayudan a considerar el trabajo como un elemento propio del análisis geográfico. Por eso es necesario buscar otros razonamientos que justifiquen la "naturaleza geográfica" del trabajo. La definición de Geografía Humana de Le Lannou proporciona aquellos razonamientos. Para este autor, la Geografía Humana - la única Geografía, según él - consiste en "el estudio del hombre habitante". La explicación que da sobre qué es habitar constituye la clave para entender por qué el trabajo puede ser objeto de análisis geográfico. En los apartados siguientes se hacen algunas consideraciones sobre la naturaleza del trabajo, la población activa, los recursos humanos, el trabajo en las áreas rurales deprimidas y en las ciudades y se insiste en la evolución del marcado de trabajo que demanda sobre todo "capital humano".

El ámbito de estudio de la Geografía es tan extenso, que con frecuencia induce a confusión. Los no profesionales de la Geografía se muestran excépticos ante la enorme variedad de asuntos de los que se ocupan los geógrafos y el mercado de trabajo, objeto de esta comunicación, podría ser un buen ejemplo de ello. Muchas de estas cuestiones son también objeto de estudio en campos científicos afines, como la sociología y la economía. Por eso conviene concretar el punto de vista que adopta el geógrafo para estudiar hechos de los que se ocupan también otras disciplinas.

Desde cualquier punto de vista que se estudie el mercado de trabajo, es evidente que se trata de un fenómeno que atañe a la población, cuyo estudio es el principal componente de la Geografía Humana. Aunque es sobradamente conocido, conviene recordar algunas ideas muy asentadas en el pensamiento geográfico tradicional. Vidal de la Blache afirma que "El elemento humano forma parte esencialmente de la Geografía" y que "la idea de región es inseparable de la de sus habitantes.[1955, pág.3]. Demangeon a su vez, define la Geografía Humana como "el estudio de los agrupamientos humanos en sus relaciones con el medio geográfico" [1943, pág.28] Brunhes, que sigue a Ratzel, recuerda que "los grupos humanos y las sociedades humanas se desarrollan en los límites de un cierto cuadro natural, ocupan siempre un lugar preciso sobre el globo y para nutrirse, subsistir y desarrollarse tienen necesidad de un cierto espacio". [cf. Brunhes: "La Geographie Humaine" París, 1927, 3ª edic. pág. 41]. Estas ideas de Ratzel fueron, precisamente, las que dieron origen a la teoría del Lebensraum, hoy inadmisible.

Otros autores más recientes, como Sorre y Le Lannou opinan del mismo modo. Le Lannou define la Geografía Humana como "Ciencia del hombre- habitante", y añade: "Habitar es vivir en una porción del planeta, tener con que satisfacer las necesidades elementales de la existencia y, en una medida variable, satisfacer también un cierto número de necesidades adquiridas o de comodidades superfluas".[ 1949, pág. 12].

Le Lannou no se aparta de la tradición geográfica francesa, pero añade un matiz – la satisfacción de necesidades adquiridas o superfluas – que para nosotros tiene un enorme interés, porque abre infinidad de posibilidades a la Geografía Humana y sobre todo a la Geografía de la Población, y permite estudiar desde un punto geográfico hechos y fenómenos, como elmercadodetrabajo, que de otro modo difícilmente tendrían cabida en el análisis geográfico.

Es muy importante que la Geografía de la Población incorpore nuevos temas de estudio. Cuando se ojean los manuales de esta rama de la Geografía Humana, se tiene la sensación de que es una disciplina que ha agotado los temas tradicionales de estudio: densidad, estructura por edad y sexo, crecimiento natural, migraciones, población rural y urbana, características sociales, económicas y culturales, etc. Desde el Congreso Internacional de Geografía celebrado en 1996 en La Haya, por la UGI la Comisión de Geografía de la Población de la Unión se denomina de "Población y MedioAmbiente". El cambio de nombre era obligado por la necesidad de ampliar los temas de estudio de la Geografía de la Población que, como se ha dicho parecían agotados. Probablemente la nueva denominación de la Comisión se debiera al deseo de recuperar la tradición geográfica que relacionaba las sociedades humanas con el medio.

