Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIII, nº 800, 25 de octubre de 2008


DEL CAOS A LOS TERRITORIOS INTELIGENTES

Rosa M. Estaba
Universidad Central de Venezuela, Caracas
rosestaba@gmail.com


Del caos a los territorios inteligentes (Resumen)

La descentralización y la construcción de la geometría de las redes socio-territoriales, fundadas en los gentilicios o sentimientos de identidad territorial, son objetivos orientados a la superación del impacto de los procesos de fragmentación de la globalización. Ello permite concebir el territorio como una malla de redes socio-territoriales generadas por relaciones sinérgicas concertadas entre actores identificados entre sí, prioritariamente por lazos de vecindad o proximidad. La ciudad, más aún los sistemas de ciudades-región o regiones metropolitanas, se erigen en ámbitos propicios para motorizar procesos dinámicos de desarrollo local endógeno y sostenible, alrededor de una visión estratégica y colectiva del territorio, negociada entre el municipio, la empresa privada, la sociedad civil y la academia. Los territorios inteligentes, etapa superior y regional del desarrollo endógeno, son auténticas expectativas, por su fortaleza institucional para avalar el sustentable equilibrio económico, social y ambiental. Venezuela, país moderno y con recursos a detectar, sumar, favorecer, multiplicar y cartografiar, puede optar por la globalizada arquitectura de la geometría de las redes socio-territoriales de un territorio inteligente.

Palabras clave: descentralización, sistemas de ciudades-región, desarrollo local endógeno, territorios inteligentes


From the chaos to the intelligent territories (Abstract)

The decentralization and the construction of the geometry of the social-territorial networks, founded in attributives gentilitious or land property, they are necessary aims to the overcoming of the impact of the processes of fragmentation of the globalization. This allows the territory to conceive as a mesh networking socio-territorial generated by synergies between actors concerted identified among themselves, primarily by ties of neighbourhood or proximity. The city, still more systems o region-cities or metropolitan region, were erected in areas conducive to motorized dynamic processes of local endogenous and sustainable development, around a strategic and collective vision territory negotiated between the municipality, private enterprise, civil society and academia. The intelligent territories, upper stage and regional endogenous development, are real expectations for their institutional strength to support the sustainable balance economic, social and environmental. Venezuela, a modern country with resources to detect, adding, encourage, multiply and map, can opt for the global architecture of the geometry of the socio-territorial networks of a smart territory.

Key words: decentralization, systems of region-cities, local endogenous development, intelligent territories


El caos

La disertación académica que presentamos se inscribe en la línea de pensamiento de la geografía activa, en esta ocasión animada por la inquietud suscitada desde 1999, a raíz de la instauración en Venezuela de un proceso revolucionario que a todas luces ha derivado en progresivos síntomas de deterioro[1]. El particular contenido político implícito en el camino sugerido hacia una eficiente ordenación y desarrollo territorial, obedece a la improrrogable necesidad de hacer contrapeso a la pretendida imposición de una antidemocrática reforma a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela[2].

Entre los tantos flagelos que acosan cada vez más a la sociedad venezolana y se hacen perceptibles incluso a cualquier incauto, destacan la exclusión social con su manifiesta infancia abandonada, desbordamiento de la delincuencia ligada a la impunidad y la inseguridad jurídica, carencias de viviendas y de sistemas de salud y de seguridad social, graves deficiencias y distorsiones del sistema educativo, los ya preocupantes niveles de degradación y riesgos ambientales, aumento de los estados depresivos y de incertidumbre, y peligrosos asomos de deslegitimación del orden establecido. La renta petrolera se eleva a niveles antes desconocidos, pero ésta es despilfarrada y sin contribuir a la creación de riqueza social (Ibarz, 2008). Mientras proliferan las dádivas a mucha gente que vive del Estado paternalista, se destruye el aparato productivo y las importaciones logran significar casi el 70 por ciento de lo que consumimos (Romero, 2008).

Descentralizar y construir la geometría de las redes socio-territoriales

Los nacientes paradigmas exigen la descentralización

Para afrontar estos flagelos, venimos persuadiendo en la urgencia de cumplir con el mandato federalista de la Asamblea Constituyente de 1999 y dar continuidad a la tortuosa descentralización territorial iniciada apenas en 1989, luego de la sanción de la Ley Orgánica de Descentralización. La batalla es sumamente ardua, sobre todo frente a un régimen que, con mayor acento que los precedentes, es exasperadamente acaparador, y desconocedor de los frutos cosechados después de repartir ciertas cargas que, tradicionalmente, han sido soportadas por un solo ente de la Administración Pública. En efecto, cada vez son mayores las trabas que se interponen al proceso a través del cual se otorgan responsabilidades a las localidades y regiones, que en el mapa político- administrativo de Venezuela están definidas por trescientos treinta y cinco entidades municipales o municipios que, subdivididos en un gran número de parroquias, se reparten entre las veintitrés entidades federales o estados y el Distrito Capital, sede de Caracas, la capital republicana. Se trata de un mosaico de unidades territoriales jerárquicamente organizado para la administración de 26.414.815 habitantes desigualmente distribuidos sobre un territorio de 916.445 kilómetros cuadrados.

La descentralización no conlleva al decadente separatismo, tan reiteradamente sospechado y denunciado por la Presidencia de la República (Contreras, 2008). Los nuevos paradigmas exigen avanzar en la delegación de un sinnúmero de responsabilidades que con plena confianza debemos entregarles a aquellos venezolanos que no laboran en los inconvenientemente multiplicados y, por ende, burocratizados e indefinidos gabinetes del Ejecutivo Nacional. Los niveles de ineficiencia resultantes de tan extremada concentración de poder son, sin duda, incongruentes con la velocidad de los procesos de cambio modernizante de la globalización. Nos retrotraemos, mientras la economía, la sociedad y el planeta en general se articulan, teniendo como principales y más recientes características la creciente aplicación industrial de la microelectrónica, la caída de los precios de las revolucionarias telecomunicaciones en sus distintas formas de comunicación a distancia, y la irrupción de los ordenadores o computadoras en la vida cotidiana.

