CONCLUSIONES
 

Despréndese del estudio médico-clínico-social que acabamos de hacer, que la prostitución ha sido, es y será la espada de Damocles, pendiente sobre el género humano.

Granveau, en nombre de la moral, anatematiza a los legisladores que toleran el tráfico del libertinaje. Sin embargo, se ve obligado a exclamar, hablando de las casas de tolerancia:

"Estas vergonzosas casas son un mal necesario en los grandes centros donde como en Paris, se encuentran aglomerados hombres de todos los países, de todas condiciones y de todas las razas. La prostitución es la cloaca social, y no hay ciudad sin cloacas 1 ."

Consideramos aquella plaga, no como un mal necesario, pero si como un afecto inevitable. Bajo este concepto, creemos, no sólo conveniente, sino indispensable reglamentarla moral e higiénicamente.

Abandonar la prostitución a sus propios esfuerzos, como acaba de hacerse en Londres, es para nosotros la propagación de la sífilis.

M. Yves Guyot, miembro del Consejo municipal de París, en su libro recién publicado sobre Estudios de fisiología social, se declara acérrimo abolicionista de la prostitución reglamentada oficialmente. Para combatirla se apoya en el despotismo reinante en las oficinas de Costumbres públicas, y en el trato inhumanitario de que son víctimas las prostitutas por parte de la policía.

No hay duda de que todo ramo administrativo puesto fuera del alcance de las leyes generales, como sucede con la Higiene de la prostitución, es susceptible de arbitrariedades sin cuento; pero suprimir el ramo de Costumbres públicas para evitar la inmoralidad de sus administradores, es lo mismo que abolir la cárcel porque el Alcaide y demás empleados no puedan ejercer a costa de los presos, escandaloso monopolio.

Deseamos, como el que más, la extinción completa de la prostitución; mas, para lograr este fin, no creemos prudente el sistema represivo, ni el de una absoluta libertad, sino más bien la reglamentación higienizada, la persuasión, la práctica moral y la difusión de la enseñanza; medios que, lenta y gradualmente, han de conducirnos, sino a la abolición total de las prostitutas, a la casi anulación, cuando menos, de esos centros putrefactos que hoy hemos de contentarnos con sanear a beneficio de las más rigurosas medidas higiénicas.

A pesar de las decisiones de la Federación abolicionista adoptadas en el Congreso celebrado en Ginebra (17-22 de septiembre de 1877), confirmados en las Conferencias de Liege (septiembre de 1879) y de Londres (junio de 1881), no consideramos llegado el momento oportuno de pedir la desaparición del ramo de Higiene especial, particularmente en Barcelona.

Quizás, mañana, cuando los rayos de una verdadera instrucción iluminen el cerebro de las naciones, nos declararemos partidarios de Miss Josefina Butler, la incansable propagandista universal contra la prostitución reglamentada.

Hoy por hoy, no podemos menos de formar al lado de los Parent-Duchâtelet y de los Jeannel.

 

FIN
 
Este libro ha sido transcrito del original, publicado en 1882, utilizando el procesador de textos Microsoft Word 97, por Rafael ALCAIDE GONZÁLEZ, en Barcelona, entre junio y noviembre de 2000.

Notas bibliográficas.

(1) La prostitution. Situation des moeurs à Paris, por A. Granveau (2ª edición), París, 1872.


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