El relacionar causalmente el desarrollo de las sociedades humanas con el medio ambiente puede conducir al descubrimiento de un neodeterminismogeográficoque, como el determinismo puro, es inaceptable. Frente a la idea del Lebensraum, que explica el desarrollo de las sociedades en función de la territorialidad, hoy prevalece la idea del Lebenswelt, que puede traducirse por elmundoenelquesevive, que incluye la totalidad de factores sociales, económicos, políticos, que confluyen históricamente en un espacio dado.

A poco que se reflexione, se percibe enseguida que el objeto de la definición de Geografía Humana dada por Le Lannou es, precisamente, el Lebenswelt. En efecto. El hombre habitante es un ser concreto, histórico y social, cuya naturaleza le impulsa a satisfacer unas necesidades primarias o fundamentales - alimentación, vivienda y vestido - y otras adquiridas o superfluas en sentido biológico, ya que su origen no está en los procesos fisiológicos de la existencia material, sino que provienen del nivel de vida alcanzado, del statussocialyeconómicoatribuido a las personas y del sistemadevalores dominante según el tipo decivilización y cultura. La utilidad de esta idea es evidente. Así, la distinción entre países desarrollados y menos desarrollados podría apoyarse, por ejemplo, en la observación de la capacidad de cada país para satisfacer las necesidades primarias de la población y del número y naturaleza de las necesidades superfluas, así como del modo de satisfacerlas. La satisfacción de las necesidades primarias es el principal problema de los países menos desarrollados. En cambio, la satisfacción de las necesidades secundarias constituye el trasfondo de la mayoría de las políticas económicas de los países más desarrollados, lo cual se consigue habitualmente mediante complejos sistemas de organización, entre los que encuentra la regulación de los mercados.
 

La fuerza de trabajo

El mercado de trabajo, como cualquier otro tipo de mercado, no es sino la expresión de un sistema de organización social en un aspecto concreto de la actividad humana, que es el trabajo. El trabajo, como actividad humana tiene infinidad de connotaciones: religiosas, morales, éticas, terapéuticas, sociales, políticas, económicas, territoriales. etc. y, por lo tanto, no es fácil de definir. Desde el punto de vista geográfico nos interesan, sobre todo, los aspectos sociales, económicos y territoriales.

En física, el concepto de trabajo va unido al de fuerza, es decir energía capaz de producir el efecto deseado. La expresión inglesa labour force, acuñada en los albores de la industrialización, recoge precisamente esta idea y en este sentido se utiliza a veces en las ciencias sociales y en economía, cuando se habla de fuerza detrabajo. Tradicionalmente la noción de trabajo ha ido unida a la de fuerza o energía y aunque esta idea se haya diluido con el tiempo, es muy importante recordarla, porque ayuda a comprender algunos de los mecanismos que rigen todavía hoy el mercado de trabajo.

La eficacia de cualquier fuente de energía depende de dos características: que pueda utilizarse en porciones tan pequeñas o tan grandes como sea necesario, según el trabajo que haya que realizar, y que pueda aplicarse donde convenga. El hombre aprendió muy pronto a utilizar fuentes de energía naturales, el agua y el viento, por ejemplo, que eran capaces de producir trabajo. Pero tales fuerzas no se encontraban disponibles en cualquier lugar ni en cualquier momento, ni en la cuantía necesaria para ser eficaces. Por eso, hasta la revolución industrial la única fuente de energía que reunía las dos características citadas era el hombre. De ahí que en algunas culturas la exclavitud se considerase necesaria para el desarrollo social. Si el trabajo necesario no era mucho, bastaba un solo hombre para llevarlo a cabo. Si el trabajo era grande, no había más que acumular tantos hombres como fuera necesario, los cuales podían desplazarse a donde conviniera. Aparte de la esclavitud y de la servidumbre, tradicionalmente han existido formas rudimentarias de mercado de trabajo. En muchas zonas de Europa las migraciones estacionales han sido una característica de las poblaciones de montaña. Y en España, durante la primera mitad del siglo XX, grupos (cuadrillas) de "temporeros" agrícolas se desplazaban siguiendo la maduración de las cosechas. En los años cincuenta todavía se podían ver en las plazas de los grandes pueblos de economía agrícola corrillos de trabajadores esperando desde las primeras horas del día a que alguien les contratase. Era la misma estampa que hoy proporcionan los inmigrantes magrebíes y subsaharianos en busca de trabajo.
 

