Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XVIII, nº 1040, 5 de septiembre de
2013
[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

LA INTEGRACIÓN DE LA POBLACIÓN INMIGRADA EN CATALUÑA: UN ANÁLISIS A PARTIR DE LA ENCUESTA NACIONAL
DE INMIGRANTES DE 2007, Y UNA APROXIMACIÓN AL IMPACTO POSTERIOR DE LA CRISIS ECONÓMICA

Dan Rodríguez García
Departamento de Antropología Social y Cultural. Universitat Autònoma de Barcelona

Miguel Solana Solana
Departamento de Geografía. Universitat Autònoma de Barcelona

Verónica de Miguel Luken
Departamento de Derecho de Estado y Sociología. Universidad de Málaga

Àngels Pascual de Sans
Departamento de Geografía. Universitat Autònoma de Barcelona

Recibido: 13 de septiembre de 2012. Devuelto para revisión: 13 de junio de 2013. Aceptado: 1 de julio de 2013


 

La integración de la población inmigrada en Cataluña: un análisis a partir de la encuesta nacional de inmigrantes de 2007, y una aproximación al impacto posterior de la crisis económica (Resumen)

Cataluña, y el conjunto de España, han experimentado en los últimos años un incremento paradigmático en cuanto a su inmigración internacional. En este escenario se hace imprescindible conocer en detalle la forma en que se está produciendo el asentamiento e integración social de la población inmigrada. En este artículo se hace un análisis de estos procesos en Cataluña utilizando los datos de la Encuesta Nacional de Inmigrantes de 2007, una fuente todavía extraordinaria y poco explotada a nivel autonómico. Los datos de la ENI para Cataluña apuntan a una integración débil en algunos ámbitos importantes, y con diferencias significativas según el origen y momento de llegada de los inmigrantes. Secundariamente, el artículo ofrece una aproximación al impacto de la crisis económica (post-2007) en estos procesos, a partir de fuentes secundarias, tanto nacionales como internacionales. Esta aproximación apunta a que la crisis ha agravado las condiciones de vida y de integración de la población inmigrante, lo cual invita a la reflexión sobre la dirección que deben tomar las políticas de inmigración en el futuro.

Palabras clave: Inmigración, integración social, movilidad social, cohesión social, Cataluña, España.


The Integration of Foreign Immigrants in Catalonia: An Analysis Using Sources Previous to and With the Economic Crisis (Abstract)

Catalonia and Spain as a whole have experienced in recent years a paradigmatic increase in their international immigration. This requires a careful examination of the conditions and processes under which immigrants are settling and being integrated into the host society. This paper examines these processes in the case of Catalonia using data from the 2007 National Survey of Immigrants (ENI), an extraordinary source yet little exploited at regional level. The ENI data for Catalonia reveals weak integration outcomes in some areas as well as significant differences in the results according to the origin and time of arrival of immigrants. Secondly, the article offers an approach to the impact of the economic crisis (post-2007) in these processes from secondary sources, both national and international. This approach suggests that the crsis has worsened living conditions and integration of the immigrant population. These findings invite further consideration of the directions that immigration policies should take in the future.

Keywords: Immigration, social integration, social mobility, social cohesion, Catalonia, Spain


Como es bien sabido, España ha experimentado en las últimas décadas un cambio radical en su composición sociodemográfica como consecuencia de la inmigración internacional, convirtiéndose en un país de inmmigración de forma mucho más rápida e inesperada que el resto de países de Europa[1]. En 2001, la población extranjera sobrepasaba tímidamente el millón de personas, representando el 3,3% de la población total; en 2011, solo diez años después, el volumen ascendía a 5,7 millones, representando ya un significativo 12,2% de la población total[2] (véase la fgura 1). En Cataluña, donde la inmigración ha sido parte consustancial de su historia sociodemográfica[3], tampoco hay precedentes de unos flujos migratorios internacionales con las características de los de los últimos años (ibid.). En sólo diez años han llegado a Cataluña más de un millón de personas de otros países, que en 2011 ya representaban casi el 16% de su población total[4]; una inmigración que es además muy heterogénea en su origen y composición sociodemográfica. Coincidiendo con la crisis económica, este crecimiento exponencial de la inmigración se ha ralentizado en los últimos años, acompañándose también de un aumento de la emigración (tanto de retorno como de población nativa), hasta el punto de que en 2011 se registra ya, por primera vez en más de una década, un saldo migratorio negativo. Parece todavía pronto, no obstante, para poder hablar de un nuevo cambio de patrón migratorio en España[5].

 

Figura 1.Población extranjera en España y Cataluña 2000-2012, a 1 de enero de cada año (valores absolutos y relativos)
Fuente: Padrón Municipal de Población, INE. Elaboración propia

 

En este contexto de cambio sociodemográfico estructural, se hace imprescindible conocer en detalle las condiciones en que se está produciendo el asentamiento y la integración de la población inmigrada. Partimos aquí de una concepción de la integración multidimensional (económica, política, social y cultural), basada en el principio de inclusión; esto es, en el acceso en condiciones de igualdad a los recursos sociales fundamentales (vivienda, trabajo, escolarización, cobertura sanitaria, y participación política) y a la movilidad social[6]; y entendida en la dimensión sociocultural como un proceso bidireccional de adaptación mutua entre la población inmigrante y la sociedad receptora conducente a la cohesión social[7].

A continuación se muestran los resultados de un análisis estadístico sociodemográfico de la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI) sobre integración de la población inmigrada. Esta es todavía la fuente de largo alcance más completa a nivel estatal para realizar este tipo de análisis. No existe ninguna fuente posterior con sus características; y aunque los acontecimientos posteriores a la fecha de la fuente –en particular la crisis económica– han hecho cambiar en gran medida el panorama social general, esto no invalida la fuente en sí misma, y las líneas de fondo a partir de su análisis mantienen su validez.

Antes de mostrar los resultados, es necesario hacer algunas consideraciones metodológicas preliminares sobre las potencialidades y limitaciones de esta fuente. La ENI parte de 15.465 entrevistas a partir de una muestra probabilística de hogares extraída del Padrón Continuo. La recogida de datos (entrevistas) tuvo lugar entre finales de 2006 y principios de 2007, y los datos se hicieron públicos en julio de 2008. El universo de estudio fueron las personas de 16 años o más que hubieran nacido fuera de España (inmigradas) y que llevaran como mínimo un año en España o, en su defecto, que tuvieran intención de vivir al menos un año en el país[8].

Esta fuente proporciona información muy valiosa en varios sentidos: 1) recoge información muy variada y completa no sólo sobre los aspectos económicos de la inmigración, sino también sobre la dimensión sociocultural del proceso migratorio, de asentamiento y de integración social: características individuales y familiares (geografía de la familia); experiencia y trayectoria migratoria antes de la llegada a España; condiciones de vida (trabajo, vivienda, familia) en el país de origen; condiciones y trayectoria laboral, residencial, familiar en España; situación legal; participación social; relaciones con el país de origen (visitas, remesas, redes) y planes de futuro;  2) proporciona información longitudinal o retrospectiva del proceso de migración y asentamiento, fundamental para comprender mejor las trayectorias migratorias y los procesos de integración social; y 3) los datos se refieren a la población inmigrada, no a la extranjera, lo cual visibiliza a la población con nacionalidad española nacida en el extranjero (el 22% del total, algo que afecta especialmente a la población de la Europa 15 y de origen latinoamericano), e incluye tanto a la población de países ricos como de países pobres, lo cual rompe con el reduccionismo de considerar a las personas inmigrantes como personas procedentes sólo de países pobres.

