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Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XVI, núm. 418 (60), 1 de noviembre de 2012
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

 

LA HEGEMONÍA DEL PENSAMIENTO NEOLIBERAL Y EL DESARROLLO SUSTENTABLE

Arlete Moysés Rodrigues
Universidade Estadual de Campinas
amoyses@terra.comm.br / mosesarlete@gmail.com

La hegemonía del pensamiento neoliberal y el desarrollo sustentable (Resumen)

Los términos medio ambiente, desarrollo sustentable, sustentabilidad, ciudades sustentables se han convertido en palabras clave de una moda que ha obscurecido el análisis del proceso de producción y reproducción del espacio. La moda sobre este tema, muestra el éxito del capitalismo en el periodo de la hegemonía del neoliberalismo con la intensificación de la degradación ambiental. Éxito, en la medida en que las contradicciones y conflictos de clase pasan a ser conflictos entre generaciones presentes y futuras, imponen nuevas agendas a América Latina, ocultan el espacio, el territorio, la división territorial del trabajo, transforman las riquezas naturales en mercancía, transforman la Política en gestión, etc. El texto debate como el consenso creado sobre el neoliberalismo y medio ambiente ha impreso dificultades en análisis consistentes sobre los problemas socio-ambientales y resalta la importancia de la Geografía crítica en comprender las dinámicas sociales y territoriales de la realidad actual.

Palabras clave: geografía crítica, desarrollo sustentable, matriz discursiva, paradigma.

The  hegemony of  neoliberal  thinking and sustainability  and sustainable  development (Abstract)

Terms such as the environment, sustainable development, sustainability, sustainable cities, have become buzzwords that mask an analysis of the space production and reproduction process. The fact that these have become fashionable terms shows how successful capitalism was under the rule of Neoliberalism, with an increased deterioration of the environment. The success of Neoliberalism, as contradictions and class conflict become conflicts between current and future generations, have imposed new agendas on Latin America, and concealed the space, the territory, the territorial division of labor, turned the wealth of natural resources into commodities, changed Politics into Management. The text discusses how the forged consensus on Neoliberalism and the environment has hindered consistent studies on social and environmental issues, and highlights the importance of critical Geography in understanding the social and territorial dynamics of today’s reality.

Key words: critical geography, sustainable development, discursive matrix, paradigm.


El texto resalta cuestiones relacionadas con aspectos teórico-metodológicos sobre el tema “medio ambiente” el cual aparece en agendas gubernamentales, programas y proyectos de investigación, programas universitarios, tanto de pregrado como de posgrado, y algunas áreas disciplinares, al igual que en los reportes de prensa, radio y televisión. De igual manera, resalta la forma en que dicho tema ha interferido en las políticas públicas tanto en el mundo en general como en América Latina en particular. No demoniza los problemas ambientales, antes intenta presentar indagaciones sobre si hemos utilizado, en el ámbito de la geografía crítica, un instrumental analítico que permita analizar la compleja realidad. Resalta la necesidad de entender en qué consiste la sustentabilidad, el desarrollo sustentable, las ciudades sustentables, entre otros.

Presenta reflexiones sobre como la realidad ha sido oculta con matrices discursivas que no explican ni discuten la génesis de los problemas y consideran que todos éstos pueden ser resueltos por la tecnología sin alterar las condiciones de apropiación, propiedad y formas de producción.

Consideramos además, que tanto los problemas reales como el ideario del desarrollo sustentable, tienen su origen en el éxito del modo de producción capitalista, especialmente en el periodo de la hegemonía neoliberal cuando se establecen, como punto de partida y de llegada, las matrices discursivas sobre el medio ambiente. El éxito del neoliberalismo con su ideología, acuñó nuevas matrices discursivas[1] que ocultan la importancia del espacio y del territorio, la producción y la reproducción del espacio y la reproducción de las relaciones sociales.