¿Por qué desconfiar de los ciudadanos de la provincia? ¿Por qué dudar de las sociedades intermedias y locales, inclusive las ubicadas en el centro capitalino del país? ¿Por qué ir contra corrientes y correr el riesgo de derivar hacia la definitiva ruina de lo edificado? ¿Por qué no cultivar nuestras fortalezas y sincronizarnos con los procesos de cambio?

La geometría de las redes socio-territoriales y la enriquecedora diversidad de gentilicios

Rechazamos la geometría del poder contenida en la propuesta de reforma a nuestra Carta Magna, que fue derrotada por el voto popular en el referéndum de diciembre de 2007. Son indefendibles las intenciones centralistas, militaristas y anti-urbanas, mediante las cuales se fraguaba desdibujar los estados y los municipios, arrastrando consigo los gentilicios o sentimientos de identidad territorial que, con sentido de pertenencia, han sido sembrados históricamente por incalculables actores a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Proponemos construir una geometría del poder alterna y que ciertamente abra posibilidades para en cumplimiento del mandato constitucional profundizar el modelo representativo y establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica: la geometría de las redes socio-territoriales fundadas, básicamente, en el invalorable potencial contenido en la enriquecedora diversidad de gentilicios que arraigan a las gentes a sus respectivos territorios. Su construcción implica rescatar, preservar, organizar e impulsar el rico potencial reconocible en la venezolanidad hasta en los popularizados de los estados y los municipios, inclusive, aquellos que enraizan a las comunidades que se han “apropiado” tanto de los profusas y extensas barriadas populares (“barrios”), como de los sectores urbanos de clases medias y altas (“urbanizaciones”). Luego de examinar la pluralidad y versatilidad de ese potencial en el seno de cualquier entidad territorial, hay que redefinirlo, según se vayan modificando los movimientos de personas y actividades económicas, las distancias, los tiempos y las relaciones con otros lugares.

“De adentro hacia fuera” y “de abajo hacia arriba”

La descentralización y la construcción de la geometría de las redes socio-territoriales son objetivos orientados a instituir un equipo nacional que, en su cotidiana exploración de posibilidades, propulse el desarrollo humano “de adentro hacia fuera” y “de abajo hacia arriba”. Un equipo que de manos de la gente y desde las comunidades trace rutas al Estado descentralizado. Necesitamos una Administración Pública Central que, liberada de responsabilidades, sea capaz de nutrirse de la experiencia ciudadana, gobernar democráticamente y vincularse, en paralelo y de forma orgánica, a aquellos mercados subregionales ya encauzados, para convertirse en un sólido nodo de una red en la que comparte soberanía y decisión con organizaciones no gubernamentales y con instituciones locales, regionales, connacionales y supranacionales (Castells, 2007).

Revirtiendo las tradicionales formas centralistas de abordar los problemas y deliberando en torno al lugar que ocupa Venezuela en el concierto internacional, conseguiremos desafiar airosos la lógica de las atractivas fuerzas de localización[3] activadas por los tentáculos de la geometría política del mundo moderno. Conseguiremos desafiar el excluyente modo de funcionamiento polarizado de la globalización, en esencia, tejida por las grandes transnacionales. Ciertamente, a escala mundial, se integran selectivamente lo que se ha dado en denominar regiones ganadoras, para calificar a ciertos territorios vinculados entre sí y conformados por sistemas de ciudades-región, o regiones metropolitanas que figuran por su dinamismo y creación de empleos, productividad y competitividad.

“El territorio en el que vivimos ha sufrido una profunda transformación en el nuevo contexto globalizado, telecomunicando e informatizando (…) hemos asistido a la oleada de urbanización más grande de la historia (…) Las nuevas tecnologías de comunicación y transporte han contribuido poderosamente a la aparición de una nueva forma territorial, las regiones metropolitanas, en las que se concentra una gran parte de la población y lo esencial de las actividades económicas y de generación de conocimiento (…) territorios descentralizados, que engloban ciudades y pueblos, espacio rural y urbano en una extensión que funciona como unidad de vida cotidiana…y están relacionadas unas con otras mediante (…) una red mundial de territorios metropolitanos“ (Castells, 2007. El subrayado es nuestro).

Las regiones perdedoras comprenden aquellos otros territorios marginados, pero igualmente expuestos al cambio de las macro tendencias. Al sufrir el impacto de procesos de fragmentación inherentes a la globalización, quedan desprovistas de capacidad humana para ofrecer valor a los circuitos globales y, por ende, son reducidas a la dualidad entre las capas de agentes “globalizados” y las restantes.

La superación de tal dualidad es factible, si actuamos con la gente y echando mano de las nuevas corrientes que repiensan sobre el territorio y, en particular, sobre las ciudades-región o regiones metropolitanas en el marco de la globalización.

El territorio, las ciudades-región o regiones metropolitanas y la globalización

El sentimiento autonómico vuelve a prenderse al calor de las elecciones regionales y locales de noviembre de 2008; más aún a causa de la inconstitucional aprobación en julio de 2008 y por decreto presidencial, de un conjunto de veintiséis instrumentos legales, en cuyos textos se esconden las propuestas rechazadas. Según opinión de juristas especialistas, “(...) las leyes aprobadas por el Ejecutivo (…) imponen "más controles y más centralismo" de Estado sobre la actividad económica, comercial y financiera del país” (León y Tejero Puntes, 2008)[4].

En la Ley de la Administración Pública y en la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, por ejemplo, arbitrariamente se instituyen dos figuras territoriales que relegan a las históricas entidades federales. El primer caso refiere a las Autoridades Regionales que quedan definidas como sigue:

“La Presidenta o Presidente de la República podrá designar autoridades regionales, las cuales tendrán por función la planificación, ejecución, seguimiento y control de las políticas, planes y proyectos de ordenación y desarrollo del territorio aprobados conforme a la planificación centralizada, así como, las demás atribuciones que le sean fijadas de conformidad con la ley, asignándoles los recursos necesarios para el eficaz cumplimiento de su objeto” (Ley de la Administración Pública, Artículo 70).

