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Gran Bretaña. Estado insular de Europa occidental; 244.100 km2, 58.395.000 hab. Cap. Londres. El Estado adopta oficialmente el nombre de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y está compuesto por Gran Bretaña (229.979 km2; 53.917.000 hab.) -que integra la isla principal y otras menores: archipiélagos de las Shetland, las Orcadas, las Hébridas y las Scilly, y las islas de Wight, Anglesey y Arran- e Irlanda del Norte (14.121 km2; 1.583.000 hab.), en el sector septentrional de la vecina isla de Irlanda. Las islas Anglonormandas y la de Man no pertenecen al Reino Unido, pero están vinculadas a la corona británica. Gran Bretaña está bañada al S por el canal de la Mancha, al E por el mar del Norte, al NO y SO por el Atlántico, y al O por el mar de Irlanda, al que se accede a través de los estrechos del canal del Norte, al N, y del canal de San Jorge, al S.
Geografía física.
Se pueden distinguir dos grandes unidades morfoestructurales
separadas por una línea imaginaria trazada entre la desembocadura
del Exe, al SO, y la del Tyne, al NE. Al N y O de esta línea
se halla la parte montañosa del país, allí donde se
alzan los macizos más antiguos (caledonianos al N y hercinianos
al S): los Highlands escoceses (Northwest Highlands, montes Grampianos
- donde se eleva el Ben Nevis, que con 1.343 m de alt. es el techo
del Reino Unido- y Southern Uplands); en Inglaterra, el macizo del
Cumberland (Scafell Pike, 978 m de alt.), los montes Peninos y el
Dartmoor (península de Cornualles); y en el País de
Gales, los montes Cámbricos (macizo de Snowdon, 1.085 m).
La erosión glaciar del cuaternario y los movimientos orogénicos
del terciario modelaron estos macizos formando regiones lacustres
(Lake District) y depresiones que interrumpen las formaciones montañosas
y configuran paisajes de llanuras y colinas: la depresión
de Glen More, entre los Northwest Highlands y los montes Grampianos;
las tierras bajas de Escocia (Lowlands), entre los Grampianos y los
Southern Uplands; y la depresión de los Midlands, entre los
Peninos y los montes Cámbricos. El sector SE del país
forma una extensa cuenca sedimentaria, donde se han desarrollado
relieves en cuesta con formaciones de escasa altura (Chiltern Hills,
Cotswold Hills y los North y South Downs), que bordean y separan
las diferentes llanuras (Midlands, cuenca de Londres, Weald, Fens).
Los ríos británicos son numerosos, aunque de limitada
longitud (Severn, 338 km; Támesis, 336) y escaso caudal -pero
regular a lo largo del año-, con cuencas reducidas. Un rasgo
común en casi todos ellos es la formación en sus desembocaduras
de profundos estuarios que confieren carácter a las costas
británicas, en general rocosas y recortadas. El clima predominante
en Gran Bretaña es de tipo oceánico templado. Las temperaturas
son moderadas, tanto en verano (17,7 oC en Londres; 15,9 en Plymouth;
16,3 en Cardiff) como en invierno (Londres, 4,1 oC; Plymouth, 5,9;
Cardiff, 4,1). Los contrastes regionales se acentúan al observar
las precipitaciones: el O, más montañoso, recibe abundantes
precipitaciones (1.085 mm anuales en Cardiff), mientras que el sector
oriental recibe menos de 750 mm (Londres, 638 mm anuales).
Otros rasgos característicos del clima británico son los
días nubosos, así como las espesas brumas conocidas como
«puré de guistantes» (pea-soup) y las nieblas
londinenses, llamadas smog, mezcla de humo (smoke) y niebla (fog).
Geografía humana.
Gran Bretaña inició su explosión demográfica
a principios del s. XIX, pasando de 10.950.000 hab. en 1801 a 20.816.000
en 1851. Ese crecimiento, que se mantuvo a un ritmo vivo hasta finales
del s. XIX, se ralentizó en el s. XX, sobre todo a partir
de mediados de siglo, por efecto de un fuerte descenso en la natalidad
(13,5% en 1992). El crecimiento vegetativo de la población
británica ha sido pues casi nulo durante la segunda mitad
del s. XX (1987-1992: 0,3 %). Por otra parte, los movimientos migratorios
han jugado un papel muy importante en la evolución demográfica
de este país: notable área de emigración hacia
las colonias del Imperio durante los ss. XVIII-XIX, en los últimos
decenios -y aun sin cesar la emigración (hacia EE UU, Australia
y Canadá)-, la entrada de inmigrantes en Gran Bretaña
(especialmente de retorno de países de la Commonwealth) ha
invertido el saldo migratorio de antaño. Con una población
de más de 55 millones de hab., Gran Bretaña constituye
uno de los países más densamente poblados de Europa
(234 hab./km2). Por otra parte, la distribución de la población
sobre el territorio no es, evidentemente, homogénea, pues
está sujeta a las diversas condiciones económicas y sociales
de cada región: el movimiento de la población refleja
la crisis de los sectores tradicionales de producción y el
auge de nuevos centros industriales en el centro-S y SE, frente al
despoblamiento del campo y en especial de los sectores montañosos.
