Coloquio sobre "El desarrollo urbano de Montréal y Barcelona en la época contemporánea: estudio comparativo" Universidad de Barcelona, 5-7 de mayo de 1997.


LA RENOVACION DEL ESPACIO RESIDENCIAL: ESTRATEGIAS Y POLÍTICAS DE INTERVENCIÓN EN BARCELONA

Josep M. Vilanova,



En esta comunicación se pretende dar una visión general sobre las estrategias y políticas de intervención desarrolladas en el ámbito que denominamos como la Barcelona metropolitana, en cuanto a la renovación del espacio residencial. Para ello, se exponen en primer lugar algunas características relevantes del espacio residencial metropolitano, yse indican cuales eran los marcos urbanísticos y en materia de política de vivienda en los inicios de los años ochenta. En la segunda parte, se describen las estrategias diversas y algunas de las actuaciones realizadas o en curso, para finalmente exponer un cierto balance tanto de los aspectos positivos como de las insuficiencias y necesidades actuales en relación a los espacios residenciales.

Algunas cuestiones a modo de introducción

El espacio residencial al que nos vamos a referir es mucho más amplio que el correspondiente al municipio de Barcelona . La interrelación entre los procesos de crecimiento y transformación urbana de Barcelona y los municipios y territorios de su entorno es un proceso que tuvo sus orígenes en el denominado "llano barcelonés" , donde se desarrolló la expansión de Barcelona durante la segunda mitad del siglo. Posteriormente los crecimientos se extendieron hacia espacios geográficos contiguos (los deltas de los rios Llobregat y Besós y parte del corredor geográfico del Vallés, situado detrás de la sierra de Collserola), y más contemporáneamente, hasta territorios situados en distancias de 30 a 50 kms. respecto el espacio central, que sigue siendo la ciudad de Barcelona.

La morfologia urbana, y concretamente la que corresponde a los ámbitos residenciales en la ciudad real que hoy denominamos Barcelona metropolitana resulta ser muy diversa, tanto por las características geográficas del territorio, las polaridades sobre las que se ha ido construyendo y articulando, y las diversas formas urbanas predominantes en cada período histórico concreto. Sin ánimo de una descripción exhaustiva , y en relación a la orientación de este texto, señalariamos las siguientes:

El Centro Histórico de Barcelona, que corresponde a lo que la ciudad era en su totalidad a mediados del siglo XIX, compuesta por la trama urbana dentro del recinto amurallado y el barrio marítimo de La Barceloneta. Territorio de 400 Has., con una población actual alrededor de las 90.000 personas, pero que en su etapa de mayor densidad (desde 1930 a 1960) tuvo una población censada alrededor de 240.000 habitantes. Se trata, como muchos otros centros históricos, de una área urbana de gran complejidad y diversidad morfológica y de gran interés por sus componentes históricos y arquitectónicos, singular además por sus dimensiones en el contexto catalán.

El Ensanche de Barcelona, ocupando la parte central del llano barcelonés, que se inició y consolidó durnte la segunda mitad del siglo XIX en el ámbito del municipio (110.000 habitantes en el año 1897), al que posteriormente se incorporarian las partes de Ensanche correspondientes a algunos de los municipios agregados a principios de siglo, alcanzando su máxima densidad en los años sesenta y setenta con cerca de 300.000 habitantes. Junto con el Centro Histórico, resalta en el conjunto del territorio metropolitano tanto por la contundencia de su trazado como por la cantidad y calidad de algunas arquitecturas construidas en los diversos períodos históricos, teniendo como máximo exponente el período modernista.

