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Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos

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Guías para el compañero en el tratamiento de la agorafobia con exposición
Fuente: Bados, A. (1999)


- Los miedos agorafóbicos y las conductas de evitación pueden ser muy difíciles de comprender para la persona que no los padece. Sin embargo, tan negativo es estar continuamente pendiente de los problemas agorafóbicos como no comprenderlos o hacer caso omiso de ellos. Puede ayudarle a comprender los problemas del agorafóbico el ponerse en su lugar y el intentar ver las cosas desde su punto de vista. No obstante, comprender los problemas del agorafóbico no significa estar de acuerdo con el modo infructuoso de responder ante ellos.

- El apoyo y ánimo por parte suya y de otras personas cercanas es sumamente valioso para el progreso del tratamiento.

- Algunos tipos de "ayuda" (hacerle cosas al agorafóbico para que no tenga que exponerse a las situaciones temidas) favorecen la dependencia respecto a otras personas e interfieren con el tratamiento. Por lo tanto, tenga cuidado en no ofrecer este tipo de "ayuda".

- El tipo correcto de ayuda consiste en animar y apoyar al agorafóbico para afrontar gradual y frecuentemente aquello que teme. Naturalmente, esto es muy distinto de obligarle a intentar tareas difíciles por medio de amenazas o ridículo. Lo que sí esta indicado es que le sugiera, pero no que le imponga, la práctica de ciertas actividades y el que llegue a acuerdos con él para realizar dicha práctica. Conviene no olvidar que la decisión final debe quedar siempre en manos del agorafóbico.

- Es importante que elogie sinceramente tanto los esfuerzos como los logros del agorafóbico y que le asegure que nada horrible va a suceder durante la práctica. Aparte de los elogios, puede ser útil que tenga pequeños detalles (un obsequio sorpresa, una invitación...) para celebrar algunos de los avances conseguidos.

- Tenga cuidado en no menospreciar los logros conseguidos, aunque estos sean lentos o pequeños. Las cosas son mucho más difíciles para el agorafóbico de lo que pueden parecer a otras personas.

- Es fácil impacientarse cuando las cosas van despacio y más todavía si ha habido un contratiempo o retroceso. Pero es justamente entonces cuando el agorafóbico necesita más el ánimo y apoyo.

- Siempre que sea posible, el agorafóbico debe practicar solo. En casos de situaciones difíciles, usted puede acompañarle la primera vez o, como mucho, tres o cuatro veces, pero el agorafóbico debe completar por lo menos dos prácticas él solo en la misma situación. Si acompaña en alguna práctica al agorafóbico, usted deberá:

  • Anímele a compor­tarse con naturalidad.

  • Aliéntele a centrar su aten­ción en la activi­dad que está reali­zan­do.

  • No le hable continuamente sobre cómo se sien­te.

  • Tranquilícele en caso de que expe­rimente una gran ansiedad en vez de hablar sobre las sensaciones experi­menta­das o mostrarse preo­cupado o irritado.

  • Dígale que lo que experimenta es sólo ansiedad y recuérdele el empleo de estrategias de afrontamiento (respiración, autoinstrucciones escritas en la tarjeta).

  • Si lo cree conveniente, reconfórtele cogiéndole la mano o abrazándole.

  • Permítale abandonar temporalmente la situación si experimenta una ansiedad excesiva que no puede manejar. Una vez que esté más tranquilo, debe volver a la situación para seguir practicando y aumentar la confianza en sí mismo. 

  • Anímele a seguir adelante, pero sin forzarle.

  • Elógiele por sus esfuerzos y progre­sos.

- Debe preguntarle al agorafóbico por la práctica que ha llevado a cabo y mostrar satisfacción por el esfuerzo realizado y los logros conseguidos, aunque sean pequeños. Al principio, debe hacer esto cada día y luego, conforme el agorafóbico vaya sintiéndose más seguro, con menos frecuencia.

- No debe quejarse o mostrar impaciencia si el progreso es lento o variable. Tampoco debe criticar o prestar atención especial a los fracasos, a excepción de animar al agorafóbico a que lo intente de nuevo, quizá de una forma algo diferente.