Los problemas de dilapidación, contaminación de aguas y aire, agotamiento de las riquezas naturales, así como el cambio climático, erosión y todas sus consecuencias, inundaciones, etc., no son nuevos como ha sido demostrado por diferentes autores como Maccormick (1992), Thomas (1988) e Alphandéry, Bitoun e Dupont (1992). Passet (1994), apunta que hubo un periodo de neutralidad cuando los problemas eran considerados locales. Destacamos las manifestaciones de movimientos ambientalistas contra la presencia de industrias contaminadoras en sus territorios, no obstante, varias de estas industrias fueron implantadas en los llamados países periféricos. Se inició, posteriormente, lo que el autor llama la fase del Environment (ambiente), cuando se verificó que los problemas eran de carácter global. El tercer momento, se refiere a la evidencia de que la producción destruye sus propias condiciones de producción en escala planetaria y la definición, por parte de las clases y sectores dominantes, de que la Organización de las Naciones Unidas –ONU-, debería asumir el debate promoviendo conferencias internacionales.


Breve reseña histórica

La Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente, en 1972, enfocaba la necesidad de protección de riquezas naturales, con base en el documento “Los limites al crecimiento[2]  (Meadows et al, 1973). Los países deberían parar su crecimiento para así mantener el “medio ambiente”, lo que implicaba la permanencia de la división territorial del trabajo. Se dieron fuertes y largas discusiones por la posición contraria adoptada por los países llamados subdesarrollados.

La ONU creó, en 1983, la Comisión Mundial Sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CMMAD), con la finalidad de realizar un diagnóstico sobre el tema y elaborar una propuesta que sería firmada como acuerdo en la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD). El informe “Nuestro Futuro Común”, más conocido como Informe Bruntland (CMMAD, 1991), después de este diagnóstico, propone el “desarrollo sustentable” como un modelo ideal para la CNUMAD realizada en 1992, en Rio de Janeiro[3].

La Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe elaboró propuestas, Nuestra Propia Agenda, (Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, 1991) que divergían del informe Nuestro Futuro Común (Informe Bruntland) y que no fueron tenidos en cuenta para ser incorporados en la Agenda 21, documento formado por los jefes de Estado. Movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales (ONG’s), con diversos enfoques provenientes de distintos países, constituyeron el Fórum de los Movimientos Sociales y ONG’s (FÓRUM RIO-92), paralela y concomitantemente a la CNUMAD, por consiguiente, en lugares distintos y distantes[4]. Estas organizaciones firmaron 39 Tratados (Tratados de las ONG’s y Movimientos Sociales, 1992) de los cuales la CNUMAD no tuvo conocimiento.

La Agenda 21 se transformó en una panacea y en la solución para todos los males. Una gran cantidad de estudios en varias disciplinas, se refiere al “medio ambiente”, al “desarrollo sustentable”, a las “sustentabilidades”, sin explicitar la existencia de un nuevo marco teórico metodológico e instrumental analítico que permita comprender los agentes, las contradicciones, los conflictos, las desigualdades y la segregación socio-espacial y las diferentes escalas geográficas.


Matrices discursivas – transformaciones analíticas: Aspectos teórico-metodológicos

Los temas “medio ambiente”, “desarrollo sustentable”, Agenda 21, “ciudades sustentables” (Programa del Hábitat), “ciudades saludables” (Programa de la Organización Mundial de la Salud), “Agenda 21 local” fueron también incluidos en estudios de Geografía, sin analizar la producción y reproducción del espacio en su complejidad.

Se dice que incorporar al “medio ambiente” permitiría la interdisciplinaridad, la pluridisciplinaridad y la transdisciplinaridad, lo que correspondería con un nuevo marco teórico y metodológico. Incorporar una nueva temática no elimina la fragmentación de la ciencia ni garantiza la interdisciplinariedad. Las disciplinas tienen objetos propios y se tiene la ilusión de que las fronteras artificiales corresponden a la realidad.

El abordaje ambiental favorece la interlocución entre las disciplinas científicas sin lograr así integrarlas, aumentando de esa manera, la espesa cortina de humo sobre los aspectos teóricos y metodológicos que permiten entender la totalidad. Para que exista interdisciplinaridad son necesarias rupturas teóricas con el paradigma dominante[5].