La concentración de la población británica en
las ciudades registra uno de los índices más altos
de Europa (92,5 %), y aunque entre los núcleos urbanos destacan
las grandes concentraciones (Gran Londres, Birmingham, Leeds- Bradford,
Manchester, Liverpool), las últimas tendencias apuntan hacia
el desplazamiento de la población de las grandes ciudades en
favor de centros menores en las áreas suburbanas.
Geografía económica.
Al igual que en el resto de países desarrollados, la actividad
agrícola británica significa un discreto porcentaje tanto
en la estructura de su PIB como en la ocupación de su población
activa (2 %, en ambos casos). La agricultura se concentra en el S
y E, con cultivos de cereales (cebada, trigo), legumbres, frutales,
remolacha azucarera, hortalizas y flores. La actividad ganadera se
beneficia de la disponibilidad de prados y pastos (45,5 % del territorio),
y se extiende no sólo por las regiones agrícolas del
E y S (ganado bovino, porcino y aves), sino también por las
zonas montañosas del O y del N (ganado ovino). Mayor importancia
reviste, sin duda, el capítulo de la energía, de la
que Gran Bretaña es un gran consumidor. La producción
de gas natural se sustenta en los yacimientos del mar del Norte (Frigg,
Leman, Indefatigable) donde, desde 1970, se extrae también
petróleo (Ekofisk, Forties, Brent). Una completa red de gasoductos
y oleoductos comunican los yacimientos con las principales refinerías:
Milford Haven, Fawley (Southampton), y las situadas en los estuarios
del Támesis, Humber y Tees. La producción de carbón
se localiza en los Lowlands (Escocia), en ambas vertientes de la
cadena de los Peninos (Durham, Yorkshire y Nottinghamshire), en los
Midlands y en el S de Gales, y aunque ha perdido importancia, sigue
siendo un factor determinante en el emplazamiento de un gran número
de centrales térmicas: éstas suponen, en conjunto,
más del 75 % de la producción eléctrica, la
cual se complementa con la de diversas centrales hidroeléctricas
y nucleares (Hinkley Point, Hunterston, Dungeness). El sector industrial
británico, que aporta el 38 % del PIB y da empleo al 29 %
de la población activa, arrastra el lastre de la crisis en
sus industrias tradicionales: siderurgia (Midlands, Lowlands, Lackenby,
Port Talbot, Newport), construcción naval (Clyde, Tyne, Wear,
Mersey, Hartlepool), ind. del automóvil (Birmingham, Coventry,
Luton, Volverhampton, Oxford, Leyland), y textil (algodonera en Lancashire
y junto a Manchester; lanera de calidad en Yorkshire). La metalurgia
(aluminio) se localiza preferentemente en el litoral (Bootle, Bristol,
Swansea). Frente a la recesión de estos sectores, contrasta
la ind. química, que cuenta con grandes multinacionales (BP,
Unilever, Shell) y una producción muy diversificada: petroquímica
(Grangemouth, Southampton), abonos (Bristol, Immingham, Billingham),
fertilizantes (Aberdeen), sosa y colorantes (Lancashire), neumáticos
(Carlisle, Stoke-on-Trent). Las construcciones aeronáuticas
suponen una de las ramas con más proyección: Stevenage,
Luton, Derby, Coventry, Bristol y Glasgow.
El sector terciario constituye el eje de la economía británica: representa el 60 % del PIB y ocupa al 69 % de la población activa. El peso recae en su mayor parte sobre Londres, que con centro en la City es el segundo núcleo financiero y comercial del mundo (tras Nueva York). El destacado papel de Gran Bretaña en el comercio internacional está respaldado por una importante flota mercante y aérea, que dispone de una buena red de puertos (Londres, Manchester, Liverpool, Southampton, Newcastle, Immingham o Dover) y aeropuertos (Londres-Heathrow, LondresGatwick, Manchester). En cuanto al comercio exterior, si bien Gran Bretaña conserva fuertes lazos comerciales con sus antiguas colonias, el volumen de los intercambios con éstas ha descendido, al igual que con EE UU, a medida que ha ido aumentando la relación comercial con los países de la UE (en especial Alemania). El monto de las exportaciones británicas (whisky, confitería, petróleo crudo y productos refinados, material de transporte, máquinas y productos químicos) no compensa el coste de las importaciones (alimentos, materias primas, productos metalúrgicos y semimanufacturados), por lo que el país arrastra un déficit comercial que comienza a ser crónico. Dicho desequilibrio no es sino uno más de los muchos problemas que acucian a la economía británica desde finales de los años ochenta: el expansionismo de los sucesivos Gobiernos de M. Thatcher fue un espejismo basado en la explotación de las reservas de petróleo -ya en recesión- y en la venta de empresas del sector público, todo ello a costa de la renuncia al llamado Estado del bienestar. La crisis de los años noventa ha desvelado la auténtica debilidad de la economía británica -demostrada con la salida de la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo-, y que ha tenido como consecuencia la recesión en la producción industrial, un crecimiento negativo del PIB durante los años 1991 y 1992 (-2,2 % y - 0,9 %, respectivamente), el aumento paulatino del paro (que alcanzó la cota del 10,3 % en 1992) y un déficit público que supuso más del 6 % del PIB en 1992.
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Última actualització: 8 de juny de 2000