El moderno mercado de trabajo

La actividad laboral puede revestir, pues, muchas modalidades, pero ahora nos vamos a referir exclusivamente a las relaciones entre población y mercado de trabajo, tal como se establecen en los países desarrollados. Por razones obvias, el mercado de trabajo tiene que ser analizado en el contexto de un sistema socioeconómico que, en nuestro caso es el sistema de producción capitalista. Sin embargo, no hay que olvidar que en las sociedades evolucionadas se dan situaciones laborales irregulares que tienen mucho que ver con el género y el abuso de poder que algunos estamentos ejercen sobre personas en situación socialmente anómala, (inmigrantes por ejemplo). Se trata de un mercadolaboralparalelo que incide indirectamente sobre el mercado de trabajo, pero que no es objeto de análisis en esta comunicación.

El mercado de trabajo al que nos referimos forma parte del Lebenswelt. Es la organización a través de la cual las personas hallan la posibilidad de realizar alguna actividad que les permita satisfacer el conjunto de necesidades de que habla Le Lannou. Cualquier tipo de mercado se estructura siempre por la convergencia de dos hechos: la oferta y la demanda. Cada agente productivo ofrece (oferta) lo que tiene y solicita (demanda) aquello de lo que carece y necesita para culminar el proceso productivo. Aunque ambos términos – oferta y demanda - parecen antagónicos, no lo son. Toda oferta y toda demanda ocultan una necesidad. Es el caso del empresario que busca trabajadores y del obrero que necesita trabajar para allegar recursos con que satisfacer sus necesidades.

Si el mercado de trabajo constituyese un sistema cerrado, sería muy fácil analizar cada uno de sus elementos, determinar la estructura del sistema y percibir las relaciones de unos elementos con otros y con el todo al que pertenecen. Pero los sistemas laborales son abiertos y guardan una estrecha relación con otros sistemas de los que el sistema laboral se configura como subsistema: sistema político, sistema económico, sistema social, sistema monetario, etc., que condicionan el funcionamiento del sistema laboral.

Como se ha dicho anteriormente, el trabajo, es esencialmente esfuerzo humano, por lo cual no es posible separar el mercado de trabajo del conjunto de la población. En las sociedades primitivas o en aquellas en las que el desarrollo socioeconómico es escaso, el mercado de trabajo es poco activo. Todos tienen que trabajar para subsistir y su capacidad para cambiar las condiciones del trabajo es prácticamente nula. Aunque haya división del trabajo, cada productor no produce más que para sostenerse a sí mismo y tal vez a otra persona más.

En las sociedades evolucionadas, sobre todo a partir de la revolución industrial, las condiciones del mercado de trabajo han cambiado por completo. En los países de Europa occidental, por ejemplo un agricultor produce hoy para alimentar a más de seiscientas personas y en la industria cada trabajador produce para satisfacer las necesidades propias y las de otras mil personas por lo menos, dependiendo del tipo de industria. Por eso, en las sociedades desarrolladas, una vez que las necesidades primarias y secundarias están satisfechas, no es necesario que todos trabajen en sectores productivos. Eso explica los profundos cambios que se están produciendo en el mercado de trabajo: la agricultura apenas proporciona oportunidades laborables y la industria, que en tiempos no muy lejanos constituía el mercado más activo, ha cedido ante la importancia creciente de los servicios.
 