Cabe señalar también, sin embargo, varias limitaciones en la información que proporciona la ENI, y que llaman a la cautela en la interpretación de sus resultados: 1) el número de casos (los datos no ponderados) desagregados para Cataluña es pequeño en algunos casos, lo cual resta representatividad estadística y obliga a realizar grandes agrupaciones (por ejemplo, por país o región de origen/nacimiento) que invisibilizan la heterogeneidad y variabilidad interna; 2) los datos se refieren a la población de 16 años o mayor, por lo que queda fuera del análisis un importante período vital (antes de los 16 años, cuando se produce el grueso de la socialización), algo que sería importante para abordar comparativamente (por edades/etapas) aspectos de integración social de la población inmigrada; 3) la mayoría de los[9] inmigrantes entrevistados llegaron a Cataluña (España) en los 10 años previos a la realización de la entrevista, un período de presencia en el territorio aún demasiado corto como para poder formular conclusiones firmes sobre el proceso de integración social de esta población. Finalmente, cabe tener también muy en cuenta que la encuesta se realizó entre 2006 y 2007, todavía durante un período de crecimiento económico. Desde 2008 las circunstancias cambian radicalmente con la crisis económica, que ha afectado particularmente a la población inmigrada.

Dicho esto, se muestran a continuación los resultados del análisis de los datos procedentes de las entrevistas para el caso de Cataluña (n = 1.820), analizando seis aspectos considerados comúnmente como indicadores clave del proceso de asentamiento e integración social de las personas inmigrantes: la adquisición de la nacionalidad, el trabajo/ocupación, la vivienda, la participación social, el conocimiento del idioma, y la nupcialidad[10].

Nacionalidad

En primer lugar, analizamos el período de tiempo que los inmigrantes han tardado en adquirir la nacionalidad (ciudadanía) española[11], según el país/región de nacimiento, el año de llegada y el sexo. Dado que la nacionalidad permite el acceso a los derechos y deberes cívicos básicos, siendo un elemento fundamental para la integración social, se parte de la base de que el mayor o menor período de tiempo en obtención de la nacionalidad es indicador de una menor o mayor integración social, respectivamente.

De entrada, el porcentaje de población inmigrante con nacionalidad española adquirida es relativamente bajo (15,1%). Obviamente, la mayoría de inmigrantes ha obtenido la nacionalidad en los años más recientes, en particular a partir de 1996 (casi el 50% del total). Cabe tener en cuenta aquí los varios procesos de regularización masivos entre el año 2000 y el 2006[12], y que tuvieron un efecto de engrose indirecto del volumen total de nacionales, en tanto que la regularización facilita la adquisición de la nacionalidad a medio/largo plazo.

La adquisición de la nacionalidad española está en relación con la antigüedad de la presencia de los colectivos en el territorio, de forma que entre los inmigrantes procedentes de Europa-27 y del resto de países desarrollados el porcentaje de los que hace más tiempo que la tienen es mayor, mientras que este porcentaje se reduce entre la población de origen africano y latinoamericano (especialmente entre la población de origen ecuatoriano).

Los datos más relevantes se encuentran al analizar los datos según el país/región de nacimiento desde su llegada a España[13] (figura 2): si bien para el conjunto de los inmigrantes la distribución de personas que han tardado 5 años o menos y las que han tardado más de 5 años en obtener la nacionalidad es muy similar, si nos fijamos en los datos por país/región de origen, observamos que los inmigrantes procedentes de países de Europa y del resto de países desarrollados tardan menos en adquirir la nacionalidad que el resto de orígenes, particularmente que los inmigrantes de países no ricos de África y Asia, entre los cuales más del 70% han tardado más de 5 años en obtenerla. En el caso de los latinoamericanos en conjunto este porcentaje llega a la mitad de los casos, y en el caso de los ecuatorianos en concreto el porcentaje asciende al 77%, a pesar de las facilidades legislativas que tiene la población latinoamericana para adquirir la nacionalidad española.

 

Figura 2. Tiempo tardado en obtener la nacionalidad española desde la llegada a España de la población inmigrada a Cataluña, según la región de nacimiento
* UE-27 (Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, España, República Checa, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Rumanía, Bulgaria), Suiza, Noruega, Islandia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del sur.
** No incluye Japón, Corea del Sur, Australia ni Nueva Zelanda.
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Si observamos el tiempo medio en la adquisición de la nacionalidad (figura 3)[14], observamos que los marroquíes son los que tardan más años de media (12), seguidos de los asiáticos de países no ricos (10,9), y los del resto de África (8,3). Cabe tener en cuenta aquí el efecto de la legislación, pues en el caso de los marroquíes necesitan un mínimo de 10 años de residencia legal en España para poder solicitar la nacionalidad, período que se reduce a tan sólo 2 años cuando el solicitante es nacional de un país latinoamericano.

 

Figura 3. Tiempo tardado (años) de media en obtener la nacionalidad española de la población inmigrada residente en Cataluña, según el país/región de nacimiento
* UE-15 (Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, España), Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del sur.
** No incluye Japón, Corea del Sur, Australia ni Nueva Zelanda.
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados
.

 

Trabajo y ocupación

La cuestión laboral es de vital importancia en el abordaje del fenómeno migratorio, pues se trata a menudo de la motivación que está detrás de la migración, y además afecta a todas las demás esferas de la incorporación social.

De entrada, puede decirse que hasta hace poco la actividad laboral de la población extranjera en Cataluña y en general en España se ha caracterizado por la elevada ocupación, respondiendo a una alta demanda de un mercado de trabajo muy diversificado y activo entre los años 1980s y la primera mitad de la década del 2000. Una dinámica que cambió drásticamente a partir del año 2008, con el impacto de la crisis económica.

La rápida inserción de las personas inmigrantes en el mercado laboral se ha identificado como uno de los factores clave para su integración a largo plazo. De modo que nos centramos aquí en el tiempo que los inmigrantes han tardado en obtener el primer empleo, y en la relación entre la ocupación en el país de origen y la ocupación en el país de destino, partiendo de la base que un mayor o menor tiempo en la obtención de empleo, por un lado, y un descenso en la escala de cualificación laboral en lugar de un ascenso o una igualación, por otro lado, son indicativos de una menor o mayor integración social, respectivamente.

Los datos que ofrece la ENI muestran que, en la mayoría de casos (84%), el tiempo que tardan los inmigrantes extranjeros en encontrar trabajo en Cataluña es menor de un año; si bien se observan diferencias leves según el sexo (las mujeres están algo más representadas en las categorías de mayor tiempo en encontrar trabajo que los hombres, en particular en la categoría de “más de un año”, donde representan el 8,5% frente al 4,6% de los hombres), la categoría socio-profesional (a las categorías ocupacionales más bajas y los menores niveles educativos en origen les corresponde un mayor tiempo en encontrar trabajo), y el país/región de procedencia, que es donde encontramos los resultados estadísticamente más significativos (figura 4): los países de Europa-15 y el resto de países desarrollados son los que muestran el mayor porcentaje de llegadas a España con una propuesta de contrato previa a la migración (26,3%) y también los que muestran los menores porcentajes en las categorías que representan un mayor tiempo en encontrar un trabajo (sólo el 15,6% tarda más de 4 meses). Quienes tardan más en encontrar trabajo son, en orden de mayor a menor, y agrupando las últimas dos categorías (más de 4 meses): los países del resto de África, sin Marruecos (39,7%), los países del resto de Europa (28,3%), Marruecos (25%), y los países no desarrollados de Asia y Oceanía (24,6%). Los países de Latinoamérica tienen porcentajes menores (en torno al 20%). El hecho de que, en conjunto, los inmigrantes procedentes de países no ricos tardan más en encontrar trabajo es algo que se confirma con otros análisis de la ENI a nivel estatal.

 

Figura 4. Tiempo tardado en obtener el primer empleo de la población inmigrada residente en Cataluña, según el país/región de nacimiento
* UE-15 (Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, España), Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del sur.
** No incluye Japón, Corea del Sur, Australia ni Nueva Zelanda.
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados
.

 

En cuanto a la movilidad sociolaboral, por lo general los inmigrantes trabajan en ocupaciones que están por debajo de las que tenían en su país de nacimiento. Como se observa en la figura 5, en todas las categorías ocupacionales cualificadas hay una reducción en el porcentaje entre la ocupación desarrollada en el país de origen/nacimiento respecto a la ocupada en el país de destino (España); y en general en las categorías ocupacionales menos cualificadas ocurre lo contrario, especialmente en la última categoría (hay mucha más gente cuyo primer trabajo es no cualificado en España en comparación con el volumen de personas que ocupaban esa categoría en el país de origen). Los datos utilizando la ocupación actual en lugar de la primera ocupación en España son prácticamente idénticos. Todo ello es indicativo de un patrón de descualificación sociolaboral.