Los que investigan directamente con el tema “medio ambiente” aseveran que fue creado un nuevo paradigma. Khun (2007, p. 30) afirma que “Un paradigma se constituye cuando nuevos ‘descubrimientos’ no tienen precedentes y así atraen a un grupo de partidarios que permanece en el tiempo, alejándolos de otras actividades científicas. Simultáneamente sus realizaciones fueron suficientemente abiertas para dejar toda especie de problemas para ser resueltos por el grupo redefinido por los practicantes de la ciencia”. Ha de resaltarse que los paradigmas se difunden en la sociedad a través de la ideología. Morin (2001, p. 114) define paradigma como la institución de “conceptos soberanos y su lógica  (disyunción, conjunción, explicación), las cuales gobiernan ocultamente las concepciones teóricas científicas realizadas bajo su imperio”,  y que además se expanden para el imperio colectivo.

El cambio paradigmático se da con rupturas, con alteración de un marco teórico y metodológico y no solamente cuando se incluye un nuevo tema. Cambiar un paradigma, implica una revolución científica que ha de propiciar el entendimiento de la dinámica de la naturaleza, la producción y la reproducción del espacio, las normas sociales en su totalidad con sus contradicciones y conflictos, y dejaría evidente la importancia del espacio y del territorio. (Rodrigues, 2009)

Un cambio de paradigma permitiría entender que la crisis ambiental surge del éxito que tuvo el modo de producción que provoca, contradictoriamente, problemas sociales y ambientales. Instrumentales analíticos adecuados nos ayudarían a comprender que la crisis no es del modo de producción, pero sí, provocada por este. Mantener un paradigma implica atribuir el origen de los problemas al consumo y a los consumidores, sin hacer énfasis en que es el éxito del modo de producción el que continua produciendo más y más productos y la obsolescencia programada.

Mientras se responsabilizan al consumidor, a los pobres y los países pobres por la destrucción de las riquezas naturales, la industria bélica[6] produce cada vez más artefactos de destrucción de vidas humanas y de territorios, utilizando un gran volumen de riquezas naturales para fabricar bombas, artefactos de guerra, aviones, computadores, etc. Operaciones militares liberan materiales altamente tóxicos y radioactivos al aire, al agua y al suelo, armas de uranio descargan micropartículas de desechos radioactivos en Oriente Próximo, en Asia Central y en los Balcanes, y la minas antipersona y bombas de racimo son las mayores causantes de explosiones retardadas, que a su vez son la causa principal de mutilación y discapacidad de muchos seres humanos.

La guerra de 1991, en Iraq[7] transformó la región del trigo[8] de Oriente próximo en catástrofe ecológica. La tierra arable y fértil se convirtió en una pantano desértico y, en vez de exportador de alimentos, este país hoy importa el 80% de lo que consume (Flounders, 2009, cursivas nuestras). La destrucción sistemática de la naturaleza y la acumulación ampliada del poder de destrucción, para el cual se destina una cantidad superior a un trillón de dólares/año, indican el lado cruel de la lógica absurda del capital.

Se afirma que hay un nuevo paradigma porque el “medio ambiente” comenzó a considerarse como “bien común” de la humanidad, el cual debe ser conservado para las generaciones futuras. ¿Cómo puede decirse que un nuevo paradigma considera las riquezas naturales como “bien común”, si predominan la propiedad privada de la tierra y de los medios de producción, la concentración de riquezas y la explotación del hombre por el hombre? Afirmar que hay un cambio de paradigma por el hecho de atribuirle a la naturaleza la condición de “bien común” es una falacia que impide la comprensión de la realidad.