La Población Activa

Como señala Barre [1962, pág. 251] en una sociedad evolucionada todos son consumidores, pero pueden no ser productores o trabajadores. Solamente la parte activa de la población es la que, por medio de su actividad, contribuye al Producto Interior Bruto (PIB). El mercado de trabajo se refiere, pues, a la población activa, cuya definición y componentes quedan especificados, para el caso de España, en la EPA o Encuesta de PoblaciónActiva y otros documentos estadísticos. Según la EPA, "seconsideranactivaslaspersonasde16omásañosdeedadque, durantelasemanadereferencia (anterioraaquellaenqueserealizalaencuesta) satisfacenlascondicionesnecesariasparasuinclusiónentrelaspersonasocupadasoparadas". La población activa, a su vez, se descompone en varias categorías, como muestra el cuadro 1.

Cuadro 1
Clasificación de la población activa

Fuente: INE

Lógicamente, la población activa depende de la estructura de la población y de las normas jurídicas que determinan la entrada y salida de los jóvenes y viejos, respectivamente, en el sistema productivo y del número de personas que estén dispuestas a trabajar. En toda sociedad hay un número más o menos alto de personas que no trabajan - inactivos - por razones diversas. La EPA española (Encuesta de población Activa) por ejemplo, considera inactivos a los estudiantes, a quienes realizan labores del hogar o de tipo benéfico, a los jubilados y prejubilados, a los rentistas, etc. Desde un punto de vista ético esta clasificación presenta muchas lagunas, pero es la que se utiliza en la mayoría de los países desarrollados. La relación entre activos e inactivos es lo que se conoce como tasa de actividad, que es fundamental, ya que en el mercado de trabajo influye no solo la estructura de la población, sino también la tasa deactividad, en el conjunto de la población.

La tasa de actividad difiere mucho según los países y el sistema socioeconómico y político en que se desenvuelven. En los países menos desarrollados, en los que las personas apenas producen para su sustento personal, la tasa de actividad tiene que ser necesariamente alta, porque el rendimiento del trabajo – la productividad – es muy baja. En los países más desarrollados, por el contrario, la eficacia del trabajo y la elevada productividad permitirían teóricamente disminuir la tasa de actividad. Sin embargo, no es esto lo que sucede, porque en todas partes se ha instalado la cultura del trabajo.

La cultura del trabajo es un fenómeno que se ha desarrollado en los dos últimos siglos. En el Antiguo Régimen el trabajo era exclusivamente propio de siervos, aunque ya en el siglo XVI el Luteranismo inició un proceso de revisión de las ideas que contribuyó a valorar positivamente el trabajo desde una perspectiva religiosa.

En España, en los últimos cincuenta años las series estadísticas muestran que aumenta el volumen total de población activa, aunque con muchas fluctuaciones que afectan sobre todo a los estratos jóvenes y a los de edad avanzada de la pirámide de edad. La forma de tonel que presenta la pirámide de edad se debe al boom de la natalidad de los años cincuenta y sesenta, mientras que el estrechamiento de su base se debe a la caída de la fecundidad a partir de los años ochenta. Por eso no es extraño que las edades medias de la pirámide, (entre 30 y 50 años) sean las que incluyen el mayor volumen de población activa. (vid. gráfico 1)

Cuadro 2
Población activa

Fuente: Ministerio de Trabajo
 

Figura 1
Estructura de edades

 

Figura 2
Tasa de actividad (16-64 años)

Figura 3
Evolución de la población activa

La disminución de la población joven, como consecuencia de la baja fecundidad, apenas ha influido en el volumen de población activa, ya que la tasa de actividad aumenta sin cesar debido a la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, como muestra la figura  2.