Figura 5. Distribución de la población inmigrada residente en Cataluña según la última ocupación en el país de nacimiento y la primera ocupación en España
1- Dirección de empresas y de las administraciones públicas
2- Técnicos y profesionales científicos e intelectuales
3- Técnicos y profesionales de apoyo
4- Empleados administrativos
5- Trabajadores de servicios de restauración, personales, protección y vendedores de comercios
6- Trabajadores cualificados en la agricultura y en la pesca
7- Artesanos y trabajadores cualificados de las industrias manufactureras, la construcción y la minería
8- Operadores de instalaciones y maquinaria
9- Trabajadores no cualificados
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Otros estudios de alcance estatal que analizan los datos de la ENI[15], coinciden en señalar que la mayoría de los inmigrantes en España trabaja en las capas bajas de la escala sociolaboral. Según Reher (ibid.), aproximadamente el 40% de los inmigrantes tienen ocupaciones de baja cualificación, un porcentaje mucho mayor en el caso de inmigrantes de países pobres: las cualificaciones más bajas las ocupan los inmigrantes de países de África, países latinoamericanos andinos, de Europa del este y del sudeste asiático; mientras que las ocupaciones de mayor cualificación las ocupan los inmigrantes de países de Europa-15 y el resto de países desarrollados y, en segundo lugar, los inmigrantes latinoamericanos de países no andinos. Asimismo, la mayoría de los inmigrantes trabajan en ocupaciones muy por debajo de su nivel formativo y capacidades: según los datos de la ENI para el conjunto de España (ibid.), el 60% de los inmigrantes tiene formación secundaria y el 17% tiene estudios universitarios, unos porcentajes que en términos generales superan la media autóctona[16].

Finalmente, puede señalarse que, si bien los datos de la ENI para el conjunto de España señalan una cierta movilidad sociolaboral ascendente de los inmigrantes (una tendencia a la reducción del porcentaje de inmigrantes que trabajan en ocupaciones no cualificadas), esta mejora se produce sobre todo entre el “trabajo no cualificado” y el “trabajo manual cualificado”[17]. Por otro lado, existe una gran heterogeneidad según el país de origen específico, el tiempo de residencia, etc. en relación con la movilidad sociolaboral. Cabe tener presente, además, que las condiciones sociolaborales en general, y en particular para la población inmigrante, empeoran a partir de 2008 debido al contexto de crisis económica (volveremos sobre esto más adelante).

Vivienda

La vivienda es uno de los elementos fundamentales para la integración social[18]. Para analizar la relación entre vivienda e integración social de los inmigrantes, analizamos las condiciones de acceso y la evolución de la situación de la vivienda de los inmigrantes; concretamente el tiempo que han tardado en comprar una vivienda, así como su régimen de uso (propiedad, alquiler, realquiler, cesión, etc.) entre el momento actual y el momento de la llegada a España. Partimos de la base de que un menor o mayor tiempo en la compra de una vivienda y/o en el paso de un régimen de más precariedad a otro de más estabilidad, es indicativo de una mayor o menor integración social, respectivamente. Cabe considerar aquí que existe mucha variedad dentro de estas categorías, y también que hay diferencias en las preferencias y hábitos del país de origen que influyen en los patrones de régimen de vivienda en el país de destino.

Los datos señalan que el tipo predominante de régimen de vivienda entre los inmigrantes encuestados por la ENI que residen en Cataluña, ya provengan de países ricos o de países pobres, es el alquiler. Pero cabe tener en cuenta, de nuevo, que existen muchas diferencias dentro de estas categorías, referidas a aspectos como la ubicación y el acceso a los servicios, el estado de la construcción, el tamaño, las condiciones de habitabilidad, las instalaciones y equipamientos, etc., que no pueden capturarse en este análisis. En este sentido, es plausible plantear que, en general, la calidad de las viviendas de los inmigrantes de países pobres es menor que la de los inmigrantes de países ricos.

En la figura 6 se puede observar el predominio del régimen de alquiler en la primera vivienda de los inmigrantes (63,7% del total), un porcentaje mayor que el de régimen de alquiler en el momento de la encuesta (53,5%), lo cual indicaría cierta movilidad residencial ascendente. Los datos para el conjunto de España[19] coinciden en señalar esta mejora en el régimen de la vivienda entre el conjunto de inmigrantes (disminución del régimen de alquiler y aumento del régimen de propiedad). Sin embargo, como se observa también en la figura 6, existen diferencias muy significativas según el país de origen: los porcentajes más altos de vivienda en régimen de propiedad sin pagos pendientes se dan entre los inmigrantes de países ricos, especialmente entre los inmigrantes de países de Europa-15 y el resto de países desarrollados (15,9%). De nuevo, la lectura del alto porcentaje de alquiler entre los inmigrantes de países de Europa-15 y el resto de países desarrollados (50%) debe considerar las diferencias en el tipo y condiciones de esta modalidad en relación con las de otros orígenes. Los datos para el conjunto de España (ibid.) señalan esto mismo: la mayoría de los inmigrantes de países no ricos que viven en régimen de alquiler, lo hacen en los núcleos urbanos más densos, y sus viviendas son de menor tamaño o tienen mayor densidad (número de residentes). Por otro lado, sabemos que en una misma vivienda pueden coincidir varias situaciones o regímenes de uso, y que en el caso de los inmigrantes de países no ricos muchas de las viviendas en propiedad o alquiler (especialmente las que tienen pagos pendientes) son alquiladas o re-alquiladas, en muchas ocasiones parcialmente (por habitaciones).

Figura 6. Régimen de la primera vivienda en España de la población inmigrada residente en Cataluña, según el país/región de nacimiento
* UE-15 (Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, España), Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del sur.
** No incluye Japón, Corea del Sur, Australia ni Nueva Zelanda.
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados

Si analizamos los datos en relación con el momento de llegada de los inmigrantes, se observa que las condiciones de régimen de vivienda son peores para los inmigrantes más recientes: el porcentaje total de régimen en propiedad pasa del 44,2% entre los llegados antes del 2002 al 11,5% entre los llegados entre 2002 y 2007; y el de alquiler o re-alquiler del 42,3% al 68%, respectivamente. Como se aprecia en la figura 7, centrado en la categoría alquiler o re-alquiler, esto ocurre en general indistintamente del país/región de nacimiento.

Figura 7. Régimen de vivienda en alquiler o re-alquiler de la población inmigrada residente en Cataluña según el país/región de nacimiento y el momento de llegada
* UE-15 (Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, España), Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del sur.
** No incluye Japón, Corea del Sur, Australia ni Nueva Zelanda.
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Finalmente, nos parece interesante hacer la reflexión sobre el hecho de que en Cataluña, y en general en España, mucha de la población inmigrante procedente de países ricos, que tiene mayores porcentajes de vivienda en propiedad, reside en áreas auto-segregadas alejadas de los densos núcleos urbanos. Son conocidos los enclaves de inmigrantes ingleses o alemanes en barrios selectos de Barcelona o Mallorca (en el Mediterráneo en general), que educan a sus hijos en centros privados y en el idioma del país de origen, y cuyas redes sociales y pautas de actividad sociocultural pivotan en torno al país/cultura de origen. Por el contrario, la mayoría de los inmigrantes procedentes de países pobres, vive en núcleos urbanos densos o cerca de ellos, y experimenta mayor interacción social. Aquí se ve claro sobre quién se proyecta el “problema de inintegración”[20], lo cual insta a replantear el significado que le damos a la idea de “integración” y “segregación”.