Chesnais Y Serfati (2003, p. 42), afirman que la crisis ambiental corresponde “a una crisis para la humanidad, una crisis de la civilización humana, una crisis civilizatoria; pero que en lo que corresponde al capitalismo las cosas no pueden ser analizadas tan simplemente. La crisis o la(s) crisis ecológica(s)  planetaria(s), cuyos efectos se manifiestan de forma desigual, son productos del capitalismo, sin embargo, estos no son considerados factores centrales de la crisis para el capitalismo”. Se trata, por tanto, de una crisis que emana del modo de producción capitalista el cual, para continuar con su éxito, necesita mantener sus condiciones de reproducción y funcionamiento, siendo “medio ambiente” el tema que obscurece la realidad de la crisis. El saber competente está siendo guiado por los organismos internacionales de financiación y la colonización del inconsciente llega también hasta la academia.

En la agenda 21 y en documentos posteriores, agentes, escalas y conflictos no están explícitos. La naturaleza aparece retóricamente en las matrices discursivas sobre el “medio ambiente” que, según Galeano (2010), “fabrican el brumoso lenguaje de sacrificio de todo […], en los solemnes acuerdos internacionales que nadie cumple. Esa catarata de palabras, no se manifiestan gratuitamente”.

Los discursos sobre el medio ambiente tienen la finalidad de permitir la continuidad de la producción de mercancías y garantizar la apropiación privada de las riquezas, reafirmando la ideología dominante[9]. Entendemos que la ideología del “desarrollo sustentable” se impone sin que la esencia de la crisis sea esclarecida.

Es común hablar de catástrofes provenientes del “consumo” –calentamiento global y/o cambio climático, hueco en la capa de ozono, desastres naturales como maremotos, terremotos, vulcanismo, huracanes y tornados, entre otros–, pero lo que está en cuestión es la propia esencia humana que ni siquiera es enunciada (Zizek, 1996). El esfuerzo para prevenir catástrofes han creado, también, nuevos problemas. Castoriadis (1987), muestra que el uso de filtros para disminuir el CO2 hizo crecer, en mil veces, la acidez de la atmósfera en los últimos 20 años. El azufre contenido en el humo, que era fijado por el Carbono, ahora se desprende y se combina con el oxígeno y el hidrógeno, aumentando las lluvias ácidas.

Las nuevas matrices discursivas, al mismo tiempo en que ocultan los verdaderos responsables por los problemas –aquellos que se apropian y son propietarios de los medios de producción, de las tierra, de las riquezas –, atribuyen la responsabilidad a los “consumidores” y a los pobres que ocupan áreas que no interesan al sector inmobiliario, obscureciendo la esencia de la desigualdad y de la segregación socio-espacial, ocultando la importancia del territorio, del espacio y de la sociedad.

El cambio discursivo de la producción hacia el consumo oculta las clases sociales, que pasan a ser distinguidas como “clases con ciertos ingresos” y “clases de consumidores”. Mientras la producción es concretizada en el espacio geográfico, el “consumo” es trasladado al individuo. ¿Cómo puede responsabilizarse al consumidor por la dilapidación ambiental, si él no es quien escoge qué producir? ¿Cómo comprender la totalidad, cuando se excluyen el espacio geográfico, la producción, la circulación, el comercio, las clases sociales, el mundo del trabajo, las relaciones sociales y, principalmente, los agentes formuladores y promotores de los cambios discursivos?

La difusión del término “desarrollo sustentable”, como ya se ha dicho, hace que el análisis de la producción se traslade estratégicamente para el análisis del consumo, obscureciendo la existencia de trabajadores, de clases y de estratos de clases sociales, promoviendo una matriz ideológica combinada con la precarización de las relaciones de trabajo.

Existe una aparente paradoja en el mito de que restringir el consumo posibilitaría alcanzar el “desarrollo sustentable”. Esta paradoja es apenas aparente porque, al mismo tiempo, aumenta la obsolescencia programada que es una consecuencia de la acumulación flexible y ampliada del capital. Mientras nuevos productos son lanzados en el mercado para atraer consumidores, estos son considerados los responsables por la dilapidación. La verdad, no es el consumo. No obstante, la producción debe ser transformada así como también es necesario cambiar las relaciones de explotación y expoliación.