En cifras absolutas, el número de mujeres activas es sensiblemente inferior al de hombres, pero el ritmo de crecimiento de la población activa femenina duplica al de hombres, debido a que es mayor el número de mujeres que buscan su primer empleo, que el de hombres. La presión demográfica de la población joven sobre el mercado de trabajo la ejercen sobre todo las mujeres. Sin embargo, el proceso de convergencia será largo, ya que se parte de cifras muy alejadas entre sí.

Si se cumplen las perspectivas de evolución demográfica en las dos próximas décadas, el volumen de población activa caerá bruscamente durante la segunda década del siglo, lo cual afectará, lógicamente, al mercado de trabajo (figura 3).  Sin embargo, es muy difícil que la población activa evolucione en el sentido de las previsiones. España está abocada a recibir cuando menos dos millones de inmigrantes, en su mayoría jóvenes, en los próximos años. La llegada de inmigrantes jóvenes modificará la estructura por edad de la población activa y además elevará el índice de fecundidad de la población española, ya que la mayoría de los inmigrantes procede de países con alta fecundidad y éstos mantienen respecto de la natalidad los mismos comportamientos que en los países de origen, al menos durante la primera generación.

A falta de inmigración, la estructura de la población activa tiende hacia el envejecimiento, como muestra la figura  4, lo cual repercute negativamente en algunas formas de mercado laboral.

Figura 4
Estructura de la población activa (20-64)

Mercado de trabajo y envejecimiento

Todo sistema laboral es heterogéneo, complejo y dinámico, porque en él convergen multitud de elementos que no actúan siempre de la misma manera ni producen los efectos esperados. No funciona del mismo modo el mercado de trabajo en los medios rurales, que en las áreas urbanas e industriales. En las áreas industriales y en grandes ciudades con multitud de funciones y servicios, el mercado de trabajo ofrece, al menos en teoría, muchas oportunidades laborales y, por eso mismo acusa la presión demográfica de las personas que buscan empleo. En las áreas rurales, por el contrario, las oportunidades son menores que en las áreas urbanas y en ellas el mercado de trabajo se caracteriza por su apatía e inestabilidad, lo cual redunda en detrimento de la productividad.

Cuadro 3
Estructura de los procesos productivos

Fuente: Elaboración propia

Como se ha dicho anteriormente, todo sistema productivo se propone obtener la máxima eficacia de los elementos que intervienen en la producción y que se concreta en lo que se denomina productividad.

Salvo circunstancias especiales, la productividad depende de los inputs intermedios. Cuanto más complejo es un sistema económico, mayor importancia adquieren los inputs intermedios. Según las épocas, los sistemas socioeconómicos y políticos, las ideologías y un sin fin de circunstancias y coyunturas, los inputs intermedios se valoran más o menos. Durante milenios, el input más estimado y valorado fue, como se ha dicho, el trabajo humano. Pero a partir de la revolución industrial, la importancia atribuida al esfuerzo humano cedió ante el capital y la energía, que fueron considerados como los motores del crecimiento económico y del bienestar social. Esta situación, que fue motivo de incontables conflictos sociales, se mantuvo hasta los años inmediatamente anteriores a la II Guerra Mundial en que se inicia la segunda revolución industrial caracterizada por un gran desarrollo científico y tecnológico.

En los países desarrollados, el mercado de trabajo no se organiza ya exclusivamente en torno a la energía y al capital, sino que cada día se valora más la capacidad del trabajador para asimilar nuevas técnicas y formas de organización. En Inglaterra, en los albores de la industrialización, los empresarios, conscientes del valor de la instrucción de los obreros para sus propios intereses empresariales, presionaron a las autoridades para que se abrieran escuelas en las que los niños, futuros trabajadores, recibieran instrucción elemental. No se trataba de una actitud altruista ni el resultado de un cambio de actitud a favor de una sociedad más justa. Era, simplemente, una necesidad exigida por el maquinismo emergente. El trabajador debía saber leer las instrucciones de manejo de la máquina que tenía encomendada y de transmitir por escrito las anomalías observadas.