Idioma

No hay duda de que el conocimiento por parte de la población inmigrante de las lenguas oficiales del país o región donde reside es un aspecto crucial para su integración a todos los niveles (social, laboral, etc.). En un contexto (Cataluña) en el que existen dos lenguas oficiales (el catalán y el castellano), y en el que el catalán es lengua vehicular de toda la enseñanza obligatoria y lengua de interlocución prioritaria por parte de las administraciones, y que forma parte importante de la vida cotidiana, el conocimiento del catalán –no sólo del castellano– constituye un elemento esencial en el proceso de integración de la población inmigrada en la sociedad catalana. En este apartado se analiza el grado de conocimiento del catalán que manifiesta la población inmigrada en relación al conocimiento del castellano.

Los datos de la ENI indican que, a pesar de la situación de oficialidad de la lengua catalana, el conocimiento del catalán entre la población inmigrante es relativamente bajo y mucho menor que el del castellano: prácticamente el 50% manifiesta no conocer (ni hablar, ni leer, ni entender) el catalán, mientras que en el caso del castellano este porcentaje es sólo del 12 por ciento y un 77,3 por ciento muestra competencia en los tres ámbitos (figura 8)[21].

Figura 8. Nivel de conocimiento del castellano y del catalán (incluye el valenciano) de la población inmigrada en Cataluña (excluida la población inmigrada que tiene el castellano o el catalán como lenguas maternas)
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Si nos fijamos en las diferencias según la procedencia o país/región de nacimiento (figura 9), se constata que el conocimiento más elevado de la lengua catalana lo ostenta la población nacida en los países de Europa-15 y el resto de los países desarrollados (45%). Esto tiene que ver con el nivel de formación medio-alto de esta población; pero también con que se trata del colectivo con una mayor proporción de población con un tiempo de estancia en Cataluña más prolongado, y también con un alto porcentaje de uniones mixtas. Los porcentajes de menor conocimiento se encuentran entre la población asiática de países no ricos (sólo el 18% lo comprende, lo habla y lo lee). Destaca también el caso de Marruecos y de la población nacida en el resto de países africanos, mayoritariamente del África subsahariana, que tienen porcentajes muy altos de población que declara un bajo o nulo conocimiento de la lengua catalana, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una población que ha inmigrado a Cataluña de forma importante desde los años ochenta – caso de países como Gambia o Senegal, y en el caso de la población nacida en Marruecos incluso antes. Por lo que se refiere a la población latinoamericana, es significativo apreciar que tiene el mayor porcentaje (19,1%) de quienes manifiestan que aún comprendiéndolo y leyéndolo, no lo hablan. En el caso del conocimiento del castellano, los niveles de dominio de la lengua son mucho más elevados en todos los casos, y siguiendo el mismo patrón general.

Figura 9. Nivel de conocimiento del castellano y del catalán (incluye el valenciano) de la población inmigrada en Cataluña, según el país/región de nacimiento
1 - Europa 15 y demás países desarrollados
2 - Resto de Europa
3 - Latinoamérica
4 - Marruecos
5 - Resto de África
6 - Asia y Oceanía (sin Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda)
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Los datos de la ENI también muestran que el porcentaje de conocimiento del idioma disminuye entre los inmigrantes más recientes: el 31,7% de los inmigrantes que llegaron entre 1986 y 1995 manifestaron no poder hablar, leer ni comprender el catalán; para los llegados entre 1996 y 2000 el porcentaje aumenta al 48,3%; y para los llegados entre 2005 y 2007 al 68%. Teniendo en cuenta que el idioma es un importante elemento del proceso de incorporación social de la población recién llegada, crucial para la participación social, el desarrollo del vínculo de pertenencia comunitaria, además de un elemento de prestigio social[22], los datos del escaso y decreciente conocimiento del catalán son ciertamente negativos.

Participación social

La participación voluntaria en asociaciones denota la intervención activa en la vida cívica/pública y el establecimiento de contactos y el desarrollo de redes sociales en la sociedad de acogida, que son esenciales para la integración social[23].  

Dado que en general la participación social de la población nativa en Cataluña es baja, nos hemos centrado en observar si existen diferencias en el tipo de asociaciones en las que participan los inmigrantes, que hemos distinguido entre las que son dirigidas exclusivamente a los inmigrantes y las que no. La hipótesis de partida en este caso es que una mayor o menor participación asociativa (especialmente en asociaciones o agrupaciones no exclusivas para inmigrantes) indica mayor o menor integración, respectivamente.

Los datos de la ENI para Cataluña indican que la participación total de los inmigrantes en asociaciones, sin distinguir el tipo o actividad, es del 21,1 por ciento, y algo menor entre las mujeres (18,7%) que entre los hombres (23,2%). Aunque esta diferencia es leve, y las causas pueden variar de un colectivo a otro, este dato parece indicar que las mujeres inmigrantes tienen una menor participación cívica y por tanto también más limitaciones en el establecimiento de redes de contacto, lo cual incidiría negativamente en su integración social. No debe obviarse, sin embargo, que existen otros espacios de interacción en el caso particular de las mujeres, como los encuentros con otras madres en los entornos escolares de los hijos, o en general en el día a día de la vida de barrio.

Si analizamos la participación según el tipo de asociación (figura 10), observamos que, para el conjunto de inmigrantes, hay más participación en asociaciones no orientadas exclusivamente a los inmigrantes (16,5%) que en asociaciones orientadas a los inmigrantes (9,3%). Este dato es significativo, y se correlaciona positivamente con la integración social. En el conjunto de España estos portentajes son todavía menores (14,8% y 8,4%, respectivamente), lo que hace pensar en unas mejores condiciones para esta actividad en Cataluña, con una arraigada tradición histórica de asociacionismo que beneficiaría a los inmigrantes en este particular ámbito de la integración.

Figura 10. Participación en asociaciones de la población inmigrada en Cataluña, según el tipo de asociación
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

De nuevo, encontramos diferencias importantes cuando analizamos los datos según el país/región de nacimiento. La figura 11 destaca que los inmigrantes de Marruecos y Ecuador tienen no sólo el porcentaje más bajo de participación en cualquier tipo de asociación (12,6% y 17,8%, respectivamente), sino también, y más importante, en las asociaciones no orientadas específicamente a inmigrantes (9,5% y 13,4%). Les siguen en menor participación en asociaciones no orientadas específicamente a inmigrantes los países no desarrollados de Asia y Oceanía (13,7%) y el resto de países de África (sin Marruecos) (14,1%). La participación más alta en las asociaciones no orientadas específicamente a inmigrantes se da entre los inmigrantes de países de Europa-15 y el resto de países desarrollados (25%). De aquí podría interpretarse que la participación está relacionada con la estructura social en origen, en el sentido de disponer o no de estructuras civiles y tejidos democráticos de participación ciudadana más o menos articulados.

Figura 11. Participación en asociaciones de la población inmigrada en Cataluña, según el tipo de asociación y el país/región de nacimiento
* UE-15 (Alemania, Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Dinamarca, Finlandia, Suecia, Austria, Irlanda, Portugal, Italia, Grecia, España), Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del sur.
** No incluye Japón, Corea del Sur, Australia ni Nueva Zelanda.
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Finalmente, aunque en este análisis no se desagrega según el tipo específico de asociación dentro de cada categoría, para no perder significación estadística por la reducción de las frecuencias, los datos que arroja la ENI a nivel estatal[24] indican que la menor participación ocurre en las asociaciones de tipo político o sindical. Este es un dato significativo, pues se trata de un tipo de actividad esencial para poder hablar de integración social o cívica. Como ha señalado Cachón (2008: 233), hay que tener en cuenta que los derechos de participación plena en el espacio político, que incluyen el derecho de voto, dependen del acceso a la ciudadanía, un acceso que en nuestro contexto presenta muchas limitaciones[25]. Por otro lado, es necesario prestar más atención al nexo entre el nivel local y el nivel transnacional en la participación sociopolítica de los inmigrantes[26].

Nupcialidad

Finalmente, nos fijamos en el comportamiento nupcial de los inmigrantes. Las uniones mixtas (entre inmigrantes y nativos) se pueden considerar un indicador clave de integración social, en tanto que eventualmente se relacionan con el asentamiento en la sociedad de destino, la adquisición de capital social, y la ampliación y diversificación de las redes sociales para el cónyuge inmigrante. Según esto, un menor o mayor índice de uniones mixtas serán indicativos de un menor o mayor nivel de integración social, respectivamente.