La segunda Ley mencionada certifica la figura militar de la Región Estratégica de Defensa Integral, y pone en evidencia una atropellada celeridad para su inmediata aplicación[5]. Conforme a lo que reza en su texto se crean cinco regiones de defensa integral, cada una de las cuales, es:

“(…) es un espacio del territorio nacional con características geoestratégicas, establecido por el Presidente o Presidenta de la República Bolivariana de Venezuela y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana sobre la base de la concepción estratégica defensiva nacional para planificar, conducir y ejecutar operaciones de defensa integral, a fin de garantizar la independencia, la soberanía, la seguridad, la integridad del espacio geográfico y el desarrollo nacional (Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Artículo 24).

Las iniciativas adoptadas son, a nuestro juicio, erradas. El insistente enfoque de planificación centralizada explica la fragilidad de los vientos favorables de tan breves años de gobiernos compartidos con las recién estrenadas jefaturas regionales y municipales (1989-2008). También explica el agotamiento del destacado perfil de país pionero que había logrado Venezuela en materia de ordenación del territorio.

En el pasado, y con exagerada rigidez en el presente, las decisiones se toman sectorial y verticalmente, con el invariable y sucesivo desperdicio de ingentes esfuerzos empeñados en la planificación. Los macro planes nacionales y regionales de desarrollo y de ordenación del territorio, que se vienen formulando desde mediados de los años setenta y en vísperas de la descentralización, responden a pautas que, emanadas desde el nivel central, inevitablemente obligan a dejar de lado el rol estratégico que ha venido ganando por el territorio a escala local.

El rol estratégico del territorio a escala local

No existen recetas, pero si abundan experiencias exitosas que, en concordancia con el repetido cuestionamiento al superado centralismo, tienen como denominador común, expresamente o de manera tácita, el enfoque de los problemas y sus soluciones a nivel detallado y de modo más próximo a la gente[6].

El territorio deja de ser ámbito expuesto a la fragmentación resultante del impacto de la globalización. Desde este novedoso enfoque, pasa a ser concebido como un campo geométrico topológico donde convergen atractivas fuerzas de localización, que se expresan en una malla de redes socio-territoriales generadas por relaciones sinérgicas (políticas, económicas y sociales), que se entrelazan, se superponen y son concertadas entre actores que se identifican entre sí, prioritariamente por lazos de vecindad o proximidad.

Las identidades propias del arraigo de las gentes a sus respectivos territorios constituyen el factor clave en la movilización de energías sociales a favor del progreso. Es conveniente señalar, sin embargo, la creciente y beneficiosa importancia de las conexiones establecidas con redes de otros territorios y que dan lugar a identidades socio-comunicacionales. “La identidad se conforma tanto mediante el arraigo en el territorio que se habita, como mediante la participación en redes comunicacionales deslocalizadas” (Bervevejillo, 1995). También hay que entender que, como el territorio es un campo geométrico topológico en permanente modificación, se hace necesario su rediseño, respetando cada entidad territorial y considerando el modo como sean, se fortalezcan o se cimienten las redes socio-territoriales.

La ciudad y el desarrollo local endógeno y sostenible

La ciudad -o desarrollo urbano del territorio- destaca como el más preciado activo territorial. En atención a esta fortaleza, Horacio Capel ya desde la década de los setenta asienta en que lo que cuenta es, mayormente, la intensidad de las interrelaciones que se anudan en el interior del espacio urbano (Capel, 2007). Citando a Jaen Remy, visualiza su importancia:

 “ (... ) la ciudad es un elemento esencial del sistema económico precisamente por su condición de lugar de intercambio, de elección y de innovación. Es la facilidad de interrelación social lo que hace a la ciudad particularmente atractiva para las industrias y para los hombres, lo que en definitiva da a la ciudad su valor económico. Desde el punto de vista del empresario, la ciudad aparece como un conjunto de economías urbanas estrechamente asociadas entre sí, las cuales proceden, desde luego, de los equipamientos materiales presentes en la ciudad, pero son también, sobre todo, ventajas de tipo inmaterial (...) es el lugar de concentración de bienes producidos colectivamente y que deben ser consumidos colectivamente, ya que son especialmente indivisibles: ello da lugar a formas de solidaridad comunitaria, al crear una dependencia polivalente y difusa respecto a un medio poseído colectivamente. Junto a ello, la ciudad aparece como un punto privilegiado en el espacio, "el lugar que reúne los centros de decisión e innovación". En resumen, pues, desde el punto de vista económico, la ciudad posee economías de aglomeración relacionadas con la producción de conocimientos y, específicamente, con la toma de decisiones. (...) En general, es un medio privilegiado que estimula las innovaciones de crecimiento y que facilita la invención y la difusión de valores nuevos (Capel, 1975. El subrayado es nuestro).

Al descollar como expresión máxima de fuerzas de localización centrífugas, o economías de aglomeración que nacen de la concentración espacial de la actividad económica y de los sentimientos de pertenencia y cohesión de la sociedad local (Donato, 2007), la ciudad se erige en el ámbito propicio para motorizar procesos dinámicos de desarrollo local endógeno y sostenible. La densa trama de vínculos necesarios al interés común y a la sinergia territorial de la ciudad, se traduce en un magnífico tesoro cuando se persigue impulsar un uso de las capacidades internas de una localidad, cada vez más integral, eficiente y permanente, tanto en lo ambiental como en lo económico.