Las tramas residenciales de vivienda popular caracterizan los núcleos suburbanos del llano barcelonés y municipios colindantes , así como poblaciones mucho más alejadas de la Barcelona central (Sabadell, Terrassa, Mataró) pero que experimentaron un crecimiento importante al mismo tiempo que aquellos otros. La importancia urbana y residencial de estas tramas queda reflejada en el dato que en el período 1856-1953 absorvieron más del 50% del crecimiento demográfico del conjunto del territorio, resultando ser la forma urbana residencial dominante en las dos primeras oleadas migratorias (en la seguna mitad del siglo XIX, migración campo-ciudad en el propio territorio de Catalunya, y en el primer tercio del siglo XX, migración desde los territorios españoles más próximos, como Aragón, Valencia o Murcia), y que por lo tanto explican fundamentalmente la formación y crecimiento de la Barcelona metropolitana hasta mediados del presente siglo (por encima de los 800.000 habitantes en 1950) . A partir de los años cincuenta y sesenta de este siglo, más que extenderse, estas tramas residenciales soportarán un fuerte proceso de densificación residencial, a partir de la aplicación de ordenanzas de edificación muy abusivas que alterarán de manera importante su paisaje inicial.

Los polígonos residenciales, como actuaciones de producción masiva de vivienda durante los años sesenta y setenta para dar respuesta a las necesiddes de alojamiento derivadas de la tercera gran oleada migratoria, sobretodo procedente de los territorios del sur de España. Estas actuaciones tuvieron un antecedente durante los años veinte con la construcción de las llamadas "casas baratas" (2.195 viviendas) por parte del Patronato de la Habitación de Barcelona. A partir de la aprobación del Plan Comarcal de Barcelona de 1953 y la constitución de su organismo gestor, la "Comisión de Urbanismo y Servicios Comunes de Barcelona y otros municipios" (veintiseis), en una primera etapa los polígonos residenciales fueron de promoción pública, y muy relacionados con las estructuras urbanas preexistentes como por ejemplo, en el sector de Sant Martí dentro de la ciudad de Barcelona, donde los polígonos se apoyan en el mismo trazado del Ensanche.

Durante los años sesenta, por contra, se fue consolidando la promoción privada de polígonos de vivienda masiva, de mayores dimensiones que los anteriores y progresivamente más alejados y desconectados de los núcleos urbanos. Así, serán de iniciativa privada la promoción de los dos mayores polígonos de este período (San Ildefonso y Bellvitge), con cerca de 25.000 viviendas entre los dos. En el ámbito de los veintisiete municipios metropolitanos, durante el período 1953-1976 se construyeron bajo este modelo, un total de 116.525 viviendas, lo que supone una población en el período de mayor densidad entre 400.000 y 450.000 habitantes.

El momento más álgido de este proceso se produjo a inicios de los años setenta con las denominadas "ACTUR" (actuaciones urbanísticas urgentes), que se plantearon explicitamente a la manera de las "new towns" inglesas o los "grands ensembles" franceses, es decir, nuevas áreas residenciales localizadas autonomamente en el territorio y con capacidad de consolidar estructuras urbanas nuevas. De este modelo sólo llegó a construirse "Ciudad Badia", ejemplo más que suficiente, desde su pobre arquitectura y escasa cualidad urbana, para celebrar el fracaso de aquel tipo de planteamiento.

Las urbanizacones marginales, denominadas así por su posición territorial, por situarse fuera del suelo reconocido legamente como urbanizable, y por la predominancia de una tipologia residencial basada en la autoconstrucción, a partir de la disponibilidad de recursos económicos, en un proceso de inversión progresiva a partir de la consolidación económica y crecimiento numérico de la familia. Este proceso, muy adaptado a las disponibilidades económicas de un sector de población que no podia acceder al mercado inmobiliario "normalizado", se produjo, en parte, sobre parcelaciones de ciudades-jardín iniciadas durante los años veinte y treinta, situadas habitualmente cerca de acessos ferroviarios a la ciudad central, y que, en su origen, pretendian ser una oferta de segunda residencia para capas medias residentes en Barcelona, pero que con la crisis de la postguerra civil y la presión inmigratoria, se reconvirtieron a este proceso de formación urbana al margen del control urbanístico. En otros casos, se trató de puras actuaciones especulativas de parcelación de suelos rústicos.