Los datos de la ENI para el conjunto de la población inmigrante en Cataluña señalan el predominio de la endogamia (uniones entre personas del mismo país/región de nacimiento). Sin embargo, el porcentaje de exogamia (uniones mixtas) es significativamente alto, alcanzando un tercio del total (34%), de los cuales la gran mayoría (el 75% del total) son uniones entre inmigrantes y personas nacidas en España (figura 12). Por otro lado, se constata que las mujeres inmigrantes tienden a formar más uniones mixtas (37,2%) que los hombres (30,4%), y que hay un 7% más de uniones entre mujeres inmigrantes y hombres españoles que al revés. Estos patrones se aplican también al conjunto de España a partir de los datos de la ENI[27].

 

Figura 12. Uniones (matrimonio y cohabitación) de la población inmigrada en Cataluña, según el sexo del ego y el país de nacimiento del cónyuge
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.


Si analizamos los datos desagregados por país/región de nacimiento (figura 13), observamos que los inmigrantes más exógamos son los nacidos en países de Europa-15 y el resto de países desarrollados (con casi el 80% de uniones con personas nacidas en otros países que no son el propio, fundamentalmente de España). Los colectivos inmigrantes que muestran mayores niveles de endogamia (en todos los casos con porcentajes entre el 70% y el 90%) son, en este orden: Marruecos (89,4%), países no ricos de Asia y Oceanía (86,7%), Ecuador (85%), resto de África (74,7%), y resto de Europa (73,7%). A mayor distancia les siguen el resto de países de Latinoamérica (sin Ecuador), con un porcentaje de exogamia considerable (38,6%). Cabe añadir que esta última categoría incluye otros países andinos, que según otros estudios (Reher et al., 2008: 35) presentan niveles muy altos de endogamia, por lo que podría hacerse una distinción entre los países andinos (más endógamos) y los no andinos (más exógamos).

Figura 13. Uniones (matrimonio y cohabitación) de la población inmigrada en Cataluña, según el país/región de nacimiento de ego y el país de nacimiento del cónyuge
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007. Datos ponderados.

 

Los factores que explicarían estas diferencias en los niveles de endogamia o exogamia según el país/región de nacimiento son múltiples, entre ellos: la mayor o menor proximidad territorial entre los países; la existencia o no de lazos históricos y culturales entre los países; el mayor o menor período de presencia en España; o, especialmente, por las similitudes o diferencias en los niveles socio-económicos y educativos (homogamia), algo claramente aplicable al alto índice de exogamia de la población inmigrada de países de Europa 15 y el resto de países desarrollados, así como al caso de los países latinoamericanos no andinos.

Discusión a partir de modelos multivariables

Hemos relacionado, en unos mismos modelos, los principales factores explicativos que se han discutido en los apartados de análisis descriptivo anteriores, de manera que se puedan depurar hasta cierto punto los efectos que provocan. Si en lo que se refiere a la obtención de la nacionalidad el modelo no descubre influencias significativas (probablemente por el menor número de casos que se incluyen en este modelo, al considerar sólo a aquellos que no tenían la nacionalidad de nacimiento y la han obtenido tras su llegada a España), los valores apuntan no obstante en la dirección antes comentada. De nuevo, cabe tener en cuenta el efecto de la legislación en estos resultados, un aspecto que no se incluye en los modelos multivariantes que se presentan. Así, por ejemplo, en el caso de los marroquíes, su alto coeficiente (tardan mucho más que el promedio en obtener la nacionalidad) se explica porque en su caso necesitan un mínimo de 10 años de residencia legal en España para solicitar la nacionalidad. (cuadro 1).

 

Cuadro 1.
Modelos de regresión para los distintos indicadores sobre integración
[28]

 

Tiempo en obtener la nacionalidad

Tiempo en encontrar trabajo

Años en comprar vivienda

Nivel de castellano

Nivel de catalán

Participación social

Años de residencia en España

.149

.004

.575

.026

.044

.011

Lugar de nacimiento

Europa 15 *

           

resto Europa

-1.998

.473

1.604

.603

.113

-.311

Ecuador

.705

.422

1.850

 

.388

-.570

resto Latinoamérica

.711

.315

2.043

.354

.457

.006

Marruecos

5.129

.320

1.953

.512

.416

-.806

resto África

-.588

.895

1.974

.832

.543

.598

Asia y Oceanía**

3.697

.274

1.233

-.049

-.466

-.042

Lugar nacimiento cónyuge

España

           

país del ego

1.777

-.092

-.421

-.269

-.523

-.004

otro país

-5.842

-.435

-1.711

-.260

-.462

-.364

Nivel de estudios

primaria o menos

           

secundaria

-2.259

-.205

.908

1.023

1.119

.549

superior

.110

-.107

1.199

1.310

1.220

.842

Sexo

hombre

           

mujer

-1.390

.532

-.265

-.225

.025

-.257

Constante

4.846

1.624

-2.175

3.113

1.502

-1.603

En negrita se indican los valores significativos para =0,05; en cursiva, los significativos para a=0,1.
* y resto países desarrollados
** (sin Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda)
Fuente: Elaboración propia a partir de la ENI 2007.

 

Por lo que se refiere al trabajo, las personas procedentes de la Europa-15 y del resto de países desarrollados tardan menos en encontrar un empleo que las del resto de procedencias (entre las que los africanos no marroquíes son los que más tiempo necesitan) si igualamos las otras características consideradas. También son los que menos tardan en comprar vivienda (con bastante diferencia respecto de los otros colectivos), siendo los latinoamericanos no ecuatorianos los que más tiempo invierten en ello.

Más interesantes son los resultados sobre el conocimiento de lengua. Cuando tenemos en cuenta simultáneamente otros elementos explicativos, la mejor posición que ocupaban estos europeos occidentales retrocede de tal manera que sólo los asiáticos quedan por detrás de ellos. Se deduce, por tanto, que sus mejores niveles generales se debían a la mayor presencia en estos grupos de matrimonios mixtos, niveles educativos superiores o tiempo más prolongado de residencia en el país, como ya se sugirió anteriormente.

De hecho, es precisamente en el conocimiento del catalán y del castellano donde mejor se aprecia la destacada influencia positiva del nivel educativo, de manera que cuanto mayor es la preparación académica, más efectiva es la inmersión lingüística. También este factor surge ahora como principal elemento a la hora de explicar la participación en las diferentes asociaciones, aspecto en el que los marroquíes siguen destacándose por su menor participación.

En los dos únicos indicadores en los que el sexo es significativo, las mujeres no resultan favorecidas ya que, como se comentaba en el análisis descriptivo, a igualdad de condiciones en el resto de variables consideradas, tardan más en encontrar trabajo y tienen un menor conocimiento del castellano.

Por lo que se refiere al lugar de nacimiento del cónyuge, que hemos considerado como variable explicativa en estos modelos, observamos que tener cónyuge nacido en España beneficia, en los términos estudiados, la integración social, ya que las personas en esta circunstancia tardan menos tiempo en encontrar trabajo y tienen, como ya se argumentó en apartados precedentes, más facilidades para aprender los idiomas oficiales.

En definitiva, vemos que a pesar de que las diferencias se atenúan, persisten las disparidades según lugar de nacimiento, sobre todo en lo que respecta a la obtención de vivienda en propiedad y conocimiento de las lenguas oficiales.

 

Aproximación al impacto de la crisis económica en la integración social de los inmigrantes en Cataluña

El análisis realizado a partir de los datos que ofrece la ENI apunta a una integración débil en varios ámbitos, y con diferencias significativas según el origen de los inmigrantes. En particular, son los inmigrantes nacidos en países de África, países no ricos de Asia y países andinos de Latinoamérica los que tienen en común los siguientes rasgos: los menores niveles de adquisición de la nacionalidad española; los datos más bajos de inserción laboral en las ocupaciones más cualificadas; los menores niveles de régimen de vivienda sin pagos pendientes; los menores niveles de participación social en asociaciones no específicas para inmigrantes; los menores niveles de conocimiento del catalán; y los índices más bajos de uniones mixtas. A esto podemos añadir que las condiciones de integración son peores para los inmigrantes más recientes.