En las matrices discursivas establecidas a partir de la CNUMAD, el mundo del trabajo, las contradicciones y las luchas de clases, fueron reemplazadas por los conflictos entre generaciones (Rodrigues, 2006), mientras que la producción y reproducción del espacio, en la reproducción ampliada de capital, son consideradas como los “agentes” del “desarrollo sustentable”. Los trabajadores fueron transformados en “recursos humanos”, las riquezas naturales en “recursos naturales”, es decir, mercancías del mundo globalizado en el mundo de la innovación tecnológica y de flujos financieros. ¿Cómo analizar la desigualdad y la segregación socioespacial, cuando la esencia está oculta y se tiene como meta resolver “conflictos ambientales”? ¿En cuál escala de análisis? ¿Será que el lema “pensar globalmente y actuar localmente” se aplica cuando la civilización occidental, para continuar con el dominio global, actúa en lugares específicos, con guerras? ¿Y el lema define escalas de análisis, agentes, conflictos, espacio, territorio y clases sociales?

La escala preferencial para acciones en los Estados es la del ámbito local (Agenda 21 local) para la corrección de “problemas” con “educación ambiental”, recolección selectiva de residuos sólidos, implantación de programas piloto (no ejecutables en otra escala y en otro lugar). En general reciben fuentes de financiación externa e interna. Es la escala que corresponde, como regla general, al “pensar globalmente y actual localmente”. En las escalas local y regional, hay investigaciones sobre cuencas hidrográficas que, en el ámbito institucional, constituyen los Comités de las Cuencas Hidrográficas, como instrumento que ayuda a materializar la doctrina del “desarrollo sustentable”. En la escala regional y mundial se presentan también varios matices. ¿Considerando que la agenda de los países latino-americanos y los tratados del Forum Rio 92 no fueron incorporados en la Agenda 21, habría posibilidad de actuar regionalmente en biomas como el Amazónico o de la Cuenca Hidrográfica del Paraná?

Temas específicos ultrapasan la escala local y la nacional: agujero en la capa de ozono, cambio climático, biomasa, biodiversidad, georeferenciación y mapeo de riquezas minerales y sus potencialidades, movimiento de placas tectónicas, erupciones volcánicas, masas de aire, entre otros. Son análisis realizados en laboratorios, complementadas con investigaciones empíricas.

En la escala urbana, independiente del tamaño de la ciudad, además de aspectos específicos, se utiliza la “huella ecológica” para definir el “déficit ecológico”[10], que como dice Mello (1998) son conceptos nómadas y corresponden a las innovaciones discursivas sobre desarrollo y políticas ambientales.

La nanotecnología busca minimizar objetos para “economizar” recursos naturales, por tanto,  es una forma de dominio por medio de la técnica (Martins, 2005). Es importante citar que hay también estudios sobre cantidad de microorganismos, de pesticidas y de minerales contenidos en el agua, en el aire, en el suelo y que son causa de múltiples enfermedades. En áreas urbanas con alta densidad, se forma la isla de calor, resultado del conjunto de edificaciones, de la impermeabilización del suelo, falta de aireación, uso de iluminación interna tanto durante el día como en la noche, y de aire acondicionado (refresca el lugar de trabajo y auxilia al calentamiento global).

En varias escalas, se utilizan indicadores y parámetros que, según Daniel Piccini  (2010, p.2), son insuficientes para el debate científico. “La búsqueda de mediciones es indudablemente necesaria para la ciencia, pero es en la discusión sobre lo qué se mide donde se plantean los problemas científicos. Si no se hace eso se cae en el puro empirismo”.


Consideraciones finales

Las expresiones “desarrollo sustentable” y “medio ambiente” aparecen en todos los documentos oficiales y oficiosos. La propiedad de la tierra, de los medios de producción, de las riquezas “naturales” o producidas, del mundo del trabajo así como la concentración de tierras y de riqueza, la pobreza, la necesidad de vivienda adecuada, de saneamiento ambiental, de limpieza e iluminación pública parecen desaparecer y dejan de ser analizadas en el espacio geográfico.