En las aglomeraciones humanas se obtienen ganancias no solo por la conjunción de empresas de una industria en una localidad o economías de localización, sino también por aquellas otras que surgen de la presencia de economías de urbanización o externalidades: bienes y servicios públicos, gran mercado urbano de consumo, trabajo humano, materias primas, productos intermedios, etc. En ambos casos se trata de ganancias afiliadas a la generación de procesos de spill over o desbordamiento sectorial y territorial de innovaciones y conocimiento, a la reproducción de proveedores (o distribuidores) competitivos y a la formación de capital humano o mercado de trabajo ajustado a las necesidades de las organizaciones (Marmolejo D. y Roca C., 2006). Precisemos con otras palabras las muchas las ventajas materiales e inmateriales que ofrece una ciudad.

a) Las economías de aglomeración, sean éstas de localización o de urbanización, al permitir la utilización colectiva de las infraestructuras y los servicios prestados facilitan la aparición de rendimientos crecientes y ventajas competitivas.

b) El tejido institucional urbano, o denso y complejo armazón municipal, estadal y nacional de las organizaciones formales de gobierno y servicio público, permite estimular la capacidad empresarial y los mecanismos de aprendizaje y de interacción, reducir los costos de transacción y producción, y aumentar la confianza y la cooperación entre redes socio-territoriales.

c) La difusión de innovaciones entre empresas y en el territorio en general, impulsa la transformación y renovación de un sistema que, organizado en redes y alianzas entre unidades productivas de diverso tamaño y especialización, proveedores y clientes, condiciona la productividad y la competitividad.

d) El ambiente urbano hace posible la formación de capital humano, no solo como mercado de trabajo ajustado a las necesidades de las organizaciones, sino también preparando a la sociedad civil para organizada en redes dar respuestas a los retos de los mercados en expansión.

En síntesis, la ciudad es un territorio colectivo y medio de cultivo de la creatividad y los emprendedores; más aún si, como insiste Manuel Castells, el desarrollo local endógeno se apoya en una fuerte identidad territorial (Castells, 2000).

Animada en un contexto de globalización y crecida por fuerzas de localización centrípetas o repulsivas, particulares de las nuevas tecnologías de comunicación y transporte, cada vez prolifera más el modelo de ciudad desconcentrada, dispersa, difusa y donde son borrosas e imprecisas las fronteras físicas y sociales entre lo urbano y lo rural (Entrena, 2005).

La configuración de sistemas de ciudades-región o regiones metropolitanas y la incorporación de recursos exógenos

Los sistemas de ciudades-región o regiones metropolitanas son redes que, funcionando como una unidad indisoluble, engloban una ciudad central originaria que da nombre a la mancha urbana, a sus suburbios y a una serie de ciudades satélites que pueden funcionar como ciudades dormitorio, industriales, comerciales y de servicios. Se trata de conurbaciones continuas o discontinuas donde se conjugan las mejores posibilidades para germinar y prosperar un programa de desarrollo local endógeno y sostenible.

En cada uno de los centros urbanos de diferente tamaño que integren una región metropolitana, hay que rescatar, organizar, preservar e incrementar cualquier recurso endógeno natural o humano que resulte prominente, hasta dotar al conjunto de capacidades territoriales suficientes como para generar fuerzas de localización centrífugas y centrípetas que inciten y transmitan la dinámica de progreso hacia los respectivos ámbitos comunales, parroquiales, municipales y estadales.

Sin desdeñar la viabilidad de cualquier ciudad y su área de influencia, apostamos por la configuración de sistemas de ciudades-región con capacidades territoriales suficientes y alimentadas con la incorporación de recursos exógenos. No es posible potenciar lo endógeno sin atraer masivas inversiones extranjeras y cultivar, al mismo tiempo, las oportunidades que brindan las transformaciones mundiales. Asociados a procesos seguros de integración con otros países, hay que buscar y amarrar recursos para ponerlos al servicio de la movilización de energías sociales.

¿Cómo aprovechar los recursos endógenos latentes y de fuerte inscripción territorial para re-posicionarnos en el espacio global y finalmente en la globalización?

La construcción de un programa que persiga germinar y prosperar el desarrollo local endógeno y sostenible, ha de descansar en cuatro pilares aliados en una misma visión estratégica y colectiva del territorio: el municipio, la empresa privada, la sociedad civil y la academia.

El municipio y la visión estratégica y colectiva del territorio

El municipio con su gobierno se erige en el líder autonómico de la promoción y articulación del respectivo programa, el cual ha de plasmarse en el plan de desarrollo descentralizado, estratégico y participativo.

El instrumento de planificación es de la responsabilidad del municipio, en su carácter de agente capaz de controlar su ámbito socio-territorial. Como exige de opciones transformadoras que faciliten el aprovechamiento del potencial de producción constituido por determinados recursos endógenos latentes y de fuerte inscripción territorial, es perentorio incorporar la cultura de la endogeneidad y la sustentabilidad, comenzando por reconocer y llamar a todo actor público y privado que en la localidad detente cuotas de poder.

La estrategia o "visión estratégica y colectiva del territorio" es trazada según los resultados de la discusión sobre lo que se desea o necesita obtener dentro de un período específico (objetivos), y teniendo un juicio claro sobre donde se está (diagnóstico) para saber donde se quiere llegar (imagen objetivo). La ruta a seguir para alcanzar objetivos concretos, es acordada por los diferentes actores participantes y se expresa a través de ciertos lineamientos y en la misión o determinación del rol que debe cumplir cada uno de esos actores.

La proposición a la que se arribe surge de la negociación entre la presentada por el municipio y aquellas otras posiciones disímiles, que provienen de la empresa privada, la sociedad civil y la academia. Para puntualizar rigurosos mecanismos de participación democrática es pertinente tomar en cuenta una indicación práctica para el diálogo, de Horacio Capel (2007):

 “Existen hoy a nuestra disposición instrumentos mucho más poderosos que permiten realizar simulaciones, diseñar “escenarios” distintos y presentarlos gráficamente, utilizar la teoría de los juegos. Es importante descubrir previamente los intereses enfrentados, en particular la estructura de la propiedad, los agentes que van a beneficiarse de las operaciones, las reservas de suelo acumuladas previamente para algunos de ellos, pero al mismo tiempo, es imprescindible conocer el tejido social existente para, eventualmente, defenderlo y protegerlo por su valor para proyectos del futuro. Las operaciones urbanísticas afectan a espacios y personas concretas”.

Ahora bien, ante nada es imprescindible lograr voluntad política y reconocer el principio de que el federalismo fiscal es la espina dorsal del federalismo político. Para afrontar lo planteado en la derrotada propuesta de reforma a la Carta Magna o en las inconstitucionales leyes en vigencia, desde el municipio se ha de emprender una cruzada dirigida a lograr que las sociedades locales y, sobre todo, las intermedias, dispongan de competencias y de recursos para poder manejarlas autonómicamente.