Sería razonabe pensar que los datos sobre integración social de la población inmigrada se agravan con la crisis económica posterior al momento a la realización de la ENI (2006-2007, todavía durante un período de crecimiento económico). Ante la falta de una fuente actual de las mismas características que la ENI, podemos aproximarnos a esta evaluación comparativa (pre-crisis y con crisis) a partir de diversas fuentes posteriores a la ENI, tanto nacionales como internacionales.

Para empezar, podemos referirnos al Tercer informe del Migrant Integration Policy Index (MIPEX), que situa a España en el grupo de países con políticas de integración de inmigrantes moderadamente favorables, junto con Portugal, Canadá, Finlandia, Países Bajos, Bélgica, Noruega y Estados Unidos[29]. Concretamente, España ocupaba la posición número 9 del ranking de 33 países en el global de indicadores (con 63 puntos sobre 100 en la escala MIPEX)[30]; y en algunos se situaba en los primeros puestos, como en la residencia de larga duración (puesto 2, después de Bélgica, con 78 puntos) o la movilidad en el mercado laboral (puesto 4 del ranking, con 84 puntos). En otros indicadores importantes, sin embargo, los resultados eran más desfavorables, como por ejemplo en cuanto a la participación política (puesto 12 del ranking, con 56 puntos), las medidas anti-discriminación (puesto 21 del ranking, con 49 puntos), o el acceso a la nacionalidad (puesto 16 del ranking, con 39 puntos, muy por debajo de la media global). Pero, sobre todo, cabe tener en cuenta que el MIPEX es un medidor de normativas institucionales, que no de prácticas sociales, y que existe una gran diferencia entre el modelo y la práctica real. Así, por ejemplo, numerosos informes muestran cómo en el ámbito de acceso y movilidad laboral, los efectos de la crisis han sido particularmente devastadores entre la población inmigrante, habiendo aumentado dramáticamente en los últimos años el volumen de trabajadores no cualificados, la temporalidad y el desempleo. Concretamente, a finales de 2010 la tasa de paro entre la población extranjera había alcanzado el 30%, casi el doble que entre la población nacional[31].

Asimismo, en los últimos años, en un contexto de grave crisis económica, se ha venido confirmando también la tendencia que señalaba la ENI en cuanto a descualificación sociolaboral de los inmigrantes: la mayoría de los inmigrantes en Cataluña, y en el conjunto de España, trabaja en las capas bajas de la escala sociolaboral, y en ocupaciones que están muy por debajo de su nivel formativo y capacidades, cuyas causas incluyen la falta de reconocimiento de credenciales socioprofesionales extranjeras, limitaciones en el conocimiento de los idiomas oficiales, la falta de redes sociales de apoyo, y la discriminación sociolaboral[32].

Otro de los indicadores de integración que podemos analizar a la luz de datos más recientes es el del conocimiento y uso de las lenguas oficiales. Según la encuesta de 2008 sobre usos lingüísticos de la población de la Secretaria de Política Lingüística de Catalunya (2009), la lengua inicial o primera lengua mayoritaria de la población catalana en su conjunto es el castellano, que hablan más de tres millones de personas; y en segundo lugar el catalán, que hablan dos millones de personas. Alrededor de un cuarto de millón de personas declararon tener ambas lenguas como primeras lenguas. A mayor distancia les siguen el árabe, el rumano, el gallego y el francés. Sin embargo, casi el 70% de la población inmigrante de origen extranjero declaraba tener interés en aprender o mejorar los conocimientos de catalán, una predisposición mucho mayor que la declarada por la población inmigrada procedente del resto de España. En este sentido, será importante atender a las elecciones lingüísticas que realicen los inmigrantes en función de la oferta disponible, y también estudiar las elecciones que realizarán sus descendientes, nacidos en Cataluña y/o escolarizados de forma plena en catalán, pero en un contexto donde el peso específico y el valor o capital social asociado al conocimiento y uso del catalán está en gran parte condicionado por la hegemonía global del castellano.

En algunos de los ámbitos analizados con los datos de la ENI, pueden verse quizás tendencias más positivas en términos de integración social de los inmigrantes, como por ejemplo en el aumento muy significativo en los últimos años de las uniones mixtas (entre inmigrantes y nativos), tanto en Cataluña como en el conjunto de España, y en particular en ciertos municipios caracterizados por un alto volumen de inmigración. Así, por ejemplo, los datos del padrón municipal de Barcelona señalaban que a 1 de enero de 2012 los matrimonios entre extranjeros y nacionales representaban ya un tercio del total (31,1%) de los inscritos en el Registro Civil, mientras que en el año 2003 representaban solo el 17 por ciento[33]. Sería necesario, sin embargo, evaluar el significado exacto de esta realidad; es decir, en qué medida supone una causa o una consecuencia del contexto, y si implica realmente adquisición de capital social y ampliación y diversificación de las redes sociales para el cónyuge inmigrante, ademas de erosión de prejuicios étnico-culturales.

En conjunto, pues, no parece que la situación de la integración de los inmigrantes en Cataluña, ni en el conjunto de España, haya mejorado desde 2007 hasta la actualidad. Y sobre todo, parece difícil pensar que las cosas vayan a mejorar significativamente a corto plazo dada la extensión de la crisis económica. Para evitar la deriva en negativo habrá que plantear políticas de immigración con medidas de integración fuertes, con estrategias bien definidas y suficientemente apoyadas económicamente.

Cabe tener muy presente el hecho de que en España en conjunto, el fenómeno de la inmigración internacional es un fenómeno reciente, y que el diseño de una política integral sobre inmigración e integración es todavía incipiente. Es pertinente recordar que la promulgación de la primera Ley sobre extranjería y migración no se produce hasta 1985 (Ley Orgánica 7/1985), justo antes –y como precondición a– la entrada de España en la Comunidad Económica Europea[34]. Una ley que, además, se centraba fundamentalmente en los aspectos de control de flujos, más que en los de integración; es decir, en el corto plazo. Desde entonces han surgido diversas medidas legislativas sobre inmigración; pero el abordaje del fenómeno de forma comprehensiva y con énfasis en las cuestiones de integración más allá de las de control no se produce hasta el año 2000[35], y de forma aún más clara en 2004[36]. Desde entonces se han multiplicado los planes integrales de gestión de la inmigración, el último de los cuales a nivel estatal es el II Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración 2011-2014[37], que, en comparación con el anterior (2007-2010), pone un mayor énfasis en el refuerzo de los instrumentos y políticas de integración social.

En Cataluña ha habido iniciativas legislativas que merecen especial mención. Así, dentro del Plan de Ciudadanía e Inmigración 2005–2008[38], un programa que incorporaba principios comunes de integración aprobados por el consejo de la UE en 2004 (European Commission, 2005: 4-5), ya aparecían algunos objetivos específicos en la línea de una política de inmigración integral y de horizonte amplio. Por ejemplo, los protocolos de primera acogida en las escuelas; la implementación de programas de mediación, sensibilización y no discriminación; los programas de convivencia ciudadana y formación ocupacional; o la aplicación de principios de interculturalidad en el sector empresarial. Con el actual Plan de Ciudadanía e Inmigración 2009–2012[39], se ha adelantado aún más en el diseño, puesta en práctica y refuerzo de actuaciones concretas a seguir. Son destacables también El Pacto Nacional para la Inmigración[40] y la Ley de Acogida[41] que han sido iniciativas pioneras en materia de inmigración y acogida a nivel estatal y un referente a nivel europeo.

Un contexto económico desfavorable, sin embargo, puede pertubar las mejores de las intenciones políticas. En los últimos años, la crisis económica ha afectado seriamente la inversión en materia de inmigración e integración social. Los presupuestos se redujeron sustantivamente en 2010, y todavía más en 2011, todo lo cual hace más que difícil poner en práctica las buenas políticas diseñadas sobre papel[42].

