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Scripta Vetera 
EDICIÓN  ELECTRÓNICA DE TRABAJOS PUBLICADOS 
SOBRE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
 
LA TRANSFORMACIÓN DE BARCELONA EN UNA CIUDAD BELLA Y BIEN EQUIPADA
 
Horacio Capel
 
(Publicado originalmente en: La Veu del Carrer, Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, nº 26, septiembre 1994, págs. 7-8.)


Las transformaciones de Barcelona en los últimos 25 años pueden resumirse fácilmente, con un mínimo de exageración: es muy probable que se haya convertido en una de las mas bellas y mejor equipadas ciudades del mundo. Y puede añadirse algo más: esa transformación ha sido posible, sobre todo, por la democracia y el desarrollo económico; y también por el gobierno municipal de partidos progresistas, por la cooperación de grupos de técnicos capaces y por el impulso dado por el movimiento vecinal.

Lo han tenido fácil

Desde el punto de vista urbanístico el aspecto mas importante que merece destacarse es seguramente éste: se ha proyectado mucho, y se ha construido lo proyectado, cumpliendo los plazos en un tiempo muy ajustado. Eso significa que los técnicos municipales que han actuado estos años estaban bien preparados: es lo menos que podía esperarse de esos técnicos formados en el ambiente crítico que existió en la ciudad en los años 70 y abiertos a las ideas que circulaban por el extranjero.

En realidad, políticos y técnicos lo han tenido bastante fácil: disponían de unos recursos públicos superiores a cualquier momento del pasado, debido al crecimiento económico y a una reforma fiscal que aumentaba la capacidad de inversión pública. En 25 años España ha visto aumentar de forma asombrosa y espectacular su producto interior bruto, hasta ocupar el octavo lugar mundial entre un total de 225 estados y territorios del planeta. Un dato bastará para reflejar eso de forma expresiva: España, con 39 millones de habitantes, tiene un producto interior bruto superior al de China, con mas de 1.100 millones, y muy superior al de India, con 850 millones de habitantes. Ese alto nivel de desarrollo ha permitido obtener los cuantiosos recursos públicos y privados invertidos en la ciudad.

Pero había también un hecho fundamental: pudieron dedicarse a cubrir unos déficits que eran graves, sin duda, pero que no aumentaban debido al estancamiento de la población. Entre 1950 y 1960 la población de Barcelona creció en 250.000 habitantes, y en el decenio siguiente (1960-1970) en otros 215.000: hubo que construir viviendas para mas de medio millón de personas. En los años setenta con la crisis económica, la detención de la corriente inmigratoria y el descenso del crecimiento natural la situación cambió radicalmente. En el decenio 1970-1980 la población de Barcelona aumentó solamente en 11.000 personas, y entre 1981 y 1991 disminuyó en 110.000. Una evolución parecida se ha producido en los 26 municipios del resto de la antigua Corporación Metropolitana.

Fórmulas imaginativas

Al iniciarse la transición política viviendas, escuelas y grandes equipamientos sanitarios estaban ya en buena parte construidos. Por eso ha sido posible dedicarse a cubrir los déficits existentes, las plazas, los jardines y las zonas verdes. Los técnicos que han dirigido el urbanismo barcelonés en los últimos tres lustros han sabido encontrar fórmulas elegantes e imaginativas para designar los nuevos objetivos que se habían propuesto: "hacer habitable el centro, y monumentalizar la periferia", "un urbanismo de consolidación cualitativa frente al crecimiento cuantitativo", "calles grandes en lugar de autovías", "del crecimiento cuantitativo hacia afuera al crecimiento cualitativo hacia adentro".

Pero no siempre han sido sensibles a las necesidades y aspiraciones de las clases populares: no tuvieron suficientemente en cuenta que aunque la población no crecía el problema de la vivienda iba a seguir existiendo. El olvido de la vivienda social -por la obsesión de convertir a Barcelona en un gran centro internacional de servicios- ha obligado a muchos jóvenes a buscar viviendas fuera del municipio.