En atención a ello, hay que popularizar que además de entorpecer -e inclusive revertir- el proceso de descentralización, se ha pretendido acompañar el desdibujo de los estados y los municipios con su descapitalización financiera. Se han formulado desvíos de su principal fuente de ingresos, la cual proviene del situado constitucional o transferencias equivalentes a un máximo de una quinta parte de la recaudación nacional, y que es repartida en un treinta por ciento por partes iguales y un setenta por ciento en proporción a la población de cada entidad federal. Para completar el cuadro, también, se ha previsto la eliminación de importantes fuentes justicieras que fueron conquistadas en el proceso de descentralización: el Fondo de Compensación Interterritorial o Fondo Intergubernamental para la Descentralización, equivalente a no menos del 15 por ciento de lo recaudado por concepto de impuestos al valor agregado o añadido, así como las asignaciones especiales proporcionales a un mínimo de la cuarta parte de lo recaudado por hidrocarburos y minas, una vez deducido lo correspondiente al situado constitucional.

Los gobiernos municipales se sufragan, en su mayoría, con la participación no menor a la quinta parte del situado y demás ingresos ordinarios del respectivo Estado. Los ingresos propios de aquellos más desarrollados proceden de la administración de sus patrimonios (ejidos y bienes), de impuestos y de ingresos no tributarios. Los extraordinarios acordados por organismos nacionales o estadales sólo pueden destinarse a inversión en obras o servicios.

Entre las tantas transgresiones a la descentralización merecen comentario las Misiones y los Consejos Comunales, ambos programas aplicados de modo tutelar y en paralelo a las tradicionales estructuras del Estado. Las Misiones corresponden a un amplio abanico de programas sociales asistencialistas, creados desde 2003 y financiados desde los órganos centrales de la Administración Pública. Los Consejos Comunales, amparados por una ley de 2006, son la estocada. Si bien suponen ser instancias de participación, para el ejercicio directo de la gestión de las políticas públicas y proyectos, rompen el nexo entre los municipios y las comunidades, para hacerlas depender de la creada Comisión Nacional Presidencial del Poder Popular, designada por el Presidente de la República, y de los recursos desviados al también creado Fondo Nacional de los Consejos Comunales, adscrito al Ministerio de Finanzas.

Una reflexión compartida para desentrañar el potencial endógeno

Para descubrir el potencial endógeno de cada municipio es decisiva la reflexión compartida sobre varios aspectos:

a) Conjuntamente con la valoración de cada recurso natural, es ineludible caracterizar el escenario ambiental, así como la situación geográfica del territorio local, mirando la vecindad o alejamiento respecto a los principales centros de actividad económica a escala local, regional y nacional, así como también respecto a las principales vías de comunicación con el resto de los centros de actividad y mercados mundiales.

b) La estructura de los asentamientos y sus respectivas economías de aglomeración han de considerarse examinando no sólo la distribución y dinámica espacial de las comunidades, los empleos, los productores y los consumidores. Aparte de detectar la multiplicidad de redes socio-territoriales y los conflictos entre ellas, hay que especificar los umbrales de concentración territorial, a partir de los cuales aparecen las des-economías de aglomeración que superan los iniciales rendimientos crecientes y las ventajas competitivas.

c) El estudio de la estructura de los sectores económicos debe indagar sobre la relación entre las dimensiones relativas de las actividades agrícolas, industriales y de servicios, así como su grado de organización en redes dirigidas a garantizar su operatividad cotidiana.

d) El equipamiento infraestructural tiene que ser cuantificado como bienes públicos que, al complementar el funcionamiento de las personas y las actividades, contribuyen a reducir los costos globales de las inversiones, máxime si su diseño incorpora el concepto de vecindad o proximidad (ejemplos: escuela próxima, módulo policial próximo y vecindad electoral). La productividad de las empresas y de la sociedad en general, aumenta en respuesta a las mejoras de calidad de las redes y de la prestación de servicios de infraestructura de conectividad (aeropuertos, puertos, vías, telecomunicaciones, redes comunicacionales y de informática, etc.), de transporte, de abastecimiento de energía y agua, de alcantarillado y sanitarios, de equipamientos docentes y de salud. No menos importantes son la calidad y proliferación de las instalaciones recreativas, deportivas y culturales, así como todas las que conciernen a la seguridad personal, la ciencia y la tecnología.

Si bien el entramado resultante es condicionante y también determinante del nivel de progreso, es preciso recalcar que, más allá del “mapa” que busca armar y comprender un caos reuniendo fragmentos del territorio, más allá del “mapa” de proposiciones para la articulación del territorio echando mano del trazado de infraestructuras asociadas a los recursos endógenos, el plan debe contemplar el “mapa” de lo no visible. El “mapa” de las redes microelectrónicas, de telecomunicaciones y ordenadores revela como se mueven los entramados institucionales y empresariales y como es informada y entretenida la multitud dispersa en cada uno de los distintos hábitats.

Más allá del levantamiento de las unidades de vivienda o de comercio, de manufactura y otras actividades económicas, más allá de las redes de transportes, entre otras, interesan las inmateriales actividades de oficina o de dirección u orientación, planificación o desarrollo y supervisión o ejecución directa, cuyo fondo es la intrincada red de la información que se produce, transforma y trasmite (Marmolejo D. y Roca C., 2006).

Capacidad institucional para un compromiso complejo

Es decisivo ganar capacidad institucional para convocar una envolvente movilización alrededor de proyectos y valores compartidos, bosquejando y poniendo en práctica políticas que impulsen y apoyen iniciativas que mejoren el uso compartido de los distintos recursos detectados o por construir. Hay que ganar capacidad institucional para incentivar nuevas destrezas de coordinación e interacción entre los actores públicos y privados que, en su ámbito territorial, han de engranarse con el mismo enfoque a futuro.

Un compromiso tan complejo reclama la coordinada delegación de responsabilidades hacia cada una de las parroquias del municipio, en el entendido de que no es el responsable individual de su gestión y que hay múltiples y diversas soluciones o caminos.