Antes incluso que las estrategias concretas, cabe partir de principios generales inclusivos y de horizonte amplio. Las naciones europeas por lo general no han tendido a la promoción activa de la inmigración, más bien han tratado la inmigración como fenómeno coyuntural y, más allá de esto, como problema más que como oportunidad[43]. La lógica del guest worker (trabajador invitado), que ha predominado en la política de inmigración europea, ha influido negativamente en la creación de políticas de integración-inclusión social de los inmigrantes, a los que se ha tendido a considerar trabajadores temporales o pseudo-ciudadanos[44]. Un giro radical en este tipo de orientación es especialmente necesario en un contexto de crisis económica, donde la alta tasa de desempleo afecta en particular a los inmigrantes, y donde observamos una vuelta a los discursos políticos restrictivos (restricción de entradas, repatriación, “securización” de fronteras, endurecimiento legislativo[45], etc.), que se acompañan de una tendencia al nacionalismo económico (“trabajo español para trabajadores españoles”), a pesar de la comprobada complementariedad[46], así como del crecimiento del sentimiento anti-inmigrante, de la xenofobia y de la tensión social en general. Sirvan aquí de ejemplo las tensiones en la convivencia entre inmigrantes y autóctonos en Salt de finales de febrero de 2010 a raíz de la negativa del Ayuntamiento de Vic a empadronar a los inmigrantes extracomunitarios sin permiso de residencia y de trabajo[47]; o el significativo aumento del apoyo al partido xenófobo Plataforma per Catalunya en las elecciones autonómicas catalanas de 2010[48].

Es aquí pertinente referirnos al informe Transatlantic Trends: Immigration 2010[49], elaborado a partir de una macro-encuesta de opinión pública en Norteamérica y en 12 países europeos sobre inmigración e integración, y que evaluó el efecto de la crisis económica en las actitudes hacia la inmigración. Este informe reveló que en 2010 alrededor del 50% de los europeos consideraban que la inmigración es más un problema que una oportunidad. En el caso de España el porcentaje aumentaba al 53 por ciento –muy distante de los resultados de opinión en países como Canadá (27%). Asimismo, el 52 por ciento de los españoles consideraba que la inmigración reduce el salario general de la población, un porcentaje por encima de la media europea (44%). Sólo el 33% de los españoles –en comparación con el 43 por ciento de la media europea, y del 67 por ciento de países como Canadá– consideraba que los inmigrantes ayudaban a crear empleo y riqueza para el país.

De forma similar, el informe de Cea D’Ancona y Valles Martínez (2009), también señala que casi la mitad de los españoles tienen una actitud de rechazo ante la inmigración[50]. Y en Cataluña en concreto, según los datos del informe del CEO (2011), basado en los resultados de una encuesta de opinón a 1.600 individuos, la percepción es también negativa: la mayoría de los encuestados (85%) consideraron que el volumen de inmigrantes en la actualidad es excesivo o muy elevado; el 39% consideró que los inmigrantes reciben más de lo que aportan, y el 41% que la inmigración en general es negativa. 

Sin duda, un nivel bajo de apoyo público hacia el fenómeno de la inmigración dificulta el reto de su buena gestión. Pero independientemente de la opinión pública, la realidad es que la inmigración internacional ha supuesto un motor fundamental de dinamismo económico y social en Europa en general[51], y también en España y Cataluña[52]. Diversos informes nacionales e internacionales señalan el saldo positivo en la ecuación entre lo que los inmigrantes aportan al Estado y lo que reciben de él. Parece claro que la inmigración ha dado más flexibilidad al mercado de trabajo, ha contribuido al superávit en las cuentas públicas, y ha mejorado la riqueza individual de la población en su conjunto[53]. Es más, pese a la crisis económica, que ha afectado particularmente la ocupación de la población inmigrada, en España y en el conjunto de la Unión Europea, la inmigración continuará siendo clave para el crecimiento económico a largo plazo[54].

La política de inserción laboral es sin duda fundamental para la integración social en su conjunto. Y aquí muchos de los problemas actuales tienen que ver con obviar la hiper-movilidad a escala global, y la necesidad de combinar criterios de temporalidad y flexibilidad (e.g., la circularidad laboral) con la cobertura de derechos cívicos fundamentales para evitar así la exclusión civil de una parte de la población. Los países industrializados dependen cada vez más de trabajadores inmigrantes extranjeros en régimen temporal; pero estos inmigrantes suelen permanecer en el país durante períodos más largos o regresan con gran regularidad; es decir, son “temporales permanentemente” o sólo sobre el papel, y en cambio carecen de la posibilidad de pertenencia civil plena, quedando de hecho excluídos. De ahí que cada vez más analistas propongan el ius domicile (el principio de acceso a la ciudadanía basado en la localización de la residencia) como camino hacia la estabilidad, protección y justicia para los trabajadores temporales, desligando así la ciudadanía de los criterios clásicos (el ius sanguinis y el ius soli), que de hecho son circunstanciales[55]. En suma, podría decirse que las políticas que perpetúen contratos laborales temporales en condiciones precarias y no inclusivas, que obstaculicen el acceso de los inmigrantes y de sus descendientes a la residencia permanente y la ciudadanía, en combinación con un mercado laboral étnicamente segmentado y con pocas oportunidades de inserción y movilidad sociolaboral, pueden relegar a los inmigrantes a una sub-clase de forma permanente[56]; es decir, impidiendo su movilidad social y limitando su integración plena y su sentido de pertenencia a una cultura pública común. 

 

Conclusión y consideraciones finales

El estudio de la integración de la población inmigrada alberga sin duda una gran complejidad, tanto teórica como metodológica. Estas limitaciones, sin embargo, no deben frenar los intentos de investigación y aporte de información que pueda servir para avanzar en este ámbito.

En este trabajo se ha ofrecido información sobre las condiciones de integración social de la población inmigrada en Cataluña a partir de un análisis estadístico de los datos de la Encuesta Nacional de Inmigrantes de 2007. Los datos apuntan a una integración en general débil y que empeora entre los inmigrantes más recientes. La aproximación a la situación durante la crisis económica (posterior a 2007) a partir de datos recogidos en diversos informes nacionales e internacionales, sugiere que las condiciones para la integración social de la población inmigrada en Cataluña y en el conjunto de España se han agravado.

El fenómeno de la inmigración internacional en España es todavía demasiado reciente como para poder evaluar de forma más ajustada cómo se está produciendo su proceso de integración. Es necesario un período de tiempo más largo y una aproximación metodológica mixta para poder evaluar de forma más precisa este proceso. No hay duda de que la medición de la integración social de los inmigrantes será un aspecto crucial para una mejor gestión del fenómeno. En este sentido, en Europa en general[57], y en España en particular, falta asociar a las medidas de integración reflejadas en la legislación unos indicadores que sirvan para medir de forma más precisa la integración, además de armonizar las fuentes internas e internacionales para una mejor evaluación.

Esto es clave especialmente en un contexto de gravísima crisis económica, donde la política de inmigración tiende a ser cada vez más restrictiva y donde se corre el riesgo de poner más atención en el control de flujos que en las políticas de integración. Un dato importante a tener en cuenta es que una gran mayoría de las personas entrevistadas por la ENI en Cataluña manifestaron su idea de “permanecer en España en los próximos 5 años” (77%); sólo un 7,6 por ciento manifestaron su idea de volver al país de origen, y un 2 por ciento la idea de trasladarse a otro país. Aunque esta proyección pueda haberse visto afectada por la crisis económica posterior a 2007, la opción de residir en la sociedad de destino de forma más o menos permanente parece generalizada entre la población inmigrada, algo que se refleja en el relativo escaso retorno que se ha producido, incluso el vinculado a los planes de retorno voluntario[58]. De ahí que cada vez más estudiosos enfaticen que la integración social debe considerarse ya la gran prioridad de la política de inmigración[59].