Ocultar clases sociales, conflictos, desigualdad socioespacial y la importancia  del espacio torna el “medio ambiente” palabra-clave para agendas, investigaciones y proyectos, atendiendo preceptos neoliberales del FMI y el Banco Mundial. La acumulación flexible del capital fragiliza las relaciones de trabajo. El neoliberalismo impone privatizaciones, transformando derechos humanos en “servicios”. Las alteraciones del mundo del trabajo, de la producción y reproducción del espacio urbano pasan, en gran parte, a ser referenciados dentro del ideario del “desarrollo sustentable” y en las “sustentabilidades”.

La preocupación con los problemas sociales y con la dilapidación de las riquezas naturales se traslada del campo ambientalista para el campo de la institución, la cual divulga y difunde las nuevas matrices discursivas y oculta la sociedad, el espacio, la producción y la reproducción del espacio, la reproducción ampliada del capital y las clases sociales. La unión de dos términos genéricos (contradictorios entre sí) es aceptada por la mayoría de ambientalistas y estudiosos del tema, los cuales expresaban posiciones aparentemente inconciliables.

En los documentos oficiales y oficiosos no se refieren a la escala geográfica, al espacio, al territorio, a las contradicciones, a los agentes y los conflictos. El tiempo es categoría principal. En el espacio, está contenido el tiempo y, en la ciudad (insustentable), se explicitan contradicciones y conflictos, desigualdades socioespaciales, disputas por el poder y por la propiedad de la tierra.

Como lo afirma Harvey (2004), el capital no tiene fronteras y cuando los capitalistas sienten que en otro lugar pueden obtener mayores lucros, dejan la tierra arrasada y parten para un nuevo destino. Detroit, la capital del automóvil, por ejemplo, viene, desde 1945, transformándose en una gran ciudad donde predomina la pobreza. Es considerada expresión del aparthaeid americano, no obstante, sea el espacio de la industria automovilística, uno de los motores del capitalismo[11].

Hasta mediados de la década de 1980, los estudios estaban centrados en las actividades y funciones que ocurrían en el espacio geográfico. Después de este periodo, predomina el análisis de flujos en el llamado espacio cibernético. ¿Los flujos permiten analizar los agentes, los conflictos y las clases sociales en el espacio geográfico, considerando, inclusive, los cambios discursivos de la producción para el consumo, del mundo del trabajo para clases de renta, de las contradicciones y conflictos para el “desarrollo sostenible”?

Tenemos, para una geografía crítica radical, que debatir las teorías del Estado Capitalista para comprender políticas de gobierno y de órganos internacionales, que son, respectivamente, los agentes definidores y los agentes ejecutores de la Agenda 21. El uso de términos como “medio ambiente” no presentan un nuevo marco teórico y metodológico y, en general, son descriptivos, diagnostican problemas, presentan propuestas utilizando retóricamente la planeación “ambiental” y la educación “ambiental”, especialmente en la escala “local” (Agenda 21 local).

Predomina la micro-narrativa sin relación con la mega-narrativa, con la meta-narrativa y con la totalidad. Dilapidación, agotamiento y contaminación de riquezas naturales son una realidad, por ello, la construcción de una matriz discursiva impuesta por el FMI y el Banco Mundial parece impedir la construcción de un nuevo paradigma científico, de una Geografía radical.

Con un marco teórico y metodológico geográfico radicalmente crítico, se podría relacionar el “ambiente” a catástrofes, segregación y desigualdad socio-espacial. El cambio climático, tema importante y presente casi diariamente en los medios de comunicación, dan espacio al CO2, que entró rápidamente en el circuito de la mercancía con la propuesta de crédito de carbono, que redime a los que no cumplen las metas de reducción de carbono y da abonos a los que las superan.

Grandes proyectos presionan e intensifican el uso de riquezas naturales. En Dubai, por ejemplo, la ciudad-Estado que pretendía ser “el primer destino turístico del mundo” está al borde del precipicio, pero, antes de eso, para crear un nuevo simulacro de ciudad, fueron utilizadas toneladas de hierro, cemento, vidrio, máquinas, combustible fósil, etc. Grandes eventos como Copa del Mundo, Juegos Olímpicos, ferias de negocios, entre otros, aumentaron la necesidad de agua y energía. Proezas arquitectónicas como la de Brasilia, con sus monumentos colosales, a pesar de la preocupación con el “medio ambiente”, continúan produciendo objetos técnicos autónomos.