Si bien su incidencia en términos de población no llegó a ser muy relevante, sí lo ha sido en cuanto a su presencia en el territorio, ocupando un total de 660 hectàreas a finales de los años setenta, con una población aproximada de 80.000 habitantes. Naturalmente, a la precariedad de la construcción habia que añadir la inexistencia de infraestructuras y servicios mínimos de soporte a la función residencial.

Como se desprende de las descripciones anteriores, el modelo residencial de la ciudad-jardín ha sido en nuestro contexto poco relevante, aunque ello no significa que no haya estado presente en momentos diversos de este proceso de formación del espacio residencial barcelonés. Muchas áreas residenciales actualmente densas tienen su origen en procesos de parcelación y construcción de viviendas unifamiliares, tanto en la misma ciudad de Barcelona (Sarriá, Horta-Guinardó) como en otras poblaciones del entorno (por poner dos ejemplos, Santa Coloma de Gamanet y Sant Boi de Llobregat).

En el período comprendido entre la postguerra civil y los años setenta, sufrieron un proceso de transformación urbana a veces radical a partir de los aprovechamientos urbanísticos resultantes de un planeamiento urbanístico congestivo. En otros casos, como se ha indicado anteriormente, por su posición territorial menos central, se reconvirtieron en urbanizaciones marginales. Por contra, en el período más reciente de los años ochenta, el modelo de la casa unifamiliar adosada se ha extendido ampliamente en el ámbito metropolitano, desde el impulso de promotores de suelo públicos como el INCASOL (Instituto Catalán del Suelo), bien es cierto que en ningún caso dentro de la ciudad de Barcelona.

Marco urbanístico y política de vivienda desde 1980

La segunda mitad de la década de los años setenta fue un período caracterizado por la aparición simultánea de crisis en diversos frentes, muchos de ellos relacionados con las políticas urbanas, y también concretamente con las políticas sobre la vivienda.

En el contexto general de la transición política del régimen franquista a un sistema constitucional y democrático, se produjo además en el ámbito de Barcelona y su entorno metropolitano un debate social muy importante sobre, entre otros factores, la revisión de su planeamiento urbanístico. La toma de conciencia por parte de diversos grupos sociales (residentes, técnicos, políticos) sobre los déficits de la ciudad existente y su posicionamiento frente a las formas y agentes hasta entonces dominantes en la producción de ciudad, se resolvió con un documento urbanístico renovado que puso las bases para reconducir los déficits heredados, y con la presencia de nuevos gestores más dialogantes y abiertos. Posteriormente, a partir de las primeras elecciones democráticas de 1979, se produjo la irrupción de una clase política hasta entonces en la oposición y/o clandestinidad, aupada al poder con unos programas de acción en buena parte basados en los contenidos de la lucha urbana de la etapa anterior.

La revisión del planeamiento urbanístico y los primeros pasos en su materialización se vieron favorecidos, en este período, sobretodo en lo referente a la política de suelo, por los efectos de la crisis económica, especialmente dura en ciertos sectores industriales (metalurgia, téxtil), que habian sido grandes motores en las etapa de la fuerte expansión económica de los años sesenta. La crisis económica primero y las espectativas derivadas del cambio político después, explican en buena parte el freno a las dinámicas migratorias y la estabilización de la población que se viene experimentando desde los inicios de los años ochenta.

Por contra, se mantuvieron las dificultades financieras de las administraciones públicas, sobretodo las municipales, y por lo tanto, la esasez de recursos económicos para poder afrontar los grandes problemas urbanos heredados . La política urbana en esta etapa inicial de las nuevas administraciones democráticas se orientó hacia el diseño de intervenciones que por lo menos paliaran los déficits más evidentes, tales como la falta o insuficiencia de las infraestructuras, la urbanización con unos nuevos estándares de los espacios públicos y la implantación de dotaciones y servicios, a partir de una mayor gestión sobre el suelo, bien para que otras administraciones pudieran intervenir, bien con actuaciones directas, a veces con carácter substitutorio de la administración competente.