Estando la integración íntimamente vinculada a la movilidad social ascendente, parece claro que en el futuro próximo habrá que prestar mucha atención a lo que ocurra –en el plano social, educativo, laboral, etc.– con los/las descendientes de los inmigrantes, las llamadas “segundas generaciones”, que ya son parte de nuestra sociedad. Mucho dependerá de en qué medida funcione o no para ellos/as el llamado “ascensor social”[60]. Y habrá que hacer todo lo posible para que funcione a pesar del contexto de crisis económica si no queremos que, como ya ha sucedido en otros países (e.g., Francia), nuestra estructura social quede imperdonablemente estratificada según el origen, y la cohesión social quede seriamente dañada. De ahí la importancia de que en el futuro se realicen más investigaciones sobre la integración social de la población inmigrada. Nuestro análisis de conjunto ha ofrecido una visión global, más descriptiva e interpretativa que explicativa, que puede servir de base para esos análisis futuros más específicos o en profundidad.

 

Notas

[1] Izquierdo, 1996; King, Fielding y Black, 1997; Arango, 2000; Sánchez, 2001; Eurostat, 2008; Aja, Arango y Oliver, 2011.

[2] INE, 2012a, 2012b.

[3] Cabré, 1999; Pascual, Cardelús y Solana, 2000; Bayona, Domingo y Gil, 2008.

[4] Idescat, 2012; INE, 2012a.

[5] INE, 2011.

[6] Marshall, 1950.

[7] Solé, 1981; Zapata-Barrero, 2004; Solé y Cachón, 2006: 23-24; Penninx, 2005; Gualda y Schramkowski, 2007; Cachón, 2008; Giménez, 2010; Rodríguez García, 2010; Niessen y Huddleston, 2010; Generalitat de  Catalunya, 2010b: 139; Solé et al., 2011; MTAS, 2011: 77-89.

[8] Para profundizar en los aspectos metodológicos de la ENI, consúltese: http://www.ine.es/daco/daco42/inmigrantes/inmigra_meto.pdf

[9] Deben entenderse flexionadas de oficio (os/as) todas las expresiones que permitan el doble tratamiento (masculino y femenino) en función del género.

[10] Sobre indicadores de integración de las personas inmigradas, véase Eurostat (2011). Véase también García Cívico (2010).

[11] Actualmente en España, la nacionalidad por residencia se obtiene genéricamente en un período de diez años. Este período se reduce a cinco en el caso de personas en régimen de asilo o refugio; a dos si los solicitantes son nacionales de países latinoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial o sefardíes; y a uno, entre otros casos especiales, a quienes en el momento de la solicitud llevan un año casados con un ciudadano español y no están separados legalmente o de hecho. El período genérico de diez años es el mismo en países como Alemania o Bélgica; en otros países es más breve: cinco en Francia o Reino Unido, o tres en Canadá. En este sentido, es necesario tener en cuenta el efecto global de la legislación sobre el tiempo de adquisición de la nacionalidad española en los resultados que se presentan aquí.

[12] Arango y Jachimowicz, 2005.

[13] No se incluyen aquí a las personas nacidas fuera de España que disponen de la nacionalidad desde el nacimiento, una gran parte de los cuales serían hijos o nietos de españoles que vivían en otros países.

[14] Marruecos y Ecuador se han considerado aparte porque en 2007 eran las dos nacionalidades extranjeras de mayor representación en Cataluña.

[15] Reher et al., 2008; Reher y Requena, 2009.

[16] Según los datos del Censo de 2001, el 47,8% de la población de nacionalidad española contaba con estudios de 2º grado, y el 13,51% con estudios de 3er grado (www.ine.es).

[17] ibid.: 117-118.

[18] Segura y Contreras, 2002.

[19] Reher et al., 2008.

[20] Gil Araujo 2010: 209.

[21] Dado que gran parte de los inmigrantes en Cataluña son de origen latinoamericano y tienen el castellano como lengua primera o materna, se han realizado los cálculos sin tener en cuenta a aquellos cuya lengua materna es el castellano o el catalán. En el caso de las poblaciones procedentes de Latinoamérica debemos tener en cuenta que puede haber casos en los que el castellano no sea la lengua materna, pero éstos tienen en general un buen dominio de la misma debido a su preeminencia en la administración y en los sistemas de formación en estos países.

[22] Puig i Aute, 2000: 140.

[23] Prakash y Selle, 2004; Morell, 2005; Miguel Luken et al., 2007; véase también Morales, González-Ferrer y Jorba, 2009.

[24] Reher et al., 2008.

[25] Véase también Morales, González-Ferrer y Jorba, 2009.

[26] Ostergaard-Nielsen, 2009.

[27] Reher et al., 2008: 35.

[28] Para todas las variables se han efectuado modelos de regresión múltiple con datos ponderados, con el programa Stata, excepto para la ‘participación social’, para la que se ha realizado una regresión logística.

[29] Huddleston y Niessen, 2011.

[30] El índice de integración utilizado en este informe se basa en siete áreas de medidas: acceso a la nacionalidad, movilidad en el mercado laboral, residencia de larga duración, reagrupación familiar, educación, participación política, y medidas antidiscriminación.

[31] ILO, 2010: 72-74; IOM, 2010: 127; Pajares, 2010: 27-41; Domingo, Gil y Galizia, 2010: 97-102; OCDE, 2011: 322; Collett, 2011: 4, 15-16; Aja, Arango y Oliver, 2012: 37; Colectivo Ioé (2012). Para el caso específico de Cataluña véase CERES, 2011;

[32] Calavita, 2005; Pajares, 2010; Aja, Arango y Oliver, 2011.

[33] Ajuntament de Barcelona, 2012.

[34] Arango, 2000: 265.

[35] Cachón, 2002.

[36] Bruquetas et al., 2011.

[37] MTAS, 2011.

[38] Generalitat de Catalunya, 2005.

[39] Generalitat de Catalunya, 2010b.

[40] Generalitat de Catalunya, 2009.

[41] Generalitat de Catalunya, 2010a.

[42] Véase Collett, 2011: 16; véase también Arango y González, 2009; y Aja, Arango, y Oliver, 2011.

[43] Arango, 2006; Papademetriou, 2006; Calavita, 2007.

[44] Bauböck et al., 2006.

[45] Las últimas reformas de la Ley de extranjería (de noviembre de 2009 y de abril de 2012), endurecen, por ejemplo, los requisitos para la reagrupación familiar, así como el acceso a la salud para una parte de población inmigrada (http://extranjeros.empleo.gob.es/es/NormativaJurisprudencia/).

[46] Domingo, 2003; Calavita, 2007: 8-9.

[47] AA.VV., 2010.

[48] Noguer, 2011.

[49] German Marshall Fund of the United States, 2011.

[50] Véase también Zapata-Barrero, 2009.

[51] OECD, 2010; Fargues et al., 2011: 1-8.

[52] Solé, 2001; Sebastián, 2006; Moreno y Bruquetas, 2011.

[53] Véase, por ejemplo, Moreno y Bruquetas, 2011.

[54] Oliver, 2006; CeiMigra, 2010: 51; Pajares, 2010; Aja, Arango y Oliver, 2011; OECD, 2010, 2011; Fargues et al., 2011. Para profundizar en el caso específico de Cataluña, véase Casals y Solsona (2008).

[55] Kostakopoulou, 2008; Bauböck, 2008; Bloemraad, Korteweg y Yurdakul, 2008.

[56] Calavita, 2005.

[57] Eurostat, 2011.

[58] López y Davis, 2011.

[59] Aja, Arango y Oliver, 2012: 14, 22.

[60] Aparicio, 2007.

 

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[Edición electrónica del texto realizada por Ferran Ayala]

 

Ficha bibliográfica:

RODRÍGUEZ GARCÍA, Dan; SOLANA SOLANA, Miguel; DE MIGUEL LUKEN, Verónica; PASCUAL DE SANS, Àngels, La integración de la población inmigrada en Cataluña: un análisis a partir de la encuesta nacional de inmigrantes de 2007, y una aproximación al impacto posterior de la crisis económica. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 5 de septiembre de 2013, Vol. XVIII, nº 1040. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1040.htm>. [ISSN 1138-9796].