Actualmente sucede algo parecido. En las estructuras productivas apenas tiene cabida la fuerza de trabajo. Hoy se habla de recursos humanos y de capital humano. Para Lambert van der Laan (2002) "El capital humano se fundamenta en el conocimiento como tal y en la capacidad de usarlo en el desarrollo tecnológico, en la comunicación y organización, en la habilidad para dar significado a la información y motivar el comportamiento". El capital humano se traduce sobre todo en eficacia, la cual es directamente proporcional al nivel de conocimientos del trabajador. Theodore Schultz, premio Nobel de economía en 1977, fue el primero en notar que "el bienestardelagentepobre(con referencia a los países subdesarrollados) depende sobre tododel "conocimiento", es decir, del gradode formación de lagente. Todo lo que directa o indirectamente entorpezca la adquisición de conocimientos, como el envejecimiento de la población, influye negativamente en el mercado de trabajo.

Barre (op. cit. pág. 254) dice a este respecto: "El aumento de la edad media de la población hace descender la eficiencia de la mano de obra, aumenta la "viscosidad" y entorpece su adaptación profesional o geográfica". En grandes conjuntos territoriales el envejecimiento relativo de la población suele ser consecuencia de la baja fecundidad de la población. Pero en los medios rurales, a la baja fecundidad se añade la despoblación debida a la emigración, lo cual provoca a escala local un déficitdemográfico que se pone en evidencia por escasez de población y, a menudo, por su ineficacia debido a la edad. Por la escasez de recursos humanos, los medios rurales no pueden alcanzar los niveles de desarrollo de las ciudades. En Aragón, por ejemplo, que es el ámbito territorial de nuestro trabajo, el 70 % de los municipios (510) se hallan en una situación de "comademográfico" del que difícilmente podrán salir sin ayuda externa. En la mayoría de esos pueblos la población joven (menos de 20 años) rara vez alcanza el 10 % de la población total, el índice de fecundidad es inferior a 0’80, la edad media de la población supera los 60 años y la proporción de viejos y jóvenes (índice de envejecimiento) llega a ser de seis por uno.

En un sistema productivo eficiente, la escasez de inputs intermedios materiales se neutraliza activando los mercados para que tales inputs lleguen al lugar donde se necesitan. Pero si el déficit es de recursos humanos, el mercado de trabajo es a menudo ineficaz para garantizar la producción. Cuando se producen situaciones como la descrita para Aragón, el sistema productivo local se resiente, la fuerza de trabajo pierde casi toda su eficacia y el PIB disminuye. En el 60 por ciento de los pueblos citados, el 65 por ciento de los ingresos locales proviene de las transferencias de la Seguridad Social a través de pensiones de todo tipo. De momento, la renta per cápita está asegurada e, incluso, aumenta, pero a medio plazo, el conjunto del sistema económico se resentirá.

La necesidad de inputs intermedios en forma de capital humano, recursos humanos o fuerza de trabajo, para que el sistema económico – territorial no quiebre, ha desarrollado un nuevo tipo de mercado de trabajo: el de los inmigrantes legales o ilegales. A lo largo de los años noventa, el número de inmigrantes ha crecido en España sin cesar. Hasta ahora el mercado laboral de inmigrantes ha sido clandestino porque es más barato contratar trabajadores ilegales que legales. Esta situación remitirá sin duda en los próximos años, si se facilita la llegada de inmigrantes legales. Actualmente, el déficit del mercado de trabajo español asciende a unos dos millones de personas. Con el actual crecimiento vegetativo es imposible satisfacer este déficit, por lo que es necesario habilitar instrumentos legales, sociales y económicos que permitan la llegada de inmigrantes.
 