En aquellas situaciones más complejas, las nuevas administraciones municipales canalizaron las tensiones urbanas a través del desarrollo del planeamiento urbanístico por entonces recientemente aprovado, con documentos muy precisos surgidos tanto de la reflexión y maduración técnica como del debate con los agentes sociales presentes. El planeamiento de los barrios fue un proceso iniciado en aquella etapa, y pese a que en algunos casos se prolongó excesivamente, fue una plataforma muy importante tanto para muchos técnicos que tuvieron la oportunidad de enfrentar-se, a veces por pirmera vez, con el reto de una ordenación urbana verosímil, como para políticos y gestores que tuvieron que asumir las dificultades reales en la ejecución de las propuestas.

En este escenario, la política de vivienda también experimentó cambios profundos. Por una parte, el modelo constitucional del Estado de las Autonomias que se implantó con la Constitución de 1978, supuso la atribución competencial a las Comunidades Autónomas de la política sobre la vivienda, rompiendo un monopolio estatal ampliamente consolidado durante el franquismo (por ejemplo, el IPPV -Instituto para la Promoción Pública de Vivienda- del Ministerio de la Vivienda, transfirió a la Generalitat de Catalunya en los inicios de los años ochenta la titularidad de más de 60.000 viviendas).

Pero esta transferencia competencial esultó ser más formal que real. Durante la etapa franquista se habia produciso un cambio importantísimo en el parque residencial de nuestro pais. Si en 1950 el 74,3% de las viviendas en Catalunya estaban bajo el régimen de alquiler, en 1980 la situación se habia invertido totalmente, bajando esa proporción al 29,5%. Este cambio en el régimen de tenencia i uso de la vivienda fue el resultado de un doble proceso. Por una parte, la promoción inmobiliaria, tanto privada como pública se habia decantado totalmente hacia la producción de vivienda para la venta, y por otra, el parque de viviendas en alquiler se fue transformando progresivamente, a partir de la Ley sobre la Propiedad Horizontal, en viviendas de propiedad, proceso impulsado también por la congelación de los alquileres.

Por lo tanto, en un mercado inmobiliario orientado casi absolutamente a la producción de vivienda para la venta, los aspectos financieros y fiscales eran claves para articular una política efectiva sobre la vivienda, más aún si las administraciones carecian de recursos suficientes para afrontar las dimensiones de los problemas, y por lo tanto, se confiaba en el impulso del sector privado para satisfacer las necesidades. Y estos aspectos financieros y fiscales quedaron en el diseño constitucional en manos exclusivas del Estado.

Este ha sido desde 1980 el marco donde se han desarrollado las estratégias y políticas sobre la vivienda, y por consiguiente, también en el aspecto de la renovación del espacio residencial. Competencias en la ordenación urbanística y voluntad de gestión desde la escala municipal, aunque sin suficientes recursos económicos y sin competencias en materia de vivienda. A nivel de la Generalitat de Catalunya, competencias en materia de vivienda pero no en cuestiones financieras y fiscales. Y finalmente, el Estado, con competencias en materia económica pero sin un conocimiento suficiente de las necesidades concretas de cada territorio y ciudad.

En este contexto, no es de extrañar que la política de vivienda, articuada desde entonces a través de sucesivos programas plurianuales (normalmente cada cuatro años), haya sido discontínua y con efectos muy diversos, en función de la situación del mercado inmobiliario, ya que en etapas fuertemente alcistas, como la experimentada en el período 1987-1991, la promoción privada se desentendió casi totalmente de la promoción de vivienda subvencionada, dejando fuera del mercado a la mayor parte de la población, y originando los problemas graves de acceso a la vivienda que están en el origen del debate actual, aparentemente contradictorio por el hecho de aparecer en un período donde no se detectan flujos inmigratorios equivalentes a los de etapas anteriores.