¿La “moda” del “desarrollo sostenible” está relacionada con el “agotamiento” de las riquezas “necesarias” para el capitalismo? François Chesnais y Claude Serfati afirman que: “detrás de las palabras como ‘ecología’ y medio ambiente, o más aún, ‘cuestiones ambientales’ y ‘cuestiones ecológicas’, se encuentran, nada menos, que en la perennidad de las condiciones de reproducción social de ciertas clases, de ciertos pueblos y hasta de ciertos países” (Chesnais y Serfati, 2003, p. 39). Las palabras mantienen el grado de neutralidad óptima para mantener a lo largo del tiempo, el modo de producción de mercancías.

Pensar la producción y reproducción del espacio urbano, las escalas geográficas, los agentes y la desigualdad socio-espacial exige que se intente entender como se crea el consenso con los términos de la CNUMAD. Es preciso realizar un análisis crítico radical sin negar las necesidades de los que sufren las consecuencias de la dilapidación de las riquezas naturales.

El desafío es construir una Geografía crítica radical con teoría y método que permitan repensar en una alternativa a la moda del “desarrollo sustentable”.

 

Notas

[1] Las matrices discursivas son aquí entendidas como un conjunto de proposiciones y /o discursos inteligibles dirigidos a una comunidad: “modos de abordagem da realidade, que implicam diversas atribuições de significado. Implicam também, em decorrência, o uso de determinadas categorias de nomeação e interpretação, como na referência a determinados valores e objetivos. Mas não são simples idéias: sua produção e reprodução dependem de lugares e práticas materiais de onde são emitidas as falas” (Sader, 1988, p. 143).

[2] En inglés The limits of growth.

[3] En la conferencia de 1972 el tema era “medio ambiente”, en la de 1992, pasa ser  “medio ambiente y desarrollo”, lo cual muestra alteraciones en la lógica discursiva.

[4] El conjunto de la CNUMAD y el Fórum de los movimientos populares y ONG’s es denominado Rio-92.

[5] La totalidad no corresponde a la suma de las partes, debido a que, el todo está contenido como lo enseña Marx (1958).

[6] La industria bélica es apenas uno de los ejemplos de la producción destructiva.

[7] La guerra de 1991 fue seguida por 13 años de sanciones y por la invasión de 2003.

[8] En el original dice celeiro que en portugués significa Casa de recolher cereais. El texto original dice: “A guerra de 1991, no Iraque transformou a região de celeiro do Oriente Próximo em catástrofe ecológica”.

[9] Sobre ideología ver entre otros Mészáros  (2004), Eagleton  (1997 e 2008) e Zizek (1996).

[10] Huella ecológica o Ecological Footprint (EF) es una herramienta de evaluación, representa el espacio ecológico necesario para sustentar un determinado sistema o unidad. Se contabilizan flujos de materia y energía que entran y salen de un sistema económico, convirtiéndolos en áreas correspondientes de tierra o agua existentes.

[11] Es necesario introducir en la escala geográfica mundial el proceso de Detroit, un lugar que, en “razón de su especialización funcional, se reveló muy vulnerable a las variaciones de los ciclos económico y las mutaciones del sistema capitalista. Ahora, la ciudad del automóvil, en el borde de las crisis, es también el de las carretas y de las sillas de ruedas eléctricas, que son vistas circulando por los bordes de las avenidas (Popolard e Vannier, 2010, p.14).

 

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Ficha bibliográfica:

RODRIGUES, Arlete Moysés. La hegemonía del pensamiento neoliberal y el desarrollo sustentable. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de noviembre de 2012, vol. XVI, nº 418 (60). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-418/sn-418-60.htm>. [ISSN: 1138-9788].

Índice del nº 418
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