En aras de la gobernabilidad y la eficiencia, y reflexionando en torno a formas de organización, funcionamiento y financiación propias y adaptadas a una estrategia territorial que finalmente busca el re-posicionamiento en el libre mercado, cada municipio y en particular aquellos bajo la égida de los grandes y complejos sistemas de ciudades-región o regiones metropolitanas, ha de encontrar fórmulas mancomunadas de gerencia urbanística junto a mecanismos de diálogo acordado con otros municipios, con los imprescindibles gobiernos de cada una de las entidades federales que las contienen, con la administración nacional, con otras ciudades, con órganos supranacionales, etc. En el mundo hay numerosos ejemplos de ciudades que han alcanzado la categoría de metrópolis y exhiben formas de gobierno compartido y respetuoso de las históricas divisiones político-territoriales que han sido desbordadas por la mancha urbana de una región metropolitana[7].

En combinación con los contribuyentes empresarios y residentes, se debe enfatizar en el levantamiento catastral requerido para la creación de fuentes tributarias propias que den mayor estabilidad y autonomía del gasto fiscal municipal respecto al pernicioso paternalismo rentista-petrolero que ha dominado en Venezuela desde hace casi un siglo.

El gobierno municipal le ha de exigir medidas similares a la entidad federal que lo contiene. Por una parte, abogando tanto por la transferencia de competencias en la provisión de bienes y servicios públicos, como por el funcionamiento del constitucional Consejo Federal de Gobierno[8], debidamente normado y que regule las convocatorias de los distintos factores de poder nacional, regional y municipal. Por otra parte, el gobierno municipal, además de luchar por asegurar el financiamiento de su amplio programa, también tiene que priorizar la transparencia y la rendición de cuentas. En este sentido y entre muchas otras medidas descentralizadoras, recordemos que los órganos competentes siguen en deuda respecto a la imprescindible sanción de una ley que desarrolle la hacienda pública estadal, estableciendo, los tributos que la compongan, los mecanismos de su aplicación y las disposiciones que la regulen.

Cabe aquí una feliz y contundente afirmación de Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz, 2006, quien se fundamenta en esperanzadores resultados obtenidos de su brillante y consuetudinario trabajo realizado desde hace más de tres décadas.

“Para reforzar la capacidad de los pobres de crear, expandir y mejorar sus propias comunidades, yo incidiría en la creación de instituciones democráticas de autogobierno local. Cuanto más pequeña sea la jurisdicción del gobierno local, más posibilidades tienen los pobres de que se oiga su voz…El paternalismo por muy buenas intenciones que tenga, no conduce más que a un callejón sin salida. Cuando los pobres llegan a tener la posibilidad de controlar su destino consiguen mucho más y mucho más rápido” (Yunus, 2008. El subrayado es nuestro).

Por contrariar tan categórica afirmación, en Venezuela, merecidamente y según información suministrada por el mismo órgano responsable de las estadísticas nacionales, las “Misiones” pierden eficacia y la pobreza gana terreno (El Nacional,  2008). Sin evaluar el incierto destino de los recursos y también según cifras oficiales, no ha tenido trascendencia la nada despreciable cantidad de 33.549 Consejos Comunales que se habían conformado al cierre de 2007, porque sólo 9.736 (o sea, menos de 30%) recibieron financiamiento y mediante la asignación de apenas 761 millardos de bolívares, equivalentes a 20% del total (Boitía, 2008).

La prioridad es, entonces, fortalecer el municipio, su autonomía y sus relaciones negociadas con otros gobiernos municipales, estadales o nacional, siempre inquiriendo para el logro de dos metas fundamentales: revertir la omnipresencia y el tutelaje del Estado en la vida de la sociedad venezolana, e implantar procedimientos para la constitución de una red activa, estructurada, funcional y dinámica que sintonice a la empresa privada, la sociedad civil y la academia.

La empresa privada y su funcionamiento en red

La empresa privada confluye en la estrategia territorial, gracias a que “(…) la competitividad y la lucha por los mercados convierten a las ciudades y regiones en socios de las grandes empresas y grupos empresariales” (Vázquez Barquero, 1997)

Es vital promover el surgimiento y bonanza de cada empresa local, para lo cual se deben difundir innovaciones en el sistema productivo buscando que las unidades industriales y de servicios sean competitivas, portadoras del cambio y capaces de responder a los desafíos de la globalización.

Invitadas a potenciar de manera compartida los recursos endógenos detectados o por construir, hay que conseguir el acompañamiento creativo y reorganizado de las más amplias redes de grandes, medianas y pequeñas empresas, cooperativas, emprendedores por cuenta propia o cualquier otra forma de producción, para funcionar en malla y fuertemente adaptadas a los recursos locales, tecnológicamente concatenadas y en definitiva bien articuladas a nivel internacional. Ello exige compromiso de las cámaras y asociaciones de empresarios y un esfuerzo inicial de inventario y mapeo de cada unidad productiva.

En el desarrollo endógeno y sostenible, la competitividad y la lucha por los mercados refieren a la capacidad que cualquier organización privada o pública, lucrativa o no, tiene para mantener ventajas, de modo sistemático y fundadas en la innovación de procesos y productos, que alcancen, sostengan y mejoren una determinada posición en el entorno socioeconómico.

Es recomendable darle un vuelco a la responsabilidad social empresarial, tan extendida en Venezuela[9], proliferando inversiones para la creación de capital social pero buscando fórmulas para transformarla en un buen negocio. La capacidad que cada grupo humano logre para emprender acciones colectivas que redunden en beneficio de todos sus miembros, antes que con un sentido filantrópico, ha de encausarse integrada al objetivo planteado (Lorenzelli, 2003) y a las políticas para alcanzar las metas establecidas (Licha, 2002). Como suplemento, se debe contribuir en el fomento de instituciones financieras privadas especializadas en financiamientos al emprendedor para la formación de empresas próximas, de máximo beneficio o sociales, utilizando mecanismos como el capital riesgo o el micro-crédito. También, es aconsejable emular experiencias de negocios conducentes a convertir a los más excluidos en holgados demandantes de productos empresariales.