A todos estos factores hay que añadir que, como se ha indicado anteriormente, desde los años sesenta la política sobre la vivienda ha estado orientada a estimular la producción de nueva vivienda. Las necesidades y el tratamiento del parque existente han sido aspectos considerados de manera muy secundaria (baste como dato que sólo el 12% de las actuaciones en el Plan de Vivienda 1992-1995 han sido actuaciones de rehabilitación ).

Estrategias y actuaciones en Barcelona

Para exponer de manera ordenada y resumida las estrategias y actuaciones desarrolladas desde los inicios de los años ochenta, nos referiremos a las diversas formas urbanas residenciales anteriormente descritas.

En primer lugar, destaca la intervención en el Centro Histórico de Barcelona, tanto por el valor estratégico que se le ha pretendido dar como por los grandes recursos económicos y de gestión que está canalizando. La intervención en el Centro Histórico parte, por un lado, de un planeamiento urbanístico renovado en el período 1977-1985, que reformuló el modelo de renovación urbana que estaba planteado (y en parte ejecutado) desde el siglo pasado, y concretó un conjunto de intervenciones (sectorialmente, ya que el planeamiento no fue sobre la globalidad del Centro Histórico) que posteriormente tomaron forma con la declaración de Area de Rehabilitación Integrada (figura que no proviene del planeamiento urbanístico sino del primer Decreto estatal de 1983 en materia de rehabilitación). No obstante, el proyecto de intervención no encontró su concreción definitiva en términos de gestión hasta que el proceso de degradación se hizo tan evidente durante los años 1986 i 1987 que convirtió la intervención en el Centro Histórico en un proyecto de ciudad (o expresado de otra forma, se incorporó la renovación del Centro Histórico al proyecto olímpico de Barcelona)

La intervención en el Centro Histórico supone, basicamente, una actuación de remodelación de una parte de la trama urbana, en el interior de los sectores donde se diagnosticó una situación de mayor degradación, y la transformación para usos urbanos de espacios industriales, ferroviarios y portuarios en desuso. De la magnitud de esta intervención del sector público, liderado por la administración municipal, da una idea las siguientes cifras del período 1988-1994 (aproximadamente correspondientes al 50% del programa de actuaciones previsto):

- 86.152 millones de inversión pública, en renovación de infraestructuras, creación y urbanización de espacios púlicos, equipamientos de barrio y de ciudad y construcción de viviendas

- 145.751 m2 de techo derribados

- 1.267 viviendas nuevas y 407 rehabilitadas

- realojo de 1.200 familias

No hay muchas discrepancias respecto a que se ha producido cambio de tendencia en la dinámica del Centro Histórico, y que en este caso la administración está demostrando una capacidad de intervención que hasta muy recientemente se ponia en duda. Pero también es cierto que el desarrollo efectivo de las intervenciones está poniendo de relieve algunos aspectos críticos que fueron apuntados en su momento como posibles :

- la excesiva dominancia de los componentes materiales de la intervención, en detrimento de un ritmo más pausado y equilibrado en relación al impacto de las actuaciones sobre la estructura social y económica de los diversos barrios y sectores que integran el Centro Histórico.

- el escaso contrapeso de la inversión privada en la mejora y renovación del espacio residencial, en relación a la importancia de la inversión pública. La rehabilitación o renovación del parque residencial en manos privadas, que sigue siendo la mayor parte del parque existente, está por realizar.

- las dinámicas contradictorias derivadas del contraste entre las inversiones (públicas) para el mantenimiento del espacio residencial, fijando la población residente sobre la que se actua con vivienda nueva o rehabilitada, y mejorando los niveles de equipamiento, con la permisividad o incluso fomento de la implantación de actividades de escala urbana o metropolitana (públicas y privadas), que refuerzan los valores de centralidad e inciden en los precios del suelo y del mercado inmobiliario.