Mercado de trabajo y formación

En el apartado anterior hemos aludido a la progresiva substitución del concepto de fuerza de trabajo en los inputs intermedios, por el de recursos humanos y capital humano. Todo sistema productivo aspira a alcanzar la máxima eficacia, es decir, trata de obtener resultados óptimos en función de la naturaleza y cantidad de los inputs empleados y de la producción final esperada. El mercado de trabajo, en la medida en que se halla sometido a los vaivenes de la oferta y la demanda, se rige hoy, como siempre, por el número, pero también por la capacidad del trabajador para interpretar y asimilar nuevos procesos tecnológicos y de organización. Los "bienes" que concurren en el mercado de trabajo no constituyen fuerza de trabajo, sino recursos humanos y de capital humano.

El concepto de capital, además de dinero, comprende muchas más cosas, En sentido genérico, el capital se define como "un conjunto de recursos heterogéneos que comprende bienes materiales, equipos de producción, sistemas de organización, productos intermedios, moneda, etc." [Barre, op. cit pág.126]. A medida que el concepto de capital se extiende y se aplica a bienes más heterogéneos, pierde el carácter restrictivo tradicional que lo identificaba con el dinero. Como se ha indicado antes, según Schultz, el bienestar de la gente pobre depende sobre todo del "conocimiento". Este mismo autor pone de manifiesto que el fracaso de muchos planes de ayuda a países subdesarrollados se debe a falta de conocimientos. De nada sirve proporcionar complejas máquinas agrícolas si las personas que han de utilizarlas solamente conocen instrumentos rudimentarios de trabajo.

Cuadro 4
Nivel de formación de la población activa en 2001

El cuadro 4 muestra una situación bastante satisfactoria del nivel de instrucción de la población activa. El número de analfabetos ha desaparecido casi por completo y prácticamente toda la población mayor de 16 años ha cursado, cuando menos, estudios superiores. Sin embargo, por tramos de edad las diferencias son todavía muy grandes.

Figura 5
Población ocupada por servicios determinados

Fuente: Elaboración propia

Conclusiones

En los últimos veinticinco años el mercado de trabajo ha estado condicionado por la presión demográfica de los estratos jóvenes de la pirámide de edad. Pero en un futuro próximo es casi seguro que cambiarán las condiciones del mercado laboral. La demanda de trabajo no será tanto de individuos cuanto de "conocimiento", que no es solo "saber", sino también capacidad para aplicar ese saber. La disminución progresiva de la tasa de actividad en las edades medias de la pirámide, como consecuencia de las jubilaciones anticipadas, es un indicador de la evolución que puede sufrir el mercado de trabajo en los próximos años. La educación y la formación profesional moldeable van a ser los pilares del futuro mercado de trabajo. El "conocimiento" se entiende como proceso social y es la vía para adaptar la demanda a la oferta en un mercado en constante cambio tecnológico y de organización, en el que el "capital humano" adquiere relevancia creciente.

Mientras del lado de la demanda prima el conocimiento, la oferta se moldea por los requerimientos de un mercado de trabajo, como el actual, en proceso de transición, que precisa de nuevos recursos y formas de organizar el trabajo. El trabajo a tiempo parcial, la llegada de inmigrantes, la creciente participación de la mujer en el mercado laboral, el alargamiento del espacio sobre el que se desenvuelven los commuters sin variación en el tiempo consumido, la deslocación de empresas, el teletrabajo, etc. son elementos que actualmente condicionan el mercado de trabajo, mucho más que la población en si. Sin embargo, en última instancia, las interacciones entre la demografía y los mercados de trabajo dependerán esencialmente de la aptitud de nuestra sociedad para transformar sus potencialidades de crecimiento, económico y laboral, en realidades tangibles. En cualquier caso, el "hombre habitante" tendrá que satisfacer sus necesidades primarias y secundarias por medio del trabajo.
 

Bibliografía

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© Copyright María Carmen Faus Pujol, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
 

Ficha bibliográfica

 FAUS PUJOL, Mª.C.Potencial demográfico y mercado de trabajo.  Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (64), 2002. [ISSN: 1138-9788]  http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-64.htm


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