Sin duda, se ha hecho un esfuerzo impresionante para eliminar los gravísimos déficits que existían en la periferia. Y se ha conseguido mucho. Pero aún hay diferencias importantes entre los barrios: siguen existiendo grandes contrastes y una sutil y eficaz segregación. Bastará recordar que todavía las diferentes condiciones de vida de la población se reflejan en las diferentes condiciones sanitarias y en las desigualdades ante la muerte: si creemos en las estadísticas oficiales, el habitante que nace en algunos barrios (Raval, Bon Pastor, Gótic, Barceloneta, Ciutat Meridiana, Montjuic, Zona Franca, Poble Nou y Poble Sec) tiene una esperanza de vida 8 o 10 años menor que el que nace en Las Corts, o Sant Gervasi.

Retórica y marketing urbano

Quizás ha existido un excesivo mimetismo respecto al extranjero, como muestra el caso de los proyectos del Port Vell, y ciertas intervenciones de prestigio. Algunos políticos y técnicos parece que han acabado creyéndose lo que decían esas operaciones de retórica y marketing urbano que son los planes estratégicos. Se ha puesto excesivo énfasis en el urbanismo, olvidando a veces la dimensión social. Algunos no dudan en hablar de la prepotencia de los técnicos y tecnócratas. Pero mas grave que eso, y que quizás contribuya a explicarlo: se ha perdido la voluntad de crítica. Con mucha frecuencia se ha caído en la autosatisfacción, en el conformismo y en la apología. O en el mejor de los casos, en la inhibición y la sátira privada que no tiene difusión pública - porque a sus autores les falta voluntad o porque, si la tienen, no encuentra órganos que la difundan.

Todo eso es posible -entre otras razones- por la atonía del asociacionismo independiente. Las asociaciones de vecinos han ido perdiendo crecientemente su impulso reivindicativo según aumentaba el nivel de vida, se cubrían los déficits, envejecían sus miembros mas activos y los dirigentes o inspiradores se sentían atraídos por la política o la actividad empresarial. Además, muchos desearían un asociacionismo teledirigido, al servicio de sus estrategias e intereses de tipo diverso, revestido a veces de palabras grandielocuentes sobre el país o la sociedad. La lucha por el control del asociacionismo es una de los episodios mas interesantes que existen en el panorama político barcelonés.

Se han utilizado en demasiadas ocasiones fórmulas vacías sobre el "consenso" o la "participación ciudadana", que a veces se entienden como una participación dócil y si es posible teledirigida. No se ha tenido confianza en la gente. Y se han cometido errores políticos, que solo se entienden en el contexto del enfrentamiento que protagonizan Ayuntamiento y Generalidad: el énfasis en la Europa de las ciudades -como contraposición a la de las regiones-, tiene algunos peligros, que las fuerzas progresistas no parecen percibir: no son las ciudades sino los ciudadanos lo que importa.

Sin duda Barcelona tiene hoy problemas graves que amenazan su futuro y su prosperidad. Los costes sociales de la crisis económica -cuyo control no depende del ayuntamiento- se dejan sentir en la ciudad: los parados, los viejos, los grupos marginalizados, el empleo precario, los mendigos durmiendo en las calles, las viviendas que han de abandonarse por no poder pagar la hipoteca.
Hay todavía índices relativamente elevados de pobreza. Según un estudio reciente publicado por el Ayuntamiento, el 10 % de las familias barcelonesas y un 15 % de las de Cataluña están bajo el nivel de pobreza. Y esa cifra es todavía mas alta en muchos municipios próximos, superando el 20 % en Hospitalet, El Prat y Sardanyola, y llegando al 30 % en Sant Boi.

Esta cuestión y la del paro son las decisivas. Y van unidas a la perdida del equipamiento industrial, a la dependencia creciente de la economía.

Ante este grave problema los factores generales son los decisivos. Cada vez se produce mas con menos trabajadores. Y la competencia de los países asiáticos está afectando y va a seguir afectando de forma importante a nuestra economía. Sin duda debemos alegrarnos por ello, ya que implica el desarrollo de países económicamente mas atrasados. Pero eso solo significa que habrá una redistribución de la riqueza y que nosotros seguramente hemos de acostumbrarnos a disminuir nuestros niveles de vida. Quizás haya que repensar también muchos aspectos de la organización social. Las asociaciaciones de vecinos pueden tener en ello un papel importante, suscitando debates sobre temas de la vida cotidiana y estimulando de forma imaginativa nuevas formas de organización social.



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