En el Ensanche de Barcelona, que sigue siendo uno de los sectores donde es más activo y fuerte el mercado inmobiliario, a partir de 1985 se ha desarrollado, por una parte, una estratégia de mejora del paisaje urbano a partir de la incentivación de la rehabilitación basicamente de las fachadas de los edificios, singularmente aquellos de mayor valor urbano, arquitectóico o simbólico, actuaciones en muchos casos realizada por instituciones públicas o entidades financieras y empresariales que han querido seguir reconociendo en el Ensanche (especialmente en su parte central) un espacio emblemático de la ciudad.

Por otro lado, la estrategia urbanística en el Ensanche se formuló se formuló en tres direcciones: la protección de sus valores ambientales a través de una ordenanza de carácter conservativo, la recuperación a medio y largo plazo de espacios interiores de manzana libres de edificación que pudieran convertirse en nuevos espacios públicos o en espacios privativos al servicio de la residencia, y finalmente, un cierto control de la presión del sector terciario sobre la residencia, sobretodo en la parte central. En la etapa más reciente parece querer trasplantarse al Ensanche la experiencia del Centro Histórico en términos de gestión para desarrollar parte de esta estrategia urbanística, pero sobre el espacio residencial propiamente dicho se ha actuado hasta ahora poco.

Los sectores correspondientes a las tramas residenciales son probablemente las áreas menos consideradas en el marco de las políticas de mejora y renovación del espacio residencial, más allá de las actuaciones que se hayan realizado renovando espacios públicos o mejorando los equipamientos colectivos. En pocos casos se ha planteado una adecuación del planeamiento urbanístico que sentara las bases de una estrategia específica adaptada a la situación de cada sector, y por consiguiente los agentes presentes en el mercado inmobiliario han seguido actuando como en las etapas anteriores. Por una parte, a través del absentismo de una parte de la propiedad, llegando en ocasiones al extremo de abandonar los edificios a la espera de su ruïna y posterior puesta en el mercado, y por otra, la promoción inmobiliaria que busca hacer efectivas unas rentas de posición que, con el reforzamiento de la posición de centralidad de estos sectores a partir de las actuaciones de infraestructura de transporte y la localización denuevos centros de actividad, tienden al alza. En este contexto, no es extraño que sea precisamente en estos sectores donde aparezcan con mayor frecuencia episodios de ocupación de fincas por parte de jóvenes que reivindican así su derecho a la vivienda.

Durante los años 1985 al 1987, algunas instituciones (Ayuntamiento de Barcelona, Corporación Metropolitana) ensayaron estrategias de fomento de la rehabilitación residencial a partir de la delimitación en estas áreas de pequeños sectores donde se concentraran los esfuerzo de gestión y los recursos económicos (en términos de subvención a la rehabilitación y facilidades financieras), en la hipótesis que esta concentración podria producir un efecto dinamizador de las iniciativas privadas en el conjunto de las tramas residenciales . La insuficiencia en los incentivos, la falta de instrumentos complementarios que forzaran a la propiedad inmobilista, y la discontinuidad en la gestión, hicieron que aquella experiencia no pasara de algún éxito puntual.

Los problemas en cuanto a las necesidades de equipamiento, urbanización e infraestructuras de los polígonos de vivienda se han ido resolviendo de manera bastante generalizada a partir de los años ochenta, siendo uno de los temas que mayor inversión pública (basicamente de carácter local) ha canalizado. Así mismo, en los polígonos aún de titularidad pública, las actuaciones de mejora sobre las edificaciones han sido también generalizadas, ante la presión de la población residente.