Lideradas por un municipio concertado con instancias superiores e inferiores de gobierno, las empresas con la sociedad civil acuden en la localidad y en un mismo impulso de crecimiento.

La sociedad civil y la solidaridad territorial

La sociedad civil -o tercer sector en tanto que “representación topográfica” de ésta (Roitter, 2004)- pasa a ser foco de atención del municipio, en su aspiración de erigirse en el artífice no sólo en la generación de empleo digno y con una buena protección social. Es primordial imaginarla como fuente de activistas para la elaboración de planes, presupuestos y contralorías municipales, siendo aspectos claves a contemplar la justicia y las libertades públicas: expansión de oportunidades sociales y de la libertad de expresión y de participación en la economía y la política.

Integradas por una amplia y diversa gama de organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro, las organizaciones de la sociedad civil se mueven en la vida pública por sendos intereses comunes. Se encuentra en plena expansión y por efectos del mismo proceso de globalización y el florecimiento de la democracia, las telecomunicaciones y la integración económica.

De modo semejante al sugerido para la empresa privada, la sociedad civil debe ser estimulada para, además de contribuir en el trazado de la estrategia, coadyuvar en su aplicación. En la exploración encauzada a los fines de potenciar de manera compartida los recursos endógenos, es posible propiciar un ambiente generador de solidaridad territorial entre líderes de comunidades y de otras formas de organización social, que puedan responder a las exigencias de las redes socio-territoriales. En principio, hay que pensar en modos de rescate de asociaciones de vecinos, asambleas de ciudadanos, condominios, consejos comunales, mesas técnicas y asociaciones de transportistas, de vendedores ambulantes (“buhoneros”), de encargados de conserjerías de residencias en condominios (“conserjes”), entre tantos activos que el municipio debe inventariar, cartografiar y monitorear para lograr su revalorización e impulso. Seleccionando algún método manejado por el amplio espectro de proyectos de inversión de capital social empresarial o cualquier otro de los practicados en las pródigas experiencias de desarrollo endógeno, y sin el tutelaje del poder nacional, estos activos habrán de constituirse en un mecanismo efectivo de participación, contemplando tres aspectos primordiales: a) entender que la economía social abarca a los sectores medios y opera gracias a formas de solidaridad comunitaria y eficiencia social; b) unir en el territorio lo público con lo empresarial capitalista y lo popular; y c) cuanto mayor sea el número de miembros de la comunidad que participen en la planificación y la toma de decisiones, tanto más confiarán en los recursos locales y tanto menos dependerán del perniciosos paternalismo no sólo del Estado sino también empresarial.

La “academia” y la cultura del desarrollo endógeno y sostenible

La “academia” abarca el universo de gremios de intelectuales, profesionales, técnicos y, principalmente, las “casas” donde se imparte el conocimiento y se expande la investigación científica y la extensión. Su participación en la estrategia territorial también ha de ser incentivada desde el municipio y con dos objetivos: a) brindar apoyo a la trasmisión de la cultura de la endogeneidad y la sustentabilidad, y b) propiciar la fundación de un sistema educativo de calidad adaptado a las nuevas exigencias. Abundan experiencias ilustrativas de centros de formación profesional que intentan adaptar sus pensa a las “necesidades del país”. En este caso, se trataría de invitarlos a mirar y colaborar en las políticas y acciones programadas.

Podemos aspirar a la re-posición en el espacio global y finalmente en la globalización, transitando el camino hacia la concertación estratégica y colectiva del municipio aliado a la empresa privada, la sociedad civil y la academia para la construcción de territorios inteligentes a escala regional; y sin perder de vista dos ideas cardinales (Gómez Piñeiro, 2006). La primera lleva a razonar que “(...) la globalización y la sociedad de redes, que se está desarrollando, lejos de debilitar al mundo local, lo que hacen es aumentar su importancia”. La segunda idea, habla de cómo

“(...) la calidad de un territorio, su cohesión social y su convivencia cívica, no dependen tanto de contar con gobiernos fuertes sino de que todos sus agentes, instituciones y ciudadanos, se sientan responsables del futuro de ese territorio, cada uno ciertamente con su responsabilidad y trabajo, constituyendo una red activa, estructurada, funcional y dinámica, en sus estados y procesos”.

Hacia los territorios inteligentes

Un territorio inteligente o etapa superior y regional del desarrollo endógeno, es aquel preparado con capacidades territoriales suficientes para responder, de manera coherente y mantenida en el tiempo, a los cambios que imponen el dinamismo y la creación de empleos, productividad y competitividad de los sistemas de ciudades y regiones privilegiados en los mercados internacionales.

Una auténtica expectativa

Los territorios inteligentes pueden llegar a ser auténticas expectativas, gracias a  la fortaleza institucional alcanzada para avalar el equilibrio sustentable de la urbana trilogía económica, social y ambiental. La globalización se convierte en una real oportunidad, especialmente en aquellas regiones con grados medios de adelanto, ya que revaloriza la oferta territorial específica e impulsa el protagonismo del sistema de actores locales y regionales. Dotados de territorios inteligentes se abren efectivas posibilidades para la formación o acceso a redes entre ciudades y regiones creadas por las entidades connacionales y supranacionales.

“El Proyecto Territorios Inteligentes busca generar ámbitos capaces de formular un proyecto de región, de encontrar un equilibrio ‘inteligente’ entre su crecimiento económico, la cohesión y desarrollo social y la sensibilidad hacia el medio ambiente. El enfoque del Proyecto Territorios Inteligentes procura contribuir, desde la perspectiva de una alianza público-privada al diseño e implementación de respuestas a viejos y nuevos problemas de la región (Alfonso Vergara, 2007. El subrayado es nuestro).