Sin embargo, en algunos casos puntuales, la opción tomada ha sido la remodelación total, al llegarse al convencimiento de la inutilidad de nuevas inversiones públicas por el estado de la construccion y las dimensiones ínfimas de las viviendas (ejemplos de los barrios de Baró de Viver o Viviendas del Governador en Barcelona). Se trata de actuaciones de dimensiones acotadas, aunque en algún caso concreto pueden ser de envergadura (más de 2.000 viviendas en el barrio de San Cosme), y así mismo, no tan sólo absorven importantes recursos econóicos públicos sino que también requieren esfuerzos importantes en la gestión de todo el proceso de la remodelación.

Pero en la etapa reciente se ha planteado una situación inesperada con la súbita obsolescéncia (de alcance difícil de precisar) de parte de la edificación residencial construïda en las décadas de los años sesenta y setenta, derivada de la utilización de materiales de construcción inadecuados. La rehabilitación de elementos estructurales planteó unas necesidades específicas de financiación y gestión que se han intentado resolver, dado su carácter de urgencia, a través de un marco propio, diferenciado del resto de actuaciones de rehabilitación. En una primera aproximación al problema, se estimó que podia afectar a más de 100.000 viviendas en toda Cataluña. Un primer programa de inversiones para cuatro años (1993-1997) estableció la cifra de 23.910 millones de inversión pública, tanto sobre patrimonio público como privado, sobre un total de 60.820 millones, comportando la actuación sobre 44.000 viviendas. En algunos casos, también la opción que se ha tomado ha sido la de remodelación, total o parcial según cada caso (Turó de la Peira, La Pau), con derribo de los bloques existentes más afectados y construcción de nueva vivienda.

Sobre las urbanizaciones marginales, la explicación de la estrategia y las actuaciones realizadas es bastante similar al caso de los polígonos, con una consolidación importante en sus niveles de urbanización y de equipamientos colectivos, y con estrategias sobre la vivienda que oscilan desde la consolidación en los casos más solventes, a la remodelación en las situaciones de mayor precariedad. Quizás el elemento más diferenciador sea en estos casos la importancia que ha tomado el planeamiento urbanístico, ya que ha sido en el marco de estos documentos donde se han establecido las estrategias adecuadas en cada caso. Los trabajos de planeamiento sobre urbanizaciones marginales han sido referencia obligada como ejemplo de trabajo metodológico y de esfuerzo por ajustar al máimo los instrumentos urbanísticos a las necesidades reales de estos sectores urbanos.

Un cierto balance

Las necesidades de mantenimiento y renovación del espacio residencial son muy importantes en un contexto urbano y metropolitano como el de Barcelona, donde una parte del parque construido (la más significativa por sus valores históricos y ambientales) supera ya los cincuenta años de antigüedad, y donde una parte de la edificación restante (exceptuando la de los últimos veinte años), o bien requiere también una intervención de mejora o presenta problemas irresolubles que fuerzan a su sustitución.

El tratamiento de los problemas del espacio residencial en un contexto urbano como el que caracteriza la Barcelona metropolitana, deberia ser un objetivo fundamental de la política urbana, tanto a través de estrategias tendentes al mantenimiento del parque inmobiliario con mayor valor urbano, ya sea por su peso histórico y/o por sus valores ambientales, como por las necesidades de renovación derivadas de la obsolescéncia (en algunos casos inesperadamente prematura) de la edificación.

No obstante, es cierto que los recursos públicos que se destinan a los diversos tipos de actuación son importantes, sobretodo sobre el patrimonio público heredado, ya sea en actuaciones de rehabilitación, ya sea en actuaciones de remodelación, aunque sigan siendo insuficientes para acabar con situaciones de degradación graves que todavia permanecen.

El sistema de ayudas a la rehabilitación (subvención, facilidades financieras), aparte de ser poco significativas en el marco del conjunto de actuaciones de los planes sobre la vivienda, son insuficientes para estimular aquella propiedad que está habituada a no invertir en el mantenimiento de la edificación, más aún cuando la reforma de la ley de arrendamientos ha abierto un nuevo proceso de capitalización por actualizaciones de los alquileres (en unas propiedades ampliamente amortizadas) sin exigir ningún tipo de contraprestación en términos de reinversión en la finca. Así mismo, el ámbito global de las ayudas conlleva la dispersión en el territorio de las actuaciones que se realizan(o si se prefiere, la falta de acotación temporal y espacial de los programas), lo que hace que los posibles efectos revitalizadores de las inversiones se diluyan. Por contra, los programas que han tenido mayor impacto han sido las campañas de ámbito local centradas en la mejora del paisaje urbano a partir de actuaciones sistematizadas sobre las fachadas urbanas.

Los planes plurianuales de vivienda están muy relacionados con la política económica general del pais, y carecen de estrategias territoriales concretas, tanto en el nivel estatal como en el autonómico. Dado que se apoyan sobre el sector inmobiliario, su eficacia depende de la dinámica de éste, tal como quedó demostrado en el período inflacionista 1987-1992, cuando en la práctica el sector privado abandonó la vivienda subvencionada.

Aunque el crecimiento demográfico no tiene actualmente las dimensiones que de etapas anteriores, la reestruturación interna del espacio metropolitano genera una mobilidad de la población suficientemente importante para mantener una demanda de vivienda intensa. En los últimos planes plurianuales se han observado dos tendencias positivas. Por un lado, se dirigen las ayudas más hacia el usuario que hacia el promotor de la vivienda, y por otro, se pone mayor énfasis en las necesidades del parque existente. De momento, están por ver los resultados referentes al fomento de la promoción de viviendas en alquiler. En cualquier caso, las necesidades de la población con mayores dificultades por falta de recursos son las más desatendidas por la política de vivienda, que dirige su estrategia fundamentalmente a potenciar la demanda que puede llegar a ser solvente.

La práctica inexistencia hasta ahora de política de vivienda propia a nivel autonómico, y la falta de competencias a nivel municipal (suplida con voluntarismo, no exento de eficacia real, por algunas administraciones locales), situa las estrategias sobre la vivienda basicamente en el terreno de las actuaciones complementarias, sobretodo las de carácter urbanístico, y or lo tanto, otorga una relevancia notable al planeamiento en tanto que se demuestra capaz de definir y concretar las estrategias sobre el espacio residencial y articular su implantación. No obstante, existe un vacío de momento insalvable entre el marco urbanístico y el marco de la política de vivienda, más allá de la posible vinculación de las propuestas a programas de inversión pública directa.

En el contexto de la Barcelona metropolitana, ni en la ciudad de Barcelona, ni en el resto de municipios que la integran (salvo alguna excepción como la ciudad de Sabadell), se ha implantado una estrategia coherente en materia de vivienda. Las actuaciones desarrolladas han venido guiadas bien por el planeamiento urbanístico sectorial en algunos casos, bien por necesidades sobrevenidas por obsolescéncia física o bien por la presión social. Los programas más extendidos han sido los referentes a actuaciones de mejoras en la urbanización y los equipamientos, y aquellos orientados a la mejora del paisaje urbano.

Todo ello en una etapa donde las inversiones públicas han tenido un carácter totalmente singular debido al proyecto olímpico de Barcelona, que ha comportado una modernización de las infraestructuras y las dotaciones de la ciudad (en realidad, han supuesto la recuperación en un período corto de tiempo de unos déficits históricos), pero con contenidos poco relevantes en relación a cuestiones relacionadas con la residencia. Cuando el problema de la vivienda ha vuelto a emerger a la luz, poniendo sobre la mesa cuestiones de carácter estructural (el papel de la propiedad, la ineficiencia y rigidez del mercado inmobiliario), la regidez , nuestras ciudades, y sobretodo Barcelona, han visto reflejadas en él los problemas reales de una sociedad compleja, después de una etapa donde pareceria que habian dejado de existir.

© Copyright Josep M. Vilanova

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