La ejemplarizante y emblemática experiencia de gestión pública municipal que viene conduciendo a la súbita transformación de la ciudad de Medellín y su región metropolitana del Valle de Aburrá, Colombia, se funda en la consideración de cuatro elementos claves: a) las lógicas de acción y capacidades de negociación de redes de acción colectiva e institucionalizada; b) la visión de la élite empresarial; c) el capital social y sus condiciones para construir un entorno innovador; y d) las prácticas de re-significación de lo urbano por parte de intelectuales y profesionales y su contribución en la formación del entorno innovador. No ha quedado de lado, el estudio de los principales conflictos socio espaciales ligados a la construcción de una plataforma productiva con las capacidades institucionales del gobierno local (Betancur, 2001).

Caminar hacia la globalizada arquitectura de la geometría de las redes socio-territoriales de un territorio inteligente

El principal nivel para la consolidación de territorios inteligentes en Venezuela, es el de las entidades federales y de los distritos metropolitanos, es decir las aquellas regiones que integran y coordinan las decisiones municipales. Para enrumbarnos hacia el éxito, cada componente territorial debe contar con ciertos elementos que, asimilados por los actores sociales, permitan afianzar las identidades territoriales con sentido de pertenencia, culturizar nuevas generaciones y preservar la tradición territorial con el objetivo de sacar adelante la construcción de un programa global endógeno y sostenible.

Los flagelos, por ejemplo, tan palmariamente agudizados en una región metropolitana como la Gran Caracas, han de atacarse mancomunadamente y haciendo de sus municipios más aventajados verdaderos circuitos que dinamicen y propaguen el progreso hasta la construcción de un territorio inteligente.

Para afrontar el caos, hay que comenzar por el reto de bosquejar e instrumentar un programa de revalorización de la vasta, diversa y sobreviviente cuantía de activos territoriales para caminar hacia la globalizada arquitectura de la geometría de las redes socio-territoriales de un territorio inteligente. Así podremos presenciar la progresiva reversión de la tradicional sociedad basada en el despilfarro de la renta petrolera y la edificación de otra basada en la creación de riqueza social. Por esta senda, paulatinamente, dejaremos el país con grandes desigualdades sociales para conocer otro de reconstrucción y expansión del aparato productivo y su indefectible mejoría en la distribución de la riqueza.

Para concluir, no obstante sus problemas y continuos desafíos, Venezuela se ha modernizado, casi el 94 por ciento de su población es urbana y dispone de una vigorosa clase media, de numerosas universidades y otras instituciones de estudios superiores, de importantes y extendidas redes de servicios de Internet, telefonía celular y televisión por cable, de profusos medios informativos y de muchos otros acervos copiosamente desplegados y que se han de detectar, sumar, favorecer, multiplicar y cartografiar en tanto que recursos prominentes del suelo productivo.

Notas

[1] La disertación académica que presentamos es un desarrollo de la propuesta que sucintamente fue publicada en www.analitica.com

[2] Las críticas formuladas a la propuesta de reforma constitucional en lo concerniente a la ordenación del territorio, han sido debatidas ante nutridos y plurales escenarios, pudiendo encontrarse parte de las mismas en Rosa M. Estaba, 2007 y 2008.

[3] Es pertinente recapitular, en líneas generales, la evolución de los fundamentos de la teoría de la localización, en la que se inscribe el concepto de fuerzas de localización centrífugas o atractivas y centrífugas o repulsivas: von Thünen se basa en el coste de transporte de las mercancías agrícolas y su precio en el mercado; Christaller y Lösch en la inelasticidad de la demanda de los productos especializados distribuidos en los lugares centrales; la industrial de Weber en la relación precio-costo de mano de obra, el costo de transporte y las economías de aglomeración; la comercial de Reilly en el potencial de mercado; la residencial de Alonso en el costo de transporte y el consumo de espacio residencial; mientras que la localización de las actividades de oficina está condicionada a la forma como se transmite la información (Marmolejo D. y Roca C., 2006).

[4] Las 26 leyes aprobadas por el Ejecutivo, en el límite temporal permitido por la Ley Habilitante, imponen "más controles y más centralismo" de Estado sobre la actividad económica, comercial y financiera del país (León y Tejero Puntes, 2008).

[5] Apelando a la nueva Ley de la Fuerza Armada Nacional, el presidente de la República, Hugo Chávez, estrenando traje militar con las caponas de comandante en jefe de la FAN, presentó las figura de las cinco "regiones militares", las cuales contarán con un jefe y su Estado Mayor Conjunto, y estarán organizadas en zonas operativas de defensa integral con su comando y Estado Mayor: Región Central (estados Vargas, la Gran Caracas, Miranda, Aragua, Carabobo y Yaracuy), Región Occidental (estados Falcón, Lara, Trujillo, Mérida, Táchira y Zulia), Región Los Llanos (estados Apure, Portuguesa, Barinas, Cojedes y Guárico), Región Oriental (estados Delta Amacuro, Monagas, Sucre y Nueva Esparta) y Región Guayana (estados Bolívar y Amazonas) (Fernández, 2008).

[6] De ello dieron cuenta los países miembros participantes en el área temática titulada Desarrollo Local y Gestión del Territorio del XI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, realizado en la Ciudad de Guatemala del 7 al 10 de noviembre de 2006 (Samperi, 2006).

[7] En América del Sur: además de Caracas, Sao Paulo, Buenos Aires, Lima-Callao, Santiago de Chile, Montevideo, Río de Janeiro, La Paz, Medellín y Bogotá. En América del Norte: la Ciudad de México, Nueva York, Los Ángeles y Chicago. En Europa: algunas de las mayores son las de París, Londres, Moscú o Madrid.

[8] Según el artículo 185 de la Constitución Nacional, el Consejo Federal de Gobierno es el órgano encargado de la planificación y coordinación de políticas y acciones para el desarrollo del proceso de descentralización y transferencia de competencias del Poder Nacional a los Estados y Municipios. Estará presidido por el Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva e integrado por los Ministros o Ministras, los Gobernadores o Gobernadoras, un Alcalde o Alcaldesa por cada Estado y representantes de la sociedad organizada, de acuerdo con la ley.

[9] Un excelente inventario y descripción de la inversión social empresarial venezolana está recogida en los 3 tomos de la Edición Aniversario 25 de la Revista PRODUCTO.


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[Edición electrónica del texto realizada por Miriam-Hermi Zaar]

 

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